—Eh vuelto a casa Florecita — escucho la voz y luego la puerta cerrarse.
Me congelo en mi sitio, escucho atentamente los pasos que se van acercando. Pueda que este imaginando. Tome mucho alcohol anoche ¿la resaca puede hacerte alucinar?
—Amor
Escucho otra vez su voz y doy lentamente vuelta con la taza con café en mis manos. Y mis ojos encuentran los ojos azules de ese hombre. Y mi mundo se derrumba, pero al mismo tiempo se une.
Y no soy consiente cuando la taza cae al suelo hasta que el dolor del café caliente en mis pies desnudos me devuelve demasiado rápido a la realidad.
Doy un brinco y me quejo del dolor, en cuestión de segundos el me toma en sus brazos evitando que me cayera. Y es ahí donde me doy cuenta que si esta aquí. Es de carne y hueso.
No tengo tiempo de decir una palabra para cuando él me está llevando hacia el baño, me sienta en la mesilla donde están los cepillos y toma un trapo húmedo y lo pasa por mi piel irritada. El se da cuenta del pedazo incrustado y con mala cara con cuidado lo retira y tapa el sangrado con la toalla. Entonces voltea al gabinete al lado y al abrirlo saca una pequeña venda y crema desinfectante, lo que usa para mi herida.
—Vuelvo y tu te lastimas. Yo esperaba una bienvenida... con menos ropa hubiera sido asombroso.
Permanezco sin decir una palabra, mis ojos solo siguen su rostro. Es igual a él ¿pero es él?
Sabe dónde están las medicinas claro que es el ¿no?
—¿Por qué me miras así florecita?
Sus ojos ven directo a los míos.
—Tu, tu ... estas muerto — las palabras salen a duras penas de mi boca.
—Bueno... la muerte no es rival para mi querida — y es ahí donde la ira vuelve a mi y mi mano se estrella contra su mejilla.
—Eso es por morirte — lo alejo y camino de vuelta a la cocina.
—¿Es enserio? — tomo la escoba y el recogedor — No, no, no, te puedes herir otra vez — dice volviendo a mí y quitándome los elementos de la manos.
—Debo recoger este desastre — digo, queriendo evitar voltearlo a ver por lo que miro el piso derramado de café.
—El lugar ya es un desastre — dice viendo el apartamento —Que recuerde tu eras la mas ordenada de lo dos.
Ruedo los ojos y camino a la habitación, pero él se pone enfrente.
—Ahora debes explicar
—¿Explicar qué?
Su mirada va a la camiseta que llevo.
—Esa camiseta nunca fue mía, y ese olor tampoco es mío.
Apretó mis labios juntos, una parte de mi quiere decirle y dejarlo ahí y la otra parte quiere explicar todo.
—Es la camisa de un stripper — mi orgullo gana y al lanzar la bomba y trato de seguir mi camino, pero él se opone.
—¿¡Un que!? —Su tono de voz comienza a elevarse.
—Lo que escuchaste — enarco una ceja manteniendo el contacto visual.
—¿Por qué mierdas tienes la camisa de un stripper?
—Eso te lo diré cuando me digas como es que sigues vivo — su mano trata de tocarme, pero la bateo.
—Contesta mi pregunta primero
—Mejor muérete otra vez
Su manos me toman con fuerza de la cintura y me empuja a la pared.
—Contesta amor.
—¿Enserio estas enojado? — su facciones no se relajan —¿Cómo crees que yo me sentía la noche en la que te fuiste y días después me entere que estabas muerto?
No quería mostrar vulnerabilidad, pero mis ojos se humedecen.
—Florecita
—No mas florecita — quito sus manos de mi cintura.
—Por una puta razón me culpe por eso ¿sabías? — ahora me ve lleno de arrepentimiento — tu estabas tan aferrado a ese plan, pero no pensé que te tomarías tan a pecho el hecho que te dijera que te fueras — rio, pero es una risa apaciguada y débil —Y mi única salida a esa culpa fue el alcohol, y encuentros de una noche —Y ni siquiera recuerdo el nombre del stripper ¿okay?
Con mi mano limpio la lagrima que derrame y el acaricia mi mejilla. Sus ojos al igual que un cachorrito arrepentido.
—¿Me extrañaste? — pregunta acercando su rostro.
—No empieces a preguntar tonterías.
—Perdóname, no fui el más inteligente, pero jamás tuve ninguna intención de lastimarte a ti.
—¿Enserio? — lo veo evidenciando mi sarcasmo, aun tratando de mantener el muro frio que e construido todo este tiempo.
—¿Qué quieres que haga para que me perdones? — su mano pasa por mi muslo y sube causándome escalofríos electrizantes —Dímelo por favor
—Eso lo negociaremos luego — mi mano lo toma de la nuca y une nuestros labios y lo empujo hasta llevarlo hacia el sofá y una vez lo dejo caer sentado me subo a horcadas sobre él.
—Amor debemos hablar — dice, pero aun así no detiene mis movimientos sobre su polla.
—En otro momento — digo y me quita la camisa dejándolo ver mis pechos. Parecido que quiso contenerse, pero metió un pezón a su boca de manera desesperada.
—Bien si eso quieres — dice cambiando de pecho —primero borrare cualquier caricia de cada idiota hizo en tu piel con la mía — muerde ligeramente mi pezón erecto y brinco sobre su ya dura arrecian —¿Por qué eres mía verdad amor?
Rompe la única rompa que tenia encima partiendo mi panti en dos. Se apresura a bajarse su pantalón y rompa interior. Como dos animales sin control que no han tenido contacto placentero por mucho tiempo. A decir verdad, eso somos.
La necesidad no gana a ambos siempre a sido así, puedo contenerme todo lo que quiera y el siempre me hará desatarme. Nos complementamos, no de la manera mas sana. Pero que se joda lo sano. Ninguno de los dos sabe más que amar apasionadamente.
Una vez lo tengo dentro mío gimo de alivio, se mueve dentro de mi y delirio. Veo a sus ojos y brillan en azul. El mejor sexo es con un hombre lobo, y mas con mi maldito hombre lobo.
—Dilo — me pide sin parar de embestirme y yo ayudo moviendo mis caderas al compás —Quiero escucharlo florecita.
—Soy tuya — lo digo y el gruñe en mi oído haciéndome temblar. Estoy ya muy cerca a mi orgasmo que casi me avergüenza. Suelo a durar mucho más que esto.
—Así es querida, ahora vamos, córrete sobre mí, márcame con tus fluidos sobre mi polla — sus manos aprietan mis caderas ayudando a clavarse en mí. El mete su cabeza en mi cuello haciendo maravillas con su boca sobre mi piel y no me permito contenerlo más.
Me arqueo encima de el mis piernas temblando como gelatina y siento que él llega al clímax al igual que yo. Ahora los dos permanecemos quietos. Respirando de manera agitada sin superarnos aun, por que aun no estamos listos para alejarnos un centímetro si quiera.
—Perdóname — me pide mientras acaricia mi cabello y yo dejo reposar mi cabeza sobre su hombro
—No te vuelvas a morir idiota.
Eh aquí el capítulo. Mejor tarde que nunca ¿No?
*Se ríe nerviosa*
Bueno pues, les traje un poco de veneno toxico para las masoquistas que los disfrutan. Como yo, para que digo que no sí, sí.
En la ficción se puede disfrutar de todo. Pero que no pase de ahí ¿okay?. En la vida real no se disfruta nadita.
¿Cuál es su emoji favorito?
¿Disfrutaron el capítulo?
Aquí me despido. XOXO FADUA