Gojo Satoru ∞
En un paso se cayó tu celular, lo recogiste.
Subiendo a tu cama se cayó de nuevo, lo recogiste.
La pantalla estaba rota.
Habías reunido tanto dinero para comprarlo.
Justo después tu gato se rehúsa a probar su comida.
— No quieres? — llamaste dulcemente.
"Miau" respondió.
Pero tu lo oíste más como un "tu comida es una mierda, haz algo bueno".
— Está rico.... Ven, cómetelo.
"Miau" te dijo, pero esta vez se subió a la cama, mirándote.
Y ese teléfono se fue al suelo por última vez.
— Me cago en la puta que me-
Te levantaste lanzando el celular al colchón.
Tus piernas no daban más. La vena salía de tu frente queriendo crear otro cuerpo aparte.
Tu cabeza dolía.
— Primero el jefe... después mi mamá! El-El gato de mierda que nunca, nunca, nunca se quiere comer su comida! Joder!
Vaciaste el interior y con rapidez el aparato electrónico terminó en el basurero.
— Te sirvo pollo? No lo quieres! Comida seca tampoco! te hago de estas mierdas de sobres y tampoco los quieres! Qué mierda vas a comer! Joder!
Le gritabas al felino, el cual ni siquiera te estaba mirando.
— Eres carnívoro siquiera?! Sabes cuánto me costó esa mierda! Sabes? — preguntaste sin respuesta — Un puto ojo de la cara me costó! Y apenas lo puedes oler, joder! Eres un gato de mierda, si quieres vete con otro dueño, no sé qué más darte! No tengo más dinero!
Exclamabas con tanta rabia que tu voz se rompía.
A la par en que le lavabas el platito de comida.
— Y siempre me respondes la misma mierda!... "Miau~ miau~" — imitaste — No entiendo eso! No sé qué quieres joder! Pon de tu parte gato de la-
— Wow.
Las lágrimas salían como por arte de magia.
Ni siquiera recordabas haber tomado un vaso de agua en el día.
Pero aún así no podías dejar de llorar. Era inexplicable.
Dolía. Te daba rabia.
Dolía y te hacía enojar que te doliera y llorabas de la rabia de tener que sentir rabia.
Dolía y no eras buena en eso.
— Joder....
— Agradece que no te entiende — suspiró.
Este era el peor día.
— joder! Joder! Joder! — golpeabas tu rostro cerrando los ojos — hace cuánto estás ahí.
— treinta y do- tres segundos exactos — sonrió con astucia.
— Cómo entraste.
— No me vayas a gritar.... Pero dejaste la puerta abierta.
Esa maldita mirada de "siempre voy a estar para ser mejor que tú" te jodía.
Era tan bonito de ver.
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— mmm... Si quieres te compro otro — ofrecía revisandolo.
— No tienes que hacerlo. Igual ni lo usaba — murmuraste quitándoselo de las manos.
Tomaste asiento a su lado, en el sofa.
Gojo era como..... Un rayo de sol. Pero que quemaba mucho cuando estabas de mal humor.
Algo así.
— Me dices entonces, que tu mami dijo que eras una inútil y que no servías para nada?
— ajá...
— y que tu jefe te dejó horas extras haciendo el trabajo que era de su hija, porque ella estaba en una sesión de belleza y no pudo asistir?
— sep...
— Y que se te cayó el celular hasta romperse?
Asentiste.
— Y que tu gato no se come lo que le das?
— porque es mañoso... un mañoso.
— Bien, tu gato es un mañoso y no come de lo que le das.... Eso es todo? — cuestionó quitándose sus lentes negros.
— Nunca lo pudiste haber resumido mejor, Satoru — respondiste en un suspiro rendida en el asiento.
Y sentías telepáticamente sus ojos plasmados en ti.
— Me necesitas.
— Ay Gojo ya, por favor cállate — pediste aguantando tu llanto.
cogiste un cojín y se lo lanzaste.
Lo atrapó obviamente, pero aún así querías que él sintiera tu misma rabia.
— No lo haré. — dijo burlesco — Es más, me quedaré esta noche a tu lado.
— Satoru.
— No me abraces aún! Eso es para cuando durmamos juntitos! Por ahora me conformo con un-
— por qué?
Y el silencio profundo del ambiente pasó sobre sus cuerpos.
Incluso tu gato sintió la tensión del momento.
— Por qué, qué ___ — agregó seriamente.
De alguna forma quería escucharte.
— Siempre... Eres así.... Tipo "Soy Gojo y todo me sale bien" — reclamaste — Por qué.... Te gusta tanto burlarte de mí?
Uy, eso no le gustó.
Gojo tenía sus debilidades también, sabes? Era injusto ponerlo como el malo de la historia cuando el solo quiere hacer el bien.
Salvar a quienes tanto ama.
Tú. Por ejemplo.
Su mejor amiga, de hecho.
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— Siempre llegas en plan "no puedes sin mi" sabés? Como... Como si yo no pudiera vivir sola, como si no supiese hacer nada.... Como si fuese tonta, Satoru.
Por qué tu cuerpo no ponía de su parte?
Por qué dolía tanto hablar de estas cosas? Jaja... Era injusto!
Los mocos colgaban de tu nariz y te ahogabas por el hilo en el éxtasis de tu pobre, pobre garganta.
— Yo jamás-
— Estoy tratando de ser una adulta... De... De vivir, osea, de aprender a vivir!.... Trato de entender cómo funciona el dinero y qué comprar y qué no.... — te quejaste.
— Trato... Trato de ser útil y- y de tener amigos para no caer en esa depresión que tenía... joder. Y tú siempre, osea todo te sale bien y llegas y... Y "___ mira, soy hermoso, me necesitas" — agrandaste tus hombros.
Inconscientemente lo hiciste sonreír con tu torpe imitación.
— Y siempre me haces reír y me da rabia! Porque tú te alejaste! Tú dijiste que no podías tener más noches de películas conmigo! Qué te crees! — reclamabas tirándole otro de tus cojines — Estoy harta... Aparte míralo! Mira a ese gato gordito de mierda! Lo amo tanto!
Apuntaste al felino negro en el centro de tu cama, descansando plácidamente.
— Pero nunca se come lo que le compro... Y siempre....— Reíste suavemente, dejándote caer en la curvatura de su cuello
— Siempre llegas tú, a demostrarme cuánto te necesito.... Me da rabia.
Cerraste tus ojos húmedos con una sonrisa retorcida pero sincera en tu cara.
Dolía el pecho tenerlo ahí, sabiendo que mañana se volverá a ir quién sabe dónde.
Dolía amarlo tanto porque parecía perfecto, pero eso es imposible porque sigue siendo humano.
Algún defecto habrá de tener el pobre.
Pero nunca, nunca lo encontrabas.
A pesar de que en medio de ese "inalcanzable" hombre.
Seguía estando un muchacho con ansías de un romance digno de un libro.
Te amaba, de la misma forma en que amabas a tu gato.
Como si fueses todo y nada.
Como si fueses el enemigo más poderoso.
Que no podía vencer.
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Y solo por eso, Gojo tomó tu mejilla y repartió un beso por la comisura de tu labio.
Siguió así hasta llegar a tu boca.
Sería entonces un beso de lo más común.
de no ser por aquellas palabras desapercibidas que salieron casi en murmullo.
"Me quedaré contigo".
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Incluso eso era más fuerte que un "te amo".
No se trataba de si se amaban.
Se trataba de estar ahí.
De que si algún día tu gato no se vuelve a comer tu comida. Él, se quede ahí.
Y que si él quiere descansar y abrazar a alguien, entonces sigas tú, a su lado.
No es necesario que lo ames, porque él se quedará ahí para ti. Punto.
Viceversa, porqué no.
para que se note QUE ANDO CON UNA CREATIVIDAD DE MIERDA
se ha muerto mi perrita y no sé qué carajo escribir.