Ayer olvide corregir mi ficha personal, así que hoy me levanto temprano para hacerlo y finalmente enviarla a mi jefe, él se encarga de derivarlo a las demás oficinas que la necesiten tener.
Agus entre a mi habitación y se tira a mi cama.
—Vendieron tu lugar de trabajo.
—¡¿Qué?! ¿Cómo sabes eso?
—Mi padre fue un inversionista en el proyecto.
—¡Eso es genial!
Asiente.
—Tengo que salir querida chica que paso una noche loca con un empresario multimillonario.
—Un apodo muy largo ¿No crees? —pregunto divertida mientras salimos de mi habitación.
—Suena bien.
—No, no suena bien.
—Bueno ¡Bye! Me voy, nos vemos.
—¡Byeee! —me despido de mi amigo mientras se pone una chaqueta y sale a toda velocidad del apartamento.
Suspiro antes de ver la hora y sorprenderme al ver que el reloj marca las 11.
Tengo ganas de cocinar.
Suspiro antes de caminar a la habitación para tomar una ducha.
No tardo mucho en realidad, cuando salgo de la ducha, me pongo una de mis camisas anchas y me quedo en bragas, la camisa cubre hasta debajo de mis muslos, así que no me preocupo.
Agus no vendrá a almorzar porque irá a un almuerzo con sus padres así que hoy solo cocino para mí.
Me tomo la libertad de poner música a todo volumen, mientras saco los ingredientes y los voy dejando en el mesón de la cocina.
Pollo oriental, cocinare pollo oriental. Es básicamente lo que mejor me sale, aunque ha de admitir que soy una buena cocinera. En realidad, soy muy buena en muchas cosas, soy perfecta.
Eso es, con el ego y autoestima hasta el cielo.
Exacto.
—Brócoli, zanahoria, pimiento, salsa... ¿Qué falta? —me pregunto a mí misma pasando mi mirada por toda la cocina mientras trato de recalcular que es lo que no he sacado— ¡Pollo! ¡Claro! —golpeo mi frente de manera divertida mientras abro la congeladora y lo saco.
Lavo mis manos y todas las verduras antes de comenzar a picarlas junto al pollo.
Cuando está todo listo comienzo a freír y a agregar poco a poco los ingredientes, condimentando y haciendo todo lo demás que se supone que tengo que hacer.
No tardo mucho en servir mi plato y sin apagar la música comienzo a comer.
Bufo cuando el timbre del apartamento suena, el sonido es casi inaudible por el volumen de la música que estoy escuchando, quiero ignorar a quien sea que este ahí peor no soy tan maleducada. Me levanto de mi asiento y repaso mi vestimenta, no se ve nada que no quiero que vean, solo intento hacer que todos mis cabellos estén en su lugar y no salgan del raro recogido que he hecho en mi cabello, claramente no lo logro así que suspiro y me rindo.
Cuando abro la puerta me sorprendo al ver a la secretaria de la empresa de los Harris ahí, mirándome con una sonrisa amable.
—Eh, buenas tardes —sonrío un poco extrañada.
—Buenas tardes señorita... —mira la carpeta negra que tiene entre sus manos—, señorita Levine. Vengo a orden del señor Harris.
Asiento sin entender, al parecer se da cuenta de mi expresión y aclara.
—Realmente no sé cual es el motivo, solo me enviaron a entregar esta carpeta.
—Bien, gracias...
—Ana.
—Genial, gracias Ana y por favor no me llames señorita Levine, con Heather está bien.
—Bien, señorita Le... Heather —sonríe—. Me retiro, adiós.
—Adios Ana, muchas gracias.
Se pierde en el ascensor y cierro la puerta mirando la pasta de la carpeta, es muy elegante, pero recordar al rubio problemático hace que entorne los ojos y deje los papeles en el mesón para poder seguir comiendo.
Luego lo revisaré.
Ni siquiera puedo terminar de comer por la curiosidad.
¿A quién engaño?
Quiero ver qué carajo es eso.
Abandono mi comida y tomo la carpeta para abrirla, lentamente. Revelando una primera hoja que es blanca y tiene el nombre de la empresa.
La siguiente hoja hace que me atragante con mi saliva al leer.
¿Qué cara...?
"Contrato para cargo a Diseño digital y marketing"
Frunzo el ceño sin entender nada, pero mi sorpresa es aún más cuando la siguiente hoja tiene el mismo modelo, pero con diferente asunto.
"Contrato para cargo a Asistente Personal"
¡Por dios!
¿En qué piensa ese hombre?
Me quedo por un largo momento releyendo cada parte de los contratos, e intentando que mi cabeza no explote.
Suspiro antes de levantarme del comedor y entrar a mi habitación tomando algo de ropa y vistiéndome rápidamente, tomo mi bolso de siempre y claramente la carpeta con los contratos, saliendo de mi casa a toda velocidad pensando en que decir sobre esto.
Es que realmente le estoy dando vuelta a todo, básicamente me están ofreciendo un buen trabajo en algo que me gusta ¡Pero son dos! ¡¿Cómo puedo tener dos trabajos?!
Y también ¿Qué haré con el restaurante? Aunque lo pensaba dejar en unas semanas, cuando me aprueben la tesis y me gradúe.
Cuando el taxi se detiene en la empresa de los Harris, me mentalizo en que no lo puedo mandar a la mierda porque realmente me están dando una buena oportunidad que podría cambiar por completo mi futuro.
—Señorita ¿Ya bajará?
—Eh, si, si, disculpe —le pago y camino a pasos lentos pero decididos hacia donde esta Ana, la secretaria—. Necesito ver a Jayden Harris.
—Señorita Heather, el ahora mismo está en una reunión.
—¿Podrías avisarle? Es que realmente es muy importante.
Ella asiente.
—Solo espere, puede que se dé un tiempo.
—Genial.
La mujer habla por teléfono y me arrepiento cuando escucho los reclamos del hombre hasta donde estoy.
—Ana, mil disculpas. Mejor vendré en otro momento, no te doy más problemas.
—No, no se...
Cuando estoy negando y por salir del lugar el ascensor se abre y sale Jayden con otros hombres, el semblante del hombre es completamente molesto.
¡Joder, qué vergüenza!
Quizás estaba en algo muy importante y yo aquí importunando.
Mis mejillas se tiñen de un rojo muy suave al ver que el hombre me mira con mala cara.
—Buenas noches, señor Harris.
—Señorita Levine, a mi oficina.
Camino tras de él y ambos entramos al ascensor, no puedo evitar pensar en lo bien que se ve con traje, realmente cualquier persona se quedaría viéndolo, desprende unas vibra de poder, sensualidad y de que te mandará a terapia por cinco años, muy, muy atractivo.
Mi mente también viaja a los eventos del día que bueno, fui a un evento y terminé con un desconocido.
¡Simplemente genial!
En un ascensor, con un rubio problemático, recordando cosas, pensando en lo atractivo que es y con un calor del demonio.
Simple-mente. Genial.
Cuando las puertas se abren ambos caminamos dentro de su oficina, y está igual que la última vez. Bueno casi, lo único diferente son todos los documentos que hay en la mesa dispersados.
—Bien ¿Sobre qué desea hablar?
—Los documentos que me ha enviado.
Su expresión cambia a una completamente diferente.
El piensa que aceptaré con todos sus términos.