—Mira, no te preocupes por eso, tarde o temprano vas a quedar embarazada.
—Bueno, si solo veniste a decirme eso, deberías irte.
—Queria hablarte de ella.
—No quiero saber. Estoy mejor así.
—Es necesario que lo sepas, eres mi esposa.
—No quiero saberlo, así que vete y déjame sola.
—Si eso quieres.
—Es lo que más quiero.
—No llegues demasiado tarde del baile, y ve con una acompañante.
—No creo que sea necesario, estaré en compañía de mi hermana.
—Exactamente ¿Cuál es el propósito del baile?
—Muchos nobles son invitados, la mayoría va para ganar el apoyo de alguien.
—Nosotros no necesitamos el apoyo de ningún otro noble, somos vizcondes.
—Somos lo más bajos en la sociedad, mi hermana nunca invita a Condes, mucho menos a Vizcondes.
—¿Solo van Duques y Marqueses?
—Si, la mayoría de los Marqueses asisten a esa fiesta para tener al menos el favor de un Duque.
—Bueno querida lamento que para ti estemos en lo más bajo de la sociedad, aunque tú y toda tu familia hayan venido de una escala social menor a la mía.
—Para ti ser una Baronesa es suficiente ¿No?
—Deja en paz a Anna.
—Ojala la hayas escuchado esa mañana.
—Que cosas te dijo.
—Por ahora nada que debas saber, así que sal de aquí....
***
—Querida ¿Porque invitaste a la Vizcondesa Lazlo? No es que Mercy me desagrade pero...
—No te preocupes, no vendrá su esposo, se lo pedí especialmente.
—¿Contesto tu carta?
—No necesita hacerlo, ya se que va a venir.
—Y algo más ¿Desde cuándo invitamos a los Edevane?
—Ay querido, no lo hacíamos porque antes el Duque Edevane era ese viejo amargado, pero ahora que murió, su nieto es el nuevo Duque, y como es de fueras, me pareció correcto que viniera para que se pudiera presentar con la más alta sociedad.
—¿Invitaste a Mirana?
—Me vería muy mal si solo invito a una de mis hermanas, ellas no tienen la culpa que nuestros padres no pudieran conseguirles un buen matrimonio como el nuestro -Se acercó a su esposo mientras tomaba sus manos.
—Aunque te parezca impresionante estoy al tanto sobre los rumores de la amante del Vizconde Lazlo.
—Querido eso no es ningun rumor, ya todos saben de las aventuras de Matthew.
—Ya que todos los nobles lo saben ¿Crees que ella se va a sentir cómoda?
—No te preocupes, estoy segura que muchos solteros nobles se van a interesar en ella. En especial el nuevo Duque Edevane.
—¿Porque lo dices?
—Espera querido no comas ansias con el tiempo sabrás que quiero decir.
***
Queridísima Jane ;
Espero entiendas que hoy no podré visitarte, mi esposa se enteró de que tenemos un amorío, y sabrás que será muy mal visto que me vaya ahora. Así que por favor ten paciencia querida, te prometo que iré a visitarte en dos semanas y pasare la noche contigo, ya que ella estará atendiendo otros asuntos, así que no habrá ningún problema en que nos veamos
Siempre tuyo M.L.
Puse la carta en un sobre y llame a mi sirviente de confianza.
—Toma, llévale esto a la señorita Jane, confío en que conoces dónde está la posada.
—Lo se Vizconde.
—Y si aún no es muy tarde ve y pide un vestido a esa boutique dónde todas las damas van y compran sus vestidos.
—¿Quiere que vaya con Madame Catherine?
—Si, y pídele que prepare un hermoso vestido con las últimas medidas que le di.
—Si señor, la Vizcondesa se pondrá muy contenta cuando le de ese regalo.
—No es para la Vizcondesa.
—Disculpe...
—No lo sabías, pero a partir de ahora por favor ahórrate esos comentarios.
—Disculpe mi imprudencia.
—Ya puedes irte.
Salí con la carta en manos. Desde que soy niño siempre trabaje en casa de gente "noble" y entre más cercanos te haces a ellos más cosas descubres, amoríos, estafas, etc...
—¡Hey! Tú...-Escuche como alguien me llamaba —¡Oye tú! —Me di la vuelta y ví a una señorita corriendo hacia mi —¿Para quien es la carta?
—¿Que?
—¿Para quien es la carta que tienes en la manos?
—Es del Vizconde.
—¿A dónde la llevas?
—Eso no es asunto tuyo, deberías volver y atender a tu Lady.
—Porque me preocupa mi Lady vengo y te pregunto para quien es.
—No puedo decirte para quien es, porque ni siquiera yo lo sé.
—¿Y a dónde la llevas? —Seguia insistiendo mientras caminaba rápido detrás de mi.
—A una posada niña...
—Mi nombre es Lucy.
—Bueno, Lucy, déjame en paz, solo estoy haciendo mi trabajo.
—¿El Vizconde le es infiel?
Está niña era insistente, pero para ya nadie era secreto que el vizconde se metía con infinidad de mujeres.
—Bueno... Deberías regresar y preguntarle tu misma al Vizconde.
—Te lo pregunto a ti porque el siempre te confía los asuntos, mi Lady se ha dado cuenta que se gasta mucho dinero, y tu eres el único que podría tener las cuentas del Vizconde.
—Escucha tu y yo somos simples sirvientes, lo que está gente haga no nos importa, no nos pagan para meternos en sus asuntos, si vienes a mi para que te dé algún tipo de información te aseguro que no te diré absolutamente nada, así que mejor vuelve a tu trabajo.
—La vizcondesa está muy triste por el trato que ese hombre le da ¿No te da pena la angustia de una pobre mujer? ¿Eres tú también de ese tipo de hombre?
—Esta carta es para una mujer ¿Contenta?
—No aún no, ¿Cómo es ella?
—Nunca la he visto.
—Eso es imposible, ¿Cómo puedes entregar cartas sin haberla visto nunca?
—Se las dejo al casero, no se las doy en persona.
—¿Cuál es su sistema?
—Sistema.
—Si como se encarga de las tres al mismo tiempo.
—¿De quién más estamos hablando?
—De esa mujer que vino a cenar con su esposo.
—¿La baronesa?
—Esa.
—Ella, de ella no te diré absolutamente nada.
—¡¿Por qué!?
—Ya te dije lo suficiente niña.
—Pero eso...
—¡Lucy! -escuchamos el grito de alguien desde la casa. -¡Lucy, ven aquí!
—¡Ya voy señora Margareth! -Volvio a centrar su atención en mi- Está no será la última vez que me veas.
—Creeme que no estoy tan ansioso como tu por repetir estos acercamientos.
—Bueno, pronto te va a gustar, ahora tengo que irme pero te volveré abordar.
—Claro...
Me di la vuelta mientras caminaba rápido, solo ví una vez hacia atrás para prestarle mejor atención, se veía que tenía quince o dieciséis años, era pequeña y pelirroja, y se levantaba el vestido mientras corría hacia la casa de nuevo, no pude evitar reír al ver esa acción.