UNA HISTORIA DE AMOR...

By Echeryl

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tierno, dulce y especial era su amor. vivían cada instante como si fuera el último; anhelando un futuro que j... More

UN SOLO BAILE
TU LLEGADA A MI
UNA MIRADA DE AMOR
DISPUESTO A TODO.
EN SECRETO ES MEJOR
LLUVIA DE LUCIÉRNAGAS
NO ES UN ADIOS..
NO HAY SALIDA
DESDICHA...
AUNQUE TE QUIERO NO TE AMO.
DE VUELTA AL COMIENZO
NO TEMER A NADA.
IRREMEDIABLE
TRISTE REALIDAD...
HUIR DE TODO...
TODO ES DIFERENTE...
DISPUESTO A TODO...
DULCE AMOR....
NADIE PODRA EVITARLO.
REALIZACIÓN...
DEL PARAÍSO AL INFIERNO...
EL FINAL DE TODO..
MI TESORO ERES TÚ...
EN LA MIRA DEL ODIO
ABANDONADA....
AVISO IMPORTANTE...

INFORTUNIO

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By Echeryl

Arribaron a Londres, Sophia abrió los ojos al ver la enorme propiedad ante ella.

– Viviremos aquí?– John asintío sonriente.

– Si, como comerciante debo vivir decorosamente, no lo crees– Sophia asintío eufórica.

Era una propiedad de paredes blancas y techos azules, con una reja y un jardín delantero.

John abrió la reja y escoltó a Sophia hasta dentro, el jardín era amplió y hermoso. Muy buen cuidado.

– Tendré mucho trabajo– dijo Sophia imaginando que debía limpiar ella sola esta casa tan grande.

– Si, tendrás mucho trabajo dirigiendo a la servidumbre.

Sophia lo miro y nego mientras sonreía.

– No, como se te ocurre!,  jamás he tenido sirvienta.

– Sirvientas, por lo menos son tres.

Sophia sonrojada llevo una mano a su mejilla.

Atravesaron el jardín, la puerta principal se abrió, y en la estancia había una fila de empleados.

El ama de llaves, la señora Coppel era amable.

– Bienvenida a casa señora Mortimer– Sophia con todo el recato de decoró sonrió a la señora.

– Gracias– dijo complacida.

– Les presento a la servidumbre.

Comenzó a decir los nombre de la cocinera, sirvienta y una doncella y un jardinero.

Sophia asintío, los sirvientes se retiraron, ella y John subieron escoltados por la señora Coppel a la segunda planta.

– Señor Mortimer, está será su recámara.

Sophia suspiro alivia al saber que no compartirían recamara.

John miro a su mujer la cual echaba un vistazo a la recamara de su marido.

– Señora Mortimer está es su recámara – dijo llevandola a la recamara de enfrente.

– Está preciosa– la señora Coppel hizo una reverencia y salió de la recamara.

Cerro la puerta y sonriente se tiró sobre la cama. De trasladarse a Londres lo que más le había gustado era el no tener que compartir cama con su esposo.

PLATE MANOR, MANSIÓN LONDINENSE DE LOS CONDES DE ASHFORD.

– No puedes seguir así– le dijo la condesa a su hijo.

– Así como madre!– la miro sin ese brillo en la mirada que antes lo caracterizaba.

– En el pasado, añorando algo que nunca va a ser– Amalia suspiró– se que este tiempo ha sido una tortura– coloco su mano sobre la de Holden – pero debes amar a Grace– él sonrió sin gracias alguna.

– Es fácil para tu decirlo, amaste a padre desde que lo conociste, como puedes pensar que al corazón se el impone algo y el obedece de inmediato!– bufo molestó.

Amalia no supo que decir, Holden había dejado a un lado su amor por cumplir con el título.

– Sacrifique mi felicidad por darle gusto a ustedes, al menos deja que sea infeliz a mi manera– tomo el contenido de su copa de una sola vez, Amalia sintió como su alma dolía por la desdicha de su hijo.

Michael era feliz casado con la mujer que él había escogido y Michelle vivía enamorada de su esposo, el hombre que había ganado su corazón.

– Cuando vuelva a tener a Sophia entre mis brazos seré feliz de nuevo– vertio el contenido de la copa en su boca.

– Eso será imposible, sabes que ella es la esposo de John Mortimer.

Holden la miro y sonrió con desprecio.

– Lo es porque sus miserables padres y los míos la obligaron; así como me obligaron a mi a tomar como esposa a una mujer insípida.

Amalia abrió los ojos como platos al escuchar las palabras que salían de la boca de su hijo.

– Jamás podrás estar con ella.

Salió del estudio dejando a su hijo solo en el.

Subió a la segunda planta, dirigiéndose a la recamara dónde su esposo descansaba.

– Como está?– cuestionó el conde, luego tocío.

– Bien – le mintió a su marido quien estaba enfermó– está trabajando fuerte para concretar un negocio.

El conde tocío, haciendo que su cara se colocará roja por la fuerza que hacía.

– No te sobresaltos, sabes que no te hace bien – dijo tomando la mano temblorosa de su esposo.

– Debes decirle que vuelva al camino, pronto moriré, y el debe ocupar mi lugar– Amalia apretó la mano del conde.

– No. No te atrevas a dejarme sola– sorbio mocos.

– Debes hacerte a la idea – Amalia negaba mientras mantenía la cabeza gacha y los ojos cerrados.

– Debes reponerte– El conde sonrió.

– Sabes que eso no sucederá – llevo un paño a su boca y tocío, Amalia abrió los ojos como plato al ver que su marido había expulsado sangre, negó mientras lloraba – vete, no debes estar aquí– miro a su marido, su alma dolía, estaba pagando lo que le había echo a su hijo hacia mucho. Su marido moría y su hijo se dejaba morir.

– Qué  te vayas! –  cerro sus ojos – no quiero que mi mal te  alcance – Amalia se levantó de la silla junto a la cama y salió llorando de la recamara.

Cinco días después el conde había fallecido debido a la tisis.

Amalia vestida de enero y cubierta con una pava secaba sus lágrimas, su esposo había muerto demasiado jóven.

– Hijo mío, no quiero perderte a ti también– dijo mirando a Holden con ojos cristizados.

– Perdóname madre, se que he sido un mal hijo– Amalia abrazo a su hijo, quien estaba sentado a su lado.

– No mi amor, no haz Sido un mal hijo, solo haz estado prendado de una dulce mujer.

Grace quien estaba parada en la puerta, apretó su mano, sabía desde hacía mucho que su amor no era correspondido.

Dió media vuelta y volvió a su recámara.

– Lo sabía nana – dijo la mujer quien cargaba a una de las gemelas.

– Que sabías hija– dijo mientras dejaba a la niña en la cuna.

– Sabía que Holden no me ama– se sentó en la cama auxiliar.

– Porque dices eso?– la mujer se sentó al lado de Grace.

– He escuchado que Holden ama a una mujer.

La anciana sonrió y se sentó al lado de su niña.

– A lo mejor se refería a ti!.

Grace negó mientras limpiaba sus lágrimas.

– No, si me amará a mi no se embriagarse hasta perder la conciencia, al contrario, estaría conmigo todo el día, me buscará a cada instante.

Gimió.

Su Nana la abrazo, suspiró, sabía que su niña no había tenido la audacia suficiente para ganarse el corazón de su marido.

– Guarda la calma, debes ser inteligente.

Grace miro a la mujer.

– Inteligente?– frunció el ceño.

– Si, debes ser dulce, tierna y cariñosa.

Grace sonrió sin humor.

–  Más de lo que he sido!, Eso me parece ilógico. Además, yo soy una dama, sabes que no debo seducirlo, eso lo hacen solo las rameras.

La mujer se levantó de la cama sin decir nada, suspiró profundamente y luego se volvió a mirar a su niña.

– Debes darle más hijos, los hombres no miran a otra mujeres si su esposa lo llena de hijos.

– Estás segura de lo que me dices?, No puedo volver a embarazarme, acabo de parir.

– Aguarda un poco, pronto podrás meterme de nuevo bajo las sabanas del conde.

Grace se extremecio, debía hacer lo que fuera para que su marido no la dejara por otra.

CANARY, MORTIMER HOUSE.

PROPIEDAD DE LOS MORTIMER.

Sophia bajaba las escaleras, cuando llamaron a la puerta.

– Una desgracia!– dijo su marido entrando al recibidor.

– Que sucede?– Sophia se acercó a John.

– Ha muerto el conde de Ashford.

Al escuchar aquello Sophia sintió como una balde de agua fría caía sobre su cabeza.

– Debemos ir a su funeral– Sophia llevo una mano a su barriga– estás bien?– cuestionó al ver la palidez de su mujer.

– Si – dijo sin aliento, no pensaba que tan pronto sabría de los Ashford.

– Estás palida– dijo John acercándose a ella.

Sophia trago en seco, miro a su marido y respiró profundo.

– Es que... No deseo pisar esa mansión.

John sonrió de lado.

– No amor, no puedes negarte a asistir, todos estarán ahí, hasta tus padres vendrán.

Sophia lo miro y negó.

– no puedes negarte, debes obedecer– dijo alejándose de ella, Sophia quedo parada en medio del recibidor, deseaba que todo fuera una pesadilla.

PLATE MANOR, NOCHE DEL FUNERAL DEL CONDE...

Miro la amplía mansión ante ella, las antorchas iluminaban el jardín, un enorme y amplio moño negro adornaba la puerta, sus manos helados temblaban, su respiración era pesada, sabía que allí dentro estaba él, su amado Holden.

– Solo te pido que actúes con decoró, no revivas los recuerdos de juventud– Sophia lo miro al sentir el apretón de mano que John le daba.

– Tranquilo, estoy aquí porque me haz obligado, no deseo ver a esta gente– dijo caminando despacio hacia la enorme puerta.

Escoltada por John dió un paso tras otro, hasta llegar al umbral de la puerta, en el recibidor le entrego su capa a un lacayo, miraba todo con ojos curiosos, tomando sus manos camino hacia la enorme sala, la cual estaba bordeada con sillas, en ellas estaban sentadas las personas que habían llegado a dar el pésame, camino adentrándose en la sala, sentía que por más pasos que diera jamás estaría dentro de aquella sala.  Miro a los presentes, todos la miraban con curiosidad.

Miro hacia el fondo de la sala, dónde había un féretro, al lado derecho estaba sentada la condesa viuda y al lado de ella Michelle. Ambas lloraban sin cesar.

Trago en seco, su respiración se había hecho pesada, dió un paso más, miro hacia la cabecera del féretro de un lado está a Michael, quien mantenía su mirada baja, miro hacia el otro lado; encontrándose con Holden, quien la miraba con ojos como plato, se detuvo al darse cuenta que su marido la había tomado por el codo.

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