ALL THIS TIME - Bill Weasley.

By billweasleylover

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Take all the time lost All the days that I cost Take what I took and Give it back to you - Alex Green regresa... More

The Burrow.
Weasley.
Diagon Alley.
Order of the Phoenix.
Painted Black.
Family.
Time.
Forgiveness.
Alcohol.
Weasley Curse.
Tradition.
Untouchable.
Happily Ever After.
Gone.
Day Destroys the Night.
Healing Process.
Remember.
Home.
Shell Cottage.
Same Questions.
Honesty.
Goodbye.
Nobody.
Take The Dragon by The Horns.
Closure.
The Moment He Knew.
Wish You Were Here.
In The Dark.
Death By A Thousand Cuts.
Yellow.
Past.
I Was There.
Independent.
It Gets Worse.
Hoax.
Unexpected Revelations.
Sacred Truths.
SLEEPLESS NIGHT

Strangers.

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By billweasleylover

-Me importa un carajo-

-Pero...-

-¡Dije lo que dije!-

La puerta se abrió estruendosamente pero ninguno de los dos hermanos se inmutaron, estaban tan absortos en su propia furia para notar el cuerpo de Alex acercándose a ellos, alarmada por la forma en que Charlie y Bill se miraban. En un segundo pudo notar cierto miedo en la forma en que Bill mordía el interior de su boca y el pecho acelerado de Charlie subir y bajar, con la misma rapidez con la que una saeta de fuego despegaba.

-¿Qué está pasando?- Alex frunció el entrecejo- ¿Está todo bien?-

-Bien- Charlie escupió, alejándose de la sala del departamento, dándole un portazo a la puerta de la habitación de Alex.

Bill paso sus largas manos por su rostro, tratando de esconder su notable fastidio, pero Alex se acercó con cuidado hacía él, tomándolo por el codo.

-¿Está todo bien? ¿Qué diablos fue eso?- Susurró la castaña, buscando los ojos del pelirrojo.

-Kingsley- Suspiro- Necesitaba que siguiéramos una maldita pista de dónde demonios puede estar Harry, necesitamos cuidarlo...

Alex se cruzó de brazos delante de él, invitándolo a que siguiera, por lo que el pelirrojo continuo susurrando.

-Pero ya viste como está Charlie, más insoportable y... difícil de lo normal- Rodó los ojos- ¿Se ha estado comportando así contigo desde que está aquí? Porque si te ha hecho pasar un mal momento me lo llevo arrastrando de aquí, sin problema.

La castaña soltó una carcajada y agacho la mirada, ocultando el rubor de su rostro. Había estado tan enfocada en la pelea que olvido que ella, al igual que Charlie, estaba molesta con Bill, aunque de acuerdo a Alex, ella si tenía una razón.

Tal vez no lo vería de la misma forma si esa mañana no hubiera salido a correr, como lo estaba haciendo regularmente. Tal vez sin esas endorfinas, ni siquiera le hubiera dirigido la palabra. Pero lo estaba haciendo, y se sentía cómoda con él. De repente a Alex le dejó de importar lo que escuchó en Shell Cottage, simplemente lo dejaría en el pasado.

Al menos eso.

-No me ha tratado mal, pero si ha estado muy extraño- Con sinceridad habló- Más irritable, quiere estar solo todo el tiempo. Anoche no quiso ver conmigo Dumbo y tú sabes cuánto adora a Dumbo.

-Sí, ese maldito bastardo adorable- Bill resopló, poniendo sus manos en sus orejas, imitando al tierno elefante.

De nuevo Alex rio con fuerza y Bill pensó que tenía mucho tiempo sin verla así de feliz, un simple comentario la había alegrado. Con esa misma facilidad que le había parecido aquel gesto del pelirrojo gracioso, Bill había encontrado a Alexandra verdaderamente hermosa. Tan hermosa como él día que la perdió.

Bill tardo un par de horas en armar el rompecabezas que había en su mente, pero cuando lo resolvió entendió que no tuvo que haber dejado que Alex se fuera aquella tarde de Shell Cottage de esa forma. Al menos no después de abrirle su corazón una noche anterior.

-Lex...- Bill se aclaró la garganta- Va a sonar muy raro lo que te diga pero...

-Quiero que seamos amigos- Alexandra lo interrumpió con una dulce sonrisa.

Bill dio un paso al frente, no muy convencido de lo que iba a decir, pero solo se acercó a Alexandra y la abrazo con suavidad. Un suspiro salió del pecho del pelirrojo, quería quedarse más tiempo abrazando el cuerpo de Alex, pero no quería hacer las cosas incomodas.

Al menos ya no más. Ya no quería regresar a ese mismo ciclo, donde de extraños se convertían en amigos y luego en dos enamorados, para volver a ser extraños. Quería las cosas diferentes.

-Lo siento, Alex- Susurró- Puedo ser un imbécil cuando me lo propongo.

Eso era verdad.

-La mayoría de las veces, Bill- Alex sonrió sin querer- Pero está bien, somos mejores como amigos que... como lo que sea que fuéramos antes.

Los dos se quedaron en silencio, frente a frente. Ahí estaba ese momento incomodo de nuevo, Alex fue capaz de romperlo con una simple pregunta.

-¿Gustas un poco de café?- Se dirigió a la cocina- ¿Huevos? ¿Fruta?

Bill miro sus zapatos, pero su vista se quedó enfocada en la pequeña mesa de centro que tenía tantas cartas que parecía la lechucería de Hogwarts. Lo que más llamo su atención fueron varias cartas con el mismo sello, indicándole que Alex había estado hablando con alguien en particular. Sintió en su pecho una flama de celos, pero no quiso empezar a cuestionar o indagar, así que tuvo que dejarlo ir.

-¿Fruta?- Bill suspiro, regresando su atención solamente a Alexandra- ¿Desde cuanto Alexandra Green come frutas?

Hey!- Alex gritó, fingiendo molestia, por encima de la barra que dividía la cocina del comedor- Me estoy cuidando, quiero sentirme más saludable.

Bill no pudo evitar mirar el cuerpo de Alex mientras ella sacaba un par de tazas de la alacena, se veía diferente. Misma altura, mismo cabello castaño pero sus caderas y sus piernas se veían más marcadas en ese pantalón deportivo. Sin duda alguna le gustaba lo que veía, pero sentía que era incorrecto admirar el cuerpo de Alex sin ser absolutamente nada de ella. Lo último que quería era ser un tipo raro opinando sobre el cuerpo de Alexandra, pero creía que se veía muy muy bien.

Demasiado bien.

Ella siempre se veía bien

-Si...- Se aclaró la garganta, con sus mejillas sonrosadas por sus propios pensamientos, caminando hasta el banco frente a la barra- Eso es bueno...

-Y bueno- Alex acomodo sus brazos a lo largo de aquella barra, mirando con una encantadora sonrisa a los labios al hombre de cabello rojo- Ahora que estoy en forma, entrenando y corriendo y esas mierdas, ¿Puedo volver a La Orden?

-Lex- Bill reprochó, dándole un sorbo al café delante de té. Era tan dulce como la mujer frente a él.

-Tú sabes que necesitan mi ayuda- Alex suspiro- Tú mismo lo dijiste, cada vez somos menos y yo quiero ayudar. Necesito hacerlo, Bill.

Por la mente de Bill pasaron todas las excusas posibles, quería encontrar una buena razón por la que Alex no debería estar ahí, pero no pudo encontrar nada. De hecho en su mente pensó que tal vez a su lado, todo podría ser más fácil, porque de esa forma había sido todo junto a ella.

Aceptaba su decisión de ser solo amigos, pero no sabía si estaba seguro de poder alejarse de Alex. Lo que si sabía era que no podía dejar de verla en ese momento. Estaba brillando, como si estuviera en un día soleado junto al lago, aunque solo estaban en una fría mañana de Febrero.

Y si era honesto consigo mismo, la necesitaban. Más que nunca.

-No lo sé, Alex- Vaciló- Tal vez debería ir solo o le podría decir a...

-Estás demente si crees que te dejaría ir solo- Alex lo interrumpió, negando- Yo iré, tomaré el lugar de Charlie.

Para Bill, no había nadie más testarudo que Alex, así que acepto.

-Sí, está bien- Asintió- Te veré esta noche.

Alex dio un pequeño brinco de alegría, con sus castaños ojos brillando, algo le decía a Bill que ella estaba emocionada por estar de regreso. Solo esperaba que aquello fuera lo correcto.

Charlie se cruzó de brazos con fastidio, lanzándole una molesta mirada a Alexandra, quien pudo notar como el semblante de su mejor amigo había cambiado desde el espejo. Su cara estaba roja y sus fosas nasales se abrían con facilidad, estaba enojado pero Alex no entendía porque.

-Deja de ser un idiota, por el amor de Merlín- Alex dijo, poniéndose un toque de labial rojo en sus labios. Odiaba ver a Charlie de esa forma, no sabía qué hacer para que el dulce Charlie que conocía volviera.

Estaba muy diferente.

-¿Ahora yo soy el idiota?- Musitó con molestia- Aceptaste ir con Bill esta noche, después de que no tomo en consideración mi...

-¡Él te dijo que las ordenes las de Kingsley, Charlie!- Giro sobre sus talones para reprocharlo- ¡Bill no manda en La Orden!

-¿Así que lo estás defendiendo? ¡Después de todo lo que te ha hecho!-

Alex tuvo que agachar la cabeza, mirando el blanco lavabo frente a ella. Bill había sido un imbécil, eso lo tenía más que confirmado, pero escuchar como Charlie le recordaba eso le quebró el corazón. Un mejor amigo se suponía que debía escucharte y cuidarte, no simplemente tirarte en donde más te dolía cuando la ''ocasión'' lo ameritará.

-Me estoy cansado de ese estúpido juego, Char- Alex musitó- En serio, nunca has tenido problemas en mantenerte alejado de mi relación con Bill, ¿Por qué ahora sí? ¿Solo lo dices para desquitarte con él o conmigo?

Charlie se quedó en silencio, con su mirada puesta en el Alex, sin moverse o respirar. Ella podía notar como su pulso se aceleraba, haciéndola estremecerse de miedo. Lo desconocía, sin embargo no se podía quedar callada.

-Al menos deberías mostrarle un poco de respeto a Bill- Sugirió- Es tu hermano mayor. Él siempre ha cuidado de ti, de todos, y ahora estas actuando como un completo imbécil.

El grito de Charlie la hizo temblar.

-¡¿Qué mierda está pasando contigo, Alex?!- Estampo su puño en la puerta, al mismo tiempo que se acercaba a la castaña, mirándola en el espejo- ¿Por qué de repente le tienes tanto respeto a Bill otra vez?

Los ojos grandes de Alex estaban llenos de lágrimas, sintiendo cada palabra de la persona que más quería en el mundo atacar su corazón, como si se tratará de una arma muggle a quemarropa. Charlie la estaba destrozando y no tenía idea porque.

-¿Así que es por él por quien te estás poniendo ese jodido labial rojo?- El pelirrojo escupió- ¿De verdad crees que Bill te va a querer de regreso después de...

Ni siquiera pudo terminar, ninguna habilidad de adivinación hubiera podido prevenir a Charlie de lo que sucedió a continuación, incluso su rostro no alcanzó a sorprenderse cuando el golpe de Alex le llegó directo a la mejilla. Ella estaba furiosa y herida. Nunca pensó sentirse juzgada por Charlie.

-Vete- Alex susurró, con sus grandes ojos inyectados en sangre y su mandíbula temblando, estaba tratando arduamente de no chillar frente a él.

Pero él no se movía, solo la veía con resentimiento.

-¡VETE!- Alex gritó empujándolo fuera del baño.

Con un simple y frio movimiento Charlie se alejó, marchándose del departamento sin mirarla una sola vez. Alex dejó salir un gemido de tristeza cuando escuchó la puerta cerrarse con un portazo, viendo como su rostro se convertía en un mar de lágrimas.

¿Qué tanta culpa tenia? ¿Había estado mal en querer ayudar a La Orden, a Bill?

Aquella misión era la cosa más simple del mundo, solo tenían que dar un recorrido por Bosque de Dean a la media noche, nada fuera de lo ordinario. ¿Pero porque Charlie se empeñaba en hacer de aquello la traición más grande de la historia?

¿Con quién estaba enojado? ¿Por qué se comportaba así?

Pero no tenía tiempo de quedarse a ver como su maquillaje se estropeaba y como su mente se volvía loca tratando de entender a Charlie, o escuchar como su corazón se terminaba de romper, tenía que recomponer su postura. Había un lugar donde tenía que estar, una cita a donde asistir, porque de esa forma tal vez se le olvidaba lo desgraciado que había sido Charlie esa tarde, a final de cuentas Daniel Rosetre siempre la hacía sentir mejor.

No supo cuánto tiempo estuvo caminando, en su mente solo habían sido unas cuantas cuadras, pero Charlie se encontró con la luna encima de él, vagando por las calles del Callejón Diagon. Sentía ganas de llorar, pero no sabía por qué. Había algo dentro de él que no estaba bien, y sus pensamientos se quebraban antes de entender que le estaba sucediendo.

Sus pies lo guiaron al lugar más feliz del ahora terrorífica perímetro, donde la gente ya no estaba segura y las caras de los muggles colgaban en posters de se busca por el Ministerio. Pero la tienda estaba cerrada, Fred y George no estaban y podía imaginarse donde estaban.

Cada quien tenía un lugar seguro en el mundo, para los gemelos era aquella cabaña en el bosque, donde usualmente experimentaban con sus creaciones mágicas. Era tan callado y tan secreto que Charlie no tenía idea donde estaba, al menos con ellos no podía contar en ese momento.

¿Rumania? ¿Huiría hasta allá? No estaba seguro, él más que nadie sabía que los dragones la mayoría del tiempo no eran de fiar. ¿Cómo pretendía que lo abrazaran y le dijeran que todo estaba bien, mientras solo podían lanzar fuego?

La única persona en la que podía pensar era en Alex, su mejor confidente en el mundo. Ella era increíble y Charlie sabía que no la merecía, ni por lo de esa tarde ni por nada en el mundo. Su amiga simplemente era demasiado buena para cualquier persona, y ahora ella era la persona más herida por su comportamiento que no podía entender.

Pero el brillo del edificio frente a él le recordó que antes de cualquier lugar seguro, siempre tenía a su familia. No había lazo más fuerte y humano que él que compartía con aquellas personas de cabello rojo. Subió los tres escalones desganado, se sentía cansado de sentirse tan mal, pero una tierna sonrisa apareció en su rostro cuando visualizo a la única persona que estaba en la entrada de Gringotts.

-Hola Chagglie- Fleur saludo con la mano.

-Hey- El pelirrojo escondió sus manos en sus bolsillos.

Mordió el interior de su mejilla, tratando de concentrarse en la persona delante de él y no en los sentimientos guardados en su pecho, así que decidió hacer una obvia declaración sobre la ausencia de duendes a su alrededor.

-No hay nadie- Susurró.

Pudo escuchar como Fleur reía mirándolo con gracia, su fina figura se posó a su lado y pudo exclamar:

-¡Como puedes vegg!- Volteó a mirarlo- ¿Qué te tggae pogg aquí?-

Charlie pensó en mentir, pero eran las 7 pm y no había razón para hacerlo.

-No vengo en búsqueda de un préstamo, Fleur- Se encogió en hombros- Vengo a ver a Bill...

-¿Vienes a aggeglagg lo que sea que haya pasado entgge ustedes dos?- Charlie se sorprendió por la reacción de la rubia, aunque esta solo arrugado la nariz con una pequeña sonrisa- Bill me ha contado cosas.

Charlie solo asintió y siguió a Fleur, sus tacones sonaban sobre el lujoso piso de mármol por el pasillo principal, Charlie arrugo el entrecejo al ver como con un movimiento de su varita se abría una gran puerta color dorada. Sin duda alguna era oro, él se imaginó la cantidad de galeones que aquello valdría mientras ella lo guiaba por un corredor muy parecido al del Ministerio de Magia.

Pase, Charlie escuchó cuando Fleur llamó a la puerta oscura delante de ella.

-Fleur creo que...- Bill se quedó callando en cuanto su hermano se asomó dentro de la oficina- ¿Fleur puedes dejarnos solos?

La rubia estaba a punto de salir pero Charlie la tomó suavemente del brazo.

-No te preocupes- Sonrió- Es rápido, no te quitaré tu tiempo...

Fleur miro con duda a Bill, pero él solo murmuro está bien, y cerró la puerta de la oficina con los tres adentro.

-Charlie...- Bill comenzó, pero su hermano le quitó la palabra.

-Tú no tienes nada que decir Bill- Charlie aceptó, con su voz llena de culpa- Literalmente he sido el peor hermano del mundo, he sido tan egoísta y... molesto todo el maldito tiempo.

Bill alzó las cejas sorprendido.

-Ha sido muy difícil para mí ajustarme a estar de nuevo aquí- Admitió- Creo que una parte de mí siempre ha sido así de egoísta, por eso me fui lejos y solo enviaba galeones para tratar de ayudar a nuestros papás. Al disociarme de todo sentía que... tenía las cosas bajo control, pero los sentimientos y angustias me llegaron en cuanto volví y vi que todo en lo que creíamos esta perdido.

Las manos de Charlie temblaban, con la mirada de los presentes encima, su voz se entrecortaba con cada una de las palabras que nunca se había atrevido a admitir, pero las cosas ya estaban hechas. Y si era honesto, se sentía aliviado de tener gente con la que podía desahogarse.

-Cada vez que perdemos una lucha... no me puedo acostumbrar al dolor- Charlie suspiro, con una sonrisa que escondía sus lágrimas, tratando de aligerar la situación- Siento que me estoy volviendo loco, de verdad.

La carcajada de Bill sorprendió a Charlie, quien para ese entonces ya se había cubierto la cara con las manos.

-Tú siempre has estado loco- Bill se encogió en hombros- Es por eso que eres mi hermano.

Charlie tragó saliva.

-Y te quiero- El hermano mayor agregó- Aunque seas un imbécil con problemas de racionalidad.

-Se llama ansiedad y depggesión- Fleur agregó con tono de broma- Lo siento, es muy ggeciente pagga hacegg chistes.

Charlie se acercó hasta el escritorio de Bill y le dio un fuerte abrazo, alzando por un segundo a su hermano, mientras la habitación se llenaba de risas.

-Perdón- Charlie dijo apenado- En serio.

-Está bien, Char- Bill le dio un apretón de manos, antes de volver a abrazarlo.

Los tres pasaron unos minutos charlando y bromeando, sobre nada y todo a la vez. Simplemente estaban pasando el momento, como si no hubiera nada más importante afuera. Bill estaba en medio de una conversación con Fleur, sobre algo que Charlie no alcanzaba a entender, tenía que ser sobre trabajo pensó.

Pero sus ojos se encontraron con los planos que reposaban sobre el escritorio, sin duda alguna eran de una bóveda. Simplemente eran unos planos: líneas, medidas, figuras. Sin embargo algo se sentía estúpidamente familiar, y Charlie no sabía que era.

-¿Qué es esto?- Preguntó pasando sus ojos de Bill a Fleur.

-La estúpida razón por la que estamos aquí tan tarde- Bill comentó mientras caminaba al fondo de la oficina, específicamente donde se encontraba una mesa con diferentes tipos de aperitivos y una garra con agua.

Charlie volteó a mirar a Fleur, quien estaba concentrada sobre las líneas escritas en esos pergaminos.

-Esta bóveda es un veggdadeggo dologg de cabeza- Suspiro- Bill ha estado intentado abggiggla sin éxito, pero hoy ha sucedido un milagro...

-¿Llamas a eso milagro?- Bill negó tomando un largo trago de agua.

Charlie se sentía cada vez más perdido mirando aquel pergamino, hasta que lo tomó con sus propias manos y ladeo ligeramente la cabeza, buscando el angulo perfecto que confirmará lo que dentro de él no quería ver. Ahí estaba ese dibujo, al fondo de la bóveda.

-De todos modos...- Fleur rodó los ojos- La ggazón pogg la que es tan difícil de abggigg es poggque tiene magia más oscugga de la que cggeiamos.

Podía sentir calor subiendo por su cuerpo y su boca completamente seca.

-¿Qué tan oscura?- Preguntó en un hilo de voz, mirando directamente a los ojos verdes al otro extremo del lugar. Bill dejó el vaso de agua en la mesa, por poco tirándolo al piso, mientras se acercaba para clarificar la confusión en Charlie.

-Mortifagos, Charlie- Bill dijo con voz ronca.

Y Charlie sintió que en cualquier momento se podía desmayar, abrió sus ojos lo más que pudo, tratando de encontrar un error que le dijera que estaba siendo paranoico, que no era cierto lo que estaba viendo. Yo he visto eso... pensó.

Pero eso no sucedió, Charlie lo conocía.

Sabía de quien era esa bóveda maldita.

La pequeña mesa circular tenía un mantel color rojo, que hacía juego con los cojines del sillón. Alex nunca imagino que la cita casual se convertía en una cena con velas y postre, ella simplemente quería tomarse con café y jugar un poco con Quasimodo que adoraba ronronear en su cuello.

Pero así era Daniel. Atento, modesto y servicial, entonces entendió que la cosa más Daniel Rosetre del mundo era una romántica cena con menú de tres tiempos. La crema de calabaza había sido un éxito, podía ver el orgullo saliendo de los castaños ojos de Daniel, se veía feliz.

Pero Alex no se sentía de esa forma, incluso se sentía como una desgraciada, porque era consciente del buen momento que Daniel estaba teniendo y lo terrible que ella se sentía. No tenía nada que ver con Daniel, eso era claro, pero el castaño no pudo contenerse en querer saber que la agobiaba tanto.

-¿Qué pasa por tu mente, Alexandria?- Susurró, poniendo sus codos sobre la mesa y mirándola fijamente.

-¿Enserio quieres saber?- Alex suspiro.

-Quiero saber todo lo que hay en ti...- Respondió, bebiendo un sorbo de su costoso vino.

Y así fue como Alex comenzó a hablar. De Charlie, específicamente. Su monologo estaba lleno de coraje y resentimiento, pero en su mirada y palabras mostraba tonos tristes. Se sentía azul en medio de una habitación roja brillante, vacía en medio de todas las cosas bonitas que Daniel podía irradiar.

Estaba tan adentrada en su propia burbuja que tardo en notar como Daniel estaba incomodo, levanto la mirada y pudo observar como la vena de su cuello se saltaba, como una gota de sudor resbalaba por su sien. De pronto su conversación careció de sentido y se preocupó por Daniel.

-¿Estás bien?- Acercó su mano a él, pero el rápidamente se movió.

Daniel tomó la servilleta de tela de su regazo y se dispuso a secar su rostro, antes de darle un gran sorbo a su copa, que terminó con una mancha en su camisa de botones oscura.

-No es nada, Alex- El hombre negó, tratando de regularizar sus respiraciones.

Pero eso no detuvo a la castaña.

-¿Necesitas algo? ¿Agua?- Alex hizo un ademán de levantarse, pero Daniel la tomó con fuerza del brazo, haciendo que se sentará de nuevo.

Alex lo miro sorprendida pero no se atrevió a hablar, porque sabía que ese era su mayor problema, cuando hablaba no se podía callar.

-¿Estás bien?- Solo alcanzó a decir, en un murmuró lejano- ¿Fue la comida? ¿Fue algo que hice, dije?

Daniel levantó el rostro y Alex se aferró a su silla, no había rastro de una sonrisa en sus tiernos labios. Simplemente había una mueca que le confirmaba que en efecto, había sido algo que había dicho. Se sintió culpable pero solo duro unos cuantos segundos.

-Por supuesto fue algo que dijiste- Daniel soltó, con la misma expresión vacía y nerviosa- Siempre estás tan pero tan llena de ti misma, tan enfocada en mierdas que no tienen nada que ver contigo. Tratando de arreglar a personas que no les interesas. Eso es lo que pasa.

Alex estaba pasmada en la silla, mirando con impresión como Daniel escupía aquellas palabras, haciéndola sentir culpable por todo. Por hablar, por sentir, por estar ahí. Tragó saliva con pesadez, incapaz de auricular cualquier palabra o cualquier sonido.

-¿Sabes cuál es tu problema?- Daniel cerró los ojos, alzando las cejas con soberbia- Que no te das cuenta cuando las personas ya no te quieren en su vida, así que vas detrás de ellos tratando de hacer que te quieran. Es jodidamente exhaustivo ver como tratas y tratas, pero no puedes.

-Yo...- Las manos de Alex jugaron nerviosas con el final de su sweater, no quería mirarlo.

No quería otra expresión en la cara de alguien que le importaba, recordándole lo débil e insegura que era. Lo tonta que era.

-Pero es tu maldita decisión, Alex- Daniel se levantó de la mesa, tirando su servilleta delante del intacto plato de comida- Claramente no soy nadie para ti, como para opinar tú sobre tu vida.

Alex estaba temblando, ahogo su llanto bebiendo un poco del vino de mesa, provocando que la copa cayera al piso al querer ponerla en su lugar. Mierda murmuró, se adentró a la cocina en busca de algo que le ayudará a quitar la mancha de la alfombra, olvidando que era una bruja que podía limpiar eso en segundos.

Se sentía inútil delante de la gran mancha que se había formado, en un sentido figurado imagino que de esa forma desastrosa estaba también las heridas de su corazón. Ella no se consideraba una buena persona, le había fallado a la gente que más quería, nunca pensó en sí misma como una persona armoniosa o bondadosa. Pero si sabía que ella trataba de ver lo mejor en los demás, todos los días se esforzaba por hacerlo.

¿Pero por qué si buscaba eso, solo se encontraba con las peores versiones de la gente que amaba? Le había pasado con todas las personas que quería, que eventualmente le habían fallado. ¿Por qué si lo hacía, con todas las fuerzas de su alma, no era suficiente?

¿Acaso ella no era suficiente? ¿Ella era el problema y sacaba lo peor de las personas? Esa tenía que ser la respuesta, de otra forma no entendía porque las cosas no le salían bien una sola maldita vez.

Todo era su culpa, lo aceptó.

Quiso renunciar a esa forma tan bonita que tenía de querer a la gente, tal vez era tiempo de solo pensar en ella. Pero no quería darse por vencida con el hombre que había estallado frente a ella, que dolorosamente le había abierto los ojos. Para Alex ese día no podía empeorar, así que decidió seguir a Quasimodo, en su camino hasta la recamara semiabierta.

La castaña caminó en silencio, sintiendo como su pulso se aceleraba, hasta que llegó al final de un largo pasillo. Tomo el marco de la puerta y se dispuso a observar al interior, todo estaba oscuro. Vio la cola del gato bengala meneándose, invitándola a adentrarse al frio ambiente nocturnal que abrazaba el cuarto. Solo había una luz parpadeante a un lado de la cama, específicamente en el baño individual. Incluso para Alex esa era una clara violación a la privacidad del escritor, pero no podía dejar las cosas así.

No podía rendirse.

Se acercó a la puerta, pensando seriamente en tocar, pero no tuvo fuerzas para hacerlo cuando vio en el azulejo negro, la verdad.

El pecho de Daniel subía y bajaba con violenta velocidad sentado al filo de la bañera con un pequeño frasco en sus labios, dejando que varios gruñidos salieran de su garganta, con su pantalón doblado hasta la rodilla, mostrando una línea verde que recorría por su pierna hasta llegar al tobillo, terminando en una calavera que para ese entonces todos conocían.

Aquella línea no solo era una línea, Alex distinguió de inmediato la serpiente resbalando por la blanca piel del hombre, haciendo que todas sus venas visibles saltaran. La marca tenebrosa estaba sobre Daniel Rosetre.

Alex dio un paso hacia atrás, queriendo huir lo más pronto posible, pero para su mala suerte el día podía empeorar, haciendo que la pila de libros a su lado cayera. Todo sucedió en cámara lenta, pudo ver como la mano de Daniel salía por puerta y sus penetrantes ojos eran más oscuros de lo normal. Una siniestra sonrisa apareció de su angelical amigo, Alex se sintió perdida.

-Oh no, Alexandria- Daniel rio fuertemente, haciendo que su propio gato saliera de la habitación- Me has atrapado.

La mujer decidida empezó a caminar hacia atrás, quería llegar lo más pronto posible a su varita, que estaba justo en la mesa de centro de la sala, pero Daniel la atrapó del brazo antes de terminar el pasillo. Alex estaba luchando, tratando de que sus puños pudieran ayudar a que el agarre de Daniel terminara, pero el hombre sabía cómo esquivarla.

Alex sintió como cada vez le era más difícil respirar, fue entonces cuando pudo observar a través de un espejo una mano de Daniel sobre su cuello. Quería toser, quería gritar pero no podía. Nunca antes en su vida se había sentido tan inútil como en aquel largo minuto, hasta que Daniel la dejó libre, mientras su mano estaba roja como el mismísimo infierno. El hombre salió disparado frente a ella, pegándose en su espalda.

Desde el piso Alex no escuchó como se quejó o lloro, Daniel simplemente se rio con burla, haciendo que los vellos en su espalda se erizaran. Solo tenía una oportunidad de salir de ahí, a menos de tres metros se encontraba su varita. Se arrastró pero se detuvo al ser jalada de una de sus piernas, desesperada gritó pero el hombre solo hizo que la bruja levantará el rostro.

Daniel la tomó del cabello, mirando con impaciencia las lágrimas que caían por las mejillas de Alex.

-La curiosidad mato al gato, ¿no es así?- Daniel lucía tan irreal, como una pesadilla vuelta realidad.

-¿Quién eres?- Alex sollozó- Déjame ir, no diré nada...

Aun estirando su cabello lacio con una mano, Daniel la tomó de las mejillas para que lo mirara directamente a los ojos. Impaciente por dejar de ser un don nadie, de un extraño noruego, ansioso por que todos supieran la verdad.

-¿Quieres saber que significa mi apellido?- Daniel pegó su frente con fuerza a Alexandra- Has pasado tanto tiempo tan cerca de mí, no puedo creer que no sepas...

Quería que su atención estuviera en él y solo él.

-¿Quieres saber que es Rosetré en francés?- Alex gimió con temor- Rosier

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Oh. Por. Dios.  POR FAVOR COMENTEN QUE PIENSAN DE ESO QUE HICE O ME MUEROOOOOO

Por esa última escena es por la que me inspire en este fic (aparte de Bill y Alex bailando una noche antes de la boda) y no puedo creer que ya estamos... ahí. 

HELLO EVERYONE! COOOOOMO ESTÁN? ESPERO QUE ESTEN MUY BIEN PRECIOSURAS DEL SEÑOR QUE TANTO ADORO(L). Yo me encuentro más demente que nunca, no real, no sé cuantos días tengo sin dormir por la noche, pero hey... las risas no faltaron.  

Este capitulo lo trate de escribir a lo largo de la semana, solo alcanzaba a terminar hasta Bill y Alex siendo ''amigables'' pero hoy me senté y todo eso sucedió.  Me muero por enseñarles mi libreta de apuntes, frases y audios grabados a las 4 am. 

Espero subirles más pronto (L)

LXS AMOoOoOo! Gracias por las vistas <3, ustedes me motivan a seguir. 

PD. Encontré esta foto creo en tumblr(?) pero no encuentro de quien es, si alguien sabe me gustaría darle los créditos <3-  

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