OUTSIDER (r. lupin)

By -adorelupin

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Desde pequeña, a Beryl Clifford le había quedado muy en claro que no pertenecía en ningún lugar; en la escuel... More

OUTSIDER
PRÓLOGO
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✨Capítulo 07✨
"En donde Beryl y Remus odian la luna y el milagro de Halloween"




Algunas ocasiones, Beryl se despertaba de un humor que ella ni siquiera era capaz de soportar. Afortunadamente, ese fin de semana podría refugiarse en su habitación o en la biblioteca, sin tener que soportar a nadie ni nada ya que no estaba segura de poder mantenerse tranquila en dado caso de que alguien quisiera molestarla, como tan seguido y últimamente lo hace el grupo de Mulciber.

Se sentó en su cama, mirando las cortinas rojas que la cubren y tallo sus ojos soltando un gran bostezo, sus compañeras de habitación se encuentran hablando con emoción, llegando a lastimar los oídos de Beryl.

Abrió sus cortinas de golpe y miro a Lily que se encuentra riendo con fuerza por algo que ha dicho Marlene, la pelirroja le dedico una sonrisa y ondeo su mano.

—Buen día Beryl.

Pero ella no fue capaz de formular palabra alguna. Sus ojos se sentían pesados y lo único que hizo fue arrastrar sus pies en dirección al baño, lugar en donde se encerró. Marlene y Lily compartieron miradas, y es que estaban muy acostumbradas al ser ignoradas por Beryl, pero no podían evitar sentir un poco de curiosidad ante la chica.

—¿Crees que tenga familia fuera de Hogwarts? —preguntó en voz muy baja Marlene.

—No lo sé, Mar —murmuró Lily con una pequeña mueca—. ¿Sabes? Creí que por ser nuestro último año al menos... al menos podríamos convivir un poco —confesó.

—Oh Lils, ya veremos la forma en la que Beryl se una a nuestras charlas de medianoche —aseguró con optimismo Marlene.

Mientras tanto, en el interior del baño, Beryl ya se había deshecho de su pijama y se encontraba encerrada en un cubículo de la regadera, mientras el agua caliente moja su cuerpo desnudo. Permanece con sus ojos cerrados, abrazándose de su pecho mientras siente sus parpados temblar; alzo su cabeza para que el agua termine de empaparla mejor y suspiró.

No había nada que una ducha caliente no pudiese resolver.

Tomo la esponja y el jabón para pasarlo por sus brazos, mientras ignoraba las cicatrices que años atrás su padre le había provocado, para evitar sentir furia ante su progenitor por todo el daño que le provocó, comenzó a imaginarse los muchos cuadros que podría hacer ese particular sábado de otoño; Quizá, pueda ir nuevamente al sauce boxeador y encontrarse al hermoso ciervo, o tal vez, pueda internarse en el bosque prohibido a retratar a las criaturas que se pasen frente a ella.

Uy, tal vez puede cantar para intentar atraerlas, así es como funciona en las películas de Disney, ¿no?

Comenzó a reír al tener ese pensamiento, froto sus manos con su rostro y al estar lista, apago el agua para tomar una toalla y salir del cubículo, encontrándose con Marlene quien tiene una toalla a su alrededor para tomar una ducha.

—Podríamos besarnos para romper la tensión —propuso Marlene de manera coqueta, provocando que Beryl ladeara su cabeza y mirará a su compañera con una ligera sonrisa divertida—. ¡Lo siento Beryl! Siempre digo puras babosadas —suspiró, caminando al cubículo dónde el agua ya esta corriendo—. Me meteré a bañar antes de que quede desnuda frente a ti y todo sea más vergonzoso.

Beryl rodó los ojos con una pequeña sonrisa ladeada y cambio la toalla por una bata para salir de nuevo a la habitación, dónde Lily se encuentra leyendo en su cama. Beryl se recostó, mirando el techo de su habitación y cerro sus ojos por unos segundos.

Es sábado, hace un lindo día afuera y no tiene amigos. Quizá podría ir a la biblioteca y encontrarse con Hope, la única persona a la que le habla sin tener que forzar una conversación; tal vez podría adelantar los deberes en pareja que McGonagall les había dejado, así no tendría que juntarse con Remus, a quien llevaba evitando desde la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras, por que ahora más que nunca había confirmado que Remus gusta de ella.

En realidad, Beryl no podía entender por que Remus sentía atracción alguna por ella. Quizá si es un poco linda, al menos sabe tiene un rostro simétrico (ya se había tomado medidas con un cinta métrica), pero, ¿sentir atracción por ella? Le causa mucha intriga en realidad, ya que ella nunca se ha considerado una persona por la cual las demás personas se sientan atraídas. No es educada, ni amable, tampoco es carismática y simplemente no hay motivo alguno por el cual gustarle a alguien.

¿Qué es lo que Remus Lupin ve en ella? ¿Acaso será algún tipo de broma que él y sus amigos planean? No... Beryl no quiere creer eso por que Remus no es de ese tipo de persona.

Se sentó sobre la cama y observo como Lily ya no se encuentra en la habitación, aprovecho para cambiarse, eligiendo unos simples vaqueros negros deslavados, con una blusa de cuello gris y encima una sudadera con el logo de Hogwarts. Tomo un maletín en donde se encuentra todo lo necesario para pintar y tras colocarse unos viejos converse que anteriormente eran negros, salió de su habitación en busca de un lugar que le inspiré.

Muchas veces eso le había funcionado bien, caminar hasta encontrar un lugar que le haga sentir diversas emociones que pueda plasmar en su arte. Observó el cielo a través de los grandes ventanales y ladeó una pequeña sonrisa al reconocer a su lechuza Hades volar sobre el bosque prohibido; en algunas ocasiones sentía que le había hecho muy mal a su pobre lechuza el adquirirla, ya que al igual que ella, Hades parecía rechazar cualquier contacto con la vida.

Dejando de lado el pensamiento de su lechuza, Beryl se internó en los terrenos del castillo, sujetando su maletín con fuerza mientras baja la pequeña colina que le lleva a la cabaña del semigigante Hagrid. El huerto que tiene está repleto de calabazas y algunos pájaros huyen de ahí debido al espantapájaros que se encuentra justo en el centro. Rodeo el huerto hasta, quedar de espaldas de la entrada del bosque prohibido y encontrar un ángulo que permitía resaltar las grandes calabazas naranjas, dejando de fondo la pequeña cabaña del guardabosques, de la cual sale humo por la chimenea; sin pensarlo mucho, saco su caballete y un lienzo en blanco.

Pronto, los pensamientos de Beryl despejaron su mente, donde únicamente había concentración mientras tarareaba una melodía de Mozart; estaba tan concentrada, que ni siquiera noto cuando detrás de ellos, cuatro cabeza se asomaron entre los gruesos troncos de los árboles que dan por inicio el bosque prohibido.

La mira de Remus Lupin se suavizó al ver como la joven se inclinaba un poco para pintar con cuidado, sin poder evitarlo, quedo abrazado del árbol, observando cada delicado movimiento que hace la joven, mientras ella continúa plasmando el lienzo.

—Creo que me estás babeando —susurró Peter, quien se encuentra debajo de Remus, provocando que James cubriera la boca de Sirius para que este no soltara su escandalosa risa.

A Remus no le importo darle un zape a Peter, quien chillo en voz baja.

—Eres un imbécil —murmuró, rodando sus ojos.

—¿Por que no te acercas? —propuso James escondiéndose detrás de Remus.

—¿Y decirle que? Oye, te estaba espiando pero creí que sería mejor espiarte más cerquita —ironizó Remus.

—Técnicamente no estamos espiándola —aportó Sirius—. Queríamos robarle una calabaza a Hagrid y ahora ella lo impidió —señalo—... solo la observamos.

—Suena acosador —reconoció Remus cerrando sus ojos y negando lentamente con su cabeza.

—Solo acércate —le ánimo Peter.

Y entonces, Remus vio en la mirada de Sirius algo que le preocupó: su amigo estaba teniendo una idea.

Todo apuntaba a que una muy mala.

De la nada, Black se lanzó a Remus quien procuró no gritar y Sirius introdujo su mano en el bolsillo del pantalón de su amigo, tomando su varita. Hablándole en susurros desesperados (para no llamar la atención de Beryl), Remus siguió a Sirius quien comenzó a correr dando círculos por el área, hasta que se convirtió en un gran perro, y (ahora con la varita en su hocico) comenzó a correr en dirección a Beryl.

—¡NOOO! —gritó al ver como se lanzaba a la rubia, que se giró en el momento exacto en el que Sirius se le lanzaba encima.

—¡AYY!

Hubo un caos de pintura; el caballete salió expulsado con todo y lienzo, así como el maletín se abrió de golpe derramando todos los artículos que había dentro de él.

—¡Oh perro estúpido! —exclamó desesperado Remus tratando de atrapar a Sirius quien esta dando vueltas al rededor del desastre—. ¡Lo siento tanto Beryl! ¡Ese perro robó mi varita! —señaló, tirándole de la cola, provocando que aullara.

—Descuida —murmuró la chica acariciando su cabeza—. No lastimes al perro, no tiene la culpa.

Eso causó un poco de sorpresa en Remus, quien sujetando del lomo a Sirius, tiro de su varita para quitársela en un brusco movimiento y que se fuera corriendo de regreso al bosque.

—Digo, si tú hubieses causado esto... definitivamente te daba de alimento a las acromántulas —aclaró, mientras se paraba sacudiendo su pantalón y veía por dónde el perro se había ido—. Pero el perro no tiene la culpa... es, un perro —alzó sus hombros y agitó su varita sin pronunciar palabra alguna, logrando arreglar el desorden provocando.

Eso realmente hizo sentir muy mal a Remus.

—Eh... si, y todo apunta a que es un perro torpe —murmuró, llevando su mano atrás de su nuca—. ¿Lo arruinó? —señaló con su cabeza en referencia al cuadro.

—Oh, no. Recién comenzaba —admitió Beryl, tomando sus pinceles.

—Es... lindo —susurró, balanceándose sobre sus talones.

Con una mueca, respondió—. Aún no está listo, Lupin.

—Y aún así luce lindo —agregó con una pequeña sonrisa.

Detrás del árbol donde anteriormente Remus estaba, se encuentran ahora Peter, James y Sirius, observando todos con sus ojos bien abiertos (para no perderse nada), mientras desean tener oídos más grandes para escuchar lo que dicen.

—Gracias... —murmuró haciendo una mueca.

Remus apretó sus labios y dio un paso hacia atrás, mientras lleva sus manos al interior de su bolsillo, lanzó una mirada al bosque para ver a sus amigos; James mantiene sus pulgares al aire, animándole, Peter por su parte está haciendo apurados ademanes de mano para que continúe con la conversación, Sirius solo está fingiendo llorar.

Pero antes de que Remus huyera de ahí (ya que era lo más prudente de hacer), sorpresivamente, Beryl fue quien habló.

—¿Cómo es que el perro robó tu varita? —preguntó, sin despegar su vista del lienzo, mientras continúa con el cuadro.

Remus tuvo que parpadear dos veces al ver que, efectivamente, Beryl Clifford le había preguntado algo, y es que no espera que fuese ella la que continuará la conversación. Dio un paso al frente, mientras juega con la punta de sus pies.

—Pues... a veces entro al bosque prohibido con James, Sirius y Peter —comenzó a decir, intentando pensar en algo que no les delate—. Hay un lago en la parte clara del bosque y... nos gusta fumar ahí —en teoría, no mintió del todo.

Beryl solo observó de reojo a Remus, quien se esta balanceando sobre sus talones cuál pequeño inquieto.

—Y ese perro vive en el bosque, lo hemos visto anteriormente —aclaró—. Al parecer, hoy se interesó por mi varita, ya que decidió quitármela —suspiró dejando caer sus hombros y fue capaz de observar la pequeña sonrisa que se asomaba por la comisura de los labios de Beryl.

¿Acaso Beryl Clifford estaba sonriendo por algo que él dijo? Bien, Remus Lupin iba a marcar la fecha del 30 de octubre de 1977 en su calendario.

—¿Te gustan los perros? —curioseó Remus.

—Me encantan —admitió—. Siempre quise uno... para llamarlo Pluto —susurró, provocando que Remus sonriera.

—¿Cómo el de Mickey Mouse?

Beryl observó a Remus con sorpresa, sin poder creer que Remus conociera aquel personaje de caricatura; Remus ladeó su cabeza soltando una risita.

—¿Olvidaste que mi mamá...?

—Cierto, cierto. Creciste en ambos mundos —recordó rápidamente Beryl, cerrando un poco sus ojos, a lo que Remus afirmó lentamente—. ¿Hay más perros en el bosque?

—Quiero creerlo —contestó sin saberlo muy bien Remus.

De manera inocente, Beryl comenzó a pintar y sin mirar a Remus, dijo:

—Estoy muy segura qué hay lobos, los he escuchado aullar en la noche de Luna llena.

Remus carraspeó—: Debe haber alguna manada por aquí —murmuró—. ¿Te gusta ver la luna llena? —curioseó.

Beryl contesto con tanta sinceridad que Remus casi se desmaya al escuchar como decía en un gruñido:

—La odio.

¿¡ACASO ELLA QUERÍA ENAMORAR MÁS A REMUS DE LO QUE YA LO HACÍA?!

—¿Tú..? —tuvo que hacer sonar su garganta para decir—. ¿Puedo saber por qué? —preguntó con curiosidad y de manera propia—. Respeto que no quieras decirlo, estoy siendo un poco entrometido —agregó rápidamente.

—Lo eres —afirmó Beryl, quien dejó de pintar y miró a Remus sin expresión alguna. Soltó un suspiro para decir—. Siempre qué hay luna llena sufro de cólicos.

Remus ladeó una mueca; bien, realmente quería decir que la entendía (el también sufre, de manera casi similar, ¿o quizá más?), pero tampoco se iría de cabeza al decir que comprendía su odio por la Luna.

—Siento escuchar eso...

Ahora que Beryl lo mencionaba, comenzaba a tener sentido que siempre que había luna llena ella también se encontrara en la enfermería a la mañana siguiente.

¡Oh ambos sufren dolor a causa de la luna! ¿No es eso romántico?

«Eso es masoquismo Remus, ¡masoquismo!»

—Bueno, no es tan linda —intento decir Remus para apoyar el odio de Beryl.

—¿Que me dices tú? ¿Disfrutas de la luna llena? —indagó alzando una ceja, mientras cambia de pincel para comenzar a pintar nubes.

—Me da igual —respondió intentando lucir natural, aunque lo que realmente deseaba era irse corriendo de ahí para evitar ese tema—. Woo. ¿Cómo avanzaste tan rápido? —preguntó, en referencia al cuadro que pinta, intentando dejar de lado el tema de la luna.

—Es solo practica —susurró, alzando sus hombros—. ¿Y te gustan los lobos? —insistió Beryl.

—¿Disculpa?

—Ya sabes, lobos —repitió—. Tu patronus es un lobo —recordó enderezándose y mirando a Remus—. Por cierto, muy lindo —susurró, enfocando su vista en el lienzo—. Y, tú patronus es un guardián con el que comparten una afinidad profunda —señaló Beryl.

—Oh, eso... —susurró—. Eh, si, creo que vas más allá de que me gusten o no... tal vez comparto personalidad con los lobos.

—¿Ah si? ¿Puedo saber cuál es? —curioseó Beryl—. Lo siento, ahora yo estoy siendo entrometida, no tienes que responder —se lamentó rápidamente, negando con su cabeza.

Sin embargo, a Remus no le importo; ya que después de muchos años estaba entablando una conversación con Beryl y no iba a desperdiciar la oportunidad.

—Son inteligentes, leales, dan protección a su manada y... lindos —alzó sus hombros de manera inocente, provocando que ante esa última palabra Beryl dejara de pintar para verlo, con una pequeña sonrisa burlona.

—¿Lindos?

—Sí, lindos —repitió Remus con inocencia.

—¿Eres lindo?

—¿Soy lindo?

—¿Es pregunta o afirmación?

—Uhm... tu dime —pidió Remus.

Beryl suspiró—. Eres un idiota.

Fue inevitable para Remus no comenzar a reír. Beryl rodó sus ojos continuando con su pintura y sin poder evitarlo, una pequeña sonrisa se formó en su rostro.

—Lo siento, solo quería hacerte sonreír un poco, y veo que funciono —señaló con algo de orgullo.

—Sigues siendo un idiota —aclaró Beryl mostrando una gran sonrisa, provocando que sus ojos se achinaran y que Remus parpadeara dos veces por que nunca la había visto sonreír así—. ¿Qué? —preguntó bruscamente al ver como la miraba.

—L-Lo siento, es solo que tienes una sonrisa muy linda Beryl.

La joven ladeó una mueca, sintiendo un calor en sus mejillas que nunca antes había sentido; quería que la tierra se abriera y se la tragara con todo y su caballete por que realmente no sabía que decir.

—Mmm, ajá.

Remus soltó una pequeña risa al ver como ella alzaba sus hombros, estaba muy seguro que la joven no sabía cómo responder ante halagos sinceros y eso había sido una señal de eso.

—Creo que te dejaré terminar tu cuadro —señaló Remus—. Que por cierto si es muy hermoso.

—Gracias —murmuró.

—¿Supongo que te veré en la sala común?

—Quizá —respondió sin importancia, y procurando no ver al chico, que permanece a su costado, esperando a que al menos le dedique una última mirada.

Beryl se quedó con su mano al aire, el pincel esta a sólo unos centímetros de tocar el lienzo cuando giró su rostro para ver la tierna mirada de Remus.

Demonios, Remus Lupin si es lindo.

—Adiós —murmuró apretando una sonrisa.

Antes de irse, Remus saco una barra de chocolate y la extendió a Beryl.

—Por si se te atraviesa un dementor —murmuró con inocencia, provocando que Beryl soltara una risita.

Sin mas que decir, Remus retrocedió torpemente y se despidió de Beryl para tomar el camino que le lleva regreso al castillo; por más que se esforzó para no buscarlo, Beryl no pudo evitar ver por donde iba el joven caminando con calma, y sin embargo, ella puede jurar que Remus Lupin se encuentra sonriendo.

Y en efecto, Remus Lupin porta una sonrisa en su rostro que ni siquiera las burlas de sus amigos podían desaparecer su felicidad.



ooo



Para Beryl, los banquetes no era algo que le solían importar demasiado, salvo por dos de estos: el banquete de Halloween y el banquete de Navidad, a los cuales nunca falta.

Ambas festividades son del completo agrado de Beryl, siempre había disfrutada de las películas navideñas y fantaseado con  pasar una navidad con personas que la amen (aunque nunca había tenido una); así como disfrutaba de lecturas de misterio y terror en el día de Halloween. Por eso mismo al día siguiente, solo tomo un cereal y se interno en los pasillos más coscurros de la biblioteca para leer historias que le hacían levantar su mirada ante cada sonido que escuchaba, y es que la biblioteca se encontraba desierta por dos motivos: uno, es domingo y dos, es Halloween.

Solo Beryl Clifford disfrutaría de aquel día en la biblioteca.

Pero no le importaba, realmente no había mejor manera de pasar aquel día que leyendo, mientras podía ver a los fantasmas practicar para su espectáculo en la noche.

A veces, seguía siendo emocionante para Beryl el poder ver y hablar con fantasmas, por que aunque había descubierto hace seis años que es una bruja, la emoción no desaparecía.

Por su parte, los merodeadores se encontraban haciendo de las suyas en los pasillos del castillo, escondiendo bombas fétidas y cambiando la vajilla del comedor por aquellas que muerden a todos aquellos que intentan beber de sus copas o llevarse el cubierto a la boca, provocando risas y algunas lágrimas de dolor en la población estudiantil.

Y es que amaban Halloween por la cantidad de bromas y sustos que podían dar a sus compañeros.

—El banquete se llevará a cabo en unas horas —notificó Sirius, observando su reloj de muñeca—. ¿Iremos a la biblioteca para espantar a la señora Shipp? —indagó alzando una ceja.

—Un día de estos le vamos a venir provocando un infarto a la pobre bibliotecaria —suspiró Remus, dejando caer sus hombros—. Hay que mejor regresar a la idea de lanzarles disco volador con colmillos a Mulciber y su pandilla.

—Uy si, que divertido sería verlos correr —señaló James con una sonrisilla.

—Aparte, la bibliotecaria no está —informó Peter, mostrando el mapa del merodeador—. Solo hay una persona en la biblioteca: Beryl.

Los ojos de Remus brillaron al escuchar el nombre de la joven por la cual se encuentra perdidamente enamorado. Aún recordaba lo maravilloso que había sido platicar el día anterior y aunque suene dramático, estaba planeando tatuarse esa fecha para nunca olvidarlo.

—¿En serio tenías que mencionar ese nombre, Colagusano? ¡Ahora no dejará de pensar en ella! —resopló Sirius, cruzándose de brazos.

—No necesito que digan su nombre para pensar en ella —murmuró Remus viendo la motita flotante en donde aparece el nombre de la joven.

—No seas celoso, Sirius —se burló James—. Sería buena idea ir a la biblioteca...

—¡Ah no! ¡Ni lo piensen! —advirtió Sirius—. La única razón por la que iríamos ahí sería para hacer una broma —se cruzó de brazos con el ceño fruncido.

—¡Vamos! ¿No te gustaría ayudar a que Remus conquiste a Beryl? —preguntó Peter.

Con notorio desagrado, Sirius respondió—: No.

—¿Por qué? A mi si me gustaría que me ayudaran —confesó Remus en voz baja.

—¡Pues por que no! —respondió simplemente Sirius—. Es rara; me da mala espina.

—Lo mismo decías de Lily —recordó James algo divertido—. Asegurando que ella debía ser una especie de robot.

Alzó sus hombros y balbuceó—. A veces, todavía lo pienso.

Aquello solo hizo que James golpeara a Sirius.

—¡AUU! —se quejó con ojos llorosos—. Pues bien, vayan a ver a Beryl, me cuentan cómo los insultan por que es una grosera. Me iré a lanzar discos mordedores a los Slytherin. ¿Vienes Colagusano?

Peter apretó sus labios, la idea de Sirius es en definitiva mas divertida que la de Remus, por lo que alzó sus hombros y siguió al mayor, dejando a James y Remus solos.

—Puedes ir con ellos —señaló Remus—. Realmente no tengo planeado que decirle a Beryl —murmuró.

—¿Bromeas? Remus tú siempre me apoyaste con Lily, lo menos que puedo hacer por ti es apoyarte ahora —aclaró, poniendo su mano en el hombro de Remus—. Hay que pensar cómo puedes llegar a ella. Ayer hablaron, ¿no es así?

—Creo que solo tuve suerte —murmuró llevando una mano a su nuca—. Aunque compartimos un mismo odio por la luna llena —dijo con una pizca de alegría.

James suspiró—. Son el uno para el otro —aquello provoco que Remus riera un poco—. Bien, ¿por qué Beryl estaría en la biblioteca para pasar Halloween? —curioseo.

—Para leer —respondió con obviedad Remus.

—Leer cosas de miedo —aporto James.

—Bueno, nunca se pierde el banquete, eso quiere decir que le gusta Halloween —agregó Remus ladeando una mueca.

—Es hija de padres muggles, ¿no? —recordó James, a lo que Remus asintió—. Y los muggles celebran Halloween, con dulces y disfraces, ¿no?

—Sí —afirmó Remus—. Salen a tocar las puertas de las casas para pedir dulce o truco, al final de la noche, cuentas los dulces que tienes en tu calabaza y puedes intercambiarlo con tus amigos —recordó con algo de nostalgia—. Yo hacía eso —comentó alzando sus hombros.

—Aw, un mini Remus vestido de lobito —comentó con ternura James, tirando las mejillas de Remus—. ¿Y si le das dulces? Me refiero a —comprobó su reloj y miró a su amigo—... podemos ir a Honeydukes, comprar bolsas de dulces y una excusa perfecta para llegar a ella sería repartiendo dulces —chasqueó con una sonrisa.

—Repartir dulces, suena... suena bien —afirmó Remus con una sonrisa.

—¡Andando! ¡Al pasadizo del cuarto piso! —exclamó con emoción James, para comenzar a correr en compañía de Remus, quien estaba muy emocionada con aquella idea por parte de su amigo.



ooo


Los libros que Beryl había tomado de los estantes comenzaron a ordenarse tras haberlos encantado ya que pronto iniciaría el banquete y quería encontrar un lugar apartada del resto de los alumnos. Sacudió su falda que llega por debajo de sus rodillas y se colocó la túnica de Gryffindor que le queda un poco grande; hizo que las lamparás de gas que había apagado volviesen a prenderse y tras haber arreglado el lugar dónde había pasado el resto del día, comenzó a salir de la biblioteca, viéndola justo como cuando llegó: sola.

Lanzó una mirada de odio al poltergeist Peeves, quien se ahorro sus insultos a Beryl para irse flotando a molestar a otros alumnos, y cuando giro por el pasillo, termino chocando con alguien.

—¡Ay no!

Remus Lupin comenzó a codear a James Potter, la persona con la que Beryl había chocado, y a quien iban a buscar para ofrecerle de los dulces que compraron para repartir por el castillo.

—¿Perdón? —intentó disculparse sin saber muy bien.

—Te perdono —James mostró una sonrisa amigable y se inclino para comenzar a tomar los dulces que llamarón la atención de la rubia—. ¿Quieres dulces? —preguntó desde el suelo James, quien lanzó una mirada a su amigo—. Hey, Lunatico, me vendría bien una mano —señalo el chico un poco divertido.

Remus pareció reaccionar, ya que rápidamente se agacho para poner todos los dulces en la calabaza dónde los tenían antes de que se le cayeran a James por chocar con Beryl. Al pararse, James le dejo la calabaza a su amigo y sonrió nuevamente a Beryl, quien alzó una ceja ante el extraño y raro comportamiento de los chicos.

—¿Quieres dulces? —ofreció Remus a Beryl.

—No.

—¿No quieres dulces? —preguntaron al mismo tiempo.

—No —repitió ferozmente—. No confío en ustedes —agregó, cruznadose de brazos.

—¡Ahhhh!

Ambos se miraron entendiendo el motivo por el cual Beryl se negaba a tomar un dulce. Era lógico que la joven estaba pensando que los dulces eran alguna clase de broma y no quería caer en ella.

—No te pasará nada —aseguró Remus—. Son solo dulces, no les pusimos nada.

—¡Oh! ¡Es por eso que nadie ha querido aceptarnos un dulce! —reaccionó James, dandole un codazo a Remus, quien asintió con su cabeza un poco divertido.

—Bien. Tomen ustedes uno —les reto la chica, con su ceja alzada.

Compartieron una vez más miradas y alzaron sus hombros para meter su mano dentro de la calabaza para tomar un dulce.

—Dame ese, tiene chocolate —murmuró Remus a James.

—Pero es mío —se quejo James abrazando el dulce.

—Pero lo quiero yo. No me gustan los caramelos —le recordó con desagrado, mostrando el caramelo que le había tocado.

De mala manera, James le intercambió el dulce para comerlo frente a Beryl, quien al ver que no les había pasado nada fuera de la común, se animó a tomar un dulce.

—Gracias —sin más que decir, la joven les dedico una sonrisa y viendo la barra de chocolate que tiene en sus manos, comenzó a caminar rumbo al comedor, mientras Remus la observaba.

—Uy, hay dulces muy buenos aquí —señalo James con emoción, mientras se llevaba otro caramelo a la boca—. ¿Quieres Remus?

Pero Remus no respondió, ya que miraba como la joven se iba meneando su cabeza, y es que los dulces le gustaban mucho, provocándole felicidad.

—Vamos al Gran Comedor, se nos hará tarde —dijo divertido James, dando palmaditas a Remus en su espalda para seguir por detrás a Beryl en su camino al Gran Comedor.

La gran mayoría de los estudiantes se encontraba ya ingresando al comedor para poder disfrutar del banquete, que como cada año, estaban seguros de que saciarían al máximo de los paladares de los estudiantes. La mirada de Remus se poso en la mesa de Gryffindor, observando como Beryl tomaba asiento en los primeros asientos de la mesa escarlata. Torpemente le dedico una sonrisa que Beryl respondió con levantamiento de cabeza.

—Es tan hermosa —susurró a James, quien comenzó a reír.

—Te hemos perdido —suspiró abrazando a Remus—. Pero hey, al menos no recibimos insultos, ¡es un milagro de Halloween! —bromeó alzando sus manos—. Ah, adoró Halloween —confesó mirando las grandes calabazas que flotan en el techo.

Tomaron asiento en medio de la mesa de los leones, dónde Sirius y Peter se encuentran ya compartiendo risas con Mary y Clementine.

—¿Han visto a Lils? —curioseo James, acomodando los cubiertos frente a él.

—Debe estar con Marlene —informó Mary con una pequeña sonrisa—. ¿Qué más paso? —preguntó a Sirius y Peter.

—Pues el disco mordedor fue a parar en el trasero de Mulciber, quien comenzó a llorar —relato Sirius con una gran sonrisa.

—¡Cuenta todo de nuevo! —pidió James emocionado.

A Sirius no se le tuvo que decir dos veces que relatará la historia de como le tiraron discos mordedores a los Slytherin; sin embargo, Remus dejo de prestar atención por observar a Beryl, quien tiene su mejilla apoyada en su puño cerrado, mientras que, con la punta de su dedo, parece estar dibujando en la mesa.

Suspiró sin poder evitarlo, por que no podía realmente comprender como es que había sucedido aquello. ¿Cómo es que él había llegado a enamorarse de alguien como Beryl? Pero bien, si Remus hacía una lista había muchos motivos por los cuales enamorarse de ella:

Su inteligencia, su negro sentido del humor, su amor por el arte y la naturaleza; por la manera en la que se expresa de los animales y la forma en la que les defiende... por sus ojos verdosos que tienen un brillo de esperanza y la sonrisa que es capaz de provocarle un sinfín de mariposas revolotear en su estomago.

¡Oh, Remus esta tan enamorado de ella sin siquiera conocerla!

Y al parecer, el estar viéndola llamó la atención de la chica, que busco por el Gran Comedor a la persona que le observa, hasta dar con Remus, quien ni siquiera fingió el estar viéndola. ¿Y qué si se daba cuenta que la observaba? ¡Eso estaba haciendo!

Remus le dedico una sonrisa, y sin pronunciar palabra alguna, sus labios formularon una palabra:

—¿Aburrida?

Beryl asintió, ladeando su cabeza de un lado a otro mientras rueda sus ojos y hace muecas. Miro a su alrededor e hizo un movimiento de manos en el que indicaban que los que están cerca de ella hablan demasiado.

A Remus le provoco un poco de gracia aquello y no pudo evitar soltar una risa.

—¿De qué te ríes? —preguntó Sirius, provocando que Remus dejará de ver a Beryl.

—¿Qué? De nada —respondió rápidamente.

El animago ilegal se inclino para buscar a la persona de la cual Remus reía. Alzó una ceja al ver como Beryl se encontraba llevándose un pedazo de chocolate a la boca y regresó su mirada a Remus.

—¿Así que tú y Clifford son amigos ya? —preguntó cruzándose de brazos.

—¡Woo! Eso si que es un milagro —susurró Clementine—. ¿Cómo lo hiciste?

—Mmm... creo que no podríamos hacernos llamar amigos, ¡aún! Pero estoy en eso —agregó rápidamente.

—¡Es un milagro de Halloween! —canturreó James—. Es un mila... —quedó al aire la oración, ya que su mirada se desvió a la de su novia, quien tiene sus mejillas rojas y sus ojos ligeramente cristalizados.

—¿Estás bien, Lils? —preguntó rápidamente Remus.

—Sí, estoy bien —respondió tomando la mano de James.

—¿Amor? ¿Qué ocurre? —preguntó con preocupación el novio de la pelirroja.

—Nada, solo... nada.

Pero Marlene no se quedó callada—: Fue Snape.

—Marlene —murmuró Lily con cansancio—. Te lo diré todo después del banquete, ¿si?

A James no le basto aquella respuesta, pero no replico. Tomó de la mano de su novia para depositar un beso cálido y paso sus brazos alrededor de ella para abrazarla.

—Mírenlo, beber de su copa —murmuró Sirius, en referencia de Snape—. Si tan solo supiera que es su última noche vivo.

Aquello hizo que Lily soltará una pequeña risa y negará lentamente con su risita. Remus giró su cabeza para ver a Snape y rodó sus ojos al verlo parlotear con su grupo de amigos, realmente ellos le desagradan demasiado, siempre creyendo superiores a los demás y utilizando magia oscura mientras fingen que son adultos cuando no son más que jóvenes estúpidos.

Y sí, también gran parte de su odio por ellos es debido a las múltiples ocasiones en las que molestaron a Beryl.

Las mesas se llenaron de fuentes de comida, el bullicio de las platicas opacaba la conversación de los merodeadores, por lo que Remus (al ver que todos estaban muy concentrados en el banquete), preguntó.

—¿Aún te quedaron discos mordedores? —curioseo Remus a Sirius.

—Tres —respondió con una sonrisa—. Oh, Luny, ¿qué tienes en mente? —preguntó frotando sus manos.

—Un pequeño espectáculo de Halloween —murmuró con una sonrisa ladeada.

—Me gusta como piensas.

—Después del banquete y cuando todos se paren —informó en susurró a sus amigos—. Peter, te transformas y te llevas el disco a la mesa de Slytherin —susurró, a lo que el más pequeño afirmó con su cabeza—. Lo soltarás cuando todos vayan a salir, ¿de acuerdo?

—De acuerdo.

—Sirius, dame los discos, voy a encantarlos —pidió Remus.

—¡Me agrada este Remus! —chilló con emoción Sirius—. Que nadie vea que se puede meter con la pelirroja.

—No es necesario... —intentó decir.

—Es muy necesario —aseguró James con firmeza—. Espero le arranque ese feo cabello que tiene...

Dieron por terminada la platica, para poder disfrutar del banquete, mientras Remus buscaba de vez en cuando la mirada de Beryl, quien come con tranquilidad y parece estar disfrutando cada bocado que se llevaba a su boca. Observaron a los fantasmas dar su espectáculo, dándoles aplausos y animándoles a continuar.

Y aunque Beryl había disfrutado del banquete, podía decir que por fin saldría de ahí para descansar en la comodidad de su cama; sin embargo, el fin del banquete significaba un tumulto de estudiantes intentando salir, por lo que permaneció sentada, esperando a que la gente se dispersará, y antes de salir, se escucho un gran grito seguido de carcajadas.

Severus Snape, Roger Mulciber y Anthony Rosier estaban siendo cada uno perseguido por un disco volador con colmillos.

—¡Alguien deténgalo! —suplicó Rosier, mientras las risas continuaban y los profesores se apresuraban a bajar en rescate de los alumnos.

Mulciber pasaba entre la multitud, empujando a todos y esperando que el disco dejará de perseguirlo a él, salvo que, tras el encanto que Remus había lanzado, el único objetivo que tenía era él. El Slytherin se topo con Beryl, que se plato en la salida del gran comedor con una sonrisa divertida, empujando al joven que cayó de trasero al piso.

—¡No, por favor! —súplico al ver como el disco se detenía frente a él y se abria, para darle una fuerte mordida en la pierna.

Y Beryl soltó una carcajada limpia al ver al joven sufrir.

—¡Suficiente!

Los gritos de Snape se detuvieron cuando el disco que lo mordía se desvaneció, al igual que los de Mulciber.

—¡TODOS A SUS SALAS COMUNES! —ordenó el director del colegio—. Salvo por...

Observo a Beryl, quien mostró mirada inocente.

—¡Fui yo! —habló rápidamente Remus, corriendo en dirección del director, quien miró con sorpresa a Remus.

—Esperemos unos momentos en los que todos salgan —pidió el director, observando como los alumnos se apresuraban a salir, mientras susurraban de lo sucedido con algo de diversión.

Remus se apresuró a hacer señas a sus amigos para que salieran de ahí, a lo que obedecieron; pero Beryl nunca se movió de su lugar, permaneciendo al lado de Remus.

—Debo admitir, que me sorprende un poco lo sucedido señor Lupin. ¿Trabajo usted solo? —curioseo Dumbledore.

—Oh sí... —murmuró muy seguro de si mismo y mirando de reojo a Beryl, quien ladeo una mueca.

—¿Sus tres amigos y la señorita Beryl no tuvieron nada que ver? —volvió a preguntar Dumbledore, mirando a Beryl quien apretó sus labios.

—No, no.

—Quizá yo un poco —murmuró Beryl en voz realmente baja, tomando por sorpresa a Remus.

—Bien. Mañana después de clase vayan con su jefa de casa para que dicte su castigo —pidió amablemente—. Ahora pueden ir a descansar —indicó.

—Permiso —murmuraron ambos, saliendo del Gran Comedor.

Hubo un silencio dónde solo sus pisadas hacían eco, Remus no podía dejar de mirar a Beryl, quien permanece con su mirada fija en el pasillo.

—¿Por qué lo hiciste? —preguntó Remus, mordiendo su labio.

—¿Hacer qué? —cuestionó Beryl.

—Echarte parte de la culpa; no tuviste nada que ver, Beryl y ahora vas a recibir un castigo —le aclaró Remus.

Alzó sus hombros y dejo de ver al frente para ver a Remus—. No sé... solo... lo hice —murmuró, apretando un poco sus labios—. Quizá... será divertido, ¿no? —ladeo una sonrisa causando aún más sorpresa en Remus, quien pestañeo varias veces y torpemente, asintió con su cabeza.

—Quiero creer que sí —susurró esperanzado—. Gracias —murmuró algo apenado.

—No agradezcas. Ya veremos mañana como nos va con el castigo.









Nota de autora:

Buenas buenaAAAAAAAAAAS. ¿Cómo andan? Espero que bien.

Oh weon esta fic me gusta bien mucho jsjejjsja espero que a ustedes también les guste bien mucho <3 Btw el capítulo más largo que he escrito hasta el momento, casi 6k palabras, espero no les aburra ;c

En fin, no olviden votar y comentar que eso me anima a seguir escribiendo uwu

Lots of love, Cici x

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