THANTOPHOBIA; James Potter

prongs_girl által

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❝Tipo de ansiedad que tiene que ver con el miedo a la muerte, el proceso de morir o perder a un ser querido.❞... Több

𝐈𝐍𝐓𝐑𝐎𝐃𝐔𝐂𝐂𝐈𝐎𝐍
𝐀𝐂𝐋𝐀𝐑𝐀𝐂𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒:
𝐂𝐀𝐒𝐓
𝐏𝐋𝐀𝐘𝐋𝐈𝐒𝐓:
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AGRADECIMIENTOS Y EXPLICACIÓN.
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟭
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟮
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟯
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟰
𝗙𝗜𝗡𝗔𝗟 𝗔𝗟𝗧𝗘𝗥𝗡𝗔𝗧𝗜𝗩𝗢
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟱
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟲
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟳

| 𝟱𝟮 |

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prongs_girl által

Alexandra ingresó a velocidad a casa de Remus y Sirius, que ahora en realidad no sabía con exactitud a quién pertenecía.

Al ver la sala de estar, su corazón se rompió.

Casi todos los muebles, fotografías y adornos estaban en el suelo. Algunos rotos, otros simplemente esparcidos por allí.

Remus no se encontraba, y eso la alarmó aún más. Había visto a Remus enojado varias veces, pero esto era diferente. Ella no quería ni imaginarse lo que estaba sintiendo, se debía encontrar destrozado.

Un ruido en la cocina la alarmó, por lo que comenzó a correr hacia allí. Remus se encontraba empujando la mesa principal con mucha fuerza, logrando que la misma quede volteada en el otro extremo.

–Remus...

Su voz lo hizo reaccionar, volteó y enfocó su vista en ella de forma desorientada. Se lo veía mal, muy mal.

Su rostro estaba pálido y sudoroso, junto a las heridas con las que había regresado de la misión. Su cabello estaba despeinado y algunas lágrimas secas se encontraban sobre sus mejillas, los ojos inyectados en sangre, demostrando furia, tristeza, decepción...

–Remus. –volvió a hablar, intentaba hacerlo entrar en sí.

Remus no sabía cómo reaccionar. Por un lado quería echarse a llorar, abrazar a Alex y no salir de allí por el resto de su vida. Y por otro, quería romper absolutamente todo, golpear a quien fuera y hasta dañarse a sí mismo.

–¿Qué haces aquí? –fue lo primero que se le ocurrió preguntar.

–No iba a quedarme allí, creí que podrías necesitarme. Pero si prefieres estar solo...

Alexandra dejó de hablar al oír el sollozo proveniente del licántropo. Remus cayó de rodillas y tapó su rostro, sintiéndose avergonzado.

Sentía tanta vergüenza. Vergüenza por ser quien era, por mostrarse tan vulnerable frente a su mejor amiga... por todo. Odiaba sentirse así.

Alex caminó hasta él y se colocó de cuclillas a su lado, lo tomó de las manos para dejar su rostro a la vista y, sin saberlo, sus ojos se cristalizaron.

Alexandra sentía tanto enojo. Sabía que Remus se odiaba por completo, le había costado demasiado poder aceptarse aunque sea un poco, y ese pequeño progreso se había ido a la basura en tan solo unos minutos.

Si había alguien que podía comprender la forma en la que él se sentía, era ella.

–Suéltalo, Rem. –murmuró al ver que él intentaba reprimir su llanto. –Ven.

Apoyó la cabeza del chico sobre su hombro para ser su soporte, al instante comenzó a llorar con más fuerza. Se aferró a Alexandra tomándola de la cintura y escondiendo su rostro en su cuello.

–Yo no... te juro que yo no...

–Lo sé.

Remus negó con su cabeza y se separó de ella para mirarla, necesitaba que le creyera. Él jamás haría algo así, y creía que sus amigos lo sabían a la perfección, pero por lo visto no era así.

Si James y Sirius creían que él era el traidor... ¿por qué ella no lo haría?

Sollozó nuevamente y limpió sus ojos con furia. Su respiración era entrecortada y bastante acelerada.

–No, escúchame, en verdad yo no hice nada. Sé que lo parece pero...

–¡Rem!

El chico limpió sus ojos nuevamente y la miró con atención. Su labio inferior temblaba.

–Jamás creería eso de ti, y lo sabes. Vamos, eres Remus Lupin, no serías capaz de algo así. –le sonrió limpiando sus mejillas.

–Ellos no creen lo mismo.

–Ellos son unos idiotas, y no saben lo que dicen.

–Pero esos idiotas son mis amigos.

–Lo sé, y sé que duele. –murmuró. –Pero tú sabes que no hiciste nada, tienes la consciencia limpia y eso es más que suficiente. Cuando ellos se den cuenta de cómo son las cosas verán qué tan grave es todo lo que dijeron.

–¿Y por mientras?

–Por mientras... somos tú y yo. –le sonrió un poco.

Remus mordió su labio inferior y miró a su alrededor, dándose cuenta del daño que había causado.

–No quiero que pienses que eres un monstruo o algo similar ¿me oíste? Eres una persona hermosa e increíble.

–Alex...

–No, no pensarás en ello. Dijeron eso porque el miedo los consume y quieren buscar un culpable, pero no tienen razón en absoluto.

Remus asintió con lentitud y miró sus manos, al instante su vista se enfocó en su anillo de compromiso. El enojo volvió a su cuerpo.

–No sé en qué pensaba cuando lo perdoné por primera vez. –murmuró con furia. –Es un imbécil.

Alex hizo una mueca y miró cómo quitaba el anillo de su dedo anular para luego lanzarlo con fuerza hacia el otro lado de la cocina.

–No te juzgo por eso, puedes hacer lo que tú quieras con respecto a su relación, tienes razón en esto.

Él asintió y sorbió su nariz. Alex se levantó y le tendió una mano para que haga lo mismo.

–Causé un desastre. –se lamentó viendo a su alrededor.

–No importa, tú ve a ducharte y a curar esas heridas, yo mientras limpiaré y cocinaré algo.

Remus sintió ganas de llorar. No sabía por qué ella continuaba a su lado, estaba en todo su derecho de correr lejos y quedarse junto a James y Sirius, pero allí estaba.

–Vamos, querido Lunático, no dejaré que te sientas miserable.

Remus, inconscientemente, sonrió e hizo caso a su petición.



Luego de media hora toda la casa estaba limpia y ordenada, gracias a la magia. Y sobre la mesa ya se encontraba una pizza que Alexandra había ordenado luego de ver que en la heladera no había nada. Sabía que eso último se debía a que Sirius odiaba cocinar y siempre compraba comida hecha o cenaba en casa de James y Alex.

Alex colocó los vasos en la mesa y notó a la distancia el anillo de compromiso que Sirius le había entregado a Remus. Caminó hasta allí y lo tomó entre sus manos.

Sentía tantas emociones juntas.

Enojo por el impulso de Sirius y James. Sirius estaba tan desesperado por encontrar a un culpable que se guió por coincidencias, y James, siempre escuchando y creyendo que Sirius tenía razón, se dejó llevar por ello.

Triste porque todo se había echado a perder. Era extraño que Remus perdone al par, y de no hacerlo estaba en todo su derecho y tendría razón. Pero le dolía.

Dolía porque, en su interior, sabía que jamás podrían volver a compartir una noche de risas y anécdotas. Todo sería incómodo.

Dolía porque ella amaba ver a Sirius y Remus juntos, ambos se complementaban a la perfección y se sanaban el uno al otro. Y la Guerra y las inseguridades que la misma traía había tirado todo aquello a la basura.

Acarició el anillo entre sus manos y lo guardó en su bolsillo. Sabía que Remus lo tiraría a la basura, pero ella tenía la esperanza de que algún día todo se solucione y ese anillo regrese al dedo anular de su dueño.

Remus ingresó luego de un rato, con su pijama puesto y los ojos irritados. Sus heridas se veían un poco mejor, pero llevaría unos días en sanar por completo.

–¿Tienes hambre?

Elevó sus hombros indeciso, pero aún así se sentó en la mesa y tomó una porción.

–Sabes que no estás obligada a estar aquí ¿verdad?

Alex lo miró, pero él mantenía su mirada en la comida.

–Lo sé.

–Tienes una familia, estás embarazada y James te debe estar esperando.

–Remus, créeme que en este momento lo que menos me importa es si James me está esperando o no.

Remus pudo notar el enojo en su voz, por lo que prefirió no decir nada sobre aquello.

–Y tú también eres mi familia, y me necesitas. –afirmó.

–Aún así... debo ver dónde mudarme. No puedo quedarme aquí.

Por la cabeza de ella cruzó la idea de que se mude a su hogar, pero sabía que Remus no se sentiría cómodo con aquello, no con la presencia de James allí.

–Te ayudaré a buscar un lugar.

–No debí volver. –murmuró dejando la comida a un lado, no había cenado ni una porción.

–No digas eso.

–No debí volver, Alex. De saber que esto sucedería no lo habría hecho.

–Tu hogar es aquí. No tienes por qué marcharte, si a ellos le molesta no debería por qué importarte. Perteneces aquí.

–¿Sabías algo de esto? ¿Sabías que creían eso de mí?

No lo preguntó de forma acusadora, más bien con intriga.

–No. –susurró. –Siempre hablaban en privado o por lo bajo, pero no creí... Jamás hubiera creído esto.

–Yo tampoco. –respondió luego de unos segundos. –En realidad... sí.

Se quedó callada esperando que hable, sabía que necesitaba descargarse y expulsar todo lo que sentía.

Remus apretó sus puños y miró hacia otro lado, sintió aún más enojo al ver una fotografía con el resto de los merodeadores.

–Siempre creí que yo no pertenecía a ese grupo, sabes. Era muy bueno para ser verdad. ¿Qué haría alguien como yo, licántropo, pobre, con este rostro y físico, con alguien como ellos? No encajaba, nunca encajé. Me quería engañar a mí mismo.

–No eres nada de eso. Y tu forma o estilo de vida no debería influir en si eres perteneciente a un grupo o no. Tú eres alguien maravilloso y créeme que en este momento pienso que eres más digno que ellos.

–Pero Eyad... Ellos lo tienen todo. –se frustró.

–Dime, ¿de qué sirve ser alguien con todas esas cualidades tan lindas que dices cuando no puedes confiar en tu amigo de toda la vida? ¿Sirve de algo tener dinero o ser bonito si luego culpas a una persona que estuvo para ti en todo?

–Pero...

–Responde.

–No, no sirve de nada. –susurró luego de unos segundos.

–Bien, entonces deja de compararte de esa forma.

Remus mordió el interior de su mejilla y refregó su rostro con desesperación.

–¿Y Sirius? Tal vez es el tra...

–No. –lo frenó.

–Puede tener sentido, Alex. Oíste lo que pienso, es una posibilidad.

–¿Tú enserio crees que él sería capaz de algo así? ¿O solo lo culpas porque él te atacó primero?

No respondió.

–En mi opinión ni tú ni él serían capaces de algo así. –continuó. –Me juego la vida.

Remus asintió, sin estar del todo convencido, y se dedicó a mirar el resto de comida que se encontraba sobre la mesa.



Eran las tres de la mañana cuando ambos se acostaron a dormir. Remus se sentía destrozado, tanto física como emocionalmente.

No había descansado muy bien las semanas fuera de su casa, y lo primero que quería hacer al regresar era acurrucarse entre los brazos de Sirius, pero eso no era posible.

En cambio, estaba acurrucado entre los brazos de Alexandra. Ambos se habían acostado en la cama, tapados con las mantas y abrazados para contenerse el uno al otro.

La cabeza de Remus no dejaba de pensar en lo sucedido las últimas horas.

Se giró y miró a Alexandra, que mantenía sus ojos cerrados pero al sentir la mirada sobre ella los abrió. Se giró preocupada y esperó a que hable.

–¿Por qué no les creíste? Quiero decir... sé que estás segura sobre que no haría nada, pero... ellos tenían motivos.

Ella lo miró confundida, pensó que había quedado claro todo lo hablado.

–Remus, ya te expliqué el por qué. Tú nunca...

–¿Pero por qué? A lo que me refiero es... ellos son... no sé cómo decirlo.

Alex frunció su ceño y se sentó, rápidamente él copió su acto.

–¿Ellos son...?

–No lo sé, solo... más importantes supongo.

–¡Remus John Lupin!

–¡Ya! Bien, entiendo, no me grites. Utilizaste segundo nombre y apellido, eso indica peligro.

–¿Cómo puedes decir algo así?

–Solo... no lo sé.

–Deja de decir que no lo sabes y por favor habla porque estoy a punto de golpearte por lo que acabas de decir.

Remus no pudo evitar reír, y miró sus manos indeciso y avergonzado.

–Sirius es tu mejor amigo, siempre tuvieron... una especie de conexión, hasta comparten tatuajes. Y James es tu esposo, Alex, y siempre confiaste y creíste en él.

–¿Y?

–¿Cómo “y”?

–Sirius y James pueden ser importantes para mí, de hecho son de las personas a las que más aprecio, pero no por eso voy a estar de su lado si no creo igual que ellos.

–Bien. –murmuró.

Remus volvió a acostarse, sintiéndose más tranquilo y convencido de sus palabras. Alex hizo lo mismo y suspiró.

–Y tú también eres mi mejor amigo, al igual que Sirius. Ninguno es más que otro. –dijo luego de unos segundos. –No te olvides de que tú me hablaste e incluiste en un principio, sin juzgarme.

–Y no me arrepiento en absoluto.

–Yo tampoco.

Ambos cerraron sus ojos y se dejaron llevar por el sueño, sintiéndose más tranquilos y relajados luego de tantas horas de estrés, enojo y tristeza.

–¿Remus? –habló ella luego de unos segundos, con voz adormilada.

–¿Mh?

–Vuelves a decir algo así y juro que te lanzo una imperdonable.

–Entendido, gracias.

–No hay de qué.

Un silencio se formó. Alexandra se quedó dormida, pero Remus colocó sus manos por debajo de su cabeza para utilizarlas de soporte y enfocar su atención en el techo.

–Bien, tú y yo, Alex. –murmuró bajo para luego caer en un sueño profundo.



Remus estaba tomando una ducha cuando la puerta principal sonó. Alexandra miró a su alrededor, algo desorientada.

Habían transcurrido dos días. Dos días bastantes tranquilos en comparación a los anteriores. Remus no tuvo que asistir a ninguna reunión o misión de la Órden, la próxima sería en una semana, y Alexandra asistiría.

Había decidido ir a las reuniones, más con los últimos acontecimientos. Podría aportar y ayudar desde su lugar, sin exponerse al peligro.

Tomó la varita y se asomó por la ventana de la cocina, pero el ángulo no le era bueno para ver quién se encontraba en el exterior. Bufó y caminó exhasperada hasta la puerta, para abrirla con lentitud.

Su ceño se frunció a sobremanera al ver a James del otro lado.

–¿Qué haces aquí?

–¿Están bien?

James pasó por su lado e ingresó a la casa, obligandola a cerrar la puerta con algo de fuerza y enojo.

–Nadie te dio permiso para entrar.

–¿Están bien?

–¡Sí, James! –exclamó, pero al instante bajó el tono de voz para no alarmar a Remus.

–Hubo un ataque aquí cerca, a unas diez cuadras. Supuse que estabas aquí y quería saber...

–Estoy bien. –lo cortó. –Estamos bien.

James mordió sus labios con nerviosismo, sabía que ella estaba enfadada, pero no creía que tanto.

–Yo... sé que me dejé llevar. Tenía miedo y Sirius estaba tan convencido sobre aquello que...

–No me importa, no es excusa. ¿Viniste a hablar de ello? Porque es lo último que...

–No, escucha, yo me equivoqué y si pudiera hablar con Remus... –interrumpió.

–Dudo que quiera hablar contigo.

–Intenté hablar con Sirius, pero él está convencido. Sin embargo, yo...

–¿Crees que ese es pretexto suficiente para hablar con él y que te perdone?

–No. –respondió luego de unos segundos, cabizbajo.

–Me alegra que lo sepas.

–Vamos, Lex. Sabes que soy impulsivo y jamás creería que Remus fuera capaz de traicionarnos.

–Dime, James. ¿En verdad crees eso? ¿O solo lo dices para que regrese a casa y mágicamente todo esté bien?

Él frunció el ceño y abrió su boca, pero ninguna palabra salió de allí. Alex rió sin gracia y abrió la puerta principal.

–Yo no... a ver, en verdad dudo que él haya sido, pero no podemos negar que todas las pruebas fueron bastante...

–Pruebas no, coincidencias. –interrumpió.

–Me dejé llevar, lo siento.

–No tienes que pedirme disculpas a mí.

–¿Puedo hablar con Remus?

–No es el momento.

El rostro de James decayó, miró el suelo y rápidamente dirigió su vista hacia Alexandra, que lo miraba sin expresión.

–¿Ustedes son conscientes de lo que dijeron?

–Sí.

–¿Si? ¿Seguro? Fue grave. ¡Lo trataste como si fuera un monstruo, James! –se dejó llevar. Apretó sus labios y miró detrás suyo, pero no había señales de Remus.

–Fue impulso.

–Las cosas que dices siempre son por impulso, debes saber que llegará un momento en el que la gente no te perdonará.

–Lo sé. –murmuró con voz quebrada.

Estaba siendo un poco dura, y lo sabía. Pero eso no era nada en comparación a lo que le habían dicho a Remus.

–¿Tú confías en él?

Alexandra sabía que no lo preguntaba de forma despectiva, sino para asegurarse. James confiaba muchísimo en Alexandra.

Cuando él decía que aquello había sido por impulso, lo decía enserio.

–James, yo le confiaría mi vida a Remus.

James asintió y miró detrás de ella, para ver si Remus se encontraba allí. Necesitaba hablar con él.

James haría todo por sus amigos, daría su vida por ellos. Se había cegado y dejado llevar, como muchas veces. Sabía que esto traería consecuencias y quería enmendar su error lo antes posible.

Hizo una mueca al ver que Remus no estaba allí. Aunque no sabía si esto era algo bueno o malo, ya que podría echarlo, insultarlo o hasta golpearlo. Dudaba mucho ser recibido.

Lo que no sabían era que Remus se encontraba en las escaleras, y de allí se escuchaba la conversación a la perfección.

El castaño tenía sentimientos encontrados.

No tenía ningún tipo de excusa para Sirius. Él era su pareja, y antes de eso fue uno de sus mejores amigos. Había traicionado su confianza muchas veces, y no estaba seguro de poder perdonarlo.

Y con James era complicado. Sabía que James era muy impulsivo y muchas veces el miedo lo cegaba, logrando que crea o diga cosas que no son ciertas. James, a diferencia de Sirius, jamás había hecho algún comentario de forma despectiva hacia él, nunca.

James fue la mente principal sobre convertirse en animagos. Sirius sin dudar aceptó, quería ayudar a Remus

¿Por qué pudo perdonar a Sirius la noche de la broma y no a James por un comentario que fue producto de la situación?

Podía perdonar a James, lo sabía, pero no era el momento, y tampoco sabía cuándo lo sería.

–James... –llamó su atención. –Sé que quieres hablar con él, pero no es el momento, son muchas emociones juntas y...

–Entiendo, sí.

–Bien.

James metió las manos en sus bolsillos y miró el suelo.

–Tú... te quedarás aquí ¿verdad? Bueno, no sé por qué lo pregunto, sé lo harás.

–Sí, me quedaré.

–Bien, yo... iré a casa. Creo que Sirius también se quedará allí.

–Bien.

–Bien... –divagó. –Por favor, cuídate.

–El ataque que hubo aquí cerca, ¿fue muy grave?

–No, fue a una familia importante del ministerio, pero lograron escapar a tiempo.

–Eso es bueno.

–Sí, solo... cuidense, y cualquier cosa manden carta. –rogó. –Lex, cuídate, por favor. –rogó.

Sentía la necesidad de estar a su lado, de protegerla. Sabía que no corría riesgo, pero necesitaba que ella le asegurara eso. 

–Entiendo, lo haré. Tranquilo.

James suspiró y la miró con nostalgia, se había acostumbrado tanto a estar con ella en su hogar, que la extrañaba. Pero sabía que no volvería por un tiempo.

Se acercó y la tomó de la cintura, acariciando con su otra mano su vientre, besó su frente con lentitud y se marchó de allí, utilizando la desaparición.

Alex suspiró e ingresó nuevamente, cerrando la puerta. Al voltear se encontró a Remus, vestido ya con uno de sus suéters y un pantalón de dormir. Llevaba su cabello húmedo y las heridas por suerte se veían mucho mejor.

–Era James.

Remus asintió, ya sabiendo casi todo.

–No lo dejé pasar, creí que no querrías hablar con él. Aunque debí preguntarte. –rascó su cuello nerviosa mientras sus mejillas enrojecían.

–Está bien, no tengo ánimos para hablar de ello.

–¿Y tienes ánimos para helado?

Remus rió y asintió, sabiendo que se trataba de otros de sus episodios de antojo. Él hizo un ademán y la guió hasta la cocina.

–Por suerte queda helado de fresa. –festejó sacando el pote del refrigerador.

–Por eso te amo tanto. –tomó dos cucharas y comenzó a comer con felicidad. –Esto es buenísimo. –habló con la boca llena.

Remus sonrió, sintiéndose un poco menos miserable, y continuó tomando helado junto a su mejor amiga.














No quiero asustar a nadie, pero creo que quedan unos diez capítulos aproximadamente para el final de la historia, probablemente un poco más.

Tenía pensado, luego del final, subir algunos extras <3 espero que les guste.

No tuve tiempo para agradecer mensaje por mensaje, pero muchas gracias a esas personas que comentaron mi publicación del otro día, me subieron el ánimo de una forma increíble, muchas gracias <3

Olvasás folytatása

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