blรฅรธyde omega ;; trillizos!po...

By alexanderkirigan

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Draco ha sido entregado a una manada salvaje como oferta de paz. Serรก mordido y reclamado por los trillizos P... More

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By alexanderkirigan

A Draco le gustaba tomar pequeños pellizcos de pan acompañado de Rob. Su amigo alfa se sentaba junto a él en el porche de la choza del médico, le tapaba a Draco las piernas con una manta y compartían un mísero bollo de pan duro.

Rob aseguraba que Draco no debía comer pan duro, que al estar gestando una camada y que esa camada de hijos eran los primogénitos de los alfas de la manada, Draco debía comer pan blando, frutas y comida que aportase vitaminas.

Pero comer pequeñísimas porciones de pan duro con Rob se había convertido en una tradición para él. Hablaban y conversaban sobre temas que realmente no importaban, reían y se burlaban de cosas sin sentido, y había veces en las que simplemente comían, en silencio, juntos, acompañados por el gélido frío.

Esa era su tradición, y lo había sido durante dos meses más.

"Evans dice que se siente muy aliviado de que ya no vomite." Draco mordisqueaba un pedacito del pan duro que tenía Rob entre manos. "Dice que se alegra por mi salud, pero a mí no me engaña. Es porque él siempre recogía todo lo que vomitaba."

El médico tarareó y entrecerró los ojos por la molestia del frío en la cara. "Creía que era a James a quien llamabas."

"Oh sí, James me acompañaba, pero Evans limpiaba." Draco se encogió de hombros.

Siguieron masticando en silencio. Algunas veces los niños pasaban corriendo, como auténticos huracanes vestidos con gorros y bufandas que tapaban sus pequeñas narices. Draco había pillado a Harry admirando a los niños con unos ojos que antes no había visto.

Sabía que a Harry le gustaban los niños, le contó que más de una vez había ido a cazar con los niños para enseñarles algo práctico, pero eso fue en su edad más joven, cuando sí que tenía olfato y, según el propio Harry, en aquel entonces sí valía para algo.

A Draco no le gustaba que Harry hablara así de sí mismo, le frustraba que Harry tuviera una visión tan mala de sí mismo. Había tenido la misma discusión con él decenas de veces, y todas terminaban igual; Harry le decía que sí, que intentaría ver el lado positivo de las cosas, pero los dos sabían que eso nunca sería así.

Los hermanos estaban más emocionados que nunca con la idea de que los cachorros nacieran, aunque aún faltara mucho. Draco podía ver que cuando Harry miraba a esos cachorros tan felices y llenos de energía, no podía evitar pensar en los bebés que ahora crecían dentro de Draco.

El vientre de Draco se había hinchado mucho más, Rob había calculado que estaba a punto de cruzar el cuarto mes. Draco constantemente tenía molestias debajo del abdomen, y pequeños calambres en las piernas.

Harry era quien, sobre todo, le daba esos masajes en las pantorrillas para que el nudo de músculos que se creaba en sus piernas y que le dolía tanto desapareciera. Harry solía burlarse diciendo que Draco llegaría a transformarse en un hurón que rodaba, por esas cortas e hinchadas piernas y por su vientre redondo como una sandía pequeña.

A Draco no le hacía gracia que Harry le dijera eso, pero el alfa siempre le besaba la mejilla y lo sentaba en su regazo para decirle que eran bromas, siempre, y que realmente no pensaba eso de Draco.

"¿Sabes?" Draco murmuró. Su voz sonó amortiguada por el pan. "Si no fuera porque estoy preñado y huelo a alfa, hasta yo diría que parecemos pareja."

"No puedo estar más de acuerdo." Asintió Rob.

"Corrijo, haríamos una pareja increíble. De hecho, creo que eres el mejor partido en esta tribu." Admitió el omega embarazo. Rob lo miró con curiosidad. "Mírate, Rob. Eres súper bueno, eres increíble y sabes tantas cosas."

Rob lo meditó.

"Abro cadáveres." Le dijo, como si eso fuera una cosa que se hubiera podido olvidar en un par de meses.

"Y yo uso la excusa de estar embarazado para quedarme en la cama con Harry por las mañanas." Draco le sonrió y se encogió de hombros, restándole importancia. "Todos tenemos cosas, Rob."

"Eres el omega más comprensivo que uno podría tener, Draco Lucius."

"Y tú eres el hermano de diferente sangre más bueno que un omega podría tener, Robert Jesse."

Ambos alzaron sus pequeños pedazos de pan duro y brindaron como si fueran copas de cristal llenas del vino más bueno de una cosecha de ocho décadas.

(...)

Era un día muy frío y lleno de nieve cuando Draco estaba acurrucado con Harry en el sofá. El omega llevaba dos pares de calcetines y necesitaba los abrigos de Harry, su abultado vientre impedía que los abrigos de Draco entrasen de nuevo en su cuerpo. La larga y esponjosa bufanda tapaba su boca y su pequeña nariz de botón, resaltando sus adormilados y grisáceos ojos que cada vez se cerraban más por el sueño.

Ambos estaban tapados por dos mantas de lana lo suficientemente grandes y largas para cubrir a ambos. El largo brazo de Harry rodeaba los estrechos hombros de Draco, que estaba acurrucado contra su alfa con su cabeza sobre su pecho a pesar de estar en posición vertical.

Harry leía algunos informes o tratados escritos a mano con tinta. De vez en cuando, Harry rascaba el cuero cabelludo de Draco y el omega cerraba aún más sus ojos.

Lo que más le gustaba de ver a Harry concentrado leyendo, era admirar sus facciones; fruncía su ceño cuando estaba muy concentrado leyendo, su mandíbula normalmente se tensaba y sus ojos verdes, brillantes por el furioso fuego en la chimenea, se veían aún más verdes.

Draco quería que al menos dos de sus hijos tuvieran esos ojos y esa mirada; apasionante, verde y gentil.

El omega se removió, y entonces Harry dejó toda esa concentración a un lado para mirar a su pareja.

"¿Qué pasa?" Le preguntó a Draco. Su voz sonaba ahora un poco más rasposa, llevaba más de veinte minutos sin hablar, solo leía. "¿Tienes frío, echo más leña?" Se refirió a la chimenea.

Draco negó suavemente, y Harry dejó los documentos escritos en tinta a un lado.

"Draco." La forma en la que Harry pronunció su nombre lo hizo subir la mirada y mirarlo. "Dime lo que te pasa."

Draco frunció el ceño y lo miró fijamente.

Harry lo sostuvo con la mirada.

Draco no pudo soportarlo y bajó la mirada, Harry tenía razón, le pasaba algo.

"Draco, vamos." Insistió Harry, ahora un poco más serio pero sin perder esa suavidad.

"No te rías ni hagas una broma sobre esto." Le advirtió a Harry.

El alfa frunció el ceño genuinamente ofendido por esa acusación y murmuró. "Nunca hago bromas sobre algo que sea importante para ti."

El omega lo miró fijamente unos segundos más.

Harry le sostuvo la mirada, y suavemente enarcó una ceja.

Draco juntó sus labios en una fina línea y respiró hondo.

Harry frunció el ceño.

"Me duele el pecho, un poco." Confesó Draco, y Harry alzó las cejas con sorpresa. "Lo sé, es raro y no es una conversación muy normal. Pero llevo dos días con que el pecho me duele, pero no sale leche ni nada. Es una sensación extraña, Harry."

El alfa se inclinó y besó su frente.

"Cariño, recuerda lo que dijo Rob, tu cuerpo se está preparando para que el embarazo vaya bien." Lo consoló, y murmuró. "Además, no creo que las conversaciones extrañas o normales existan en un matrimonio. Si hay algo que pueda hacer para ayudarte, dímelo."

"Un momento, creía que yo era Luna, no cariño." Draco frunció mucho el ceño.

Harry parpadeó.

"Draco, la última vez te enfadaste conmigo cuando te llamé Luna, porque creías que me refería a la forma de tu cara."

Draco bajó la cabeza, ruborizado. Harry siempre tenía que soportar todos y cada uno de sus cambios de humor. Había ocasiones en las que a Draco no le gustaba sentarse en las piernas de Harry porque pensaba que pesaba tanto que le partiría las piernas.

Pero Harry buscó sus labios y le dio un pequeño beso. Draco le dio dos pequeños más, le gustaba ser quien terminaba la sesión de mimos con dos pequeños besos en los regordetes labios de Harry. Eso era otra cosa que Draco anhelaba con deseo, que sus cachorros tuvieran los labios regordetes de los hermanos.

Si había algo de Harry que no fueran sus grandes manos y que enloquecía aún más a Draco, eran sus labios. A Draco le gustaba morderlos, a veces con cariño, a veces con pasión.

Draco miró hacia la ventana cuando el sonido de la ventisca que se levantaba se hizo aún más notorio. Se preocupó al instante, porque Evans y James estaban fuera.

"No han vuelto aún." Murmuró con preocupación, y todo lo que pudo hacer Harry fue abrazarlo más contra él. "Harry, ¿qué hacemos?"

"Van a volver, tranquilo." Lo tranquilizó. "Sabes que es peligroso que te expongas a un clima tan frío."

"Llevan fuera más de una hora, Harry." Suplicó Draco. El alfa frunció sus labios, sintiéndose atrapado entre dos bandos. No sabía adónde habían ido Evans y James, quería ir a buscarlos porque eran sus hermanos y los alfas de Draco también, pero tampoco podía dejar que Draco saliera con ese frío infernal. Terminarían congelados o enterrados en nieve.

Sabía perfectamente que sus hermanos eran muy fuertes y resistentes, los conocía mejor que nadie. Había visto a Evans cazar y destripar tanto a bestias como a presas, había visto sangre chorrear de los dientes de lobo de su hermano mediano, Evans era un gran y fuerte aliado, pero como enemigo sería el miedo de muchos.

James era veloz y tenía unos reflejos increíbles, su agilidad y su tamaño eran sumamente impresionantes. Harry sabía que, en el hipotético caso de que alguien lo persiguiera, James era lo suficientemente rápido, inteligente y sigiloso como para perderlo de vista en menos de cinco minutos.

Harry solía ir de caza con Evans e iba a rastrear con James de vez en cuando, eso era antes de que él perdiera el olfato y se sumiera en un agujero lleno de desolación. El alfa sabía que había perdido su toque en la caza, que ya no era el mismo, que ahora ralentizaba al grupo por mucho que sus soldados le dijeran que iban a un ritmo fantástico.

El alfa se mordió el labio, pensativo.

Los ojos de Draco seguían mirándolo, suplicante.

"Iré yo." Le dijo a Draco, y Draco se sintió preocupado. "Iré a buscarlos."

"¿Sólo?" Cuestionó alterado cuando Harry se levantó para ir a desnudarse, para poder transformarse en lobo. "Harry, no puedes ir solo. Te perderías, llama a alguno de tus hombres."

"Mis hombres ya tienen suficiente por lo que preocuparse como para que yo les dé más trabajo." El alfa se quitó la bufanda y el abrigo. "Antes de salir llamaré a Pansy, para que venga a por ti en caso de que yo no haya vuelto en media hora."

"Espera, no." Exclamó Draco. El embarazado omega se levantó del sofá y no pudo evitar contraer sus labios en una mueca cuando sintió dolor debajo del abdomen, se llevó una mano allí inconscientemente, acunando su pancita. "Harry, espera, no vayas. Por favor."

"No estarás tranquilo hasta que no los encuentre." A pesar del frío, Harry se despojó de su camiseta y dejó visible su fuerte espalda llena de cicatrices y algunos tatuajes. "Necesito que estés tranquilo. Volveré con ellos, te lo prometo. Los encontraré."

Draco caminó deprisa hasta él y agarró uno de sus brazos. Su nerviosismo comenzó a aumentar, no podía dejar que Harry se marchara. La ventisca estaba elevándose con rapidez y furia, cada segundo iba a más.

"Harry Potter, por favor." Le suplicó el omega con exasperación, y Harry lo miró. "Ni se te ocurra salir por esa puerta, te lo pido por favor. Dices que no es sensato que salgamos los dos a buscarlos, ¡pero mírate, estás a punto de dejarme aquí solo y cruzar esa puerta para entrar en una ventisca!"

A Harry se le secó la garganta. No sabía dónde estaban sus hermanos, no sabía nada, quería ir a buscarlos. Pero los ojos de su omega, su querida pareja embarazada, lo estaban mirando con desesperación y al borde del llanto.

"Son mis hermanos." Murmuró.

"También son mis alfas." Asintió Draco. "Y tú también lo eres, y vamos a tener hijos."

Harry comenzó a sentir desesperación cuando de los ojos de Draco, grises y dolidos, comenzaron a brotar lágrimas. Las lágrimas rodaban por las dulces mejillas levemente sonrosadas por el calor que irradiaba la chimenea y que se expandía por la cabaña.

Harry comenzó a sentir la desesperación de su omega.

"Mi madre murió días después de que mi padre muriera." Lloriqueó. "Y si algo os pasara, a los tres. Si vosotros llegáis a—, yo no podría—..."

El alfa se sintió sumamente culpable.

"Yo te quiero." Hipó Draco, que lo miraba con ojos enrojecidos y hablaba con voz congestionada. "Por favor, no me hagas esto. No a mí. Sabes que te quiero, te quiero demasiado. Más que a cualquier alfa que haya amado, más que a nadie en este mundo. Suspiro por ti, lo sabes Harry, así que te lo suplico." Le rogó. "Si me quieres al menos un poco, no salgas ahí. Si sales ahí afuera, los dos sabemos que no volverás vivo."

Draco había tomado sus manos. Entonces el omega bajó la mirada y algunas lágrimas solitarias volvieron a deslizarse por sus mejillas, hasta desembocar en su barbilla.

"Pero si lo que decides es salir ahí afuera, si prefieres correr el riesgo y morir" Draco le soltó las manos. ", entonces me dejas claro que mi dolor te es indiferente. Y que amarte no ha sido suficiente para que te quedaras."

Los ojos de Harry habían brillado, probablemente por el hecho de que las lágrimas se acumularon en sus ojos con el simple pensamiento de que sus hermanos estuvieran perdidos en la ventisca, o que Draco sufriera sus pérdidas solo y cargando toda una manada.

Harry abrazó al omega; una de sus manos le presionaba parte baja de la espalda para presionarlo contra él y la otra estaba en la nuca de Draco, lo mantenía sujeto para que el omega tuviera su rostro escondido en el pecho desnudo de su alfa y allí se desahogara. Gracias a la desnudez en el pecho de Harry, las feromonas podían bailar por todo el ambiente y hacerle cosquillas en la nariz a Draco.

El alfa sentía que tenía un nudo en la garganta. Draco estaba enamorado de Evans y James también, pero podría superar más fácilmente sus muertes por no tener su marca. Si Harry muriera, lo más natural sería que Draco siguiera sus mismos pasos días después.

Los labios temblorosos de Harry besaron la cabeza de Draco.

"No iré." Dijo, pero su voz tembló.

Draco respiró el olor a roble y limones, muy profundamente, y asintió. "Bien."

"Bien." Repitió Harry.

"Bien." La voz de Draco seguía sonando dolida y congestionada, pero mucho más aliviada.

Fue entonces cuando la puerta se abrió, y el gélido aire de la ventisca sacudió los cuerpos de Draco y Harry. El alfa abrazó más a Draco, protegiéndolo.

Harry sintió muchas cosas; ira, alegría y alivio, pero sobre todo, ira.

Draco las sintió el doble, hormonas del embarazo.

James se sacudió el pelo para quitarse la nieve sobre su cabello. Evans había cerrado la pesada puerta de madera con cerrojo y se quitó las gafas.

"Estamos en casa." Exclamó James.

Draco supo que se podía amar y a la vez odiar a una persona al mismo tiempo.

(...)

Harry les había gritado durante veinte minutos.

Draco no sabía qué clase de cosas les estaba gritando, o cuántas maldiciones en total había usado Harry (Draco calculaba que al menos unas veinticinco), pero Harry les estaba gritando mucho. Draco los había abrazado en cuanto los había visto, les dio un beso en los labios a cada uno y después les dio una patada en la pierna. El omega no tenía mucha movilidad y agilidad ahora con su embarazo, tuvo que recurrir a las patadas. En otras circunstancias, Draco habría buscado otro golpe más efectivo.

De todas formas pareció dolerles. Evans arrugó la cara cuando recibió su patada y James jadeó de dolor.

"¡... embarazado, y sabéis lo mucho que nos...!" Draco podía oír los gritos de Harry, o más bien rugidos. Estaba en la cocina, preparando algo de chocolate caliente para que Evans y James entraran en calor. Harry muy suavemente le había pedido a su omega que fuera a preparar algo para sus hermanos.

Y ahora Harry les estaba gritando muy furioso, Draco podía oler el arrepentimiento y el miedo de James y Evans. Harry no podía oler, así que el omega supuso que Harry no tenía ni la más remota idea del miedo de sus hermanos. Evans solía llevar un rostro impasible, muchas veces Draco no era capaz de averiguar cómo estaba realmente, pero apostaba lo que fuera a que la cara de Evans estaba descompuesta por la ira de su hermano mayor.

"...capullos sin cerebro, que deciden ir a jugar por ahí y..."

Draco no sabía qué camino estaba tomando la discusión, pero supo que ya había sido suficiente. Hizo dos tazas de chocolate caliente para Evans y James, y un té para Harry.

Volvió a la sala de estar para terminar con la eterna ira de Harry, su alfa paró en cuanto vio a su omega. Lo ayudó con las tazas, pero se negó a dárselas a sus hermanos, estaba demasiado furioso. Le dio un beso a Draco y le agradeció en un murmullo las cálidas bebidas, Draco le dio dos besitos de vuelta.

"Pedidle perdón." Gruñó Harry. Había tapado a Draco con su abrigo y lo tenía sentado en sus piernas, su mano estaba sobre el vientre abultado de Draco y su pulgar trazaba círculos cariñosos.

"Harry." Pidió Draco. "Ya les has gritado suficiente. Evans, James, no sabéis lo aliviado que estoy de que estéis bien. Me había preocupado demasiado, no volváis a hacerme eso."

Evans y James le sonrieron con cariño y amor en sus ojos, pasaron de parecer arrepentidos a emocionados.

"Y una mierda." Refunfuñó Harry. "Primero tú, Evans. Venga, di perdón."

"Harry Potter." Pidió Draco con severidad.

"Ni Harry ni Potter, estos dos han salido sin decirme nada y casi salgo afuera a congelarme el culo por ellos." Exclamó el alfa absolutamente indignado. "Y ni siquiera estaban fuera, estaban en el puto pueblo."

"¿Qué?" Draco abrió los ojos, sorprendido y confundido. Miró a sus dos alfas. "¿En serio?"

Evans y James se quedaron callados y compartieron una mirada.

"¿Qué estabais haciendo?" Inquirió Draco.

Los alfas lo miraron en silencio.

"Evans." Draco lo llamó con un tono exigente, porque tenía el presentimiento de que Evans había sido el líder de cualquier idea que hubieran tenido. James solo había sido vilmente manipulado por su hermano mayor.

"Júrame que no vas a enfadarte."

"Estoy barajando las posibilidades."

"Que conste que lo hice por ti." Aclaró Evans.

"Evans, qué habéis hecho." Exigió Draco, muy serio.

"Sé que me dijiste que dejara el tema, pero no podía. Me indigna que haya cosas injustas en el mundo y—."

"Evans, por favor."

"Oye mira, eres nuestro omega y te queremos muchísimo. Sabes cómo me pongo si no te muestran respeto—."

"Joder, ¡hemos ido a hablar con Nancy!" Confesó James, incapaz de soportar más presión. Draco no lo había visto, pero Harry había estado fulminando a James con su mirada penetrante y silenciosa de hermano mayor que decía "No sé lo que has hecho, pero sabes que lo descubriré."

"¡Nancy!" Repitió Draco, alterado. "¡Evans!" Gimió disgustado.

"¡Juraste no enfadarte!"

"¡No juré nada!" Le exclamó el omega.

"Solo le dijimos—."

"No quiero saber nada, nada de nada." Draco se frotó el rostro con las manos, exasperado. "Dios, Evans, por qué."

"Espera, yo sí quiero saber." Confesó Harry. "¿Qué le dijiste?"

"¡Harry!" Draco le regañó

"Le dije que debería de mostrar mucho más respeto por Draco."

"Yo ayudé a intimidar." James alzó la mano como si todo aquello fuera una clase de alcohólicos anónimos y se turnaran para contar sus experiencias.

"¿Y que dijo?" Inquirió el mayor.

"¡Harry!"

"Un segundo, cariño, quiero saber lo que le dijo Nancy." Harry le palmeó su muslo como si calmara a un gatito

"Nos dijo que ella había tratado con respeto a Draco. Luego entró James en la conversación y le dijo que te habías enterado de las cosas hirientes que le había dicho Nancy cuando estábamos en celo y ella vino aquí."

"Un momento, un momento." Harry frunció el ceño. "¿Ella vino aquí?" Miró a Draco.

El omega se quedó callado.

"Draco."

"Júrame que no te vas a enfadar."

"Draco."

"Lo hice por vosotros."

"¡Draco!" Exclamó Harry, exasperado.

"¡Vale, sí, ella vino!" Admitió Draco, y se cruzó de brazos. Los tres alfas lo miraban; Evans con curiosidad, James con naturalidad y Harry con ojos filosos y peligrosos. "Y trajo algunas cosas."

"¿Qué cosas?"

"No me acuerdo. Comida, o algo así."

"¿Qué te dijo?"

"Esto es ridículo, pasó hace como cinco meses—."

"Draco, qué te dijo."

"¡Juraste que no te ibas a enfadar!"

"¡No juré una mierda!" Exclamó el alfa, y miró a James. "¿Por qué yo no estaba enterado de esto?"

"A mí me lo dijo Rob." Confesó James.

Draco siseó. "Maldita sea, Rob."

"¿Y cómo demonios sabe el médico eso?" Harry frunció el ceño. "Ni siquiera se miran."

Draco recordó a Rob y su trato con Nancy sobre la esencia de omega, aunque no tenía nada que ver.

"Probablemente la vio cuando venía aquí." Lo excusó Draco, aunque realmente no sabía cómo Rob había podido saber eso.

Harry miró a su omega, realmente enfadado. "¿Por qué no me dijiste eso?" Por un momento, Draco creyó que Harry se refería al trato de Rob y Nancy. "¿Por qué me dijiste que te había dicho eso pero no me dijiste que había venido a casa?"

Draco se sintió aliviado, en parte.

"No creí que fuera importante—."

"Qué más le dijiste." Le preguntó Harry a Evans.

El alfa meditó unos segundos, haciendo memoria.

"Le dijimos que debía disculparse muy sinceramente con Draco, o te enfadarías mucho con ella."

"¿Enfadarme con ella? Estoy barajando la posibilidad de exiliarla de la tribu."

"Harry." Jadeó Draco, horrorizado. Rob tenía razón, Nancy no era su persona favorita, pero jamás le desearía el exilio a nadie.

"¿Qué?" Espetó con dureza, verdaderamente cabreado. "¿Se atreve a insultar a mi omega, a hacerlo llorar, y después de todo eso espera mi perdón?"

"Harry, es normal que se sienta un poco atacada. He llegado yo y le he quitado al alfa que quería." Murmuró Draco, sin poder evitar sentirse culpable. "Pasa lo mismo con Camille."

"Espera, ¿qué?" Espetaron los tres al unísono, sumamente ofendidos.

Draco supo que a veces debía saber controlar su lengua y callarse algunas cosas.

"James, Evans—."

"¿Qué te ha dicho?" Inquirió Evans, muy serio. "¿Te ha hecho llorar, te ha insultado? Dímelo ahora, Draco."

"Joder, sabía que no era buena idea haberla mandado para que te enseñase la tribu." Resopló James, se pasó una mano por el cabello. "Por eso estabas tan estresado, ¿verdad? Joder, soy imbécil. Mierda."

"James, no pasa nada. En serio." Draco lo tomó de las manos y trató de acercarlo para abrazarlo.

"Sí que pasa, Draco. Joder." James se veía arrepentido y mortificado. "Por Odín, soy un imbécil."

Draco tuvo la necesidad de abrazarlo muy fuertemente, y lo habría hecho de no ser por el propio James, que se alejaba de las pequeñas manos de Draco que trataban de atraerlo. Se sentía un alfa perdedor, alguien que no merecía la compasión de su bonito omega embarazado.

"Vamos a por Camille, James." Draco no se había dado cuenta de que Evans se estaba atando sus pesadas botas militares de nuevo, y que se había abrigado de nuevo, listo para salir.

"¡Evans!"

"Sí, buena idea." Asintió James, yendo a por su abrigo que se secaba cerca del fuego por la nieve que lo había empapado entero.

"Espera, os acompaño." Como si Draco se tratase de un pequeño gatito que es fácil de trasladar, Harry cargó a Draco con sus brazos y lo trasladó de su regazo hasta el sofá.

Draco estaba anonadado y descolocado, todo había pasado en cuestión de segundos.

"¡Espera, no!" Exclamó Draco, tratando de levantarse con cuidado. La sensación de llevar vida en su pancita lo hacía ser el triple de cuidadoso. "¡Estamos en plena ventisca, por el amor de Dios!"

Sus alfas parecieron reaccionar y dejaron lo que estaba haciendo. Evans estaba a punto de guardar el cuchillo de caza que Draco le regaló en su bolsillo, James estaba terminando de enrollar una bufanda en su cuello y Harry ya estaba caminando hasta la puerta con su abrigo negro puesto.

"Dritt [mierda]" Sisearon Evans y James. Harry pateó la puerta.

Draco no supo cómo lo hizo, pero logró que los tres se calmaran de algún modo. Les hizo quitarse los zapatos y quitarse los gruesos abrigos para quedarse más cómodos. Evans echó más leña en el fuego y los tres esperaron a que Draco trajera algo que aseguraba que los entretendría y que les haría olvidar el enfado.

Harry estaba sumamente gruñón. Draco juraba que ni el animal más bonito y esponjoso del mundo le haría cambiar de ánimo.

A Evans le entregó un libro completo con nombres en noruego para bebés, tanto niñas como niños. Los ojos del alfa brillaron y sus cejas se alzaron con entusiasmo. Draco sabía que a Evans le gustaba leer, y pensó que leer el significado de los nombres de cachorro tal vez lo calmaría un poco.

Con James la cosa fue diferente, a James le entregó una caja que estaba repleta de las mantitas y pequeñas ropas que él mismo había tejido para los cachorros. Quería que James las perfumara, porque le gustaba el olor a lavanda de James. Sabía que James estaba emocionado con la idea de oler a sus futuros bebés, porque para cualquier alfa es una tarea emocionante y enternecedora.

Harry lo miró gruñón y ofendido. Seguía de brazos cruzados y se sintió confundido al ver que Draco no traía nada para él, al menos no en las manos.

"Anima esa cara." Le dijo Draco. Se sentó en el regazo de Harry y se acurrucó sobre él. "Mira a Evans y a James, están súper entusiasmados."

Evans y James habían terminado fusionando sus tareas. De vez en cuando le mostraban a Draco algún nombre que les gustara.

"¿Y yo que se supone que soy, tu cama?" Refunfuñó Harry, fallando miserablemente en el intento de sonar aún muy enfadado e indignado. Le derretía el corazón ver a sus hermanos tan felices y emocionados por los bebés, tan emocionados como lo estaba él aunque no lo demostrara tan abiertamente.

Su omega se acurrucó en su pecho y cerró los ojos, respirando profundamente sus tres olores favoritos mezclados; pino, lavanda y limón, con ese inevitable toque de roble.

"No, tú eres mi alfa." Le dijo Draco, y Harry no dijo nada porque Draco tenía toda la razón y él estaba de acuerdo. "Tú simplemente tienes que estar con nosotros."

Harry miró la escena. Sus hermanos y Draco parecían muy emocionados hablando y perfumando la ropa de los cachorros. El ambiente era cálido, no solo por el calor de la chimenea; era un hogar, un hogar de verdad, eran una familia.

Desde que Draco había entrado en sus vidas todo era mejor; el ambiente, el estado de ánimo, las relaciones eran más estrechas. Sin Draco en sus vidas, Harry no estaba seguro de cómo podría haber manejado tanto estrés solo con sus hermanos.

Probablemente, tarde o temprano, se habría tenido que emparejar y enlazar con Nancy, él y sus hermanos. Esa idea le disgustaba de sobremanera, le hacía querer vomitar.

"¡Mira este nombre!" Exclamó Draco, alegremente. Tenía el pequeño libro de nombres en sus manos y se lo mostró a Harry. "¡Lo han encontrado Evans y James! ¿No es precioso, Harry?"

Draco le era fascinante. Tenía esos ojos alegres y grises, que en un principio había creído fríos y vacíos. Draco siempre sonreía, y el embarazo lo tenía feliz y apasionado. Harry nunca había sido de los que se quedaba en la cama muy tarde por la mañana, pero con Draco a su lado, acurrucado, Harry podría morir en esa cama con tal de estar una eternidad con Draco así, en esa postura; abrazados, acurrucados, con las piernas entrelazadas y enamorados.

"A ver, déjame ver." Harry se inclinó y leyó. Él asintió. "Ragnar es un nombre precioso."

(...)

Rob estaba vendando el brazo del mismo alfa que Draco recordaba, el que había sido atacado por forasteros. Draco estaba estudiando como en su día a día en la cabaña del médico. Pero aquel día no podía concentrarse lo suficientemente bien en su lectura sobre Hongos y Setas venenosas.

Estaba demasiado ocupado mirando a ese alfa herido, que no paraba de mirar a Rob. Draco llegó a la conclusión de que esos ojos marrones que miraban el rostro calmado de Rob con ese brillo no era cualquier cosa, ni tampoco era normal.

Draco pensó que tal vez ese alfa estaba enamorado de Rob.

Draco comenzó a cuestionarse muchísimas cosas; si cortejaría a Rob o no, si Rob era consciente de sus sentimientos o no, si las parejas de alfas eran permitidas en esta tribu o no. Y, en primer lugar, si era verdad que ese alfa estaba enamorado de su mejor amigo o no.

"Los hongos y setas no están en mi cara, hermano." Comentó Rob de repente, sin siquiera mirarlo. Estaba demasiado ocupado vendando el fuerte brazo del soldado herido.

Draco parpadeó, y desvió su mirada hacia el alfa herido. El pobre soldado no parecía más que fascinado con solo oír hablar a Rob en un idioma que probablemente no entendía.

Draco abrió la boca, indeciso.

"¿Hay algún efecto de los hongos que provoque la alucinación?"

"Muchísimos."

"¿Pero que provoquen alucinaciones sin haberlos olido, o tocado?"

Rob frunció profundamente el ceño, muy desconcertado. Miró a Draco fijamente durante unos segundos tensos.

"¿Tienes pensado drogarte?" Le preguntó el médico muy seriamente. "Draco, no puedes drogarte estando embarazado."

Draco desvió su mirada de Rob hacia el alfa, que seguía mirando fijamente a Rob.

El omega miró a su amigo de nuevo.

"No, déjalo, es sólo que—." Balbuceó. "Nada, olvídalo."

Pero Draco no podía simplemente olvidarlo, aunque Rob dejó de prestarle atención. Cada vez estaba más seguro de que ese alfa estaba enamorado de su hermano de diferente sangre, ese alfa miraba al médico con los mismos ojos que él miraba a los trillizos.

"Vær mer forsiktig. Selv om du er en veldig sterk alfa, er du ikke evig. [Ten más cuidado. Aunque seas un alfa, no eres eterno.]" Draco oyó a Rob hablar. Sólo había entendido algunas palabras, y era porque Rob le estaba enseñando a hablar en noruego. Se maldijo por no saber más noruego.

El alfa soldado, ya vendado, le sonrió a Rob. El alfa era bastante apuesto y corpulento, lo suficiente para atraer a muchísimas betas y omegas, pero Draco se preguntó si lo suficiente para atraer a Rob. Su primera pregunta era si a Rob le gustaban verdaderamente los alfas.

"Tusen takk, du er min lykkebringer. [Muchas gracias, eres mi amuleto de la buena suerte]" La voz del otro alfa era un poco más grave que la de Rob. El alfa era un poco más alto que Rob, un par de centímetros, pero lo suficiente. "Spiste du kaninen jeg fanget? [¿Te comiste el conejo que cacé?]?

"Ja, takk Ragnar. [Sí, gracias Ragnar]"

Draco sí entendió eso, y se sintió sumamente mal al recordar que Rob cocinó ese conejo para que Draco se lo comiera.

Ragnar sonrió y asintió, se despidió de Draco y de Rob.

El médico miró a su amigo, Draco estaba con los ojos abiertos como platos.

"Lo conoces." No era una pregunta.

"Sí." Confesó Rob, muy tranquilo.

"Cazó para ti."

"Sí."

"Y tú me diste la presa que él cazó para ti."

"No te sigo, ¿esto es una especie de cadena para decir cosas que son obvias y yo responder sí—?"

"Rob, te regaló un conejo."

"Sí."

"Un conejo."

"Lo hizo, sí. Sé qué es un conejo."

"¿Y te quedas tan tranquilo?"

"Le he curado más cicatrices a él que a cualquier ser de este mundo." Dijo Rob, que había comenzado a guardar los vendajes en su alforja de cuero. "El conejo fue una manera de agradecerme."

"No, pagar es una forma de agradecer, un conejo es cosa seria."

"Más de una vez ha dicho que está en deuda conmigo."

"También sé que tú no cobras por curar."

"Draco."

"En serio, Evans me ha traído muchos conejos. De hecho, ahora tenemos una mascota, se llama Snow—."

"Sé por dónde vas, y te aseguro que vas por mal camino." Le dijo Rob, Draco se quedó callado y el médico siguió. "Hay más de tres omegas interesadas en él."

"Sólo digo que con esos ojos no puedes mirar a cualquiera."

"También pensaba que una mirada tan alegre y buena como la tuya no podría existir, y míranos ahora."

Rob dio por finalizada la conversación ahí. Draco no quiso presionarlo más, supo que se había equivocado completamente.

El médico siguió curando a personas que necesitaban ayuda; dolores de celo, vómitos, resfriados y hasta hombros dislocados.

"Draco." Rob lo llamó, y Draco lo miró. "Ven."

Rob estaba atendiendo a un hombre con un dolor agudo en un pie, una quemadura. Draco frunció el ceño y esperó las órdenes de Rob. Normalmente las cosas funcionaban así, Draco era el ayudante y Rob el profesional.

"¿Qué es lo que tenemos entre manos?"

"Una quemadura." Dijo Draco.

Rob asintió. "Muy bien, una quemadura, correcto. ¿Qué se hace primero?"

"Aliviar el dolor." Contestó.

"Bien, adelante." Lo animó Rob, y Draco lo miró anonadado. "Creo que es hora de que vayas... poniendo en práctica algunas cosas."

Draco le preguntó por qué, pero Rob le dijo que atendiera la herida.

Draco aplicó las hiervas calmantes y trató la quemadura, la vendó y la cuidó tal y como los libros decían. Rob fue quien se quedó sentado en la silla, admirando a Draco y dándole un par de consejos de vez en cuando.

Los tres siguientes pacientes los atendió Draco, Rob sirvió té para Draco y para él.

"No lo entiendo, ¿por qué hago yo esto, Rob?" Le preguntó Draco, cuando el tercer paciente con dolor de garganta se fue.

Rob se encogió de hombros, "¿Y por qué no?"

"Rob, hablo en serio."

"La única forma de que no mueran los conocimientos, es irlos transmitiendo." Rob sorbió su taza.

Draco no tuvo tiempo para hacer más preguntas, el cuarto paciente llegó. Era una mujer vieja y muy delgada, con un enorme dolor de cabeza.

"Hvem er han? [¿Quién es él?]" Preguntó ella.

"Han? [¿Él?]" Repitió Rob. "Legen. [El médico]"

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