Resignada a su destino se sentó ante el espejo de su recámara, quitó las horquillas que sostenían su cabello, suspiro. Soltó la larga trenza que había estado recogida en lo alto de su cabeza, tomo el cepillo y comenzó a cepillar su largo cabello.
– Debes sonreír, ha sido una noche magnífica, todo salió como lo teníamos preparado.
Sophia miro a su madre a través del espejo.
– Como ustedes lo tenían preparado, si quieres acepte este casamiento, deja que yo tomo las decisiones sobre lo que se hará, me ahogan!– se levantó de su silla y abandono su recámara, bajo a la primera planta y vio como su padre leyendo el diario.
Suspiró cansada de todo lo que venía soportado desde hacía días.
Salió al jardín, mirando el cielo se abrazo así misma, hacía mucho frío.
– Pronto caerá la primera nevada
Dijo en un triste susurro.
– Mi Holden– bajo su cabeza cerrando con fuerza sus ojos – que haces a esta hora?.
Dió un paso delante y luego otro, alejándose de la casa que ocupaba con sus padres.
Caminó y caminó sin saber a dónde se dirigía.
Sorprendida se vio en medio de aquel jardín donde ya no habían luciérnagas.
Una lágrima resbaló por su mejilla.
– Cuánta falta me haces!– con sus piernas hacía atrás se sentó sobre el césped húmedo, pasando su mano sobre este recordando cada instante que había pasado allí con su amado lord.
Tembló, el frío de la noche se hacía más intenso.
– Como desearía que algún día pudiéramos estar juntos, pero sin reservas y poder entregarme a tí como lo soñé.
Gimió, se sentía una miserable. Engañando a John.
– Pobre John, no merece me case con él estando enamorada de otro, si es necesario partire lejos de aquí, dónde no pueda hacerle daño.
Sin fuerzas se levantó del frío césped, una luciérnaga paso cerca de su rostro, elevó la mirada para seguirla.
Levantó su mano y esta se posó en ella.
– Pobre, haz quedado sola como yo. Cuál desdichada soy– la luciérnaga se fue, dió la media vuelta y volvió a la casa.
– Dónde estabas?– Inquirió angustiada Aurora.
– Dejame vivir mi tristeza en paz, no me hagas más daño– subió las escalinatas a paso lento.
Aurora sé sentó en la mesa y lloro por su hija.
Porque el corazón era tan caprichoso.
LONDRES CANARY WHARF.
MANSIÓN LONDINENSE DE LOS CONDES DE ASHFORD.
– Vamos, debemos ir al sastre.
Holden miro a Michael y bufo molestó.
– Lo que deseo es volver a Ashburg.
– No estás hablando en serio, ¿ Verdad?.
Holden negó bajo su cabeza y cerro sus ojos.
– No, es una locura volver en este momento; si lo hago Sophia pagará las consecuencias de mis actos.
– Padre te amenazo.
– Si, me dijo que si vuelvo a Ashburg Sophia sería enviada a un convento. Y lo menos que deseo es hacerle daño.
– Vamos hermano, consigue una lady que sea dulce, amable y amorosa, pero eso sí, debes amarla.
Sabía que sería imposible amar a otra mujer que no fuera Sophia.
– La temporada comienza en un par de días.
Desanimado tomo su abrigo y salió detrás de su hermano, el encierro no le hacía bien; iría al sastre a medirse sus trajes.
ORANGE ROSES, ASHBURG MANSIÓN DE VERANO.
recorría el jardín, cada rincón que había caminado juntos a Holden, el lago era su lugar favorito; se subió a un árbol de manzanas. Tomo una y la mordió.
– Jajajaja... No!, Me haces cosquillas, no sigas por qué te golpeare la cabeza– cerro los ojos recordando la mañana en la que se habían escapados al lago.
Una lágrima bajo por su mejilla.
– Eres malvado, gozas viendo sufrir por esas cosquillas que me haces!– Holden sabía de sobra que ella odia le hiciera cosquillas, y era la única manera que tenía para vengarse porque ella no quería besarlo.
– Seguiré si no me besas– le había amenazado él.
– Está bien, te daré todos los besos que desees– se coloco sobre él quien estaba recostado a una de las gruesas ramas del árbol– podría seguir así todo el día, pero debo marcharme, madre pronto regresará del pueblo– con destreza descendió del árbol, y corrió a su casa.
– Sophia? – Abrió los ojos al escuchar la voz de John – que haces allí, ven baja puedes hacerte daño.
Sin decir nada bajo del árbol dónde había sido tan feliz con Holden.
Le molestaba que John fuera tan controlador, que le cortará las alas.
– Que hacías montada allí, las damas no andan trepando árboles– al escuchar eso sonrió sin humor.
– No soy una dama, soy una campesina.
John la miró y se dió cuenta que los ojos de Sophia no brillaban como el primer día que la vió.
– Se que no me amas, pero puedes decirme que te sucede.
Sophia lo miró a los ojos, suspiró.
– Tienes razón, no te amo. No creo que merezcas tener como mujer a quién no te ama.
– Sophia, te amo y estoy dispuesto a ganar tu corazón.
– Prohibiendome ser libre no ganarás mi corazón, me haz prohibido ir a la sastrería, también me prohibiras cabalgar, nadar o trepar árboles!, Creo que no podré pasar mi vida encerrada en una casa sin poder abrir mis alas.
– No, claro que no quiero tenerte encerrada, pero cuando seas mi esposa no tendrás necesidad de ser trabajadora.
Ella negó.
– No quiero tener que pedirte permiso para cada cosa que vaya a hacer.
– Pido disculpas por mi proceder, si quieres vuelve a la sastrería, no me opondre.
Sophia sonrió, valoraba mucho ser libre, independiente y tomar sus decisiones.
Volvió a la sastreria, Madame Constance la recibió encantada.
– Estás emocionada?– le pregunto una tarde mientras le hacía la última prueba del vestido de matrimonio.
– Porque lo estaría?– cuestionó.
– Querida, serás la esposa de John Mortimer, te parece poco.
Sonrió avergonzada.
– Oh!, Por supuesto que lo estoy, él es un buen hombre.
– Te ves preciosa, lucrecia hija, pásame el velo de encaje–
Lo coloco sobre el cabello de Sophia
– Te ves magnífica– un nudo se formó en la garganta de Sophia – estás bien?– cuestionó al ver la mirada de Sophia.
– No, en verdad estoy mal, tengo miedo de no amar a John, miedo de ser una mujer desdichada, él es tan bueno.
– Le aprecías?.
Miro a Magdalena.
– Si porque!.
– Así comienza el amor, por el apreció, cuando veas lo querrás como si fuera indispensable. Después no podrás dejar de verlo y querrás estar con él a cada momento.
Bajo su mirada.
Eso era lo que sentía por Holden.
No por John.
Miro su reflejo en el espejo, sabía que sería un camino difícil y lleno de espinas, pero debía recorrerlo por sus padres.
LONDRES CANARY WHARF MANSIÓN LONDINENSE DE LOS CONDES DE ASHFORD.
– Ya!, Cambia esa cara, tal parece que estás en un sepelio.
– Estar aquí me astia.
– No puedes quejarte, debes cumplir.
– Fácil para ti, puedes tomar como esposa a la mujer que quieras.
Michael sonrió.
– Si, le doy gracias al cielo por ser el repuesto.
Holden lo miro de manera asesina.
– Padre viene hacia acá– Holden lo miro y gruño, apretó sus manos.
– Viene para que conozca a otro lady insufrible.
– Hijo, ven conmigo – Holden lo siguió, no le interesaba conocer a nadie.
– Te presento a lord Maintre, y a su preciosa hija, lady Grace Georgina Catherine Jennings Lorence Maintre.
Holden miro a la joven frente a él, rubia de cabellos largos y mirada tierna, nariz fileña y boca delgada, piel blanca como la leche. Todo lo opuesto a Sophia, su dulce Sophia.
Su Sophia era vivaracha, alegre y risueña su mirada destella pasión y encantó.
Se extremecio, nunca jamás conseguiría una mujer tan encantadora como ella, una mujer que se metiera debajo de su piel como lo había hecho Sophia.
– Mi lady, es un placer – Grace lo miro y sin decir palabras sonrió con timidez.
– Sacala a danzar – ordenó su padre a su oído.
Holden hizo como su padre le había exigido.
Grace era una excelente danzarina, pero no sé igualaba a Sophia, quien tenía destreza danzando.
Sonrió al recordar la vez que ella le estaba enseñando a bailar.
– Creo que te cobraré extra – dijo tras sentir el pizoton que Holden le había dado– está es la quinta vez que me pisas.
– Perdón maestra!– dijo con voz ronca, la tomo por la cintura y la atrajo hacia él.
– Eres un tramposo, siempre me pides te de lecciones de danza y termino siendo besada por ti.
– Ha Sido un palcer, mi lord– salió de sus pensamientos cuando escucho la voz de Grace. A diferencia de la de Sophia la de Grace era más suave.
– El placer ha sido mío, mi lady– hizo una reverencia– desea algo de tomar?– Grace sin dejar de mirarlo asintio.
Dejándola cerca de sus padres fue por un vaso de limonada.
Grace lo recibió, y tomo de el.
– Gracias, hace mucho calor – saco su abanico y lo abrió, comenzó a agitarlo para refrescarse un poco, Holden la miro, sus mejillas estaban rojas como tomates.
– Ha Sido un palcer, pero debo retirarme– tomo la mano de Grace y depósito un beso en ella.
Grace sonrió.
– Te haz portado a la altura, debes pedir permiso para cortejarla, ella será tu condesa.
Holden la miro, trago en seco, sabía que si la tomo a como esposa su vida al lado de ella sería un tedio.
AL DIA SIGUIENTE.
– Padre, no puedo tomar a lady Maintre como esposa.
Su padre lo miro y nego.
– A quien piensas tomar como condesa, ah!, A la señorita Sophia Mcnoure. Déjame decirte que se ha casado con el señor Mortimer, no puedes ir Ashburg y sacarla de su casa y traerla a Londres.
Sin emitir palabra alguna miro a su padre.
– Debes estar mintiendo, ella no pudo convertirse en la esposa de Mortimer.
Dió un paso atrás.
– Si, mira la misiva que me ha enviado Mcnoure.
Tomo el papel en su mano y leyó la negra letra.
Mi estimado conde de Ashford, le comunico que a los quince días del mes de Diciembre del año de 1826 mi hija la señorita Sophia Mcnoure Bryton se ha convertido en la señora Mortimer Mcnoure Bryton.
Holden arrugó el papel que le había dado su padre y lo lanzo a la chimenea.
– Hablare con el barón de Maintre y cortejarme a su hija, le haré el heredero.
El conde miro como su hijo se marchaba del estudio, sonrió satisfecho. La misiva había sido la ayuda que necesitaba. Ahora sí, debía seguir con el plan de casarlo hasta el final.