Capítulo 1: La apuesta
Todo inicio el último primer día en una estúpida apuesta.
Sí, una apuesta.
Debería comenzar a explicar mejor lo que pasó esa mañana del último primer día; así le decían la mayoría de las chicas que entraban al último año del instituto; como yo, este era el primer día del último año escolar.
Entré buscando mi casillero con mi estilo de botines blancos de algodón, mi sudadera fucsia, blue jeans y mi cabello azul turquesa, no era tan loco mi estilo tomando en cuenta que en esta escuela de talentos era muy común ver personas excéntricas, es decir, nos daban mucha libertad para expresar nuestro estilo en nuestras diferentes áreas, por ejemplo yo, estaba en el área de pintura, otros estaban en deportes o música; esta era una escuela privada y de alto prestigio, la única manera en la que logré entrar aquí fue gracias a una beca que mis padres me consiguieron en su trabajo.
Ah, no lo había mencionado.
Mis padres trabajaban para Calvin Junior Craft, dueño de una de las empresas de alimentos más importantes de la ciudad, heredero de la fortuna del famoso exjugador de basquetbol Calvin Craft... abuelo de mi crush desde que inicié el instituto; Cristobal Craft, el chico más sexy, guapo y perfecto que había visto en toda mi vida.
Ojos profundamente verdes, cabello en leves ondas, hoyuelos en las mejillas, una sonrisa perfecta, alto, musculoso y los tatuajes de sus brazos sobresalían junto con las perforaciones de sus orejas.
Mi madre decía que parecía un pandillero, yo decía que se parecía al amor de mi vida, siempre amé el arte, y que él hiciera de su cuerpo un arte era una flecha directa a mi corazón lanzada por cupido.
—¡Ka!
El grito de mi amiga Patricia me hizo sonreír cuando ya había abierto mi casillero y me voltee para abrazarla, no la veía desde antes de navidad porque ella había viajado con sus padres a otro país.
—¡Pa! —le grité de regreso, siempre nos llamábamos así, desde que nos hicimos amigas hace casi 5 años el primer día de clases, ella también estaba en el área de artes, pero en dibujo técnico, yo en pintura libre, esta escuela tenía mucha variedad.
—Cuéntame bien que no te creo —dijo, sus ojos marrones ampliándose sedienta de información, ella tenía mechas en el cabello de diferentes colores como el arcoíris, aunque su ropa siempre era oscura, le gustaba el estilo gótico.
—¿El qué? —murmuré, nos escribíamos siempre y es que le había contado tantas cosas que me perdía.
—Lo de Cristóbal —dijo exasperada— ¿Cómo es eso que se besaron en año nuevo?
Bueno, beso; beso... no, porque me quedé demasiado impactada, pero aun así...
—Me besó —dije aun sin poder creer que de verdad había pasado.
—No te creo —refutó cruzándose de brazos.
—¿Entonces para que quieres que te cuente si no me crees? —refuté.
—Pero o sea detalles —dijo exasperada—, ¿hubo lengua? ¿Dónde fue? ¿qué te dijo?
Sentí su lengua, pero nunca abrí mi boca, y pues, realmente nunca hablamos.
Ahora en vez de molestarme el hecho de que me robara un beso, me molestaba que no hubiera sido lo suficientemente rápida para corresponderle.
Maldita sea.
Ya le había contado los detalles a Patricia, pero realmente no me cansaría de repetírselos diez mil veces más. Desde que nos besamos en año nuevo era una escena que repetía en mi mente una y otra vez, solo contaba los días para que iniciaran las clases y por fin vernos.
Cristóbal y yo nunca habíamos caído en secciones iguales, y de hecho él estaba en el área de deportes como jugador de baloncesto, lo que quería decir que lo admiraba de lejos cuando almorzábamos o en algún momento en los pasillos, pero a pesar de que siempre me teñía el cabello de diferente color y usualmente no pasaba desapercibida por mi vestimenta, él nunca me lanzó ni una mirada. Nada. Como si simplemente yo no existiese.
—Me muero —dijo Patricia soltando un grito de fan adolescente por mí, Cristobal era nuestro crush, o más bien el de todas las chicas del instituto, siempre llegaba en un carro último modelo diferente y su actitud confiada hacía que nunca pasara desapercibido.
Estaba bueno, y él lo sabía.
Que me besara era como haber sido elegida por el dios del olimpo.
Sí, lo tenía en un pedestal y no querría bajarlo nunca.
—Joder, ahí viene —dijo Patricia, sus ojos fijos en algo más allá de mí en la puerta del instituto, me voltee como el exorcista casi causándome tortícolis en el cuello y ahí estaba él.
El amor de mi vida.
Y es que cada vez que lo veía era como si todo pasara en cámara lenta a su alrededor y el viento se encendiera únicamente para azotar su cabello.
Es que él era parte de esos chicos populares; los reyes, los que estaban en la mira de los agentes para firmar contratos millonarios e ir a las grandes ligas porque jugaban de manera sobresaliente, Cristóbal era de los mejores, salía con las chicas más linda, mayores, universitarias, le llovían a cantaros y yo solo lo admiraba de lejos...
—Háblale —me incitó Patricia estremeciéndome por los hombros.
—¿Qué? —solté como si fuera un disparate— No.
Me daba nervios el mero hecho de acercarme después de haber pensado tanto en él, sentía que él sabía que lo había soñado cada noche.
—Hablale no seas cobarde —dijo Patricia—, tenemos que ver si recuerda el beso.
—No, no quiero —dije, las manos se me pusieron frías por el mero hecho de pensar en acercarme a él.
Yo era la chica más miedosa del mundo.
—Anda, ponte las bolas —insistió.
—No tengo bolas —repliqué.
—Bueno los ovarios —refutó—, ¡vamos!
Tomé una profunda respiración y me llené de valor.
«No seas cobarde, Karla Martinez».
Me acerqué hacia él haciéndole frente, deteniéndome y abriendo la boca para decir al menos un "hola" sintiendo que todo era surrealista, pero entonces Cristóbal Craft ni siquiera me miró, solo iba con la mirada fija al frente y me esquivó continuando su camino, dejándome como una completa tonta a mitad del pasillo completamente desestabilizada.
Me regresé a mi casillero sintiendo que mis mejillas no podían estar más enrojecidas.
—Eso fue humillante —comentó Patricia pareciendo apenada por haberme animado a ir.
—Me hizo la ignoración en mis narices —dije—, me dejó en visto en la vida real.
—Creo que ni en visto —dijo Patricia intentando bromear—, ni siquiera abrió el mensaje.
—No se acuerda de mí —suspiré sintiéndome decepcionada, pero es que, ¿Qué creía? ¿Qué iba a verme y hablar conmigo? Bueno, sí, eso era exactamente lo que esperaba.
Esa noche estaba muy borracho, solo fui una chica al azar y eso realmente dolía.
En mi fantasía quería que volviera a verme y me recordara, que se enamorara de mí y luego me pidiera ser su novia.
Pero claro, si el mundo cumpliera nuestros deseos ya todas seríamos esposas de BTS.
—Qué lástima —dijo Patricia y ambas volteamos para ver a Cristóbal alejarse, su espalda, su trasero; su cuerpo deportivo, era colirio para nuestros ojos—, semejante bombón está para cenar...
—Si pudiera elegir a alguien para que me quite la virginidad sería él —dije terminando de sacar los libros que iba a usar y cerrando mi casillero para apoyarme de él con desgana.
—Lo tienes muy sobrevalorado, la virginidad está sobrevalorada —dijo Patricia—, no es la gran cosa.
Claro, para Patricia no era la gran cosa, desde los 14 años salía con universitarios e iba a festivales de rock donde me contó que estuvo en orgías, su familia no tenia problemas con el dinero, su padre tenía tiendas de repuestos de autos y ella era la única hija, le encantaba experimentar y ser libre.
Yo no, yo pensaba mucho las cosas y quería que me pasara algo como las historias que leía en los libros, donde un chico se enamoraría perdidamente de mí y me bajaría la luna y las estrellas...
—Yo estoy esperando a alguien especial —suspiré—, y quiero que sea él.
Mi fantasía sexual era estar con mi crush.
—No me importaría estar con él —comentó Patricia, y los celos me carcomieron un poco, es decir, Patricia era guapa, con un buen cuerpo y su espíritu libre hacia atraer a los hombres como imanes, en cambio yo pues... no sé, siempre me las arreglaba para alejarlos de mí, en su mayoría porque ninguno llamaba mi atención, solo estaba enfocada en Cristóbal; mi crush imposible.
—Yo quiero estar con él primero —expuse a Patricia, no podía exigirle que no se le acercara porque pues, él no era mío, pero al menos sí podía reclamar el primer puesto.
Lo sé, eso era muy estúpido, pero tomando en cuenta de que Cristóbal Craft jamás se fijaría en ninguna de las dos, pues no me importaba intentarlo.
Patricia tenía la mirada en el algún punto más allá con una ligera expresión de esas que usaba cuando pensaba en algo curioso y de repente me miró para decir:
—Deberíamos apostar.
—¿Apostar? — Pestañee un par de veces sin comprender.
—Si, apostar —dijo pareciendo maravillada de su idea—, ya sabes para ver quien logra acostarse con él primero.
¿Qué?
Eso me parecía muy ruin...
—Eso es muy bajo y dudo que suceda... —era un completo disparate.
—¿Entonces que tenemos que perder? —replicó encogiéndose de hombros.
Nada.
Realmente no perdíamos nada.
—¿Qué apostaríamos? —dije con interés.
—La que no se logre acostar con él primero —lo pensó por un momento— tendrá que hacer un autorretrato del director Wolfman.
—No.
Ni siquiera lo pensé, un autorretrato llevaba días, horas y dedicación absoluta, era un castigo horrible y más aun al director Wolfman, ese hombre era el sujeto más asqueroso, pervertido y mal oliente que había conocido en mi vida, todas las profesoras le tenían asco por sus intentos de coqueteo, al menos no se había acercado a intentar ligar con alguna estudiante; o al menos hasta donde sabía.
—Si. —dijo Patricia— Y habrá que dárselo como regalo diciendo que es nuestro héroe.
No, eso era asqueroso.
—¿Quién te hizo tan cruel? —refuté con una mueca.
—Es para la que pierda la apuesta —dijo Patricia—, me parece un glorioso castigo. ¿O dinero?
—Joder, no —dije estremeciéndome—. ¿Dinero?
—Mil dolares.
—Yo no tengo mil dolares —giré los ojos, tal vez con los ahorros de la universidad, pero Patricia obviamente no le pesaba esa cantidad de dinero.
—¿A que le temes? —dijo Patricia— ¿Trato?
Me extendió su mano y la observé dudosa.
—Uhm, Mil dolares —lo pensé—¿Hasta cuando duraría la apuesta? —pregunté.
—Hasta que se acabe el año escolar —dijo—, si no lo logramos ambas tendremos que hacer el retrato del director Wolfman.
—Eso es presión —dije asustada.
—Es la idea de una apuesta.
—Preferiria el dinero —dije.
—Dinero entonces.
Pues, realmente dudaba que alguna de las dos iba a lograrlo y posiblemente al terminar el año escolar la lograría convencer de no hacer ningún retrato o entregar ningún dinero, así que me encogí de hombros y le estreché la mano sellando la apuesta.
—Que gané la mejor —sonreí.
Obviamente, no sabía en lo que me estaba metiendo.
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Primer capitulo❤ espero les guste la historia, Karla y Patricia están locas yo sé, pero no las odien, todo tiene un propósito y esta historia se pondrá muy buena😈😈
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HAY MUCHAS MAS HISTORIAS EN MI PERFIL COMPLETAS, TOMA EN CUENTA QUE ESCRIBO EN MAYUSCULAS PORQUE ESTOY GRITANDO🤣🤣🤣🤣