Las miradas en mi no cesaban. Sabia lo que provocaba con simples movimientos. Algo cansada de bailar tanto y hacerles un mínimo show a los hermanos Harrison, camine hacia la barra acomodando mi cabello pidiendo un trago.
Sentí una presencia detrás de mi y con mi trago en la mano decidí darme la vuelta para enfrentar al contrario. Cuando vi quien era no fue una sorpresa para mi, sabía que el chico no podía resistirse a mi baile. Sonreí de forma pícara mientras el me miraba de pies a cabeza devorándome como por quinta vez en la noche.
— Así que tú eres la chica nueva de quien todos hablan. Yo soy-.. — intento hablar coqueto pero lo interrumpo mientras me cruzó de brazos
—Erik, Erik Harrison.— dije arqueando mi entrecejo.
—Woow, veo que ya me conoces, preciosa. ¿Qué te parece si subimos si una de las habitaciones y hacemos algo divertido? — dijo pasando sus brazos por mi cintura.
Mis hormonas estaban alborotadas y el calor emanaba de mi cuerpo. Me hacia falta una buena noche de sexo, pero no perdería mi dignidad con un chico como este.
—Ya veo, ¿crees que soy una de tus fans o de esas chicas que mojan la tanga por tí? — dije seriamente
Si lo soy, soy una de las chicas que se mojan con solo tu mirada, pero no soy una estúpida.
—¿Acaso no lo eres? Vamos, todos se mueren por-.. — volví a interrumpir arqueando mis cejas mientras sonreí burlona
—Por tí. En primer lugar; no soy una de tus chicas. Segundo; Yo follo con quien quiero y donde quiero. No con tipos idiotas como tú, 5 centímetros no son suficientes para mí—
Dije sonriendo burlonamente mientras quitaba sus manos de mi cintura, tome el trago de alcohol y vi que Agus me esperaba en la salida. Me acerque a ella viendo su nerviosismo y como trataba de arreglarse el top.
— Tienes el top al revés, supongo que ese chico fue más que simple pasos pélvicos— dije alzando mis cejas en señal de Picardía.
Agus me miraba con vergüenza pero con ganas de querer decapitar mi cabeza en este mismo instante. Mire de reojo a las personas de la fiesta y al ver como Erik se acercaba tome el brazo de la chica azabache y camine con rapidez hasta el auto
— Hola de nuevo, chicas, ¿a casa otra vez?— dijo Carlos, el chofer de 72 años de edad. Quien esbozaba una sonrisa brillante pero a la vez cansada.
— A mi casa, primero. — dije mientras subimos al coche, le regale la misma sonrisa al chofer.
Cuando mire por la ventana del coche observe a Erik mover los labios lentamente pronunciando algunas palabras. Serás mía, Joy.
Mi piel se erizo y Carlos puso en marcha el coche para llevarnos a casa. En todo el viaje Agus y yo nos quedamos calladas, estábamos algo borrachas. Baje del coche despidiéndome con la mano para luego entrar a mi casa, más una leve luz iluminaba la Sala.
A pasos lentos y cansados me acerque, mi tía estaba allí, dormida, rece a Dios para que no me descubriera.
Subí a mi habitación con rapidez, me quité la ropa dejando esta en el sesto para lavar. Me di otra ducha para poder dormir fresca, más recuerdos de las manos de Erik recorrían mi cabeza.
Podría haber sido follada allí mismo si mi intimidad pensara por su sola, agradecía que mi mente haya entrado en razón en ese momento.
Me coloque mi pijama de ositos para después recostarme y dormir un poco.
...
Mi cabeza dolía, y no sabía el porque, odiaba beber sin control y no recordar casi nada.
Mire a mi lado, Agus estaba con su frente recostada en la mesa mientras maldecía por no haberle pedido el número a aquel chico de la fiesta.
— Solo se que se llama Esteban, mierda, era tan guapo y sexy. — dijo mientas la escuchaba refunfuñar.
— Quizás asista a nuestro Instituto, no piernas la esperanza, se notaba que le interesas— dije dándole fe a la de cabellera azabache.
—Ojalá Dios te escuche amiga, ojalá Dios te escuche.. — dijo dramática mientras juntaba las Palmas de sus manos como si fuera a rezar.
Rei leve, más un papel cayó sobre mí, observe el rostro irritado del profesor y agache la cabeza, estábamos hablando en clase y no lo había notado.
—Señorita Johnson, ¿tiene algo importante para agregar?. Puedo notar que estudio mucho y puede explicarnos lo que es la mononucleosis. — dijo sarcástico mientras se cruzaba de brazos.
Lo odiaba, porque me hacia pasar vergüenza enfrente de mis compañeros, carajos, odiaba que me trataran así, agradecí a la Virgen por haber estudiado esta mañana.
— La mononucleosis a menudo se propaga por medio de la saliva y el contacto cercano. Se conoce como la "enfermedad del beso"... —
Explique lo que era aquella enfermedad y como se debería tratar. Cuando termine ya había tocado el timbre, deje escapar el aire reprimido en mis pulmones, deje mis manos en mi rostro estresada
—Espero no se vuelva a repetir señorita Johnson o la mandaré a dirección— dijo el profesor pasando por mi lado para luego retirarse del Salón.
Agus reía a mi lado mientras acariciaba mi hombro.
—Bien hecho amiga, le enseñaste al Vejestorio quien manda— dijo riendo divertida
—Cállate si no quieres que te mate, esto es tu culpa, casi me envían a dirección por hablar de tu amante perdido. — dije cruzándome de brazos mientras negaba y miraba a Agus
Ella me hacia ojitos y evite su mirada para salir del Salón, ella como todo un perrito me siguió hasta la cafetería donde ella fue por su almuerzo y yo me acerque a la Caja expendedora. Tome mi lata de refresco y una barra de cereal.
Agus apareció a mi lado con su famoso jueguito y su boca llena de chocolate.
— ¿Acaso eres un bebé? ¿Necesitas que papi Esteban te ayude?— dije burlona mientras ella me lanzaba una mirada asesina. Alce mis manos en son de paz.
Camine hacia el campus, pues Agus tuvo que ir a otro lado por un imprevisto. Solo suspire Sentándome en las gradas mientras comía mi barra de cereal y dejaba que la brisa chocara contra mi rostro.
Se sentía tan bien cuando el viento dejaba que mi cabello se soltara. Sonreí sintiéndome libre, sola pero a la vez con alguien a mi lado. Todo sentimiento desapareció cuando abrí mis ojos y lo vi.
El estaba sin camiseta mientras corría por el campus junto a sus compañeros de equipo, su cabello oscuro se veía suave, sus ojos oscuros se veían más sexys en el día. Su cuerpo bien formado y sus brazos, carajo. Ahora sabía porque tantas chicas habían caído, sentir su cuerpo contra mi sería la perdición. Ahora comprendía a Agus, y no la culpó, ella tiene toda razón al decir que este chico es ilegal y un diablo. Erik es irreal e ilegal.
El ser consumida por sus llamas sería una jodida y deliciosa perdición.
Pero no puedo rebajarme a tanto ¿o si?. Se que con solo un roce mi mente quedaría en blanco y me entregaría completamente. Además se que no me dejara ir tan rápido, no seré la primera en caer, tenlo por seguro.
El entrenador estaba dándole indicaciones a los chicos mientras Erik limpiaba el sudor que descendía de su frente, su mirada fue hacia mi. Sonrió mientras alzaba una de sus cejas de forma coqueta sin despegar su vista de mi ni un segundo, haciéndome sentir extraña otra vez.
No podía caer ante sus encantos natos. A través de sus ojos podía ver el maldito infierno, tan lleno de lujuria y deseo. Me volvería loca si sigo compartiendo miradas con el, entonces aparte mi vista hacia el cielo.
-¿Te gusta lo que ves? señorita dignidad.- susurro con una sonrisa
Na, solo estaba observando lo lindo que es el cielo
Gracias a la gran distancia no logre escuchar, me sentía una estúpida. ¿Enserio, Joy?,¿haces todo esto solo porque un chico te miro?. Carajo, estoy empezando a perder mi cordura y esto me da demasiado miedo.
Al ver que los chicos terminaron su entrenamiento y no quedaba nadie en la cancha baje las gradas para caminar hacia el salón de clases. Solo faltaban algunas horas y podría irme a i casa y disfrutar de la soledad. Entre al salón llegando algo tarde, por suerte el profesor no había llegado.
-¿Donde carajos estabas?, quería presentarte a Kev.- dijo arqueando sus cejas mientras me miraba como toda una madre regañando a sus hijos.
—Lo siento, Madre. Estaba en las gradas— dije mientras sacaba mis cuadernos.
—Mirando a Erik. ¿Verdad? acosadora— dijo riendo suave
Estaba demasiado sonrojada, había sido descubierta por mi mejor amiga.¿Tanto se notaba la tensión que teníamos?
Solo asenti mientras tomaba mis lápices y empezaba a escribir la fecha en la hoja.
—Veo que él te mira, pero es una mirada diferente, lo tienes embrujado— dijo sonriente mientras me tomaba de los hombros y me sacudía.
—¡Ahh! —dije mareada por la sacudida.
Solo negué mientras apoyaba mis codos en la mesa y dejaba descansar mi rostro entre mis manos.
Sabía que ese tipos de chicos harían que rumores surgieran de la nada en el Instituto, y no podía dejar que eso cambie mis calificaciones.
Porque mi estatus social me importaba una mierda, pero sin duda, mostraré que nadie necesita mal trato y menos de estos tales harrison.
Quizás mis palabras queden en el aire, pero estoy segura que no le temo a nadie ni a nada.