Inked Knockout

By SandyDayDreamer

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Una noche con amigas, un desvío, un callejón solitario. Un plan genial, ¿no? Por si fuera poco con la desastr... More

1.- Cavernícolas y Soju.
2.- Reina de corazones
3.- Adivinanzas
4.- Un pasito atrás
5.- X
6.- Abierto hasta... ¿el amanecer?
7.- Switch Stance
8.- Tíos malos; encuentros peores
9.- De boca en boca y tiro porque me toca
10.- Proposiciones (in)decentes.
11.- Sparring
12.- Juicio y Sentencia
13.- El poder de Rosita
14.- Promesas de tinta roja.
16.- Ley de Gravitación Universal.
17.- Creciente menguante.
18.- Ensoñaciones.
19.- Jab
20.- Encuentros en la tercera clase.
21.- De treinta a cuatro mil ochenta.
22.- Rendición.
23.- Takedown.
24.- Dos a dos.
25.- Muros, paredes y grietas.
26.- Déjame entrar.
27.- Half guard.
28.- ¿Pasado o presente?

15.- Side Control.

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By SandyDayDreamer

—Te juro que no voy a volver muy tarde hoy... Venga, deja ya el sentimentalismo, que me haces sentir fatal —suplico, pero sigue ignorándome como si no existiera—. Si lo que quieres es hacer saber que soy un padre horrible, enhorabuena: ya lo has conseguido.

Está claro que no voy a ceder porque esté teniendo una rabieta, debería entender que tengo que trabajar para mantenernos; además, he sido sincero en el tema de Sonje y le he explicado lo del tatuaje y las ganas que tengo de hacérmelo.

Como sigue con la cabeza vuelta a la ventana, lo doy por imposible y me pongo la chaqueta; me detengo para mirarle y noto cómo pega el oído cuando cojo las llaves del cuenquito de la entrada.

—Me voy —anuncio seriamente, pero sigue sin mirarme—. Me pongo los zapatos y me voy... —le aviso, y eso hago. En cuanto estoy calzado me quedo parado frente a la puerta, esperando que me despida como siempre... Es un cabeza dura y no va a ceder, pero yo tampoco... Por eso, con determinación, abro la puerta y salgo al pasillo, cerrando tras de mí. Y en cuanto doy un par de pasos, le escucho aullar como si no hubiera un mañana.

Después de la pataleta que ha tenido no debería volver a toda prisa a su encuentro; se quiere hacer el duro, pero no deja de ser un blando, y como sé que se va a pasar la mañana triste si no me despido bien, abro la puerta y noto sus sesenta kilos tirándose directamente contra mi pecho en cuanto la abertura se separa lo suficiente.

—Lo sé, lo sé, Gom: yo también te quiero mucho —me disculpo mientras el gigantesco tontorrón lloriquea y me lame la cara—; te prometo que mañana pasaremos más rato juntos, ¿vale? La señora Choi se encarga hoy de ti. Te gusta la señora Choi, ¿verdad? —Gom gimotea y mueve el rabo, lo que me deja saber que preferiría estar conmigo. A este paso no me voy. Siempre me hace sentir culpable cuando salgo de casa, no puede ser que esté tan malcriado.

Al final, tras duras negociaciones y un par de chuches de soborno por medio, consigo irme sin que llore. Ya voy tarde, fantástico, ni he podido desayunar y ahora me estoy muriendo de ham...

—Jungookie, pilla.

Un paquete triangular viene directo a mi cara desde uno de los coches aparcados frente a la casa, sobre el que Jimin se apoya como si fuera suyo. Consigo pescar el paquete antes de que la esquina se me meta en un ojo. Estaba a punto de quejarme a mi hyung por casi haberme dejado tuerto, pero veo que dentro hay un sándwich y, bueno...

—Uhhhh, tortilla y queso —murmuro fascinado. Está calentito, así que supongo que lo habrá comprado de camino en los puestos junto al metro.

—¿Qué se le dice a tu hyung, Jungookie? —pregunta satisfecho, con muchos aires de grandeza, mientras caminamos calle abajo.

—¿No tienes salsa picante o algo para echarle?

Esta vez sí que noto un sobrecito pegándome en plena frente, pero lo cazo al vuelo antes de que se caiga al suelo y rompo el envoltorio con las paletas para vaciarlo en el interior de mi sandwich. Cómo huele esto, me dan ganas de echarme un baile por tener un desayuno decente por primera vez en semanas.

—Graciaaas, qué aproveche. —Una vez he sido agradecido y educado, es hora de comerme esto sin ahogarme por la ansiedad con la que trago.

—Tienes menos ojeras de las que me esperaba —me hace saber, como decepcionado—, ¿no fue bien la noche?

—Sí que fue bien —aseguro extrañado—; pude dormir más horas que en los últimos tres días juntos.

—Pfffff. Vaya novato estás hecho, Jungookie. Si has dormido, entonces no ha sido una buena noche, ¿captas por dónde voy? —Mi hyung lo pregunta como si fuera tonto hasta la médula; como si su tono agudo, sus ojitos de sospecha y su sonrisilla ladeada no me hicieran saber suficientemente bien a lo que se refiere. El que bufa ahora soy yo, porque creo que está viendo cosas donde no las hay—. Joder, Jungookie, tenías a la tatuadora a tiro anoche, ¿qué has hecho para cagarla?

—No la tenía a tiro ni... de ninguna forma —niego cabreado porque todas las conversaciones con mi hyung acaben centrándose en estos temas; está obsesionado—. La llevé a casa tal y como me pidió y yo me fui a la mía para dormir. ¿Qué querías que hiciera?

—Ay, madre mía... De verdad que no sé cómo has mojado siquiera antes de conocer mis increíbles consejos. —Nada, que Jimin se cree un gurú del sexo y las relaciones y me ha cogido a mí de discípulo quiera o no.

—Ni idea —bufo para seguirle el rollo—, no me puedo imaginar qué ven las tías en mí como para haber querido acercarse a menos de un metro.

Jimin rueda los ojos, ensanchando su sonrisa al pillar el sarcasmo que he usado para hacerle recordar un poco ese tema de mis encantos naturales y tal.

—Tener una cara bonita y un cuerpo de puta madre no lo es todo; no pasas del primer polvo con eso —comenta y, aprovechando que caminamos junto a un grupo de universitarios, se desliza la mano por el flequillo, peinándolo hacia atrás mientras les lanza una mirada que deja a todo el grupo fijándose en él. Me viene muy mal que eso le haya salido bien, porque ahora va a tener más argumentos para defender lo de usar el carisma para ligar.

Apuro el sandwich para que no me lo arruine con la charla que sé que viene y continúo masticando un poco aturdido porque se haya callado de repente. Pasado un rato, en el que andamos codo con codo hacia la boca del metro, me fijo en que mi hyung parece metido en sus propios pensamientos. Nada bueno puede salir de ahí.

—La tía besa de puta madre. —Ahora supongo que entiendo por qué estaba tan ausente, porque se pasa dos dedos por los labios y me alza una ceja en cuanto le miro.

Lo dicho: nada bueno.

—¿Qué tía? —masco un poco más borde de lo que pretendía sonar.

—Sonje, claro... Besa muuuy bien... —reitera, repitiendo lo de alzar la cejita—. ¿Qué? ¿Miento? Tú también le has comido la boca, ¿no?

Me encojo de hombros —que es una manera de decir que sí bastante evidente, porque tampoco puedo negarlo—, y Jimin suelta una risilla que me hace sentir incómodo. No sé qué tendrá en la cabeza ahora mismo, pero como sus pensamientos no se suelen quedar mucho tiempo escondidos solo para él, pues sé que no hace falta ni insistir para que lo suelte.

—Entonces lo sabes... ¿Cómo besa Sonje, Jungookie? Sinceramente.

A Jimin le da igual que suspire, y le importa un pimiento que no tenga ganas de pensar en eso a estas horas, porque se me pega más y más hasta dejar su brazo junto al mío para darme pequeños codazos con los que insiste sin parar en el tema.

¿Cómo besa Sonje?

Con la boca, con los labios... como cualquiera, ¿no?

Sé que mi hyung busca algo más específico que eso. Que busca que le diga algo como que me pone que Sonje exhale rápido antes de que te pegue los labios, o cosas del estilo... Como por ejemplo, algo relacionado con la manera en que te sorbe el labio de abajo por un momentito antes de soltarlo para obligarte a que le hundas tú la boca queriendo pedirle más... porque se aleja, creo que para dejarte con las ganas. También podría dejar caer que me empecé a poner un poquito enfermo la primera vez que me miró tan de cerca, alzando la barbilla para rozarme toda la boca con sus labios. ¿Ahí fue cuando se me puso dura o fue por el segundo beso? Lo tengo todo mezclado y no me acuerdo bien, aunque de todas formas eso es un proceso que va por fases; no es que se me levante como el mástil de una bandera y ya... Casi, casi pero no.

La tenía que me iba a reventar, de eso sí que me acuerdo; me acuerdo de que la costura interior del boxer se me clavaba en toda la punta, y que cuando Sonje se me pegó del todo temía volverme un eyaculador precoz; al final no me corrí, menos mal... Por lo menos no en ese momento, cuando llegué a casa ya es otro tema.

—Sí —acabo cediendo en un suspiro—: besa bien.

—Jé... Ya, ya, si yo lo sé bien —se mofa orgulloso—. Me parece un progreso que tú lo reconozcas, eso sí, a ver si pillas que una tía así no se queda soltera mucho tiempo. Yo que tú aprovechaba ahora que está libre —sugiere lo chulito de siempre.

—¿Qué dices? No voy a aprovechar nada, no intentes meterme tus cosas raras en la cabeza.

—Mira, Jungookie: no me jodas que te conozco. Te pone, te gusta, te tiene loquito. —Hay que dejar que suelte lo que quiera hasta que se canse, por eso ahora estoy callado, pensando si un sándwich merece toda esta charla sin fundamento que me está dando de postre—. Vale que no sea tu tipo, pero...

—¿Mi tipo? ¿Qué sabrás tú cuál es mi tipo?

—¿Para ligar? Ni idea, porque las tías te ligan a ti. ¿Para un polvo? Pues más de lo mismo —suelta muy sobradamente—. Para algo serio ni de coña, ahí sí sé que no: te gustan demasiado las niñas bien; las pijas que te llaman oppa y a las que les brillan los ojos al mirarte.

—¿De dónde te sacas tú eso? —Paro de andar para mirarle con la mueca más confusa que haya puesto nunca, lo que, por supuesto, le hace reír a carcajadas.

—De tus exs, son mi fuente de estudio para esta hipótesis que te voy a contar ahora.

—¿Qué hipótesis? ¿Qué dices?

—Pues que no tienes carácter, Jungookie —asegura, y se queda tan ancho por mentir de esa manera—. No tienes los cojones suficientes para follarte a una tía de verdad; de las que hacen contigo lo que les sale de las narices y te dejan recordando tooooooda la vida el que será el mejor polvo que has echado jamás. Sonje es de esas, me apuesto los huevos a que lo es.

—Tío... ¿Pero qué mierda te pasa hoy?

Conozco a Jimin desde hace cinco laaaaaargos y tortuosos años (en el fondo le quiero, tampoco voy a ser falso), y he sido testigo, sin quererlo para nada, de todo su despertar sexual. Desde que vinimos de Busan hasta hoy: martes veintisiete de marzo, no ha habido día en que mi hyung aquí presente no me haya hablado de sus líos con gente de toda clase. Y bueno, así es él, de eso no me quejo, lo hago porque de repente pase de interesarse por sus líos a hacerlo por los míos.

—Te lo digo claro, Jungkook —clama de forma seria y cortante, sin contestar a mi pregunta—: si tú no piensas hacer nada con la tatuadora, voy a mover ficha con ella.

Este tío... Este gilipollas...

—Mueve lo que te salga de la polla —bufo, sacudiendo el brazo para que quite su mano de ahí.

Lo más extraño de mi hyung es que cuando creo entenderle al cien por cien, manda el pensamiento a tomar por culo, y lo digo porque rompe a reír en cuanto termino de hablar. No estoy para soportar tonterías ahora: me ha tocado las narices con todo este temita.

—Halaaa, qué serio te has puesto, ¿eh? —se burla con una sonrisa gigante—. ¡Que era una broma!

—Sí, una broma, ya... —mastico al tiempo que vuelvo a caminar para ignorarle más cómodamente.

—Que sí, que era una broma —asegura sin parar con la risa—. Ni por el mejor polvo del mundo me liaría con la ex de Min Yoongi...

Me detengo sin querer hacerlo, y empiezo a dudar de si el problema de esto viene de mi cerebro (que ha dejado de funcionar bien), o de mis piernas (que han perdido el contacto nervioso con el resto del circuito). La pequeña descarga eléctrica que recorre desde mis talones hasta mi coronilla me habla de otra cosa...

Me habla de simple terror.

—¿La ex? —repito ojiplático; hasta me duelen los párpados.

—La ex de tu nuevo patrocinador, sí —reitera, radiante de felicidad—. ¿No es la vida maravillosamente retorcida, Jungookie? El mundo es un pañuelo, ¿a qué sí?

—¿La ex de...?

—Sé sincero —pide de forma confidencial; ahora que le miro a él en vez de al vacío absoluto en el que he caído, veo que lo que está es completamente feliz de putearme—: ¿no te da más morbo saber que está totalmente prohibido que te la tires? Jooooooder —gime falsamente, mordiéndose los labios y todo para darle más énfasis a su perturbadora interpretación—, lo que daría ahora mismo por estar en tu lugar, Jungookie.

¿En mi lugar?

Ni a mí me gusta ser yo ahora mismo...



He llegado a una conclusión demoledora después de todo el día dándole vueltas al mismo tema: Jimin dice la verdad.

Después del shock inicial, y de pasarme el día entero buscando algo, cualquier cosa, lo más mínimo que pudiera probar que mentía, he tenido que ser sincero conmigo mismo y dejar de buscar excusas: Song Sonje es y será la ex de Min Yoongi. Eso explicaría todo ese tema de por qué se conocen, de por qué el tío se puso así cuando la vio morreándose con Jimin y, a su vez, le daría sentido a ese secretito que mi hyung me ha contado hoy. Por lo visto, Yoongi le vetó por eso de ir dándole besos a su ex en toda su cara, aunque según me ha dicho, ya es cosa del pasado gracias a Sonje, que le ayudó que ese problema se quedara en nada.

Lo de que soy un rookie no se me olvida aunque quiera, lo de que tengo una suerte monumental por contar con un patrocinador, tampoco. No puedo joderla. No quiero permitirme arruinar todo por lo que llevo trabajando desde pequeño. Ni de broma pienso dejar que nada interfiera en mi carrera... y, con todo eso en mente, llego al estudio en el que he quedado con Sonje.

Ya dijimos ayer lo de empezar con el tatuaje, y me ha mandado un mensaje hará unas dos horas para avisarme de que está libre en quince minutos. Y aquí estoy yo, paradito fuera de la casa, sin tener idea de qué coño hacer ahora.

He tenido que sentirme muy desesperado para pedirle consejo a Jimin con respecto a este tema, y, por primera vez en su vida, mi hyung me ha dicho algo que no me parece descabellado del todo: decirle a Sonje que dejamos el tatuaje para más adelante. Ese consejo ha venido después de muchísimos "tíratela a escondidas", pero al final ha llegado, que es lo importante. Es lo que pienso hacer... Tengo que decirle que estoy muy ocupado y que lo del tatuaje no va a poder ser, y tengo que hacerlo alejadito, tranquilo y sin fijarme ni un poquito en los ojitos que me pone de vez en cuando. Creo que debo estar un poco enfermo, pero juro que a veces me mira como si esperase que me lance encima de ella como un salvaje; sé que no es verdad, por eso mismo no lo hago, pero... me mira de una manera que me enciende.

Va a estar jodido, Jungkook.

Tú piensa en Min Yoongi, piensa en él y verás que se te pasa todo...

Esa es mi mejor baza, porque no me la quiero jugar a cabrear al primer sponsor que tengo; menos todavía si ese sponsor del que hablo patrocina a los más grandes de la liga...

Prefiero no pensármelo más y entrar finalmente a la casa. Tengo la garganta seca y las manos me sudan, no es buena señal. Creo que, encima, voy andando muy estirado o algo, porque me noto la espalda tensa. Ya lo que me faltaba es que se me montase algún músculo.

En mi camino por dejar colgada a Sonje con lo del tatuaje, me cruzo, como siempre, con el recepcionista que espera tras el escritorio en la entrada de la casa. El tío parece muy tranquilo siempre, o a lo mejor no es que lo sea y es solo la atmósfera de la recepción lo que me hace pensar así. Este sitio es muy distinto a los estudios de tatuaje que suelo frecuentar, y el recepcionista cumple también con esa premisa. El cuarto que Sonje usa para tatuar es otra cosa, ahí sí que me siento como en un estudio de tatuajes, pero esto... las plantas, las paredes verde claro, los cuadros de paisajes... parece que estoy en la recepción de un masajista.

El chico tras el escritorio alza la mirada sosegadamente del libro que mantiene abierto en sus manos, y yo le sonrío, esperando que me recuerde de otras veces; creo notar que sí que lo hace...

—Esperaba no tener que volver a verte —suspira cansado.

—¿A mí? —inquiero confuso, mirando fugazmente a mi espalda y encontrándome lo que ya creía que pasaba: esa frase extraña va dirigida únicamente a mí, porque no hay nadie más aquí.

—Sígueme, chavalín.

El tío se levanta de la silla y me hace un gesto con la cabeza para que le haga caso y empiece a andar tras de él.

—Pero yo venía a ver a Son...

—Sígueme, ¿quieres? —repite mucho más serio.

No me hace mucha ilusión, si tengo que ser sincero, seguir a este tío a dónde quiera que me lleve. Por un momento, cuando pasamos a la altura del cuartito de Sonje, tengo el impulso de abrir la puerta y colarme dentro, o gritarle directamente para que sepa que estoy aquí y salga a decirme qué coño pasa con el recepcionista. La música que llega desde su habitación es tan alta que sé que no me va a oír ni aunque este tío me asesine, y no lo hago precisamente por eso: por el volumen y para evitar el asesinato.

Nunca había llegado al fondo del pasillo de las habitaciones donde tatúan, y ahora veo que desemboca en una sala un poquito más grande, con dos puertas para los baños y unas escaleras, que subo por orden del recepcionista. Este tío está enorme, no sé qué come o cómo entrena, pero creo que antes de irme le voy a preguntar.

—Pasa, por favor —me pide, una vez se sitúa a un lado de la puerta que se escondía tras las escaleras que dan al tercer piso.

¿Por qué tanto interés en mí? ¿Qué le pasa a este tío?

—Oye, mira, no entiendo bien de qué va todo esto —explico tranquilamente—; yo solo he venido porque Sonje me ha dicho que tenía un hueco y me iba a tatuar con ella, pero, de todas formas...

—Pasa y te explico. Estoy muy ocupado, voy a ser conciso, así que no te va a tomar mucho tiempo escucharme, pero necesito encarecidamente que lo hagas. Por favor... —reitera, abriendo la puerta para que pase a lo que parece un simple despacho muy sencillo.

No sé de qué va todo esto, ni por qué tiene tantísimo interés en hablar conmigo un recepcionista con el que no he cruzado más de tres palabras... Sea lo que sea que quiere, parece importante, porque vuelve a insistir pacientemente. Acabo dándome por vencido y paso al interior; a ver si dice la verdad y no me lleva mucho tiempo, porque todavía tengo que hablar con Sonje...

—Voy directo al grano, si te parece bien... —deja un momento de pausa mientras me siento para que le responda, así que acepto, todavía inseguro por sus intenciones—. Sonie es buena chica, pero siempre, por algún motivo, se ve involucrada con tíos que... no lo son tanto —explica sin que pille por dónde van los tiros—. Su ex era un... espécimen bastante jodido que la hizo sufrir de lo lindo, además de meterla en problemas indirectamente; no quiero que se vea involucrada en cosas que no tienen nada de bueno, por eso mismo la acojo aquí.

—Ahh —exhalo sin ser consciente—, ¿y qué pinto yo en todo eso?

—Me han hablado de ti... Jeon Jungkook, ¿verdad? —inquiere, cruzando las manos sobre el escritorio.

—¿Cómo sabes mi...?

—Me he informado por medio de amigos comunes que tenemos, Jungkook, y sé perfectamente la clase de trabajitos que haces para los jefes de los clubes...

Se me cierra el estómago de una vez. Nunca más voy a poder volver a comer nada sólido o a tragar en general; el malestar viene, como siempre, de la repulsión que me provoca que alguien hable abiertamente de lo que... me veo obligado a hacer para la escoria que dirige todo el tema de la liga.

Suelo usar más mi propio método que el que ellos me piden que use, porque eso de pegar palizas a morosos y acosar a la gente no me va demasiado; ni a mí ni a Jimin, en realidad. Por eso hacemos buen equipo, escondemos bastante bien que ninguno de los dos cumple con las órdenes de la manera que ellos quieren. No deja de hacerme sentir miserable tener que hacer ese tipo de cosas, aunque sea bastante mejor de lo que hacen los demás rookies...

—¿Qué tiene que ver lo que yo haga con Sonje? —cuestiono cabizbajo. De repente siento que no puedo mirar a este tío a los ojos.

—No quiero que esté cerca de gente como tú.

—¿Gente como yo? —repito ofendido y... avergonzado—. ¿Cómo es la gente como yo?

—Extorsionadores de poca monta —responde sin dudar.

La primera vez que vi al recepcionista me dio muy buena impresión. El típico tío intelectual, con sus gafas de montura dorada y libros enormes alrededor, pero con un aire jovial y relajado gracias a su pelo rubio y los tatuajes de sus manos. Se ve que me equivoqué al juzgarlo.

Suelto una risa de incredulidad que al recepcionista no parece sentarle muy bien. Su expresión se vuelve más dura, y la mía la imita; no sé con qué derecho me juzga, y no tiene ni puta idea de lo mucho que se equivoca. Debería estar acostumbrado a que los extraños lo hagan cada vez que saben de mi profesión, que ven mis tatuajes, mi manera de vestir... Por favor, si hasta me miran mal por tener moto, miran mal hasta a mi perro... Normalmente suelo pagar todos esos prejuicios con indiferencia; es más fácil que intentar explicar nada de lo que hago (cosa que es únicamente asunto mío), pero ya que este tío se cree con el derecho de tacharme como "mala influencia para Sonje", las palabras me empiezan a brotar de la boca sin que pueda pararlas.

—¿Y qué salida tengo? —murmuro agitado—. ¿Qué forma tengo de ganarme la vida y tener tiempo suficiente para entrenar y mejorar?

—Qué excusa, por favor... —suspira al otro lado de la mesa—. ¿Me dices que no se te ocurre ninguna otra profesión que te deje tiempo para ir al gimnasio? —inquiere escéptico.

—Digo que cuando llegas a Seúl, sin nada que comer, sin sitio en el que dormir, habiéndote dejado hasta el último won que has conseguido ahorrar precisamente en que te acepten para una prueba en la liga y las únicas personas que conoces te ofrecen un trabajo... tú lo aceptas —explico titubeante.

Lo que se le pasará a ese tío por la cabeza con mi razonamiento no debe ser nada bueno, porque abandona su mueca condescendiente para entornar los párpados y arrugar el ceño. Muy concentrado de repente, se inclina sobre el escritorio y esconde la boca tras sus manos antes de volver a hablar.

—No eres de aquí, de Seúl. —No hace falta que le dé la razón, es como si lo dijera para ordenar su propia cabeza, y ahí no me meto—. ¿Viniste precisamente para pelear?

—Vine para aprender... y para buscar una oportunidad en la liga, sí.

—¿Por qué? —repone con mucha intensidad. Debe ser el tono de su voz o algo, que me resulta muy fuerte de un momento a otro, lo que me deja bastante intimidado.

—Quiero ser profesional; llegar a las grandes ligas; ser el mejor... Esto es mi pasión, y solo quiero intentarlo para no tener que preguntarme en unos años qué habría pasado si me hubiera esforzado con más ganas. Si hubiera peleado mejor, si hubiera dormido menos horas; entrenado hasta desmayarme, hacer lo que sea que tenga que hacer para conseguirlo... —confieso, perdiendo el aliento a cada frase.

Nunca le había confesado a nadie por qué hago todo esto, pero mira tú por donde, hablar con este tío me ha servido para algo. Ahora es como si me hubiera quitado cien kilos de encima; me siento mucho mejor que antes, y consigo soltar un suspiro de alivio que suena bastante estable, aunque siga con el corazón a plena potencia.

—No le hago daño a nadie más que a mí mismo con esto —explico, alzando la voz de una manera más baja que antes.

—¿Y los trabajitos? —indaga, volviendo a parecer concentrado.

—Me piden que haga cosas... ya debes saberlo —añado avergonzado. Él asiente con entendimiento, y creo que algo de pena—, y yo las cumplo... m-más o menos.

—¿Ese más o menos qué significa?

—B-bueno... cuando hay que cobrar deudas pues lo hago... en cuotas, si prometen mantenerse encerrados en su casa un par de meses para fingir que tienen algo roto —confieso, poniéndome muy rojo cuando el tío se ríe disimuladamente tras sus manos enlazadas—. Las amenazas más de lo mismo. La gente suele hacerme caso cuando hago el papel de tío malísimo que piensa ir a por ti si no haces lo que te pide, aunque hay excepciones, claro... —suspiro, pensando irremediablemente en Sonje, que se pasó mis amenazas por el arco del triunfo—. Hay que hacerse el duro para que se lo tomen en serio, pero solo eso: interpretar un papel. Es una mierda, en realidad... Si les contara a mis padres lo que hago aquí sé que estarían decepcionados conmigo.

Trato de pasar el nudo que se ha formado en mi garganta con un carraspeo evidente. Prefiero que piense que tengo mocos a que sepa que estoy más bien jodido por pensar en todo este tema.

—¿Qué se te da bien? —pregunta de improviso, pillándome desprevenido.

—¿Que qué se me da...? N-no entiendo...

—¿La jardinería? ¿La fontanería? ¿Se te da bien limpiar? ¿Se te da bien cocinar? —enumera más animado que hasta el momento, intentando dar con algún talento oculto que tenga.

—Se me da bien luchar, supongo.

—¿Y a parte de eso?

—Hay algo... aunque... tampoco es que sea espectacular ni nada —rectifico al pensarlo en profundidad—. Bueno, en realidad ni siquiera se me da bien, es solo un hobbie, y no debería ni haberlo dicho.

—¿Qué es?

—Dibujo... un poco —añado con la boca pequeña, mintiendo en eso de "poco". Tampoco pasa nada por una mentira piadosa a un desconocido—. Me gusta, no sé... Pero ya te digo: no es que se me dé bien ni...

—¿Me puedes enseñar algo que hayas hecho tú?

—En realidad... sí que puedo —murmuro confuso, y levanto un poco el culo para sacar el papel doblado del dibujo que memoricé entre los diseños de Sonje para el que iba a ser mi próximo tatuaje.

Le tiendo la hoja arrugada un poco cohibido, y el chico la coge de mis manos con suavidad. La mira durante unos segundos y sonríe; gracias a los hoyuelos que aparecen a ambos lados de su boca me siento un poco menos tenso. Parece más simpático sonriendo así, a lo mejor no estaba equivocado con él a fin de cuentas.

—Te puedes ir por hoy, ya me encargo yo de explicarle a Sonje que te has pasado por aquí, pero que has tenido que irte de urgencia o algo así.

—Ah, v-vale, pero...

—Mañana te quiero aquí a la misma hora que hoy —me interrumpe, alejándose hacia la puerta. Cuando ya creía que se iba a ir sin decirme nada más, gira sobre los talones y se queda mirando divertido la cara absurda que debo tener ahora mismo.

—¿Puedo preguntar para qué? —indago en voz muy baja.

—Quizás tenga una manera de ayudarte a cambiar de trabajo...




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Hola, caracolas.

Hoy se me han cruzado los cables y he decidido publicar este capitulillo. Nos hemos encontrado con un temita bastante chungo para el coloso, que se ha enterado bien rápido de quién es el ex de Sonjecita: su nuevo patrocinador. ¿Qué creéis que hará con esta información? ¿Y cuánto, en una escala del 0 al 10, creéis que ha disfrutado Jimeno soltándole la bomba de información? XD

Además de la desafortunada noticia, el coloso ha tenido una charlita con Namjoon que puede ser bastante interesante... ¿Qué pensáis que tendrá en mente el Namu?

Bueno, darlings, por encima de todas estas cuestiones, espero que el capítulo os haya gustado y que I.K.O en general os esté resultando divertida. Me despido hasta dentro de prontito.

Un besote, amores.

Py!

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