「╥─ ᭄✾ྀ─╥」
Aquella inesperada y extraña visita de Ushijima fue el alivio de Yamaguchi para los siguientes días. Pudo comer mejor, descansar más tranquilo y recibir ayuda adecuada a la hora de levantarse y caminar.
Era agotador estar tantas horas en la cama. Por ello, de vez en cuando, se sentaba afuera con un colchón en su espalda. Tampoco quería retrasar sus estudios asi que se encontraba repasando sus notas.
—¿Tan pronto vuelves a ocuparte? —preguntó Ushijima retóricamente.
El mayor se asomó para hacerle compañía, recostándose en la columna de la terraza. Era el tiempo a solas perfecto para que Yamaguchi saciara sus confuciones.
—¿Cómo llegaste? Es imposible que te haya tomado un día.
—Llegaron extraños rumores de un niño de aquí y tu nombre estaba envuelto, por eso regresé. Para cuando tomé tiempo libre para regresar, ya estabas en otro problema que desconozco. —refiriéndose al incidente de su espalda. —Créeme, estoy más sorprendido y aún desorientado de qué relación llevas ahora con Tsukishima.
Yamaguchi nunca pensó en un título para aquella cercanía con Tsukishima. ¿Lo adoptó? ¿Le acogió como un hermano menor o es más bien joven dicípulo?
Desvió la mirada buscando en su mente una respuesta. Su vista encontró al pequeño Tsukishima dormido en sobre la pequeña mesa de comedor. Después del incidente, la ansiedad lo dejó sin sueño por unos días y Yamaguchi se percató de cuan pendiente estuvo de su salud. Sin embargo, no le ha hablado desde que le reprendió.
—No lo sé. Pensé que ya no debía seguir reconociéndolo como vándalo si puede ser y hacer algo mejor, pero es muy difícil. Tal vez me equivoco.
Aunque ahora estuviese resguardándolo, Yamaguchi no veía un cambio definitivo en Tsukishima ni en la tendencia de robar o la recién actitud agresiva contra los débiles. No tenía idea si estaba sembrando algún bien en el niño o si llegara a rendir frutos antes de marchitar o podrirse.
—¿Le tienes poca fe?
Yamaguchi le devolvió la mirada.
—No a él, sino a lo que suceda. Las desgracias no se terminan.
Ushijima respiró profundo para seguir la charla a su línea de la charla a su interés.
—¿Y qué desgracia les ocurrió esta vez? ¿Quién le hizo eso y por qué?
Aunque Yamaguchi temiera tanto al clan Bokuto, Ushijima era un mayor de quien estaba seguro de confiar por la historia.
—Ushijima-san, fui negligente. Lo dejé solo con niños extraños sin haberlo preparado del prejuicio por su mano. Tsukishima ha golpeado sin remordimiento a uno de los hijos menores del clan Bokuto y pagué por la culpa.
—¿El clan Bokuto? ¡Por los dioses! Jamás oí que hicieran tales castigos incluso por disturbios de un menor. ¿Qué les ha ofendido tanto para hacerte esto? ¿Qué te han dicho?
¡Cómo le gustaría a Yamaguchi ser honesto con lo temeroso que es ese clan! Pero aún no se tiene idea de lo corruptos que son y Ushijima no le creería simplemente sin pruebas ni buen argumento.
—Yo les pedí hacerlo, más bien. Sin saber cuan tortuoso era, creí que lo soportaría. Era eso o dejarles a Tsukishima bajo su cuidado y adiestramiento.
«Supuesto adiestramiento... ¡Adiestrarlo a ser asesino!»
Por un momento, sus exaltados pensamientos se le reflejaron en el rostro con frustración, frotando su sien.
—¿Y por qué no le has dejado un tiempo? Pudiste progresar en tu estudio. No entiendo el porqué rechazar tal oferta de tan buena familia. Una ofensa a su hospitabilidad. ¿Por qué lo has hecho?
«Ay no. ¿Qué excusa doy para esto?»
—Yo no... Reconozco que mi decisión fue muy apresurada y necia. No quería dejarlo a... tan pronto y quedar solo.
Le pareció una excusa incómoda, la soledad nunca le fue un problema. Es más. ¡Podría vivir cómodamente solo! Pero su inicial próposito de no sembrar más odio en Tsukishima, le dirigió sus primeros pasos hasta donde está. Ahora, no solo trataba de salvarse a sí mismo de morir en un futuro en sus manos, sino en evitar el futuro predestinado de villano para Tsukishima
Ushijima acarició sus cabellos, siendo comprensible ante el error de Yamaguchi.
—Te he dejado solo tan joven y muchas cargas, esta bien. Lo hiciste bien.
No era un gesto esperado y la calidez en sus palabras le hizo recordar las mismas que había dicho para Tsukishima cuando soportó el dolor de perder sus dedos.
Su pecho se apretó ante el recuerdo.
—Sí. Creo que aun hace falta recompensar esa ofensa al clan Bokuto para evitar confrontaciones futuras. No te preocupes, me encargaré antes de irme.
Estas posibles "confrontaciones futuras" era la raiz de su nueva ansiedad descubierta. Pensaba que ellos volverían en cualquier momento. Con Ushijima presente, lo mejor era confiárselo.
—Gracias, Ushijima-san. Prometo cuidar mejor de Tsukishima.
Cuando Yamaguchi regresó a sus notas, se tropezó con una caligrafía que no era la suya y con un sin fin de números que no había escrito.
«¿Tsukishima tomó la libreta equivocada? Pero que torpe...»
Los números estaban escritos hasta el diecisiete y había sobrepasado la cantidad que le exigió repetir. Intuyó la posibildad de que Tsukishima haya pensado demasiado el castigo que le dieron en el clan y que, tal vez, el niño se sentía más culpable de lo que imaginaba.
Después de aquella charla y de que Yamaguchi se recuperara, Ushijima visitó el clan en Bokuto con Tsukishima de la mano. Yamaguchi no tiene idea de qué conversaron, pero sí le inquietó que llevase al niño.
Este no se presentó por temor, solo les miró a distancia viendo como la charla parecía amigable, incluso le reverenciaron con honor antes de regresar.
«¿No pensará darles a Tsukishima, verdad? ¿Qué hizo?»
Ni Ushijima ni el niño dieron detalles sobre el encuentro, sino que continuaron su rumbo hasta el punto de partida de Ushijima para que regresara a la villa Imperial Oikawa.
Cuando Yamaguchi volvió a estar solo con el niño, trató de husmear.
—Tsukishima. ¿Ushijima te encomendó algo?
Tsukishima respondió sin chistear, negando con la cabeza.
—Debo portarme bien con Yamaguchi-san.
«Ay, era de esperarse. Que recomfortante.», Yamaguchi no le dio más vueltas ya que era un detalle esperado por parte de Ushijima.
Ambos regresaron al hogar.
—Vamos a lavarnos, prepararé la tina de agua caliente. —le dijo tan pronto dejaron las sandalias.
Tsukishima asintió sin emitir una palabra.
«Toda esta atmósfera es incómoda... pero una ducha juntos no vendrá mal.»
Preparó el agua a gusto, incluso con algunas flores de cerezo*¹ para perfumar las aguas. No era una costumbre en la época y menos para un hombre, pero Yamaguchi le era irrelevante las costumbres. La situación de aseo en aquellos tiempos fue un problema bastante serio a lo acostumbrado, no podía acostumbrarse a simplemente pasar días sin ducharse o no usar jabón.
Hasta el momento, solo el pequeño Tsukishima conocía estas raras costumbres sin saber cuán raras eran en la época, pues no conoce a nadie más.
—Listo.
Ambos entraron a la tina con un terrible silencio. Yamaguchi solo quería pretender que nada pasó, pero el aire se seguía sintiendo extraño con tanto silencio.
Mientras el adolecente lavaba los cortos cabellos de Tsukishima, el niño permanecía quieto, pero con el rostro torcido por la sensación de jabón.
—¿Y esa cara? ¿Estás molesto?
Tsukishima negó con la cabeza.
—El jabón aveces raspa y molesta.
—Ah, no es para tanto. Eso ayuda a limpiar tus poros y a quitar la piel muerta. Más te vale usarlo siempre que te laves.
¿Por qué Yamaguchi se le ocurrió creer que el niño entendería ese vocablo? En el periodo Edo todavía se piensa que la lluvia viene de los dioses.
—¿Estoy muriendo? —el rostro de vuelta estaba tenso sin saber si entrar en pánico o no.
—¡Ah! No, no...perdón. No, nadie esta muriendo.
«¡Jajajajajaja! ¿Cómo le explico esto? »
—Quiero decir, es como...las lagartijas cuando mudan de piel.
El rostro de Tsukishma se retorció aun más.
—Pero no es tan exacto a eso... agh. Solo es quitar el sucio pegado en la piel y ya esta. Además, te dejará la piel suave y oleras bien. Fin.
Fue extraña y compleja explicación, pero suficiente para no hacerle preguntar más. Tsukishima estaba satisfecho con aquella respuesta.
—Sigue, sal cuando termines. —avisó Yamaguchi.
Cuando este adolescente se dio vuelta para lavarse, las pequeñas marcas de los golpes que recibió, aún se marcaban. Los hematomas pasaron de ser púrpuras a un color café.
Tsukishima creía con seguridad en el agradable y suave aroma del arroz en el jabón. ¿Será suficiente para suavizar aquella cicatrizada espalda?
—¿Ocurre algo? —Yamaguchi le llamó la atención al verlo distraído.
El niño negó con la cabeza y se adelantó para salir de la tina.
Tan pronto se fue, Yamaguchi soltó un suspiro.
—Con esa mirada de lástima, solo me hace sentir mal por lo que hice.—refiriéndose a defenderle.
Yamaguchi salió pronto de su lavado, el agua había perdido su calor y su nariz se enrojecía.
—¿Y este frío? —comentó para sí mismo frotándose los brazos luego de vestirse.
Al entrar en la habitación compartida, entendió el porqueé.
Llegó la primera nevada.
Las primeras escarchas caín tras la ventana. Tsukishima las contemplaba con silenciosa tristeza, al contrario que el adolescente.
—¡Ya esta nevando!
Era la primera nevada vista en esa época. Las plantas blanquesinas emanaban un aire diferente a que si viera los edificios.
Ya casi termina el año desde que despertó y se acopló sin problema a aquel tiempo.
—¿No es genial?
Tsukishima observó la emoción del adolescente y su corazón fue contagiado por ello. Es genial, es una nevada diferente a las que ha vivido, uno con calidez, compañía y comida. Un invierno donde podía contemplar la nieve con halago más que como miedo a morir en ella.
—Me gusta esta nieve.—respondió Tsukishima.
—Mm, mañana te enseñaré a jugar con...—sus palabras fueron interrummpidas por un súbito estornudo.
—¡Yamaguchi-san! Cerremos la ventana. Hace frío.
Los males quedaron congelados para otro momento, olvidados para poder conmemorar una nevada que ninguno de los dos olvidaría. La noche transcurrió simple y tranquila, algo que en el resto de noches pasadas no estuvo.
Al ir a descansar, Yamaguchi siempre dejaba una vela encendida por si Tsukishima temía a la oscuridad o si alguno despertaba para ir al baño. Aquella ténue luz le permitía al niño observar las extrañas manías de Yamaguchi mientras dormía, como quedarse con toda la manta, dar vueltas de lado a lado o abrazarse a la almohada. Por esa inquietud, el menor tomó la costumbre de dormir tieso como una rama.
Esa noche, Yamaguchi dio tantas vueltas que la mitad de su cuerpo cayó fuera del futón.
—¿Yamaguchi-san? —murmuró su nombre, pero no despertó.
Si hubiera un terremoto, tampoco se enteraría de tan sueño profundo.
Tsukishima se levantó para acomodar las extremidades de Yamaguchi y juntó su futón con el otro para que no volviera caer en el frío suelo.
Continuó moviéndose hasta darle la espalda a Tsukishima.
—Yamaguchi-san. —le llamó de nuevo para corroborar si seguía dormido.
Al no responder, se apegó a la espalda del adolescente. La calidez, su aroma y la sensación de protección tras la tela que ocultaba las marcas que lo salvaron de más dolor.
Sea lo que le depare en el futuro y el camino que escogería, Tsukishima no olvidaría la amabilidad de Yamaguchi. Era lo poco bueno, la pequeña luz dentro de su despreciada vida.
「ɢʟᴏsᴀʀɪᴏ」
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¹*flores de cerezo; se saben que son las sakuras, pero son las que se dan en esta época fría y huelen bien. <3
「ɴᴏᴛᴀ」
Este capítulo creo que es un alivio dulce para lo que viene, o un relleno. ¡Como lo vean!
No me fio mucho de esa "charla" amistosa de Ushijima y Tsukishima con los Bokuto🤔. ¡Yamaguchi, no seas despistado!