CONDENADOS | d.m โœ”

By soglwmz

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Diamond Parkinson y Draco Malfoy estaban condenados. Condenados a servir al Seรฑor Oscuro, condenados a vivir... More

โ•ฐโ”€โ–บ Diamond & Draco
โ•ฐโ”€โ–บ soundtrack
โ•ฐโ”€โ–บ act one
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โ†ท 11

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By soglwmz

Qué mal cumpleaños estaba teniendo Ron Weasley. Diamond se sentía muy culpable, pues el chico había sido envenenado por una botella de hidromiel. Ella y Draco supieron al instante cómo había sucedido aquello.

─Esto no es bueno─ le dijo ella, temblando de pies a cabeza─. Nada es bueno. Potter ya sospecha, Draco, y eso es muy malo.

─Tranquilizate primero─ dijo el chico─. Nadie murió, eso es bueno y malo al mismo tiempo. Weasley está bien.

Draco estaba casi tan nervioso como Diamond y le ponía un poco de mal humor tener que calmarse para que ella se calmara. De todas formas, no se lo iba a decir, pues entre los dos ella estaba peor. Sabía que estaba mal y que minimizaba sus propios sentimientos, pero era algo que a Draco poco le importaba.

─Perdón. Si, tienes razón─ dijo ella, entrelazando sus propias manos para intentar controlar si temblor. Sentía una fuerte presión en el pecho─. Solo tengo miedo.

─Si, me di cuenta─ murmuró el rubio, volteando a ver el armario.

Draco no notó el estado en que estaba Diamond. No se fijó bien en las señales que le estaba dando. No sabía que todo a su alrededor estaba comenzando a dar vueltas, que su corazón bombeaba con una fuerza increíble y no podía respirar correctamente. Se dio cuenta cuando ella comenzó a llorar por la desesperación que le causaba eso.

─Diamond, respira─ le pidió Draco, arrodillándose frente a ella y tratando de sonar calmado─. Concéntrate en mi voz, por favor.

Diamond intentaba, pero solo quería echarse a llorar. Su pecho subía y bajaba con rapidez. Sus manos se cerraron en un puño, clavando sus propias uñas en las palmas. Draco hizo que dejara de hacerlo y las sostuvo.

─Mírame─ le pidió con firmeza. Ella lo hizo─. Respira conmigo, ¿si?

Unos minutos después Diamond ya había logrado tranquilizarse. Mantenía su cabeza entre sus manos y Draco trazaba delicados círculos en su espalda y no le quitaba la vista. Odiaba verla así. Recordó cuando estaban en quinto y ella tuvo unos cinco ataques iguales antes de los exámenes. No era bonito. Madame Pomfrey siempre decía lo mismo, que era por estrés, que con una poción se le pasaba, que debería dejar de preocuparse por todo.

─Hay que terminar con esto de una vez, Draco─ su voz sonó amortiguada por sus manos.

─Lo haremos─ aseguró él sin dejar de sobar su espalda─. Primero debemos descansar. Hace tres noches que venimos quedándonos aquí hasta las cuatro de la madrugada.

Diamond se estiró. Sintió los huesos de su espalda estrallar y eso le provocó satisfacción. Estiró sus piernas y lanzó un bostezo. Draco no mentía. Las seis horas de sueño que solían tener años atrás se redujeron a tres y era alarmante. Al final del día siempre terminaban aguantando dolores de cabeza terribles. Las ojeras que tenían ambos adolescentes eran preocupantes para cualquiera.

En la mañana del partido de Quidditch entre Gryffindor y Hufflepuff, Diamond y Draco hicieron que Crabbe y Goyle bebieran poción multijugos para que vigilaran la Sala deMenesteres. Los chicos fueron convertidos en dos chicas de Slytherin.

─Me veo horrible─ se quejó Crabbe, que ahora era Mindy Ferguson, de quinto.

─Al menos tienes trasero─ dijo Goyle, viéndose en un espejo. Él se había convertido en Anastasia Gilbert, de sexto.

Diamond rodó los ojos ante aquel comentario e hizo que se pusieran en marcha. Draco y ella iban adelante. Se aseguraron de ir por los pasillos más desiertos del castillo. Detrás de ellos, Mindy y Anastasia iban quejándose y tenían expresión de resentimiento. De pronto los cuatro se detuvieron cuando notaron a Potter caminando en dirección contraria. Draco soltó una carcajada cuando lo vio. Diamond no entendió la gracia.

─¿Adónde se dirigen?─ les preguntó Harry.

─Si, realmente te lo iba a decir, porque es de tu incumbencia, Potter─ se burló Draco─. Deberías apresurarte, ya que todos estarán esperando por "el capitán elegido", o "el chico que anotó", o como quieran que te llamen en esta ocasión.

Anastasia, o Goyle, soltó una risita. Potter la miró y ella se sonrojó. Luego observó a Diamond. Ella sabía lo que se venía.

─¿Qué pensaría Cedric de ti?─ le preguntó─, yo creo que estaría decepcionado viendo que ahora eres amiga de Malfoy. ¿También estás metida en lo que él trama?

Harry sabía que Diamond y Cedric fueron amigos cuando ella estuvo en tercero y cuarto. Fue alguien muy importante y perderlo fue horrible. Aun así no dejó que aquello la hiciera perder su compostura.

─No te metas donde no te llaman, por favor, te lo pediré amablemente, ¿sí?─ dijo ella, sonriendo con falsedad al final─. Y no metas a Cedric. Gracias.

Sin más que agregar, los cuatro Slytherin se alejaron de Harry con rapidez.

Aquel día tocaba hacerle otra prueba al armario evanescente. Esa vez Diamond fue la que recitó el hechizo luego de colocar dentro un pergamino. Cuando lo hizo volver, apareció solo la mitad. Ambos lanzaron quejidos, ya cansados de que las cosas volvieran rotas.

─No importa, cada vez el daño es menor─ trató de animar la chica apuntando nuevamente al armario ─. Continuaremos así, no tenemos otra opción. Harmonia nectere passus.

Y volvió la mitad de la mitad del papel.

Draco miró a Diamond con mala cara. Ella formó una pequeña sonrisa, como si fuera una niña y acabara de ser regañada por pegarle a su hermana menor, y lo miró. Los dos quedaron así por un segundo. A Diamond le resultaba atractiva esa mirada. A Draco le daba ternura su sonrisa. ¿Cómo podía sonreír en esos momentos?

─Si me sigues mirando te daré un beso y no te lo olvidarás jamás─ advirtió él.

La sonrisa de Diamond se borró. Tenía una extraña intensidad en sus ojos, como si éstos se hubieran vuelto más oscuros. Parecía que lo retaba a besarla.

─¿Qué esperas, Malfoy?─ preguntó sin bajar la mirada─. No te veo haciéndolo.

Draco pasó su lengua por el interior de su mejilla. Sentía que se sonrojaban y trataba de luchar contra el impulso de sonreír. Se acercó a Diamond con rapidez y la estampó contra un enorme mueble que apenas se tambaleó. Una mano fue al cuello de la chica, el cual apretó sin llegar a lastimarla. Su otra mano fue a su cintura para acercarla más a su cuerpo. Ella sonrió con victoria, sujetándolo de la tela de la túnica para atraerlo. Eso hizo que Draco la besara. Era el beso más intenso que habían tenido por el momento. Sus corazones latían con fuerza y sus labios se acariciaban con furor. Eran las hormonas actuando más que la razón.

Al separarse, los dos respiraban agitadamente. Draco le dio otro beso corto, sonriendo en medio, y luego besó su frente. Diamond cerró los ojos cuando lo hizo.

─Hay que volver al trabajo─ dijo ella.

•••

Diamond comenzó a sentirse vigilada aquella semana. No era como las sospechas de Draco, era algo de lo que estaba segura. Más de una vez se encontró sintiendo que había algo cerca, viéndola caminar por los pasillos. Incluso cuando estaba en su propia habitación. Aquello la volvía más loca de lo que estaba, sumándole el estrés de las tareas y la misión del armario.

Estaba horrible. Había perdido peso, lo que la asustaba porque no era alguien de hacer ejercicio y comer sano. Todos miraban con preocupación sus ojeras. Su cabello había dejado de hacerle caso por completo y su piel parecía un papel blanco. Sus ojos celestes se veían grises, sin brillo. Sus labios habían comenzado a romperse. Dormitaba en las clases y comenzaba a tener un mal humor que nadie soportaba. Para empeorar las cosas, había peleado con Pansy porque ella le había pedido que le hiciera la tarea de Pociones. Lo único que la salvaba de no caer era Draco, que siempre que podía le daba un sándwich robado de la cocina.

El domingo por la mañana, Diamond se levantó sin ánimos para nada. Había estado llorando toda la noche y sus ojos seguramente estaban hinchados. Hizo que Goyle se convirtiera en una niña y vigilara para ella frente a la Sala de Menesteres a la hora del desayuno. Llevó una manzana verde consigo y la puso en el armario. Con su varita recitó el hechizo, como si lo cantara con suavidad. La característica luz se hizo presente, y el sonido también. Al comprobar que la manzana ya no estaba allí, intentó traerla otra vez. Cuando abrió el armario, su corazón casi se le escapa al ver la fruta. Estaba completa.

No, no estaba completa. Toda su emoción cayó al suelo cuando vio que le faltaba un pedazo. Aunque debía admitir que había un gran avance, pues era más de la mitad lo que permaneció. Mucho más.

El verano se acercaba, lo que significaba que junio estaba a la vuelta de la esquina. Draco había decidido usar a un pájaro para probar el armario aquella tarde. Diamond no estaba muy de acuerdo, pero él no la escuchaba.

Harmonia nectere passus.

El animal volvió completo, pero sin vida. Diamond lo recogió entre sus manos con la mirada dolida. De pronto fue como si algo la golpeara mentalmente y la hiciera llorar. Sus lágrimas caían sobre el pequeño cuerpo del pajarito. Con un dedo le daba pequeñas caricias con la esperanza de que despertara. Draco ya no sabía qué hacer con ella. No sabía animarla, no sabía ser suave y no sabía hablarle. Se sentía inútil viendo como su única luz comenzaba a apagarse enfrente suyo.

─Sé que te duele─ fue lo único que salió de sus labios antes de atraerla en un abrazo.

Draco también quería llorar. Quería gritar. No quería seguir ahogándose. No quería ser escuchado solamente por un fantasma que vivía en el baño de niñas. Incluso querer a Diamond comenzaba a doler.

─Basta, por favor─ pidió conteniendo sus lágrimas.

Diamond se obligó a dejar de llorar. Al mirarlo, notó que estaba roto. Notó que sus ojos no brillaban. Notó que su cabello estaba opaco, su cara estaba delgada y sus labios no tenían color. Los dos estaban sufriendo.

─Lo siento─ dijo ella.

Dejó al pajarito en la jaula en la que Draco lo trajo. Luego volvió a él para abrazarlo. El aroma a colonia y manzanas la inundaba y reconfortaba. Lo sujetaba fuertemente por la cintura, apretando sus manos en forma de puño. Ambos realmente necesitaban aquel abrazo. Era cómodo y protector.

•••

Ravenclaw jugaba contra Gryffindor al día siguiente por la copa final. Ni Diamond ni Draco planeaban ir. Ambos se encontraban en el Gran Comedor por primera vez en casi una semana, pero ninguno parecía tener ganas de cenar. Draco miraba a todos con una extraña expresión en su cara.

─¿Te sientes bien?─ le preguntó Diamond.

─No─ contestó en voz baja─. Me cuesta respirar y siento que mi corazón se va a salir en cualquier momento.

Diamond se preocupó.

─Hay mucha gente aquí, vayamos al baño a lavarte la cara─ le dijo con suavidad.

Ella lo condujo hacia el baño de chicos. Poco le importaba ser descubierta. Draco comenzaba a sudar frío y a temblar. Diamond abrió el grifo para lavarle la cara.

─Respira, Draco─ le pidió de la misma forma que él lo hizo la vez que a ella le pasó lo mismo─. No te estas muriendo.

─¿Qué está pasando aquí?─ el fantasma de Myrtle la llorona emergió de un cubículo.

─Nada de tu incumbencia─ contestó Diamond, abriendo el cuello de la camisa de Draco.

Él comenzó a sollozar fuertemente. Ella sabía lo desesperado que debía sentirse, con su corazón yendo como loco y toda la tensión acumulada que tenía en su cabeza.

─¿Qué te pasa, Draco?─ preguntó Diamond─. Sueltalo, por favor, necesitas desahogarte.

─Si, ¿qué pasa? Quizá pueda ayudarte─ habló Myrtle.

─Nadie puede ayudarme─ dijo Draco. Temblaba demasiado. Miró a Diamond─. No puedo hacerlo... no puedo... tu lo sabes. No sirvo para eso... él me va a matar. Nos va a matar.

Diamond sintió ganas de llorar con él, pero no lo hizo. Sobó su espalda con cariño. Draco lloraba ruidosamente y jadeaba cuando tomaba una bocanada de aire. Iba a levantarse para abrazar a la chica, pero su mirada quedó paralizada cuando vio a alguien detrás de ellos a través del espejo. Diamond giró al instante con su varita en mano. Era Harry.

¡Desmaius!─ exclamó ella apuntándolo.

No había apuntado bien. El hechizo partió en pedazos a una lámpara que estaba a su lado, obligándolo a tirarse al suelo. En eso, Harry le lanzó a Diamond un hechizo no verbal del cual casi que no pudo protegerse, pero lo hizo. Myrtle gritba que se detuvieran, pero no le hicieron caso. Draco, furioso, le lanzó un maleficio a Harry, pero falló y le dio a un cubículo. Un hechizo de parte de Potter rozó a Diamond, y ella respondió con otro que destrozó un tanque de agua. Myrtle gritó al mismo tiempo que todo el baño comenzaba a inundarse. De pronto Harry resbaló y Draco aprovechó el momento para lanzar un Cruciatus.

─¡Sectumsempra!─gritó Potter con todas sus fuerzas.

Aquel extraño hechizo dio de lleno en el blanco equivocado. Diamond sintió lineas frías en su pecho y su rostro. No tardó en darse cuenta que eran cortes profundos de los que la sangre comenzaba a salir en gran cantidad. Se tambaleó y cayó hacía atrás.

─¡Diamond!─ gritó Draco, tirándose al suelo y sujetándola sin miedo a mancharse de sangre por completo.

─No...─ jadeó Harry.

Diamond respiraba con dificultad. Sus ojos estaban inundados en lágrimas y su cabello se había vuelto de un verde oscuro. Draco comenzó a llorar cuando se dio cuenta que la estaba perdiendo.

─No... no quise─ murmuró Harry.

Draco lo miró con profundo odio.

─¡Vete a la mierda, Potter!─ gritó tan alto que sintió su garganta desgarrarse.

─¡Asesinato! ¡Asesinato en el baño! ¡Asesinato!─ gritó Myrtle.


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