Era cerca del medio día, todos estaban despiertos y preparados para entrar por esas montañas aunque claro; aún seguían preocupados.
Alejo se veía incluso peor que ayer solo que ahora se podía mantener en pie pero aún así, no aspiraba confianza.
- Podemos intentarlo mañana o cuando te sientas mejor - hablo con calma el Abuelo Alberto pero su nieto se negó.
- Estoy mejor de lo que piensan, no debemos atrasarnos por mi culpa- respondió tu hermano, el patriarca solo suspiro y emprendieron una corta caminata hacia las dichosas montañas, empezaron a revisarlas buscando alguna forma de entrar sin tener que usar el don de Alejo, aunque este insistiese en que esta bien, era preferible no usarlo por el momento.
Pasaron casi todo el día buscando alguna brecha, fue en el atardecer cuando finalmente hallaron una abertura al lado de un río, parecía como si se hubiera quebrado en dos.
Decidieron entrar y pasar la noche en el bosque de Encanto, Fabián se encargo de alterar las ondas de sonido de la familia con el fin de que ningún animal salvaje los pueda escuchar.
- Creo que estaremos así a salvo - hablo Fabián mientras se quitaba su sombrero.
- Bien, hay que ir haciendo las carpas... - el Abuelo empezó a dar órdenes al resto de la familia para armar el campamento.
Todo parecía estar tranquilo, el bosque era precioso y eso que sólo habían visto una pequeña parte, sin duda parecía un lugar mágico.
De la nada tuviste un raro presentimiento, como una brisa que te golpeaba en la nuca, volteaste a ver que ocurría.
- Madre... ¿Que es eso? - preguntaste anonadada, viste a lo lejos como una especie de ráfaga de escarcha dorada se acercaba a ellos.
Esta recorrió todo el bosque y llegó a ustedes, no les hizo daño pero dejó a todos sorprendidos, la escarcha cubrió las montañas, estas por arte de magia se empezaron a unir denuevo lo cual alertó a toda la familia.
- ¡TODOS, CORRAN! - exclamo el abuelo quien apuró a todos para que vayan a la salida que cada vez se cerraba más.
Quisieron intentar salir pero ya era tarde, las montañas estaban completamente selladas.
A lo alto se podía ver un tucan observando lo ocurrido.
[...]
Se podía escuchar claramente la música y el festejo que salía de la nueva casa Madrigal.
Justo se acababan de tomar una hermosa e imperfecta foto familiar, parecía que todo iba a estar bien.
Dolores bailaba alegremente con Mariano, lo mismo hacían Peña y Félix, al poco tiempo también se les unió Julieta y Agustín que decidieron dejar la cocina un rato para festejar, también forzaron a Bruno y la abuela para que se unan a la pista de baile, mientras tanto Isabela hacia mil y un flores de distintos colores para los pobladores, Luisa descansaba en una hamaca mientras disfrutaba de un coctel, Camilo y Mirabel se fueron "a escondidas" hacia la cocina, tal parece que querían revivir la costumbre de robar comida en cada fiesta.
Mientras tanto el pequeño Antonio jugaba con su jaguar a la vez que se lo mostraba al resto de niños del pueblo.
Cuando llego volando un tucan por la ventana.
- ¿Que ocurre? - pregunto preocupado, el ave se veía alterada e incluso asustada.
El tucan empezó a chillar, los niños la veían confusos ya que no entendía lo que decía, pero el si.
El niño se apartó del grupo de sus amigos y se escabullo a su cuarto, no podía creer lo que estaba pasando.
- Me estas diciendo que... - el de crespos se calló, sabia que su hermana podría escucharlo y no quería eso.
Se sentó en silencio mientras con señas le decía al pajaro que le vuelva a contar todo.
"Las montañas estaban partidas, personas entraron, las montañas se cerraron, personas estan adentro"
Antonio envió otras aves para que vayan a ver si era verdad, lamentablemente era asi; incluso los vieron haciendo un campamento.
- ¡Ay no! - se quejo asustado el pequeño quien hundió su rostro en la almohada, no sabía que hacer; podía ir a decirle a la abuela sobre los intrusos pero eso arruinaría la fiesta y el buen ánimo del pueblo, la magia finalmente había vuelto ¡Y no quería que se vaya denuevo! Al menos no por una pelea familiar.
- ¿Que hago? - pregunto mientras seguía su cara hundida en la almohada, algunos monos sintieron pena por el estado de su amigo así que se dieron unas palmaditas de animo.
- ¡Visitas, Visitas! - parloteo un loro, bajo lo mas rápido como pudo y cuando llego a la puerta intentó comportarse lo más tranquilo y relajado como pudiese, ¡Como si no hubiera extraños invadiendo Encanto!
- Antonio ¿Estas bien? - resulta que el visitante era tu hermana, justo la persona que podía oír y saber todo, que mala suerte.
- Sip ¡Estoy bien! - respondio nerviosamente aunque trataba de ocultarlo.
- Entonces...¿Por qué saliste corriendo de la fiesta hacia tu cuarto? He estado escuchando como te quejas ¿Sabes? - Dolores hizo una pose que le hizo acordar mucho a su madre.
- Es que... Me sentía mal - técnicamente no era mentira - Se que me entenderás, ya que... ¡Eres mi hermana mayor favorita - un truco que le enseñó Mirabel es que si eres el menor en una familia una forma de conseguir algo de tus hermanos mayores es decirle que son tus favoritos.
Al parecer Dolores se vio convencida - El solo hecho de que me compares con Camilo ofende - bromeó obviamente.
- Entonces me iré, si necesitas algo me avisas - cuando Dolores se iba a ir, pero Antonio decidio asegurarse de algo.
- ¡Espera! No haz escuchado... ¿Algo raro? - pregunto con inocencia el pequeño.
- Lo único raro que he escuchado es como Camilo logró meter diez arepas en su boca, el año pasado solo pudo con ocho - dijo sonriendo la morena mientras salía de la habitación.
Al final, el pequeño Madrigal se desplomó en el suelo, mucha presión para un niño supongo.
~ Ella no ha escuchado nada, es imposible ~ pensó mientras volvía a su cama, seguía nervioso ya que no sabía que hacer ahora, nadie más que el y sus amigos animales sabían de los intrusos.
Llamó a sus aves y les hizo señas para que le digan que estaban haciendo los forasteros, ellas solo dijieron que acampaban y comían, al parecer no han hecho nada peligroso, por el momento.
Aunque seguían repitiendo que ellos no hacían ruido, sus bocas se abrían pero ningún ruido salía de estas, tal vez por eso su hermana no los pudo escuchar.
Genial ¡Ahora resulta que hay forasteros mágicos!
Lloriqueo un poco en su cama mientras algunos animales lo consolaba, incluso le trajeron algunos regalos como flores o frutas, de cierto modo le reconforto saber que habían alguien a quien le podía contar esto y no se lo diría a nadie.
Pero al final, tenía que tomar una decisión, contarles todo ahorita... O mañana en la mañana con el desayuno.
Pensó en eso por varios minutos, creo que hasta una hora cuando tomo una decisión.
Los forasteros apesar de tener magia, no parecían peligrosos, no hacían nada como talar bosque o matar animalitos, ¡Incluso alimentaron a uno de sus tucanes! Nadie que trate bien a los animales puede ser mala persona....¿Verdad?.
- Mañana lo hago - dijo mientras se arropaba en su cama en medio del árbol, aunque el miedo y la presión de que el Encanto podía peligrar no lo dejaba dormir.
[...]
- Así que no hay salida, genial - gruñó Terrón mientras movía un poco la leña que cocinaba la cena.
Después de pasar una hora de buscar y razonar lo que pasó, la familia se dio por vencida en su búsqueda de una salida y lógica.
- Igual no hay mucho problema, el plan era ascentarnos aquí de todos modos, en el peor de los casos podemos usar el don del vago ese - dijiste tranquilamente mientras movías las brochetas que se asaban en la cocina improvisada.
Tu hermano solo te dedico una mirada molesta pero no dijo nada, el estaba enfrascado en su mundo al lado de la fogata, podías ver que estaba algo enfermo ya que tenía un leve temblor.
Debido a eso tu madre y padre fueron al bosque en busca de hierbas medicinales, también los acompañó el abuelo quien tenía un libro de plantas de ese tipo.
El tío Hipólito y Verónica estaban Cortando leña así que la tía Eva estaba "cuidandolos".
- Yaya, no se molesten, me traen malas vibras - bromeó tu tía quien junto a Fabián estaban haciendo una mascarilla, ella sugirió hacer una "noche familiar" osea pasarla alrededor de la fogata mientras comían y usaban mascarillas, todos estaban en contra pero Eva siempre hace lo que quiere.
- Terrón bebé ven, está mascarilla te quedará espectacular - dijo la mayor quien unto un poco de la crema en el rostro de la mencionada, aunque esta trataba de alejarse.
- Tal vez ayude a aliviar las arrugas de tu frente - bromeó el del sombrero pero al parecer a su hermana no le gustó su chiste ya que le dio un zape.
- ¡Volvimos! - exclamó alegre tu padre quien regresaba junto con el resto de la familia, podrías ver que sus manos estaban llenas de hierbas lo cual significa que su búsqueda fue exitosa.
- Encontramos varias plantas, algunas sólo habíamos visto en el libro de papá- dijo tu madre quien dejaba las plantas en una mesa.
- ¡Bien! Nosotros hicimos brochetas y algo de mascarilla-dijo alegre tu tía quien hizo que algunas de sus hadas lleven el bowl con la mezcla a otro lado.
- Primero empezaremos con la cena, Fabián trae a tus padres para comer-dijo el abuelo quien iba a la cocina improvisada para ayudar a servir la comida.
Una vez que todos tenían sus platos alrededor de la fogata, empezaron a hablar de lo ocurrido en el día.
- Apesar de todo, creo que es un buen lugar, hay un montón de pájaros eso si, ¡Así que cuiden sus hombros! , no les vaya a caer popo - Sonrió la tía Vero mientras le daba un trozo de pan a un loro que andaba pasando.
- Tienes razón....¿Pero donde esta el pueblo? - preguntaste mientras comías, apesar de no haberse adentrado en lo profundo del bosque, este no parecía tener algún tipo de contacto con los humanos, era colorido y salvaje.
- Deben de estar en lo profundo, igual no importa, mañana podemos ir a explorar e inspeccionar el lugar - respondio el abuelo, apesar de que lo dijo con una voz calmada el parecía estar escondiendo algo, no sabias como explicarlo pero aveces el desviaba la mirada al bosque y se perdía ahí.
La cena pasó tranquila después de eso, prepararon una infusión para Alejo quién la bebió con algo de dolor por el agrio sabor de las hierbas.
- Bueno ahora que están listos ¡Es noche de familia! - exclamó alegre la tía Eva quien sacó nuevamente la crema, todos rodaron los ojos, excepto tu y la tía Vero, de cierto modo estaban emocionadas.
- Eva, tienes ya más de cuarenta, esto hacíamos cuando éramos niñas - Sonrió tu madre, habías escuchado como el abuelo y sus hijos se quedaron por varios años en un pueblo, ahí tu tía desarrolló un amor por todo lo estético, desde la cosmetologia hasta la sastrería, todo eso le sirvió en su corta carrera de actriz teatral, lamentablemente esta se corto ya que debieron huir del pueblo... De nuevo.
- ¡Ay Trini, no me digas eso! Pará mí sigo viéndome igual de bella que a los 20, tal vez esta mascarilla te ayude - a continuación tu tía aplicó la mascarilla a tu madre, en cierto modo no mentía; cualquiera que viera a Eva pensaría que está en sus jóvenes 20, a lo mucho en los inicios de los 30 pero no, tenía 41 casi 42 ¿Como logró mantenerse joven? Nadie lo sabe.
Tu tía aplicó la mascarilla a todos, incluyendo al abuelo quien se veía muy gracioso con su expresión sería pero la cara cubierta de crema verde.
Pasaron la noche hablando sobre lo que esperaban de este lugar, sobre sus expectativas y sueños; esperabas que fuera un pueblo con gente de tu edad, así podrías tener finalmente un amigo, uno que tal vez dure para toda la vida.
[...]
Ya todos estaban durmiendo pacíficamente en sus carpas, había un montón de aves que les hacían compañía lo cual era gracioso.
La luna estaba en su punto más alto y sólo se podían oír los ruidos del bosque, ningún Vilca estaba despierto...¿O si?.
El patriarca se hallaba en su propia carpa, leyendo y releyendo aquel libro mágico que había dotado de dones a su familia, para todos el libro era algo sagrado y resplandeciente, pero el sabía que él libro que tenía en sus manos no era ni la mitad de lo que solía ser.
- Por favor... Dime que este es el lugar, ya estoy viejo y no puedo seguir caminando por el mundo, no lo merezco... Mi familia no lo merece - murmuró lleno de tristeza, esperaba que el libro hiciera algo, que volará o interactuara con el, pero nada, solo era un libro bonito y ya, las únicas veces en donde se veía aunque sea un poco de lo que era es cuando era una ceremonia de don, o eso creía hasta que vio como el libro se despertó por unos minutos y le dio un poder a su nieta, a la que no debía tener don.
¿Era una señal? No lo sabía, no comprendía lo que sucedía y temía que ya no tuviese el control de la situación.
Lo único que lo mantuvo con fuerza, después de perder su hogar, su familia y su esposa fueron las últimas palabras de esta.
- Todo estará bien, ve a donde nace un Encanto - susurro al libro, esas palabras le sirvieron de guía por más de 40 años, finalmente estaban en el pueblo Encanto, finalmente estaban en donde debían estar pero...
¿Por qué no pasa nada?
Este capítulo terminó siendo más corto de lo que quería pero equis.
No saben cuántas veces lo reescribi, quería que este capítulo también se tratase del primer encuentro de Camilo con la prota, pero quedaba muy apresurado así que lo aplaze para el próximo capitulo.
Les dejo un par de dibujos que hice estos días, el primero es el look que tendrá Isabela en esta obra
(imaginemos que también tiene su mechón amarillo, es que me olvide)
Y por ultimo un dibujo de nuestra Marisol, en mi imaginación está era la ilustración que aparecía de ella en el libro, pero no me convenció así que solo es un dibujo y ya.
Bueno eso sería todo, besos en la cola y Bye!!