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De JJ_MONSTAX_514

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โ–ธ ๐–ฅป no + min = โ™ก ห‘ ๐–ฆน โŠน แจ˜เป‘ ยก ademรกs de ser un joven indepentiente, rebelde y decidido, jaemin es un draki, u... Mai multe

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Estamos casi llegando a casa cuando mi madre anuncia con solemnidad: -Me marcho mañana. - Yo me quedo aturdido un momento, pensando que, a lo mejor, en realidad quiere decir que nos marchamos mañana. Pero luego caigo en la cuenta: va a vender una piedra preciosa. El refulgente ámbar; fuego congelado. Me inclino hacia delante, intentando comprobar si habla en serio. ¿Cómo puede hacerlo? ¿Cómo puede fingir que no está llevándose una parte de mí, arrancando un pedazo de mi corazón para vendérselo a alguien que cree que se trata tan solo de un trozo de roca? Valioso pero inerte. Muerto.

-Me voy a primera hora. Ustedes tendrán que tomar el autobús. Pienso estar de regreso a tiempo de recogerlos el viernes por la tarde. Ya se lo he dicho a la señora Chungha, y ella vigilará que estén bien.

Empiezo a sentir algo en el estómago, que se me retuerce de miedo; lo mismo que sentí hace años, cuando Sehun llamó a la puerta de nuestra casa para decirnos que mi padre había desaparecido. -¿La señora Chungha? - Repite Haechan, arrugando la nariz. Como no le ha preguntado a mamá por qué se marcha, está claro que ya lo sabe. Y le tiene sin cuidado. Solo me preocupa a mí. Solo yo me pongo enfermo de pensarlo... -¿Adónde vas? - Le pregunto, pues necesito saberlo. Como si importara de algún modo. Como si, tal vez, algún día, pudiera encontrar la piedra y salvarla de vivir perdida a perpetuidad. Mi madre guarda silencio. -¿Dónde vas a venderla? - Insisto. -¡Es fantástico! - Exclama Haechan rebuscando algo en su mochila, y luego pregunta con una indolencia que me da dentera: -¿Podemos cambiar de casa? Pero quedándonos en la misma zona escolar, claro. ¿Y qué me dices de teléfonos móviles? Me parece que nosotros dos somos las únicas personas de todo el instituto que no...

Lo interrumpen. -Pisa el freno, Haechan, no te precipites. - Mamá le da unas palmaditas en la rodilla. -Esto es sólo para aliviar un poco nuestras estrecheces. Todavía no vamos a mudarnos. Servirá para compraros algo de ropa... Y el equipamiento de animador si entras en el grupo. Y quizá yo pueda bajar un poco el ritmo de trabajo, quedarme en casa un par de noches. Los echo de menos, chicos. Y quizá... - Añade, dirigiéndonos una mirada cálida, con ojos brillantes y relucientes de promesas. -Quizá incluso considere lo de comprarles un coche. - Haechan suelta un gritito y se atraviesa en el asiento para abrazar a mamá mientras conduce. ¿Un coche? ¿Una gema familiar por un coche? ¿Un montón de maquinaria que tal vez, como mucho, dure una década? No es un intercambio equitativo. Yo me pongo a mirar por la ventanilla, demasiado indignado. Una intensa emoción me aprieta la garganta, dejándome sin habla.

El coche será para Haechan, por supuesto. Haechan no bromeaba sobre lo de no dejarme conducir. No se me da bien. El mundo sería más seguro con un crío de guardería al volante. Parpadeo, contemplando con ojos ardientes los jardines que pasan ante mí. Son todos rocas y pedruscos estratégicamente dispuestos. Cactus, buganvillas y salvia del desierto. Fluidas cintas de calor danzan sobre el asfalto blanqueado por el sol. -Chicos, necesito que me prometan que se portarán bien, y que avisarán a la señora Chungha de sus entradas y salidas. Si les hace falta algo, díganselo. Yo llamaré todos los días. - Finaliza. -¡Sí! ¡Lo que sea! - Exclama mi hermano, cuyos saltitos hacen que los muelles del asiento del copiloto protesten.

-¿Jaemin? - Dice mi madre como si estuviese esperando algo de mí. -Lo que tú digas. - Respondo con voz ahogada, lo bastante vagamente para satisfacerla, y durante un momento siento como si me hubiera quedado sin aliento, como si un puñetazo me hubiera sacado el aire del pecho. Una vez mi padre nos llevó a un parque de atracciones de Oregón. Fue en una de esas breves escapadas lejos de la manada que mamá siempre se empeñaba en organizar, antes de que yo me manifestara. Bajé en picado en una caída libre de veinte pisos de altura, absolutamente indefenso contra la gravedad. Incapaz de volar, de salvarme... Ahora mismo siento idéntico terror, idéntica indefensión, porque nada de lo que yo diga desviará a mi madre de su actual camino. Nada logrará que se dé cuenta de lo que está haciéndome. Estoy cayendo. Y en esta ocasión, nada me salvará. Ningún dispositivo mecánico se activará para detenerme justo en el último minuto. «Pero ella se da cuenta», susurra una vocecilla en mi interior. Por eso lo está haciendo. Por eso me ha traído aquí. Mi madre quiere que yo me estrelle contra el suelo.

Esa misma noche, encuentro a mamá haciendo el equipaje en su habitación. Va vestida con la ropa del trabajo. Piensa marcharse en cuanto termine su turno. La caja de acero inoxidable está sobre su cama, cerca de la bolsa de lona medio llena. Siento una punzada de alarma en el corazón al ver la caja. -No irás a venderlas todas, ¿verdad? - Le pregunto. Ella levanta la mirada, doblando una blusa. -No. - Sigue empaquetando, con movimientos mesurados y lentos. Yo asiento, aliviado, y me acerco un poco a la caja. Siento un cosquilleo en las manos, que se mueren por abrirla. -¿Puedo verla? - Mi madre suspira. -No te hagas esto, Jaemin. Olvídalo y punto. - Finaliza. -No puedo. - Toco la tapa, la acaricio. Me duele la garganta.

-Enséñamela una última vez. - Ella sacude la cabeza. -Estás decidido a hacerte esto muy difícil, ¿verdad? - Replica. -Enséñamela. - Mamá rebusca en un bolsillo con gestos furiosos y su voz se transforma en un quedo murmullo mientras blande la llave. Abre la caja y levanta la tapa. Yo aspiro hondo ante el instantáneo destello de color. Me rodean voces arrulladoras. Susurrando, me abrazan, me recuerdan mi verdadera naturaleza, que poco a poco se va desvaneciendo de este mundo. Aunque no tan deprisa como cree mi madre. No con Jeno cerca. Probablemente él sea la única razón de que mi Draki siga vivo. En este desierto, sin piedras preciosas, sin él, estoy condenado.

Como el beso de Jeno, las piedras alcanzan mi núcleo... Me resucitan. Una gema me atrae por encima de las demás. Cierro los ojos, absorbiendo el vínculo de energía fresca. -¿Cuál es el que vas a vender? - Musito, aunque ya lo sospecho. Mi madre levanta el ámbar del acogedor nido que comparte con sus hermanas y yo aprieto la mandíbula. Lo sabía. De algún modo, sabía que era él el que iba a abandonarme. Me inclino hacia delante, memorizándolo, jurando volver a encontrarlo. Se lo comunico en silencio, observando cómo late lleno de luz. El ámbar parpadea y refulge como si me oyera y comprendiese. Te reclamaré algún día, cuando ya no sea prisionero de los caprichos de mi madre. Si para entonces no he desfallecido por completo... Alargo una mano para acariciar su superficie, que es cálida y latiente. Me infunde vida al instante.

Como si supiera que el ámbar está alimentándome, mamá retrocede, poniéndolo fuera de mi alcance. Mi piel se lamenta, se contrae. Me echo hacia delante, ávido por tocarlo de nuevo. -Tienes que parar esto. Deja atrás tu antigua vida. - La mirada de mi madre me abrasa, y me recuerda al aspecto que solía tener antes. Viva y vibrante. Puede que las gemas también sigan despertando una parte de su ser. -Aquí hay muchas cosas esperándote; solo tienes que abrirte a ellas. - Continúa. -Sí. - Gruño. -A lo mejor puedes hacer la prueba para ser animador. - Ella ladea la cabeza y me mira de un modo cortante. Eso no tiene nada de malo. Ya, a ella le encantaría. Y ojalá yo pudiera. Casi sería más fácil si pudiera hacerlo. Si pudiera ser como mi hermano.

-¡Yo no soy Haechan, mamá! Soy un Draki... - Me detiene. -No; tú eres... - Le interrumpo. -Eso es lo que soy. Si quieres aniquilar esa parte de mí, entonces lo que quieres en realidad es aniquilarme a mí. - Inhalo profundamente. -Papá entendía eso. - Digo. -Y está muerto. Eso lo mató. - Yo parpadeo. -¿Qué? - Ella me da la espalda, devuelve el ámbar a la caja con brusquedad, y creo que ha decidido dar por concluida la conversación, pero entonces se vuelve de nuevo hacia mí, y su rostro ya no es su rostro. Una extraña me observa, con ojos extremadamente brillantes que se mueven desenfrenados, como los de un animal al abandonar la protección del bosque. -Tu padre pensaba que podría encontrar otra manada a la que llevarnos. Una que no esperara que sacrificáramos a nuestro hijo... - Finaliza. -¿Una manada rival? - Espetó, negándomelo acaloradamente.

Está prohibido confraternizar con otras manadas. Desde los días de la Gran Guerra, cuando prácticamente nos eliminamos unos a otros. -¡Papá no habría hecho eso! ¿Acaso creía que podría encontrar sin más una manada que no lo despedazara nada más verlo? ¿Por mí? ¿Por nosotros? - Mi madre suelta una carcajada rota. -Oh, sí, claro que lo habría hecho. Tu padre habría recorrido cualquier distancia para protegerte, Jaemin. Y lo hizo. - Yo niego con la cabeza en contra de sus palabras. Papá no murió por mi culpa. No puede ser. -Es cierto. - Dice mi madre como si pudiera leerme el pensamiento, y yo sé que es la verdad. La terrible y repulsiva verdad.

Tiemblo; me duele tanto que apenas puedo respirar. Yo soy la razón de que mi padre esté muerto. Tomo aire. -Y tú me culpas por eso. ¿Por qué no lo dices claramente? - Los ojos de mi madre se abren de golpe antes de entrecerrarse. -Jamás. Yo culpo a la manada. - Muevo la cabeza a un lado y a otro, despacio, como si estuviera bajo el agua. -Quiero regresar. - Afirmo. Ni siquiera sé ya si lo deseo realmente. Solo quiero alejarme de mi madre, de todo lo que está contándome. Es demasiado.

Estoy a punto de confesarle lo de Johnny, pero algo me detiene, algo impide que esas palabras salgan de mi boca. -Haechan y tú pueden quedarse aquí. A lo mejor yo podría venir a visitarlos... - Mamá niega con la cabeza ferozmente. -De ninguna de las maneras. Tú eres mi hijo. Me perteneces. - Le interrumpo. -Yo pertenezco a la manada. A las montañas y el cielo. - Exclamo. -¡No dejaré que te sometan a los dieciocho años! - ¿Es que no lo ve? ¿Es que sólo hay problemas, dolor y muerte para quien intente abandonar la manada? -No lo harán. - Contesto. «Johnny me lo prometió», pienso. -No permitiré... - Entonces mi madre se echa a reír, y ese sonido salvaje me asusta. -Jaemin, ¿cuándo vas a entenderlo? ¿Es que necesitas que te lo deletree? - Sacudo la cabeza, confundido, empezando a sentir que tal vez no debería haber creído a Johnny tan fácilmente.

De repente, esa noche cerca de Chubby's se me antoja muy lejana. ¿Por qué volví a creer a Johnny? -Ya sé que quieren unirme a Johnny... más pronto que... - Me interrumpe. -Esa no es ni la mitad de la historia. -Mi madre avanza hacia mí y me agarra de un brazo. -¿Quieres saber qué había planeado la manada para ti? - Me inunda un miedo frío, profundo y espantoso, pero digo que sí con la cabeza. -Si no nos hubiéramos marchado cuando lo hicimos... Iban a cortarte las alas. - Yo me libero de un tirón y retrocedo tambaleándome, sacudiendo la cabeza... Temblando.

Nuestra manada no ha realizado esa práctica tan bárbara desde hace generaciones. Cortar las alas a un Draki es una antigua forma de castigo corporal. Arrebatarle a un Draki su capacidad de volar es el peor castigo... Además de ser extremadamente doloroso. -Ellos no me harían eso. - Digo con voz ronca. -Para ellos eres una propiedad, un objeto. Una mercancía valiosa para su futuro. Harían cualquier cosa para conservarte. - Veo el rostro de Johnny, recuerdo su expresión formal. No podía estar mintiendo, no podía saber que era eso lo que tenían previsto para mí. No podría haber deseado que volviera con él para enfrentarme a eso. Es imposible. No puedo creerlo.

-No es cierto. Me lo habrías contado antes... - Menciono. -Te lo cuento ahora. Tenían planes muy concretos para ti, Jaemin. No estaban dispuestos a correr más riesgos contigo; no después de tu última hazaña. - Le interrumpo. -Lo dices sólo para que no regrese. - Replico al mismo tiempo que las lágrimas empiezan a deslizarse por mi cara. Mi voz no es la mía. La emoción me atenaza tanto la garganta que casi no puedo respirar. -Crece ya de una vez, Jaemin. Ya no eres un niño. Esa es la verdad, y, en lo más profundo de tu ser, lo sabes. ¿Quieres regresar para enfrentarte a eso? - Termina. -Mamá. - Dice entonces Haechan desde el umbral. Me observa con preocupación. Su tersa frente está surcada de arrugas, y esa expresión me recuerda a cuando éramos pequeños, a cuando nos protegíamos mutuamente. De noche, nos metíamos constantemente uno en la cama del otro... Sólo para asegurarnos de que estábamos bien. Con ese recuerdo no me siento tan espantosamente sólo, simplemente incómodo.

Me paso una mano por las mejillas y las lágrimas hacen que me sienta débil, pequeño, dos cosas que un Draki no debería ser. Quizá sea más humano de lo que pensaba... La voz de mi madre se suaviza y yo me sobresalto cuando me toca un hombro. -No puedes regresar, Jaemin. Nunca. ¿Lo comprendes ahora? - Asintiendo, bajo la cabeza y dejo que el pelo me caiga sobre los ojos para que ella no vea las lágrimas, la derrota, porque sé que no está mintiendo. Todo lo que ha dicho es verdad. No puedo regresar con la manada. Estoy atrapado si me quedo aquí. Estoy atrapado si vuelvo con ellos. En cualquier caso, da igual. Jamás seré libre.

La verdad me aplasta. Siento un dolor brutal, como un cuchillo que se me clavara entre los omóplatos. Paso corriendo ante mi hermano, que está plantado en el umbral, y casi tropiezo en mis prisas por escapar. Anonadado, oigo cómo Haechan le susurra algo a mi madre. Durante un segundo me pregunto si él también sabe que planeaban cortarme las alas. Si lo ha sabido todo este tiempo. Johnny tenía que saber lo que su padre y los mayores pretendían hacerme. ¿Cómo pudo mirarme a la cara y mentirme con tal descaro? ¿Es que no le importo nada? ¿Ni siquiera por la amistad que una vez compartimos? Me siento ridículo y perdido... Estúpido. Mi convencimiento de que nunca me obligarían a emparejarme demasiado joven resulta absurdo ahora que sé que estaban dispuestos a mutilarme de la peor manera posible. Son capaces de cualquier cosa.

Encorvándome, me agarro la cintura mientras empujo la puerta del cuarto de baño. Me abalanzo hacia la taza del váter y vacío el estómago, sollozando entre penosas sacudidas, vomitando una y otra vez. Por fin paro, estremeciéndome, roto, y me derrumbo en el suelo, débil, desmadejado. Recostándome contra la fría pared, me agarro la temblorosa cara con ambas manos y acepto que todo lo que sabía que era cierto, todo en lo que creía, no existe. Nunca podré regresar a mi hogar. No tengo hogar.

No sé cuánto tiempo llevo sentada en el suelo cuando llaman a la puerta. Por las dolorosas punzadas que siento en la espalda y el trasero, ambos entumecidos, imagino que habrá sido un buen rato. -¡Lárgate! - Exclamo. Agotado de llorar, escucho unos instantes el sonido de mi propia respiración, que brota entrecortada entre mis labios. La voz de Haechan flota a través de la madera, tan suave y baja que tardo unos momentos en procesarla. -No es culpa tuya, Jaemin. No te castigues. Es normal que confiaras en ellos. - Levanto la cabeza de golpe, y me quedo mirando la puerta. ¿Él lo sabe? ¿Y le importa? Supongo que no debería sorprenderme. Haechan es mi hermano. Por distintos que seamos, jamás he sentido que me odiara ni me culpase porque yo encajase en la manada cuando él no podía.

En lo más hondo de su ser, jamás me ha culpado por Johnny, por tenerlo sin intentarlo. Pero ahora, si yo le arruinara las cosas aquí, en Chaparral, él sí me culparía. Como si pudiera leerme el pensamiento, Haechan continúa: -Esa manera que tenían de tratarte... Como si fueras una especie de monumento para la manada... Como si no fueras real, como si no fueras alguien a quien respetaran o que les preocupara... Estaba mal. Lo que hacía Johnny estaba mal. - Suspira, y me pregunto cómo sabe qué es lo que necesito que me diga justo ahora. -Solo quería que lo supieras. - Hace una pausa y luego añade: -Te quiero, Jaemin. - «Yo también», estoy a punto de responder, pero entonces la sombra de sus pies que veo bajo la puerta desaparece. Me muerdo el labio hasta que el intenso sabor a cobre de la sangre me corre por los dientes. Poco a poco, me pongo en pie y salgo del cuarto de baño.

➶ ໑ 𝐇𝐨𝐥𝐚 𝐂𝐡𝐮𝐥𝐱𝐬 ᘒ ꒦ 🜸

↬ Recuerden dejar sus lindos comentarios y su estrellita, gracias por leer bus y nos vemos en próximos capítulos.

↬ NO ME TOQUEN, quiero abrazar a Jaemin y Haechan, ambos han sufrido demasiado en sus vidas por separado y, sin contar, ambos perdieron a su padre, que horrible debe ser vivir tanto en una corta edad. Espero hayan disfrutado el maratón, cuídense mucho. 5/5

𖧷 ᜊ 𝐉𝐉_𝐌𝐎𝐍𝐒𝐓𝐀𝐗_𝟓𝟏𝟒 𖥻 .͘ 𝐈.𝐍

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