Solo Pide Un Deseo [+18]

By PerfectWriting13

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Un solo deseo a una estrella fugaz provoco que Destiny volviera tres años atrás, recuperando su vida, su trab... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3 🔞
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12 🔞
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15 🔞
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20 🔞
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24 🔞
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 28
Capítulo 29 🔞
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35 🔞
Capítulo 36
Capítulo 37 🔞
Capítulo 38 🔞
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44 🔞
Capítulo 45
Capítulo 46 🔞
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50 🔞
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Epílogo
Agradecimientos

Capítulo 27

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By PerfectWriting13

"Conocerse a uno mismo no solo es la cosa más difícil, sino también la más incómoda". —H.W. Shaw

***

Toco la puerta de la habitación antes de entrar en modo sorpresa, así que girando el pomo hacia el lado derecho y de esta forma empujando la puerta, puedo ver como ella engrandece los ojos al verme llegar de forma inesperada, puedo ver como comienza a levantarse para intentar sentarse en la cama, por lo que agilizo mis pies para impedir que ella haga todo tipo de esfuerzo que pueda empeorar su condición de salud.

Apenas fue posible que me dejaran entrar a verla cuando no soy un pariente cercano y eso sin decir que, solo por haberla ayudado aquel día que estuvo casi a punto de caerse no es una buena justificación para que una desconocida como yo, intenten dejar que entre a una habitación privada para ver a una paciente que su condición de salud no es muy buena hasta el momento; pero como me gusta cumplir mis promesas, ahora me encuentro nuevamente en el hospital, con un ramo de flores amarillas en la mano y visitando a la señora Antonella que desde un principio me deslumbro su fortaleza y optimismo.

Intento detenerla para que no salga de la cama, así que permitiendo que vuelva a ella, ayudándole a acurrucarse entre la almohada y poniendo la sábana azul a la mitad de su cuerpo, le suelto una pequeña sonrisa para luego buscar entre todo el lugar un jarrón para poner el ramo de rosas que le he llevado; sin embargo, al no ver un objeto donde poner mientras tanto las flores, creo que será bueno decirle a una de las enfermeras si pueden prestarnos un recipiente para ponerlas antes que la temperatura del ambiente pueda marchitarlas.

— ¿Cómo se encuentra el día de hoy? —Pregunto tomando una silla para acercarme a ella.

—Que puedo decirle, estoy en camino a la vejez por lo que las enfermedades a mi edad empiezan a agravarse en vez de tener una cura —decir eso parece desilusionarla.

—Seamos sinceras —levanto las manos mientras dejo el ramo de rosas en mis piernas —, usted se ve muy joven, así que no se debe de estar preocupando por situaciones que aún no se han llegado a presentar —suelta una leve risa.

—Tiene razón, me preocupo demasiado por asuntos que ni se han aproximado —dice mirando un punto ciego en una de las cuatro paredes.

Miro nuevamente las rosas así que las vuelvo a tomar de mis piernas para entregárselas, en donde ella musita un agradecimiento al agarrarlas para luego pasar su nariz en varios pétalos que se encuentran mojados para que estás puedan mantenerse vivas luego del calor que trae el verano. Como si fuese una niña, admira las rosas amarillas por un largo tiempo, mientras toca algunos capullos que apenas empiezan a florecer, sin decir que, acaricia los pétalos con tanta ternura como si no quisiera lastimarlos.

—Son hermosas, muchas gracias. —Me da una mirada llena de afecto.

—No sé que tipo de flores le gustan, así que me deje llevar por mi intuición —le digo esperando que le hayan gustado y no finja su emoción solo para no ser mal educada.

—Bueno, le diré que acertó. —Engrandezco los ojos ante la respuesta. —Son una de mis flores favoritas —lo dice con sinceridad.

— ¡Uf! —Suelto un suspiro. —Tenía miedo de que no le gustaran o que fuera alérgica a ellas —dije con más tranquilidad.

—No, la verdad, aprecio su regalo. Son pocas las personas que traen flores para mí y recibir un obsequio como esté, es agradable —dice con serenidad —. Aunque ahora que lo recuerdo, puede que haya intuido muy bien algún gusto particular de mí, ¿no? —Pregunta con interés.

— ¿Cómo así? —Pregunto al no comprender lo que trata de decirme.

—Es que a veces creo que las personas que trabajan en florerías o viveros, tienen un don particular de saber que planta o flor se inclinan ante el carácter o personalidad de una persona —explica.

Bueno, no tengo mucho conocimiento sobre eso, mayormente siento que la mayor parte de mi tiempo me dejo guiar por mi intuición y por lo detallista que suelo ser al observar a las personas en ciertos rasgos de su forma de ser, pero, por lo contrario, no creo tener esa habilidad de la que ella habla.

—Realmente no sé si tenga ese don, pero si puedo decirle que sé mucho de flores —ambas reímos.

— ¿Te has dedicado mucho a averiguar sobre la flora? —Hago un gesto con mi cabeza para aprobar eso.

—No me considero experta porque al menos sé cómo sembrar y mantener vivas a las plantas, además que tengo en mi cabeza una variedad de flores con distintos nombres que ahora mismo podría decirle que mi memoria parece un álbum. —Digo con orgullo.

La verdad es que el tiempo en que me quedaba en casa luego de que me case con Phillipe sirvió de mucho para que aprendiera ciertas cosas de las que probablemente nunca les hubiera tomado mucha importancia, ya que una vez que termine por ser una mujer casada y prohibirme seguir con mi trabajo de modelo, tuve que buscar otras pasiones e intereses para poder seguirme entreteniendo en un hogar que mayormente parecía vacío, gris y sin una gota de alegría o diversión. Así que la única prioridad que antes tenía, termino por ser de las últimas cuando me centré a especializarme un poco en la botánica, en la literatura, moda, economía y en artes culinarias; que fue lo que más hizo que olvidará mis malos días para experimentar nuevas habilidades que fui formando y no creí que se me dieran muy bien.

—Pero sé le da muy bien —encojo los hombros ante su comentario.

—Quizás, la floristería para la que trabajo apenas es mi segundo trabajo que he llegado a tener —le cuento.

— ¿Ah sí? —Dice impresionada. — ¿Y de qué trabaja antes?

—Era modelo, pero no de esas famosas de las que identifica de pronto con solo verla en un comercial de televisión o en vallas publicitarias —hago referencia.

— ¿Cuántos años lleva en eso? —Comienza a interesarse.

—Un largo tiempo —intente recordar la edad en que comencé —, quizás tenía unos cinco o siete años cuando empecé a adentrarme más al mundo de la moda, aunque por fotografías creería que empecé desde que era una bebé. —Ella pareció impresionarse.

Y no es que esté mintiendo o intente verme como una persona importante, sino más bien, la persona que parece que quiso que desde pequeña estuviera en la industria de la moda fue mi madre quien desde que cumplí un año, ya me había llevado a una empresa que fabrica ropa para bebés para que la patrocinará, realmente mis memorias de niña no suelen ser dinámicas y llenas de experiencias divertidas que cualquier niño de cuatro a diez años suele tener, lo que mayormente recuerdo es que mi madre tuvo una cierta obsesión de adiestrarme para ser una princesa del modelaje, recuerdo muy bien de los protocolos que me enseñaba, de ciertas academias de talentos que me enviaba para que aprendiera varios destrezas y de cómo me sumergía poco a poco más en concursos de belleza y a buscarme trabajos entre casas de moda o tiendas de ropa para que fuera la figura central de su mercadería.

Hasta en su momento, no me había detenido a evaluar demasiado mi vida, realmente mi infancia y adolescencia tuvo su peculiaridad y si no hubiera sido porque mi padre deseo que al menos terminará la preparatoria, a estas alturas también estuviera fuera del alcance de haber terminado mis estudios cuando mi madre se interesó más por que siguiera adueñándome de mi talento en las pasarelas. Sin embargo, sus esfuerzos porque estuviera a la altura de otras modelos no valió la pena, porque al final, mi carrera se terminó estancando y yo me volví una chica más rebelde, soberbia y malcriada al creerme el ser más importante y hermoso del planeta cuando hay otras que no por edad, sino que por experiencias, destrezas y carácter me superan.

Al menos en algún tiempo hubiera querido disfrutar de tener una infancia y adolescencia normal, crecer como los demás a su propio nivel, pero siento que mi madre me quito parte de eso y de una sola vez, me dejo entrar al mundo de los adultos cuando no me encontraba preparada física y mentalmente para ello; en su momento, quizás la hubiera detenido pero creo que por mi poca madurez, como también, no tener la suficiente capacidad para opinar y tomar mis propias decisiones, fue lo que hizo que me dejará llevar y me olvidará de lo importante... Vivir a su tiempo cada etapa de mi vida.

—Eso si es un largo tiempo —enfatiza ella.

—Sí —digo desanimada.

—Y, ¿qué fue lo que le hizo cambiar de trabajo? —Abrí la boca para responder, pero al darme cuenta de la situación, la cerré.

Sigo pensando que todavía mi presente se involucra con el pasado y sin dudarlo, se mezcla con aquel del que perdí al pedir el deseo; sinceramente Phillipe fue quien me alejo de esa vida de modelo que antes tenía y fue entonces, que consideré llevar a cabo otras actividades en secreto que al menos me mantuvieran ocupada de mente y dejará de pensar en el terrible matrimonio que estaba teniendo; pero a pesar de ello, he comenzado a creer que él hizo lo correcto en separarme de esa agencia de modelaje.

—Bueno, la verdad es que no conseguí trabajo como modelo, así que cuando se me presento está oportunidad en la floristería, pensé que podría intentar algo diferente del que al menos tenía conocimiento y quizás, no me despidieran —ella suelta una risa.

—Y, ¿qué le ha parecido? —Suspiro.

Quisiera decir que he comenzado a probar mis dones en una florería, pero siendo sincera, aún no he podido tener ese momento ya que el local se ha venido abajo por las pocas ventas que ha obtenido últimamente; pero quizás con la ayuda del amigo de mi hermano y el estudio de mercado que hará un profesional en mercadotecnia, ayude a mejorar el estado económico de la floristería de los Costa.

A la señora Antonella fue difícil ocultarle ciertas cosas que están sucediendo en mi vida y no tengo idea porque al revelarlas sentía que con ella podía mantener ese tipo de conversación íntima y llena de confianza sin que sintiera miedo a que me juzgara ante mis decisiones precipitadas; simplemente ella estaba ahí escuchándome, dándome sus opiniones y manteniendo esa empatía que me hacía sentir segura. Es raro decirlo, pero la sensación de tener una conversación seria con ella suele ser diferente, no es como con Misty, Cole o hasta Phillipe; podría asimilarlo más o menos, como si estuviera hablando con una madre y no ejemplifico a mi madre en esta situación porque con ella nunca mantuve una conversación seria que no se enfocara en ropa, maquillaje, cuidados de piel o cuerpo, dinero y moda.

—Confía en que todo saldrá bien, no dudo que la floristería mejorará su posición —pone su mano encima de las mías.

—Eso espero, sería una decepción saber que no se podría levantar de alguna forma cuando veo la esperanza en los ojos de los Costa por salvar su negocio —le mencione.

—Es una increíble mujer —levanto el rostro para verla —, sus padres deberán estar orgullosos de la forma en como ayuda a los demás sin pedir nada a cambio. —Hago una mueca.

—No sé, realmente nunca me han visto hacer este tipo de cosas por alguien —siento extraño al decir eso —. Y no es por juzgar, pero mi madre no le agradaría nada qué pensará primero en otros antes que yo. —Digo decepcionada.

—¿Por qué? No es algo malo tener que preocuparse a veces por los demás. —Veo el desconcierto en sus ojos. —Además, no todos los días aparecen personas altruistas como usted —encojo los hombros.

—Lo sé, es inexplicable. —Digo con desdén. —Quizás por eso no estoy muy orgullosa de mí y a veces siento que, estoy actuando con hipocresía o bajo un manto lleno de mentiras porque nunca había sido así con los demás. Y ahora es como si fuera una santa ayudando a personas que lo necesitan. —Me trago el nudo de emociones.

Y es verdad, últimamente hasta en eso he pensado que cuando fue la última vez que ayude a alguien que no fuera yo; lo peor de ello es que la única persona que puedo considerar que le he dado una mano de apoyo ha sido a Cole y de por sí, no sólo porque es mi hermano sino porque a pesar de cualquier cosa, él ha estado siempre para mí en las buenas y malas; pero he empezado a entender que ni siquiera yo he podido devolverle tantos favores como los que él me ha dado... Esto me vuelve un prototipo de hermana ingrata.

—Creo que es parte del ser humano cometer y aprender de sus errores —empieza a decir —, además, nadie es santo en esta vida. Todos hemos hecho cosas de las que no nos enorgullecen y por eso cambiamos nuestra forma de ser —siento como pone su mano en mi barbilla para que la eleve —. No sé qué clase de persona era antes, pero puedo decir que está mujer que tengo en frente de mí, no sólo ha aprendido una lección, sino que también, está buscando ser una mejor persona. —Respira profundo. —Y de eso, es lo que debe de estar orgullosa.

Esas palabras son como un consuelo para mí, es cierto, pueda que recordar ahora mismo mi pasado no sea muy agradable, pero eso no quiera decir que siga repitiendo ese patrón del que me hizo alejarme de las personas que quiero, incluyendo en haber perdido a Phillipe, alguien del que debí de haberle dado una oportunidad para que me conociera y yo conocerlo. Ahora, es imposible de que intente remediar muchos errores, pero eso no quiera decir que, no buscaré la forma de cambiar y ser una mejor persona como lo dice la señora Antonella.

Quizás el deseo me haya dado cosas buenas y malas, pero he comenzado a aprender de ello y más en darme cuenta de varias cosas que debí de corregir comenzando con mi actitud.

—Muchas gracias. —Le muestro una sonrisa.

Escucho como abren la puerta de pronto para ver como la enfermera de la vez pasada, entra con una bandeja en la que lleva un pequeño recipiente y un vaso de agua; al verme cerca de la señora Antonella se sorprende, aunque está vez se encuentra tranquila, tanto que, solo me hace una señal apuntando su reloj como si me tratara de decir que ha acabado la hora de visita.

—Hubiera deseado quedarme un poco más —le digo mientras me levanto de la silla.

—Fue muy bonito verla por acá —dice ella con una sonrisa llena de gratitud.

—Lo mismo digo —miro el ramo de rosas aún en sus piernas —, ¿tendrá un jarrón para poner las flores en agua? —Le digo a la enfermera.

—Por supuesto, pasaré a traer uno de la alacena —dice ella con amabilidad.

—Muchas gracias. —Me acerco de nuevo a la señora Antonella.

— ¿Volverá? —Dice ella tomando mi mano.

— ¡Claro! Si no es una molestia —ella niega.

—Me agradaría mucho verla de nuevo. —Me gusta escuchar eso.

—Entonces, volveré. —Sus ojos se iluminan con mi respuesta.

La enfermera carraspea su garganta para informarme que debo de marcharme, así que, entre voluntad y obligación, me despido de la señora Antonella para dejarla descansar y tomar de sus medicamentos.

(...)

Sigo mirando la lista que Misty hizo para hacer las compras en el supermercado, me detengo un momento para verificar si llevo todo, pero pronto me doy cuenta que me hace falta llevar jabón de baño, así que yendo al pasillo de donde se encuentra los productos de limpieza personal, empiezo a ver los paquetes de jabón, cada uno de ellos con distintos precios y marcas, por lo que empiezo a revisar cual tiene el mejor olor, cantidad y calidad; por lo que al tomar dos paquetes de una marca que me convence, me giro para ponerlos en la carretilla pero termino por chocar con alguien, quien logra botarme uno de los paquetes del jabón de baño.

Me agacho para recogerlo, sin embargo, la otra persona es más rápida que termina por agarrarlo para después, ponérmelo en frente; pero antes de hacerlo, la miro a los ojos ocasionando que me lleve la sorpresa de que no es nada más y menos que Phillipe, quien también se encuentra totalmente asombrado al verme; suelto un suspiro para tomar rápido el paquete de jabón de su mano, ninguno ni el otro dice alguna palabra y cuando intento agradecerle, mis palabras suelen ser casi silenciosas si no hubiera sido porque pareció escucharme.

Me alejo de él para acercarme a ver los esmaltes de uñas, intento distraerme en ver todos los colores que van desde los más fuertes o escandalosos hasta los que son pasteles; agarro varios como si no me decidiera por uno de ellos, pero más bien, solo es una forma para quedarme un buen tiempo admirando a aquel hombre que hace unos días empezaba a creer que ya se estaba enamorando de mí, pero una vez que me aparto de él tuve que ingeniármelas para no buscarlo, ya que siento que no se lo merece y tampoco perderé mi dignidad por un estúpido deseo.

De reojo veo como se queda observando unos cepillos de dientes, añadiendo que toma un paquete de hilo dental, pero en vez de dejarlo en su carretilla parece estar leyendo la etiqueta; pongo en frente de mí un esmalte color rojo cereza y otro color vino, en verdad, no tengo ni siquiera porque dudar de mi elección, pero lo hago más para quedarme a ver sus próximos movimientos, pero en vez de eso, lanza el paquete de hilo dental en la carretilla y lo siguiente que va a ver son las estanterías en donde se encuentran varios paquetes de medicinas; sinceramente intento seguir viendo que es lo que hace pero me asombro al ver que en vez de comprar algún medicamento, alcohol o vitaminas, termina por agarrar un paquete de condones.

Ojiplática, intento ignorar lo que acabo de ver, sin embargo, mis ojos terminas por capturar una pequeña sonrisa de su parte como si hubiera descubierto que lo estaba observando, donde sin vergüenza, parece hasta tomar otro paquete que no exactamente creo que sea de preservativos, pero lo termina lanzando en la carretilla haciendo que después se marche dejándome admirada de haber comprendido su intención al llamar mi atención.

Termino por dejar el esmalte color rojo cereza en mi carretilla para después ir por un paquete de tapones y un jabón íntimo, pero mi curiosidad es tan grande que, al pasar al lado de los medicamentos, termino por ver que fue aquel paquete pequeño que él llevo y la siguiente sorpresa que me llevo es darme cuenta que además de llevar condones, se llevó un vibrador... ¡Mierda!

Respiro profundamente e intento no pensar que ha comprado ambas cosas para divertirse con otra mujer, sin embargo, mi molestia comienza a crecer al imaginar que, al no estar juntos, obviamente pasara las próximas noches con otra chica. Quisiera cruzar los dedos y darme esa esperanza que solo lo ha hecho para provocarme celos o algo similar pero últimamente, desconozco a este Phillipe que no me asombraría en creer que ya tiene a nueva mujer en sus pies.

Relamo mis labios y dejo ir una maldición al imaginarlo con otra mujer, no debería ponerme en modo ex esposa celosa cuando yo desee apartarlo de mí por lo que debo de controlarme si no quiero provocar un inútil espectáculo.

Cuando comienzo a pagar las compras, escucho como mi celular empieza a sonar, por lo que, al buscarlo en mi cartera, me doy cuenta que se trata de una llamada de Misty, así que contestando antes de que el cajero me entregue mi tarjeta de crédito, escucho como ella habla con mucha alegría.

— ¿Has terminado las compras? —Pregunta.

—Ahora mismo —le indico.

— ¿Aún no has pedido el Uber? —Vuelve a preguntar.

—No, ¿por qué? —le respondo luego de tomar el ticket de la compra.

— ¿Quieres que te lleve? —Enarqué la ceja.

— ¿A qué te refieres? ¿Te encuentras en un Uber? —Pregunto extrañada.

Ella suelta una carcajada que hasta el cajero termina escuchando haciendo que me mire con extrañez, pongo de nuevo el auricular del celular en mi oreja para seguir escuchando como Misty intenta contener su risa para seguir hablando.

— ¿No quieres que ahora sea tu Uber? —Parpadeo sin entender su chiste.

Empiezo a creer que soy muy mala para comprender ciertas indirectas, así que me quedo callada esperando que ella pueda contestar aquello que sigue sin darme una razón para responderle correctamente.

—Mira hacía los ventanales. —Menciona.

Giro mi rostro para verla afuera del supermercado, con una enorme sonrisa en su rostro estira su mano para empezar a moverla mostrando unas llaves de las que pronto termino por caer en sus palabras. Emocionada, no termino por dejar que el cajero agradezca mi compra cuando termino por mover la carretilla hacia fuera del supermercado en donde Misty ya me está esperando.

— ¿Cómo es que...? —No me deja terminar.

—Ven. Tienes que verlo. —Me habla del vehículo.

Pronto me lleva hasta el estacionamiento en donde debo de seguirla para ubicar el auto que no tengo idea si lo ha alquilado o qué, porque no creo que por el tiempo que hemos pensado en quedarnos, haya decidido comprar uno. Así que, veo como pronto ella se detiene y se queda mirando al frente un Fiat Argo de color rojo.

— ¡Que te parece! —Dice saltando como una niña.

— ¡Es hermoso! ¿Cómo...? —Ella nuevamente me interrumpe.

—Es de Alonzo, me lo presto mientras nos seguimos quedando en Italia. —Abro los ojos asombrada.

— ¿Qué? ¿No me estás mintiendo? —Niega. —Cuando lo vea déjame darle miles de besos para agradecerle este detalle. —Le digo admirada por la nobleza del compañero de trabajo de mi amiga.

— ¿Qué te parece si lo probamos? —Mueve las llaves.

—Ni preguntes. —Digo emocionada.

Lo positivo de ello,es que ya no habrá más Uber y lo negativo... No, para ser sincera, no hay nada de malo está vez. Así que, solo queda por disfrutar de este favor que Alonzo le ha hecho a Misty, el cual, sin dudarlo, espero que podamos recomponérselo luego de todo lo que está haciendo por nosotras.

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Continuará...

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