Suplicarás © (2)

By EternalMls

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•Segundo libro de la bilogia "Arderás". (Para leer este libro, es necesario leer la primera parte titulada "A... More

Prólogo
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By EternalMls

Dereck mantuvo una mano sobre el volante mientras que con la otra sostenía su teléfono celular en lo alto y en alta voz.

- Creo que ya estamos por llegar. – Comunicó breve y avizoró el pastizal que rodeaba la extensa ruta principal.

- Tienes que ver el cartel. ¿Lo has visto? - Una voz respondió desde la otra línea.

Jacob le estaba dando indicaciones de cómo llegar a la cabaña vacacional que tenía en su posesión mediante llamada, aquella que mágicamente se ubicaba a unos cuantos kilómetros de San Francisco. Dereck afirmaba que su primo era la única persona en quien podíamos fiarnos en el momento, y a pesar de mi desacuerdo continuo, no escuchó mis plegarias. Según Pierce, lo único que deseaba era nuestra protección. Pero, ¿A qué costo?

Cuando lo llamó hace una hora atrás le informó que logró sacarnos de la casa y que estábamos vagando sin rumbo esperando a que Jacob pudiese ayudarnos. Sin rodeos, como si su pedido no le fuese sorpresivo y lo había estado esperando desde que se había marchado de la casa, le explicó la ruta que debía tomar para llegar al pueblo donde se situaba la cabaña.

- ¿Cuál era el nombre del pueblo? – Preguntó una vez más para asegurarse.

- Diablo Grande, Dereck. – Su voz sonó molesta.

- Todavía no vemos ningún cartel y ya hemos estado en el coche por más de una hora. Me duele el trasero. – Mia se quejó a mis espaldas con la vista fija en su teléfono móvil.

- Aún es de noche, es obvio que tenemos que ir tranquilos y mantenernos alerta por si vemos algún cartel iluminado. –Glose mientras observaba atentamente cada señalización que rebasábamos.

- Hacia tanto que no escuchaba la voz de Mia. – Jacob comentó sobre ello y soltó una risa ocurrente desde el otro lado de la línea.

Ella desvió sus ojos hacia el celular en alto y se inmutó ante el comentario, dejando que el silencio incomodo invadiera todo el interior del vehículo. Por el espejo retrovisor sentí su mirada empedrada y al instante decido hablar por ella.

- Antes de llegar, Dereck te llamara. – Di fin a la conversación.

Le hurte el teléfono de su mano y finalice el llamado, logrando que el ambiente se tornara tenso. La mirada de Pierce me increpó por mi reacción, pero Mia solo agradeció en silencio por ello.

- No era necesario ese comentario. – Aclare observando sus ojos en la oscuridad viviente del coche.

- Lo sé. – Reconoció y retornó su panorama a la carretera.

- Volver a escuchar la voz de Jacob me trajo recuerdos. –Departió a mis espaldas – No sabía que responderle, dijo aquello tan repentino que me congele – Reconoció -, pero me hubiera gustado hablar con él. - Sentí como los ojos de Pierce invadían mi espacio personal a tal grado que rote hacia su paradero, encontrándome con su atisbo.

Ambos sabíamos exactamente porque lo tratábamos de esta forma y las esperanzas de que ella hiciera lo mismo, por lo que podíamos deducir, eran nulas.

A pocos metros un enorme cartel a nuestra derecha, algo sucio y con solo una luz amarillenta señalando su centro indicaba el nombre ¨Diablo Grande¨ logrando que al instante el coche se desviara hacia la ruta que indicaba la señalización. Aquellas minúsculas casas que se distinguían a lo lejos comenzaron a ensancharse y junto a ellas, muchos campos a su lado con ganado nos daban una cálida pero nocturna bienvenida.

El silencio en las calles desoladas por el horario me causaba una soledad sedativa y por impulso, baje la ventanilla logrando que aquel gélido viento chocara contra mi semblante el cual admiraba cada pequeña luminaria que cruzaba por mis encendidos ojos. Saque la cabeza hacia el exterior al igual que parte de mis brazos, manteniendo aferradas mis manos al borde de la puerta, acompañada de la velocidad reducida en el coche y sin importarme cuanto me estaba congelando, nunca me había sentido tan viva al escuchar como la risa de Dereck se creaba a mis espaldas y su mano libre se aferraba con cuidado a mi blusa por cautela.

A los minutos, la arbolada invadió los espacios aun no tomados por el hombre y al seguir las indicaciones que Jacob le había dado, ingresamos por un pequeño portón donde, al trascurrir por un camino de tierra repleto de piñas opacas y troncos del mismo color, una cabaña grande de madera se iluminó ante nuestros sentidos.

Dereck aparcó el coche donde pensó que era conveniente y al salir, las ramas secas crujieron debajo de mis zapatos. Miraba la cabaña ofuscada, cada extremidad y cada ventanal que revelaba sin compromiso su interior casi alumbrado.

- Jacob. – Habló Mia a mis espaldas y reaccione.

Gire sobre mis talones hacia el lugar que ella señalizando. Al divisar en el garaje abierto de la vivienda un coche tan negro como la oscuridad misma, apoyado sobre una de sus puertas se hallaba Jacob con su teléfono celular en mano. Sonrió y como si su presencia fuese imponente, comenzó a caminar hacia nuestra dirección tan lento que aquel acto me enervó.

Aun seguía con la misma vestimenta que hace horas atrás y su sonrisa resplandeciente brillaba mas que todas las estrellas unidas.

- El mismo que viste y calza. – Respondió con sorna, pero su mirada centrada solo en Mia.

Le dio un repaso con la mirada de pies a cabeza y al guardar su teléfono móvil en uno de sus tantos bolsillos internos de su abrigo, colocó ambos brazos en forma de jarra, logrando percibir el momento en el que se lamió la comisura de su labio complacido por su presencia. Mis ojos se abrieron a tal grado que pensaba que iban a salir rodando.

- No la mires tanto. Recuerda que es tu prima. – Reprimió Dereck colocando voz circunspecta una vez que rodeó el coche por completo y se posicionó a nuestro lado.

- Lo sé. – Elevó ambos hombros y soltó un suspiró fatigoso – Solo es raro verla después de tanto tiempo. Pero por fin puedo ver a las hermanas Mills juntas, ¿O también debería decir hermanos Pierce? – Consulto jocoso y una risa que consideraba arrogante se le escapo de sus cuerdas vocales.

Sonrió de lado suavizando la situación e intento que aquel gesto resultara amable, y lo había logrado. Mia le devolvió aquel gesto un poco tímida por el reencuentro. Mire a ambos, pero no dije nada al respecto.

- ¿Qué haces aquí? – Pregunte cambiando el tema radicalmente.

- Es mi cabaña. –Respondió ingenioso comenzando a caminar en dirección al porche – Además, ¿Cómo iban a lograr entrar si yo soy el único que tiene las llaves? – Me miró y palpó con el dedo índice su cien un par de veces sonriendo ladino.

Aquel gesto me decía: ¨Piensa un poco, niña¨, y tenía toda la razón. Me calle ante su comentario y decidí observar hacia otro extremo de la reluciente cabaña.

Se acercó a la entrada y con suma destreza abrió la puerta principal.

- Traigan sus cosas. – Ordena Jacob sosteniendo el picaporte y atraviesa el umbral hacia el interior.

Sin rodeos, obedecimos. Estábamos muy cansados para objetar.

Cargue algunos bolsos y Mia otros, mientras que Dereck se ofreció a llevar lo más pesado que habíamos traído en el coche. Al observar como ambos avanzaban por mi lado adelantando mi paso, me percate demasiado tarde de algo sustancial.

- Dereck. – Llame a sus espaldas y volteó al segundo.

Mia también giró, pero sintiendo que no le concernía la charla, siguió su camino.

- ¿Qué sucede? – Frenó el paso.

- Tus pertenencias. – Dije con voz débil.

Pierce dejo escapar una sonrisa diminuta al aire al verme tan endeble y volvió a examinarme.

- Era ilógico regresar a donde estaba viviendo. – Explicó cuerdo – Si volvía a buscar algo, lo mas mínimo que sea, quizás no estaríamos hablando ahora mismo.

Sabía a que se estaba refiriendo con sus palabras entonadas pacíficamente y por ese motivo, al cruzarme aquella idea por la cabeza, sentí que mi garganta se contraía ahogando aquel deseo de derramar mis penas.

Dereck lo notó al instante. Dejó el bolso en el suelo y con cuidado, al acercarse, su mano afable me recorrió la figura del mentón con una suavidad placentera hasta palpar la piel erizada de mi nuca.

- ¿Qué sucederá con tu motocicleta? – Recordé en la pregunta formulada y sin quererlo, desvié mis ojos hacia otro extremo recordando el lugar donde se hallaba estacionada.

- En algún momento iré por ella, tú no te hagas problema por eso. – Serenó.

- Jacob tendrá que prestarte ropa. – Ultimé mirando sus ojos jadeantes.

- Y si no me quiere prestar, tendré que quitarle ropa sin que él lo sepa.

- O yo te puedo prestar con gusto algunas de mis prendas. – Ofrecí ocurrente y Dereck sonrió alegre.

- Prefiero verte a ti usando tu ropa, o en lo posible ropa interior y así me estaré quitando la camiseta una y otra vez, y no voy a tener que preocuparme por ensuciarla.

Mis mejillas tomaron color y aquella sonrisa burlesca desapareció al segundo logrando que mis labios se tornaran secos, deseosos de que su boca remojara la mía.

- No estaba hablando de ropa interior. – Aclare inquieta sintiendo que el bolso que sostenía en ambas manos se me caería en cualquier momento.

Aprecié como su mano libre rodeó mi cintura y me atrajo a su cuerpo de un segundo a otro, tan rápido que no logre reaccionar al instante. El calor que me produjo el estar pegado a su torso invadió toda mi anatomía.

- Pero yo sí, y espero que esta noche duermas conmigo. – Remató y con un movimiento sutil, elevó mi mentón para depositar un beso fugaz sobre mis labios vehementes, aquellos que habían suplicando por los suyos todo este tiempo.

Me soltó pausado y se agachó en busca del bolso que había dejado en la tierra pero sin dejar de observar cada una de mis facciones entorpecidas y enrojecidas, logrando que soltara una sonrisa iluminada seguido de un leve mordisqueo en su labio inferior.

- No te prometo nada. – Hable con nerviosismo y apreté mis labios ocultando la descarada sonrisa que deseaba ser visible.

- Ah, ¿No? – Preguntó intrigado acercándose una vez más - ¿Cómo puedo hacer para que cambies de opinión?

Su altura me invadió y me sentí pequeña ante su solemne cuerpo. Aquellos ojos me podía demasiado, tanto que cada vez que apagaba la mirada no podía dejar de observarlo.

Cuando pensaba que su boca chocaría con la mía una vez más, una voz me saco de aquel trance.

- ¿Van a entrar o no? – Jacob, apoyando una mano en el umbral de la puerta, curioseó de manera descarada y sumamente ansioso manteniendo su mirada fija en ambos.

Dereck volteó al instante y fulminante, lanzó suspiro pesado.

Ambos seguimos un camino lineal hasta la entrada y al momento de atravesar la puerta de madera reforzada, la sala se ilumino ante mis ojos perlados. Todo en madera refinada, con decoraciones ilustradas en las paredes, algunos cuadros abstractos colgaban firmes para ser apreciados y un gran reloj de arena a medio acabar se situaba sobre la mesa ratona del living, el cual era de un material ennegrecido así como destellante.

A su lado se hallaba una escalera extensa del mismo material la cual indicaba el camino a la planta alta.

Camine hasta el sofá más grande la sala, exactamente donde Mia se hallaba sentada con una taza de café, una manta cuadrille sobre sus hombros y con la mirada perdida en el fuego férvido de la chimenea. Al depositar en el suelo el bolso pesado, me senté a su lado tocando su hombro en el proceso llamando su atención. Me dedico una sonrisa tranquila, una ladina e inesperada.

Ambos Pierce ingresaron a la cabaña y se acercaron al centro de la sala.

- Hacia frio afuera. – Jacob se excusó y al sentarse sobre un sofá de cuero marrón libre, tomó una taza de café que se hallaba posada sobre la mesa ratona para darle un leve sorbo.

- Al parecer tenías algo importante que decir. – Dereck, luego de dejar el bolso en un extremo de la escalera, se apoyó sobre el respaldo de otro sofá sin desviar su mirada penetrante, una muy dura e hiriente hacia su primo.

- En realidad, si. – Confirma y apoya su espalda en el respaldo de su asiento – Además de ayudarlos y enseñarles la cabaña, decidí quedarme con ustedes.

Lo dijo de una forma tan apacible, con una simpleza inimaginable, que todos los presentes en la sala lo miramos en total mutismo. Me incline apoyando ambos codos sobre mis muslos y sin dejar de mirarlo, deje salir una pequeña risa sarcástica sin planearlo.

- ¿Por qué te quedarías? – Pregunte dura.

Jacob por primera vez en la noche me miró con aquella severidad que lo representaba, o más bien, aquella que representaba a la perfección a todos los miembros de la familia Pierce.

Copió mi acto dejando la taza de café en su sitio anterior y carraspeó suave.

- ¿Qué tiene de malo quedarme? – Contra ataco con otra pregunta y me eche hacia atrás sin apartar la mirada, intentando que sus ojos fríos como el hielo no me afligieran.

- Sé que estas planeando algo, Jacob. – Alce la voz exasperada y él no se inmuto ante mi agresividad.

- Abre sido un hijo de puta en el pasado, pero ahora solo quiero ayudar.

Sus ojos se desviaron hacia los de Mia y por unos eternos segundos que parecieron minutos permanecieron allí, blandos como la espuma.

- ¿Ayudar con que exactamente? – Ella aprovechó su contacto visual y decidió preguntar a pesar de que un leve nerviosismo le recorrió la columna vertebral.

Jacob agachó la mirada y dejo salir una diminuta sonrisa oculta. Aquella pregunta proveniente de la rubia lo había tomado por sorpresa.

- Ayudar a que no terminen tiesos en un cajón y bajo tierra. – Esclareció – Zack tiene personas que lo apoyan y estoy seguro de que Ross y Sky todavía siguen a su lado, y peor aún, están con el ahora mismo en San Francisco.

Me sentí desorbitada y mire a Dereck al instante, quien no le quitaba los ojos de encima. Tenía sus manos unidas por arriba del respaldo del sofá individual y el calor de la chimenea golpeaba su cuerpo logrando que su sombra se reflejara sobre la madera barnizada de la pared.

- ¿Cómo estás tan seguro de que Ross o Sky están en la ciudad? – Interesada, Mia enderezó su espalda fijando su total atención a ambos Pierce.

- No es difícil de deducir esa teoría. – Reconoció Dereck sin mirarla directamente – Ambos siempre lo han seguido a todas partes y ahora que saben lo que Zack tiene en mente, lo más seguro es que tienen muchas ganas de deshacerse de todos nosotros por todo lo que paso en Los Ángeles.

Muerdo mi mejilla interna y no contengo una sonrisa enervada.

- Malditos resentidos.

- Cuatro son mejor que tres. – La rubia concluyó mirando con seriedad a Jacob.

- Pero es lo mismo que nada – La mire y al sentir mis ojos posados sobre ella, agachó la mirada - , ellos están depuestos a matar y si eso pasa, ¿Qué se supone que haremos?

Jacob me observó por un segundo y nuestros pensamientos se conectaron.

- Hay armas en el sótano... - Comentó.

- No mataremos a nadie. – Detuvo Dereck incorporándose. Apretó con fuerza el cuero del sofá y su postura era amenazante.

Sus intenciones no concluían en acabar con su propio hermano y tenía muy en claro que si debíamos usar las armas de fuego para acabar con cualquiera de ellos, lo haríamos sin dudarlo. Le dolía la misma situación que estaba encarnando. Se contradecía mentalmente con cada palabra, pero al estar aquí definía lo que en verdad quería.

- Nadie dijo nada sobre matar. – Ambos se miraron desafiantes – Solo estoy diciendo que hay armas aquí por si las necesitamos.

- Me parece bien. – Hable y la mirada de Dereck me atacó.

- A mí también. – Concordó Mia a mi lado.

- Existen otras medidas para protegernos de ellos...

- Dereck, basta. – Jacob detuvo severo y lo miró cansado – Entiendo que es tu hermano, y se entiende perfectamente que no quieres perder a otro miembro de la familia. Pero, ¿Cuándo vas a entender que Zack te quiere matar? Por favor, reacciona de una maldita vez.

Estaba tan exaltado, que preferí interferir.

- Jacob tiene razón. – Con calma, decido hablar – No podemos hablar con la policía, ellos no van a custodiar la cabaña las veinticuatro horas del día y tampoco podemos estar desprotegidos. Solo depende de nosotros cuidarnos.

- Tú eres mi hermano, y Zack también lo es – Mia agregó y tragó grueso procesando lo que acaba de salir por su boca - , por eso mismo te prometo que nadie saldrá lastimado.

Pierce paseaba sus ojos exhaustos de mirada en mirada, hasta que al comprender que era lo mejor para nuestra protección, agachó la mirada sin objetar, entendiendo que era lo principal para todos en la casa.

- ¿Zack sabe de la existencia de esta cabaña? – Pregunte por lo alto llamando la atención de uno de los Pierce.

- Supongo que no. – Responde Jacob tenso – Es una adquisición nueva y nunca fuimos cercanos, no hasta lo que paso hace un año y medio atrás.

- Es suficiente para mí. – Mia decidió elevarse del sillón con la manta cuadrille aun cubriendo sus hombros para emprender camino hacia la escalera.

La mire sin decir una palabra, divisando desde mi paradero como cargaba sobre sus delgadas y esbeltas manos un bolso de los tantos que habíamos traído en el coche sin saber exactamente si allí dentro se hallaba su ropa o la mía. Ella estaba exhausta, todo presente lo estaba.

- Lo mejor es que descansen y quizás, mañana por la mañana, hablemos mejor sobre esto. – Acotó Jacob aun en su posición inicial.

- Si... - Aceptó Dereck a regañadientes.

Aun se hallaba con las manos aferradas al borde del sofá y estaba sumamente indignado, o quizás vulnerable.

- Las habitaciones están arriba. – Comunicó mirando la chimenea ardiente – Suban, y ubíquense en la que más les guste.

Dereck, tan ofensivo controlando sus instintos más profundos, a pesar de que se lo veía dispuesto a pelear contra Zack si lo requerían las circunstancias, sin responder tomó los bolsos restantes hallados en el suelo frígido de madera y marchó hacia las habitaciones cruzando por al lado de Mia, quien segundos después caminó tras él, no sin antes dedicarme una última mirada penosa.

Me quede sentada siguiendo sus pasos con la mirada fija en cada escalón que sus pies tocaban. Rodeada de aquel silencio incomodo que se había formado en la sala, estaba decidida a levantarme del sofá, pero su voz me detuvo.

- Los gemelos tienen una conexión especial. – Jacob entabló dirigiendo su mirada hacia mi cuerpo estático.

Sus manos, luego de corroborar que en efecto su taza de café ya estaba helada por el tiempo transcurrido sin beber, se unieron para que su mentón pudiese apoyarse sobre aquellos nudillos blancos casi huesudos.

Sentí al intente como su mirada me penetro de manera espontanea, tan selecta y decidida, que al mirarlo su semblante cambio rotundamente. Ya no estaba tan severo como hace minutos atrás, en cambio, lo acompañaba una mirada blanda y despreocupada.

- ¿A qué viene eso? – Pregunte confusa.

- Según dicen los gemelos tienen una conexión inexplicable, y ellos no son ninguna excepción. – Explica calmo y en voz baja. Por alguna razón, quería que este tema de conversación quedara entre ambos – Es improbable que de un día para el otro lo convenzamos de que odie a su hermano a pesar de todo lo que está pasando a su alrededor. Por alguna razón él se niega a ver esta realidad y la razón es más que simple: Dereck realmente quiere a ese desgraciado a pesar de toda la mierda que le hizo pasar.

- Por eso se sintió atacado de esa forma hace rato. – Comprendí y me deje caer en el sofá una vez más.

- Exacto. Así como quiere protegerte, también quiere lo mismo para Zack. – Siguió explicando - Él sigue pensando que es su única familia.

- Pero no es verdad. – Negué rotundamente – Tiene a Mia, me tiene a mi...

- Tienes razón. Mia es su hermana y tu eres el amor que siempre ha querido tener. – Sonrió ante lo ultimo - Ahora hazlo entrar en razón a él.

- ¿Cómo se supone que deba hacer eso? – Pregunte ocultando mi desesperación.

Jacob se levanto del sofá cargando la taza de café frio y manteniendo una mirada compasiva, lamió su labio inferior pensativo.

- Una vez lograste que él se diera cuenta de lo que estaba haciendo al lado de Zack y los demás. Lograste que él se enamorara de ti e hiciste que abriera los ojos, básicamente influiste mucho más en su vida que su propio hermano. Si lo hiciste una vez, puedes hacerlo dos veces.

Dedicándome una última mirada, marchó desapareciendo del salón principal, dejándome con preguntas en la punta de la lengua. Toque mi cabeza y deslicé mi mano por toda mi cabellera lacia hasta dejarla caer sobre uno de los almohadones del sofá. Me hallaba frustrada, entendía la posición de cada persona en esta casa, pero estaba decidida a demostrarle a Dereck que no está solo y que, desde que ha querido quedarse a mi lado, jamás permitiría que eso ocurriera.

Subí las escaleras sintiendo las piernas pesadas y todo el cuerpo colapsando, como si en mi camino dejara rastros de mis emociones.

A lo largo de un pasillo angosto repleto de candelabros amarillentos se hallaban cuatro puertas de madera oscura, la cual solo una se encontraba entre abierta. No sabía en qué dormitorio se encontraba cada uno de ellos, por lo que por suma curiosidad me acerque a la habitación abierta.

Observe por fuera manteniéndome al margen de la situación. Sobre el umbral opaco apoye ambas manos y preste atención al interior interesada: una cama matrimonial blanca con almohadas atezadas que contrastaban aquel color angelical se ubicaba en el medio de la habitación y a cada lado, unas pequeñas mesas de luz decorativas. También, un armario pequeño pero necesario para nuestro hospedaje y un baño, el cual su interior estaba iluminado.

La puerta se abrió repentina revelando a la persona que se hallaba dentro. Dereck caminó hasta la cama sosteniendo una camiseta ancha color naranja. Ojeaba cada parte de la prenda como si estuviese inspeccionando algo desconocido para sí.

Al voltear hacia la puerta y percatarse de mi presencia, sonrió y elevó la remera al aire mostrando lo que carecía entre su mano. Aquel gesto me dio a entender que su estado de ánimo había cambiado. Quizás, luego de lo hablado en la planta baja, pensó en frio y decidió que lo mejor por el momento seria minimizar lo que pueda ocurrir a futuro.

- Le robe una remera a Jacob. – Soltó divertido y con tanta inocencia, que me enterneció.

- ¿No era mejor pedirle que te prestara algunas prendas y ya mañana ir a comprarte algo de ropa? – Pregunte cuerda. Me cruce de brazos manteniendo contacto visual y apoye mi cien sobre el umbral.

- Quitárselo era más fácil. – Se alegró mostrando todos sus dientes blancos para luego agachar la mirada – Aunque no me guste mucho, será suficiente para dormir.

Se sentó en la cama sin soltar la camiseta y mantuvo su mirada puesta en la tela, logrando que lo mirase desde la distancia.

- ¿Qué haces allí parada? – Consulto una vez que se percato de que no me había movido de mi lugar.

- Pensando en donde dormiré, tal vez.

- -Golpea la cama- Aquí hay suficiente espacio para una persona más.

Ambos mantenemos contacto visual por un largo tiempo, pero lo que más me llamaba la atención era su mirada de cazador, tan acechante e imparable que había logrado capturar mis mas íntimos sentidos olvidando la razón exacta de porque habíamos venido a la cabaña.

- No me necesitas aquí. – Solté juguetona.

Mi pierna danzó hasta cruzarse con su compañera acompañada de un movimiento circular, logrando que la punta de mi lengua rozara el borde de mi comisura.

Dereck se percató de mi jugueteo y con gusto, y un tanto de gracia, se elevó del colchón. Caminó sin prisa hasta mi paradero, logrando percibir como su altura dominaba mi espacio personal ya haciéndolo de su propiedad privada, ejerciendo una postura tan dominante que sin colocarme de cuclillas, con mis ojos observando los suyos como un débil cachorro, le gritaba internamente que era suya.

- Te necesito todo el tiempo.

- Y no sabes cuánto te necesito ahora mismo. – Solté sin medir mis palabras.

Había dejado de lado aquel orgullo que no me servía para absolutamente nada y al confesarlo, además de sentir como los nervios se me ponían a flor de piel, me obligue a seguir manteniendo aquel contacto visual que lograba arderme las entrañas.

Quería hacerle ver cuanto lo amaba. Deseaba que entendiera que mis besos y mis caricias no serian temporales, solo quería que entendiera que necesitaba tener su compañía toda la vida.

Su mirada era intensa, poseía un gran poderío para volcar sus sentidos sobre mi anatomía logrando que pudiera sentir todo de él: su calor interno, sus inseguridades, su valentía y su amor por mí.

La corta distancia que nos separaba me estaba matando poco a poco, y mi contemplación expresaba todo lo que no podía decir. Dereck tan solo hizo unos pasos ligeros como una brisa nocturna, tan rápido y sin detenimiento, que al posar sus narices por arriba de mi altura no dudo en atacar mi boca.

Sus manos rodearon mi nuca aferrándose a mi piel cálida una vez más, enredando sus dedos agiles en los pequeños mechones de pelo que no se habían aferrado a la coleta que llevaba puesta. Sin pensarlo, dejándome llevar por los movimientos embriagantes que lograba ejercer con mis labios, los cuales succionaba con poder demostrando lo mucho que deseaba lo mismo que yo, me aferre a su cabello jalando su cabeza hacia atrás sin medir mi fuerza.

Le había expuesto que sus succiones, el intercambio de salivas y como su lengua danzaba con la mía a un ritmo excesivo, me estaban excitando más de lo que podía imaginar.

De un movimiento veloz tomó ambos muslos con sus manos y los elevó para que rodearan su cintura mientras nuestros labios seguían fusionándose en uno solo. Hizo unos leves movimientos ascendentes y descendentes en el aire logrando que me percatara de que su miembro viril estaba demasiado endurecido, muy listo solamente para mí.

Giró, y sin que me diera cuenta, cerró la puerta de la habitación detrás de mí para luego bajar la luminiscencia dejando un ambiente cálido, un tanto tenue para que el entorno sea lo suficiente cómodo para ambos.

La gravedad hizo lo suyo dejando que mi cuerpo cayera sobre la gran cama blanca con el cuerpo de Dereck sobre el mío. Había sido tan cuidadoso que al apoyarse, situó ambas manos al lado de mi cabeza manteniendo sus piernas separadas de mi cuerpo.

No dude, y ataque su boca como si fuera la primera vez que probaba aquella droga tan adictiva. Me succionaba el labio inferior y volvía a introducir su lengua para retomar al juego. Amaba esa pequeña guerra que ambos creábamos donde la excitación era nuestro punto culmine.

Sentí su mano jalar parte de mi cabello hacia atrás y al soltar mi boca, decidió embestir la piel de mi cuello para hacer un recorrido de besos y lamidas hasta la clavícula, logrando que un gemido audible se me escapara.

Dereck elevó la cabeza al escuchar aquel sonido. Me miró satisfecho y sin decir una palabra, regresó a su trabajo.

Sus succiones eran tan fuertes que pensaba en la posibilidad de que aquello dejaría marcas en mi cuerpo, pero cada vez que sus labios carnosos, rosáceos por las mordidas y succiones, así como tan apetecibles, me olvidaba de todo lo que me rodeaba dejándome llevar.

Manteniendo mis ojos cerrados, el sorpresivo asalto a mis labios una vez más me había exaltado, solo que esta vez deje que él hiciera lo que quisiera conmigo.

Su muslo se elevó aparentando mi entre pierna y aquel momento fue el que dio rienda suelta a mi punto más sensible. Gemí con sus labios aferrados a los míos. Dereck se percató de lo que había hecho y al notar lo mucho que me había gustado, con malicia y necesidad de saber hasta dónde podía llegar con aquel movimiento, volvió a apretar su muslo en mi punto débil consiguiendo que otro gemido sea vocalizado.

Como maniática, con una mano me aferre a su camiseta y fui subiendo de a poco palpando su piel acalorada, dejando rasguños solicitados hasta llegar a su cabello negro, ahora largo, y aferrarme con fuerza.

Sin meditarlo, ya que me hallaba fuera de mis cabales, con mi mano libre palpe su torso hasta tocar su miembro erecto, logrando que al instante yo dejara de ser la única que jardeara por la excitación.

Soltó un leve gemido grave, tan atractivo como cautivador, logrando que deseara quitarle la ropa queriendo que ambos podamos lograrnos sentir, luego de un buen tiempo, bien.

Cuando intente quitarle la camiseta que estorbaba mis planes, volvió a rozar su muslo una vez mas pero con mas pujanza, y a causa de ello mi voz tembló. Mi punto sensible no podía seguir suportando tanta tensión entre ambos, no deseaba que los besos siguieran fluyendo y ansiaba que me despojara de toda prenda posible.

Golpes secos se escucharon sobre la puerta del dormitorio y ambos temblamos, soltándonos de inmediato pero manteniendo la misma postura.

- ¿Pueden dejar de gritar? Hay personas que quieren dormir, mierda.

La voz demandante y adormecida de Mia se hizo escuchar. Luego de unos segundos en silencio, comprendiendo que su presencia ya no se hallaba en la entrada, nuestras risas se soldaron desahogándonos por el momento vergonzoso que habíamos pasado.

Dereck se deslizó hasta caer a mi lado boca arriba, aferrándose a su abdomen sin poder contener la risa ahogada. No quería que se alejara, necesitaba que volviera a su postura anterior.

- ¿Tanto ruido hicimos? – Pregunte con una sonrisa amplia intentando disminuir la risa que no podía ocultar.

- ¿Hicimos? – Se apoya en su antebrazo girando su cuerpo para contemplar mi anatomía y a su vez, acariciar suavemente mis mejillas – Con tus gemidos despertaste a todo el pueblo.

Abrí mis ojos atónita y colocando ambas manos sobre mi vientre, lo observe.

- ¿Fueron muy fuetes? – musite con vergüenza.

Sentía como ambas mejillas comenzaban a enrojecerse.

- Si. – Confirmó – Pero no dejes de hacerlo nunca, me encanta escuchar cuando te complazco.

Se acercó y besó con terneza mis labios hinchados, los contempló por un momento debatiendo internamente si debía hacerlo una vez más, hasta que optó por levantarse de la cama y caminar hasta el filo de las almohadas, donde quitó las sabanas decidió a recostarse y cubrirse con ellas.

- Puedo ser tan callada como una tumba. – Acote sentándome en el borde de la cama intentando provocarlo, inspeccionando como se quitaba los zapatos.

- Sabes que no te puedes controlar.

- Entonces tápame la boca.

- Pero a mí me gusta escucharte gemir.

Lo mire ladeando la cabeza. Sin necesidad de explicación, pude comprender que aquello había sido solo un impulso por su irritación acumulada y necesitaba descargarse lo más rápido posible. Al percatarse de ello, Dereck estaba avergonzado por lo que me había hecho.

¿Cómo podía hacerle entender que lo que había pasado me había gustado?

Camine hasta su lado y me recosté, dejando que sus brazos me rodearan la cintura. Ambos nos encontramos con la mirada congelándonos en aquella posición, donde nuestros ojos parecían hipnóticos.

Observe como sus ojos añiles estaban pequeños, enrojecidos y ojeras colgaban sobre ellos.

- Sabes cómo me gustaría quitarte la ropa, besarte toda tu piel y hacerte todo lo que me pidas, pero hace días que no duermo bien. Haberme recostado por unos segundos termino matándome. – Explica, y luego de acariciar el borde de mi barbilla, cierra sus ojos.

Era completamente entendible. Su vivir diario era una perdición y estaba tan segura que no dormía en una cama como cualquier persona lo haría.

- No te preocupes. – Reconocí acariciando su cabello – Mañana estarás mejor.

Sonreí a pesar de que Dereck no me estaba notando y aparté la dirección de mis ojos hacia el techo de la habitación, donde divise un punto fijo pensando en lo que había sucedido hace solo minutos atrás.

Sin que lo esperara, Dereck vuelve a hablar.

- Ardiste.

- Y tú suplicaste.

Comente siguiendo la corriente. Lo mire de reojo y una leve sonrisa de lado se formó sobre sus labios.

- Como dice el dicho: Donde hubo fuego, cenizas queda, ¿No?


¡Hola gente bella! Como siempre, espero que hayan disfrutado un capitulo más y nos vemos muy pronto con otro capitulo. ¡Muchos besos! 

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