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Parte 2/2

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Parte 2/2

- No llores... - Pierce finalmente habló y lo mire fijo, con gran sorpresa, aun sosteniendo mis dedos sobre su cuello – Lamentablemente aun sigo vivo.

Aquel sollozo alto pasó a convertirse en un ruido ahogado deseando escapar, queriendo deshacerme de ese impulso por el simple hecho de haber visto a Dereck de esta forma y llegar a pensar en situaciones temibles cayendo en el llanto nuevamente, pero cuando su voz resurgió de la oscuridad como una sonata despejada, no quise que mi sollozo lo haga preocupar, estaba bastante herido para que centre sus preocupaciones en otra cosa que no sean sus heridas.

Poseía una gran marca rosada hosca sobre su pómulo el cual se extendía hasta el inicio de su ojo derecho y algunas líneas escarlatas las cuales le recorrían toda la mandíbula, pero gracias a la llovizna que había comenzado a cesar, desaparecían como arte de magia. No quería tocarlo demasiado, no sabía si aquellos golpes habían dejado heridas graves sobre su cuerpo.

Su forma de hablar fue sarcástica y al pronunciar aquellas breves palabras débiles, sonrió con victoria a pesar de haber perdido su batalla.

Solté una risa befa copiando su acto crédulo, no entendía que estaba sucediendo con él.

- ¿Lamentablemente sigues vivo? – Pregunte frenética todavía sosteniendo su cuerpo sobre mis brazos. Pierce entre cerraba los ojos a causa de la llovizna que comenzaba a caer sobre su rostro nuevamente cada vez más rápido y atroz - ¿Qué clase de acto suicida estas intentando Dereck?

Pierce parecía mareado. Con fuerza y torpeza, intente levantarlo del suelo mojado, pero falle en el primer intento.

- Juro que no estoy intentando nada. – Se defendió débil – Pero a veces la situación me sobrepasa. Además, si te soy sincero, no dejaría que acaben conmigo cuando hace días logre volver a besarte. – Aclaró indefenso – Así que, por un largo tiempo, no pienso irme a ningún lado.

Sonrió y seguido a una mueca el dolor que se plasmo en su semblante. Entendí que por más que actuara sin notar las consecuencias, sus lesiones eran delicadas.

- Deja que te ayude.

Me coloque de canclillas y lo ayude a levantarse del suelo. Fue difícil mantenerse en pie, no podía sostenerse por sí solo y su peso era mayúsculo, logrando que con mucha paciencia e impulso por la adrenalina me ayudaran a sostenerlo. Pase mi brazo por su cintura y mi mano sostuvo la suya para que el equilibrio sea mutuo.

- Siempre apareces en situaciones desastrosas. – Comentó dejándome boquiabierta.

- Juro que esta vez ha sido coincidencia. – Me defendí honesta. – Además, si yo no estuviera aquí ahora de seguro seguirías tumbado en el suelo.

Suplicarás © (2)Where stories live. Discover now