La puse a cuatro patas,
parecía esa gata
que duerme en tu sillón
y luego se levanta
y se estira.
Ese calzón transparente
me volvía loco.
Su trasero formaba
uno de esos corazones
enormes que se regalan
los enamorados el 14
de febrero.
Me acerqué más
y le besé las nalgas
poco a poco. No había
necesidad de apurarse,
iba despacio, bajaba
de los pliegues estirados
del final del culo,
por los muslos
recorriendo el interior
de las piernas.
A veces regodeándome
en un pequeño lunar
o en los pliegues
del anverso de las rodillas.
Besar piernas,
mordisquear nalgas
es un trabajo duro.
así que tomaba atajos
y pasaba mi lengua
por los gemelos,
luego arrastraba saliva
lentamente
hacia los esos
muslos carnosos
y elegantes.
Ya en ese momento
me fastidiaba ese
calzón
por más transparente
y sexy
que fuera.
Así
que lo saqué.
Con los dientes.
Obviamente.
"¡No lo rompas!"
Me dijo y se lo sacó
ella sola y luego
regresó a su felina
posición.
Lengüeteé su culo
pasando por su estrechez
saboreando el agridulce
que sólo ella sabía producir.
Su vagina era la
de una quinceañera
aunque dividiendo
entre diez
a todo, ella tenía
el doble,
más o menos.
Me gustaban esos
labios de barely legal
que tenía.
"Tienes los labios
más hermosos que
he visto"
le dije.
Se rió y se puso
un dedo entre los dientes.
Busqué su clítoris.
En general me gustan todos
pero el de ella
siempre ha sido
la perfección hecha.
Puse mi cabeza
en posición,
su pancita regordeta
rozaba mi cabello.
"Jamás, jamás, jamás
bajes de peso"
dije con la lengua afuera
"¿Por qué? No me gusta eso"
dijo ella, apenada.
"Las mujeres deben saberlo,
una pancita media abultada,
es mucho más porno
que cualquiera de esas
chicas con culos
en sus barrigas".
Me dolía el cuello,
es sacrificado hacer
un cunnilingus. Es complicado.
Lamiendo suave
de arriba a abajo
tocando los bordes
de los vellos, labios
al este y al oeste.
Pero era la posición
exacta. Manos al norte
Como crucificado,
pero con tetas en
las manos
y ríos de fluidos vaginales
en vez de la esponja
con vinagre.
Ella se movía desencadenada
Se me escapa de las manos
y yo masturbaba su
esplendor con toda la cara.
"¡Métemela!" me dijo.
Pero tenía que tener paciencia.
Ella llegó al orgasmo.
Se estremeció, jadeó, tembló
y bajó hasta donde estaba
y me besó.
Pero ese era mi primer
round, finalizado por un nocaut
y apenas había comenzado
la pelea.
"Sal de la cama,
te quiero en pie
en cinco segundos!"
sonó el puto despertador.
"¡Oh dios! Tenemos que
ir a trabajar" dije
"Pero ¿y tú?" me dijo preocupada
"¿Yo? Soy el dios del sexo,
hoy en la noche,
mañana otra vez por la mañana.
Tú ya me diste
lo que tanto buscaba"
Nos levantamos
y comenzamos el triste
ritual de salir a a calle
y trabajar para
vivir.