La puse a cuatro patas,
parecía esa gata
que duerme en tu sillón
y luego se levanta
y se estira.
Ese calzón transparente
me volvía loco.
Su trasero formaba
uno de esos corazones
enormes que se regalan
los enamorados el 14
de febrero.
Me acerqué más
y le besé las nalgas
poco a poco. No había
necesidad de apurarse,
iba despacio, bajaba
de los pliegues estirados
del final del culo,
por los muslos
recorriendo el interior
de las piernas.
A veces regodeándome
en un pequeño lunar
o en los pliegues
del anverso de las rodillas.
Besar piernas,
mordisquear nalgas
es un trabajo duro.
así que tomaba atajos
y pasaba mi lengua
por los gemelos,
luego arrastraba saliva
lentamente
hacia los esos
muslos carnosos
y elegantes.
Ya en ese momento
me fastidiaba ese
calzón
por más transparente
y sexy
que fuera.
Así
que lo saqué.
Con los dientes.
Obviamente.
"¡No lo rompas!"
Me dijo y se lo sacó
ella sola y luego
regresó a su felina
posición.
Lengüeteé su culo
pasando por su estrechez
saboreando el agridulce
que sólo ella sabía producir.
Su vagina era la
de una quinceañera
aunque dividiendo
entre diez
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Poemas de amor, sexo y otras carencias
PoetryAlgunos poemas que se me van ocurriendo a medida que pasa la vida. La mayoría de estos poemas son sucios y agresivos, así que es para mayores de 18 años.