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Oleh GM0006

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Oleh GM0006

W A R N I N G

• Relato sin contenido adulto. En otras palabras; relaciones sexuales.

• Menciones de un amor instantáneo y obsesivo. Al igual que un leve canibalismo.

• Capítulo único basado en el tiempo que éste peculiar personaje aún no poseía nombre alguno y no había sido rediseñado.

• Debido a que la escritora ya no cuenta con la herramienta que le facilitaba los banners éstos se verán suspendidos hasta nuevo aviso. Lamento las molestias.

𝐓𝐚𝐬𝐭𝐞 𝐦𝐲 𝐟𝐥𝐞𝐬𝐡 𝐚𝐧𝐝 𝐢'𝐥𝐥 𝐭𝐚𝐬𝐭𝐞 𝐘𝐨𝐮𝐫 𝐦𝐚𝐝𝐧𝐞𝐞𝐬

Entrecerró su mirada, afilando la intensidad de sus orbes expectantes, cuando advirtió en la distancia una inmóvil figura bajo la sombra de un soberbio árbol majestuoso.

Frunció ligeramente las oscuras cejas que adornaban su rostro de delicadas facciones atrayentes, dignas de toda fémina encantadora, al momento de comprender desde su lejanía que aquella serena figura distante pertenecía al singular desconocido que había estado cruzándose en el camino de la joven mujer de formas sumamente extravagantes.

Hasta un excéntrico punto en el que dicho varón anónimo encendía un brillo de curiosidad en las nocturnas joyas de la dama interesada.

Permaneció sumergida en sus pensamientos por un corto lapso de tiempo, siendo un gran período transcurrido para la absorta mujer recelosa, en un interno debate consigo misma. Divagando para sus adentros cuál sería la mejor opción en aquellos momentos donde un peculiar extraño parecía esperar a su llegada en su remota ubicación solitaria.

Mordió su labio inferior con cierta incertidumbre, esforzando su vista para enfocar la lejana figura masculina que continuaba apacible en su posición relajante, mientras seguía encontrándose petrificada en su ubicación.

La racionalidad vociferaba para los adentros de la atraída doncella que la mejor acción en aquella situación de verdadera confusión debía ser regresar sobre sus propios pasos. Ir en busca de las personas que se hallaban en el centro del pintoresco parque donde una fuente de agua se alzaba en medio de una elegante plaza.

No obstante, al contrario de la lógica y los alarmantes instintos de supervivencia, una demandante voz resonaba con fuerza en la cabeza de la joven mujer en una sugerencia incomprensible: aproximarse hacía el desconocido que gozaba del silencio reinante en el área verdosa.

La redondeada mirada, iluminada por la fascinación que aquel individuo despertaba en su personalidad curiosa, de la doncella se desvió hacía el camino que le había guiado hasta el punto del sendero donde se encontraba completamente inmóvil. Echando un vistazo por encima de su hombro evidentemente insegura.

Después de unos breves segundos de contemplación, regresó la atención de sus grises canicas hacía aquella zona donde el hombre se mantenía firme en su espera.

Esperando en un silencio aplastante a la bella mujer que era atraída por el desbordante peligro de su aura maliciosa.

Como lo haría un paciente leopardo entre las altas hierbas secas por una inocente gacela visiblemente ignorante de la obvia amenaza que representaba aquel depredador elegante. Simplemente esperando que la presa brindará la oportunidad de enterrar sus colmillos en la delicia de su carne para nunca dejarla escapar de sus garras ansiosas.

La mujer que poseía una alargada cabellera azabache, la cuál danzaba con el leve sopló de las brisas primaverales, tragó con cierta dificultad algo de su saliva. El palpitar de su bombeante corazón resonando en su cabeza ante la adrenalina que se despertaba en sus nerviosos interiores.

Aquella joven adulta emprendía camino hacía la posición del desconocido expectante por los movimientos de la fémina que se aproximaba cautelosa.

Esto es una pésima idea.

Su lado racional criticaba entre gruñidos la decisión tomada por la fémina. Deslumbrando todos los posibles escenarios de horror que su condenable curiosidad podría atraer hacía su persona confiada.

Quizás no ocurra nada extraordinario.

Replicaba el contrario de la racionalidad con serenidad. Permitiendo que la doncella relajara la expresión de su rostro y una tímida sonrisa insegura floreciera en sus labios humedecidos.

Con firmes pasos, buscando demostrar seguridad hacía el desconocido, fue aproximándose hacía la zona donde el varón permanecía en la quietud de las sombras naturales. Haciendo el esfuerzo desmesurado de mantener su mirada resplandeciente ajena hacía la figura del masculino excéntrico.

Despacio, requiriendo verse lo menos ansiosa que fuera posible, siguió el marcado sendero plasmado en el suelo del agradable parque. Sonriendo tranquila ante el melodioso cantar de las aves que revoloteaban por las frondosas copas de los innumerables árboles que se repartían por los verdosos terrenos.

Aunque percibiendo como el latir de su corazón se descontrolaba frenéticamente, golpeando con fuerza contra sus costillas, cuando terminó llegando a la posición del anónimo y se paseó delante de aquel imponente hombre silencioso.

Hey —una voz, seductoramente profunda con un matiz tétrico en su tonalidad pronunciada, exclamó un corto saludo en el instante que la dama se aventuró frente al varón excéntrico.

Viéndose paralizada ante el repentino llamado, los nervios escalando por su espalda como los escalofríos que recorrían las extensiones de su cuerpo, aquella joven mujer dirigió su mirada reflejante de curiosidad abundante hacía el único individuo que compartía la zona con la femenina interesada. Aunque, de igual forma, verdaderamente temerosa por los trágicos sucesos que su mente deslumbraba debido a la ansiedad naciente en su interior.

¿Sí? —permitió que su voz saliera en una suave pronunciación. Intentando lograr que no flaqueara ante el nerviosismo que la invadía cuál enfermedad mortal imparable.

Los oscuros orbes de la dama se conectaron con un cautivador tono carmesí que se adueñaba de la mirada contraria.

Un joven hombre de excéntrica tez grisácea, filosos ojos bañados en una sustancia rojiza cuál desgarradora sangre, extensa sonrisa retorcida repleta de imponentes colmillos, portador de un suéter azulado, chaleco encapuchado de escarlata color dominante, ajustados pantalones que resaltaban la firmeza de sus fuertes piernas varoniles y un deportivo calzado azabache recubriendo la forma de sus pies abrigados por blancos calcetines; permanecía notoriamente relajado al unir miradas con la doncella curiosa.

Ladeando su cabeza hacía un costado, aquello teniendo la posibilidad de ser una muestra de burla ante la osadía de la fémina, realizó un gesto con su mano en dirección de la mujer expectante. Sus fauces liberando una grave carcajada debido a la confusión que en la mirada femenina se vió reflejada.

Con los brazos cruzados sobre la firmeza de su pecho masculino, arrugando levemente las prendas que portaba su torso escondido bajo las cómodas telas, terminó dirigiéndose nuevamente hacía la fémina que esperaba interesada por las futuras palabras que aquellos labios sonrientes en amenaza fueran a soltar deliberadamente.

Parece que no tienes instintos de supervivencia, ¿Verdad? —inquirió en un delicioso tono socarrón. Pronunciando cada palabra con una embriagante profundidad que llamaba con fuerza el interés de una incauta doncella.

Respiró hondo, ahogando un chillido complacido en el interior de su garganta ante el seductor sonido de su voz masculina, mientras parpadeaba unas pocas veces seguidas para aclarar su vista. Buscando que sus orbes dejarán de contemplar al desconocido como un atrayente varón de misteriosas sonrisas.

Perdona, pero, ¿Acaso tú no tendrías un poco de decencia para que evitarás hacer todo esa bromita de antes? —replicó en respuesta la de oscurecidos mechones alargados. Sintiéndose levemente ofendida por las palabras del contrario burlón.

La escarlata mirada del hombre se volvió feroz, la sonrisa que se adueñaba de su rostro grisáceo extendiéndose de forma maquiavélica, mientras se encogía de hombros para restarle importancia al asunto.

No soy quién se acercó a un extraño que apareció de la nada. —arremetió divertido por lo hilarante de la situación. La filosa sonrisa exponiendo los grandes colmillos que anhelaban probar aquella suave carne que se extendía por la atractiva figura femenina que poseía la mujer que le contemplaba con cierta vergüenza.

Gruñó ligeramente por las palabras del contrario socarrón, los pómulos siendo bañados en un polvo rosado, debido a la veracidad que escondía la dichosa oración expresada por una voz picaresca. Una persona común habría huido en la primera oportunidad, aquel anónimo hombre pareció darle aquella ventaja en su momento, pero la dama curiosa decidió entablar conversación con el solitario lobo que esperaba por una desprevenida presa.

A todo esto, ¿Por qué me saludaste en primer lugar? —cuestionó la femenina con un tono desinteresado. Intentando que su voz no expresará el interés que tenía en su interior por conocer la respuesta. Los ojos carmesíes del hombre hipnotizaban a la dama, internándola en un estado de atracción imperturbable.

Nuevamente aquel desconocido excéntrico liberó una macabra risotada. Sus orbes rojizos penetrando en la grisácea mirada de la fémina para sacar a luz el hecho de que ésta última anhelaba una satisfactoria respuesta que alimente un sentimiento recién descubierto e incomprendido.

No lo sé, ¿Por qué tú decidiste venir hacía mí? —el brillo de sus sangrantes joyas obtuvo una manifestación maliciosa. Evitando las respuestas que la doncella exigía con la molestia de su rostro notoria.

La joven adulta no se percató del momento en que su curvada figura había terminado plantándose frente al hombre de chaleco rojizo. Pero se encontraba a una distancia apropiada para una conversación normal con un amigo cercano. Olvidando el importante hecho que representaba aquel de sonrisa afilada: no llegaba hacer un conocido para la dama. Simplemente logrando una inesperada comodidad en la ajena fémina con sonrisas cautivantes y uso de una entonación seductora.

Bueno, tu espectáculo de antes despertaría la curiosidad de cualquiera. —argumentó en su defensa. Ocultando con fervor la atracción instantánea que aquel varón había hecho surgir en su persona.

Con un gesto despreocupado, su espalda masculina reposándose sobre la firmeza del tronco de un árbol estoico, negó lo dicho por la doncella cautivada por el mar de llamas que presentaban sus orbes sumidos en locura frenética.

Cualquiera hubiera regresado hacía la plaza, en busca de compañía que le hiciera sentir seguridad. —comenzó atacando con voz socarrona. Entrecerrando su mirada para elevar los signos de nerviosismo que la mujer demostraba con el rubor de su rostro. —En cambio, tú, fuiste directo hacía aquello que encendería alarmas de peligro en cualquier persona razonable. —una sonrisa de lado expresó la diversión que lo dominaba en aquellos momentos.

La tonalidad rojiza que se extendía por el rostro femenino aumentó rápidamente con aquellas palabras. Sabiendo de antemano que su principal motivo para aproximarse hacía aquel desconocido se debía a la embriagante sensación que el hombre grisáceo despertaba en su ansioso interior.

Peligrosa atracción que su cuerpo le profesaba al varón de afilados colmillos intimidantes ante el grosor que poseían. Cuál dentadura amenazante de una sobrenatural bestia.

Dime tú, curiosa extraña que ha sido atraída por mi pequeño juego, ¿Qué persona llegaría por su propio pie hacía el final de su libertad? —inquirió malicioso. Una tétrica sombra se cernía en su rostro para brindar un semblante gélido en sus fieras facciones masculinas.

El color abandonó la tez bronceada de la perturbada dama, una palidez extendiéndose por su rostro de expresión horrorizada, mientras abría ligeramente su pequeña boca debido a la impresión y sus orbes de una intensidad grisácea se sacudían con temor en el interior de sus cuencas.

¿Q-Qué...? —farfulló en un hilo de su voz femenina. El tono atemorizado quebrándose ante la minúscula palabra interrogante expresada.

Carcajadas estruendosas, agitadoras de corazones solitarios y anhelantes de atención incontrolables, resonó con soberbia entre las joviales melodías cantarinas que los pequeños seres emplumados en la verdosa zona exclamaban ignorantes al hecho alarmante que se desarrollaba en la superficie.

En aquellos ojos que derramaban sangre, en la tonalidad atrayente de su color de cautivantes rosas, podía captarse un atisbo de preocupante desquicio. La penumbra de su malicioso mirar sacando a la vista un matiz de atracción enfermiza que la dama motivaba en el rojo de sus orbes gélidos.

¿Qué? ¿Tienes miedo? —profirió el masculino de chaleco carmesí. Disfrutando del repentino sentimiento que se extendía desde su pecho hasta cada extremidad de su fornido cuerpo varonil.

No... —estrechó su mirada oscurecida en un gris atrapante. Queriendo verse tranquila ante el peligro que aquellas rubíes joyas demostraban poseer.

La urgente necesidad de correr hacía la serena plaza, donde algunas personas se hallaban reunidas para apreciar la belleza del parque frondoso, despertaba asfixiante en la joven mujer. El frenético golpeteo de su órgano vital contra su agitado pecho retumbaba en los agudizados tímpanos de la femenina inmóvil.

No obstante, como fiera maldición que se incrustaba en el alma de una desgraciada incauta, la embelesada mujer se encontraba profundamente atrapada por aquellos maliciosos ojos que parecían revelar los secretos de su corazón cautivado. El rojo sangrante perturbando la racionalidad de la fémina seducida.

Un inexplicable interés enfermizo compartían aquellos que se admiraban en un silencio arrullador.

La dama de mechones nocturnos no deseaba acatar las órdenes de sus instintos. Simplemente anhelaba continuar gozando de la compañía del varón anónimo de pícaras muecas sonrientes.

Mientras que el desconocido poseedor de una imponente estatura no deseaba liberar a la femenina del peso de su potente mirada escarlata. El placer de admirar como aquella indefensa mujer parecía aceptar inconscientemente la actitud escalofriante que desprendía su tétrica existencia.

No deberías temer. —esbozó una demente sonrisa en sus labios curvados. —No te haré daño alguno. —su mirada rojiza centelló con frialdad ante la pronunciación de aquello último.

La tenebrosa mueca de una sonrisa que se aventuraba en los labios masculinos tembló levemente. Como sí aquellas palabras ocultaran una broma privada que sólo el varón de llamativa tez grisácea tuviera el privilegio de comprender.

Mejor responde mi pequeña pregunta, curiosa desconocida. —elevó levemente su mentón hacía la fémina. La imperturbable sonrisa escalofriante decorando su rostro de expresión ensombrecida. —¿Por qué acercarte a una persona que posiblemente sea un peligro para tu integridad física? —musitó con un matiz divertido en la tonalidad de su voz emergente de una boca repleta de colmillos filosos.

La interrogada fémina se tomó el tiempo de pensar en su futura respuesta. Y en lo que aquella pregunta singular parecía esconder entre las palabras expresadas por el anónimo.

Llevando su mano hacía su mentón de forma pensativa, frunciendo sus labios en su esfuerzo de hallar una respuesta satisfactoria para aquel paciente varón, deslumbró en su mente posibles contestaciones. Arrugó la expresión de su rostro con cierta confusión debido a la descabellada respuesta que su interna locura brindaba.

La joven mujer no comprendía del todo como su racionalidad había sido opacada por una abundante necesidad demencial de obtener la atención de un completo desconocido que poseía atractivos rasgos en su masculino rostro de sonrisa atrayente.

Dejando a la dama entre las garras de un complacido cazador que apreciaba con fervor el extraño comportamiento encantador de la femenina. Placer que despertaba aquella actitud ignorante de los peligros y la hambruna de aceptación por parte del hombre grisáceo.

Ya comenzaba a lograr que el varón se desviará de su principal objetivo.

Durante unos largos minutos de análisis; la mujer liberó un pesado suspiro de sus labios. Aceptando que había perdido la batalla y debía sincerarse con el masculino que esperaba sonriente por una respuesta gratificante.

La verdad: no tengo absolutamente idea. —bufó con evidente molestia. —Desde la primera ocasión que cruzamos miradas; algo en mí se avivó con fuerza. —comenzó con su explicación.

Me pareció raro, me pareció curioso...pero también increíblemente divertido. En todo momento parecías reacio a permitir que me acercará, teniendo que continuar con mi rutinario paseo con mi mirada vigilante en espera de que volvieras hacer aparición, y aquello sólo incrementaba mi interés por aquel desconocido que jugaba con mi estabilidad. —desvió la mirada del hombre con cierta vergüenza.

Verte parado bajo éste árbol, esperando por mí con suma paciencia, me hizo dudar. —escondió un mechón rebelde detrás de su oreja. —Sabía que debía escapar, en tu aura puedo percibir que irradias peligro, pero, hacerlo sólo me hubiera dejado sedienta de curiosidad... —levantó la mirada de gris tonalidad hacía los atentos orbes rojizos del contrario.

Necesitó entender porque atraes tanto mi interés. —percibió como sus mejillas se calentaban ante el rubor que se adueñaba de las mencionadas. —Y porque parece que me asfixiare si no continuó obteniendo tu atención. —confesó visiblemente apenada. Apretando con fuerza sus dientes para calmar la adrenalina que recorría sus venas.

Ante las palabras de la fémina el joven hombre sintió como un placentero escalofrío se paseaba por todo su masculino cuerpo. Sus labios esbozando una enorme sonrisa fascinada, el carmesí de sus canicas resplandeciendo en un enfermizo gusto por lo dicho, el latir de su corazón descontrolándose en un frenesí alboroto por la satisfacción y un tenue sonrojo se posó en los grisáceos pómulos del hombre sonriente. Abrumado por el placer de aquella confesión.

Su peculiar apetito opacándose por los sentimientos que se alzaban en su pecho. Sensación de calidez revoloteando por su vientre bajo como una emoción incomprendida.

Los colmillos dejando de amenazar con devorar su dulce carne para anhelar probar aquel precioso manjar que eran los sentimientos de la fémina en vergüenza notoria.

Interesante confesión. —ronroneó con voz ronca. Apreciando con gozo como una nueva puerta se habría ante sus narices. La urgencia de apoderarse de aquella mujer abriéndose paso por su mente pensante.

Su hambre podía satisfacerse con los restos de la noche anterior. Debía mantener viva a la desconocida para embelesarse con mayor fuerza por aquel sentir que merodeaba en su pecho alterado.

Permitiendo que una pícara sonrisa se dibujará en sus labios; el hombre decidió dar inicio a su reciente plan de captura.

Muy interesante tus motivos para venir hacía mí aún cuando lograbas percibir cuán peligroso podría ser. —ladeó aquella mueca pícara que adornaba su rostro de perversa expresión. —Pero debo confesar que mi tiempo se agotó y debo retirarme. —con un empuje de sus hombros se alejó del tronco que permanecía imperturbable a sus espaldas. Mientras hacía el ademán de marcharse del parque al seguir el sendero que le guiaría a la salida.

En las grises joyas de la fémina se deslumbró un brillo de horror ante lo expresado por el contrario. Recorriendo con su mirada cada rincón del verde lugar en busca de una excusa lo suficientemente decente para lograr que el masculino le brindará más de su tan hipnotizante compañía.

Sintiendo como una repentina obsesión por el desconocido se aventuraba por sus pulmones y ansioso existir.

Espera... —intentó decir hacía aquel varón que caminaba en dirección de la salida del parque. Desesperada por evitar su marcha.

Mi casa está cerca del final de éste parque. —continuó su trayecto por el sendero plasmado en el suelo. Las manos escondiéndose en el interior de las bolsas de su rojizo chaleco. —Puedes acompañarme sí lo deseas. —ofreció después de echar un vistazo sobre su hombro y regalar una burlona sonrisa hacía la dama que dejaba atrás con su avance.

El rostro de la mujer se iluminó con el ofrecimiento del varón sonriente. Una embobada sonrisa surcó en sus labios ante la emoción que recorría su cuerpo.

Permitiendo que su mente fuera envenenada por una tétrica atracción.

Había olvidado por completo que aquel hombre era un total desconocido evidentemente peligroso.

Rápidamente se encaminó hacía el dueño de una intrigante mirada aplastante, para posicionarse junto a la figura masculina del grisáceo y ser capaz de mantener el ritmo de sus largos pasos. La mujer no podía contener la euforia que se extendía por su corazón como un cálido manto de locura obsesiva.

Parecía que su mente estaba siendo embrujada por aquellas muestras sonrientes que decoraban el rostro del excéntrico varón escalofriante.

Ignorante mujer que marchaba voluntariamente hacía una retorcida prisión donde aquel hombre se convertiría en el obsesivo vigilante de su encierro.

¿Cómo debería llamarte? —preguntó, ansiosa por conocer cada minúsculo detalle del varón anónimo que había cautivado sus sentimientos con simples travesuras y escalofriantes muecas que exponían sonrisas tétricas. —Yo soy (Nombre) (Apellido) —se presentó en el instante que el grisáceo masculino giró su rostro en dirección de su posición con una ceja elevada de forma interrogante.

Una sonrisilla socarrona fue abriéndose camino por los labiales del desconocido problemático. El rojo de sus sombrías canicas penetrando en la mirada oscurecida de la fémina con una intensidad envolvente.

Esperas que me presenté como: "Hola, soy tu novio. Sé mía." ¿Verdad? —rodó los ojos con cierto fastidio. La diversión reluciendo en aquella mirada escarlata. —Pues lo siento, pero no diré eso. —una pequeña carcajada emergió de su boca afilada.

Los mechones azabaches cayeron en una dirección cuando la dama terminó por ladear su cabeza en un gesto que demostraba cuán extrañada se encontraba por lo expresado proveniente del varón malicioso. El desconocido hablando hacía la nada, aunque dejando en claro que también se dirigía a la mujer, pero siendo un completo misterioso al comunicarse con algo que no podría verse.

Sumamente extraño. Totalmente escalofriante. Pero, por encima de todo aquella demencia, profundamente atrayente.

La fémina saboreaba cada tragó de locura que aquel hombre sonriente le permitía degustar de sus expresiones peculiares.

Simplemente soy una persona muy enojada. —la maquiavélica sonrisa que se plasmaba en sus masculinos labios se extendió con notoriedad. Dejando que su mirada rojiza mostrará las chispas de furia contenida, sin motivo alguno que se alzaba en su interior, vibraran con suma intensidad.

Permitiendo que su azarosa víctima le seguirá hasta su impresionante morada de la cuál jamás volvería a escapar una vez que ingresará en los adentros de su vivienda terrorífica.

El amante de la carne humana había encontrado la prisionera ideal que aceptaría sin dudar los rasgos de su enfermizo amor retorcido.

Y jamás la liberaría de las cadenas de su obsesión.

A menos que el hambre sea insoportable.

Como expliqué en la bienvenida de éste libro; no todos los relatos contendrán relaciones sexuales.

Ésta obra funciona también para permitirme publicar lo que deseé de cualquier personaje.

Sea sexual o no. Es sólo un libro en donde compartiré los escritos que nazcan de mi inspiración o gustos personales.

¡Espero que les haya gustado!

¡Muchas gracias por leer ésta prohibida lectura!

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