Suplicarás © (2)

By EternalMls

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•Segundo libro de la bilogia "Arderás". (Para leer este libro, es necesario leer la primera parte titulada "A... More

Prólogo
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By EternalMls

La casa estaba en soledad otra vez y la lluvia no cesaba. El sonido de los pequeños golpeteos sobre las ventanas alcanzaban mis débiles oídos causando que me estresara aun más de lo que me encontraba. Me hallaba endeble, derrotada una vez más por la misma persona.

Mis ojos inflamados, ardorosos y llorones me impedían una visión correcta. Mi enfoque nublado era mi ruina, anubarrado por las lágrimas que no deseaban desprenderse de mi cuerpo y resistían ante la tentación.

Aun seguía de pie mirando la puerta principal como si aquella fuese la única postura que lograba ejercer: recta, silenciosa y con las manos temblorosas. No podía pensar en otra cosa que no sea en Zack Pierce. Estaba en la ciudad y no sabía cuales serian sus próximos movimientos, pero estaba al tanto del pánico que eso lograría causar en un futuro cercano.

Sabía las medidas que debía tomar a partir de este momento. Esto ya no era como en Los Ángeles, todo a mi alrededor había empeorado de forma monumental y por solo segundos sentí la garganta estrecha al recordar sucesos antiguos entendiendo que todo aquello volvería a ocurrir, solo que esta vez no sabía si en verdad alguien seguiría en pie.

Entonces, debía ser rápida y actuar antes de lograr sollozar una vez más. Al no saber por dónde comenzar, me desespere.

Un breve llamado al celular de Mia persistía. Un lento pipado intenso me recibía e incitaba a que volviese a marcar su número las veces que sea necesario. No atendía su teléfono y comenzaba a ponerme nerviosa.

No sabía dónde estaba exactamente, si en la casa de su compañera o en algún club nocturno de la ciudad, pero la desesperación me carcomía cada musculo de mi cuerpo y actuó a voluntad propia cargando las llaves del coche y saliendo del departamento.

El frio atacó mi piel y un leve temblor me recorrió por completo, revelando que no traía conmigo un abrigo lo suficientemente grueso, pero era lo que menos me importaba en el momento. Corrí ágil hasta el coche con una velocidad inalcanzable, pensando todos los sitios habidos en la urbe y en cuales ella podía estar.

Estaba tan cegada, tan centrada que no me percate de la persona que estaba apoyada sobre el capó del coche. Había pasado de él por completo; sus brazos se encontraban apoyados sobre sus pectorales opacando el frio que lo envolvía, así como su cabeza se hallaba cabizbaja. Una vez que presenció mi huida, no dudó en elevar la mirada y sin moverse, mirarme fijo.

Podía ver como Dereck temblaba. El frio era aterrador, congelaba gran parte del ambiente y su cuerpo no era la excepción. Tenía ropa abrigada, pero no lo suficiente para pasar la noche en las afueras. El impulso de amor que aun sentía hacia él me insistía una y otra vez en invitarlo al coche, pero me controlaba lo suficiente para saber que aun estaba frenética por el suceso anterior.

- ¿Qué haces aquí? – Pregunte al fin luego de varios segundos de cruzar miradas indiscretas.

- Nunca me fui. – declaró.

Dereck se elevó del coche y cuando todo su cuerpo se compuso, sin bajar los brazos, mantuvo distancia agudizando su vista.

Mire la puerta aun sin abrir sonriendo con ironía.

- Vete de una vez. No quiero verte. – insistí con la voz quebradiza.

- No me voy a ir a ninguna parte, Samanta.

Lo divisé, y la sangre que me recorría las venas comenzó a echar chispas. El calor que mi cuerpo derramó era tan notorio al igual que cada facción de mi rostro el cual se había transformado.

Sin quererlo me acerque acechante. Cada folículo de mi piel se hallaba escarpado y no por el frio nocturno, más bien por todos mis sentimientos fusionados.

- ¡Quiero que te vayas, maldita sea! – Increpe furiosa.

- No. – Respondió apaciguado a mi comportamiento.

Dereck al ver mi reacción, no dio retorno. Se aproximó lento desafiando al destino.

- Por favor, no me causes más problemas. Vete, Pierce.

Señale hacia el lado contrario de la calle y sin apartar la mirada penetrante de sus ojos añiles, emprendí camino marcha atrás hasta llegar a la puerta del coche.

- Ya no quiero causarte problemas... Y tú, ¿A dónde vas? – Preguntó repentino opacando todo lo que le había pedido así como la ira cumulada causada solo por él.

- ¿Ahora te importo?

- Siempre me has importado.

Se acercó aun mas acortando la distancia que nos separaba. El frio se esfumó como si no existiera a nuestro alrededor.

- No, jamás te importó si estaba o no en peligro, nunca te intereso mi maldito estado mental y con cada mentira tuya siento que me voy a volver loca.

Toque mi cabeza y comencé a retroceder sin saber que me encontraría a mis espaldas. De un movimiento rápido intente abrir el coche pero luego de fallar en el primer intento, percibí como la mano de Dereck, cálida y áspera, rozó mi antebrazo tal una caricia ligera, pero dispuesto a sostener la blusa fina que cubría gran parte de mi torso.

Con ambas manos, ya decidido a actuar, tomó mi brazo sin decir una palabra. Su agarre era suave, tan delicado como si pensara que él podía lastimarme cuando en realidad ya me había roto por completo.

Su cercanía me deleitaba, y era mi más grande perdición.

- Espera, Samanta. – Rogó en un susurro casi inaudible. Agachó la cabeza para mirar mis nudillos apretados, escarlatas por la sangre que no dejaba de circular por mis venas hinchadas de la rabia – Perdón...

Lo mire por unos segundos esperando más palabras, pero nada llegó a mis oídos.

- Suplícame.

Alzó la mirada al instante, confundido e intrigado por mi disposición.

- ¿Qué?

- Ya me escuchaste, Dereck. – Ordene.

Me soltó el antebrazo y al instante sentí como el frio gobernaba aquel punto especifico donde sus manos me habían dado calor.

- Está bien. Perdón por todo lo que te he hecho pasar, ¿Si? – Su tono no parecía honesto, o más bien no sabía cómo formular su disculpa. Llevó una mano a su nuca y apretó leve su piel dando unos ligeros masajes en la zona.

- ¿Es lo único que dirás? Los engaños, las mentiras...

- Perdóname, Samanta. – Se exaltó elevando ambas manos al aire. No estaba furioso, pero si cansado de la misma situación repetitiva que solo el causaba - Perdóname por haber querido que mi padre volviese a tener lo que era suyo cuando todavía no sabía que estaba enamorado de ti. Perdóname por haberte ocultado miles de situaciones que pensaba que era lo mejor para nosotros y perdóname por querer protegerte todo el maldito tiempo a pesar de no poder haberlo hecho nunca. – Retomó temas del pasado el cual no ansiaba volver a escuchar, pero a él aquello aun seguía atormentando su mente día y noche - Si, también perdóname por haberte ocultado que el hijo de puta de Zack está en la ciudad, pero esto lo quería arreglar por mi cuenta y ahora que Jacob habló, entendí que solo no iba a solucionar nada.

Su rostro afligido y aquella respiración agitada me habían dejado muda. Lo único que lograba hacer en ese momento era mirarlo.

No dejaba sus pies quietos, se balanceaba de un lugar a otro y mordía su labio inferior exasperado. Nuestras miradas se sostenían en el aire en un ambiente tenso, callado y helado, envolviéndonos en un problema que nunca se había solucionado con claridad. Las heridas habían quedado abiertas pero solo nosotros éramos los responsables de cerrarlas.

Pasaban situaciones, eventos desafortunados y amores trascendentes, y así como todo pasaba también debía dar vuelta la página de una vez por todas, solo dependía de Pierce hacerlo conmigo.

- Yo solo quiero que Mia no salga herida. – Determine.

- Y yo no quiero que otro miembro de mi familia este muerto. – Confesó.

- Nadie acabara muerto, Dereck.

- No lo sé, tampoco tu puedes prometerme algo que aun no sabes.

Y tenía la total razón. Ninguno sabio que nos estaba deparando el futuro y la pavura que nos envolvía en esta futura travesía lograba que mi cuerpo se colocara en alerta.

- Pero lo que si se es que él puede aparecer en cualquier momento, y ambos no pueden andar solos. – testifique.

- ¿Estás diciendo que quieres protegernos?

Sin desearlo, una risa diminuta fue expulsada por sus labios y al percatarse, aclaró la garganta juntando ambos brazos sobre su pecho.

- En realidad siempre cuide mas de Mia que lo que me cuido a mí misma. – Replique firme y el semblante de Dereck se torno duro - Pero contigo no se sabe que puede pasar.

- Sabes que aquí la persona que debe cuidarte soy yo, ¿Verdad? – Recordó como si tuviese la verdad absoluta y sin quererlo, reí en voz alta.

- ¿Cómo puedes cuidarme cuando no puedes cuidarte ni a ti mismo? – Rechiste manteniendo contacto visual y logrando que aquel acto lo pusiera nervioso - O más bien, ¿Cómo voy a confiar en ti? ¿Cómo voy a confiar en que no volverás a traicionar mi confianza otra vez?

Aquellas preguntas fueron expulsadas con lamento. Cada vez que de mi boca salía una palabra, mi cuerpo se debilitaba.

- ¿Qué es lo que quieres? – Preguntó repentino en un susurro rendido.

Entonces sabía que este era el momento. No podía retener lo que ansiaba escuchar salir por boca.

- O estás conmigo, o con Zack. – mi voz se desgarró, pero logre entonar aquellas miserables palabras.

Los ojos de Dereck se agudizaron y sus labios a medio abrir quedaron estáticos por unos largos segundos que parecieron eternos. El sabia exactamente que era lo que yo anhelaba y que esta advertencia era sinónimo de una oportunidad entre las tantas que le había dado.

- Sam, sabes que desde que me enamore de ti siempre estuve de tu lado.

- Pero necesito que esto funcione, Dereck.

Sin que se lo pidiera, se acercó desasosegado y tomando con ambas manos mi rostro, tocando afablemente con sus dedos mis mejillas rosáceas, me exigió que lo mirase. Su frente chocó con la mía despacio y se mantuvo en aquella posición.

- Ahora más que nunca estoy hablando en serio. Créeme, hare todo lo posible por cuidarte y no habrá más secretos. Lo prometo, Samanta.

Observe como sus ojos se cerraban lentamente, la respiración resultaba lenta y pausada perdiéndose en un hilo de vapor, como si estar rozando mi piel le causara tranquilidad; como si este pequeño momento lo quisiera guardar eternamente en su memoria.

No respondí y solo me dedique a contemplar su tranquilidad. También me resultaba satisfactorio el sentir que por solo segundos en nuestro caos, había un poco paz.

- No es bueno que te quedes aquí. – Habló repentino abriendo los ojos con lentitud – El puede venir en cualquier momento por Mia y no dudarían en romper la casa para matarlas a ambas si es necesario.

Me miró tan cerca, penetrándome con sus pupilas dilatadas las cuales me observaban con ambición, que sentí la necesidad de acercarme un poco más a él, pero sus actos fueron los contrarios a los míos. Se separó lento y con cuidado bajó las manos que aun sostenían mi semblante para posarlas sobre mis hombros.

- ¿Estás seguro de que él podría venir aquí? – inquirí.

- Antes de que Jacob se marchara me dijo que debía sacarlas como sea de esta casa lo más rápido posible antes de que Zack hiciera lo suyo. – Relató y tragó grueso.

- Pero, ¿A dónde iría? – Consulte suave en mi total inocencia.

- No lo sé. –Titubeó - Podemos irnos a un lugar seguro, yo sé que si, pero un lugar donde él por el momento no sepa de nosotros.

- No tengo tanto dinero para huir, Dereck. – Recordé.

- Yo puedo conseguir.

- No vas a volver con esas personas que creen que eres tu hermano. – Determine firme aferrándome a su ropa y cuando lo notó, sonrió de lado.

- No estoy hablando de eso. – Calmó y soltó el aire que retenía en sus pulmones – Se que Jacob puede ayudarnos.

Otra persona en la cual no podía confiar, pero por algún motivo Dereck estaba confiado en que el nos auxiliaría.

- Jacob aun no me da confianza. – Rebele.

- A mí tampoco, pero es nuestra última esperanza ahora mismo.

Dereck estaba solo, sin dinero, rodeado de personas que le arruinaban la vida y con altas posibilidades de ser asesinado. Si era nuestro último recurso, no iba a protestar.

- Me duele volver a dejar toda otra vez. – Cabizbaja, solté un sollozo inaudible.

- Si no quieres ver morir a tu hermana y no quieres morir también, debes salir de aquí lo antes posible.

Comunicó firme y asentí después de comprender a fondo lo que debía hacer.

Cargando valor, volví a ingresar a la casa y con su ayuda, tomando los primeros bolsos que se hallaban a nuestro alcance, comencé a guardar prendas de ropa al azar. Primero algunas mías, no sabía con exactitud que estaba almacenando o si sería suficiente para el tiempo que estipulaba en mi cabeza, pero lo hacía de todos modos. Cuando emprendí camino hacia la habitación de Mia, Dereck me arrojó otro bolso lo suficientemente extenso para guardar su ropaje, o lo que creía que sería lo bastante aceptable para ella.

El tiempo se acortaba, la necesidad de correr por mi hermana eran insaciables y las miradas que le echaba a Pierce de reojo mientras él me ayudaba a guardar mis pertenencia me hacían replantear cada una de mis acciones, pero cuando sentí su mano apoyarse en mi hombro, su mirada me envolvió en una seguridad que estaba necesitando por su parte. Sonrió cálido inspeccionando mi semblante, sabia el miedo que se dibujaba en mi sangre y como me arrebataba el cuerpo completo.

Una vez toda listo, Dereck salió por la puerta principal con los bolsos en mano seguido de un movimiento de cabeza señalando el coche, requiriendo que apresurara el paso. Corrí en busca de dinero ahorrado y sin más rodeos, apague todas las luces internas de la casa, cerré la puerta con llave y me introduje en el automóvil.

Pierce decidió que sería una mejor idea si él conducía, por lo que acepte inmediatamente. Tenía la mente profusa, tan centrada en estos asuntos que no podía moverme por mi cuenta.

Debíamos ir por Mia, y él lo sabía.

En mis recuerdos vagos recordé donde se ubicaba la casa de una de sus nuevas amistades y comencé a rogar en que estuviese allí, sino la noche seria extensa y el peligro podría avanzar sobre nuestras narices y al percatarnos de ello, ya sería muy tarde.

Entone la dirección y luego de un par de calles desoladas a toda velocidad, habíamos llegado a nuestro destino. Por acto de suerte la puerta de la vivienda se abrió revelando a quien se hallaba del otro lado; varias mujeres, entre ellas Mia, comenzaron a caminar por el porche mientras sostenían copas con bebidas alcohólicas y coloridas sobre sus manos. Vociferaban, reían como dementes y al verificar sus atuendos extravagantes, verifique que habíamos llegado en el momento en que se estaban marchando hacia un bar nocturno.

Suspire de alivio y me baje tan rápido como mis piernas me lo permitieron. Trote hacia la entrada en su dirección para jalar su brazo en el acto, sin embargo cuando me observó desde su altura tardo un par de segundos en reaccionar que aquella persona que sostenía su antebrazo, era yo.

Su mirada confusa cercó toda el área y las mujeres presentes prestaron atención a la escena.

- Sam, ¿Qué estás haciendo aquí? – Consultó alarmada.

Ella sabía que si estaba allí no era en vano. Su semblante se oscureció y al depositar la copa que recaía sobre su mano, tomó mi mano con preocupación.

- Vámonos. – Ordene directa sin rodeos - Te explicare en el coche.

En nuestra corta experiencia sobre lo ocurrido anteriormente, habíamos aprendido demasiado a tal grado que con solo unas simples miradas podíamos expresar nuestros miedos momentáneos. Por eso, sin objetar, caminó a mi lado sin despedirse de sus amistades, las cuales nos dedicaban miradas de desaprobación y reían en voz baja, hasta llegar al coche.

Observó por lo alto la parte trasera y al ver varios de nuestros bolsos cargados, se inmutó.

- ¿Qué tienen esos bolsos? – Volvió a preguntar acercándose a la puerta del piloto. Estaba un poco ebria, pero lo suficiente cuerda para entender lo que la rodeaba.

- Nuestra ropa.

Al escuchar mi respuesta, preste atención desde el otro extremo del coche como su semblante se ablandaba. La preocupación que sus ojos comenzaba a originar en un hilo delgado de gotas que no eran derramadas.

Abrió la puerta y al divisar a Dereck en el mando, retrocedió instantáneamente.

- ¿Qué mierda hace él en tu auto? – chilló inquietada señalando aquel punto especifico.

Su mirada alarmada y cabreada me indicaba que lo que podía suceder a continuación podía empeorar la situación. Lo miraba con repulsión, y la entendía.

- Dereck nos acompañara. – Respondí calmada. Ambas estábamos alteradas y debido a ello, no quise responderle de la misma forma.

- ¿Pero es que tú estás loca? – Su dedo señalo su cien indicando su indignación – Sabes más que nadie lo que este demente hizo con su hermano, Samanta.

Si, lo sabía, pero necesitaba explicarle el contexto completo para que pudiese entender lo que estaba sucediendo.

- Se todo lo que hicieron, pero este no es el momento para recordar estas cosas. Por favor, sube y te explicare.

Mia comenzó a dudar, pero al no tener otra opción y necesitar una repuesta coherente, subió a la parte trasera cerrando la puerta con fuerza, dejándome aturdida por el estallido.

El coche se puso en marcha por la avenida principal y a los minutos nos encontrábamos en las afueras de San Francisco sin una dirección en particular. Prácticamente habíamos escapado sin saber a dónde íbamos a parar.

- ¿Qué está ocurriendo? – Preguntó seria a mis espaldas esperando una respuesta honesta. La mire por el espejo retrovisor, encandilada por el brillo de su ropa, como su mandíbula definida no dejaba de moverse.

- Lo que sucede es que...

- Le estoy hablando a Samanta, no a ti. – Detuvo a mitad de la explicación y lo miró desafiante. Su voz hostil ocupó todo el interior del coche y un silencio desgarrador se alzó al segundo.

- Solo quiero explicarte lo que está pasando. – Dereck insistió sin dirigirle la mirada.

- En vez de explicar hubiese sido mejor que desaparecieras junto a tu hermanito, ¿Qué te parece la idea?

Con ambas manos tomó su cabello rubio y lo posiciono detrás de las orejas. Su rostro enervado se visualizaba a través del espejo retrovisor logrando que Pierce con una simple ojeada pudiera mirarla. Suspiró con cansancio y mantuvo su compostura. No era momento para iniciar una pelea absurda y menos con quien era su media hermana.

- Lamentablemente para ti también soy tu hermano. – Comenta calmo recordando aquel dato de vital importancia.

- Y después de todo lo que paso eso lo hace aun mas turbio... - Mia resopla y se echa contra el respaldo del asiento.

- Basta, por Dios. – Detuve abrupta y me gire hacia ambos.

Dereck me hecho una mirada rápida y sin objetar siguió un camino lineal por la carretera.

- ¿Me puedes decir que mierda está pasando, Samanta?

Al ver que ambas manos recaen sobre sus muslos, supe que ella estaba exhausta.

- Zack está en la ciudad. – revele.

Los ojos de Mia se desorbitaron y se aferró rápidamente al cuero del asiento.

- ¿Qué? ¿Desde cuándo? – Con temor, decidió consultar.

- Eso es lo que menos importa, créeme. – Respondió Pierce, logrando que la rubia lo observara tan rápido como un rayo y todas sus facciones emanaran desprecio.

- ¿De qué está hablando este desquiciado?

- Creo que planea matar a Dereck, y a ti. – Conteste aferrándome al respaldo del asiento mientras mi torso estaba en su dirección, divisando cuidadosamente sus movimientos.

Rio por lo alto y al segundo calló perdiéndose en sus pensamientos.

- ¿Y yo que tengo que ver en sus planes? – Despegó su espalda del respaldo y se encorvó hacia mi lado.

Mordía su mejilla interna descaradamente al mismo tiempo que sus manos temblorosas aun seguían aferradas al asiento. La noticia había sido dura, pero algo en su interior sabia que una situación como esta podía presentarse y por eso no lo tomo tan mal como lo esperaba, más bien la madures que estaba manejando al no derramar ni una sola lagrima y que su voz no se quebrara en el trayecto era digno de admirar. Mia se había convertido es una mujer fuerte.

- Eres una Pierce aunque te duela aceptarlo, y Charly dejó la empresa Pierce como herencia para sus tres hijos. – La miró por el espejo retrovisor - Solo que tú eres la única que puede tomar todo el poder y la compañía puede ser solo tuya. Por eso, Zack quiere matar a ambos y ser el único en tener todo para él solo.

Toque su rodilla y Mia me miró al instante. Ella no quería estar envuelta en este problema o más bien, ninguno de los presentes ansiaba este cruel destino que nos envenenó.

- ¿Y qué haremos al respecto? – Habló después de unos largos minutos de procesar la información.

Dereck, aun manteniendo la vista sobre la carretera, introdujo la mano sobre su bolsillo trasero y al sacar su teléfono, con cuidado marcó un número el cual estaba listo para tocar el botón de llamada.

Sabía exactamente lo que iba hacer.

- Debemos escondernos lo antes posible.

¡Hola gente! si, volví. 

Perdón por haber tardado en la actualización. Pasaron cosas. 

Espero que les haya gustado y como siempre comenten, voten y compartan ❤

¡Nos vemos muy pronto! Muchos besitos.

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