Emily & Jake ✔️

By ines_garber

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De la amistad al amor no hay solo un paso. Hay muros y barreras que hay que estar dispuesto a derribar o a de... More

P r ó l o g o .
U n o .
D o s .
T r e s .
C u a t r o .
C i n c o .
S é i s .
S i e t e .
O c h o .
N u e v e .
D i e z .
O n c e .
D o c e .
T r e c e .
C a t o r c e . (1)
C a t o r c e . (2)
Q u i n c e .
D i e c i s e i s .
D i e c i o c h o .
D i e c i n u e v e .
V e i n t e .
V e i n t i u n o .
V e i n t i d ó s .
V e i n t i t r é s .
V e i n t i c u a t r o .
V e i n t i c i n c o .
E p í l o g o .
E x t r a 1 .

D i e c i s i e t e .

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By ines_garber

26 de diciembre de 2018

No había nadie más que yo en esa pequeña cama cuando me desperté. La luz del sol era tenue pero estaba ahí, lo que significaba que ya había amanecido y que debían de ser más de las ocho de la mañana.

No recordaba haberme quedado dormida, pero supuse que lo había hecho en algún momento del séptimo episodio, porque sé que por lo menos llegamos hasta ese. También sé que, a pesar de que lo más probable es que acabase dormida en el hombro de Jake, me había despertado acostada y tapada como siempre, y Jake no estaba a mi lado.

Había hecho un papel pésimo como anfitriona. Ni siquiera sabía bien dónde había acabado durmiendo, el pobre.

Me desperecé y salí de la cama. Hacía mucho frío fuera de mi edredón, por lo que tuve que dirigirme al armario en busca de un batín o alguna otra prenda calentita que ponerme por encima. Cuando di con ella me fui al salón, donde encontré a Jake.

Estaba tumbado sobre el sofá, tapado con una manta que definitivamente no era lo suficientemente gruesa para el frío que hacía en esa casa. ¿Por qué no se había quedado conmigo? La cama de mi habitación era pequeña, sí, pero prefería dormir apretujada y despertarme varias veces con sus patadas a saber que él estaba incómodo por mi culpa. Fui hasta la cómoda del pasillo que llevaba a mi habitación y a la de mi madre y saqué un edredón para ponérselo por encima.

Me quedé mirándolo un rato. Mi excusa para hacerlo era que aún no me había despejado del todo y que por eso me quedaba embobada con cualquier cosa con facilidad. La realidad era que verle dormir me transmitía paz.

Luego me fui a la cocina y vi que había un post-it pegado a la nevera que no estaba ahí la noche anterior. Me acerqué para leerlo.

«¡Buenos días! He salido a comprar algo para desayunar. Volveré enseguida.»

Justo entonces oí que la puerta de la entrada se abría. Segundos más tarde, mi madre entró a la cocina cargada con dos bolsas. Me dio los buenos días y las dejó sobre la encimera.

—¿Qué has comprado? —Abrí una de las bolsas para ver qué había dentro.

—Un poco de todo. Se me olvidó preguntarle a Jake qué suele desayunar él, así que he cogido varios tipos de cereales y unas magdalenas —dijo—. Por cierto, ¿por qué has dejado que duerma en el sofá? Debe de haber pasado una noche horrible. Además, casi le despierto al salir de mi habitación. Me he llevado un buen susto al verle en el salón.

—Fue sin querer. Me quedé dormida mientras veíamos la serie.

Mi madre comenzó a sacar la compra para colocarla en la cocina. Se notaba que no había ido directa hacia la zona de desayuno, porque las bolsas estaban llenas de otros tipos de comida. De pequeña odiaba que hiciera eso; me decía que solo estaríamos en la tienda cinco minutos y terminaba siendo media hora.

—Me cae bien —comentó.

—Y eso que aún no lo conoces del todo. —Sonreí.

Jake se levantó tres horas más tarde. Mi madre y yo queríamos esperarle para desayunar, pero finalmente el hambre pudo con nosotras. Me comí un bol de cereales con leche y me pasé el resto de la mañana estudiando ya que, aunque quedaba mucho para la vuelta a clase, quería mantener un buen ritmo y adelantar un par de cosas.

—Vaya —fue lo primero que Jake dijo al verme—, ya no llevas el disfraz de oso. Una lástima.

Me había cambiado de ropa después de darme una ducha y ahora llevaba un conjunto bastante normal. Un jersey rosa y unos vaqueros oscuros.

Me encogí de hombros.

—Haberte levantado antes.

—Es tu culpa, me mantuviste despierto hasta las tantas.

—No oí que te quejaras en ningún momento —me defendí.

Mi madre, que estaba sentada en el sofá, nos lanzó una mirada extraña.

—¿Tienes hambre, Jake? —le preguntó, cambiando de tema.

—Un poco —admitió él.

—Voy a ir preparando la comida, entonces. ¿Te gustan los sándwiches vegetales?

Jake asintió con la cabeza y mi madre se levantó del sofá para marcharse a la cocina. Con lo poco que le gustaba cocinar, me sorprendió verla tan dispuesta. Sé que, de no haber estado Jake, me habría pedido que la ayudase y yo habría terminado encargándome de todo. A decir verdad, eso no me molestaba tanto. No podía evitar querer tener el control sobre lo que comía.

Por favor, que no le ponga mucha mayonesa al atún.

—No entiendo por qué los llaman sándwiches vegetales. —Hice una mueca—. Llevan atún, huevo, mayonesa... ¿de qué planta ha salido todo eso?

Jake soltó una carcajada, pero no supo darme una respuesta.

—¿Has dormido bien? —me preguntó.

—Eso debería preguntártelo yo a ti... Tendrías que haberme despertado, Jake —le reñí—. Te habría dejado dormir en mi cama.

—Entonces tú habrías dormido en el sofá, y ambos sabemos que yo tengo más facilidad para dormir sobre cualquier superficie.

—Bueno, ¡pues te habría dado una manta más gorda!

—Parecías tan tranquila durmiendo que no habría sido capaz de despertarte aunque quisiera —admitió mientras pasaba por mi lado, y yo ya no supe cómo argumentar ante eso. Me cuidaba demasiado, pero no podía negar que eso me gustaba—. ¿Dónde está el baño?

—Justo enfrente de la habitación de mi madre —le indiqué.

Media hora más tarde estábamos los tres reunidos en la mesa de la cocina y, durante la comida, Jake tuvo la oportunidad de conocer mejor a mi madre y viceversa. Para cuando terminamos de recogerlo todo ya se hacían bromas el uno al otro como si se conociesen de toda la vida. Mi madre estaba encantada.

Al final, Jake terminó pasando gran parte del día en mi casa. Cuando llegó la hora de irnos me dijo que me acompañaría a casa de mi padre y yo acepté, por supuesto. Antes de salir me aseguré de que llevaba todo lo necesario en mi mochila, incluidos los regalos que Jake me había dado el día anterior. Aún no sabía qué fotografía iba a poner delante cuando la colocase en el escritorio de mi habitación.

—Bueno, pues ya conoces a mi madre —dije en cuanto salimos del edificio—. ¿Qué te ha parecido?

—Me ha caído muy bien —aseguró—. Parece una madre atenta y cariñosa que se preocupa mucho por ti.

Sí, eso solía decir la gente. De hecho, todos suponían siempre que mi madre me cuidaba mejor que mi padre simplemente porque ella era más expresiva y porque le encantaba dar una buena imagen y lucirse ante «el público».

En primeras impresiones, mi madre siempre ganaba.

—Aunque me ha dado la sensación de que no os parecéis mucho.

Enarqué una ceja y fingí indignación.

—¿Insinuas que yo no soy ni atenta ni cariñosa?

—Sabes que no me refiero a eso —rio—. Es solo que cuando estoy contigo y con tu padre siempre pienso: wow, estos dos no necesitan prueba de ADN para saber que están emparentados. Si hasta os reís igual.

Esta vez fui yo quien solté una carcajada.

—Sí que te fijas tú en los detalles.

—Soy muy observador. —Sonrió con suficiencia—. Además, sé que si elegiste vivir con tu padre es por algo. —Asentí con la cabeza—. ¿Fue dura? La separación, digo. No debe de ser fácil tener que «escoger» entre tus padres —acompañó la frase con un gesto que simulaba unas comillas.

—En mi caso fue más sencillo. Creo que, en el fondo, los tres sabíamos lo que iba a ser lo mejor para mí —admití—. Mi relación con mi padre es más estrecha y mi madre es consciente de ello. No sé si le costó llegar a aceptarlo, pero hay pocas veces en las que le haya visto quejarse de ello. Sabe lo que hay: a ella le gusta dedicarse más tiempo a sí misma que a cuidar de alguien, y cuando tienes una hija... Bueno, puedes elegir entre ser un mal padre o sacrificar parte de tu egocentrismo.

Jake asintió con la cabeza. Caminamos en silencio; él pensativo y yo tratando de averiguar qué pasaba por su mente en esos instantes.

Nuestras manos estaban tan cerca que, de vez en cuando, se rozaban y un cosquilleo agradable recorría mis dedos.

—¿En qué piensas? —pregunté. Me había cansado de intentar adivinarlo.

Me miró entre sorprendido e incomodo. Recordé que Ethan me había contado una vez que, a pesar de la confianza que se tenían mutuamente, a Jake aún le costaba compartir sus pensamientos. Cuando Jake quería decir algo en voz alta, lo hacía. Supongo que no estaba acostumbrado a que le hicieran la pregunta que yo acababa de hacerle.

—En las personas que están solo en los momentos buenos y se van cuando llegan los malos.

No revelaba mucho, pero era algo.

Sin poder aguantarme, entrelacé mis dedos con lo suyos. Jake respondió el gesto agarrando mi mano de forma firme pero dulce.

—Lo bueno es que hay personas que se quedan —dije en voz baja, casi en un susurro.

31 de diciembre de 2018

Había quedado con mis amigos en la puerta del restaurante donde íbamos a cenar. Llegué puntual, a pesar de que había pasado un buen rato preparándome. Iba mucho más maquillada que de costumbre, con un eyeliner grueso y afilado que agrandaba y estiraba mi mirada y los labios pintados de un tono de rojo bastante intenso. Me había puesto un vestido negro que se ajustaba a mi cintura y después caía suelto hasta mis rodillas. Las mangas eran de encaje, al igual que otros detallitos que decoraban la tela. Un abrigo largo y cubierto por dentro de pelo sintético me resguardaba del frío.

Los demás también iban bastante arreglados. Mark llevaba puesta una camisa blanca y unos pantalones grises. Samantha se había rizado el pelo y vestía un jersey rojo con una falda de tubo corta y negra. Había acompañado el conjunto con unas botas altas de tacón y ahora medía casi lo mismo que yo, que solo llevaba unos zapatos con suela normal. Ethan vestía un jersey azul y unos vaqueros oscuros, aunque su pelo tenía el mismo aspecto despeinado de siempre. Jake se había puesto una camisa de color negro, un pantalón del mismo color con un cinturón gris oscuro y un reloj que parecía nuevo. Evité quedarme mirándolo embobada y entré al restaurante con ellos.

El local estaba hasta arriba esa tarde, lo cual no era de extrañar. Por suerte, habíamos reservado una mesa con antelación y nos pudimos sentar enseguida. Era un bufé dividido en tres zonas: una con ensalada y varias verduras cocinadas, una sección de pizzas y pasta, y otra con varios postres distintos para elegir. Me senté al lado de Samantha y dejé mi abrigo sobre la silla. Mark, Jake y Samantha fueron los primeros en ir hacia la comida, casi lanzándose sobre los platos como si fuesen hienas hambrientas. Jake llenó el suyo con varios trozos de pizza y una montaña de ensalada. Le puso de todo: lechuga, pimiento, tomate, aguacate, mango, nueces... Ethan y yo fuimos más despacio, meditando bien nuestras decisiones antes de escoger lo que poníamos sobre nuestro plato. Aún así, cuando regresé a la mesa me di cuenta de que era la única cuya bandeja no estaba a rebosar. Fui la única que se percató de esa pequeña diferencia.

Tenía una relación de amor odio con los bufés. Por una parte, cuando iba a un restaurante tradicional terminaba desperdiciando comida porque nunca me terminaba el plato entero, y eso no pasaba en los bufés. Por otra parte, mucha gente seguía la filosofía de: aprovecha que has pagado y come hasta reventar, y esperaban que todos siguiésemos esa forma de pensar como si de una ley se tratase. Como si estuvieses haciendo algo mal si decidías comer solamente lo justo y necesario.

Por suerte, mis amigos iban a lo suyo y no les importó lo que yo comía o dejaba de comer. Estuvimos hablando y riéndonos como siempre, y la verdad es que me sentí muy cómoda. La broma del momento era la ilegalidad de la relación entre Ethan y Kate, al ser ella menor por un año. Llevábamos un mes entero metiéndonos con él, pero seguía siendo igual de gracioso que al principio. Mark le había cambiado el nombre en sus contactos, ahora lo tenía guardado como «Asaltacunas», cosa que Jake había aprobado con orgullo.

—Salir de fiesta ahora va a ser un infierno —comentó Mark cuando salimos del restaurante—. Está todo lleno. Da igual el local en el que entremos, vamos a terminar robándonos el oxígeno los unos a los otros para sobrevivir.

—Haberlo pensado antes, genio —le dijo su novia—. Los planes son los planes. Aunque siempre podríamos colarnos en alguna fiesta privada...

—Uy, sí, como en las pelis. Podemos ir a una de estas urbanizaciones con piscina y saltar la valla —sugirió Jake emocionado. Me miró y esbozó una sonrisa—. Yo te ayudo a saltarla, que no queremos que se estropee tu vestido.

—Teniendo en cuenta que piensas meterla en una piscina privada en pleno diciembre, creo que el vestido es el menor de sus problemas —rio Ethan.

—Vale. —Jake hizo un puchero—. Pues sin piscina.

De alguna forma, Samantha y él lograron convencernos para que intentásemos colarnos en alguna fiesta privada. Fuimos en autobús hasta el barrio en el que la mayoría de las fiestas se organizaban y buscamos una casa con el jardín abierto y con bastante gente dentro. En las fiestas como esas nadie se conocía entre sí. Llegaban todo el rato invitados de invitados, gente que acompañaba a amigos del dueño de la casa y otros que habían sido invitados simplemente por casualidad.

—Lo que hay que hacer es entrar con confianza y saludar a todo el mundo como si los conocieses de toda la vida. Tiene que parecer que estás ahí porque es exactamente donde debes estar —explicó Jake.

—Cuanta sabiduría —bromeé—. ¿No serás tú un experto en colarte en casas ajenas?

Jake se encogió de hombros.

—He visto muchas películas. Ven, sígueme. —Me cogió la mano y avanzamos hacia el interior de la casa. Estaba a rebosar, y cada vez que Jake hacía contacto visual con alguien, les hacía un gesto con la cabeza a modo de saludo. Denotaba seguridad en sí mismo. Se acercó para susurrarme algo al oído—: ¿Lo ves? Es fácil.

Fue hasta la mesa del salón donde estaban todas las bebidas y se sirvió un vaso de papel con lo primero que pilló.

—¿Esto no cuenta como robar?

—Hay bebida de sobra. —Señaló todas las botellas de la mesa. Habían muchas, sí, pero seguía pareciéndome un poco mal.

—Vamos, Ems, no podemos ser correctos siempre. —Samantha me dio un codazo amistoso y luego se sirvió un vaso para ella y otro para Mark.

—¿Qué quieres beber? —me preguntó Jake.

Observé las botellas con detenimiento. Ninguna bebida era demasiado cara, así que... supongo que no pasaba nada por beber un poco. Y como era año nuevo, me permití a mí misma tomar algo de alcohol.

—Ponme lo mismo que te has puesto tú.

—¿Estás segura?

Asentí con la cabeza y vi como llenaba el vaso con una mezcla de alcohol y refresco. Olí la bebida cuando me la entregó y solo me llegó el aroma de la gaseosa de limón. Le di un trago; el escozor en la garganta no fue demasiado intenso.

—Gracias. —Sonreí.

Jake me devolvió la sonrisa y le sirvió un vaso a Ethan también. Luego salimos al jardín y nos quedamos cerca de la valla. Arrugué la nariz cuando un chico se puso a fumar a menos de un metro de donde yo estaba, y Sam soltó una carcajada.

—¿Cuánto queda para las doce? —preguntó Ethan. Mark sacó su móvil y le mostró la pantalla—. Dos horas aún.

—¡Y aún no hemos escrito los propósitos de año nuevo! —exclamó Sam, como si eso fuera un crimen. Le cogió el móvil a Mark, que puso los ojos en blanco, y abrió la aplicación de notas—. Vale, uno por uno, decidme qué esperáis del nuevo año. Puedes empezar tú, Mark.

—Joder, es que no he pensado nada... —Se pasó una mano por los rizos negros de su cabello.

—Por eso, piénsalo ahora.

—Bueno, pues quiero acabar el curso con buenas notas y entrar en la universidad que yo elija.

—¿Ves? Eso está perfecto. —Sam se puso de puntillas para darle un beso en la mejilla. Esa pequeña muestra de afecto me hizo sonreír—. Ethan, tu turno.

El pelinegro se llevó el vaso de papel a los labios, lo cual le dio un pequeño margen de tiempo para pensar en algo. Después se metió una mano en el bolsillo y dijo:

—Este año quiero aprender a ilustrar en digital y, si todo sale bien, también empezaré a vender algunos cuadros. —Esbozó una pequeña sonrisa—. No sé si cuenta como propósito, pero me gustaría ver a Kate en otro concierto.

—Siempre tienes que incluirla en todo —se rio Jake. Ethan soltó también una pequeña carcajada y se encogió de hombros como diciendo «es inevitable»—. Voy yo ahora.

Le dio un trago a su bebida y se relamió los labios. Después, clavó la vista en mí.

Me puse nerviosa, porque parecía que lo estuviera haciendo a posta. Que me estaba mirando porque algo de lo que iba a decir iba dirigido a mí.

—Yo solo quiero que las cosas salgan bien. Que consigamos el carné de conducir, que aprobemos todos los exámenes, que aprendamos de los errores que hemos cometido este año y que demos un paso hacia delante sin mirar atrás.

Mi corazón latía con fuerza.

Sus ojos, que en la oscuridad de la noche ya no parecían tan azules, me observaban con una intensidad abrumadora.

Hay gestos que no puedes evitar sentir. Las miradas son así. Tienen más significados de los que una palabra puede contener. Hablan más que las frases que decimos. Dile «te quiero» a alguien en tono neutro y sin mirarle y no sentirá nada. Dile lo mismo mientras la miras, y hará que su corazón se acelere. Es inevitable. Es maravilloso.

—Poético —se burló Sam, a lo que Jake le respondió con una sonrisa tranquila y llena de autosuficiencia. Después volvió a mirarme a mí.

—Tu turno.

Tragué saliva e hice lo mismo que habían hecho ellos: ganar tiempo bebiendo un poco. Sin embargo, cuando me acabé lo poco que me quedaba de mi bebida, mi mente seguía en blanco. O, más bien, estaba llena. Un montón de pensamientos hicieron acto de presencia, pero los rechacé todos. No podía —no quería— decir en voz alta cuales eran mis propósitos de año nuevo.

Lo único que deseaba eran cosas que no iba a poder conseguir en tan solo doce meses: poder apoyar a mi padre al cien por cien en su relación con Sophie, quererme a mí misma al menos lo suficiente como para poder estar con Jake...

Creo que a muchos nos cuesta en voz alta decir lo que realmente queremos, así que cuando nos dicen que soplemos las velas en nuestro cumpleaños, que le pidamos un deseo a una estrella fugaz o que hablemos de nuestros sueños y metas, terminamos escogiendo lo más superficial.

Hablé sin mirar a nadie, con la vista fija en mi vaso vacío.

—Eh... Me gustaría sacarme el carnet de conducir, seguir patinando y aprender a comunicarme un poco mejor con la gente que quiero. —Nada más decirlo, le pasé el turno a Sam, que aún no había dicho nada.

—Mi propósito es que, cuando acabemos el curso, sigamos en contacto. Sois muy importantes para mí y me gustaría manteneros en mi vida.

—¿Ahora quién es la cursi? —se burló Jake. Samantha protestó, y entonces él soltó una carcajada mientras se acercaba a ella para envolverla en un abrazo y darle un beso sonoro en la cabeza—. Ha sido muy bonito, Sammy, nosotros también te queremos.

—Venga, abrazo grupal —dijo Mark, abrazándolos a los dos y animándonos a hacer lo mismo.

Me reí, pero los acompañé en el abrazo.

El propósito de Sam era algo que yo también protegería a toda costa.

¡Saludos virtuales! Por fin, después de más de medio año, vuelve Emily & Jake, esta vez sin pausas.

Estoy súper contenta, la verdad; echaba de menos a los personajes y a sus historias. Tengo que darle las gracias a duffito, porque si he podido retomar la historia, ha sido gracias a ella. Me apoyó muchísimo durante el NaNoWriMo (me apoya en todo, en realidad), que es cuando decidí que las actualizaciones de Emily & Jake tenían que volver a Wattpad antes de que se acabara el año.

Ya que hablamos de retomar cosas, retomemos también la tradición de las preguntas. Os dejo tres aquí:

¿Cuál es vuestro MBTI? (Para quien no sepa lo que es, os recomiendo buscarlo. Es un test de personalidad y el resultado se usa de forma parecida a la que usamos el signo del zodiaco).

Este 2022 van a salir muchos libros de Wattpad en papel. ¿A qué libro le tenéis más ganas?

¿Cuál es el mejor libro que habéis leído en Wattpad en lo que llevamos de año?

Y ahora, dos cosas:

La primera es que mañana subiré el capítulo 18 para celebrar el cumpleaños de una personita especial y para compensar el tiempo que os he tenido esperando por las actualizaciones.

La segunda es que estoy escribiendo una nueva novela de romance (new adult) +18. La subiré a Wattpad en 2022, pero voy a ir desvelando cositas sobre el libro en las notas de autora de E&J (como esta). Lo primero que voy a dar es el título: Juego de seducción. Los nombres de los protagonistas los desvelaré en la actualización de mañana, aunque alguno igual ya se los sabe porque los dije en twitter hace relativamente poco.

Eso es todo. Gracias por haber llegado hasta aquí, por haberme esperado y comprendido siempre, y por todo el cariño que me dais. Espero que os guste la continuación de la novela. Abrazos virtuales.

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