La Máquina de los Sueños - 1...

Por GioiaTEscritos

989 71 55

El 3 de febrero del año 2498, Japón, China, Rusia y Estados Unidos estrecharon sus manos para crear la Alianz... Más

Nota de autor
Dedicatoria
Sinopsis
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Interludio
Segunda Parte: Capítulo 2
Segunda Parte: Capítulo 3
Segunda Parte: Capítulo 4
Segunda Parte: Capítulo 5
Segunda Parte: Capítulo 6
Segunda Parte: Capítulo 7
Segunda Parte: Capítulo 8
Segunda Parte: Capítulo 9
Segunda Parte: Capítulo 10
Segunda Parte: Capítulo 11
Segunda Parte: Capítulo 12
Epílogo
Agradecimientos
Nota de Autor
Capítulo Extra

Segunda Parte: Capítulo 1

23 1 0
Por GioiaTEscritos

Podría decirse que el miedo se olía, veía, oía y sentía a kilómetros de distancia, en todas partes, donde fuera. Los protestantes recorrían todas las calles, que de a poco se iban llenando de humo y gritos, reclamando por justicia. Aunque las armas del Tercer Ojo fueron diseñadas para aniquilar sin dejar rastros, todos sabían quiénes eran los asesinos, y no se quedarían callados. Quienes vivían bajo el gobierno visionario habían llegado al límite de la paciencia, estaban hartos, y lucharían a pesar del terror. La valentía también estaba presente, era innegable; se enfrentaban al gobierno más fuerte de todos los tiempos abriéndose paso con firmeza, sin mirar hacia atrás. Los gritos eran cada vez más, inundaban las ciudades, gritos de dolor, de impotencia… de poder. Miles habían muerto ya en esa rebelión que llevaba tres días vigente en todos los países aliados; los disparos aumentaban, pero el pueblo no se detendría. El asfalto que se lograba divisar estaba teñido de rojo, el resto estaba cubierto por los cuerpos inertes de los que habían intentado pelear contra los militares y sus armas de fuego. Algunos habían creado refugios en donde los hackers trabajaban en conjunto para lograr que en todas las pantallas brillaran los rostros de los prodigios y sus difuntas familias. Había comenzado una revolución.

Lejos del caos, del que solo pocos lograrían sobrevivir, los prodigios no podían contar con ningún intento de ayuda exterior, estaban completamente aislados. Debían luchar su propia batalla.

Mar, otra vez mar. Destruyendo todo a su paso, inundando aquella gran ciudad. La gente corría desesperada, pero nada iba a evitar que aquel gran monstruo arrasara con todo por lo que esas personas habían trabajado tanto. La furia del gigante azul había despertado, a pesar de que nadie sabía la razón; probablemente lo tuviera muy bien escondido, seguro había tratado de reprimirlo, pero finalmente estalló, era su naturaleza, y no podía evitarla.
Las olas eran cada vez más grandes y violentas, como si el terror que causaba lo impulsara a seguir promoviendo el caos. Parecía tomar cada vez más valor, tornarse más y más poderoso. ¿Se alimentaba del terror de los demás o simplemente esa era su forma de liberar sus propios miedos? ¿Miedo de qué? Podía ser miedo al olvido y la posterior desaparición… o quizás era su manera de mantener el reinado que había estado llevando desde el principio, ¿se sentía amenazado? ¿Alguien lo había enfadado?

Finalmente, y solo cuando cada edificio, cada gran pantalla, cada luz, cada vehículo y cada avenida quedó completamente destruida, el mar se detuvo. Entonces llegó la calma, y con ella, el arrepentimiento. Había provocado muchas pérdidas, pero no podía cambiarlo. Y el gigante azul quedó en completa soledad, sobre todos aquellos escombros que ya no tenían arreglo.

—Es una de ellos —confirmó Paden Mizell, quien había estado observando la visión de la pequeña 108 en la gran pantalla.

Mizell era el onironauta más viejo de 5Vision, un estadounidense canoso y de piel manchada, ojos celestes y agradable mirada. Quienes lo conocían decían sin problemas que era un buen hombre, pero compartía los pensamientos del Tercer Ojo.

—¿Y qué haremos con ella? Otra vez mar, pero no tenemos a Tom y Shira para hacerle una prueba —declaró Asuka, un psicoanalista japonés de unos cuarenta años.

—Por ahora, ficharla; después del funeral averiguaremos qué significa el mar —explicó el viejo, mientras tomaba en sus manos el hierro con el que marcaría a la pequeña—. De todos modos, nunca estuve de acuerdo con el método de Lukasheva. Esto no se trata de emociones, son visiones del futuro. Si ven mar, tenemos que averiguar qué es lo que está pasando con el mar.

—Claro, si los Cuatro están de acuerdo.

—Los Cuatro lo estarán.

La Alianza había asignado a dos profesionales para cada uno de los videntes: un onironauta y un psicoanalista, para estudiar sus sueños y su inconsciente. Con la pérdida de cuatro de ellos, el personal se había reducido a la mitad, por lo que tenían el doble de trabajo. Y analizar mentes tan peculiares, teniendo un tiempo limitado, para descubrir el significado del mar en las visiones, se volvía una tarea casi imposible, casi aterradora. Por supuesto que tenían miedo. Miedo, quizás, de fracasar, o miedo a descubrir la verdad, miedo a equivocarse con lo que hacían, miedo a perder y miedo a ganar.

Sigmund Freud, en el lado del psicoanálisis, decía que el miedo es efecto de un conflicto entre lo pulsional y los mecanismos que reprimen su presentación. Y si nos trasladamos a la filosofía, Platón decía que podemos perdonar fácilmente a un niño que teme a la oscuridad; pero la real tragedia de la vida es cuando los adultos temen a la luz, lo que podría completarse con el pensamiento de Aristóteles: «No tienen miedo los que creen que no les va a pasar nada, tampoco temen los que creen que no les sucederá a ellos, ni tememos a las personas que creemos que no nos harán nada. Por tanto, “la creencia” es una condición para que el temor se genere en los hombres». ¿Qué era lo que creían los científicos? Había tanta presión, duda y confusión en ellos que, a pesar de encargarse de estudiar la mente, no habrían podido encontrar una respuesta a esa pregunta aunque hubiesen querido intentarlo. En ese momento ni siquiera estaban conscientes de la magnitud del terror que los corroía. ¿O es que estaban siendo infinitamente conscientes y eso, exactamente, era lo que impedía que la verdad fuera comunicada? Porque quizá Heidegger tuvo razón al decir que cuando tenemos miedo no tememos un destino inexorable, sino su mera posibilidad y que es la posibilidad la que nos paraliza. Pero tal vez no fuera miedo, sino angustia; como dijo Sartre: «El miedo aparece ante un peligro concreto y se relaciona con el daño o supuesto daño que la realidad nos puede infligir; la angustia no es por ningún motivo concreto, ni de ningún objeto externo, es miedo de uno mismo, de nuestras decisiones, de las consecuencias de nuestras acciones».
Daba igual qué fuera eso que sentían, obtener esa respuesta no haría que se marchara; el bien se alcanza a través de la felicidad, pero para Epicuro la felicidad consiste en ser más, no en tener más, y ellos estaban muy lejos de eso. De todos modos, sus instintos estaban en lo correcto. Quizá debieron huir en ese momento.

Ella le tenía miedo al miedo, ¿tiene sentido? Le temía a ser tan débil como para temer y no saber qué hacer. Por eso solía someterse a situaciones peligrosas, forzándose a estar relajada, aunque en el fondo creyera que el miedo no es algo que desaparezca, sino que te acostumbras a él. En ese momento estaba encerrada, y no sabía qué hacer. Zhi tenía miedo.

Su temor más profundo probablemente fuera el fracaso. Siempre se había esforzado por estar en la cima, logrando llegar en más de una ocasión. Era, quizá, demasiado pretenciosa, y eso la llevaba a incontables decepciones. Ella estaba en una celda impenetrable, en el fondo, y ningún esfuerzo parecía poder salvarla. Darya tenía miedo.

Él había luchado siempre por ser normal, integrarse. Su mayor miedo era ser diferente, ocultarse en la oscuridad, desaparecer. Y la lobreguez lo estaba consumiendo allí, su cuerpo desaparecía de su propia visión, y todo por ser diferente. Dominique tenía miedo.

El último era un ser de alma libre, le gustaba estar solo y poder ser él mismo. Le temía al encierro, o mejor dicho, a la falta de libertad. A pesar de que intentaba escapar a su imaginación, su mente ya no tenía fuerzas. Zhào tenía miedo.

Sentían terror.

Entonces el plato volvió a subir, vacío por primera vez en lo que había parecido una eternidad. Los prodigios finalmente decidieron aceptar el pábulo que les ofrecían, porque había llegado el momento de pelear su propia batalla. No perderían contra quienes los obligaban a olvidar, ellos saldrían de allí. Tenían la fuerza, el valor y la razón para lograrlo. Estaban separados por completo, pero habían creado un lazo fuerte, uno que ninguna pared lograría romper. Todos sabían que cada uno estaba luchando, y todos sabían que ninguno se rendiría. Unidos eran más fuertes que cualquier clase de temor, vista por cualquier tipo de pensador. Juntos estaban listos.

Y se levantaron.


Seguir leyendo

También te gustarán

177K 4.4K 44
One shots de futbolistas. PEDIDOS CERRADOS.
64.8M 6.2M 118
¿Qué harías si una noche encuentras a un chico semi desnudo y cubierto de sangre en tu patio? ¿Qué harías si es atractivo, pero también es perturbad...
287K 16.3K 21
-Esto... doloroso...-dijo una voz femenina -Padre e hijo, se fueron juntos. Dos hermanos que no pudieron encontrarse por culpa de un gobierno corrupt...
101K 7.3K 29
un joven de 22 años, fanático de Ben 10 viaja a ese universo luego de morir en un trágico accidente, estará preparado para enfrentar los peligros de...