Eviterno || Terminada

By MsMistery19

402K 27.1K 17K

Una destinesia, había llegado dónde estaba ella, a su mundo, el problema es que había olvidado cómo volver al... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capítulo 15
Capitulo 16
Capítulo 17
Capitulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capitulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Final
Nota
Nota
Nota.

Epílogo

9.3K 544 324
By MsMistery19

Dos amantes que se tomaron de la mano en la oscuridad.

Pov Poché.

12 años después/Casa Calle Garzón.

— Uy amor que rico... Ahí, ahí.— Solté un gemido de satisfacción sintiendo las manos de mi esposa.

—¿Así, amor?— Escuché a Dani, asentí con mi cabeza.

— Dios si, no pares... Tus manos son maravillosas.— Respondí soltando suspiros, escuché una risita de Dani.

—¿Esta parte está bien?— Preguntó mi esposa, dudé unos segundos.

— Uhmm no sé.— Contesté acomodandome en la cama.— Es que desde la última vez me quedó más... ¡Aaah! Sigue, sigue, hermosa.— Pedí soltando otro gemido.

— Oigan no van a creer pero...— La puerta de la habitación que compartía con mi esposa se abrió, alcé mi cabeza y vi a mi hermana.—¿Qué diablos hacen?— Preguntó al vernos en la posición que estábamos.

— Le hago un masaje a Poché, Damián la dejó adolorida ayer.— Explicó mi esposa bajando de mi espalda, sentí cómo abrochó mi sostén.

—¿Dónde está mi adorado sobrino?— Preguntó mi hermana tirándose en la cama que compartía con Dani.

— Ha de estar con Cristal.— Respondí parandome de la cama, tomando la camisa que me pasaba mi esposa.— Últimamente se andan peleando por la atención de Abigail.— Dani se acercó a mi y empezó a poner los botones de la camisa.

—¿Por Abigail? ¿No es la hija de la vecina que le coquetea a Calle?— Preguntó mi hermana a mi esposa, alcé una ceja.

—¿Cómo está eso, gomita?— Hablé ocultando mi tono de voz celoso.

— Es Vale la que inventa cosas, osita.— Dani dejó un beso en mi nariz al terminar de abotonar mi camisa.

—¡Ja!— Exclamó Vale.— Esa vieja cada vez que la veo se pone shorts más cortos, un día de estos se pondrá cinta en los pezones.— Agregó mi hermana riendo.

— Valentina, no ayudas.— Habló mi esposa rodando los ojos.

—¡Nos mudamos!— Exclamé yendo al baño.

—¡Tenías que abrir tu bocota!— Escuché a mi esposa decirle a mi hermana, Valentina solo rió y se escuchó la puerta de la habitación cerrarse.

— Amor.— Me llamó mi esposa en el marco de la puerta.—¿Si sabes que no podemos mudarnos cada vez que alguien me coquetea, no?— Preguntó cruzándose de brazos, la miré por el espejo del baño.

— Lo hemos hecho cuatro veces, una más no importa.— Respondí con tranquilidad, buscando en los cajones del baño una pasta dental.

— Poché, la primera vez fue porque ya no cabíamos en el apartamento.— Dani se acercó a mi y me quitó el cepillo de dientes, resoplé.— La segunda porque venía Damián en camino.— Sonreí al recordar mi pequeño demonio castaño.

— La tercera porque venían las gemelas en camino.— Mi sonrisa creció y la de mi esposa apareció con un brillo en sus ojos.— Y la cuarta porque tus adorados hijos querían un perro, además de que a cierta persona se le ocurrió de tener un cuarto hijo.— Señaló la cuna que estaba en la esquina de nuestra habitación.

—¿No quieres otro?— Pregunté tomando la cintura de mi chica, mi esposa rió.

— No gracias, ya somos medio equipo, amor.— Hice un puchero y sentí sus labios borrarlo.

— Volviendo al tema de la vecina.— Mencioné jugando con un mechón de su cabello.— La primera vez nos mudamos porque el idiota de Ryan siempre salía a correr a la hora que tú lo hacías, también siempre abría la puerta cuando venías de compras.— Rodé los ojos y Dani rió.— Además de que salía en ropa interior a pedir azúcar.— Está vez mi esposa torció el gesto y asintió, besé sus labios.

— La segunda vez fue por la maestra.— Torcí el los labios recordando, esa mujer paseaba por nuestra casa en ropa interior.— Esa mujer nos propuso un trío... ¡Un trío, amor! Tu eres solo mía.— Hablé con voz seria.

— Uhmm posesiva me encantas.— Susurró Dani mordiendo mí labio inferior, apreté sus caderas contra mi.

— La tercera fue por el nudista que vivía a la par.— Mi esposa puso cara de: “En ése te apoyo”.— Es más que obvio que mis hijos no iban a ver sus miserias y tú tampoco.— Mi esposa asintió con su cabeza intentando no reír.

— La cuarta... ¿Tengo que recordarte a Verónica y sus orgías cada noche?— Pregunté a mi castaña quitando un pequeño pelo de su ojo.

— Esa mujer no me dejaba dormir.— Alegó mi esposa bufando.

— Aunque tú y yo tampoco.— Respondí pícaramente, Dani sonrió y acarició mi espalda.

— Extraño esos días cuando estabas dentro de mí todo el tiempo, a toda hora.— Susurró mi esposa mordiendo el lóbulo de mi oreja, mordí mi labio inferior intentando que no saliera un gemido de mis labios.

— No me antojes, preciosa.— Contesté en un suspiro, Calle rió ligeramente y se separó un poco de mi.

— Continúa, mi vida.— Me alentó sonriente.

— Además la mujer estaba loca, un día estaba saliendo para ir al trabajo y se echó la leche encima y me dijo: “¿Quieres leche, mami?”— Agregué recordando a nuestra icónica vecina, Dani soltó una carcajada.

— Verónica te coqueteaba a ti.— Soltó de pronto, fruncí mi ceño.

— Claro que no.— Contesté, mi esposa me vió obvia.

— Siempre te coqueteaba cuando salías rumbo al trabajo.— Explicó, quedé pensando unos momentos y tenía razón.

— Me daba miedo.— Confesé acariciando sus nalgas, guardando mis manos en los bolsillos de su jean.

—¿Quieres leche, mami? ¿Uh? ¿Quieres leche?— Bromeó Calle imitando la voz de nuestra ex vecina, sus dedos se clavaban en mis costillas y ella seguía preguntando eso riendo.

—¡No me traumes!— Exclamé soltando un resoplido, Calle rió.

— El punto es que no nos mudaremos de nuevo, amor. Yo te amo solo a ti.— Susurró acariciando mi mejilla, sonreí.— Tenemos 4 hermosos hijos y soy más que feliz a tu lado.— Agregó haciéndome cosquillas en el estómago, a pesar de los años el sentimiento persistía ahí.

— Quiero hacerte el amor.— Susurré subiendo a mi esposa al lavabo, mi castaña sonrió coqueta alzando su ceja.

—¿Te recuerdo que abajo estamos celebrando el cumpleaños de tus hijas?— Calle soltó un suspiro, mientras yo atacaba su cuello y apretaba sus piernas con mis manos.

— Un rapidín, amor.— Contesté mordisqueando su cuello, mis manos acariciaron sus caderas, hasta subir y llegar a sus nalgas en dónde apreté a mi antojo.

— Poché... Amor.— Jadeó Calle haciéndome olvidar todo, solo quería poseerla y hacerla mía.

—¡Mami, mami!— Escuchamos gritos fuera de nuestra habitación.

—¡Nooo!— Me lamenté posando mi frente en el hombro de mi esposa.

— Eso te pasa por querer un equipo.— Comentó Dani acariciando mi espalda, reí y alcé la vista.

— No es mi culpa querer una familia grande.— Me defendí inocente.

— No sé cómo me convenciste de tener 4 hijos.— Murmuró Calle bajando del lavabo.

— Yo si sé.— Respondí divertida, mi esposa rodó los ojos sonriendo.

— Mejor ve y atiende a nuestros hijos.— Respondió saliendo del baño, la seguí yendo a la puerta.— Yo iré en busca de Vale, a este punto mi pequeña bebé ha de tener sus nalguitas apachurrables rojitas.— Abrí mi boca indignada llevando una mano a mi pecho.

—¡Nadie puede morder mí traserito!— Pisoteé el suelo haciendo un puchero.

— El traserito de Anto es adorable, pero solo ríe contigo cuando es atacada por mami osita.— Respondió mi esposa dándome un beso, sonreí y abrimos la puerta.

—¡Mami, mami! ¡Cristal no me deja estar cerca de Abigail!— Suspiré viendo a Damián cruzándose de brazos y haciendo pucheros.

Miré a Calle y tenía un letrero en la frente que decía “Damián es idéntico a ti”.

—¡No, mami! ¡Abigail no quiere estar con Damián porque es un tonto!— Salió Cristal a su defensa, negué con mi cabeza.

Damián era mi primer hijo con el amor de mi vida. Damián tenía 8 años, era el mayorcito y por eso cuidaba a sus hermanas, Bella y Cristal tenían 7 años recién cumplidos, mis mellizas favoritas, eran idénticas a su madre. Aunque justo ahora había celos de hermanos entre Damián y Cristal por la vecinita Abigaíl.

La última era la pequeña Antonia la que tenía solo 8 meses de nacida, esa pequeña tenía los ojos de su madre y se agazapaba a mi cómo si su vida dependiera de ello. Amaba a cada uno de mis ojos cómo el amor que sentía por mi esposa.

— A ver, a ver.— Hablé agachandome a la altura de mis hijos, miré cómo mi esposa huía de la escena.

«Cobarde» Pensé al ver cómo me guiñaba uno de sus ojos.

—¿Y por qué no juegan los tres? Así sin pelear.— Propuse a mis hijos, ellos hacían pucheros y negaban con sus cabezas.

— Abigail es mi novia.— Soltó Damián.

— Y la mía también.— Soltó Cristal.

—¡¿Qué?!— Exclamé sintiendo que me faltaba el aire.— Pero están muy pequeños para eso, son mis bebés no pueden tener novia.— Hablé rápidamente sintiendo que me faltaba el aire.

— Tía Laura dijo que la edad no importaba.— Comentó Damián cómo si estuviera hablando de que 1+1 era 2.

— Voy a matar a Laura.— Musité pensando en mi amiga.

— Y tía Vale me dijo que no tenía nada de malo al haber besado a Abigail.— Abrí mis ojos cómo platos al escuchar a mi hija.

—¡¿Qué?!— Negué con mi cabeza abanicandome con mis manos.—¿Cris, besaste a Abigail?— Pregunté a una de mis mellizas, la pequeña bajó la cabeza sonrojada.

—¡Ella me robó a Abigail, mami!— Espetó Damián apuntando a Cristal con su dedo, la pequeña solo imitó a mi hijo.

— Ya, ya, ya.— Los detuve recuperando el aire ante las noticias.— Iremos abajo, se pedirán disculpas y van a jugar con Abigail sin peleas, ¿Entendido?— Pregunté alzando una de mis cejas, mis hijos asintieron con su cabeza.

— Si, mami.— Dijeron a unisono, Damián y Cristal rieron y me abrazaron.

— Ahora.— Comenté alzando a los dos, Cristal iba en mi espalda y Damián en mis brazos.— No quiero saber que tienen novia, ¿Capisci? Solo me pueden amar a mi.— Mis hijos rieron mientras bajabamos las escaleras de nuestro hogar.

— Capisci, mami.— Respondieron los dos entre risas.

En el jardín.

— Ya no puedo más.— Mencioné tirandome en una de las sillas de la fiesta.

— Ya estás vieja, marica.— Comentó Laura haciendo reír a los presentes.

— Vieja y todo pero buena en otras cosas.— Salió mi esposa a mi defensa, reí y observé cómo Dani se sentaba en mis piernas con mi pequeña Anto en brazos.

— Hola, pequeña Anto. ¿Me extrañaste?— Pregunté a la bebé, al verme balbuceó algo en idioma bebé y me estiró sus bracitos.

—¿Me cambias por tu otra madre, vende patria?— Comentó mi esposa con tono de voz celoso.

Mi pequeña bebé observó a su otra madre y luego a mi, entonces acarició a mi esposa, con su pequeña mano se prensó a la camisa de Calle y con la otra sostenía mi oreja y se acurrucaba en mi pecho.

— Dios, me dan diabetes.— Escuchamos a mi hermana, con mi esposa reímos.

— Anto es tan linda, me dan ganas de apachurrarla.— Comentó Camila encima de su actual esposa Lauren.

—¿No quieres uno, bebé?— Escuché a Manuela preguntándole a Sebastián.

— Luego, linda. Luego.— Todos reímos al escuchar a un nervioso Sebas.

Todos estábamos en el jardín de mi hogar, era el cumpleaños de mis mellizas y por eso habían vecinos y nuestros amigos más cercanos celebrando. Era muy loco cómo en todos estos años se había acomodado y éramos más que felices.

Laura y Valentina se habían casado con su soltería, el día que llegarán con pareja seria el fin del mundo. Sebastián y Manuela son prometidos, a todos nos sorprendió la noticia pero también nos alegramos. Muy próximamente se casarán.

Camila y Lauren eran esposas, se habían decidido a dar el paso tres años después de habernos casado Calle y yo, se habían dedicado a viajar por el mundo juntas, pero según tenía entendido Camila quería tener un bebé con su esposa.

Por otro lado Wiliam y Valeria estaban de viaje junto al ya adolescente Max, inesperado pero esos dos también se enamoraron, Valeria se convirtió en la madre de Max y él la adora cómo si lo fuera realmente.

Y Liam, bueno... Liam sigue siendo Liam, lo confirmaba al ver cómo peleaba los dulces con los niños de la fiesta, pero al ver cómo su actual esposa Lucía iba detrás de él para regañarlo podía ver qué tenía a alguien que lo cuidara.

Todo era perfecto, tenía el amor de mi vida a mi lado, cuatro maravillosos hijos, un trabajo estable y una hermosa casa... Tenía lo que siempre soñé.

—¡No puede ser!— Salí de mis pensamientos al escuchar a Manuela.

Todos observamos al lugar que veía Manuela y no pude evitar abrir mi boca sorprendida.

— Te juro que a mi hija ya se le ve lo gay.— Comenté al ver cómo Bella mi otra melliza, se llevaba a una embobada Abigail lejos de Damián y Cristal.

— Marica, la acaparó y la niña tiene cara de tonta.— Escuché la carcajada de mi hermana.

— Tenemos problemas, amor.— Susurró Dani en mi oído, asentí con mi cabeza mientras veíamos la escena de nuestros hijos.

— Cuidadito y tú eres así Anto.— Amenacé a la bebé que tenía en brazos.

Sabía que estaba pérdida al ver cómo la pequeña bebé movía sus pestañas cómo su madre cuando quería algo, supe que Anto iba a ser peor que los otros tres.

— Eso me pasa por tener una esposa con tan buenos genes.— Susurré arrullando a la bebé en mi pecho, mi esposa rió y dejó un beso en mi mejilla.

(...)

—¡Vamos a partir el pastel!— Avisó mi esposa a todos los invitados.

Todos nos acercamos a los dos pasteles que tenían el número 7 en medio, mis mellizas castañas llegaron con sus vestidos y se posaron al lado de su madre muy sonrientes. Anto dormía muy plácidamente en su cochecito, pero faltaba Damián y a el lo estaba buscando.

—¡Happy birthday to you! ¡Happy birthday to you! ¡Que los siga cumpliendo las niñas más gay que conocí, eh, eh!— Rodé los ojos al escuchar el remix de Laura y Camila.

—¿Qué es gay, papá?— Escuchamos uno de los niños de la fiesta.

— Pidan un deseo, mis amores.— Alentó mi esposa a las niñas saliendo del apuro, las mellizas sonrieron y soplaron las velas, todos aplaudimos.

El pastel fue repartido y los niños llenos de azúcar en su sistema eran más acelerados, después de un rato fui a dejar a Anto a su cuna. Cuándo venía por las escaleras escuché a mi hijo reír con sus otras hermanas, caminé rápidamente de dónde venían y llegué al cuarto de lavandería.

—¡Damián, Cristal y Bella Calle de Garzón! ¡¿Qué han hecho?!— Grité al ver cómo de la lavadora salían chorros de agua con burbujas llenando todo el piso.

—¡María José!— Escuché el grito de mi esposa, rápidamente salí corriendo.

— Mierda.— Maldije al haber caído estrepitosamente al suelo llenandome de burbujas y mojando mi ropa.

Salí al jardín y me encontré con otra escena desastrosa proveniente de mis hijos.

—¡Mami! ¡Mamá! ¡Miren!— Escuchamos de pronto, con Calle nos dimos la vuelta y observamos la escena.

—¡Niños, no!— Gritó mi esposa, pero era tarde.

¿Cómo unos niños podían destruir una casa más una piscina llenandola de agua, burbujas y pintura azul?

No tenía la menor idea, pero al ver a un Damián con sus hermanas muy felices jugando con las burbujas con los otros niños, supe que esos pequeños demonios podían hacer de todo.

—¡Amor, la casa!— Exclamó mi esposa viendo cómo salía agua al jardín y también burbujas.

—¡Valentina!— Regañé al ver a mi hermana jugando con las burbujas.

— Dejen la amargura y vengan a jugar.— Respondió mi hermana corriendo a la piscina con agua color azul haciendo un clavado.

—¡Al agua pato!— Solo vimos cómo Camila y Lauren también se lanzaban a la piscina.

—¡Hora de ser pitufos!— Laura, Lucía, Liam, Sebastián y Manuela se lanzaban a la piscina quedando azules.

—¡Ni se te ocurra, Garzón!— Amenazó mi esposa, sonreí y empecé a caminar hasta ella.

— Solo es un bañito, amor.— Mencioné riendo, mi esposa empezó a correr por el jardín, pero al atraparla la subí a mi hombro.

—¡Al agua pato!— Grité sintiendo cómo el agua nos envolvía a ambas.

—¡Te odio, Garzón!— Exclamó mi esposa de color azul, solté un carcajada.

— Me lleva la pitufichingada.— Mencioné al sentir cómo alguien me mordía abajo del agua.—¡Tú me tienes que amar, castaña!— Añadí tomando la cintura de mi esposa.

— Pues el que te va amar es el sillón.— Comentó obvia, soltandose de mi agarre y salir del agua.

—¡Te jodiste, Pochesiana!— Rodé los ojos al escuchar a Liam.

— Hoy no tienes acción.— Camila no ayudaba.

— Poché mordí tu trasero y está durito.— Abrí mis ojos sorprendida y miré a Laura riendo.

—¡Laura!— Exclamamos todos.

En la noche.

La fiesta había acabado y con todos los invitados de color azul parecía la aldea de los pitufos, claramente puse a todos mis amigos a limpiar el desastre que había quedado en mi casa, bajo sus quejas y unas cuantas amenazas se quedaron a ayudar.

Mi esposa se había encargado de limpiar a nuestros hijos de color azul, puede que los haya metido conmigo a la alberca y eso la hizo enojar más. Por suerte la pintura no era permanente, al menos mis demonios digo, mis hijos pensaron en eso.

Después de horas de limpieza, mis hijos quedaron limpios y la casa también. Aunque la alfombra se había mojado y nuestro perro, Ramón, quedó eructando burbujas.

—¿Y tú adónde vas?— Escuché la voz de Dani a mis espaldas, fruncí mi ceño.

— A nuestra cama, amor.— Respondí con obviedad, mi esposa lo impidió posandose en el marco de la puerta.

— En el sillón está la almohada y una sábana.— Explicó cruzándose de brazos.

— Pero-

— Pero nada, tus hijos dormirán aquí hoy pero mañana les pondré castigo, a ti te toca hoy.— Y de un portazo me dejó a medio pasillo, bufé por lo bajo.

— Solo somos tú y yo, amigo.— Hablé a mi perro, Ramón ladró y se echó en sus patas traseras.

—¿Puede entrar Ramón, mamá?— Pegué la oreja a la puerta y escuché a Bella.

— Claro, tesoro.— Escuché pasos y la puerta se abrió.

Ramón no tardó en levantarse y con sus cuatro patas entrar a la habitación, abrí mi boca indignada.

—¡Son unos traidores todos!— Exclamé atrás de la puerta.

—¡Mamá gomita manda aquí!— Escuché al traidor de mi hijo.

—¡La cama de mamá gomita es más cómoda!— Esa era Bella, enchiné mis ojos.

—¡Tu duermes encima de mi, Bella Calle Garzón!— Reclamé, se escuchó silencio.

—¡Mamá gomita también es cómoda!— Resoplé ante lo traidora que era mi hija.

De pronto la puerta se abrió dejando ver a mi otra melliza, en el fondo estaba la inmensa cama que compartía con mi esposa, en ella estaba Dani, Damián, Bella y en brazos de Calle una pequeña Anto comiendo de su biberón. Sonreí y me puse de cuclillas viendo a Cristal.

—¿Y tú, Cris? ¿No me traicionarías, cierto?— Pregunté viéndola, la pequeña ladeó el rostro y entonces ví cómo me pasaba mi pijama.

— Mamá gomita dijo que le diera ropa limpia a mami osita.— Abrí mi boca indignada tomando la ropa, la puerta se cerró de nuevo.

— Traidores.— Susurré indignada yendo a darme un ducha al baño de abajo.

(...)

Me moví en el sofá incómoda, me di vuelta a la derecha y obtuve el mismo resultado, incomodidad. Suspiré y miré al techo, mis hijos dormían con mi esposa muy bien y yo estaba acá, sola en la sala y en el estúpido sofá incómodo.

Golpeé la almohada indignada y la tiré a mis pies, llevé mis manos detrás de mi cabeza y cerré los ojos. Fue cuando escuché pasos viniendo de las escaleras, alcé la cabeza y una fila que empezaba con una castaña adormilada y que terminaba con un Pug, se pusieron enfrente de mi.

— Mami osita es más cómoda para dormir.— Sonreí al escuchar a Bella.

— La cama de mamá gomita no es cómoda sin mami osita.— Está vez fue Cristal que abrazaba la pierna de su mamá y tenía su cabeza apoyada en ella durmiendo.

— Mamá gomita manda en casa, pero queremos a mami osita con nosotros.— Y ese fue Damián, sonreí y me pare del sillón.

—¿Y mamá gomita tiene algo por decir?— Pregunté a mi esposa.

Mi esposa tenía su cabello revuelto, sus ojos casi cerrados y a una Anto en brazos que me hacía pucheros con sus ojitos brillantes de al parecer haber llorado.

— Que te amo de aquí hasta el infinito.— Murmuró Dani sonriendo, sonreí y tomé a Antonia entre mis brazos.

— Y yo te amo de aquí a Marte a pasitos de tortuga.— Contesté dejando un beso en sus labios.

Con mi medio equipo de fútbol subimos a las escaleras y fuimos a la habitación, mis hijos se acomodaron acurrucándose a mi. Suspiré feliz sintiendo la manito de Anto en mi oreja, ella estaba contra mi pecho, pero en una parte de él también estaba mi esposa.

— Gracias por haberme encontrado, osita.— Sentí la nariz de Dani rozar mi cuello, se acurrucó enredando su pierna con la mía.

— Gracias por dejarme encontrarte, gomita.— Contesté dejando un beso en la frente de mi esposa para luego sonreír.

Y esta vez sin poder evitarlo dormí con mi familia inmensamente feliz. Mi historia tal vez fue de sufrimiento, porque una vez amé a la persona incorrecta, pero después de tanto buscar encontré al amor de mi vida.

Apareció así, en mi consultorio viendo uno de los libros de mi biblioteca, en ese momento no sabía que iba a ser la pieza restante de mi rompecabezas para encontrar la felicidad de nuevo. Me lo dió todo y yo cada día de mi vida a su lado le doy todo también.

La chica que ama las gomitas robó mi corazón, ahora escribimos nuestra historia juntas sin obstáculos de por medio.

Solo éramos ella y yo antes de conocernos, pero ahora hay un nosotras con el sello de lo... Eviterno.
































Bueno, para empezar diré...¡Wow!

No saben cuan sentimental me siento con esta historia, está historia me trajo de nuevo la inspiración al mundo de las letras, a seguir escribiendo. Ver cada uno de sus comentarios, cada uno de sus votos hace que valga la pena cada letra que escribí en esta historia.

De verdad muchas gracias por apoyarme y ser una bonita familia aquí, a través de historias y comunicándonos en letras. Son los mejores y no saben cuan agradecida estoy de todo el apoyo que recibo de ustedes.

Eviterno llegó a su final, pero mi imaginación no, así que espero sigan conmigo en la próxima historia.

¡GRACIAS, PUTITOS DE CLÓSET! ¡LOS AMO!

Continue Reading

You'll Also Like

277K 21.3K 47
¿Existe el amor de una vida pasada en otra vida? Nadie lo sabe. Sus caminos se cruzarán después de que al parecer sus almas se conocen desde antes, y...
382K 24.2K 40
Nuestra historia empezó con un trato entre ambas. Un beneficio para las dos, un sentimiento disfrazado haciéndonos caer en el amor. Yo no buscaba ena...
45.9K 4.9K 8
Continuación de "Mirada carmesí"
30.5K 3K 33
Greta, una joven italiana, decide huir de la Capital para refugiarse en Verona tras denunciar a su prometido por violencia. Allí, en la nueva ciudad...