~ Vanessa Renner ~
—Dime que me llamarás si llega a pasar algo, ¿Si?
—Solo iré a casa de Elliot para llevarle la ropa que ha dejado aquí, no tardaré, además, le pediré si nos quiere acompañar a mamá, y a mi al centro comercial.
—Si, claro, con eso de que él maldito es dueño de sepa cuántos mentados centros comerciales...
Adam mordió una manzana, y dió una ojeada a mi madre, quién estaba profundamente dormida.
—Si pasa algo, me dices, y si viene Víctor... Has que se vaya sin importar que.
Le di un beso a Adam en la frente, y él a mí, y así salí de mi casa.
Había pagado un taxi, solo para llegar más rápido, y poder regresar cuánto antes a con mi madre. Después de unos cuantos minutos, llegué a casa de Elliot.
Toque el timbre, pero nadie abrió el portón. Fruncí el ceño, y cuando estuve a punto de llamar al pelinegro, una de sus empleadas salió para recibirme.
—Señorita Nessa, que bueno verlo por aquí, hace mucho que no se de usted.
Saludo Jessy, con una enorme sonrisa.
—Gracias, también me alegro de verte —le di un corto abrazo, y ella me guío hasta la puerta.
—El señor Elliot aún no ha bajado, pero creo que...
—¿Quién eres tú?
Ambas nos detuvimos, y yo pose mi mirada al frente.
Había una chica rubia, recargada en la puerta, mirándome de arriba a bajo. Al principio la mire al rostro, pero después baje mi mirada a su atuendo, y vi que llevaba un camison de seda casi transparente.
Era una chica muy linda, con un cuerpo demasiado pronunciado. Incluso se veía mayor.
—Repito, ¿Quién eres tú? — dijo ella, sacándome de mis pensamientos.
—Eh... Soy... Soy Vanessa Renner, y vine para ver a Elliot. —respondí con un poco de inseguridad.
Jessy agachó la mirada, y me soltó de la mano.
La rubia dirigió su mirada a Jessy, y la miró con horror.
—¡¿Y tú qué rayos haces aquí?! ¡Ve a preparar el desayuno para mí bugabu!
—demandó la chica, a gritos.
¿Bugabu?
Jessy asintió, y se metió corriendo dentro de la casa. Me quedé perpleja al ver la escena, y después ella me miró de reojo.
—¿Para que quieres ver a Elliot? —preguntó arrogante.
Fruncí el ceño, y alce un ceja.
—Perdona, pero, ¿Quién eres tú?
Ella frunció los labios, y suspiro.
—Soy Stephanie... La novia de Elliot.
Y como si fuera poco... Deje caer la bolsa con la ropa de Elliot.
Mi corazón se apretujo. Me quedé helada en mi lugar, entonces, reaccioné.
—¿Q-que has dicho? —inquirí incrédula.
Ella hizo una mueca, y después de unos segundos sonrió con malicia.
—¿Eres Nessa, no?
—Si.
Ella sonrió aún más, y me miró con descaro.
—Bien... Veo que no sabes bien como están las cosas — ella se cruzó de brazos, y en esa pose dejo ver su cuerpo más que antes —Elliot y yo somos novios desde hace cuatro años...
—No. —la interrumpí —Ustedes terminaron hace cuatro años, por qué tú lo dejaste después de su accidente.
Stephanie alzó un ceja, y sonrió nerviosa.
—Lo que haya pasado no es tú problema — dijo —Elliot nunca dejo de amarme, y la prueba está en qué... Dormimos juntos.
Y asi volví a sentir ese dolor en el pecho.
Negué con la cabeza lentamente, y sonreí nerviosa.
—Estas mintiendo —murmuré.
Ella se acercó hasta estar frente mío, y noté su altura. Era más alta.
—Elliot sólo te utilizó para no sentirse sólo... —sonrió con soberbia —Sólo fuiste distracción para él.
"Tómalo como una distracción"
Recordé las palabras que dijo Elliot antes de irse. Y justo como las dijo él, las dijo ella.
La mire con rencor. Con sentimiento. ¿Así que este era el "amigo" que había mencionado? ¿Por eso no ha respondido mis llamadas?
Solté un suspiro pesado, y me dí la vuelta para irme. La rubia soltó una risa más que cruel, mientras que yo me iba desmoronando por dentro.
—¡Oye pelirroja, espera!
Me detuve, y me giré hacia atrás. Un chico pelirrojo, de piel pálida, y unos ojos grises igual de intensos que los de Elliot llegó a mí.
Fruncí el ceño, y lo observé con lágrimas en los ojos.
El chico me miró lentamente, para después voltear hacia la chica, y mirarla como si quisiera arrancarle la cabeza.
—¿Que le has dicho? —preguntó con una voz amenazante.
La chica borro su rostro altanero, para poner uno inocente.
—Solo le he dicho la verdad —respondió ella, con un puchero falso.
El pelirrojo suspiro, y la señaló.
—Mas te vale que te mantengas alejada de ella — demandó.
El chico se volvió a girar hacia mí, y me dió una mirada calida, al igual que su sonrisa. Cambio drásticamente su rostro, conmigo, a qué con ella.
—Venga, te llevaré con Elliot —me tomó de la mano, y llevo consigo dentro de la casa.
Pasé a lado de la rubia, quién me miró con odio. El chico me llevo escaleras arriba, y ahí vi a Jessy, quién me guiño el ojo.
Ya entiendo... Ella le dijo al chico lo que sucedía.
—Por cierto, soy Jasper Grey —soltó mirándome de reojo —Amigo de Elliot.
Abrí mis ojos de par en par. Ya veía, es el amigo del que me había contado Elliot hace meses.
Entramos a la habitación del pelinegro, y cuando lo hice, vi a Elliot de espaldas, sin camisa, y sólo con un pantalón deportivo negro.
El calor llegó a mis mejillas, y me hizo olvidar lo que paso hace unos cuentos minutos.
Elliot tenía la toalla sobre su cuello, y el cabello húmedo, haciendo que se pegará a su rostro. En cuanto se giró, me sonrió ampliamente.
—Hola mi pecosa — se acercó hasta mí, y me dió un beso corto en los labios.
Están tan roja por la venganza, por qué me imaginé mil escenarios en mi mente, con Elliot sin camisa.
—H-hola... —devolví el saludo, sonrojada.
Elliot y el pelirrojo me miraron con el ceño fruncido, y después rieron escandalosos.
—¡Pero si es todo un tomate andante! —dijo Jasper.
—¡Lo es! —siguió Elliot.
Me tape el rostro con ambas manos, y me di la vuelta. Entonces recordé lo que paso hace unos minutos, y me di la vuelta, señalando al pelinegro.
—¡Basta, ahora mismo explícame quien es esa rubia! — exigí de golpe, cosa que causo que ambos chicos dejaran de reír.
—¿Rubia? —repitió Elliot.
—¡Si, Rubia! — me acerqué a él, y lo empuje —¡Dijo que se había acostado contigo, lo dijo! ¡Que durmieron juntos, y que yo solo era un pasatiempo!.
Elliot hizo una mueca de enojo, y Jasper solo miró a otro lado, silbando.
—¿Te ha dicho eso, la muy cínica? —preguntó.
—¿Crees que mentiría? — repliqué de brazos cruzados.
Elliot se tapo el rostro, y suspiro pesadamente.
—No. — dijo —pero lo que te ha dicho no es verdad, no lo es, por qué ella y yo terminamos hace cuatro años —se acercó a mi, y me tomó de las manos — Ella no me importa a mí, me importas tú.
Lo miré con los ojos entrecerrados. El me sonrió con inocencia, y después acarició mi cabello.
—No tienes por qué dudar. —murmuró —Yo soy tuyo, y mi corazón te pertenece.
Elliot me abrazó con fuerza, y yo solo pude sentir nuevamente esas mariposas. Sonreí levemente en el pecho de Elliot, y pase mis manos por mi cintura, abrazándolo.
—Esto me causa diabetes.
Elliot y yo, volteamos dirección al pelirrojo, quién nos hizo una mueca de desagradó.
—No coman pan frente los pobres, ¿Quieren?
Elliot le mostró el dedo medio a Jasper, quién sonrió con burla.
—Bien, ya veo que ya se conocen, no hace falta presentarlos, ¿o si?— preguntó el pelinegro, mirandonos.
—No hace falta —respondió el pelirrojo — Me agrada, siento que podría romperle la cara a la oxigenada — sus labios formaron una sonrisa amplía, y me guiño un ojo.
Sonreí penosa.
—No me gusta la violencia — susurré.
Elliot me miró con ternura, y me abrazo nuevamente.
—¿No es un algodón de azúcar? — me tomó del rostro y plantó un beso en mis labios.
—Hola estrellitas, espero que... ¿Quién es ella?
Un chico rubio entro a la habitación, y me miró curioso.
—Es Vanessa, mi futura novia — respondió Elliot, mirándome con lujuria.
Me sonroje, y posé mi mirada en el chico.
—Hola, soy Nessa.
Él sonrió, y saludo.
—Yo soy Adrien, un gusto.
Este chico se recargo en Jasper. Tenía los ojos color miel, un cabello rubio oscuro, una piel clara, y era alto.
—Ya no te pregunté, ¿Cómo está tú madre? ¿Quieres que vaya a tú casa?
—preguntó Elliot, con preocupación.
—Si, de hecho, Adam la está cuidando, pero también quería invitarte a un paseo por el parqué, solo para hacer que mi madre se distraiga.
Elliot asintió, y me tomó de la mano.
—Me cambiaré, y nos vamos.
Elliot se fue al baño, y se encerró. Me quedé con los chicos, quienes me miraban curiosos.
—¿Y que edad tienes? —pregunta Jasper.
—Dieciocho —respondí con una sonrisa.
—¿Te gusta Arctic Monkeys? —inquirió el rubio.
—Si, de hecho, me gustaron, ahora que Elliot me mostró de ellos.
—¿Te gusta el mango?— preguntaron los dos en unísono está vez.
Parpadee, y los mire confusa.
¿Me estás preguntando prácticamente, para saber si soy compatible con Elliot?
Justo cuando iba a responder, la puerta de la habitación se abrió, y entro la rubia. Ya no tenía el camisón, ahora tenía unos shorts muy ajustados, y un top color blanco.
Me miró de arriba a bajo con altanería, y justo después, Elliot salió del baño, viéndonos a ambas.
¡Yo sí le arranco los cabellos a esta!