Tokyo 卍 Revengers [One-Shots]

Natt_aku

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Me he viciado mucho a Tokyo 卍 Revengers así que... He decidido traer unos one-shots de estos bebés. Еще

Pedidos [CERRADOS]
🐉Draken🐉
🐉Draken🐉
✂️Akkun✂️
💧Hakkai💧 & 🧵Mitsuya🧵
🚬Takeomi Akashi🚬
😠Angry😠 & 😁Smiley😁
🩸Baji🩸
🍡Mikey🍡
🍡Mikey🍡
¡Aviso!
✨Especial✨
🌺Ran🌺 & 🌿Rindō🌿
💴Koko💴 & 🐶Inupi🐶
🍡Mikey🍡
🌀Taiju🌀
🌙Hanma🌙 pt.1
🌙Hanma🌙 pt.2
🌙Hanma🌙 pt.3
🌙Hanma🌙 pt.4
🌙Hanma🌙 pt.5 [FINALE]
🐯Kazutora🐯
🎴Izana🎴
🎶Terano🎶
💡Kisaki💡
⭐Chifuyu⭐
✨Especial 100k✨
🔧Shinichiro🔧 Pt.1
🔧Shinichiro🔧 Pt.2
🎶Terano🎶 Pt.1
🎶Terano🎶 Pt.2
🎃Halloween🎃
🎴Izana🎴
🌺Ran🌺
🌼Senju🌼
🧵Mitsuya🧵
💊Sanzu💊
🩸Baji🩸
⏳Takemichi⏳
🎁Navidad🎁
🌙Hanma🌙
🧵Mitsuya🧵
🍁Peh🍁
😠Angry😠
🔊Shion🔊
🍭Wakasa🍭
🎂Cumpleaños🎂
🔞Titanes🔞
🀄Kakucho🀄
😁Smiley😁
🔧Shinichiro🔧
🍡Mikey🍡
🌺Ran🌺
🐯Kazutora🐯
🍡Mikey🍡 & 🎴Izana🎴
💡Kisaki💡
🐉Draken🐉

🐶Inupi🐶

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Natt_aku

Pedido por: harutobar

¡Espero que te guste!
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🐶Seishu Inui🐶
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—¿Va a venir [T/N]-san?—. Preguntó el pequeño Seishu a su hermana mayor, mientras caminaba con ella por la calle junto con Koko.

—¿Quieres verla?—. Sonrió Akane a su hermanito menor.

—Ella es siempre muy agradable...—. Las mejillas del joven rubio se tiñeron de unos leves matices rojizos.

—¿Te refieres a la compañera de Akane-san?—. Preguntó Hajime algo curioso, a lo que el pequeño asintió algo avergonzado. —Sí, es siempre muy amable, me agrada, aunque nadie es mejor que Akane-san—. El rubio le miró haciendo una mueca. —¿Qué?

—Oh, ¿ella te gusta?—. Preguntó la mayor, algo risueña.

—No lo sé... Cuando la veo mi corazón late más rápido y siento la necesidad de querer estar con ella...—. Agachó la mirada.

—¡Que lindo!—. La mayor acarició los cabellos rubios de su hermanito. —Eso se llama amor, Seishu.

—¿Amor?

—¡Akane-chan!—. Llamó una suave voz. El pequeño rubio la reconoció al instante, observando hacia esa dirección con ilusión.

Ahí estaba ella, esa preciosa chica que se había ganado su joven e inexperto corazón.

—¡[T/N]-chan!—. Llamó Akane mientras observaba a su amiga correr hasta ellos. —Has tardado un poco hoy, ¿ha pasado algo?

En ese momento el pequeño Seishu se dió cuenta de la sonrisa forzada de su amor platónico, haciéndole fruncir el ceño.

—No, nada muy importante, no tienes que preocuparte de nada, Akane-chan—. Utilizó un tono alegre para no preocuparla.

—Hm, está bien, vamos o llegaremos tarde—. La sonrió con cariño, mientras ambas jóvenes estaban siendo observadas por los pequeños.

—Ne... ¿[T/N]-san no está actuando un poco raro?—. Le susurró el azabache al rubio, observando a la chica en cuestión. Inupi solo asintió, con el ceño levemente fruncido.

Necesitaba saber que la pasaba.

Se acercó a ella sin decir nada y la tomó de la mano. Era realmente adorable la diferencia de tamaño, y la fémina, nada más notarlo le miró con algo de sorpresa para después sonreírle de forma radiante.

Esa era la magia del pequeño Seishu: solo él la podía hacer sonreír de verdad.

—[T/N]-san—. Apretó un poco su mano mientras Akane había captado lo que quería su hermano menor y se llevó al pequeño Hajime prácticamente arrastras, adelantándose para que pudieran hablar. —¿Estás bien?

—Claro—. Con su mano libre le revolvió el cabello.

—No, no lo estás—. Hizo un pequeño puchero.

—Te preocupas mucho por mí, Sei—. Se agachó para quedar a la misma altura que el niño. —Solo son cosas de mayores.

—Yo ya soy mayor—. La chica hizo una mueca.

—Eres pequeño—. Sonrió algo divertida.

—Físicamente soy pequeño, pero te quiero—. Soltó su mano, y aprovechando que la chica estaba agachada la abrazó, poniendo su rostro en el arco de su cuello. —Sé que no estás bien.

—No te preocupes por mí, ¿vale?—. Le acarició la espalda con suavidad. —Pronto estaré bien.

—Ultimas noticias. Hay un criminal acechando por las calles de Tokyo, ha atacado ya las zonas de Shibuya y Harajuku en repetidas ocasiones. Se desconoce su apariencia o las zonas que atacará. Seguiremos informando—. Habló aquella mujer mientras las dos amigas suspiraron.

—Qué miedo, ¿no?—. Comentó Akane. —Aparentemente esa persona siempre está cambiando la forma de hacer sus crímenes.

—Sí...—. La chica miró a otro lado. —Me dan pena sus víctimas.

—¿A quién no?—. Habló algo apenada. —Cambiando de tema, [T/N]-chan... ¿Qué harás con el chico de hoy?

—¿Ah?—. La miró de reojo para luego volver a mirar hacia otra dirección. —Rechazarle, como a todos.

—¿No tienes pensado tener novio?—. Preguntó intrigada.

—¿Para qué? Son una pérdida de tiempo, además—. La miró con el ceño algo fruncido. —Tu tampoco tienes pareja, Akane-chan.

—Eso es porque estoy esperando a que tengas y podamos tener citas dobles—. Puso una excusa mala.

—Vamos, no te interesa nadie—. La rubia suspiró y asintió. —Los chicos de nuestra escuela son aburridos de todas formas.

—Aburridos y estúpidos—. Frunció levemente su ceño. —Además de que no entienden lo que es un “no”.

—Ne, ¿y qué harás con el pequeño Hajime?—. Preguntó con una expresión neutra.

—Es muy joven para mí, es solo un niño—. Rió levemente. —¿Y tú tienes pensado salir con mi hermanito?—. Alzó una ceja, curiosa.

—Es demasiado joven—. Suspiró.

—¡Pero sus ojos se encienden cuando te ve! ¡Está muy enamorado de ti!—. Insistió.

—Te puedo decir lo mismo con Hajime—. La rubia puso una mueca nerviosa mientras la contraria la miraba de forma seria, como siempre, aunque luego rió. —Tu solo quieres que seamos cuñadas.

—¿Tanto se ha notado?—. Hizo un puchero y la contraria la acarició el cabello. —¡Oye!

Ambas reían, llamando la atención de las personas. Concretamente de una en específico.

—Oi, Shin—. Le llamó la muchacha, y el joven azabache la prestó atención. —Estás muy en tu mundo últimamente.

—Es Mikey... Ya sabes como son los niños... Y los temas de la pandilla no ayudan demasiado—. Suspiró agotado.

—Tengo que pedirte un favor.

—¿Pasa algo, [T/N]?—. Frunció levemente el ceño al verla tan seria.

—Hay alguien a quien necesito que cuides y enseñes.

—¿Ah?—. Alzó las cejas.

—Es... Alguien muy importante para mí—. Suspiró.

—¿Enserio me lo pides a mí?—. Se señaló a sí mismo.

—No, se lo estoy pidiendo a la caja—. Señaló una caja de madera que estaba en el suelo, hablando con sarcasmo.

El azabache suspiró.

—Tienes dos hermanos menores después de todo. Sabes cuidarlos y los proteges—. Se apoyó en la pared. —Por eso necesito que enseñes a ese chico.

—¿A quién?

—Inui Seishu—. El muchacho alzó las cejas.

—¿Tan importante es para ti?

—Sí—. Se encogió de hombros.

—¿Y por qué no le enseñas tu? Tu eres mucho mejor que yo en todos los aspectos—. Se cruzó de brazos.

—Algo malo va a pasar, no sé el qué, pero... Si algo me pasa... Quiero que le cuides—. Le miró con seriedad. —Enseñale absolutamente todo. Quiero que sea un hombre que se haga respetar cuando sea adulto.

Shinichiro guardó silencio, mordiendo su labio inferior de frustración.

No era la primera vez que la fémina presentía algo, sea bueno o malo siempre acertaba.

—Eso malo que va a pasar... Queda poco, ¿verdad?

—Sí—. Suspiró.

—Está bien... Le enseñaré todo lo necesario—. La sonrió algo apenado. —Pero ten cuidado, por favor.

—Vamos, no pongas esa cara—. Rió levemente.

—¿Cómo no quieres que me ponga así? Eres mi mejor amiga junto con Takeomi, no quiero que te pase nada malo.

—¡Tranquilo! Estaré bien—. Sonrió con calidez.

...

[...]

¿Por qué...?

¿Por qué tuvo que ser así...?

Que horrible.

Tan horrible.

¿Qué ser tan despiadado haría algo así?

Aquella noche no solo la casa de los Inui ardió, arrasando hasta los cimientos.

No.

Ellos no fueron los únicos que sufrieron los estragos del fuego.

Aquel asesino había también invadido la morada de los [T/A].

Aunque la diferencia es que solo hubo una sobreviviente en aquel hogar, a muy duras penas.

El asesino se había desahogado con ella.

La joven [T/N] fue salvajemente violada, cortada y quemada por aquel hombre, para después calcinar la casa continua a la suya; la de los Inui.

Y todo porque aquel sucio hombre observó a ambas muchachas aquella tarde y las siguió.

No sabrían decir quien estaba peor, si Akane o [T/N], ambos cuerpos estaban en las últimas.

Nada más fueron encontradas las llevaron de urgencias al hospital, pero los médicos poco podrían hacer.

Los cortes de [T/N] fueron cosidos y las quemaduras tratadas, igual que las de Akane, pero aquellas quemaduras eran peores en la rubia.

Ninguna de las dos volvería a ser tan bonita como antes si sobrevivían.

—¿Hay algún familiar de la señorita [T/N]?—. Preguntó un médico, pero nadie respondió en aquella sala de espera.

El hombre se fue a dar la vuelta cuando una mano le tiró de la bata. Se giró para encontrase con aquel niño rubio, con su rostro vendado por las quemaduras.

—¿Cómo está?—. Preguntó el pequeño.

—Por ahora está estable... Aunque...—. Calló, no sabía si era bueno contarle aquello a un niño.

De la nada, unos pasos de gente corriendo se escucharon por el pasillo.

Tanto el médico como el rubio se giraron a ver, encontrándose con cuatro muchachos... Bueno... Delincuentes.

Habían ido allí tan rápido como se enteraron del incidente.

—¿Cómo está [T/N]?—. Preguntó Shinichiro, preocupado y entre jadeos por haber corrido.

—¿Es un familiar?

—Sí, soy su primo—. Mintió. —¿Esta bien?

El médico se acercó a los cuatro muchachos y comenzó a explicarles la situación. Les habló de lo que la muchacha aparentemente había sufrido, de sus heridas y de su estado actual, no demasiado bueno, aunque el pequeño Seishu no logró enterarse.

La cabeza del pequeño estaba hecha un lío.

¿Por qué ellas?

Él debería haberse achicharrado, no su hermana. Koko debería haberla salvado a ella, no a él.

Pero [T/N]... Ella no tenía a nadie para salvarla hasta que llegaron los bomberos. Nadie se había atrevido a entrar aquella vivienda que se calcinaba.

Se sentía culpable.

Era alguien horrible según él.

—Eso es mucho dinero...—. Takeomi frunció el ceño.

—¿Podemos verla?—. Preguntó Keizo.

—No es recomendable—. El médico suspiró. —Tampoco sería bueno para ustedes verla ahora.

—Por favor... Necesito verla—. Shinichiro miró completamente serio al hombre.

—Bien... Usted por ser su familiar puede pasar, pero sus amigos deben de quedarse aquí.

—Sin problemas, esperaremos—. Habló Takeomi.

—Por favor, ve—. Benkei parecía algo desesperado.

Wakasa hizo un gesto con su mano para que se fuera y el azabache acató, comenzando a caminar con el médico quien le indicó el camino hacia la habitación.

Nada más llegar a la habitación el azabache fijó su vista en aquella camilla en la que reposaba su mejor amiga, completamente inconsciente, y lentamente fue a su lado.

—No sabemos si quedará tuerta o no de un ojo—. Habló refiriéndose a una fea herida cosida que cruzaba su ojo derecho, al igual que su ceja.

El muchacho no pudo evitar ver los cortes en el rostro ajeno, deslizando su vista a su cuello cubierto de vendas al igual que parte de su abdomen y cadera.

Las quemaduras habían tocado la mayoría de su lado derecho, solo dejando el izquierdo en buen estado, aunque los cortes no ayudaban.

—También me temo que no volverá a andar.

—¿Qué?—. El azabache giró su rostro para ver al hombre.

—Los tendones fueron gravemente heridos, algunos músculos fueron cortados y perdió mucha sangre... Es algo casi irreparable—. Habló con pesar.

—Si pagamos...—. Volvió a mirar a la chica. —¿Podrá hacer que camine otra vez?

—Es algo muy difícil... Pero sí, con la operación las probabilidades aumentarán.

—¿También podrá arreglar sus quemaduras?

—No se puede hacer mucho en ese aspecto, pero intentaremos hacer que su cuerpo quede como antes.

—Entendido... Pagaremos—. Miró a su amiga. Se veía horrible.

Su rostro, al igual que su lado izquierdo, solo fue adornado con algunos cortes, pero por suerte no recibió quemaduras.

Estaba pálida.

Como buen amigo debía ayudarla.

[...]

Después de unas cuantas semanas ella fue dada de alta, aunque, trágicamente, Akane falleció, no pudieron hacer nada.

La joven [T/N], quien por ahora iba en una silla de ruedas, no podía ni hablar.

Su garganta había inhalado demasiado humo y también las quemaduras que recibió ahí no ayudaron.

Keizo era quien llevaba la silla, mientras que a su lado estaban los otros tres muchachos.

Fue difícil conseguir el dinero para las operaciones, pero gracias a los miembros de los Black Dragons y a Koko, fue posible operarla.

“—Akane ya no está, ayudad a [T/N] con este dinero—” esas fueron las palabras de un destrozado Hajime.

—Ey... Todo está bien—. Shinichiro la sonrió pero ella no le dirigió la mirada.

Estaba perdida en sus propios pensamientos, sus ojos estaban prácticamente sin vida.

Daba igual los ánimos que la dieran. Era como una muñeca sin vida.

—¡[T/N]!—. El pequeño Inui se acercó corriendo hasta ella, parándose delante para que le mirara. —Me alegra que estés bien—. Sonrió, intentando aguantar las lágrimas, durante varias semanas no había podido verla y, aunque tuviera ese aspecto, se alegraba de que estuviera viva.

—Inupi... No es bueno que la veas ahora...—. Takeomi intentó que el pequeño se apartara, pero calló al escuchar unos sonidos salir de la garganta de la muchacha.

Todos se quedaron en silencio, observando con sorpresa como de los ojos de la joven comenzaban a salir lágrimas llenas de dolor.

Lentamente extendió su brazo izquierdo para así tocar el lado quemado del niño, aún cubierto por las vendas, pues el brazo derecho a penas podía moverlo gracias al dolor.

—Estoy bien—. El pequeño sonrió con suavidad y tomó la mano de la mayor con ambas manos.

—A... Ka... N... E...—. Salió de la magullada garganta de [T/N] y el pequeño negó.

—Ella tenía unas quemaduras muy graves... No iba a sobrevivir—. Extendió una de sus manos sin soltar la mano de la mayor y la limpió las lágrimas con suavidad.

El joven azabache miró a su mejor amiga. Debía de cuidarla a partir de ahora, no sería tarea fácil pues el médico avisó de que, muy probablemente, tendría algunos comportamientos psicóticos a causa de los traumas. Quizá intentaría suicidarse o a lo mejor perdería la cabeza por completo.

[...]

Los años pasan rápido, después de todo.

Tras la muerte de Shinichiro, [T/N] desapareció.

No se volvió a saber nada más de ella.

Y ahora, el joven Seishu ya tenía 18 años.

Obviamente había sido difícil pasar página.

Incluso buscó a la mayor por todos los sitios, pero nada.

Con los años las cicatrices de [T/N] fueron desapareciendo con un tratamiento riguroso que tuvo que seguir, aunque las cicatrices de quemaduras aún se notaban al igual que la del propio rubio. Además de que la fémina pudo volver a hablar, aunque pocas palabras solían salir de su boca.

Ella simplemente se había ido, dejando a todos atrás.

—Inupi—. Le llamó Koko.

—¿Qué pasa?—. Le miró con su mirada seria y algo desinteresada.

—¿Sigues pensando en ella?—. El rubio guardó silencio. —Te entiendo.

—¿Dónde crees que puede estar...?

—Seguir buscando es inútil—. Apretó los puños. —Llevas años buscándola y aún no ha aparecido... Quizá está muerta.

—Quiero seguir buscando—. Habló con una voz seria. —Ella... Sé que está viva, debe de estarlo.

—No seas idiota—. Koko miró a su amigo. —Sobrevivió al incendio por suerte, pero ¿y si se ha suicidado? ¿Y si la han asesinado? Fácilmente pudo haberse tirado por un puente después de lo de Shinichiro.

—No me voy a rendir, Koko.

—Eres un completo idiota.

—Lo sé... Pero la extraño—. Agachó la mirada.

—¿Y si ella no quiere verte? ¿Qué harás?—. Koko le miró con cierta indiferencia.

—Aunque sea quiero verla solo por un par de segundos...—. Miró a su amigo.

—¿Por qué no entiendes que se desentendió de nosotros? Solo usó la muerte de Shinichiro para irse—. Eso enfadó al rubio, pero intentó aguantarse.

—¿Cómo lo puedes saber? No eres ella.

—Desiste ya, no te servirá de nada seguir buscándola—. El de la cicatriz frenó sus pasos.

—Si se tratara de Akane buscarías por cielo, tierra y mar hasta encontrarla—. El azabache se detuvo.

Hubo un silencio entre ambos. Un silencio incómodo y un tanto largo.

A Hajime le costaba de cierta forma ponerse en el lugar de Seishu, pero esas palabras le habían calado hasta el fondo.

—Te seguiré ayudando—. Hajime siguió su camino, dejando sorprendido a su amigo.

—Pero...-

—Sé que tu harías lo mismo por mí—. Se giró levemente y le sonrió.

—Gracias... Koko—. Sonrió con calidez a su amigo.

Ya había preguntado a todos infinidad de veces.

O al menos a todos los que él conocía, y Hajime había hecho lo mismo, incluso había conseguido ciertos contactos que sí le brindaron un poco de información.

—Sigue en Tokyo—. Informó el azabache. —No he conseguido mucha información pero parece que no está sola.

—¿A qué te refieres?

—Vive con alguien—. Inupi agachó la mirada. —Se ha escondido bastante bien pero... Esa persona con la que vive... Es alguien que ya conocemos.

—¿Quién?—. Preguntó exaltado.

—Te va a sorprender... Pero...

[...]

Parecía un chiste.

Debía de serlo...

Realmente no podía ser posible, maldita sea.

Inupi miró aquel bloquecito de pisos algo apartado de la bulliciosa ciudad.

Realmente no le gustaba estar ahí.

“Koko ha dicho que era aquí pero...” apretó los puños “¿Por qué vive con él?”.

Fue subiendo las escaleras, a un paso algo apresurado.

Quería verla, no lo iba a negar, pero que estuviera con ese cabrón no le hacía mucha gracia.

Cuando llegó frente a la puerta sin pensarlo demasiado dos veces tocó el timbre y esperó.

Unos segundos después la puerta se abrió y ahí apareció él, quien le miró en un principio con una mueca de sorpresa para después sonreír de forma ladina.

—Pero mira a quien tenemos aquí... Bienvenido, Inupi, ¿qué necesitas?—. Hanma se apoyó en el marco de la puerta con los brazos cruzados, observando de forma altiva al rubio.

—He venido a ver a alguien.

—¿No te habrás equivocado de puerta?—. Rió levemente, burlándose del contrario.

—Conoces a [T/N], ¿no es así?

—¿Quien?—. Ladeó la cabeza. —No me suena.

—Si está ahí... Por favor, déjame verla—. Agachó la cabeza, nunca pensó que a él le tendría que pedir algo.

—No se de quien me estás-...—. Fue interrumpido por una suave voz a sus espaldas.

—No seas malo con él, Shuji—. Regañó aquella voz.

El rubió sintió su corazón latir con fuerza, reconocía esa voz.

El alto se apartó de la puerta para que Inupi entrara, pero nada más apartarse al fin pudo verla.

Para él siempre fue preciosa, y aunque estuviera repleta de cicatrices estas ya apenas se notaban excepto las de las quemaduras.

Estaba solo vestida con una camiseta de Hanma, pero le dió completamente igual, solo se centró en observarla a los ojos.

Los orbes azules del rubio dejaron asomar unas lágrimas y se acercó lentamente a ella para después acariciar su suave rostro.

—Estás viva...

Al reconocerle bien la fémina sonrió y acarició su cabello.

—Sei...

—Yo... ¿Puedo abrazarte?—. Preguntó mientras lágrimas caían por sus mejillas.

Asintió y al instante fue rodeada por los brazos cálidos y necesitados del joven Inui, correspondió con calidez, acariciando su ancha espalda.

Se había vuelto todo un hombre en todos estos años.

—Me aburro—. Habló el alto a lo que la chica le miró con el ceño fruncido. —¿Qué?—. Cerró la puerta y se fue directamente al sofá para seguir viendo la televisión. —Deberías sentarte ya, quizá tus piernas no aguantaran mucho tiempo.

El rubio se separó un poco para mirarla, se había hecho mucho más alto que ella, definitivamente ya no era ese niño que conocía.

—¿De qué está hablando?—. Sus ojos solo estaban puestos en la mayor, quien suspiró.

—Mis piernas no funcionan muy bien—. Sonrió algo apenada. —Desde aquello... Me es muy difícil caminar.

Se la quedó mirando en silencio para después tomarla en sus brazos al estilo nupcial.

Sin decir ni una palabra se acercó al sofá en el que estaba Hanma y la dejó ahí con toda la delicadeza del mundo. Se arrodilló frente a ella, realmente parecía un perrito ilusionado por la llegada de su ama.

—¿Te duelen? ¿Puedo hacer algo para ayudarte?—. El alto le miró con una mueca extraña, quien diría que ese rubio tan dócil en esos momentos era cruel en cada pelea. Definitivamente parecía otra persona.

“Supongo que solo es un perro fiel...” pensó, aunque él no era quien para hablar, después de todo obedecía cada orden de Kisaki sin rechistar.

—Tranquilo, estoy bien—. Le sonrió. —¿Qué haces aquí?

—Quería verte—. La tomó de las manos y besó suavemente el dorso de estas. —Llevo mucho buscándote—. Frotó sus mejillas contra esas pequeñas manos a comparación de las suyas. Amaba esa calidez que tanto había extrañado.

Shuji volvió a mirar hacia la televisión, se negaba a mirar la telenovela que estaba sucediendo a su lado.

—¿Por qué te fuiste?—. La miró a los ojos bastante apenado.

—Cuando Shin se fue... No sabía que hacer—. Agachó la mirada. —Me sentía perdida y... Intenté hacer algo que no debía.

—¿El qué...?

—Intenté suicidarme—. Levantó su mirada para encontrar los ojos entristecidos del muchacho. —Era un lastre para todos, Sei. En ese entonces me costaba muchísimo solo el ponerme de pie, no servía de nada así que... Solo pensé en desaparecer—. Apretó ligeramente las manos del rubio. —Lamento no haber dicho nada pero... Pensaba que sin mí... Estaríais mejor.

—Estoy mejor ahora que te tengo aquí—. Sonrió con calidez. —Realmente... No me puedo hacer una idea de todo lo mal que lo has tenido que pasar... Pero por favor... Deja que me quede a tu lado—. Parecía un cachorrito.

Acarició sus rubios cabellos y le sonrió con amor.

—Está bien, gracias por ser tan comprensivo, Sei—. Amaba que dijera ese apodo, es más, solo permitía que ella lo dijera. Si otra persona le llamaba así lo golpeaba o lo ignoraba. Solo ella era digna de llamarle así.

—Pero... ¿Y él?—. Miró de reojo a Hanma. —¿Por qué vivís juntos?

—Oh... Pues...—. Iba a hablar pero fue interrumpida por el alto.

—Somos pareja, ¿es que no lo ves?—. Se burló de Inupi, pero solo recibió una colleja de la chica, haciéndole reír.

—No le hagas caso—. Acarició con suavidad los rubios y sedosos cabellos del menor. —Somos primos.

—¿Primos?—. Miró a Hanma, analizándole. —Pero... Si no os parecéis en nada... Y tampoco fue al hospital cuando ocurrió aquello.

El de la mecha rubia chasqueó la lengua, irritado.

—Mis tíos y mis padres no se llevaban muy bien, pero siempre he tenido buena relación con Shuji—. Comenzó a explicar. —Siempre nos intentaban separar. No le dejaron ir al hospital en aquel entonces porque aún era pequeño y no querían que siguiera viendo a su prima.

—Luego con los años me la sudó lo que dijeran mis viejos y la comencé a buscar por aburrimiento, y la pillé intentando suicidarse—. Siguió explicando el alto con una expresión aburrida plasmada en su rostro.

—Y bueno... Desde ese entonces hemos estado viviendo juntos.

—Sí, y es un coñazo estar cuidándote todos los días—. Se quejó.

—Yo no te pido que me cuides, si tanto te aburres entonces sal más, puedo apañármelas—. Él no respondió y guardó silencio.

—Puedo cuidarla por tí—. Soltó el rubio mirando a Shuji, automáticamente ambos primos le miraron con sorpresa.

—¿Tú? ¿Acaso sabes cuidar de una tullida?—. Recibió una colleja en la nuca, la cual casi le tira al suelo.

—No es necesario, Sei, no quiero robarte tu tiempo.

—Quiero estar contigo—. La miró, se veía completamente decidido, y su expresión seria solo aumentaba la seguridad de sus palabras. —Quiero volver a conocerte, quiero volver a pasar las tardes contigo como antes—. Apretó con suavidad las manos de la chica. —Sé... Que soy egoísta pero... Por favor, deja que esté junto a ti, aunque solo sea para cuidarte.

—Si realmente no te molesta... Está bien—. Sonrió al muchacho, este se ilusionó y volvió a besar con suavidad los dorsos de las manos ajenas.

Le alegraba que no hubiera perdido esa dulce sonrisa que siempre le dedicaba.

Le alegraba verla de nuevo.

Le alegraba sentir esa calidez tan adictiva que solo ella le podía dar.

Se sentía inmensamente feliz.

Nunca la dejaría de nuevo.

[...]

—Hoy estás aguantando más de lo normal, [T/N]-san, eres increíble—. Halagó el rubio mientras ambos caminaban por la calle.

Era la primera vez que no habían llevado la silla de ruedas consigo, pues ella cada día caminaba un poco más, por lo que no lo creyeron necesario.

El joven Inui se esforzaba muchísimo más en ayudar a la mayor que Hanma, y se estaba notando a leguas.

[T/N] de no poder salir de casa sin su silla, ahora había podido cruzar cinco calles caminando, cada vez se iba superando aún más. Todo lo que no había hecho en años por miedo a caer ahora lo hacía junto al joven muchacho que le había robado su corazón.

—Estoy un poco cansada...—. Sonrió jadeando levemente.

El rubio la sonrió con calidez y acarició una de sus suaves mejillas.

—Lo estás haciendo genial, felicidades—. Apretó ligeramente la mano de la chica, pues cada vez que salían él la decía de tomar su mano; si sentía que sus piernas flaqueaban o que se iba a caer debía apretar su mano y el joven se encargaría de tomarla en brazos.

—Gracias...—. Sonrió un tanto avergonzada.

—Hay un parque aquí cerca, ¿crees poder llegar hasta ahí?

—Lo intentaré.

Ambos comenzaron a caminar tranquilamente, yendo a un paso un tanto lento.

Durante estos meses, Seishu había ido prácticamente todas las tardes o noches a verla. Le hacía ilusión poder pasar tiempo a su lado, nunca podía esperar a estar con ella.

Keizo, Wakasa y Takeomi al enterarse de que estaba viva fueron de inmediato a verla, realmente no la culparon por alejarse, pero si la regañaron por pensar aquello.

Senju, Mikey y Haruchiyo también habían ido a verla unas cuantas veces, después de todo esos tres la admiraban cuando eran pequeños, aunque se sorprendieron ya que ahora tenía una personalidad un tanto calmada y relajada, como Shinichiro, algo que hizo que el joven rubio no quisiera separarse de ella, aunque solía ser echado por Seishu, Senju y Shuji.

También es cierto que Koko fue a visitarla algunas veces, es más, a veces evitaba ir a verla. Cuando la veía automáticamente Akane aparecía en su cabeza, y ver a Inupi y a [T/N] juntos le hacía imaginar que ellos podrían ser él y Akane. Realmente le dolía.

Y, quien sobretodo iba a verla era Izana. Obviamente no iba tanto como Inui, pero mínimo iba 4 veces a la semana, a veces siendo acompañado por Kakucho. Ella siempre fue como su madre después de todo, siempre estuvo para él, y por ello intentaba ayudarla en todo lo que podía.

—Ten cuidado—. El chico, con total delicadeza, la ayudó a sentarse en el banco. —Hoy te has esforzado mucho.

—Gracias Sei—. Tomó al chico de la muñeca y le indicó que se sentara a su lado, acción que hizo pocos segundos después.

—¿Te duelen las piernas?—. Las miró con algo de pena, estas estaban cubiertas por unos pantalones de tela vaquera, pues la acomplejaban bastante sus cicatrices, en aquel pequeño pisito era el único lugar que se podía sentir tranquila sin las miradas de los demás, por ello solo ahí las llevaba al descubierto.

—Bastante, pero es soportable—. Le sonrió con cariño. —Sigo sin entender porque te esfuerzas tanto por mí.

—¿No puedo querer ayudarte?

—Siempre hay una razón para todo, Sei.

El joven rubio calló por unos segundos.

—Bueno... No es necesario que me lo digas ahora—. La miró con cierta sorpresa. —Hazlo cuando te sientas preparado—. Le revolvió el cabello en un gesto cariñoso.

El muchacho sonrió ante esos gestos de cariño.

—¿Inupi-kun?—. Preguntó una voz familiar.

Ambos se giraron encontrándose con un muchacho rubio algo bajito, con el cabello revuelto y ojos azules, además de que tenía una mirada tierna.

Seishu miró al joven e hizo una reverencia con la cabeza.

—Hacía mucho que no nos veíamos, Hanagaki—. Le habló con respeto, sorprendiendo a la chica.

—Sabes que es suficiente con llamarme Takemichi—. Se le notó algo nervioso, y visualizó a la mayor con cierta sorpresa. —Disculpame por ser tan grosero y no haberme dado cuenta de que estabas aquí...—. Se rascó la nuca. —Soy Hanagaki Takemichi, ¿y tu?—. La sonrió de forma radiante.

—Oh... [T/A] [T/N], un placer, Take-kun—. Sonrió amablemente y el muchacho se sonrojó.

Se quedó unos segundos en silencio, pues aquel nombre le sonaba.

Cuando cayó en la cuanta de quien era hizo una reverencia de unos perfectos 90°, dejando confusa a la pareja.

—¡Disculpame por ser tan grosero, [T/N]-san!

—O... Oye... Puedes levantar la cabeza...—. Sonrió aunque más bien parecía una mueca.

El menor levantó su rostro, completamente rojo de vergüenza.

—Inupi-kun me ha hablado mucho de ti, es un honor poder conocerte al fin, [T/N]-san—. Sonrió algo nervioso. —Aunque Mikey-kun también suele hablar bastante y... Todos en realidad...

—¿Todos?—. Alzó las cejas, sorprendida.

—¡Sí! Todos los capitanes de la ToMan han hablado de ti alguna vez, incluso Emma-chan ha hablado de ti.

—¿Y qué dicen?—. El joven Inui la miró atentamente, observando cada expresión.

—Dicen que eras la mejor amiga de Shinichiro-kun, y que luchabas mucho mejor que él—. Apretó sus puños con nervios. —Siempre hablan de lo amable que eras con ellos y de cómo solías comportarte a veces como una madre. Cada vez que dicen tu nombre sonríen—. El joven Hanagaki sonrió inconscientemente. —Y quien más habla de ti es Inupi-kun—. El nombrado miró al rubio con cierta seriedad para que callara.

—¿Si? ¿Y qué dice?—. La chica ladeó la cabeza con una sonrisa.

—Que eres alguien realmente increíble y fantástica—. El de la cicatriz agachó la mirada con vergüenza. —Tampoco habla demasiado, pero realmente te quiere mucho, como todos—. Sonrió de forma totalmente inocente, sin percatarse de que había dejado al otro rubio completamente avergonzado.

—Pero que lindo es mi Sei—. Le acarició el cabello para calmarlo. —. Realmente es muy lindo, ¿no crees?—. Takemichi la miró sorprendido. —He oído hablar mucho de ti, Take-kun, eres como un héroe, ¿no es así?—. Le sonrió con total calidez. —Mikey te llama “héroe llorón” es un apodo muy tierno—. Rió levemente. —He escuchado que salvaste a algunas personas importantes para mí y que te volviste el líder de los Black Dragons, ¿es eso cierto?

El joven Hanagaki se tensó un poco, a pesar de que su voz y mirada eran suaves, su presencia le llegaba a intimidar, sentía que esa mujer estaba a un nivel muchísimo más superior que cualquier otra persona que hubiera conocido.

Le daba respeto.

—Si...—. Tragó algo fuerte por los nervios, a lo que ella rió.

—¡Tranquilo!—. Inupi la miró, ya un poco más calmado gracias a sus caricias. —Me alegra que los Black Dragons estén ahora en tus manos, Take-kun—. Cerró por un momento los ojos para después mirarle con cierta calidez. —Realmente te pareces un poco a Shinichiro.

—¿Enserio...?

—Sí, el también era... Como un héroe—. Pronunció esas palabras con cierta nostalgia. —Ahora que tengo al gran Take-kun ante mí... Quiero pedirte un favor.

El menor dió un saltito, eso era lo que menos se esperaba, y más viniendo de ella.

—Ahora que estás al mando de los Black Dragons... Quiero que cuides a Sei, por favor—. Agachó la cabeza hacia el rubio, dejando a ambos sorprendidos.

—[T/N]... Pero...

—Cuando pelea no suele pensar en sí mismo e intenta proteger a sus amigos sea como sea, por eso... Cuídalo—. Se levantó del banco y le hizo una reverencia a Takemichi. —Él es muy importante para mí.

Seishu sintió como de sus ojos querían escapar unas lágrimas, ver a la chica que le gustaba pidiéndole un favor así a su actual líder... Realmente no sabía como sentirse.

—[T/N]-san...—. Takemichi sonrió con ternura.

Ella se enderezó y lo miró esta vez de forma amenazante.

—Si me entero de que alguien le ha hecho daño a mi Sei me encargaré de matar a ese capullo, y tu no te librarás de la colleja por no haberle protegido—. Sonrió de forma tierna.

—Lo protegeré, lo juro—. Habló rápido, realmente le había intimidado en menos de un segundo.

El joven Seishu, sin articular palabra y bajo la mirada del rubio, la tomó del brazo con suavidad y la atrajo hacia él, haciendo que se sentara en su regazo. La abrazó con total cariño, ocultando su rostro en el hombro de la muchacha, dejándola claramente confundida.

—Yo me tengo que ir ya—. Takemichi, al ver a su amigo entendió que quería estar solo con ella. —Lamento haber interrumpido vuestra cita, ya nos volveremos a ver—. Salió corriendo de ahí pues había quedado con Hinata.

—¿Cita?—. El rubio apretó ligeramente más su abrazo. —¿Sei? ¿Pasa algo?

—No era... Necesario que le pidieras eso Hanagaki.

—Hm... ¿Te has enfadado?—. Separó su rostro de su hombro para mirarla, este solo  tenía su carita neutra de siempre, solo que sus mejillas estaban levemente sonrojadas y sus labios se apretaban ligeramente entre sí.

—Nunca podría enfadarme contigo—. Sintió la mano ajena acariciar con delicadeza su cicatriz. —¿[T/N]...?

—¿Sigues teniendo los mismos sentimientos por mí?—. Asintió. —¿No te importa que me cueste caminar?—. Negó. —Sería triste si te quedaras a mi lado por siempre, Sei... Eres demasiado lindo, cualquier otra chica-...—. Fue interrumpida.

—Cualquier otra chica no eres tú—. Habló con seriedad. —Estos meses me han servido para comprobar que... Aún estoy enamorado de tí—. La abrazó un poco más, apegándola a él. —Da igual los años que pasen, da igual como estés. Siempre estaré enamorado de ti.

—¿No te molesta la diferencia de edad?

—No, nunca me ha importado, ¿a ti si?—. Ladeó levemente la cabeza.

—Bueno... ¿No crees que sería raro que estuvieras con una vieja como yo?—. Sonrió algo apenada.

—Tampoco nos llevamos demasiado—. Hizo un pequeño puchero.

La fémina sonrió de forma cálida.

—Te has vuelto todo un hombre, Sei—. Se acercó a él y le dió un cálido beso en los labios. En un principio se sorprendió pero no tardó demasiado en corresponder de la misma forma.

A los pocos minutos se separaron y se miraron a los ojos.

—Entonces... ¿Aceptas mis sentimientos?

—¿Ese beso no ha sido suficiente respuesta?—. Puso morritos a lo que el muchacho rió de esa forma tan linda.

—¿Puedo volver a besarte?

━━━━❰・❉・❱━━━━

¿Qué pensáis de Mikey o en general después de ver el capítulo 241?

Sinceramente yo ahora entiendo porqué Baji protegió la moto de Mikey con su propio cuerpo cuando eran niños.

Aviso de que en el siguiente shot, la [T/N] va a ser MUY española, así que perdón por si a alguien le molesta.

En fin...

Hasta la próxima.

Os amo.

❤️

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