¿ES REAL?

By Cristina_Colindres

5.7K 1.7K 2.1K

Jane junto a Lucas, su amigo, sufren un inexplicable accidente automovilístico que acarrea consigo una experi... More

Prólogo
¡GRACIAS!
Capítulo 1 ¿La ventana?
Capítulo 2 ¿La llamada que yo no respondí?
Capítulo 3 ¿Noche de feria?
Capítulo 4 ¿Río Lombrad?
Capítulo 5 ¿Primer golpe?
Capítulo 6 ¿Elegidos?
Capítulo 7 ¿La punta del Iceberg?
Capítulo 8 El día que Leo respondió mis incógnitas
Capítulo 9 Un nuevo despertar
Capítulo 10 El triple asesinato
Capítulo 12 ¿Vienen por mí?
Capítulo 13 Lucas por Jane
Capítulo 14 Sexto Elegido
Capítulo 15 Cinco Elegidos juntos
Capítulo 16 Víctimas
Capítulo 17 Son ellos, están aquí
Capítulo 18 Jane entre comillas
Capítulo 19 Dos indefensos Judas
Capítulo 20 Volver
Capítulo 21 Evocando a sepultados
Capítulo 22 El primer paso de Zeo

Capítulo 11 Gilbert la cabra loca

104 62 40
By Cristina_Colindres

Durante cinco minutos, mis ojos estuvieron pegados al trío de chicas que usaban sus móviles mensajeando con sus conquistas o quizá le estaban mintiendo a sus padres sobre su paradero y así poder disfrutar de sus parejas o el rato fuera de casa.

Me recordaron a las trillizas que fueron asesinadas y a Jane. «¿Por qué tan jóvenes?», le pregunté a alguien que pudiera leer mi mente.

Ahora, a los padres les bastaba con ver como te convertías en un bueno para nada en tu juventud para ponerte las condiciones y reglas hasta que ya probaste de la libertad y los gustos de la vida que se pueden encontrar al cruzar la puerta de tu casa.

¿Por qué nos retenían para divertirnos a nuestra manera? Ellos también habían sido unos negados en sus años. ¿Querían regresarnos la porquería que sus padres también les hicieron pasar? Querían matar sus caprichos prisioneros con nosotros, cuando ya hemos probado lo que es disfrutar nuestra vida sin la gorda supervisión de un adulto.

Pasaron cinco minutos después de la pregunta afirmativa de Khaterin en los que acepté que su cabello color lavanda me tranquilizaba cuando lo acariciaba para mantener mi desasosiego tras el trazo. Metía los dedos entre sus hebras tintadas de lavanda, era esponjoso.

—No sé por qué volvió —respondí después de los cinco minutos, sabía que Khaterin me escuchaba mientras le acariciaba—. Los programas en los que participó ya le habían dado más temporadas de descanso. ¿Por qué esta vez sí prefirió venir y no quedarse allá?

Khaterin sabía todo acerca de lo que me ocurrió con Fema. Eso me quitaba muchos aprietos de encima, ella sabía cuánto me afectó la partida de mi vecina hacia la ciudad, sumando la ruptura silenciosa. Sabía cuánto me podía reafectar su regreso al pueblo. Quizás por eso ella estaba tan serena.

—Tal vez presintió que otra chica te estaba capturando y quería atormentarte el coco para que no te olvides de la obsesión que tenías con ella.

Su teoría me hizo sonreír mortificado, porque literalmente podía ser cierto. Fema siempre aparecía en los momentos más inoportunos, en los que creía que ya no me causaba nada tenerla alrededor.

El cielo oscurecido a las 2:00 p.m me gustaba en demasía, los cielos oscuros me gustaban más de lo que podía expresar. Me gustaba la mezcla que creaban el día y la noche, como esas chicas que decían tener mi corazón.

Khaterin era oscuridad y Fema luz.

—¿Quién dijo que me tenías en tus garras?

Resopló, sonriendo.

—De no haber estado cerca de capturarte, no hubieras dejado de venir y jamás me hubieras evitado por tanto tiempo por la culpabilidad, cobarde. —Sonrió pícara—, Además, ¿quién dijo que hablaba de mí? Tú mismo lo acabas de dar por hecho.

Capturado ya me tenía...

Me gustaba su actitud laxa. Me gustaba lo fácil que era adaptarse a ella. Te hacía sentir cómodo. No la amaba, me gustaba lo confortable que ella podía llegar a ser. Khaterin era como un camaleón, adaptándose a cualquier estado o persona sin problemas. Me encantaba.

—Perdón por desaparecer. —Tomé su rostro entre mis manos para que mirara a mis ojos y no al cielo—. En realidad he estado resolviendo un par de mierdas.

...de los EK-Z junto a los chicos.

Apreté sin fuerza sus mejillas, eso hizo que se apreciaran como si se había inyectado botox en los labios. Era adorable de cualquier forma.

—¿Quéd mierdah? —Pretendió decir, fue un raro balbuceo—, cuéntamelo todo.

Torcí la boca. Al ver mi negatividad, abofeteó mis manos en sus mofletes para que los soltara; cuando lo hice, se levantó de encima mío y me apuntó con su dedo anular.

Eso me recordó al día que iba a confesarle a Leila sobre la muerte de su hermana y había empezado a culparme. ¿Por qué pensaba que sería tan fácil soltar aquella bomba?

—¡Cuéntamelo, Lucas; te lo exijo! —Entrecerró sus ojos.

Hoy también se veía linda. Tenía una forma de vestir que podía pasar por compararse con la gótica, no lo era realmente. Usaba ropa oscura, pero nada de cuero, era más de pensar que lo gótico lo llevaba en el corazón, según ella. Hoy vestía un vestido negro hasta la mitad de sus muslos, con un escote de corazón, los tirantes delgados del vestido y los rojos de su sujetador casi no eran visibles por el saco negro que la abrigaba del frío. Ella, como yo, llevaba converse.

—Primero, ¿por qué traes un saco de hombre y que es... —Observé la prenda—, unas tres tallas más grande que la tuya?

Miró su ropa como si esta no tenía nada de malo y después regresó su vista hacia mí. A mí sí me miró como si tuviera un problema.

—Deja de ser metiche. Tengo la ropa sucia y tuve que improvisar, ¿está bien? —bufó, dejando ver que le desesperaba—. Ahora, si ya saciaste tu espíritu de vieja chismosa, ¿podrías decirme lo que sucedió?

Ah, sí... eso. Volví a hacer el gesto con mi boca. No podía contarle como si nada mi situación a Khat en su total ignorancia sobre el problema; además, ¿y si la ponía en peligro al hacerla sabedora de los EK-Z? Bah, se relacionaba conmigo, eso ya la ponía en peligro.

También me espantaba que creyera que estaba demente y que me había creado todo un cuento de los EK-Z. Ella no creería que tengo una amiga muerta que todos siguen viendo menos otros niños y yo.

Era demasiado por contar a alguien que no había escuchado o visto nada de eso. La pereza un día me jodería. Y los EK-Z.

—Mmm, en otro momento...

—¿Quién dijo que me dejarías con la curiosidad?

Curiosidad. Por ese absurdo podía terminar muerta en un río por mi culpa. Otra muerte en mi consciencia no me vendría bien durante mis noches de pesadillas. Khat no sabía en lo que se metía.

Leo decía que el interés de los EK-Z estaba fijo en Los Elegidos, ¿pero qué me aseguraba que no tomarían represalias contra Khaterin o Maya?

—No, Khat. No insistas por un imposible.

Me miró por un par de segundos con seriedad. Ella era linda. Ojos café, labios delgados, de lo más común; sus cejas me gustaban, eran delgadas pero pobladas, de esas que no necesitaban ninguna de esas limpiezas que se hacía Maya para hacerlas ver más marcadas; tenía mejillas anchas, que la hacían ver tierna; sus pestañas lisas no eran largas ni muy cortas, solo pestañas.

Sin embargo, eso que entre tanto rasgo común, el resultado de su rostro era aburrido e interesante. Aburrido para el que la miraba, interesante para el que se tomaba el tiempo de analizar y observar cada aspecto común pero perfecto. Ese puñado de detalles ordinarios creaban el fruto de un rostro encantador.

Era una pena que ella solo supiera llevar ese semblante de malhumorada.

—Deja de verme así o te escupiré en la cara porque me estás haciendo sonrojar sin mi consentimiento, Lucas, y sabes que soy capaz —me advirtió, enojada de verdad.

También me gustaba esa actitud arisca.

—Te veía así desde antes, que lo notes hasta hoy no es mi culpa. —Cambié el tema, clamando que no se diera cuenta tan rápido.

—Ni siquiera lo intentes, Perkins. —Se acercó a mí, mi sistema nervioso se puso alerta. Tomó mis manos entre las suyas, eran algo ásperas por su trabajo—. Puedes decírmelo, confía en mí. —Apretó mis manos, animándome.

Eso había dicho Fema la última vez que la vi antes de marcharse.

—¡Es complicado! —Me quejé, dejándome caer en las gradas de atrás sin importarme mi pobre espalda. El cielo estaba todavía más encantador—. No solo me incluye a mí, también están involucrados algunos niños que no conoces.

—¿Niños? —interrogó, imitando mi postura.

—De 15 a 12 años exactamente.

Me miró desconcertada, parpadeando seguidas veces. Yo hubiera reaccionado igual, porque, ¿qué tenía que ver Lucas Perkins con una banda de niños?

—¿Me lo contarás?

Entonces Khat hizo uso de sus lindos ojos café para persuadir mi maleable carácter de fortaleza hacia ella. Una mirada directa a la mía acabó con el muro que no quería que se cayera tan pronto.

¿Y así me atrevía a decir que no quería acabar enfermo por dos chicas?

—Te lo contaré solo si me prometes que no se lo dirás a nadie, ni aunque te amenacen con cuchillo en mano.

Elevó una ceja.

—¿Por qué alguien haría eso? —Otra vez, se sentó. La seriedad se apoderó de su mirada analítica—, ¿en qué estás metido, Lucas?

Suspiré apoyando mis brazos en un escalón, tras mi cuerpo. Clavé mi vista en las tres chicas que seguían con sus móviles, una estaba en una llamada, otra grababa una nota de voz mientras miraba su alrededor y la última parecía ver memes, sonreía como boba.

Así como lo hacía yo con los mensajes de Khat.

—¿Lo prometes? —Giré hacia Khat.

Ella asintió, pero sabía por mi expresión que no me bastaría una promesa tan vana.

—Lo prometo por la memoria de mi padre.

Eso sí me aseguraba tener el secreto en buenas manos. Ese hombre había sido sagrado para ella, podía confiar. Solo deseaba que no hubiera cruzado los dedos.

—Un trío de príncipes me persiguen a mí y a esos niños por ser los elegidos de una fuente fantástica. Nos raptarán uno a uno y nos llevarán a sus reinos para elegir nuestro destino incierto.

Como ya sabía lo agobiante que sería para Khat -y de paso para mí- escuchar toda mi explicación sentada en un lugar que se llenaría de más hormonales y tal vez algún viejito quejumbroso, metí mi mano en mi bolsillo, probando suerte.

De el saqué cinco dólares arrugados que mi padre me había regalado. Sabía que Khat ajustaría con lo demás del dinero si me llegaba a faltar, no había problema. Minutos después caminábamos juntos hasta la salida del antiguo estadio para ir por unos helados al centro.

Se lo contaría todo. Lo necesitaba.

Una Khat con expresión de estupor me seguía el paso al lado izquierdo. «¿Estaba creyendo en mis palabras?», Sí, porque Khat sabía bien lo pésimo que era mintiendo.

Sin ningún tipo de pesar por el lío que seguramente se estaba haciendo en su cabeza, pasé mi brazo sobre sus hombros. Con Khat no me preocupaba si había usado un buen desodorante, creo que había perdido parte de mi vergüenza a su lado, con ella se podía ser uno mismo.

Yo podía ser su Sid y ella mi Brooke.

—¿Entonces estos EK-Z los quieren asesinar por ser humanos estúpidos sin ningún tipo de defensa contra toda su poderosísima potencia? —Vacilante y ofendido, asentí—, No me jodas, ¿ahora también estoy en peligro?

Le había dicho todo. Saqué por fin todo el estrés que había retenido por casi tres meses. Khat me escuchó con atención. Le conté acerca de la invisibilidad de Jane/Enem, lo cual nos había llevado a una plática de que, hacía no mucho, ella había visto a mi mejor amiga pasear por Gothan tranquilamente.

Mi corazón se había precipitado al escuchar aquello.

Me preguntó una que otra vez sobre si la estaba engañando con algún experimento social en el que desmantelaban a chalados capaces de creerse todo. Miró a sus lados pero no encontró cámaras, incluso se había levantado de su asiento para buscar en mi suéter negro algún micrófono, lo hizo también con mi gorrito verde.

—Eso creo —respondí apenado. Sí me apenaba de verdad, no sabía en qué la estaba involucrando.

Me sentía satisfecho de haber dejado fluir toda mi verborragia; por otro lado, me sentía un patán por no protegerla al ocultarle la historia.

—Quita esa cara, yo insistí. —Sonrió, pero esta se borró segundos después. Su mirada viajó al parque al que habíamos venido, parecía perdida—. Y bueno, si me matan esos EK-Z, asegúrate de que yo lleve mucha comida en mi ataúd, por si me dejan medio muerta y deambulando como alma en pena.

—¿Por qué me creíste? —pregunté directo.

Antes de responder, lamió una vez más su cono de chocolate con pasas. Habíamos ido por los helados antes de venir hasta El Parque escabroso de Gothan.

Cuando habló, enumeró con sus dedos:

—Eres un asco mintiendo y —carraspeó—... alguien más ya me había contado sobre ese trío. Específicamente sobre la destrucción que provocaron hace diez años por la pelea contra Drish Z.

No quise sorprenderme, perder los estribos, gritarle que me explicara cómo es que ella ya tenía datos sobre el trío, tampoco me exalté. Me sentía exhausto, mi flojera seguía intacta desde la mañana.

—¿Quién? —cuestioné paciente.

Ella me miró por unos segundos, impávida, como si se preguntara en su interior si era bueno compartir aquella información conmigo. No dudaba que, de ese parque, saldría con la información que ella tenía.

Le sonreí sincero y genuino, como la vez que nos conocimos en el partido de ancianos con artritis. Ese día, Jane había dicho que no le emocionaba ir a ese viejo estadio y Maya mencionó algo sobre que no le excitaría en lo absoluto la piel flacida de los tatarabuelos. Fui solo, la conocí porque ambos estábamos protestando de que a un decrépito le habían hecho una jugarreta.

Nuestro encuentro fue lo suficientemente romántico a pesar de que no empezó a llover cuando el partido terminó y, en cambio, el calor era insoportable. Tampoco se resbaló en ningún escalón para yo salvarla del feroz peligro; por el contrario, había sido yo quien se cayó.

—Me lo contó mi padre, y a él un viejo amigo. —Su rostro dejó ver que se estaba esforzando por recordar algo—... Ahora debe ser un anciano inservible o las cenizas tiradas en la arena de un gato gordo.

—¿Entonces no sabes si todavía vive?

Ella negó.

Aquello podía ser de ayuda si el anciano seguía vivo. Leila y Leo debían saber eso cuanto antes, sería información adicional. Algo podría conseguirse del amigo del padre fallecido de Khat.

—No lo sé... ¿Y qué si los EK-Z ya se encargaron de desaparecerlo?

Cuando una leve inquietud se apoderó de mí, comencé a mover un pie sobre el pasto.

—¿Sabes dónde vive?

Asintió.

—Recuerdo donde vivía. Si ya no vive ahí, debe de haber muerto porque amaba esa casa.

—¿Cuál es la dirección? —pregunté sin darle lugar a decir más.

No podía dejar pasar algo así. ¿Y si ese vejete nos podía ayudar para no ser raptados? Los ancianos eran sabios, y si él sabía sobre ellos era porque era un Elegido rezagado...

Khat me observó con cautela hasta que comprendió mi intención.

—Oh... no, no y no. No lo harás. No irás a esa casa.

—¿Por qué no? —La sospecha en mi voz me delató.

Entornó sus ojos y, suspirando, apartó su cabello lavanda hacia atrás. Era precioso.

—Primero. —volvió a enumerar con sus dedos pequeños—: no sabes si está muerto; segundo, él se negaba rotundamente a hablar de los EK-Z, fue un acontecimiento que lo hablara con papá; y tercero, si él sigue vivo, lo pondrías en peligro.

Con el enfado en mí, me recargué en mi banco apartando la vista de ella con un gesto colérico. Podía tener tanta razón como podía estar equivocada, y eso me ponía mal.

«¿Qué hago?», me pregunté, admirando a las personas en sus picnic en parejas o familia.

Estaría en problemas con los demás si no les contaba sobre el anciano.

—¿Qué sabía tu padre sobre el trío?

—Muy poco. Sobre el desastre que provocó el trío y sus nombres. El anciano estaba algo chiflado y no colaboraba mucho —explicó haciendo una mueca, tras recordar a su padre.

—¡Entonces era una cabra loca! —bufé—, no me sirve.

Khat no respondió y prefirió hacer silencio observando su alrededor. Ese Parque de Gothan no era famoso ni de cerca, pocas veces se miraba atestado de personas. El lugar siempre mantenía charcos, pasto sin cortar, lo cual le enfadaba a algunos que les iba mucho hacer cosas románticas al lado de los árboles, sobre una manta a cuadros y una cesta con comida. El nombre del Parque fue dado por la imperiosa cantidad de rocas que se hallaban en los caminos angostos del lugar.

El ambiente era solitario y melancólico; el adecuado para hablar con Khat sobre un tema delicado.

El silencio de Khat fue duradero y ya me estaba desesperando no abrir mi boca para decir una insensatez, hasta que acabó con el.

—Te daré la dirección, pero no creo que sea la mejor opción que vayas a tomar. Te sacará a patadas...

—Sí, sí; lo que digas. —Me erguí, entusiasmado—. ¿Tienes papel y lapicero?

—¡Claro que no tengo! —contestó con obviedad, mirándome muy feo—. Se suponía que hablaríamos de tu aparente desaparición por semanas, no de tu secreto compartido con un grupo de niños.

—Ah, sí... Es cierto. —Rasqué mi cuello, sintiendo culpa—. Ahora que lo recuerdo, lo lamento otra vez.

Sus labios formaron una línea tensa que me decía que esa había sido la peor disculpa.

—Como sea. Solo no me decepciones cayendo en los juegos de Fema.

Intrigado, me incliné hacia el frente.

—¿Juegos?

Khat ignoró mi duda y encendió la pantalla de su móvil, tecleó un par de veces y supe lo que hacía cuando el mío vibró en el bolsillo de mis jeans.

—Te envié la dirección de donde vivía. Se llama Gilbert, debe tener unos setenta años. Está casado, así que debe de vivir junto a su esposa, si no ha muerto.

—¿Solo eso?

Pensó por unos santiamenes.

—Tienen una hija, no sé su edad. Seguramente debe de ser vieja si sus padres tienen setenta y se casaron tan jóvenes.

Concordé con su deducción, era lo más probable. Cuando verifiqué la dirección en mi celular, un escalofrío azotó mi anatomía, dejándome una sensación de temor. ¿Lo apropiado era ir yo solo o llevar conmigo a unos pequeños?

¿Qué tan relevante sería la información que podía llegar a conseguir con un Gilbert vivo?

Continue Reading

You'll Also Like

101K 12.9K 73
˚→ ˚→ ˚→ Ann Taylor una joven mexicana de 22 años, llena de sueños viaja por primera vez a Italia, en medio de su recorrido en las ruinas antigu...
46.1K 1.6K 39
Les vengo a informar que si demoró en publicar más capítulos es por falta de ideas o porque estoy ocupada y si no les gusta el ship por favor no haga...
21.3K 2.5K 17
En un mundo donde la magia y los seres mágicos son una parte fundamental de la vida cotidiana, existe una antigua tradición entre los clanes del Rein...
15K 1.2K 49
hola gente esta es mi primera historia espero les guste tratare de hacer lo mejor que pueda y tratare de actualizarla constantemente y además me esta...