Réquiem por Trujillo

Door mildemonios

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Han pasado muchos años desde que los muertos regresaron a la vida para alimentarse de los vivos. Algunas com... Meer

1. Ángelo: Toque de queda
2. Stefanie: Debajo de la tierra
3. Cristian: Una noche tranquila
4. Todos: Los últimos días
5. Angelo: Presentaciones
6. Stephanie: Primera vez afuera
7. Cristian: Problemas en el camino
9. Daniel: La vida en el centro comercial
10. Stephanie: Primera vez frente al mar
11. Cristian: Noche en altamar
12. Negociaciones frente a Cao
13. Al agua patos
14. Stephanie: Arribo a la playa
15. Cristian: Un nuevo mundo

8. Teresa: Parada en el camino

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Door mildemonios

Teresa avanzó por varias calles sin decir nada. Cristian iba detrás, con muchas dudas y preocupaciones, pero incapaz de abrir la boca. Había visto lo que pasaba cuando alguien contrariaba a sus dos protectores. No pensaba exponerse a sí mismo cuestionando sus decisiones. No lamentaba realmente la separación de la familia de Angelo. La verdad era que se trataba de una carga que no contribuía en mucho al grupo. Aun así, le había parecido bastante frío la decisión de expulsarlos.

Detrás de él iba ahora Steph de la mano de su hija Naomi. Por momentos la cargaba, por momentos la dejaba caminar a su costado. Por momentos era Daniel el que la cargaba. Ahora que eran menos personas, la necesidad de mantener una formación estricta e ir en fila india se había relajado. Por un lado, eso tranquilizaba un poco a Steph, que debía preocuparse por hacer cumplir a su hija la norma. Por el otro, le preocupaba, porque indicaba que estaban siendo menos cuidadosos.

Steph había mantenido silencio la mayor parte del camino. Entendía la situación y no podía impedir sentir algo de alivio por la separación de Angelo y su familia. Esos muchachos habían gozado una vida de privilegios en la colonia y creían que podían exigir ese mismo trato aquí afuera. Steph no podía evitar odiarlos un poquito. Esa vida era justamente la que ella había tenido antes de que la degradaran y había pasado años planeando la manera de recuperarla. Lamentablemente nada de lo que había intentado había funcionado. Ahora administración central se había desecho de ella definitivamente.

De pronto Teresa dejó de caminar y los demás tuvieron que detenerse también. Ella les indicó que se apoyaran contra una pared y todos obedecieron.

"¿Qué sucede?", preguntó Cristian. "¿Qué hay ahí adelante?"

Prendió uno de sus artefactos. En el mapa podía ver que lo que tenían por delante era lo que alguna vez había sido un centro comercial. Incluso tenía fotos de cómo había sido antes: Un espacio abierto que daba a grandes tiendas de techos cerrados. No obstante, no tenía forma de saber cómo era ahora.  Quizás si hubiese tenido un dron, lo habría podido enviar por delante.

"Ahí es un punto de encuentro", les explicó Daniel. "Ahí se encuentran comerciantes de distintas colonias de la zona. Incluso de la Quintana. Ahí se intercambia de todo"

"¿No es peligroso?", preguntó Steph.

"En extremo", respondió Teresa. "Por eso lo más lógico sería separarnos. Que yo vaya con Cristian y ustedes dos se queden con Daniel. Pero no podemos hacer eso. No tenemos tiempo y muchas cosas podrían salir mal, así que vamos a arriesgarnos. Iremos juntos"

Daniel se arrodilló junto a Naomi.

"¿Cómo estás? ¿Muy cansada?"

La niña negó con la cabeza.

"Hasta ahora te has portado muy bien. Has sido muy valiente. Necesitamos que sigas así cuando entremos a este lugar. ¿Podrás hacerlo por nosotros?"

Naomi asintió. Steph no pudo evitar sonreír.

"¿Qué queremos conseguir ahí dentro?", insistió Cristian. "¿Hay algo en especial que querramos intercambiar?"

"Necesitamos un transporte. Caminando no vamos a llegar a nuestro destino", dijo Teresa reiniciando su marcha. Los demás la siguieron.

"¿Un transporte? ¿Un carro o algo así? Eso debe ser costoso", comentó Cristian. "¿Qué tenemos que ofrecer nosotros? ¿Tenemos algo valioso?"

"No te preocupes", respondió Teresa. "Ya se me ocurrirá algo"

Cristian no quiso insistir. La imagen de Angelo rogando para que no lo abandonen se había impreso de manera bastante fuerte. La cara de su hermana no lo había impactado, tampoco la del muchacho mayor. Ambos se habían portado mal y se lo merecían en cierta manera. La madre era la que lo había malcriado y él fue el que no se dio cuenta de nada. Pero Angelo había buscado lo mejor para su familia en todo momento. Aparentemente se terminaría hundiendo con ella.

Angelo era el que le daba pena. Los otros tres, no tanto.

Cuando dieron la vuelta a la cuadra vieron el centro comercial completo. Cristian no tenía idea de cómo ingresarían. Se trataba de un terreno inmenso rodeado de una reja de metal que se encontraba reforzada por tablas de madera. Este trabajo había sido hecho de una manera muy irregular. Había espacios en los que no había ninguna tabla. Había otros en los que el refuerzo era fuerte. Todo el centro comercial estaba siendo asediado y rondado por muchos zombis, más de los que Cristian tenía intención en contar.

Algunos de estos muertos vivientes estaban parados en el medio de la calle que rodeaba al centro comercial, haciendo nada. Estaban en una especie de sueño, pero con los ojos abiertos y parados. Steph nunca había visto algo así. Teresa sí, demasiadas veces. Era algo que sucedía con mayor frecuencia. No sabía por qué.

La mayoría estaba con ropas rotas y sucias, pero no todos. Teresa tomó nota de que algunos estuvieran con prendas que se veían nuevas. Es más, algunos de los zombis se veían bien conservados. Habría querido investigar a qué se debía, pero no podría hacerlo con los civiles que estaba acompañando. Sabía que Daniel también tenía curiosidad y que también habría querido investigar. Como sea, por el momento tenían otras prioridades.

Señaló a un edificio en una esquina. Era viejo, descuidado y sucio, de tres pisos. Les indicó a los demás que la sigan y luego les indicó que guardaran silencio.

Avanzaron lentamente, intentando no llamar la atención de los zombis que en ese momento les estaban dado la espalda. Cuando estaban a media cuadra del edificio, Naomi bostezó, lo que llamó la atención de un muerto viviente cercano.

Era gordo. Su panza se chorreada por encima de la correa de su pantalón. Vestía una camisa blanca empolvada con manchas de sangre por todas partes. Su piel era ligeramente gris y sus ojos eran completamente blancos. Tenía la mayoría de sus dientes, los cuales estaban manchados de material oscuro.

La masa obesa reanimada abrió la boca por menos de un segundo y estuvo a punto de emitir un gruñido. Cristian los había oído esa vez que tuvo ese incidente en el piso de su torre. No era un sonido que le pareciera agradable. Además, era un sonido que llamaba a otros zombis, lo cual podía resultar en un desastre, dado que había muchos a su alrededor.

Daniel se adelantó con su media lanza y con un movimiento directo se la clavó en la cabeza a través de la boca abierta. El zombi gordo cayó al suelo entonces, lo cual podría haber hecho mucho ruido, si no hubiera sido porque Teresa rápidamente se colocó debajo de esa masa inerte que alguna vez estuvo viva y lo recibió para luego colocarlo con cuidado en el piso. A Cristian le pareció que se había tratado de un movimiento entrenado.  Como que ellos dos habían hecho esto en el pasado. Por suerte en ese momento Naomi estaba dormida, porque todo el asunto la habría asustado. Ella bostezó nuevamente.

Daniel dio un salto hacia Cristian y Steph y a cada uno le puso una mano en la boca.

Estuvo en esa posición por unos segundos. Teresa se paró y les indicó que la sigan en silencio. Recién entonces Daniel los soltó. Naomi seguía dormida en brazos de Steph.

Ingresaron al edificio por una puerta lateral que estaba cerrada, pero sin llave. En cuanto entraron, la cerraron detrás de ellos. Recién entonces Teresa les habló en voz baja.

"Vamos a usar un túnel para entrar", les dijo. "Hay tres túneles de acceso desde edificios como éste. Ahora escúchenme bien. Si hay un problema cuando estemos dentro, no se les ocurra correr a uno de los túneles, porque se convierten en trampas mortales"

"¿Qué podría pasar?", preguntó Cristian.

"Muchas cosas. Pasa de todo ahí dentro", respondió Daniel mientras Teresa descubría una escotilla en el piso. "Puede ceder la barrera que la rodea. Puede convertirse alguien que ingresó y que estaba infectado. Puede explotar algo. Pueden pasar muchas cosas. Lo importante es que si hay una emergencia, no corran a los túneles"

Teresa abrió la escotilla, revelando una escalera de mano que bajaba al túnel que les habían mencionado.

"Cuando algo sale mal, muchos corren a los túneles instintivamente", siguió hablando Daniel. "Es lo peor que pueden hacer. Ahí se golpean unos con otros, si caes al piso te pisotean, puedes morir asfixiado, porque no hay ventilación de aire..."

"Entonces, ¿qué hacemos si hay una emergencia?", preguntó Steph sosteniendo con más fuerza a su hija.

"Algunos de los comerciantes están en refugios elevados. Si algo pasa, tienen que subirse ahí y esperar a que pase la amenaza. Quizás tengan que esperar un par de días, pero es mejor que morir en los túneles"

"Y esos comerciantes... ¿Te dejan subir a sus refugios sin poner resistencia?"

"Por el correcto precio, te dejaran subir", dijo Teresa comenzando a bajar la escalera. "Si llega a pasar, no se preocupen. Solo mencionen que vienen con nosotros dos. Ellos sabrán darles un buen precio"

Nadie dijo nada más. El túnel al que bajaron era húmedo y polvoriento. Cuando todos ya estaban dentro, Daniel cerró la escotilla, lo que los abandonó a la peor de las oscuridades. Naomi se despertó y emitió un ligero grito. Steph la tranquilizó de inmediato.

Daniel encendió una linterna y alumbró el camino.

"Vamos a pasar por debajo de ese montón de apestosos que había allá afuera", explicó. "Aun así debemos guardar silencio"

Los cinco caminaron lentamente en silencio por unos minutos. El ancho del túnel era de un par de metros. El piso era disparejo, pero encima habían puesto tablas, de tal manera que caminar sobre ellas hacía el tránsito más sencillo. Y ésa era toda la comodidad añadida que tenía.

De pronto escucharon que alguien se acercaba del otro lado. Se escucharon los pasos y luego se escuchó un silbido. Al rato vieron la leve luz de una linterna pequeña. Teresa puso su mano en el mango de su pistola.

Cuando estuvieron lo suficientemente cerca, Cristian pudo ver que se trataba de un anciano. Ca-minaba lentamente apoyándose en un bastón. Llevaba a la espalda un saco. Estaba descalzo y vestía unos pantalones que le quedaban pequeños. Cuando vio a Teresa, la saludó efusivamente. Ella dejó de sostener el mango de su arma.

"Hola, Teresa", le dijo extendiéndole la mano. "¿Y Daniel? Ahí está Daniel. Hola, Daniel. ¿Cómo están? ¿Qué hacen por aquí?"

"Venimos por un par de cosas. Ellos son Cristian, Stephanie y la pequeña Naomi", respondió Da-niel. "Les presento a Sagasti. Es uno de los comerciantes que vienen aquí a vender sus cosas"

"¿Qué vendes?", preguntó Cristian.

"Champú, ¿puedes creerlo?", respondió el anciano. "Tengo un laboratorio con mi familia. Producimos champú y jabón. Una vez al mes vengo aquí y lo intercambio por otras cosas que necesitamos"

A Cristian le saltaron muchas dudas a raíz de lo que el anciano había dicho. Por ejemplo, ¿qué usaba como insumos? Había leído sobre la producción del jabón alguna vez en una de las bases de datos que había recuperado. No parecía algo que fuese fácilmente reproducible. Además, ¿cuán lejos de ahí vivía? ¿Cómo se mantenía a salvo de los zombis? Se le veía como un anciano que apenas podía caminar. ¿Cómo se trasladaba de aquí a su refugio de manera segura?

Cristian tenía tantas preguntas, pero prefirió no hacerlas en ese momento. Asintió con la cabeza cuando el anciano se despidió y Teresa les indicó que siguieran caminando. Eso hicieron.

Eventualmente llegaron al final del túnel. Ahí había una escalera de mano que llevaba a otra escotilla. Daniel subió primero y la abrió. De inmediato se comenzaron a escuchar sonidos de todo tipo. Personas hablando, metales que chocaban, gente que caminaba. De todo.

Primero salió Daniel a la superficie. Luego Cristian. Después Daniel recibió a Naomi para que saliera del túnel. Finalmente, salieron Steph y Teresa.

Recién entonces pudieron ver a dónde habían salido. Se encontraban dentro de lo que había sido alguna vez, hacía muchos años, una tienda que daba a la avenida principal central del centro comercial. Por ésta caminaban personas de un lado a otro sin mayor preocupación. Todos ellos iban armados. Algunos tenían rifles al hombro, otros tenían machetes colgando de sus cinturones y otros tenían pistolas visibles. Todos andaban en grupos de dos o tres, nadie iba solo. Todos ellos eran adultos. No había niños.

Varios de ellos cargaban sacos como el que había tenido Sagasti, pero no todos. Otros llevaban cajas de madera con distintos objetos dentro que Steph no reconocía. Otros cargaban aparatos grandes y pesados. Cerca a Steph pasó una señora llevando una caja llena de balas, lo que le llamó mucho la atención. Cuando había trabajado en administración central había constatado lo difícil que era conseguir municiones. Ahora tenía aquí al frente una caja llena.

"En la Quintana pagarían muy bien por esas balas", comentó Steph.

"Y lo hacen", comentó Teresa. "Daniel y yo veníamos aquí a comprar eso y otras cosas para tu colonia"

Steph habría querido saber más, pero no era el momento de hacer las preguntas. Los cinco se pusieron en fila y se metieron al caos que era ese lugar de comercio.

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