~ Elliot Thorne ~
Cuando dije eso, Ness me miró con confusión.
—¿Quién ha vuelto? —preguntó nerviosa.
—Bueno... Es... No es de importancia, solo ha vuelto un amigo.
—¿Iras a verle?
—Esta en mi casa, pero no, prefiero ir mañana, hoy me quedaré contigo.
Ella me tomó de las manos, y sonrió.
—No. Ve a verlo, de seguro viajo desde lejos para verte —la mire, y pude ver qué ella tenía amor en sus ojos —Yo estaré bien, además, necesito estar con mamá.
—¿Segura? Me quedaré, cuidare a tu madre, y a ti, ¿Si?
Ness me tomó del rostro, y dió un beso corto. Y con ese solo beso, me reinicio la vida, haciéndome sonreír, y mirarlo como lo más hermoso. Y asi era.
—Ve... Yo estaré bien, si sucede algo, le pediré a Adam que venga.
—¿Adam? —repetí —Ahora que lo pienso, no lo he visto en mucho tiempo.
—Ya lo verás, estará de insoportable contigo, lo juro —sonrió, y dió otro beso en los labios.
Cuando ella se quisó separar, lo impedí con una sonrisa juguetona, tomándola del cuello, para besarla más. Mordí su labio, y roce su lengua con la mía. Ella hizo lo mismo, y yo la seguía besando con brusquedad. Me separé de ella, y termine dándole un beso en su nariz.
—Te acompaño, y después me iré, ¿si?
Ella asintió, me tomó de la mano, y caminamos hasta su casa. Una vez ahí, le dije que vendría mañana por la mañana a verla, y que en cuanto llegará a casa, le marcaría.
Por qué, joder, estaba más que preocupado por Nessa. Pero también debía alejar a Stephanie de mi vida, por qué sinceramente, no imagino a qué regresaría después de cuatro años.
Me despedí de la pelirroja, y me adentré en mi auto, para conducir a toda velocidad. Y como aún no me acostumbraba a las fuertes luces, me puse mis lentes negros.
En menos de diez minutos, llegué a mi casa, le pedí a mi chófer que guardara mi auto junto a los otros tres, para que sea más rápido todo esto.
En cuanto abrí la puerta, escuche risas. Fruncí el ceño, y fuí directo a la cocina. Cuando entre, me detuve en seco, en cuanto los vi a todos ellos.
Mi mirada se posó sobre mi hermano, segundos después, quién estaba en una esquina del mesón, con los brazos cruzados y un rostro de pocos amigos.
—¡Elliot! — gritaron en unísono.
Diego, Jonathan, y Cony, se acercaron a mi para abrazarme. No pude si quiera parpadear. Tampoco pude abrazarlos. No pude moverme un poco.
—Dios, Elliot, que cambiado estás —soltó Diego, quién me mostraba una de sus sonrisas más amplias.
—¡Thorne, cuando me enteré que volviste a ser el mismo de antes, no pude evitar no venir! — exclamó Cony, quién me daba palmaditas en el hombro.
—Si, mejor hubieras evitado venir, no se que que haces aquí —murmuró Elian, quién los veía con desagradó.
—Elian, Elian, Elian... Tú y tu buen humor, ya lo extrañaba — comento Jonathan, con una sonrisa falsa.
Elian le mostró el dedo medio, y tomó un trago de su whiskey.
Los chicos lo ignoraron, y me miraron con grandes sonrisas. Ahora yo ya no sabía si eran reales o no.
El aroma de un perfume escandaloso, y algo dulce, llegó a mis fosas nasales. Mire sobre el hombro de los chicos, y entonces pude ver a Stephanie, quién venia del otro pasillo.
—¡Elliot, mi amor!
Ella corrió hacia mí, y me abrazo fuertemente. Con ese abrazo, parecía que volvía al pasado. Lo sentí raro. Sentí extraño ese abrazo.
Es extraño, por qué el abrazo no es de Nessa.
Stephanie se acomodó en mi hombro, y sonrió.
—Ahora estamos juntos de nuevo, mi lindo chico.
Todo en mi se desmoronaba. Se caía en pedazos. Tener a los chicos que fueron mis amigos frente a mi; tener a la chica que fue mi novia por más de un año, abrazandomé... Era como si ellos nunca se hubieran ido.
Y yo sufrí. Sufrí cuando ellos se fueron. Me dolió más ese hecho, que cualquier otra cosa. Y ahora, estaba de nuevo aquí. Stephanie tomó mis manos, pero las quite a la primera, sin embargo ella volvió a insistir, y me hizo abrazarla.
Su cabello rubio estaba sobre mi mentón, y sus ojos cafés me miraban con destello. Al verlos, la único que recordé fueron los lindos ojos de Ness.
—¿Que ocurre Elliot? ¿No estás feliz de verme? —preguntó con un puchero.
Iba a responder, pero Elian se adelantó por mí.
—¿Cómo crees que te va a extrañar? Lo dejaste hace cuatro años — miró a mis amigos, y los apunto —Y ustedes también hicieron lo mismo... ¡¿Por qué no se largan?!
Stephanie volteó los ojos, y lo señaló.
—Es la casa de tú hermano, el que debería irse eres tú, cuñadito.
La rubia sonrió con burla, y después me tomó del brazo, apegándose a mí.
Elian soltó una risa sarcástica, y negó con la cabeza.
—Oh no, no te atrevas a llamarme de esa manera, que la única que puede hacerlo... Es Nessa.
Todos se quedaron confundidos, pero Stephanie se volteó hacía mí, y alzó una ceja.
—¿Quién es Nessa, Elliot?
Me quedé callado por unos segundos, mirándola. Tragué saliva, y no quise decirle. Yo quería a Nessa, y no podía aferrarme a un maldito pasado inútil.
—La chica que me gusta. —Respondí finalmente, gelido, y sin ninguna emoción en mi rostro.
La rubia soltó una risa, y después me apunto.
—Debes estar bromeando —sonrió —Vamos Elliot, yo sé que me quieres, no puedes querer a otra, y menos a esa tal... ¿Nessa? —hizo una mueca, y volteó los ojos.
—Acéptalo Stephanie.
La voz ronca de alguien resonó, alce la mirada, y cuando vi al chico de cabellos rojizos, y ojos grises, que estaba frente a nosotros, sonreí.
Jasper...
—¿Tú qué te metes? —soltó la Rubia.
Jasper se acercó a nosotros, y tras él estaba Adrien, su mejor amigo, tomando una caja de jugo de mango.
—Me meto por qué se trata de mi amigo, y aún que los conozco a todos ustedes, yo no los considero amigos, bola de hipócritas — respondió el pelirrojo, con una sonrisa soberbia.
Jasper se posó a mi lado, y miró de una manera fría a Stephanie, quién le hizo una mueca.
La risa de Adrien resonó, y se recargo en el hombro de mi hermano. Ambos sonreían con burla, y veían a los demás como si fueran bichos.
Esos dos siempre han sido así.
—¡Hemos viajado desde lejos, solo por verte, Elliot. ¿Y asi nos lo pagas?! —reclamó Diego.
Iba a responder, pero nuevamente me vi interrumpido; pero está vez por Adrien.
—Siento mucho hacerte saber, que nadie te pidió que vinieras —soltó con altanería —. Elliot no te pidió que vengas a verlo, tú solito te has apuntado...
—¡¿Tienes algún problema conmigo?! — Se acercó Diego amenazante al rubio.
Adrien se acercó de igual manera, y le hizo frente, pero Diego retrocedió por el simple hecho, de que Adrien le doblaba la estatura.
Pronto comenzaron a discutir, y se hizo todo una guerra en mi propia casa. Estaba estresado, y preocupado, así que no pude evitar explotar, y gritarles.
—¡CIERREN LA PUTA BOCA!
Me miraron perplejos, a excepción de mi hermano, Jasper y Adrien.
Me pase una mano por el cabello, y los mire como si fuera a arrancarles la cabeza.
—No se que hacen aquí, pero espero y se larguen —susurré entre dientes.
—Pero Elliot... ¡No tenemos donde quedarnos! —dijo Stephanie.
Suspiré, y me di la vuelta.
—Pueden quedarse por hoy, pero mañana se irán.
Salí de la cocina con un maldito dolor de cabeza, subí las enormes escaleras, y me encerré en mi habitación.
Gomita estaba en mi cama, acostado, y cuando me vio, corrió hacia mi para recibirme. Lo acaricié, pero sinceramente no tenía ganas de nada.
Me sentía perdido, me sentía más que mal, quería estar sólo.
Salí al balcón de mi habitación, y recibí una briza fresca, típica de octubre. Suspiré pesadamente, y cerré los ojos, esperando calmarme.
Escucha como la puerta de mi habitación se abrió, pero yo no quise voltear. Los pasos se acercaron hasta donde estaba yo, hasta que pararon.
—¿Nessa, eh?
Miré a Jasper, y después asentí.
—Y... ¿Cuando la conoceré? —preguntó con una sonrisa de lado.
Alce los hombros, y sonreí.
—Tal vez mañana, no lo se... Se que ella te agradará. Es un amor —respondí mientras tenía su lindo rostro en la mente.
—Oye, ya de por sí me agrada, y eso que no la he conocido —Jasper se puso a mi lado, para también apreciar la vista.
Ambos suspiramos, y entonces recordé algo.
—¿Qué tal todo en Milton village? —pregunté curioso.
—La amo — dijo inmediatamente con una sonrisa — Pero pronto le hablaré —Jasper mostró una sonrisa y se mordió un labio —De tan solo pensar que la veré, me causa...
Solté una carcajada y lo empuje un poco.
—Pero si estás clavado con ella — bromee, y lo miré con burla.
—¡Siempre me gustó, ¿Okey?! — protesto con histeria.
Él estaba enamorado de una chica de ese pueblo. Pues él creció ahí, pero no ha dicho más que solo eso, y aún así, su amor por esa chica es infinito.
Pero esa es otra historia que contar.
Jasper puso una mano en mi hombro, y me dió unas palmaditas.
—Mañana me presentas a tú chica, por mientras descansa, y no dejes que Stephanie se te suba a la cabeza, ¿Quieres?
Bufé y agache la mirada.
—La única que se me subió a la cabeza fue Nessa...
Jasper me guiño un ojo, y salió de la habitación.
Me recosté en mi cama, y mire el techo, soltando un gran suspiro.
Te amo, Vanessa...