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he hablado de muchas cualidades de ti que me han cautivado, pero no me he centrado en una bastante esencial: tu forma de debatir. tú y tus defensas, tú y tus ideales, tú y el hecho de que no te quedas callado ante algo que sabes que está mal y te disgusta; todo aquello me hizo pensar en que eres un solidario chico revolucionario que está anclado a la idea de luchar por el bien.
enséñame a hacerlo. enséñame a no tener miedo, enséñame a defender mis ideales y a poder expresarme de una manera tan directa, elegante y educada a la vez. enséñame, por favor.
tal vez nunca te lo pida, pues estas cartas van dirigidas a ti, pero no pienso entregártelas nunca. tal vez yo pueda aprender de tu ejemplo, mas sin embargo el que tú me expliques cómo hacerlo se sumará a mi lista de fantasías a tu lado.
–m.