Eviterno || Terminada

By MsMistery19

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Una destinesia, había llegado dónde estaba ella, a su mundo, el problema es que había olvidado cómo volver al... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capítulo 15
Capitulo 16
Capítulo 17
Capitulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capitulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Final
Epílogo
Nota
Nota
Nota.

Capítulo 42

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By MsMistery19

Me ahogaba en el recuerdo de su voz para no olvidarla en mi mente.

Pov Poché.

Semanas antes.

Estampé el expediente contra la pared, papeles salieron volando en el aire, tomé mi rostro entre mis manos sintiendo frustración, otra vez era una falsa esperanza.

—¿Qué se supone que debo hacer con esa información?— Pregunté con tono de voz frío, viendo al detective enfrente de mi.

— Le pido paciencia, señorita Garzón. No todas las veces la información que obtenemos es real.— Contestó el detective Ross, sonreí irónica.

—¡¿Paciencia?! ¡Su ineptitud no ha dado con el paradero de Daniela!— Espeté levantándome de mi asiento.

— Le pido que tenga respeto a mi trabajo.— Habló el detective con tono de voz serio.— No podemos hacer mucho con la información recogida, le recuer-

—¡Por supuesto! ¡Para usted es fácil decirlo!— Lo interrumpí molesta.—¡Daniela tiene 4 meses desaparecida y usted me pide paciencia! ¡¿Acaso no ve que cada maldito minuto es crucial?!— Escupí apretando los dientes, el detective Ross me observó.

— Entiendo su desesperación, pero entiendanos a nosotros. La familia de la señorita Calle ha desaparecido, no hemos podido dar con su paradero.— Tomó aire y volvió hablar.

— El coche del accidente no dió muchas pruebas. Es cómo si la señorita Calle haya desaparecido del mapa.— Resoplé tirando el vaso vacío de café que estaba en la mesa al suelo.

4 meses...

4 meses es un resultado de 121,667 días, convertidas a horas son 2,920 horas, todo ese tiempo sin tenerla a ella a mi lado. Un tiempo en dónde no he dormido, no he comido bien, no he dejado sentir impotencia, frustración y en momentos de soledad tristeza y dolor.

Me arrebataron mi felicidad de la forma más cruel posible, ahora tenía está sosobra en el pecho, impotencia y sed de venganza. La familia de Dani era la culpable de todo esto, no tenía pruebas pero era más que obvio que tuvieron que ver.

Nunca creí odiar tanto a alguien, pero odiaba a toda esa familia, mi Dani era la única diferencia entre ellos.

La extrañaba tanto.

—¿Qué han sabido de Emilia Calle?— Pregunté al detective Ross, el hombre suspiró.

— No mucho, la última vez que se supo de ella fue el pago de un coche rentado en un auto lote.— Negué con mi cabeza, esto no podía estar pasando.

—¿Germán Calle? ¿María Fernanda Soto? ¿Sus familiares? ¿Algo?— Indagué con desespero, el detective negó con su cabeza.

— Desde que vendieron la casa no se sabe de ellos.— La palma de mi mano estampó la mesa.

La familia Calle había vendido su hogar, eso era demasiado conveniente para todo lo que estaba pasando. Su casa fue vendida justo después de la desaparición de Daniela.

—¡Por Dios detective! ¡El caso está parado desde hace un mes y usted no tiene pistas nuevas!— Grité apuntandolo con mi dedo índice.

— Señorita Garzón-

—¿Los Calle le están pagando? ¿Es eso?— Arrojé viendo los ojos negros del detective.—¿Quiere plata? ¡Le doy mi alma al diablo pero encuentre a Daniela!— Añadí con desesperación y a punto de llanto.

— Créame que no solo usted quiere encontrarla.— Respondió Ross en un suspiro.— Jamás dejaría que un soborno arruine mi trabajo. Haré todo lo posible por encontrar a la señorita Calle.— Agregó para pararse de su asiento y salir del lugar.

«¿Dónde estás, mi amor?» Pensé viendo al techo unos segundos.

Salí de la delegación con mis esperanzas por el suelo, otra vez todo estaba en cero y encontrar a Dani se hacía más lejano. Era una tortura lenta y dolorosa el no sabe su paradero.

Llené de aire mis pulmones y subí a mi coche, cerré la puerta y recargué mi cabeza en el asiento, observé a mi costado y la recordé...

— Gomita, ponte el cinturón.— Hablé divertida, dándole una nalgada juguetona, escuché su risa.

Su sonrisa era inmensa, iba con la mitad de su cuerpo fuera del coche, su pelo se movía por el viento pero a ella poco le importaba. Por unos segundos la ví y estaba tan fresca, tan feliz que mi pecho se infló de felicidad.

— Amor... Gracias.— Mencionó una vez estaba sentada en su asiento, fruncí mi ceño.

—¿Por qué, linda?— Pregunté apartando la vista del camino unos segundos.

— Por hacerme sentir viva otra vez.— Respondió tomando mi mano en la palanca de velocidades, sonreí.

— Te amo, gomita.— Entrelace nuestros dedos y llevé su mano a mis labios dejando un beso.

— Y yo te amo a ti, osita.— Sentí sus labios en mi mejilla, suspiré feliz sintiendo su nariz rozar mi cuello y recostar su cabeza en mi hombro.

Ella era mi mundo ahora.

—¡¿Por qué?!— Grité con rabia, sintiendo mis ojos aguados.—¡¿Por qué maldita sea?!— Mis manos comenzaron a golpear el volante con furia y dolor.

—¡Yo también merezco ser feliz!— Espeté dando un grito frustrado sin dejar de golpear el volante.

Solté un sollozo recargando mi frente en el volante, las lágrimas que intentaba retener ahora salían a mares, demostrando toda mi frustración, mi desesperación y mi odio ante todo lo que me impedía ser feliz.

Y mi felicidad era ella.

—¡AAAAAH!— Grité dentro del coche tratando de sacar mi dolor.

(...)

Caminé por el pasillo que daba directo a mi departamento, saqué las llaves y abrí la puerta soltando un suspiro, me sentía cansada. Entre atender a mis pacientes, la búsqueda de Dani y ayudar a Wiliam con la custodia de Max quedaba agotada.

Por suerte mañana era decisivo, Wiliam estaba a nada de ganar la custodia de Max, Emilia ni se había presentado a los citatorios del juez, solo su abogado hacía su defensa, pero no era suficiente y eso era de ayuda para Wiliam.

Max con el tiempo se adaptó a Wiliam y a nosotras, Laura, Lucía y Vale lo cuidaban de vez en cuando. El pequeño mejoró eso por un psicólogo, sus miedos, sus traumas por los malos tratos iban desapareciendo, al ser tan pequeño era más sencillo sacar sus traumas y moldear sus pensamientos a uno más diferentes.

Por otro lado había renunciado a ser psicóloga de la universidad dónde estudiaba mi Dani, era demasiado trabajo y todo mi tiempo estaba enfocado en encontrar a Daniela a toda costa. Tarea que se ha alargado y mata cada vez más mis esperanzas.

— Llegaste.— Escuché a Vale a mis espaldas, giré mi cuerpo y la encontré en el sofá viendo una película.

— Llegué.— Respondí con pocos ánimos, sentandome a su lado.

—¿Cómo te fue?— Preguntó observandome unos segundos, llevando una cucharada de helado a su boca.

— Mal. Terrible. Horrible. Jodido. Cómo la mierda.— Respondí robando de su helado de chocolate.

—¿Por qué rayos no encuentran a Calle?— Preguntó con enojo, suspiré.

— No lo sé, pulga.— Me limité a responder en un suspiro.

—¿Poch?— Me llamó Vale

—¿Si?

—¿No haz intentado hablar con Audrey?— Preguntó, negué con mi cabeza.

La verdad es que hace mucho no sabía de Audrey, la única vez que la ví fue el día que me advirtió de Emilia.

— La conozco, muy probablemente no está en Miami.— Contesté sin ánimos.— Además no responde mis llamadas y su departamento está vacío.— Agregué algo pensativa.

—¿No te parece que eso es muy conveniente?— Indagó mi hermana diciendo en voz alta mis sospechas.

— Todo es muy conveniente, pulga. Odio no saber de Dani y su maldita familia desapareció.— Arrojé con exasperación.

— También Audrey.— Acotó mi hermana, asentí en silencio.—¿Crees qué...?— Dejó la pregunta al aire, la observé y negué con mi cabeza.

— No creo que sean capaces.— Contesté horrorizada ante la idea.

— Si fueron capaces de desaparecer a Calle no crees que la pregunta sería, ¿De que son capaces?— Pasé una mano por mi cara, miles de escenarios desastrosos pasaron por mi mente.

—¿Qué tal el trabajo?— Indagó mi hermana cambiando el tema de conversación, suspiré.

— Lo mismo de siempre.— Respondí encogiendome de hombros.

—¿No aceptarás la oferta de Sebastián?— Cuestionó posando un dedo de su pie en mi cara, reí a medias apartando su pie de mi cara.

— No lo sé, está al sur de Miami. Tendría que alejarme de aquí y no quiero eso.— Contesté con obviedad, quería saber que pasaba con el caso de Dani.

— Poché, creo que deberías aceptar.— Escuché a mi hermana, le preste atención.— Es decir, estás mal con todo esto.— Agregó viéndome con tristeza, bajé la vista.— Un cambio de aires te puede ayudar a pensar en otras opciones, además de que obtendrás más experiencia en la rama laboral.— Finalizó mi hermana comiendo más helado.

Valentina tenía algo de razón, pero lo que no quería es seguir con mi vida y darme cuenta que el encontrar a Calle se hacía más lejano, eso me destrozaba más. Hace un tiempo había recibido un correo de Sebastián, ofreciendome trabajo. La verdad es que entre tantas cosas lo había olvidado.

— Lo pensaré, de todas formas Sebastián más que colega es amigo.— Mencioné estirando mis brazos, Vale asintió.— No se te olvide que estudiamos el mismo año y tú tenías un crush con él.— Agregué molestando a mi hermana, ella me lanzó un cojín decorativo haciéndome reír.

—¡Estaba pequeña y él es muy lindo!— Se defendió con la cara roja, reí negando con mi cabeza.

— Claro, claro.— Hablé burlona, el timbre de la puerta sonó, Vale y yo nos vimos.

—¡Te toca!

—Te toc-

Me quejé parandome del sofá para abrir la puerta, Valentina reía a mis espaldas burlona. Bufé y abrí la puerta, Wiliam apareció con Max cargado en sus brazos.

—¡Hola, Poc!— Me saludó el pequeño castaño alegre, sonreí.

— Hey, pequeño.— Correspondí el saludo revolviendo su cabello. Wiliam dejó a Max en el suelo y salió corriendo dónde estaba mi hermana.

— Tengo noticias.— Comentó Wiliam a mis espaldas, me hice a un lado para que pasara, cerré la puerta y giré  rápidamente viendo a Wiliam.

—¿Qué pasa ahora?— Pregunté en tono de voz cansado.

— Emilia confirmo su presencia en el juicio de la custodia de Max.— Me quedé en silencio entreabiendo mis labios.

—¿De verdad?— Pregunté sin creerlo, Wiliam asintió con su cabeza, guardando sus manos en sus bolsillos.—¿Cómo? ¿Te llamó?— Cuestioné con duda.

— Me llamó hoy, pero algo no me convence del todo. Me pareció buena idea decírtelo, así estás alerta.— Contestó llevando una mano a su nuca, asentí en silencio.

— Así será.— Respondí.—¿Te quedas a cenar?— Pregunté a Wiliam, el sonrió.

— Claro.

Día del juicio.

Al fin había llegado el día del juicio de la custodia de Max, con Wiliam nos pusimos de acuerdo para que mi presencia no fuera notoria, pero aún así escuchará todo. Por eso con ayuda de Liam estaba en un tipo de cuarto privado en el juicio.

— Todo saldrá bien. Relájate y no cometas locuras.— Me decía Liam apuntandome con su dedo índice, asentí lentamente.

Liam salió del cuarto y por un televisor con cámaras podía observar la sala, Wiliam llegaba y hablaba con Liam, después apareció el juez y al final el abogado de Emilia. Mi ceño se frunció cuando no ví a Emilia.

—¿Dónde carajos esta, Emilia?— Susurré para mí misma.

El juicio empezó sin la presencia de Emilia, todo iba bien. Liam defendía a Wiliam dejando al abogado de Emilia cómo un inútil. Mi pie se movía con ansiedad, algo dentro de me decía que nada estaba bien.

— Debido a la irresponsabilidad de la madre y las pruebas presentadas, el señor Montecinos tiene la total custodia de Maximiliano Montecinos Calle.— Wiliam abrazó a Liam con una sonrisa.

«Algo bueno entre todo lo malo» Pensé sonriendo.

Después unos trámites más, salí a las afueras del lugar, me quedé esperando en las escaleras de la corte esperando a Wiliam y Liam. A los lejos los observé acercándose a mi, sonreí viéndolos alzando mi mano.

—¡Poché, abajo!— Gritó Wiliam apuntando con su dedo índice arriba.

Wiliam venía corriendo hacia mi, fruncí mi ceño mientras miraba hacia donde apuntaba Wiliam. Caí al suelo de golpe escuchando un fuerte disparo, una maldito francotirador estaba en el techo lanzando disparos. La gente empezó a gritar mientras se despejaban y se encondían.

—¡Levántate de ahí!— Exclamó Wiliam tomándome del brazo.

Con Wiliam empezamos a correr buscando un lugar seguro... Todo pasó rápido, un último disparo se escuchó, Wiliam me cubrió con su cuerpo y con el corazón retumbando en mis oídos escuché un grito de dolor, observé hacia atrás y Wiliam se desplomaba en el suelo con su pecho cubierto de sangre.

Los disparos dejaron de sonar, miré al mismo lugar donde estaba el francotirador y ya se había ido. Rápidamente me acerqué a Wiliam presionando la herida en su pecho.

— Resiste, ya vendrá la ambulancia.— Mencionaba con las manos temblorosas, Wiliam escupió sangre.

— No creo aguantar, Poché.— Habló respirando pesado.

— Wiliam, tu hijo no puede quedar solo. ¡Resiste!— Exclamé presionando con fuerza su pecho, Liam se acercó a mi.

— La policía, la ambulancia ya viene.— Habló rápidamente con voz nerviosa, asentí con mi cabeza.

Las sirenas de la ambulancia se escucharon y en cuestión de minutos llegaron a la calle. Los paramédicos subieron a Wiliam a una camilla y al parecer hubieron más heridos.

— Te veo en el hospital.— Le dije a Wiliam quien ya iba casi inconsciente.

Miré cómo la ambulancia arrancaba a toda velocidad camino al hospital, Liam se acercó a mi y se ofreció llevarme al hospital, acepté empezando a caminar con él. De pronto mi teléfono en mi bolsillo empezó a sonar, con el ceño fruncido lo saqué y contesté.

—¿Bueno?— Respondí, una risa se escuchó al otro lado.

— Espero te haya gustado la sorpresa, mi amor.

— Emilia...— Murmuré en estado de asombro.

— Así es, la mujer que sueña contigo siempre, Poché.— Contestó con una risita coqueta, mi estómago se revolvió.

—¡¿Dónde mierda tienes a Daniela?! ¡¿Dónde estás maldita loca?!— Le grité a través del teléfono, Emilia soltó una carcajada.

— Si no es conmigo no es con nadie.— Fue lo último que dijo para cortar la llamada.

—¡Maldita sea!— Grité frustrada, corrí al coche de Liam rápidamente.

—¿Qué pa-

— Ve a la delegación, Liam.— Lo interrumpí, él asintió con su cabeza rápidamente.

(...)

—¡No, no y no! ¡Emilia Calle tuvo que ver con lo que pasó hoy! ¡Había un maldito francotirador! ¡¿Cómo es posible que digan que no tiene nada que ver con la desaparición de mi mujer?!— Espeté furiosa apoyándome con mis puños en la mesa.

Había llegado a la delegación con Liam, rápidamente busqué al detective Ross, le conté los sucesos del día de hoy y, no podía creer que por “falta de pruebas” no unieran la desaparición de Daniela con el atentado a mi persona hoy.

—¡No tenemos pruebas! ¡No puedo hacer nada!— Gritó él también, negué con mi cabeza.

—¡Estoy harta de su ineptitud!— Escupí con enojo, Ross apretó la mandíbula.—¡No es posible que Daniela siga desaparecida, que no hayan dado con el paradero de su familia y su única maldita excusa sea que no tiene pruebas!— Solté todo de golpe sin ninguna pausa.

—¡Señorita Garzón, estoy haciendo mi trabajo! ¡No puedo acusar a las primeras personas de las que usted sospecha!— Contestó el detective en tono de voz rotundo.

—¡Estoy harta! ¡Hagan su trabajo maldita sea!— Escupí haciendo mis manos en puños.

— Eso estamos haciendo.— Respondió el detective más calmado.— Estamos investigando el número que la llamó hoy.— Negué con mis cabeza yendo a la salida.

— Espero hagan algo, si no haré justicia por mi propia mano.— Salí de ahí dando un portazo sin esperar una respuesta.

Iba hacia la salida para encontrarme con liam cuando ví a mi hermana y a Laura venir hacia mi, las dos me abrazaron con cara de preocupación.

— Tuve que llamar a tu hermana.— Escuché a Liam a mis espaldas, asentí con mi cabeza.

—¿Estás bien, Poché? ¿No te pasó nada? ¿Wiliam? ¿Dónde está?— Las chicas lanzaron una horda de preguntas aturdiendome.

— Estoy bien, nada de que preocuparse. Hay que ir al hospital, allá está Wiliam.— Respondí calmando a mis amigas y hermana, ellas suspiraron aliviadas.

— Bueno vamos.— Mencionó Laura, asentimos con la cabeza.

—¿Dónde está Max?— Pregunté a las chicas.

— Está con Lucía en casa, no te preocupes.— Respondió mi hermana tranquilizandome.

Actualidad.

Di un suspiro viendo el reloj, faltaban minutos para que viniera la próxima chica a consulta conmigo. Al final había aceptado la propuesta de Sebastián, con convencimiento por parte de mi hermana claramente.

Aún estaba pendiente del caso de Calle, no iba a dar mi brazo a torcer y mucho menos con la loca de Emilia. Wiliam por suerte se estaba recuperando, la bala no se alojó en su corazón y gracias a Dios lograron sacarla.

Había pasado semanas de eso ya, por suerte Emilia no intentó otro atentado, al parecer a la que quería matar era a mi, pero Wiliam salvó mi vida.

Quité mis gafas y restregué mis ojos con mis dedos. Estaba cansada, no había dormido casi nada. Cada vez toda la situación me consumía, lo único que quería era encontrar a Dani y perderme con ella en un abrazo.

Al principio pensé que era descabellado venir al sur del estado a un psiquiátrico, pero mi trabajo se trataba de ayudar al caos interior de otros, por lo cuál estaba aquí.

Sabía que mi especialidad no era psiquiatría, pero esa rama en todo caso es para pacientes con transtornos más difíciles, transtornos que ya no están en mis manos. Por eso estaba aquí, para atender a los pacientes que si necesitaban de mi y mi experiencia.

Ahora alejada de la ciudad podía pensar con más claridad, trataba de unir las piezas del rompecabezas y el cómo pasó todo.

Llené de aire mis pulmones recordando el accidente, todo habría sido diferente si no hubiera pasado ese maldito accidente. Tendría a Dani conmigo y no estaría sufriendo su ausencia de esta forma.

— Me haces cosquillas.— Reía en el cuello de mi chica, mientras seguía haciendo ruidos raros contra su cuello.

—¿Cosquillas? ¿Qué es eso, eh?— Pregunté haciendo cosquillas, Dani reía a carcajadas.

—¡Poch! ¡Amor, ya!— Soltó cómo pudo entre risas, reí y pare las cosquillas.

— ¿Sigues brava conmigo?— Cuestioné divertida, ella rodó los ojos sonriendo.

— No, sigo indignada contigo— Contestó sacándome la lengua, Dani soltó una carcajada al ver mi cara.

— Así que con bromitas, eh. Ahora paga las consecuencias.— Volví de nuevo al ataque de cosquillas y Dani solo reía a carcajadas revolviendose en la cama.

—¡Está bien, está bien! ¡Te perdono!— Gritó entre risas, detuve las cosquillas y la observé.

— Yo solo tengo ojos para ti, gomita.— Mencioné acariciando su mejilla, Dani bufó.

— No es lo que piensa la babosa de piernas largas que estaba en tu consultorio hoy.— Respondió haciendo un puchero, reí mordiendo su labio inferior salido.

— Ni le preste atención, literalmente estaba pensando en ti.— Mencioné, Dani enchinó los ojos.

—¿Y qué pensabas?— Indagó alzando una ceja.

— Tú y yo en una playa. ¿No te gusta la idea?— Respondí acariciando su abdomen, mi castaña ladeó la cabeza confundida.—¿Me acompañarías a la playa?— Agregué con una sonrisa

Dani rió negando con su cabeza, me tomó del cuello de la camiseta jalandome a ella para besarme. Su boca contra la mía era lo más delicioso que podía probar, era mi sabor favorito y no me podía cansar de su boca.

— Sí, sí es contigo.

Salí de mis pensamientos y sacudí mi cabeza, suspiré mientras me paraba del sillón e iba detrás de la pared en dónde estaba expedientes y todo lo que necesitaba para realizar lo que algunas veces se requiere en una sesión.

Escuché la puerta abrirse y luego cerrarse, supuse que se trataba de mi otro paciente, me tomé unos minutos y llené de aire mis pulmones, tomé la libreta y la pluma saliendo del escondite de mi consultorio.

— Buenos días, soy la doctora...— Sentí mi mundo detenerse al ver cómo mi paciente giraba para verme, ladeé mi cabeza y toda palabra se quedó atorada en mi boca.

— María José... Garzón— Murmuré sintiendo cómo me faltaba el aire.

«¡Es ella! ¡Es ella!» Gritaba mi mente, pero mi cuerpo estaba inmóvil.

— S-soy Emilia Calle.— Escuché su voz entre tartamudeos, fruncí mi ceño.

«¿Emilia? ¿Qué?» Dije a mis adentros quedando en estado de confusión. Carraspeé mi garganta y me obligué a no perder la postura.

— Emilia, un gusto.— Hablé haciendo la mueca de una sonrisa.— Toma asiento.— Señalé el mueble que estaba enfrente de ella.

— Dígame Calle.— Pidió en un murmullo.

Era imposible no reconocerla, su cabello castaño, sus ojos avellanas, sus labios perfectos, su mandíbula definida, sus pómulos marcados al natural, su cuerpo precioso. Era ella, era mi Dani y la había encontrado después de tanto.

— Bueno.— Hablé sentandome en mi asiento, crucé mis piernas y observé cómo Dani vió ese gesto, sonreí internamente tomando mis lentes y la libreta.— Háblame de ti.— Añadí viéndola.

— Bueno, no recuerdo nada así que no sé de que tenga que hablar exactamente.— Respondió rascando su nuca, mi boca se secó y corazón dió un vuelco violento.

«¿No recordaba nada? Entonces no me recordaba» Bajé la vista para no echarme a llorar. Todos nuestros momentos estaban olvidados por culpa de terceros.

— Muy bien, empecemos por ahí.

1 hora después.

Caminaba cómo alma que lleva el diablo sin importarme lo que pasaba a mi alrededor, lo único que buscaba eran respuestas y esas solo una persona las tenía.

—¡Sebastián!— Exclamé entrando sin golpear la puerta su consultorio.

—¿Qué rayos?— Preguntó un poco asustado, dejando de atender a uno de sus pacientes.

— Necesito hablar contigo.— Determiné poniendo mis brazos cómo jarras, Sebastián frunció el ceño.

— Poché, estoy ocupado y-

— Es urgente.— Apreté con la mandíbula tensa, Sebastián suspiró.

— Espere un momento en el baño.— Le pidió a un anciano, el anciano asintió y se fue al baño.—¿De qué quieres hablar?— Me preguntó poniendo un estetoscopio en su cuello.

— La paciente, Emilia Calle.— Mencioné rápidamente, Sebastián asintio.— No se llama así.— Añadí, Sebastián frunció el ceño.

— Es imposible ella-

—¡Entonces explícame porqué hace 4 meses busco a Daniela Calle, a mi prometida!— Solté con mi pecho subiendo y bajando, Sebastián quedó estupefacto.








































Capítulo dedicado a: AdiRodriguez2  y ClaudiaCeciliaVazque

Meta: 150 votos y 245 comentarios.

SE ABREN LAS APUESTAS.

¿Podrá Calle recordar a Poché?

¿Qué hará Pochesiana?

¿Cómo creen que pasó el accidente?

*Se va perreando Candy de Plan B*

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