blΓ₯ΓΈyde omega ;; trillizos!po...

By alexanderkirigan

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Draco ha sido entregado a una manada salvaje como oferta de paz. SerΓ‘ mordido y reclamado por los trillizos P... More

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By alexanderkirigan

Draco esquivó el tema de la salud unos días más. Evans y James seguían muy ofendidos por aquella jugada de Draco, aunque el omega se disculpó con sus alfas. Harry pasaba mucho tiempo con su omega, por voluntad, pero su omega también se lo exigía.

Harry y Draco estaban en la cocina conversando. Harry leía en silencio unos documentos que Draco no entendía porque estaban escritos en noruego, así que el omega prefirió distraerse con algunos libros que Rob le había prestado unas semanas atrás.

Pero sus párpados se sentían muy pesados y últimamente estaba muy cansado. Había desarrollado la habilidad de dormir en cualquier sitio lo suficientemente cómodo; el sofá, la mesa, la cama, la alfombra de oso e incluso el suelo.

Su alfa le estaba hablando sobre algo en noruego, a Draco le gustaba cuando Harry le hablaba en su idioma maternal aunque no entendiese nada, le resultaba sexy. Normalmente el omega escuchaba con atención e ilusión, pero aquella tarde estaba muy cansado y sus párpados pesaban como una dura roca.

Harry pareció notarlo, frunció el ceño. "¿Me estás escuchando?"

El omega parpadeó, tratando de aclararse los ojos. "Sí."

Pero el inevitable bostezo agudo de Draco fue totalmente contradictorio.

Harry suspiró con pesadez.

"Bien, de acuerdo, veo que esto no te interesa." Dejó los papeles en la mesa.

Draco gimió. "No es eso Harry, lo siento." Tomó las manos de su alfa, Harry lo miró. "Últimamente estoy muy cansado, no es culpa tuya. Sabes que me encanta pasar tiempo contigo."

Los ojos de su pareja se suavizaron, el verde tenía una pizca de notable preocupación. Harry suspiró con pesadez, palmeó su regazo y Draco obedeció de forma silenciosa. El moreno agarró a su omega de la cintura y sus labios besaron las mejillas de Draco.

"Cariño" Comenzó Harry. ", estoy empezando a preocuparme."

"Ya lo sé."

"Me inquieta que te veas tan cansado. Por más que te cuido y vigilo que duermas y comas bien, siempre te ves frágil." Le dijo con mucha seriedad, Draco sabía que Harry se preocupaba demasiado por él. "No quieres ir al curandero, ni tampoco quieres que él venga aquí. He respetado tu decisión porque te quiero y tienes el total derecho de negarte, pero esto me preocupa."

Draco se veía avergonzado y arrepentido. "Lo sé, Harry."

"No te pido que creas en mis dioses." Rogó Harry, se veía preocupado y ansioso. El corazón de Draco se hundió un poco porque no quería ver a su alfa tan mal. "Sólo te pido, por favor, que me dejes protegerte de la única forma divina que sé. Deja que el curandero te dé la bendición de Odín, Padre de Todo te protegerá."

"Harry" Draco lo miró. ", eso no tiene ninguna base lógica."

"¿Y tu malestar sí, joder?" Resopló el alfa, angustiado. "Siempre has tenido una buena salud, y ahora que te veo siento que eres de un cristal fino."

"No soy de cristal frágil." Frunció el ceño.

"Sé que no lo eres, pero mi instinto me hace querer protegerte como si lo fueras." Lo tranquilizó, Draco apretó sus labios con resignación. "Draco, sólo quiero lo mejor para ti. Tenemos ideas muy diferentes, pero déjame ayudarte a mi manera."

"No pienso dejar que alguien que no seas tú me ponga las manos encima." Bufó el omega, hizo el esfuerzo de levantarse del regazo de Harry pero las fuertes manos de su alfa lo mantuvieron ahí. "Suéltame, hemos terminado esta conversación. Te he dicho más de diez veces que no quiero ir a ese curandero, no me da buena espina."

"Y yo te he dicho que tenemos que hablar las cosas." Gruñó Harry, Draco rodó los ojos con irritación. "Estamos enlazados y soy tu alfa, tengo que hacerte feliz. No puedo hacerte feliz si no me lo dices todo."

"¿Y cómo quieres que hablemos?" Exclamó exasperado. "¡Siempre quieres hacerlo a tu manera! Cada vez que sacas el tema me obligas a ir al dichoso curandero, sabes que yo no quiero ir y aun así sigues insistiendo. A veces siento que el alfa con el que estoy enlazado es un bruto salvaje con el que no se puede hablar."

Harry frunció mucho el ceño. "Yo no soy así." Gruñó.

"¡Me acabas de gruñir!"

"No es cierto."

"Lo has hecho, lo sabes." Sacudió la cabeza. "Sabes que odio que me gruñas."

"Draco."

"No me dirijas la palabra, no voy a contestarte."

"Escúchame, por favor."

"Háblale a mi mano."

Cuando Draco puso su pequeña mano entre su rostro y el de Harry, el alfa besó su cálida palma. El omega bajó la mano, aún resentido, pero más suave. Harry siempre sabía cómo calmarlo con pequeños besos en su piel o caricias.

"¿Qué quieres?" Refunfuñó el omega.

"Perdón por presionarte." Dijo con sinceridad, Draco lo miró a los ojos. "Eres lo más importante para mí, y a veces se me olvida que yo no soy quien debe decidir ahí. Quiero hacerte feliz y quiero que estés sano, pero cuando te veo tan débil a veces..." Dejó la frase sin terminar, apretó sus labios unos instantes. "No voy a presionarte más, sólo espero que tomes una buena decisión. Soy tu alfa, pero no voy a obligarte a nada."

Sus defensas se derrumbaron ante la sinceridad y la bonita confesión de Harry, el omega dejó de sentirse amenazado. Sabía que los hermanos sólo se preocupaban por su salud y querían lo mejor para él, incluso Draco se asustaba en su mayoría de veces cuando tenía esas terribles ganas de vomitar o sus ataques de sueño.

El omega bajó la mirada un poco, jugueteó con la bufanda blanca enredada en el cuello de Harry.

"Gracias por disculparte." Murmuró Draco, cerró los ojos cuando Harry besó su frente y su sien derecha. "Lo aprecio mucho."

La barba apenas crecida de Harry le hizo cosquillas, su alfa tarareó en respuesta y apoyó su barbilla sobre la cabeza de Draco.

"Iré al médico, pero lo haremos a mi manera." Zanjó el omega, Harry no dijo nada para dejarlo continuar. "Iremos a ver a Rob."

El alfa se separó para mirar al omega seriamente. "Draco..."

"Confío en Rob." Aclaró muy firmemente. "Si hay alguien que puede ayudarme es él."

Harry quedó en silencio unos segundos, probablemente cuestionándolo en silencio.

"Bien." Aceptó. "Pero él vendrá aquí."

(...)

Evans y James fueron a buscar personalmente a Rob J. El alfa cirujano barbero los miró genuinamente sorprendido, porque no esperaba que los líderes de la manada aparecieran en la puerta de su cabaña sin Draco. Rob arqueó una ceja lentamente, esperando.

"Robert Jesse Cullen." Nombró James.

"Sí." Murmuró, confundido. "¿Ocurre algo?"

"Te vienes con nosotros."

Rob tomó algunas cosas que necesitaba antes de marchar a la cabaña de los alfas. En una alforja de cuero gastado metió un par de frascos vacíos, papel y carboncillo, un par de hierbas secas atadas con una cuerdecilla y algunos panecillos para Draco. El cristiano tuvo que quitar el crucifijo de madera que llevaba colgado en el cuello, porque fuera de su cabaña existía otra religión dominante.

Caminó al lado de los otros dos alfas, no hubo conversación alguna. Evans prefería caminar en silencio, pero James fulminaba a Rob con su mirada desconfiada. El cristiano ni siquiera sabía la razón por la que lo buscaban, pero tampoco quiso preguntar para evitar colmar la paciencia de sus superiores.

Sólo pedía, en nombre de Dios, que Draco se encontrara bien.

Cuando llegaron a la cabaña, como si Rob no fuera realmente esencial, Evans y James se alejaron y cada uno fue a hacer algo aparentemente más importante que Rob. Draco y Harry, que habían estado esperando en el nido de Draco, aparecieron en la sala de estar.

"¡Rob!" Exclamó Draco con alegría, abrazó al cristiano sin siquiera pensarlo.

El alfa sonrió. "Hola, Draco." Inclinó un poco su cabeza como respeto y saludo. "Te ves radiante."

Draco sonrió con alegría, porque era cierto, brillaba como un sol. Harry se sorprendió, porque no parecía ser el único en notarlo.

El omega trasmitía un aura brillante y alegre, su sonrisa era más encantadora que de costumbre. Con una rápida inspección física visual, Rob notó que Draco no se veía tan delgado y pálido como siempre; sus mejillas estaban más llenas y lo hacían ver más hermoso, sus muslos eran regordetes como de costumbre pero de alguna manera era diferente. Su piel, ahora de un color más natural, parecía brillar.

"Veo que has comido mucho mejor, estás más hinchado." Comentó Rob con una sonrisa sincera.

"He estado vigilando que comiera y descansara."

Harry, que se había mantenido en silencio, de brazos cruzados y apoyado en el marco de la puerta, había hablado por primera vez. Rob lo miró brevemente, se sorprendió al ver que Harry lo estaba mirando a los ojos y no había ni odio ni resentimiento en sus ojos verdes.

El médico asintió lentamente.

"Eso es muy bueno, has hecho bien." Admitió.

Draco frunció el ceño. "¿Me acabas de decir que estoy gordo?"

Rob rio entre dientes. "Yo no he dicho eso." Lo tranquilizó. "Cuando te conocí, tenías el aspecto de un omega con ansiedad. Ahora que has entrado en confianza con tus alfas y no hay necesidad de estar a la defensiva, tu cuerpo se está recuperando. Eso es bueno, Draco."

"Oh." Musitó Draco, realmente apenado por su sobresalto.

Cuando Harry le explicó a Rob la razón por la cuál lo habían llamado, Rob escuchó atentamente todos los síntomas de Draco. Preguntó y se interesó por los hábitos del omega; cada cuántas veces comía, las cantidades. Harry respondió todo sin dudar, Rob supuso que era quien más pendiente estaba de su amigo.

Pidió una habitación con cama donde pudiera recostar a Draco, y dado que Harry se negó a dejar que Rob entrara en el nido de Draco y de él, Rob no tuvo problemas con recostar a Draco en el incómodo sofá de la sala de estar.

"¿Hace cuánto has comido?" Preguntó a Draco, su fuerte mano palpaba el vientre de Draco.

"Comí por la mañana."

"¿Fue una comida pesada o ligera?" Rob frunció el ceño, notando tensión en la parte baja del vientre.

"Sólo algo de pan."

El alfa cristiano asintió, no hizo más preguntas. Su mano subió un poco más a su estómago, presionó un poco y lo notó algo más blando. Supuso entonces, con alivio, que no se parecía en nada al tacto que notó en aquel hombre que murió por una enfermedad interior en el estómago. Aquel viejo alfa tenía vómitos negros y su estómago era duro y rígido como una tabla, los síntomas que lo desembocaron a la muerte fueron altas fiebres y alucinaciones.

"¿Tus vómitos son de color oscuro, algún color extraño?" De todas formas, preguntó.

Draco negó con tranquilidad, Rob inspeccionó sus tobillos antes de alejarse del omega. También le pidió abrir la boca para asegurarse de que ni su lengua ni su paladar tuvieran mal aspecto.

"Felicidades." Proclamó. Draco lo miró, y Rob le sonrió con cariño sincero. "Estás embarazado."

Sus ojos se abrieron y sus cejas se alzaron, su mirada buscó rápidamente los ojos de su alfa. Harry, Evans y James lo estaban mirando, asombrados y casi emocionados.

"¿Lo dices en serio?" Exclamó Harry.

"Puedes comprobarlo, presiona aquí." Guio, Harry se acercó rápida y ansiosamente para tocar el vientre de su omega. "Notarás tensión, ahí está su útero."

"¿Draco está...?" Balbuceó James.

"Esperando una camada." Asintió Rob. "Los síntomas apuntaban a un embarazo, pero tenía mis dudas. En mi vida como médico he visto muchas cosas."

Draco sonrió enormemente, sonreía tanto que podría contagiar su felicidad a cualquiera. El omega saltó emocionado y miró a sus alfas con un brillo de felicidad en sus ojos. Abrazó a Harry fuertemente, su alfa lo mantuvo entre sus brazos y dejó pequeños besos sobre su cabello esponjoso.

"Te dije que tendríamos cachorros." Le dijo Harry.

El omega asintió. "Los más bonitos de todos."

La fuerte mano de Harry acarició su mejilla como si fuera la flor más pequeña y suave de todas.

"Tan bonitos como su madre." Murmuró. "Y tan fuertes como sus padres."

Los tres alfas estaban demasiado emocionados y encantados con la noticia, incluso el triple que Draco si es que eso era posible. Evans y James estuvieron junto a Draco en el dormitorio mientras Rob terminaba de darle algunos consejos e indicaciones a Harry sobre el embarazo de Draco.

No era el primer embarazo de presenciaba, pero sí el primero que seguiría desde el primer trimestre. Rob había asistido partos y abortos espontáneos, había enterrado cachorros y había lavado a los que sobrevivían. Su vida como médico estaba llena de desgracias y muchas lecciones, se sentía aliviado de poder ayudar a Draco en su embarazo.

Se lo había prometido, y Robert Jesse Cullen cumplía su palabra.

"Debes vigilar su alimentación y su descanso más que nunca. Se dice que se es capaz de adivinar el número de la camada con solo palpar el vientre, pero la medicina no es tan avanzada como para saberlo a ciencia cierta."

"¿De allí de donde vienes lo hacían?"

"En mi vida por Europa he aprendido muchas cosas." Confesó Rob. "Una de las muchas, es que no todas las ciencias son correctas."

"Debe haber sido interesante." Harry se cruzó de brazos. "Viajar por Europa."

"Tuve suerte de que un cirujano barbero me tomara como ayudante cuando quedé huérfano." El médico sonrió compasivo. "En mi travesía por Europa he descubierto mucha clase de cosas, muchas de ellas no las debí de descubrir a la edad de los nueve años. Europa es tierra maldita para mí, son lugares que no deseo recordar."

"Por eso viniste aquí."

"Buscaba oportunidades."

Harry miró fijamente a Rob, el muchacho sólo tenía dos años menos que él. Era alto y lo suficientemente fornido para ser atractivo para cualquier omega. Tenía el pelo muy rizado y era mucho más castaño que los hermanos, sus ojos eran de un azul parecido al gris de Draco.

El chico tenía el parecido color de ojos de Draco, pero en su mirada había algo que Harry conocía bien. Culpa.

Harry respiró hondo.

"Draco y yo lo hemos estado hablando." Se aclaró la garganta, su voz sonaba algo rasposa. "Quisiera que... te encargaras de su embarazo. Draco confía mucho en ti para esto, quiero que tú más que nadie lo ayude."

"Alfa Harry, si lo dice por Draco..."

Harry sacudió la cabeza. "Mi omega me ha abierto los ojos." Dijo. "A veces hay cosas que no podemos controlar, jamás debí de culparte por la muerte de mi padre."

"Es irónico que lo diga, cuando la culpa también cae sobre sus hombros."

Harry sonrió ladino y algo cansado.

"Ha empezado una nueva etapa en mi vida, mi omega está esperando mi camada." Murmuró. "No puedo quedarme lamentando la muerte de mi padre para siempre, tengo que superarlo. No tuviste la culpa, Cullen."

"Nadie la tuvo." Admitió el médico.

Harry estiró su mano y ambos alfas estrecharon sus manos como tregua.

"Que la mano de Odín no abandone nunca tu hombro."

Rob se inclinó levemente en forma de respeto. "Que Dios os dé una camada fuerte, Alfa Harry."

(...)

El embarazo había cambiado a Draco demasiado pronto, se había vuelto más alegre que de costumbre y era muy energético. A James se le hacía difícil seguir su paso cuando iban a caminar, porque Draco corría tan emocionado y feliz que el propio alfa llegaba a ahogarse. Cuando Draco hablaba demasiado, a Evans le costaba mucho seguir el hilo de la conversación. Su omega se había vuelto mucho más vivo y energético que nunca.

A veces el omega se sentaba sobre las piernas de Harry y comenzaba a hablar muy emocionado sobre cualquier cosa relacionada con los cachorros. Le contaba a su alfa que había visto telas muy suaves y blanditas en el mercado, y que podría hacer ropitas para sus bebés. Su vientre ni siquiera estaba abultado, pero Harry podía sentir un cosquilleo extraño en su estómago cada vez que rozaba a Draco.

Cuando Harry o alguno de los hermanos se excusaba porque estaba muy ocupado con cualquier asunto de la manada, Draco aprovechaba ese tiempo a solas para ir a ver a su mejor amigo médico. Rob no quería que Draco manejara hierbas resecas o sujetara alguna herramienta de hierro. El omega se sentía ofendido porque todo el mundo insistía en tratarlo como un delgado y frágil cristal.

No quería que tocara hierbas por si desarrollaba una reacción negativa en su piel, o si perjudicaba al cachorro; tampoco quería que sujetara herramientas afiladas de hierro por si se cortaba, porque Rob aseguraba que había conocido a más de un hombre que, al cortarse con una segueta oxidada y llena de una casposa capa marrón, su herida se hinchó, salió pus y el hombre murió al cabo de un día.

Draco les decía a todos que exageraban al tratarlo de aquella manera, pero los alfas lo sobreprotegían demasiado.

No había vuelto a hablar con Blaise; a veces lo veía en el mercado o atendiendo asuntos de la manada, pero lo esquivaba con rapidez. Según le había explicado Rob, Harry le había cedido a Blaise algunos deberes porque quería involucrarse en el embarazo de su omega todo lo posible. A Draco le emocionó la idea de que Harry estuviera tan entusiasmado con la idea del embarazo, pero le irritó que su antiguo guardaespaldas tomara los deberes de su alfa.

Draco jamás creyó que Harry, ese alfa tan frío y aterrador que conoció al principio, fuera ese mismo Harry que lo cuidaba y lo adoraba todos los días. Harry siempre se preocupaba por él y lo ayudaba a ponerse los zapatos aun cuando todavía no era necesario.

El omega estaba en la cabaña de Rob, observando muy atentamente y en silencio a su amigo. El alfa cristiano estaba atendiendo a un cazador herido en el brazo, el alfa cerraba los ojos fuertemente y apretaba los labios tanto que eran más blancos que de costumbre.

Rob limpiaba y curaba la herida con concentración y cuidado. Murmuraba algunas cosas en noruego de vez en cuando, Draco supuso que eran indicaciones. Admiraba la concentración y dedicación de su mejor amigo para las cosas.

"Hvordan fikk du det såret? [¿Cómo te has hecho esa herida?]" Le preguntó al cazador.

El alfa adolorido, que trataba de ser fuerte y evitar dejar escapar un gemido de dolor, miró al médico. Parecía genuinamente sorprendido y desconcertado ante la fluidez en el noruego.

"Utenforstående. [Forasteros]" Su voz era más pastosa y grave que la de Rob.

Rob asintió, no preguntó nada más. Draco ayudó a Rob en todo cuanto necesitó; agua para limpiar sus manos, trapos nuevos y unas pinzas. Los ojos del cazador no abandonaban los movimientos de Rob en ningún momento, parecía tenso y asustado. El alfa herido podía ver su propia carne abierta y ensangrentada, pero Rob, gentil y cuidadosamente, lo estaba ayudando.

"Retrocede un poco." Le pidió a Draco.

El omega lo hizo, pero preguntó porque era curioso. "¿Por qué?"

"Dette kommer til å gjøre vondt. [Esto te va a doler]" Rob se dirigió al cazador, quien asintió como pudo. Alcanzó unos trapos limpios. "Cuando sentimos dolor nuestro cuerpo reacciona como un ataque, es una reacción instantánea. Su cuerpo puede responder de manera negativa, prefiero curar antes que lamentar. Esto le va a doler."

El alfa siseó cuando Rob presionó los paños limpios y mojados contra la enorme herida. Como había predicho Rob, el cuerpo del alfa se sacudió como si hubiera tenido un espasmo, su mano derecha se apretó fuertemente y sus dientes chirriaron ante la presión.

Rob ató el vendaje fuertemente y frotó algunas hierbas que mojó sobre la piel magullada del cazador. Cuando Rob se lo pidió, Draco felizmente ayudó al alfa débil a tomarse un té.

"Ha perdido mucha sangre, el té lo ayudará a recuperarse." Explicó Rob.

Rob dejó al alfa descansar sobre su cama. Draco pensaba que Rob era demasiado bueno y comprensivo con aquella manada, siempre recibía a cualquier herido o moribundo que se presentase en la puerta de su cabaña. Mientras esperaban, Rob le indicó a Draco un libro que debía leer mientras el médico limpiaba los paños ensangrentados con agua.

"¿Tu religión es diferente a la de esta manada?" Inquirió Draco con curiosidad.

Rob dejó los paños húmedos sin rastro de sangre cerca del fuego de su chimenea para que se secasen.

"Bastante." Admitió con una pequeña sonrisa.

"En mi manada no había religión, los de afuera nos llamaban ateos." El omega frunció el ceño al recordarlo. "Mis padres no querían que hubiera una religión dominante, decían que las religiones creaban guerras."

"En parte es verdad."

"¿Qué cosas hacéis en tu religión?"

Rob guardó silencio unos segundos, pensando.

"Comparada con la de los paganos, nosotros no quemamos a los muertos." Puso de ejemplo. "Los enterramos, rezamos por ellos y les guardamos un tiempo de respeto en silencio. Se le llama luto."

Draco alzó las cejas. "¿Luto?" Repitió. "Suena al nombre de una flor."

Rob sacudió la cabeza divertido. "Hay diferentes tipos de lutos. Los omegas se visten de negro y los alfas no vuelven a hablar hasta el segundo día, rezan desde que entierran el muerto, hasta el alba." Guardó un par de libros que habían sobre la mesa. "Cuando un hermano muere, es diferente. Los omegas siguen vistiendo de negro y siguen rezando, pero no salen de su habitación hasta el tercer día. Los alfas deben ir y lavar la última prenda de su hermano muerto en un río, para que sus pecados terrenales se queden en la Tierra y no vayan al reino de Dios."

"En mi manada no hacíamos eso." Murmuró Draco, bastante asombrado.

Rob frunció el ceño y lo miró con curiosidad.

"Nosotros no lloramos por el muerto, ni tampoco lo quemamos o le rezamos." Continuó. "Hacemos un banquete en su honor y hablamos sobre los logros que tuvo en su vida. Lo recordamos, bailamos en su honor y lo enterramos."

"Es una bonita forma de despedida." Opinó Rob, con sinceridad.

"¿Tú has estado de luto?"

El alfa asintió.

"El hombre que me tomó como aprendiz murió en mitad de nuestra travesía por Europa, yo sólo tenía dieciséis. Lo cargué a caballo y fui a Italia, pagué una buena cantidad de dinero y lo enterré. Llegué de madrugada, y no dejé de rezar hasta el día siguiente."

El corazón de Draco se hundió al imaginar a Rob como un adolescente de dieciséis, solo, cargando a caballo el cuerpo del hombre que lo educó y rezando de rodillas sobre el duro suelo. Tal vez eran las hormonas y el hecho de que estaba muy sensible últimamente, fuera lo que fuera lo hizo débil.

"No eras más que un niño." Murmuró lastimosamente.

"Toda experiencia es necesaria, logré adaptarme al mundo solitario a temprana edad." Se encogió un poco de hombros, no tenía mucho empeño en entrar a ese tema.

Draco apretó sus labios, pensando en algo que decir. El cazador que estaba dormido despertó, entre Rob y Draco lograron levantarlo.

"Du bør koke dette i vann når du kjenner smerte." Draco no entendía lo que Rob estaba diciendo, sólo veía al cazador asentir. "Har du omega eller en partner som gir deg varme?"

El alfa negó, bastante ruborizado. El cazador era un poco más alto que el médico cristiano, Rob hizo una mueca y asintió.

"Skaff deg en partner. Under varmen kan du føle smerte og noen må gi deg urtene." Aconsejó mientras le daba una pequeña alforja rellena de hierbas.

El fornido cazador pareció genuinamente decepcionado, aunque seguía ruborizado. Se despidió de Rob con palabras y le dedicó una pequeña inclinación de cabeza a Draco, el omega supuso que ese cazador había olido a sus alfas sobre él o había visto la marca de Harry en su cuello.

Se fijó en la cruz imaginaria que Rob se dibujó en él mismo; un toque en la frente, el segundo en el pecho, el tercero en el hombro izquierdo y por último en el derecho.

"¿Por qué siempre haces eso cuando se van?"

"Para que el Señor les ayude en lo que yo no pueda."

(...)

Algo que Draco odiaba bastante era quedarse en su cabaña él solo, sin sus alfas, sin su buen amigo Rob y solo con agujas y algodón. Le gustaba salir al exterior, hundir sus botas en la nieve, visitar el mercado y leer de vez en cuando.

Rob le había estado enseñando algunas características de los omegas cuando estaban preñados, Draco no tenía ni idea de que sus pezones se hincharían de leche materna para sus bebés, aparentemente James tampoco lo sabía, pero se mostró muy interesado en eso. Draco aún no había descubierto por qué, pero James siempre le preguntaba la fecha aproximada.

Rob tampoco le había permitido volver con él al bosque ya que, según él, era demasiado peligroso para el omega que llevaba la camada de los líderes de la manada. Draco no pudo evitar pensar en Viktor también, y en lo extraño que fue aquel encuentro.

Por otro lado, sus alfas lo consentían bastante. Draco sabía que a Evans le encantaba cazar, pero no iba a cazar cuando Draco le pedía que se quedase con él en la cabaña.

"Draco." Exclamó Nancy con asombro. Draco no se sorprendió al verla, porque estaba en el mercado mirando un par de telas. "Cuánto tiempo sin verte."

El omega le sonrió con forzada amabilidad. "Hola, Nancy."

"Casi no te he reconocido." Admitió la alegre y preciosa omega, mucho más bonita que Draco. "Tienes la cara más hinchada."

Probablemente eran las hormonas, porque Draco tuvo unas extrañas ganas de llorar y a la vez ahogarla con las telas que estaba sosteniendo en sus manos.

Aparentemente la noticia aún no se había extendido por la manada, eso no le importaba a Draco, le importaba el hecho de que todos pensaran igual que Nancy, que él estaba más hinchado y más gordo. Tal vez lo pensaban pero no eran lo suficientemente sinceros como para decírselo, o tal vez incluso lo decían a sus espaldas.

Sus alfas podrían haber evitado el tema y haberle dicho que era precioso, aunque en realidad era feo y gordo. Eso horrorizó a Draco y provocó un extraño ataque de pánico dentro de él.

Para suerte de Draco, Nancy tuvo que ir a atender su puesto en el mercado. No pudieron hablar mucho más y Draco tuvo bastantes ganas de volver a su cabaña, encerrarse en su habitación y hacerse un ovillo en su nido.

Debían de ser eso, las hormonas.

Evans llegó a casa con pequeños saquitos en las manos, Draco se encontraba en la sala de estar mirándose seriamente en un pequeño espejo. Cambiaba de perspectiva y se miraba desde todas las perspectivas posibles de su cara.

"He traído frutos secos." Anunció Evans, cantarín. "Lo que sea para mi precioso omega que espera a mis cachorros."

Draco bajó el espejo y lo miró muy seriamente a los ojos, sus ojos grises eran fulminantes. Evans quedó un poco asustado y desconcertado ante la furiosa mirada de su preciosa y brillante pareja.

"¿Son nueces?"

Evans asintió, cauteloso. "Sí, mi amor."

"¿Peladas?"

"Las he pelado yo mismo, con mis propias manos." Tomó una de las pequeñas manos de Draco y besó sus dedos. "Tus suaves manos no merecen ser dañadas de ninguna manera."

Pero los halagos no parecían calmar la amarga cara del omega embarazado. Evans tenía la ligera sospecha de que había hecho algo malo, aunque no lo había hecho.

"Has tardado muchísimo."

"Bueno, mi amor, he tenido que recorrer kilómetros..."

"¿Porque estaban lejos o porque me querías lejos?"

Evans abrió los ojos alarmado. "¿Pero qué cosas estás diciendo? Cariño—."

El omega embarazado respiró hondo. "Evans."

"¿Sí, mi luna?"

"Camille te estaba buscando."

El alfa parpadeó confundido. "¿Y eso por qué?"

"Y yo qué sé, pregúntaselo tú mismo."

"Mi amor..."

"¿Tengo cara de Camille? No. Ella es la que te busca, yo no."

"Pero—."

"Dice que es urgente."

"¿Mucho?"

"Si hubieras venido antes habríamos podido pasar tiempo, ahora te buscan."

"¡Tú querías nueces, yo solo fui a por ellas!"

El omega frunció mucho el ceño. "¿Me estás echando la culpa a mí?"

"No es eso, yo—."

"¿A mí, yo, que estoy cargando una camada?" El aludido se llevó una mano al corazón. "No quiero escucharte más."

"Te estoy diciendo que no es eso." Exclamó Evans con exasperación. "Bendita Frejya, ¿por qué todo te molesta?"

"Porque tú me molestas."

"Ni siquiera has probado las nueces que te he traído."

"Lo haré cuando te vayas, lo último que quiero es que también me estropees la comida."

Evans se fue en busca de Camille, quien aseguraba que era un asunto serio de la manada. El cazador se fue refunfuñando cosas entre dientes y maldiciendo las hormonas ofendidas de su precioso omega.

Cuando Harry llegó, traía consigo unos libros en noruego. Estaba lleno de nieve y su alfa parecía cansado e irritado, se deshizo de sus botas entre maldiciones y colgó su abrigo con amargura.

Frunció el ceño al ver que Draco se encontraba solo en casa. El omega seguía mirándose en el espejo de mano.

"¿Dónde está Evans? Se supone que estaría contigo."

"Lo he echado."

A Harry no le sorprendió esa respuesta en absoluto.

"Bien, he tenido un día duro y lo único que me apetece es estar contigo." Admitió, estirando los músculos de sus brazos. Tronó sus dedos y arqueó su espalda mientras dejaba escapar un gemido cansado.

Pero Draco no le contestó, se estaba mirando muy seriamente al espejo.

"Hoy hemos estado vigilando algunas de las fronteras de nuestras tierras y—."

"Harry, mírame a la cara."

Harry frunció el ceño y miró fijamente el rostro de su omega.

Parpadeó confundido al no encontrar nada fuera de lugar. "¿Qué pasa?"

"No voy a salir más de esta cabaña."

Harry vaciló unos segundos.

"¿Qué?"

"Tengo la cara hinchada." Dijo el omega, exasperado. Volvió a mirarse en el espejo. "Mira, yo no tenía la cara así antes. Estoy horrible, soy feísimo. Me siento gordo de cara."

"Tienes la cara exactamente igual que antes." Justificó Harry, tratando de calmar a su alterado omega.

"Mientes fatal, mírame." Sollozó dramático.

"Te veo, eres precioso."

"Voy a estar gordísimo."

"No me enlacé contigo por tu peso." Frunció el ceño. "Ni te llevé a mi lecho por una puñetera cara delgada."

"Quiero ponerme botas." Se lamentó, miró a Harry. "¿Por qué no puedo ponerme botas?"

"Rob dice que no es recomendable. No esperas un solo bebé, vamos a tener una camada. Tus pies se van a hinchar el doble, no puedes ponerte botas ni calzado cerrado."

Draco gimió en desacuerdo. "Pero yo me quiero poner mis botas..."

"Puedes ponértelas." Dijo Harry, a Draco se le iluminaron los ojos. "Simplemente no camines con ellas."

"Eres horrible, te detesto a veces."

Harry se inclinó y besó su frente. "Gracias, yo también te quiero."

Draco se dejó abrazar y mimar por su alfa, apoyó su cabeza en el pecho de Harry. "Estoy muy cansado."

El moreno tarareó y dejó sus manos en la cintura de su preciosa pareja.

"Es normal, vamos a tener bebés."

"Aún parece mentira."

"Ya." Apoyó su barbilla sobre la cabeza del omega. "Tendremos mínimo tres."

"Ni siquiera sé cómo demonios lo haremos."

"Nos apañaremos." Le aseguró su alfa, las caricias de Harry siempre lo reconfortaban. "Es normal que los lobos tengamos muchos hijos, no te preocupes."

"Mi madre sólo nos tuvo a Thomas y a mí, en diferentes años, ¿cómo se supone que expulsaré tres a la vez?"

Harry frunció el ceño, porque no sabía qué responder a eso. "Tenemos a Rob." Dijo. "Él sabe sobre esto."

El omega no dijo nada respecto a eso, porque Harry tenía razón.

"¿Ha sido un día duro?" Le preguntó a su alfa.

"Ni te lo imaginas." Confesó. "Pero ahora estoy aquí, con mi omega y mis hijos."

"Pareces mucho más emocionado que yo con la idea de tener hijos."

"Me encantan los cachorros." Le sonrió con suavidad a Draco, y esta vez besó sus labios con cariño. "¿A ti no?"

"Los cachorros son bonitos." Asintió de acuerdo, llevó sus pequeñas manos a su vientre apenas algo abultado. "Pero cuando sabes que están creciendo dentro tuyo y crecerán cada vez más cada día..."

"No tienes que tener miedo." Le aseguró Harry, Draco le creyó. "Vamos a estar contigo en todo momento. Los criaremos, les querremos mucho, los mimaremos muchísimo..." Sus labios acariciaban los de Draco.

El omega sonrió. "Ya tienes todo planeado, al parecer." Murmuró en voz baja, algo íntimo.

Harry lo besó con una pequeña sonrisa, a Draco le gustaba cuando Harry lo agarraba de esa manera. Sus pequeñas manos se deslizaron sobre los altos y anchos hombros de su alfa y sus brazos se enredaron en su cuello. Harry fue avanzando y arrastrando a Draco consigo, hasta que la espalda del omega dio contra la pared.

Draco jadeó cuando los labios de Harry bajaron por su cuello y besaron y succionaron su marca. Sus manos, fuertes y grandes, bajaron hasta sus muslos regordetes y los acurrucó. Draco no pesaba nada en brazos de Harry, el alfa tenía una seria obsesión con lo pequeño que era Draco entre sus brazos.

Hizo que las piernas de Draco se enrollaran en su cintura, comenzó a molerse lentamente contra su omega acorralado en un vaivén insistente. El omega jadeaba, el alfa gruñía y sus pieles ardían. No habían tenido ningún contacto físico desde el celo de los hermanos, el alfa se encontraba ansioso por besar la piel de su pareja pero había una preocupación que lo hacía retroceder.

Podía sentir que Draco estaba esperando a su camada y la de sus hermanos, le preocupaba el hecho de que penetrarlo pudiera dañar a sus hijos o hacerle daño a Draco. Aparentemente el omega no tenía esa preocupación, se estaba derritiendo felizmente entre sus brazos.

"Espera." Jadeó Harry contra el cuello de su omega, su voz era más rasposa. Sintió a su omega estremecerse. "No puedo hacerte el amor."

Cuando se alejó del cuello de su omega, pudo ver que Draco estaba totalmente desconcertado y dolido.

"¿Qué?" Parpadeó.

"No puedo hacerte el amor." Repitió, acarició sus muslos para reconfontarlo.

"¿Es una broma?" Exclamó Draco.

Harry negó. "No puedo."

"Pero nosotros—." Titubeó. "A ti te encantaba..."

"Y me encanta, cariño." Besó sus labios con un pequeño chasquido húmedo. Harry se presionó más contra su pequeña pareja embarazada para que notara la gran erección entre sus piernas. "Siempre me encanta, no te imaginas cuánto. Pero no puedo hacerlo."

Harry esperaba muchas reacciones; que Draco lo entendiera, que Draco se ofendiera, que Draco se enfadara o que Draco lo tomara como un adulto sensato.

Pero se alarmó al ver que los ojos de Draco se llenaron de lágrimas y sus labios temblaron. Eran una mezcla de tristeza e impotencia, el omega frunció sus labios para evitar dejar escapar cualquier sonido. Empujó, con la mayor fuerza que pudo, a Harry.

El alfa ni siquiera sintió ese empujón como algo fuerte, pero estaba tan desconcertado que simplemente se movió a un lado.

Draco se limpió las lágrimas con el dorso de sus manos.

"Eres un idiota mentiroso, me dijiste que no estaba gordo." Hipó Draco, irritado. "¡Claro, ahora estoy gordo y sensible y no me quieres follar!"

"Cariño." Harry trató de acercarse y acunar las pequeñas manos de su luna, pero Draco lo esquivó como una serpiente rencorosa.

"¡Pues me paso tu estereotipo de omega follable por el culo!" Le exclamó Draco. Le dio un manotazo en la mano a su alfa cuando, de nuevo, Harry trató de acercarse. "¡Sé que estoy gordo, soy irritante y muy difícil, pero tú eres un idiota por no querer hacerme el amor!"

"¡Te estoy diciendo que no es eso!" Exclamó Harry. "Faen [joder], hago esto por nuestros hijos y por ti. No quiero hacerte daño."

"Ah sí, espera, voy a darte las gracias por no querer aparearte conmigo durante nueve meses, empezando desde ya. ¡Porque claro, aunque ni siquiera tengo barriga, ya soy frágil!"

"¿Podemos hablar sin que te sulfures?"

"Por mí puedes ir y decirle a Nancy lo bonita que es su cara no hinchada." Siseó con rencor.

"¿Y ahora a qué viene Nancy?" Inquirió, demasiado desconcertado.

"¡A todo, Harry, a todo!" Exclamó Draco, exasperado. "¡Porque todo el mundo en esta maldita manada parece querer darme inseguridades! ¡Todos me dicen las cosas que hago mal y jamás me aceptan!" Las lágrimas comenzaron a nublar sus bonitos y grandes ojos grises.

Harry se rindió, "Cariño..." Se acercó a su omega lloroso y lo abrazó contra su pecho, sintió que Draco lo olisqueaba buscando tranquilidad. "¿Te ha pasado algo?"

Draco negó y escondió su cabeza en el duro pectoral de su alfa.

"¿Me vas a decir quién ha sido?"

Draco volvió a negar.

"Vale." Frotó su pequeña espalda con su mano. "¿Ha sido Blaise?"

Draco negó.

"¿Camille?"

El omega volvió a sacudir la cabeza.

"¿El curandero, alguien del pueblo?"

Su pequeña pareja negó.

"¿Nancy?"

Draco asintió y soltó un pequeño sollozo.

Harry suspiró y abrazó más a su omega.

"¿Crees que no quiero aparearme contigo porque estás gordo?"

Draco también asintió, eso le partió el corazón a Harry.

"No voy a follarte." Zanjó Harry. Hizo que Draco alzara la vista y secó con sus dedos sus mejillas húmedas. "Pero vamos a ir a nuestro nido, vamos a desnudarnos, voy a tumbarme bocarriba y te vas a sentar en mi cara." Dijo muy seriamente, pero suave de alguna manera. Sus ojos penetraban el gris de los de Draco. "Voy a lamerte y beber todo el lubricante que me des. No voy a hacerte un nudo porque tengo miedo de hacerte daño, pero no voy a parar de lamerte hasta que llegues dos veces."

Draco sintió que se le erizaba la piel cuando las manos de su alfa bajaron a su cintura, sus profundos ojos verdes oscurecidos lo miraban fijamente.

"Te daré un descanso, te daré muchos mimos y volverás a sentarte en mi cara." Indicó. "Y cuando estés agotado y sientas que no puedes más, te dormirás sobre mi pecho como todos los días y entonces te lo preguntaré." Se inclinó aún más. "¿Sigues dudando que te querré siempre?"

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