Eviterno || Terminada

By MsMistery19

402K 27.1K 17K

Una destinesia, había llegado dónde estaba ella, a su mundo, el problema es que había olvidado cómo volver al... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capítulo 15
Capitulo 16
Capítulo 17
Capitulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capitulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Final
Epílogo
Nota
Nota
Nota.

Capítulo 41

5.7K 481 513
By MsMistery19

Al menos el cielo nos unía en esta distancia tan desgarradora.

Pov Calle.

— Emilia, hija, que alegría verte.— Me saludó alegremente, dándome un abrazo, correspondí el abrazo dudosa.

— Hola, Mafe.— Contesté sonriendo a medias, mientras ella se separaba de mi y daba un beso en mi mejilla.

— Me alegraría que me dijeras mamá.— Comentó con una sonrisa.— Pero será luego.— Añadió acariciando mi mejilla.

— Espero que sí.— Respondí curvando mis labios en una sonrisa.

—¿Cómo estás, hija?— Mafe me soltaba del abrazo para sentarse en la silla, imite su acción.

— Bien, supongo. Es lo que hay cuando no se recuerda nada.— Contesté en un suspiro, bajando la vista unos segundos.

— Tranquila, vas a recordar.— Mafe ponía su mano sobre la mía, asentí lentamente con la cabeza.— Sebastián me dijo que todo va bien, seguramente recordarás muy pronto.— Añadió con voz alegre, sonreí a medias alzando la vista.

—¿Qué fue lo pasó? ¿Cómo fue el accidente?— Pregunté a Mafe viéndola con curiosidad, ella suspiró.

— Habíamos discutido.— Comenzó a relatar.— Tú... Bueno, no lo recuerdas pero tenías adicción a las drogas y eras ninfómana.— Soltó apartando la vista, mientras yo quedaba en shock.

—¿Qué? ¿Drogadicta? ¿Ninfómana?— Pregunté sin poder creer que yo era así antes, Mafe asintió lentamente.

— Tenías una vida muy divertina, yo intentaba sacarte de ese mundo pero tú te enojabas.— Decía Mafe con temor, tiré mi espalda a la silla sin creerlo.

—¿Y qué más pasó? Cuéntame qué pasó el día de mi accidente.— Indagué en un suspiro, Mafe me observó.

— Te drogaste en casa, discutimos muy fuerte y tomaste el coche para irte. Desapareciste un día entero hasta que la policía te encontró.— Explicó con lastima, negué con mi cabeza.

— Es que no puede ser... Posible. No siento que haya sido así.— Murmuré pasando una mano por mi frente.

No podía creerlo, cómo es posible que haya sido así. Dios, odiaba no recordar nada y que contarán mi vida desde otro punto de vista.

— Sé que es difícil de creer, pero no voy a mentirte, Da... Emilia.— Fruncí mi ceño al escuchar a Mafe, pero decidí olvidarlo.

— Necesito más respuestas, algo no sé. ¿Tengo papá? ¿Hermanos?— Pregunté jugando con mis dedos en la mesa, Mafe ladeó la cabeza.

— Solo me tienes a mi, tu papá nos abandonó y desde entonces quien nos cuida es tu tío, Daniela es su hija.— Explicó Mafe, haciéndome recordar a la chica pelirroja con su padre a lado.

—¿Tuve pareja? ¿Amigos? ¿Estudiaba?— Indagué curiosa, tratando de resolver las dudas que tenía.

— Tuviste muchas parejas, por ya sabes... Tu adicción al sexo.— Murmuró bajando la vista, fruncí los labios.— Amigos pues, drogadictos al igual que tú.— Suspiró, mientras sentía una punzada de decepción en mi pecho.

— Y estudiabas en la universidad, tus notas antes de caer en drogas eran tan buenas que a los 15 ya estabas en la universidad, pero dejaste la carrera.— Completó tomando mi mano y dando un apretón.

—¿Tan mala hija era?— Pregunté con voz temblorosa, sintiendo mis lágrimas acumularse en mis ojos.

— Todo es pasado, hija. Ahora puedes empezar de nuevo.

— Mi familia me ha hecho mucho daño y, lo único que quiero es empezar un nuevo capítulo en la historia.

— Así será, mi amor.

Salí de mi trance con las voces que sonaban en mi cabeza al ver a Mafe, su ceño estaba fruncido y movía su mano en mi cara para que reaccionara, sacudí mi cabeza poniéndole atención de nuevo.

—¿Estás bien?— Me preguntó con preocupación, asentí con la cabeza rápidamente.

— Si, solo estaba tratando de entender mi pasado.— Hablé llevando un mechón de mi cabello atrás de mi oreja.

— Bien, yo debo irme.— Mencionó parándose de su asiento, imite su acción viéndola.— Vendré a verte después.— Añadió girando su cuerpo para empezar a caminar.

— Mafe.— La detuve, ella giró para verme.

—¿Si?— Respondió con voz dudosa.

—¿Cuándo saldré de aquí?— Pregunté tamborileando mis dedos en la mesa.

— Es mejor que estés aquí ahora. Nos vemos luego.— Contestó empezando a caminar otra vez, sin darme la oportunidad de protestar.

Me quedé pensativa asimilando todo lo que me había dicho... Mi mamá. Una parte de mi se sentía decepcionada, mientras que la otra se sentía confundida y perdida.

Aún no podía creer que era una drogadicta adicta al sexo, si eso era verdad agradecía no recordar nada de mi pasado entonces.

(...)

—¿Mojada?— Preguntó quitando el botón de mi pantalón.

— Y mucho.— Contesté, ella sonrió arrogante lamiendo sus labios.

Me derretí.

— Levanta las caderas.— Susurró quitando mi pantalón con mi ropa interior, lo dejó en mis pies ya que todavía tenía los zapatos.

—¿Qué quieres, Dani?— Suspiré cuándo ella lamía desde mi ombligo, pasando por la línea de mi abdomen y en medio de mis pechos.

— A ti...

Desperté de golpe, mi respiración agitada, un capa de sudor corriendo por mi frente, mi centro palpitando por el reciente... ¿Sueño? ¿Qué había sido eso? Me levanté de la cama controlando mi respiración.

«Dani, Dani, Dani» Ése nombre taladraba mi cerebro.

¿Acaso era yo? ¿No me llamaba Emilia? ¿Me mintieron?

—¡Carajo!— Exclamé en un susuro frustrado, jalando los cabellos de mi cabeza.

¿Quién era esa mujer? ¿Por qué nunca podía verle el rostro? ¿Por qué soñaba con ella? ¿Por qué la soñé de ésa forma tan íntima?

Me iba a volver loca, no entendía nada. Por un lado mi mente mostraba una cosa y por el otro, me decían que era una estúpida adolescente drogadicta y adicta al sexo. ¡Por Dios! Necesito respuestas y nadie me las da.

Algo molesta volví a la cama de mal humor, golpeé la almohada recostando mi cabeza en ella, cerré los ojos e intenté que el sueño viniera a mi de nuevo. Después de una lucha fallida me di cuenta que no podría dormir.

Resoplé mirando el techo de la habitación blanca. Los rayos de la luna se colaban por la ventana con rejas, suspiré posando una mano en mi abdomen. Mi mente comenzó a divagar y cómo siempre me encontraba con una gran barrera blanca, no recordaba nada de mi pasado.

Mi mente de alguna forma recordó el sueño que había tenido.

—¿Mojada?

— Y mucho.

Mi respiración se volvió pesada, mientras una corriente eléctrica erizaba los vellos de mi piel dando una punzada en mi centro. Mi mano recorrió mi abdomen, de alguna forma sentía que la mujer de mis sueños era la que recorría mi piel.

Cerré mis ojos soltando un suspiro de mis labios, mis dedos quitaban toda barrera de ropa para colarse por mi ropa interior. Abrí mis piernas clavando los talones de mis pies en la cama. Mi dedo medio abrió mis labios mayores, me sorprendí al sentir un poco de humedad.

Mi dedo empezó a moverse de arriba abajo lentamente, relamí mis labios mientras imaginaba que la mujer de mis sueños acariciaba mis piernas, sus manos subiendo por mis muslos, sus labios tocando mi piel caliente.

Un quejido salió de mis labios cuando la humedad entre mis piernas era más, dándome más placer al tocar aquel botón de nervios que me brindaban placer.

— Aaaah.— Gemí al encontrar el punto exacto en dónde mi clítoris mojado pedía a gritos que fuera atendido.

Mordí mi labio inferior evitando que los gemidos salieran de mi garganta, mi mano libre se hacía puño en la cama, en mi frente se hacía una fina capa de sudor, mientras movía mis caderas provocando espasmos en mi entrada.

Mi dedo índice se agregó al jugueteo, penetrandome con dos de mis dedos, un gemido ronco y silencioso salió de mi boca sintiendo la humedad y lo caliente de mi interior.

Mi mente sin ninguna pizca de inhibición seguía fantaseando con la mujer de mis sueños, imaginandola en medio de mis piernas, chupando, lamiendo y penetrandome con sus dedos, robando sonidos de placer.

Sentía el orgasmo acobijarme, creciendo esa sensación de hormigueo en mi vientre, mis caderas se movieron con más fuerza, mis dedos embistiendo mi interior, escuchando la fricción de mis dedos con la humedad de mi vagina, haciéndome cosquillas en mi clítoris necesitado. Con ayuda de mi pulgar toque mi clítoris, haciéndome echar la cabeza hacia atrás poniendo los ojos en blanco.

Mis piernas se apretaron con fuerza, mi mano algo adolorida por el movimiento dió una estocada en mi interior, mi cuerpo se arqueó y gemí fuertemente sin poder contenerlo. Mi cuerpo cayó en el colchón ligero, totalmente relajado, los latidos de mi corazón desbocados y mi respiración errática. La humedad entre mis piernas bajando por mis muslos.

Saqué mis dedos de mi interior, abriendo mis ojos con pesadez observando el líquido transparente, separé mis dedos observando cómo se hacían pequeños hilos.

Sacudí mi cabeza mientras me sentaba en la cama, mis pies tocaron el suelo y mis piernas temblaron, me dirigí al baño de la habitación y lavé mis manos, busqué ropa interior en la maleta que tenía aquí y me cambié.

Después de un largo rato fui a la cama de nuevo y esta vez no hubo impedimento para dormir.

1 semana después.

Picaba la comida con el tenedor con aburrimiento y poco interés de comerla, mi otra mano sostenía mi mejilla y mis labios hacían un pequeño puchero. Había pasado una semana más y nadie de mi familia vino a verme, por alguna razón eso me daba tristeza.

«Arruinaste todo, por eso no vienen a verte» Suspiré apartando la comida de mi vista.

Tal vez por eso no venían, porque di problemas con mi adicción, al punto de que me dejarán aquí.

Llené de aire mis pulmones, no quería llorar pero a veces me sentía demasiado sola en este lugar, me sentía alejada, rechazada y no amada por nadie. Era cómo si estar en éste lugar habría solucionado todos los problemas de mi familia, alejándome de ellos y siendo felices, cómo si fuera un estorbo.

—¿Por qué la cara larga?— Escuché a mis espaldas, alcé mi vista y me encontré con Camila, sonreí a medias.

— Solo pienso.— Me límite a responder, Camila se sentó conmigo e inmediatamente empezó a comer una banana.

— No te creo.— Respondió dándole otro mordisco a su banana, rodé los ojos.

—¿No sientes que tal vez eres un estorbo y por eso estamos aquí?— Pregunté a la chica que tenía frente a mi, ella masticó la fruta y tragó.

— Claro, a mis papás les valió pito dejarme aquí, incluso me quiero morir algunas veces.— Contestó con voz divertida, apuntandose con su dedo índice en la sien y simulando su muerte, reí.

— Aún así, tengo motivos para no morir. Cómo el sexo que tengo con Lolo, por ejemplo.— Soltó alzando sus cejas pícaramente, dándole otro mordisco de su banana.

— El rico humillando al pobre.— Comenté divertida negando con mi cabeza.

—¿Qué? No es mi culpa disfrutar de las necesidades humanas.— Se encogió de hombros y dejo la cáscara de la banana en su plato.

— Al menos tu tienes a Lolo, yo no tengo a nadie.— Murmuré observando mi dedo anular, era extraño pero podía ver la sombra del círculo de un anillo.

— Gracias por decirme que te valgo pepino y no soy importante.— Salí de mis pensamientos al oír a Camila, reí.

— Sabes a qué me refiero, Camz.— Respondí tirando mi espalda en la silla.

— Vamos Calle, hay muchas cosas afuera que esperan por nosotras. A ti tal vez una persona que te amara con todas sus fuerzas. Incluso un trabajo así increíble.— Suspiré, tal vez Camila tenía razón.

— Puede ser.— Murmuré pensativa, observando a mi amiga sonreír.

— Y a mi me espera Lolo para coger en todos lados.

—¡Camz, no quiero saber eso!— Exclamé tapando mi rostro, Camila soltó una carcajada.

—¿Sabés lo que pasa? Tus ganas de morir son porque no haz cogido.— Quité las manos de mi rostro rodando los ojos.

—¿Puedes dejar de hablar de sexo?— Dije negando con mi cabeza, Camila rió.

— Sexo, sexo, sexo.— Empezó a molestar, repitiendo la palabra en mi cara, negué con mi cabeza.— Sexo, sexo sexoooo, Calleeee.— La aparte de mi vista poniendo mi mano en su rostro, ella se quejó.

— Deja de ser tan odiosa.— Mencioné dándole un golpe en su brazo, Camila rió.

—¡Calle! ¡No te he contado!— Exclamó a gritos, parándose de su silla. La senté de golpe por escandalosa.

—¿Qué vas a contarme chismosa?— Indagué en tono burlón, ella chupó los dientes.

— Ni porque te traigo chisme.— Respondió alzando su mentón, reí.— Bueno x, lo que te quiero decir es que llegó la psicóloga y... ¡Mamita está como Santa Bárbara, santa por delante y bárbara por detrás!— Exclamó Camila con su acento cubano, solté una carcajada.

—¿Y tú cómo sabes eso?— Indagué calmando mi risa.

— Me dió una sesión, pero no le puse atención. O sea si, pero no.— Respondió llevando sus manos a un lado y después al otro.

—¿Y por qué no pusiste atención?— Indagué divertida alzando una ceja.

— Ya te dije.— Contestó rápidamente.— Está pero cómo la recomendó el doctor, con receta y todo.— Agregó haciéndome reír por sus ocurrencias.

—¿Tan linda es?— Cuestioné dudosa, Camila asintió con fervor.

— Se te va a caer la tanga cuando la veas.— Contestó chasqueando sus dedos, solté una risita.

— Creo que estás exagerando.— Comenté dubitativa, Camila rodó los ojos sacándose un moco.

— No seas asquerosa y no te saques los...

— Gracias por siempre estar, mi cara de moco.

— No dejes tus babas en mi cara, castaña fea.

Hice una mueca en mi rostro sintiendo una punzada en mi sien, comencé a masajearla intentando descifrar esa voz que retumbó en mi cabeza.

— ¿Tas bien? Creí que te ibas a morir o que los Alien te llevaron a otro mundo.— Rodé los ojos al escuchar el dramatismo de Camila.

— Estoy bien solo me dió dolor de cabeza.— Respondí minizando la situación.

—¿Segura? Tu cara se puso rara.— Comentó dubitativa, asentí con mi cabeza.

— Nada grave.— Mencioné carraspeando mi garganta.

— Deja los-

Camila se calló al ver cómo Manuela caminaba hasta donde estábamos ambas, ella sonrió al vernos.

— Hola, buenas. ¿Que onda con sus vidas?— Preguntaba Manuela con una sonrisa, sentandose en la mesa que estábamos Camila y yo.

— Con ganas de morirnos.— Contestaba Camila obvia, reí.

— Same amiga, yo también me quiero morir.— Respondía Manuela, alcé una ceja y Camila reía burlona.— Pero morir no es una opción, ¿Capisci?— Nos apuntó con su dedo índice cómo una mafiosa.

— Capisci.— Respondimos Camila y yo al mismo tiempo, nos vimos y reímos.

— Bueno, cambiando de tema.— Manuela tamborileó la mesa con sus dedos.— Camila tienes cita con Alfredo.— Le avisó a la chica, Camila rodó los ojos.— Y tú, vas con la psicóloga.— Me miró a mi ahora, fruncí mi ceño.

—¡Jaaaay! ¡Hoy conoces al bomboncito!— Exclamaba Camila sobando sus manos, negué con mi cabeza.

—¿Es necesario ir con una psicóloga?— Le pregunté a Manuela, ella asintió lentamente.

— Calle, son reglas del psiquiátrico. Así que arriba que se hace tarde.— Mencionó parándose de su asiento, bufé por lo bajo.

— Tu tranqui, después vas a querer ir todos los días.— Comentaba Camila parándose también, solté una risita.

Las tres comenzamos a caminar a la salida del comedor, Camila se fue a la derecha y Manu y yo no fuimos a la izquierda, supongo que al área de la psicóloga.

— Tranquila, te va a ir bien.— Mencionó Manuela a mi lado.

— Si tú lo dices.— Contesté sin muchos ánimos.

Con Manuela llegamos a una puerta después de caminar cierto trayecto por los pasillos, Manuela abrió la puerta y con su cabeza me indicó que entrará, la miré y di un suspiro, dudosa entre al cuarto y la puerta se cerró a mis espaldas.

Fruncí mi ceño al sentir cómo si ya había vivido esto, tal vez estaba delirando y tenía un dejá vu o algo así, dicen que suele pasar algunas veces.

Observé el cuarto y no era tan diferente, solo una puerta de vidrio que llamaba mucho la atención, ya que daba afuera.

Caminé hasta ella y observé la naturaleza, se veía tan lindo afuera, era un día nublado pero el verde las hojas meciéndose por el aire daba una vista genial. Me quedé embobada viendo el exterior hasta que escuché una voz.

— Buenos días, soy la doctora...— Giré mi cuerpo para encontrarme con una mujer, su voz de pronto se calló y ladeó su rostro viéndome.

— María José... Garzón— Murmuró poniéndose de color pálido, rasqué mi nuca sintiendo algo dentro de mí que no sabía explicar.

— S-soy Emilia Calle.— Respondí tartamudeando bajo su atenta mirada, por un momento me sentí pequeña ante ella.

«¿Qué estaba pasandome con esta desconocida?» Pensé observando su rostro.



































Capitulo dedicado a: PenelopePeralta  y AlexandraRos0

Meta: 145 votos y 245 comentarios.

Espero esta vez si lleguen a la meta, así yo intento subir los capítulos rápido. Estado: Troste porque no votan.

REENCUENTROS SABROSOS.

¿Creen que Poché sabía que Calle estaba ahí?

¿Está Calle recuperando la memoria?

*Se va perreando Fanática de lo sensual de Plan B*

Continue Reading

You'll Also Like

3.8K 326 16
EN CURSO. Lidia Camden es una de las mejores profesoras de literatura y matemáticas en una prestigiosa universidad en Londres, Elizabeth es una de la...
277K 21.3K 47
¿Existe el amor de una vida pasada en otra vida? Nadie lo sabe. Sus caminos se cruzarán después de que al parecer sus almas se conocen desde antes, y...
45.9K 4.9K 8
Continuación de "Mirada carmesí"
80.2K 5.6K 61
Romina trabaja como asistente de dirección en la empresa de modelaje Rizzo. Después de dos años trabajando para don Franco, tiene que decirle adios...