El amor es Gris [Libro #1 Com...

By Hussaycasstillo

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Vanessa nunca fue creyente del amor. Elliot jamás creyó que alguien lo pudiera amar. El amor es Gris a los oj... More

Advertencia
Capitulo 1: El chico de ojos Grises
Capitulo 2: Cabellos plateados
Capitulo 3: Shace, el chico que todas quieren
Capitulo 4: El Club de lo Mangas
Capitulo 5: Adam el miedoso
PERSONAJES
Capitulo 6: Solo esto me sucede a mí
Capitulo 7: Vacaciones de Invierno
Capitulo 8: La fiesta
Capitulo 9: "Maldito Elliot"
Capitulo 10: El pasado
Capitulo 11: Tiempos de Verano
Capitulo 12: ¿izquierda o derecha?
Capitulo 13: "Siempre ella"
Capitulo 14: La promesa que mantuvieron los dos
Capítulo 14.2: La promesa que mantuvimos los dos.
Capitulo 15: Una vida, y Adam solo hace tonterías
Capitulo 16: ¿Te invito a un picnic?
Capitulo 17: Un picnic con tensión
Capitulo 19: La colina de Manzanas
Capitulo 20: Si me amabas, ¿por qué te fuiste?
Capitulo 21: Lo que paso, lo que duró y lo que debe soltarse
Capitulo 22: Un beso necesitado
EXTRA
Capitulo 23: Volvió aquella tranquilidad
Capitulo 24: Es algo que no te puedo perdonar
Capitulo 25: Nunca te deje de amar
Capitulo 26: "Alguien de mi pasado ha vuelto"
Capitulo 27: Todo fue por ella
Capitulo 28: "Bola de hipócritas"
Capitulo 29: Crueles intenciones
Capitulo 30: Miradas cruzadas
Capitulo 31: Como bestias en la jungla
Capitulo 32: ¿Eres doctor o algo así?
Capitulo 33: Ahora solo somos uno
Capitulo 34: Una llamada peligrosa
Capitulo 35: El último Halloween
Epílogo.
¡ANUNCIÓ!
Extra "San Valentín"
Extra: Nessa y Shace
Extra: Elliot y Nessa

Capitulo 18: "¡No me vayas a manosear!"

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By Hussaycasstillo


Habían pasado ya dos días desde que tuvimos ese picnic tenso. Ahora me encontraba en casa de Elliot, junto a Adam.

¿Que hacíamos en casa de Elliot? Pues decidimos hacerle una pequeña visita, y por supuesto que Elliot estaba encantado, a no ser por qué ahora estaba discutiendo con Adam.

—Oh, pero enserio ¿Cómo puedes decirme que soy menor que tú? — pregunto ofendido el castaño.

—Pues lo dije y ya.

Esa respuesta tan cortante de Elliot, siempre hacia perder los estribos del castaño.

—¡No soy un niño, ya soy un hombre!

—Un hombre con la edad mental de cinco años — replicó el pelinegro.

Elliot podía tener una discapacidad, pero el hecho de que esté siempre sea sarcástico, me hace saber que siempre se va a divertir molestando a mi amigo.

Yo estaba de espectante, desde un lado de la cocina, mientras preparaba unos panecillos, y les untaba mermelada.

—Elliot, ¿Al otro le untó crema de maní? —pregunté, interrumpiendo su discusión boba.

—Por favor, mocosa.

Sonreí divertida, ya que la verdad si podía decirnos así. Solo que a Adam le gustaba hacer teatro con todo.

Estaban discutiendo, ya que de la nada, Adam le pregunto su edad, a lo que Elliot respondió que tenía veintiuno. Y aún que solo fuera tres años mayor que nosotros, nos llamó pequeños críos con pañales.

Yo solo me reí, pero Adam... Adam sólo fingió un desmayo, y una fuerte indignación.

El drama no vive en él, Adam es el drama en persona.

—¡Sólo eres mayor por tres años! ¡por tres!— repitió Adam con un puchero.

—¿Y eso qué? 

Adam iba a seguir protestando, pero lo interrumpí, poniendo un dedo en sus labios, y poniendo el plato con los panecillos frente a Elliot.

—Aquí tienes Elliot — dije con una sonrisa.

Elliot tocó el plato, y luego tomó un panecillo y se lo llevó a la boca.

—Oh, yo quería comer primero el de maní — soltó con un puchero.

— Ah jaja, que bueno —burló Adam sentándose de brazos cruzados, indignado.

Yo me senté, y también estaba comiendo un panecillo con crema untada.

—¿Por qué yo no tengo un panecillo Nessa? — preguntó Adam mirándome.

—Hazte uno.

—¡¿Pero si tú le hiciste uno a él?!

—Por que Elliot se puede lastimar al cortarlos, así que hazlo tú —respondí.

Adam se levantó de su asiento, refunfuñando, a prepararse lo que quería.

—¿Y qué quieres hacer el día de hoy?
— pregunté a Elliot, mientras mordía mi pan.

— ¿Qué hora es?

— Son las cinco, ¿Quieres salir a caminar un poco? — Sugerí.

—Si, me parece bien.

Me quedé mirándolo embobada.

Tenía una camisa roja, que le lucía de maravilla por su piel pálida; usaba también unos deportivos grises, junto a sus tenis favoritos de bota. Y eso lo se, por qué me lo dijo aquel día en el picnic.

Su cabello azabache, siempre estaba despeinado, se le veía suave. Su cabello era lacio, pero aún así se le veía realmente increíble.

Es que Elliot es tan...

—Deja de mirarme tanto, Ness.

Abrí mis ojos de par en par, y sólo sentí como el calor llegó a mis mejillas, y como de pronto pase de mi color normal, a ser totalmente roja.

—N-no... Yo no... — comencé a trabarme con las palabras, y a sentir los nervios de punta.

La risa burlona de Adam resonó tras de mí, y sólo me volteé hacia él, para darle una mirada que hasta le tocó el alma.

Adam paso saliva, y me miró asustado. Me volteé nuevamente hacia Elliot y mi expresión cambio.

— Es que yo...

El sonido de un celular, me hizo callarme, y noté como Adam contestaba el suyo.

Se alejo un momento, y me dejó ahí sola con Elliot. El seguía comiendo, y yo solo estaba jugando con mis dedos. Segundos después, el castaño regreso.

—Chicos, lo siento, no podré salir con ustedes —dijo — Mamá me ha pedido que vaya a casa, y pues... Es fastidioso, pero debo ir. Nos vemos luego —Adam se acercó para darme un beso en la frente, y para darle una palmadita en la espalda al pelinegro.

—Cuidate, ¿si? —pedí preocupada.

—Lo haré, mi chica, luego te veo, Adiós Elliotcin.

—Adiós Adamcito —respondió el pelinegro.

Adam se fue, y nos dejó solos, así que sólo me quedé en silencio, comiendo el panecillo.

¿Que debo hacer? Se supone iremos a caminar por ahí, ¿pero cómo rayos no entraría en pánico sin Adam a mi lado?

Elliot me hacía sonrojarme cada que podía. Me levanté de mi asiento para llevar el plato a su lugar, cuando sentí la mano de Elliot en mi brazo.

¡JESUCRISTO!

Lo miré confundida, y entonces él me acercó a su cuerpo y me abrazo nuevamente. Me quedé ahí, sin decir nada. Pero mi cuerpo accionó por si sólo, pasando mis brazos por su cuello, pegándolo a mí.

Elliot tenía el rostro recargado en mi hombro. Pero entonces con la punta de su nariz, acarició mi cuello, y su respiración contra mi piel, me hizo estremecer enseguida. Sus manos grotescas acariciaron mi cintura de arriba a bajo, y después sus labios rozaron mi piel, hasta llegar a mi mejilla, y luego a estar en la comisura de mis labios.

Sentí todo lo que podía sentir en ese momento. Sentí como toda yo, se estremeció, y como mi piel de la nada comenzó a calentarse.

El aroma de Elliot, no era más que adictivo, por su perfume. Cerré mis ojos, y solo pude sentir como con sus manos, acariciaba mis curvas, y mi espalda.

Me sentía en las nubes.

Pero entonces, Elliot paro de acariciarme, y me plantó un beso en la mejilla.

¡Me dió un beso en la mejilla!

Al terminar ese beso largo, se separó, y noté como sus mejillas pálidas estaban coloridas.

Se veía tan lindo así.

—¿Quieres...

¿Que si quiero ser tu novia? Si.

—¿Aja?

—¿Quieres que nos vayamos ahora?

Oh

Mi sonrisa se borró, y después pase a confusión. Pero en cuanto cobre conciencia, recordé que habíamos dicho que saldríamos de paseó.

—Si, vamos antes de que oscurezca —le dije sonriente —¿Podemos llevar a gomita? —pregunté.

—Si, ese perro loco, ha de querer salir a pasear, vamos a llevarlo —respondió él, con una sonrisa leve en sus labios.

Gomita al parecer nos escucho, por qué fue directo a nosotros, con su correa en la boca, moviendo su colita a todos lados. Reí, y le coloque la correa.

Tomé de la mano a Elliot, y salimos de la casa. Sinceramente, parecíamos una pareja así. Yo de la mano con Elliot, y el de la mía, paseando a gomita con la otra.

Íbamos por la acera del vecindario, el aire era cálido, y el atardecer era encantador.

Ojalá Elliot, pudiera apreciarlo...

—Elliot —llamé.

—Dime

Tarde unos segundos en formular la pregunta, pero no tarde mucho en hacerla.

—¿Que paso con tus amigos?

Elliot frunció las cejas.

—¿Mis amigos?

—Si, los que me contaste la vez pasada, me hablaste sobre unos amigos que tuviste antes de... De lo ocurrido — eso último me salió como un susurró.

Elliot sonrió, y asintió.

—Ellos... —se calló durante unos segundos — No he vuelto a saber de ellos, me dejaron de hablar en cuanto se enteraron que perdí la vista —respondió.

Ahora me siento mal por preguntar, maldita curiosidad.

—Lo siento Elliot, no debí preguntar, solo que... Perdón, está bien si no quieres...

—¿Pero de que hablas Ness? Esta bien que preguntes, es curiosidad. Además, de todos esos amigos, solo conserve uno... Más bien dos, por qué su mejor amigo también es mi amigo —respondió con una sonrisa en su rostro.

Me causo curiosidad saber de ellos, así que le escuché atenta.

—¿Y como se llaman?

—Se llaman Jasper, y Adrien —dijo —de hecho, Jasper también es pelirrojo.

Alcé mis cejas sorprendida, y sonreí.

—Vaya vaya, y ¿dónde los conociste?

—En el instituto. Los conocí cuando estábamos haciendo prácticas para baloncesto. Era una actividad obligatoria, y pues ese colegio era algo estricto, así que hicimos equipo los tres, y desde ahí somos amigos... De hecho, cuando yo regrese aquí, ellos me vinieron a visitar.

—Wow, me alegra que los tengas como amigos. Me gustaría conocerlos algún día — exclamé sorprendida.

—Lo harás, son mis amigos, seguro se llevarán bien. Y creo que tienen en común, por qué así como Adam jamás se separa de ti, Adrien jamás se separa de Jasper, y además son amigos desde la infancia —explicó, mientras trataba de sujetar a gomita.

Amigos desde la infancia... Es hermoso eso.

— Desde el instituto... Entonces los conoces desde ahí, es una maravilla, la verdad es que si estaría encantada de conocerlos.

Y si que tenía ganas. Seguramente Adam y yo nos llevaremos bien con ellos, y podremos ver feliz a Elliot por tenernos ahí.

—Yo se que si, ¿Y sabes? Si los tuviera a todos ustedes juntos... Sería increíble.

—Lo sé Elliot — susurré.

Era hermoso ese chico, Elliot lo era. Me alegraba que la menos conservará a sus dos amigos. Me alegraba mucho.

Pasamos por el pequeño parque, y después dimos la vuelta. Ahí estuvimos conversando y riendo sobre sus anécdotas, eso hasta que se hizo tarde. Entonces, Elliot me invitó a cenar, y a tomar un chocolate caliente.

Por supuesto que acepte, y regresamos a casa. Ya había llegado Amanda, ya que estaba arreglando unos asuntos familiares.

Ahí estaba Elián, el hermano mayor de Elliot.

—Hola Nessa... ¿Cómo sigue tu pierna? —preguntó sonriente.

—Preguntas eso después de un mes, actualiza tu vida, tonto — respondió Elliot, haciendo una mueca.

— No te he preguntado a ti, sopenco —replicó Elian.

—Y yo no te he preguntado, si me has preguntado a mí, garrapata —alegó el pelinegro.

Y asi siguieron por unos segundos más. La verdad es que tenían parecido, mucho, pero Elliot tenía facciones más varoniles, y tenía el cabello negro, en cambio Elian, era castaño, y de facciones un poco más finas que el primero.

—Niños, dejen de pelear —pidió Amanda, quién los miraba con reproche.

Elliot, y Elian hicieron una mueca similar.

Reí, y solo pude mover la cabeza.

—Estoy bien, de hecho no recordaba ya ese incidente —respondí con una sonrisa.

—Ah mira, pues me alegro mucho Nessa — contesto Elian guiñando uno de sus ojos grises.

Al verlos, note que los de Elian eran un poco más claros, y los de Elliot, eran oscuros y profundos.

—Como sea, iré a cambiarme — dijo Elliot, extendiendo su mano, hacia Amanda, quién lo llevo a su habitación.

Me quedé sola con Elian, mientras el tecleaba algo en su celular.

—Y bien, cuñada... ¿Cómo te ha ido últimamente? —preguntó con una gran sonrisa.

¿Cuñada?

Por algún motivo, me sonroje.

—Me ha ido bien, ya han empezado las vacaciones, así que si, supongo debo disfrutar esto — contesté alzándome de hombros.

—Me parece bien, y si algún día quieres ir a un antro, no dudes en llamarme, que juro que necesito cerveza — dijo Elian dejándose caer en el mesón.

—Vamos, seguro te llevo, y te pago un privado con alguna chica linda —bromee, y enseguida sus ojos se iluminaron.

—Serás la mejor cuñada del mundo si haces eso — hizo un gesto dramático.

Empezamos a reír, y en ese momento entro Elliot a la cocina, guiándose por el hombro de Amanda.

— ¿Y cuáles son las causas de risas, eh? —preguntó el pelinegro alzando una ceja.

Elian tomó un trago a su agua, y se giro hacia él.

—Pasa, que mi cuñada es la mejor de todo el mundo —miré a Elliot, pensando que lo negaría o algo así, pero solo esbozo una sonrisa, y se quedó callado —En fin, debo irme a casa, cuídate hermanito... Y tú también Nessita — Elian me lanzó un beso, y luego le beso la mejilla a su hermano para así irse.

Sonreí por ellos dos, y luego note como Amanda nos daba una que otra miradita.

—Cielo... —llamó Amanda —¿Quieres quedarte a cenar? Hice la cena, y si se te hace tarde, puedes quedarte a dormir —sugirió la señora, con una de sus sonrisas cálidas.

Me quedé unos segundos en silencio, pero en cuanto iba a hablar, Elliot me interrumpió.

— Si, no digas que no, o me enojare... Quédate por hoy — susurró.

Lo miré perpleja, y después agaché la mirada, ya roja de la vergüenza.

—Si, sólo... Le avisaré a mamá.

La señora Amanda sonrió alegre, y comenzó a servir la cena. Elliot por su parte, comenzó a hablarme de como eran sus tiempos en el instituto, y cómo era su amistad con Jasper y Adrien.

Así se nos pasó la noche. Al final, le hable por teléfono a mamá, diciéndole que me quedaría en casa de Elliot, lo cual la emocionó.

Cualquier madre se habría indignado por eso, pero la mía, solo estaba feliz cuando le decía algo parecido.

Elliot y yo subimos a la habitación, el ya se había duchado, y ya tenía su pijama puesto, que solo eran unos shorts de algodón negros, y su camisa blanca. Yo me metí a una ducha, y use la ropa que anteriormente me había prestado.

Nos metimos a la cama, y comenzamos a escuchar todas las canciones que el quería.

Me pareció nostálgica la canción 505 de Arctic Monkeys, y me encantó la canción Arabella.

Hubo más canciones, pero esas fueron mis favoritas en específico.

Al final nos dimos cuenta que ya eran la una de la mañana, y decidimos dormirnos.

—Como me tumbes de la cama, juro que no me volverás a ver —dijo Elliot arrugando sus cejas.

—Pero si yo no haría eso —respondí soltando una risa —Yo soy quien se debería preocupar.

—La intrusa en mi cama eres tú, así que no me vayas a manosear, o algo por el estilo.

Reí y le di un empujoncito.

—¡Eso es como una sugerencia! — repliqué

—¡No es verdad!

Así estuvimos por unos cuantos minutos, hasta que dejamos de hablar, para quedarnos callados, y abrazos en el mismo lugar.

Dormir así, era como estar en las nubes...

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