Inked Knockout

By SandyDayDreamer

175K 14.6K 19.5K

Una noche con amigas, un desvío, un callejón solitario. Un plan genial, ¿no? Por si fuera poco con la desastr... More

1.- Cavernícolas y Soju.
2.- Reina de corazones
3.- Adivinanzas
4.- Un pasito atrás
5.- X
6.- Abierto hasta... ¿el amanecer?
7.- Switch Stance
8.- Tíos malos; encuentros peores
9.- De boca en boca y tiro porque me toca
10.- Proposiciones (in)decentes.
11.- Sparring
12.- Juicio y Sentencia
14.- Promesas de tinta roja.
15.- Side Control.
16.- Ley de Gravitación Universal.
17.- Creciente menguante.
18.- Ensoñaciones.
19.- Jab
20.- Encuentros en la tercera clase.
21.- De treinta a cuatro mil ochenta.
22.- Rendición.
23.- Takedown.
24.- Dos a dos.
25.- Muros, paredes y grietas.
26.- Déjame entrar.
27.- Half guard.
28.- ¿Pasado o presente?

13.- El poder de Rosita

5.1K 537 871
By SandyDayDreamer

No debería estar nerviosa, pero es más que obvio que lo estoy. No debería haber pedido vino, pero ahí viene el camarero con la botella. No debería haberme esmerado tanto en arreglarme, pero casi no siento los párpados de la cantidad de maquillaje que llevo. No debería haber quedado con Yoongi... y ahí delante está el muy cabrón; encima, no creo que se haya creado nada tan erótico en este universo como la combinación de traje, camisa blanca y tatuajes asomando por el cuello que veo ahora ante mis ojos.

—Bueno, el tema de las apuestas es lo de menos para los luchadores —continúa explicando después de que el camarero se vaya—, ellos no sacan nada más que una pequeña comisión por parte de su patrocinador, y suele ser una miseria comparado con lo que ganamos nosotros, no te voy a mentir.

—Mmmm... ¿Y por qué luchan? —sigo indagando, más curiosa de lo que me gustaría.

—Yo qué coño sé... ¿Les gusta el dolor? ¿Traumas familiares? ¿Quieren perder las pocas neuronas que ya de por sí tienen? Eso lo sabrán ellos.

—No, capullo —repongo con una sonrisa; las formas bruscas de Yoongi siempre consiguen divertirme—, me refiero a qué ganan luchando; a ver, aparte del combate, que eso es obvio.

—Ah, pues hay una liga; se divide en categorías, que van por pesos, y hay femenina y masculina. Aunque sea clandestina está muy bien organizada.

¿Estará el coloso metido en esa liga? Supongo que sí, pero no estoy segura. Y tampoco le puedo preguntar; mejor no nombrar a otro tío delante de Yoongi para que no corra la misma suerte que el pobre Jimin.

—¿Quién la organiza?

—Pues... la organización —murmura resabido.

—¿Y quiénes, exactamente, forman la organización?

—Eso sí que no puedo decírtelo, Sonie. Ni aunque tuviera todos los nombres de la lista de empresas metidas en el ajo te lo diría.

—Vale, puedo entenderlo —acepto, dejando que mi espalda se apoye sobre la silla; estaba muy inclinada hacia delante mientras Yoongi hablaba y no me he dado ni cuenta—. ¿Y esa liga...?

—Korean fighting championship en inglés; básicamente es una plataforma que usa mucha gente de bajos recursos para poder entrar en ligas oficiales y regladas... Se hacen famosos aquí y, con suerte, talento y nada de lesiones graves, llegan a ser profesionales. Con muchísima suerte... Hay demasiados luchadores y demasiados combates como para que lleguen a dedicarse a esto, pero, si son buenos, pueden sacarse una buena pasta hasta que les dejen tocados de por vida.

—O sea... que las siglas son... ka, efe, ce —musito, conteniéndome para no romper a reír.

—Sí, Sonie... Sí que lo son —suspira el chico, entornando los ojos al ver mi cara de concentración absoluta—. Ríete ya si quieres, que pones una cara muy fea cuando te fuerzas a estar seria.

—Fea tu tía —mascullo, pero claro... ya me estoy riendo. Es que es ridículo, no me jodas—. ¿Y entre combate y combate qué os gusta más? ¿Muslo o pechuga? —Tengo que hacer una pausa para soltar la risa, porque sino reviento—. ¿S-sois más de puré o de patatas fritas?

—Échalo todo, sí... mejor que te desahogues —ronronea, completamente ajeno al escándalo que estoy formando al partirme de risa en este restaurante tan pijo.

Me paso más tiempo del que me gustaría con el ataque de risa, y solo lo dejo porque me empiezan a doler las costillas de tanto reírme. Y aún con punzadas criminales atacándome ambos costados, sigo con una risilla tonta que me cuesta parar del todo.

—¿Ya he respondido satisfactoriamente a todas tus dudas? —inquiere el chico. Parece que mi ataque de risa no le ha molestado ni un poco, porque ahora muestra su cara neutra más amable; cosa que es muy difícil de conseguir. Lo digo por experiencia.

—Seh, supongo... Aunque tengo otra —añado al caer de repente—: ¿cuando te ibas durante semanas...?

—Era por esto, sí; de vez en cuando hay que moverse de ciudad por eventos y ligas, e incluso para hacer de oteador en otras ciudades.

—¿Oteador?

—Voy a combates, veo a los luchadores y si me gusta alguno le hago una oferta —aclara tranquilamente.

Entiendo mucho mejor todo esto ahora que Yoongi me lo ha explicado detalladamente y por fascículos. Seguro que todavía hay muchas cosas que no sé, pero al menos ahora soy capaz de comprender en qué se basa a grandes rasgos toda esa locura de reventarse unos a otros... Cosa que, por otro lado, no me cabe en la cabeza que hagan, por mucho que Yoongi me ayude entender lo demás. No me gusta la sangre, los golpes, el sufrimiento por el que pasan... No lo entiendo y no sería algo que yo viese por placer o afición, porque es una brutalidad. Sin embargo... el coloso parece disfrutarlo de una manera extraña. Le gusta ver los combates y supongo que le gustará combatir también, ¿y por qué? Ni la más remota idea de lo que pasa en la cabeza de ese chico.

Tras beberse la copa de vino tinto, Yoongi ofrece llenarme la mía al levantar la botella, cosa que rechazo sin dudar (mejor mantener la mente despejada con él) y acaba rellenando únicamente la suya. Hace bastante rato que hemos terminado de comer, pero como estamos charlando, sigue y sigue pidiendo vino; le suelta la lengua, así que me viene bien.

—A veces también nos llevamos a los luchadores a otras ciudades... A los novatillos, sobre todo, para poner a prueba la sangre fresca —expone, levantando la vista de su copa para clavar sus afilados ojos en mí—. Podría llevarme a tu amigo Park para ver de qué pasta está hecho...

—¿Otra vez con esa gilipollez? —masco, perdiendo todo ápice del tranquilo momento que vivíamos por culpa de lo imbécil que puede llegar a ser—. Ya te he dicho que Jimin y yo no tenemos nada; deja de joderle por tus mierdas de niñato caprichoso.

—Era una broma...

—Joder, sí que estás bromista hoy —gruño con sarcasmo, rodando los ojos ante la sonrisilla de dientes pequeños con la que Yoongi me ataca.

—Ya te he dicho que le voy a levantar el veto y le voy a dejar tranquilo, deja de tomarte tan a pecho lo que diga de ese chaval; reconozco que se me fue la cabeza cuando le vi contigo, que me pasé... Pero le vi ahí comiéndote la boca y me puse celoso, a ti también te habría pasado —me recrimina, con toda la cara dura del mundo.

—¿Tienes los santos cojones de ponerte celoso? ¿En serio? —pregunto muy muy agudo para expresar la ironía de lo que acaba de decir—. Yo por lo menos me lío con tíos una vez lo he dejado contigo y no durante.

—Soy consciente de eso, ¿vale? Y lo siento... Siento mucho lo que viste ese día.

Es la primera vez que Yoongi se disculpa por eso; en realidad, es la primera vez que se disculpa conmigo en general, y mira que ha tenido ocasiones para pronunciar esas mismas palabras: cuando me dejaba tirada sin explicaciones, cuando no me contestaba a las llamadas, cuando se tiraba a otras a mis espaldas. Muchas, muchísimas ocasiones para hacerlo ha tenido.

Me cuesta procesar lo que acaba de pasar; su disculpa se me atraganta y se queda medio atascada en mi pecho. No tengo muy claro si debería creerle, o si debería perdonarle en absoluto. Lo que sí que puedo es aceptarla, me sirva o no... y eso hago, asintiendo lentamente con la cabeza.

—¿Sientes que yo lo viese? ¿O sientes haberlo hecho? —cuestiono con un poco de soberbia que no puedo evitar expresar.

—Si no lo hubiera hecho, no lo habrías visto.

—¿Y eso qué quiere decir?

—Que, de poder volver a ese momento, no lo volvería a hacer —asegura seriamente.

—Mira... me da igual todo ese rollo, ya hace mucho de eso y me la suda —mastico, sin estar completamente segura de si digo la verdad o no—; ahora solo me interesa esa mierda del veto y...

—¿Otra vez? —me interrumpe exasperado—. Que sí, por tercera vez: te doy mi palabra de que no voy a joder más a Park Jimin. En realidad me daba lástima haberlo hecho; acaba de empezar en todo esto y tiene que estar haciendo los trabajitos de mierda que nadie quiere.

—¿Qué trabajitos? —indago como quien no quiere la cosa, bebiendo inocentemente de la copa.

—La basura más baja en toda la pirámide de mierda que hay dentro de la organización; extorsiones, alejar a los fisgones, cobrar deudas de juego...

—¿Perseguir a gente que se entera accidentalmente del negocio entra en la clasificación? —pregunto sin querer.

Yoongi parece caer por mi culpa en la manera en que conocí a Park Jimin, y creo que le hace gracia descubrirlo, porque suelta una risa medio apagada directamente dentro de la copa de vino.

—Ya hay que tener mala suerte, Sonie... Viniendo de ti no me extraña, pero aun así...

O sea que, según Yoongi, Jimin (y el coloso también, supongo) se dedica a hacer los trabajos que nadie quiere y que a nadie le importan. Por esa misma razón el trabajito de perseguirnos a mí y a mis amigas recayó sobre esos dos chicos. Me da un poco de pena dicho así.

—Ya ves, sigo con la misma suerte de mierda de siempre. Debí nacer un martes trece o algo.

—Si naciste a día treinta —repone sonriente.

—¿Te acuerdas del día de mi cumpleaños?

—Claro, ¿cómo no me iba a acordar? —suelta como si hubiera dicho una locura—. ¿No te acuerdas tú de tu último cumpleaños? —Asiento, frunciendo los labios cuando todo aquel día horrible se me viene a la memoria. Yoongi debe estar pensando en eso también; le encanta reírse a sus anchas del ridículo espantoso que hice—. Nunca quieres hacer nada conmigo, dijiste, ¿por qué no hacemos una ruta de senderismo o algo así? —pregunta, imitando mi voz; porque claro, son palabras mías...

—Para con eso, en serio, me voy a cabrear —le amenazo, roja de pura vergüenza.

—La señorita quería una ruta de senderismo y a una ruta de senderismo fuimos. Todo para que a los veinte minutos, la señorita se saliese de la ruta para perseguir a un conejo, se perdiese y tuviesen que venir los del cuerpo de rescate porque empezó a llover a mares y no dábamos con ella.

—¡Te llame a gritos! —repongo cabreada, dando un golpe sobre la mesa que hace que Yoongi rompa a reír.

—¿Y dónde te escondiste mientras había una tormenta de mil pares de narices?

—Debajo de un árbol —musito avergonzada.

—Esa es mi chica: refugiándose de los rayos en un árbol, siendo rescatada y acabando la noche en urgencias por principio de hipotermia; qué gran cumpleaños, ¿eh? —se burla sonriente—. Porque claro, mi plan de ir a cenar a un restaurante y después a un hotel era muy... ¿Cómo dijiste?

—Típico —suspiro asqueada por mi existencia.

—¡Típico! Eeeeeso era —asiente con satisfacción—. Por lo menos no te aburriste, ¿no?

—No, qué va, fue genial pasar cinco horas dando vueltas por la montaña completamente sola sin poder encontrar la ruta, ni a ti... Ni al puto conejo.

—¿Te creías Alicia? ¿Pudiste tomar el té con el sombrerero loco? ¿Y qué tal la fiesta de no cumpleaños? ¿Se cabrearon cuando les dijiste que sí que era tu cumpleaños?

Y tras esa pregunta, el muy mezquino rompe a reír. Ni que decir tiene que le encanta esa historia, le fascina, le flipa recordarme el desastre de persona que soy. Es una cosa que le vuelve loco.

—Bueno ya está bien —mascullo, cruzada de brazos mientras Yoongi está resplandeciente de felicidad.

—Nunca me he aburrido contigo —declara una vez para de reír, y solo... se queda mirándome—, de verdad: nunca. Lo echo de menos.

—¿No estar aburrido? —pregunto con desdén. Yoongi niega con la cabeza de inmediato.

—Te echo de menos a ti.

Me he quejado de mis amigas más veces de las que pueda recordar, pero me vendría muy bien que estuvieran presentes ahora mismo para alejarme a rastras de aquí; soy perfectamente consciente que no voy a poder hacerlo yo sola... Ya es tarde. He permitido que Yoongi me atraiga a él como si fuera una luz muy brillante y yo solo una polilla desamparada y gilipollas, y no sé cómo alejarme de algo que me llama a gritos.

Pienso en todo lo malo que me traería plantearme siquiera lo de volver a lo que teníamos; intento que el recuerdo del dolor que pasé cuando le vi con esa tía vuelva a mí, pero no lo consigo, porque solo veo la manera en que me mira ahora; en que se inclina sobre la mesa, con los codos clavados en ella y las manos cubriendo la sonrisa que sé que esboza; en cómo sus ojos se vuelven más tiernos y redondeados por culpa de ella; y en la mano que recorre su hombro y va a parar a su pecho... ¿Eh?

Tengo que parpadear unas quince veces para pillar que esa mano no es de Yoongi ni mía, es de una tía. Una que, con todo el descaro del mundo (a pesar de que el chico al que se dirige esté cenando conmigo), le toquetea el pecho y se agacha para susurrarle algo al oído con una gigantesca sonrisa en los labios, una parecida a la que Yoongi tenía y que se le va de repente en cuanto me ve la cara.

Si se le ha acercado así mientras está cenando conmigo... es claramente porque no soy la primera a la que Yoongi trae aquí para "ablandar". La manera en que le mira, en que le toca... Lo han hecho; me juego el cuello a que esos dos han follado.

Espero pacientemente hasta que la chica le diga lo que haya venido a decirle. Y observo que aquí mi acompañante le dice algo de vuelta que hace que la tía me mire, suelte una sonrisa de prepotencia y se pire por donde ha venido.

Un ronda de aplausos en honor a lo pedazo de gilipollas autodestructiva que eres, Sonje.

¡Bravo!

¡No las hay más tontas que tú!

¡Fiera!

¡Casi te la mete doblada otra vez y tú encantada!

—Sonie...

—Uuuuui, no —le corto de inmediato—. No, no, no... ni lo intentes —masco muy rápido, levantándome del asiento—. Lo que había venido a hacer aquí ya está hecho, así que es hora de que me retire del campo de minas que es estar contigo, no vaya a ser que me acerque demasiado a una y me explote en la cara.

—¿Qué dices de minas? Sonie... —me llama en cuanto me alejo un poco.

—Que si hago lo que no debo vas a volver a joderme —explico, riéndome y todo de lo imbécil que puedo llegar a ser—, y estoy perfeeeectamente bien sin que lo hagas otra vez, gracias. Ah, y si me echas de menos otra vez, cáscatela, que seguro que se te pasa.

Acabo saliendo del restaurante entre cabreada y divertida; ya es que no sé ni cómo sentirme.

Hye y Misu tienen razón: me gustan los golfos, cuanto más golfo, más me gusta. Y claro, normal que esté que no cago con mi ex.

Que no es ni tu ex, gilipollas.

Al cabo de un rato dando vueltas por unas calles que no me suenan (Yoongi me ha traído porque está cerca de su trabajo), acabo rindiéndome y cojo mi móvil para llamar a Misu, a ver si suena la flauta y puede venir a recogerme o algo. Son las diez y cuarto, por lo que debe haber salido del curro hace un rato, y como estoy en la otra punta de la ciudad, a lo mejor se apiada de mí y se pasa a por su amiga más desgraciada para llevarla a casa.

—Oye, Sonje, ahora mismo no puedo hablar —declara en cuanto contesta a mi llamada, en un tono muy bajo que me cuesta escuchar con todo el tráfico a mi lado.

—¿Qué? ¿Por qué no? ¿Qué haces?

—Mira... te voy a colgar y te llamo en un rato —vuelve a susurrar; noto que está nerviosa por el tonito indefenso de su voz (y porque no susurra nunca), y me paro en seco junto a un semáforo al entenderlo.

—Dime que no estás metida en una de tus investigaciones —exijo, pero no me contesta—. Vale, pues si estás investigando, dime por lo menos que no tiene nada que ver con el tema de las peleas... —Silencio profundo y absoluto—. ¡La madre que te parió, Misu!

—L-lo siento, ¿vale? Lo siento —repite todavía más bajo—. Ya te dije que no podía dejarlo, menos ahora que tengo la pista de una farmacéutica gigante que puede estar involucrada...

—¡No me cuentes nada de eso que no quiero saberlo! —exclamo, tapándome el oído libre como si sirviera de algo.

—Necesito saber quienes son y qué sacan de esto, Sonje...

—Vas a volver a meternos en la mierda, ¿eres consciente? —masco, peleándome ahora con la correa del bolso, que no se está quieta sobre mi hombro. Mi amiga murmura un "lo siento" (que no siente)—. Vamos a hacer una cosa: sal de donde quiera que estés, ven a recogerme y te cuento todo lo que sé... Hoy me he enterado de muchas cosas...

—¡¿De ver...?!

—¡Con la única condición de que no le digas palabra de nada de esto al detective! —exclamo para que le entre bien en la mollera.

El bolso acaba cayéndose al suelo, creo que es por culpa de los nervios por lo que ha pasado con Yoongi, lo que pasa con mi amiga y el temita que me persigue, que estoy hecha un flan andante. Y por si todavía no soy una candidata óptima a un tratamiento experimental de tranquilizantes, en cuanto me agacho para hacerme con el bolso, escucho un ruido muy desagradable, como una especie de acelerón y un frenazo sordo justo a mi lado.

—¿Qué pasa? ¿Sonje? ¿Estás bien? —pregunta Misu al otro lado de la línea.

—No me lo puedo creer... —musito sin ser consciente.

La moto que se para en el arcén más próximo a la acera me sonaba mucho; aunque no tanto como lo hace el que la monta, que se quita el casco para que pueda verle bien la cara de imbécil que tiene al sonreír de esa manera.

—Te he visto de lejos y me ha parecido que eras tú, ¿dónde vas tan elegante? ¿Y qué haces en esta parte de la ciudad?

—No voy a ninguna parte, vuelvo —le corrijo, rodando los ojos—. Y voy elegante porque me da la gana... ¿Qué haces tú por esta parte de la ciudad? —pregunto con el mismo tono sospechoso que él ha empleado.

—Negocios —contesta simplemente, dedicándome una sonrisilla enigmática—. ¿Te acerco a alguna parte?

—¿Con quién hablas, Sonie? —pregunta Misu, a la que casi había olvidado a estas alturas.

—Con nadie... Bueno... con el coloso —rectifico; cuando Jungkook escucha su mote se le ilumina la cara y me alza una cejita. No sé qué querrá decirme con eso, pero nada bueno, imagino.

—¿Has quedado con él o algo? —indaga mi amiga.

—No, me lo he encontrado de casualidad —respondo antes de hacer lo mismo con el coloso—. Y no quiero que me acerques, gracias, ya me voy andando.

Empiezo a caminar una vez más, mientras Misu no para de intentar descubrir qué hago yo en este barrio y qué he venido a hacer aquí. Pero no avanzo más de un metro cuando el semáforo se pone en verde y el coloso avanza muy lentamente con su moto, colocándose a mi lado otra vez. Me fijo en él y veo que tiene el casco todavía en la mano y me mira como si no entendiese para nada mi rechazo a su grandiosa oferta de llevarme en esa gigantesca e incómoda moto.

—¿Por qué no quieres que te lleve? —me pregunta el chico, sin acelerar ni un poco su marcha.

—¿Qué te dice?

—Que por qué no quiero que me lleve —contesto a la cotilla de mi amiga, ignorando a Jungkook.

—¿Que te lleve dónde?

—A mi casa, supongo —murmuro confusa por las preguntas, por las miradas de la gente (que se fijan en el chico que va pegado a la acera, persiguiéndome) y en el insistente ofrecimiento del coloso, que se repite una, y otra, y otra vez.

—Sonie, a este paso llegamos a tu casa igual, así que móntate aquí conmigo, venga...

Le miro de reojo, con ojos asesinos, pero no pilla que estoy ignorándole a posta.

—¿Dónde quiere que te montes?

—Joder... —exhalo desesperada—. Misu, te tengo que dejar; te llamo luego.

—Espera, no vayas a colgar sin decirme dónde quiere que...

Bloqueo el móvil y lo guardo en el bolso, muy agobiada por todo en general; ya le daré explicaciones a mi amiga cuando llegue a mi casa, pero ahora debo usar todo mi poder de concentración para hacer como que el coloso no existe... y no está persiguiéndome.

—Me voy a ganar una multa si sigo sin el casco detrás tuya —me hace saber con tono molesto.

—Pues ponte el casco, pisa el acelerador y pírate; fácil.

—¿Cómo quieres que pise nada? El acelerador está en el manillar —repone, soltando una risilla que me pone de los nervios.

Como veo que esto va para largo y que no piensa dejarme en paz, tengo que recurrir al único truco que tengo a mano ahora mismo: cruzo la carretera tras mirar a ambos lados y me voy a la acera de enfrente ante su cara atónita. La verdad es que me hace gracia que deje caer la mandíbula de esa forma; y ya creía que acababa de ganarle cuando, sin que me lo espere para nada, se baja de la moto, pone la patita metálica y viene hacia mí, plantándose a mi lado en unos segundos.

—¿Ya vas a volver a eso de perseguirme? —espeto ceñuda—. ¿Qué te regalan por estar jodiéndome todo el rato?

—¿Qué te pasa? ¿Por qué estás tan borde conmigo? Yo creía que nos llevábamos bien ya —me hace saber, con una cara confusa que me da algo de pena.

—No sé qué decirte sobre eso —murmuro, parando de caminar cuando se me pone delante—; no nos llevamos de ninguna forma, coloso. Me invitaste a tu combate porque te sentías culpable, y yo fui porque soy imbécil... No hay más.

—¿No hay más? —repite interrogante—. ¿Nada de nada?

—Cero —reitero con determinación, aunque no lo sienta así.

—Vale... Perfecto; como quieras.

Parece que Jungkook se ha dado por vencido finalmente; le veo alejarse calle abajo y vuelvo a caminar una vez pierdo su espalda de vista cuando cruza la carretera. ¿Me arrepiento un poco de lo que he dicho? Está claro que sí que lo hago. Pero el coloso no es un peligro solo por los círculos donde se mueve, porque tenga una profesión que me asusta, o por el simple hecho de que estar cerca suya me deje, irremediablemente, cerca de Min Yoongi de una manera extraña... El mayor peligro del coloso es el coloso en sí.

Sé que ese chico me pone a niveles exagerados, pero es otro golfo; un golfo distinto a Yoongi, pero un golfo de cualquier forma, y no me conviene ser su amiga ni tenerle cerca. Antes estaba tan centrada en eso de querer tirármelo que de no ser por el morreo que se pegó con el pegajo rubio ese, ni habría visto la clase de peligro al que me enfrentaba. Pero gracias a su actuación pude darme cuenta de que no me conviene ni un poquito volver a estar a menos de dos metros de un tío así.

Ahora camino un poco más aliviada y... decepcionada; vale que sepa que no me conviene, pero eso no hace desaparecer el hecho de que le desee lo mismo que antes. Para que se me vaya toda esta atracción voy a tener que dejar de verle durante más tiempo; hasta que el recuerdo de su espalda, de su pecho, de sus hombros, de sus brazos, de su culo y de su cara se desvanezca de mi memoria como si nunca hubiera estado ahí.

Pufff, ¿y cuándo va a ser eso?

El asa del bolso se me vuelve a resbalar, pero esta vez mis nervios no tienen nada que ver en eso, ha sido más bien por el pequeño salto que he dado hacia atrás cuando he vuelto a escuchar un acelerón fortísimo. Al mirar a la carretera veo que el culpable no es otro que... bueno, ¿para qué nombrarle? La moto cruza los cuatro carriles de la carretera y se mete en dirección contraria, directamente hacia mí. Miro asustada a mi izquierda, porque siento que en cualquier momento va a aparecer un coche y se lo va a llevar por delante, pero nada de eso pasa... y menos mal.

Me encuentro exhalando, con el corazón a trescientas pulsaciones por minuto, en cuanto las ruedas se suben a la acera en la que estoy y la gente que camina al otro lado de la carretera mira en nuestra dirección, gritando cosas que no logro oír y parándose a hacer fotos y todo. Están lo suficientemente lejos como para que no tenga que preocuparme, pero es que lo que me preocupa no es esa gente, sino el demente que tengo justo delante, que ha dejado la moto cruzando transversalmente la acera y que se quita el casco otra vez para apoyarlo sobre el depósito de gasolina y cruzarse de brazos justamente encima de él.

—Bueno, ¿qué? ¿Nos vamos ya o...?

—Pero... ¿P-pero qué problema tienes en la cabeza? ¡Que te has metido en dirección prohibida, pedazo de loco! —musito impactada, sin creerme del todo lo que acaba de hacer.

—Ya... Rosita me ha dicho que lo haga.

—¿Rosita?

—Mi niña —explica sonriente, dando una palmada sobre el manillar.

—¿La moto?

—Se llama Rosita; y cuando he vuelto sin ti me ha dicho que echaba de menos tenerte encima... No la culpo, la verdad —murmura, y parece decirlo en serio, que es peor todavía que si estuviera de coña—. ¿Te importa montarte ya y que nos vayamos a un sitio un pelííín más alejado? Hay mucha gente aquí y no quiero que me multen por lo que acabo de hacer...

—¿Q-que me monte...? ¿En Rosita? —Jungkook asiente tranquilamente y me tiende su casco negro.

Y yo... lo cojo; Dios mío... lo he cogido...

¡Y me lo pongo! ¡¿Y por qué me lo pongo?!

Peor todavía: me monto. ¡ME MONTO EN ROSITA! ¡¿Pero qué me pasa?!

—Agárrate bieeen fuerte; un par de minutitos y paro, ¿okay?

—Vale.

¡¿Pero por qué le dices que sí?!

Jungkook, a parte de estar de la olla, por lo menos no mentía; efectivamente, tras alejarnos de esa zona más transitada y plantarnos junto a un parque infantil cerrado a estas horas, detiene a... Rosita, y me mira por encima del hombro para pedirme que me baje antes de hacerlo él mismo.

Estoy extrañamente tranquila pese estar a solas con un tío que dice que su moto (que se llama Rosita) le habla. Por lo poco que sé podría descuartizarme aquí y ahora. Aunque se conforma con subir el sillín y sacar el otro casco, el mismo que me dio a mí la última vez. Me quito el que llevo pensando que quería ponérselo él; sin embargo no hace ni el amago de cogerlo, por lo que nos quedamos mirándonos a un lado de... Rosita —nada, que no puedo decirlo sin que me suene a chiste—.

—Perdona por haber insistido tanto con lo de que te vinieras conmigo y eso —declara un poco incómodo—. Tenía la sensación rara de que si me piraba no íbamos a vernos nunca más, y me ha dado un impulso raro; no suelo hacer estas cosas, te lo prometo. Soy muy legal en ese aspecto.

—¿Te ha dicho Rosita que lo hagas? —pregunto con sorna, sonriendo sin querer al pensar que debo estar igual o más loca que él por haber aceptado montarme después de la gilipollez que ha hecho.

—Rosita solo me dice cosas buenas, lo de ir en dirección contraria y montarme en la acera ha sido cosa mía, no de ella.

—Pues Rosita es más inteligente que tú entonces... —suspiro.

—Parece que sí —admite, revolviéndose la melena con una mano sin dejar de sonreír un poco avergonzado.

El momento se ha vuelto raro o tenso de un segundo a otro; supongo que por el silencio que hay aquí, o porque ninguno de los dos sabemos bien qué decir, o porque estamos tan cerca el uno del otro que los vellos se me ponen de punta...

—Tenía ganas de verte —declara, arrugando un poco la nariz.

¿Disculpa?

¿Perdón?

¿A mí?

—¿Me echabas de menos? —cuestiono, entonando una confianza que me falta por todas partes ahora mismo. Mejor hacerse la dura ante tal declaración, es autodefensa de ligones nivel uno.

—P-pues no sé... En realidad lo decía por lo que hablamos del tatuaje grande y eso; ahora tengo algo más de pasta y quiero invertirla bien —aclara, dejándome chafada completamente.

Menos mal que he dicho eso en vez de dejar claro que yo también tenía ganas de verle; hubiera quedado como una payasa...

—Mmmmm, me parece bien. Pero para eso mejor esperamos a mañana; no puedo ir al estudio ahora... —declaro, reponiéndome bastante bien del palo que me ha dado. Tengo que pensar en la pasta también, que no me viene mal.

—No pensaba llevarte al estudio.

—No tengo la tableta en mi casa, así que no puedo dibujarte nada ahí —le hago saber.

—Tampoco he dicho nada de tu casa.

—Coloso, me estás dejando muy loca ahora mismo; di lo que sea que querías y ya...

—Te quiero llevar a otro sitio; está lejos, te lo aviso, pero va a merecer la pena... ya verás —sugiere misterioso—. ¿Qué me dices? ¿Otra vuelta en Rosita?

No sé si es por él, por la moto, o por lo caliente que me pone verle montarse en ella y colocarse el casco... pero por si había alguna duda de mis intenciones, me monto detrás de él y me pego todo lo que puedo a su espalda. Con tal de que no me lleve a ninguna ruta de senderismo, sé que estaré bien.

¿Y qué pasaba con eso de no acercarte a golfos?

Supongo que puedo jugármela otra vez, aunque sea solo una más.




---

Hellou, amouresss.

Lo primero que tengo que decir es: Rosita best girl ever. Lo segundo, ¿qué os ha parecido cómo ha actuado el Yoongito durante la "reunión" con Sonje? ¿Quedan ahora más claros los temas referentes a esa liga que ha mencionado o siguen habiendo incógnitas?

Y por supuesto tengo que preguntaros otra cosita... ¿Qué os ha parecido la aparición estelar del coloso y Rosita? ¿Por qué habrá hecho esa locura de cruzar la calle a toda hostia para llegar a Sonje? La verdad es que me podría pegar treinta párrafos haciendo preguntas solamente, pero hago otra y me doy por satisfecha; ¿dónde creéis que la lleva Jk?

Sé que me estoy tomando mi tiempo para ir actualizando esta historia, al igual que con Erase Me, pero cuando llevaba un ritmo semanal estable igualmente seguía recibiendo quejas. Además de que ando bastante ocupada desde hace unos meses por culpa de mil obligaciones que estoy llevando adelante, así que os pido un poquitito de paciencia en lo que respecta a las actualizaciones, amores.

Por supuesto que seguiré con las historias, pero a un ritmo que sea llevadero para mí, porque también hay veces en las que no me apetece mucho pasarme por aquí a causa de ciertos aspectos negativos que he comentado alguna que otra vez.

En fin, no me enrollo más y os dejo hasta prontito, amores.

Py!

---

Continue Reading

You'll Also Like

847K 45.6K 147
One shots de famosas Pueden pedir la famosa y la trama que quieran! ♡ Aquí hacemos realidad tus más oscuras fantasías ☻️
194K 22K 37
En donde Emma Larusso y Robby Keene sufren por lo mismo, la ausencia de una verdadera figura paterna.
388K 9.8K 43
la tipica historia de universos viendo otros universos atraves de pantallas flotantes que aparecerán en sus mundos aunque también agregare otras cosa...
530K 12.4K 43
﹝🐍﹞ ── Traducciones de historias sobre los Slytherin Boys