Después de una media hora, por fin habíamos llegado al bosque. Realmente no era tan grande, pero si habitaba uno que otro animalito. Así que era normal, si por ahí nos encontrábamos conejos, venados, o incluso zorros pequeños.
—Las mesas que hay en el bosque, son tan grandes, que dan ganas de dormirse ahí — musito Adam, mientras preparaba la mesa.
— Si, bueno, tu siempre quieres dormir por dónde sea — respondí con una mueca.
—Muy graciosa pelos de Zanahoria — replicó Adam con los ojos entrecerrados.
Elliot a mi lado soltó una risita. Lo tenía de la mano, dando un "paseo" alrededor de la mesa en la que estábamos. Había ramas por doquier, y muchas flores de todos los colores.
—Oye Ness.
Llamó el pelinegro con una sonrisa en sus labios.
—Mande — respondí, mirándolo fijamente.
Sus labios se engancharon, y pronto formó una sonrisa... ¿Pícara?. Cómo yo lo tenía de la mano, Elliot solo jaló de ellas, y me pego por completo a él.
Con una de sus manos, tomó mi cintura, y después está subió por toda mi espalda. Su rostro se hundió en mi cuello, y se quedó así unos segundos.
Por mi parte, obviamente, estaba toda roja, que parecía tomate.
¡Es la tercera vez que Elliot me abraza!
No tarde mucho en devolverle el abrazo, y sentir como todo mi ser quedaba tranquilo cada que el me rodeaba con sus brazos.
—Gracias por salvarme...
Su voz tan solo fue un susurró. Demostraba tristeza, y cuánto sentimiento estuviera sintiendo ahora. Sólo sentí como mi pecho subía y bajaba. Elliot estaba pasando por mucho, y acaba de decir prácticamente, que yo lo salve.
Agache la mirada, y sólo me pegué a su pecho, cerrando los ojos, disfrutando el momento.
Pero de la nada, se me ocurrió abrirlos, para mirar dirección a Adam, quién estaba sentado en la banca, acariciando un conejo en sus piernas, mirandonos con una sonrisa amplía.
¡¿De dónde saco ese conejo?!
Da igual, Adam parecía un tipo de la mafia, con esa acción.
Sonreí, y negué con la cabeza. En ese momento, un auto se escuchó a lo lejos, estacionarse. Elliot al parecer también lo escucho, por qué me soltó, y frunció las cejas.
Cuando me asome por el camino donde habíamos venido, vi el rostro de Shace.
En cuanto me vió, me dirigió una sonrisa. Caminé hasta él, y le di un abrazo, de esos tamaño osos, donde el de ojos azules, me levanto del suelo, y movió de un lado a otro.
—Pero si es la niña más linda del mundo —exclamó.
—Esa soy yo —dije sonriente.
Shace me bajo, y miró al frente.
—¿Dónde está Adam? — pregunto.
— Está con Elliot, ayudándolo.
Shace se detuvo un momento, pero después siguió el camino. Su sonrisa se desvaneció, y eso se me hizo extraño.
—Chicos, ha llegado Shace — anuncié.
Adam levantó la vista, y después brinco.
—¡Gojo! ¡Llegaste! —grito con fuerza.
Shace solo negó con la cabeza sonriendo, y después le saludo.
Cuando tomé asiento, Elliot estaba a mi lado, con las manos en la mesa, jugando con ellas, y el rostro agachado.
Lo miré preocupada, pero antes de decirle algo, Shace se acercó a él, y le dió una palmadita delicada a su hombro.
—Hola Elliot —saludó Shace mientras lo veía con una sonrisa leve.
—Hey, Shace —musitó el pelinegro.
¿Qué rayos pasaba aquí? ¿Cómo es que el ambiente se volvió tenso?
Adam me hizo una seña para comenzar a preparar todo, hice caso, y comenzamos a sacar la comida de la cesta. Adam y yo reíamos de lo que paso en la mañana para poder preparar todo. Todo estaba bien de hecho.
—Shace, quiero hablar contigo, vamos a otro lugar.
Todos miramos a Elliot, quién de la nada habló, después de estar callado todo el tiempo. Shace lo miró, y se levantó de su asiento.
—Vamos entonces.
Shace lo tomó del brazo, y Elliot se levantó junto a él.
—Chicos, ¿Seguros que quieren ir...
—Todo bien Adam, sigan en lo suyo, no tardamos —interrumpió el de ojos azules, al castaño.
Adam y yo los miramos irse, y perderse entré los árboles. Después nos miramos mutuamente, e hicimos un círculo confidencial, cuando claramente nadie podía escucharnos, pero sin dudas era la costumbre.
—¿Que crees que haya pasado? ¿Alguna hipótesis? —preguntó Adam con los ojos entrecerrados.
—El ambiente se tenso, en cuanto esos dos se juntaron... ¿Que habrá pasado?
—Presiento una mala sensación —musito.
Dejamos de hacer nuestro círculo confidencial, para ahora centrarnos en el venado que nos veía fijamente.
Adam, y yo lo veíamos con la cara de estúpidos, pero lo que más llamo nuestra atención, fue que el venado nos veía con enojo.
—Ne-Nessa —tartamudeo Adam — ¿Estará enojado?.
Tragué saliva, y miré al venado perpleja.
— No lo sé... Pe-pero... Se ve un poquito — mi voz temblaba, al igual que mis piernas.
Pronto el venado comenzó a acercarse a nosotros de poco en poco, y Adam y yo solo nos agarramos de las manos.
—Si nos ataca... Juró que me faltará continente para correr — soltó Adam ya sudando.
—Si nos ataca... Estoy segura que por primera vez haré ejercicio en mi vida — dije nerviosa.
Adam y yo temblabamos, nuestras piernas también, todo nosotros lo hacía.
Y entonces... El venado se echó sobre nosotros.
— ¡AAAAAHHHHHHHHHHHHH!
— el gritó de Adam me hizo reaccionar, y a echarme a correr.
—¡CORRE ADAM, CORRE! — grité corriendo al rededor.
—¡NO NECESITO QUE LO DIGAS! — replicó el castaño, corriendo con los brazos alzados.
El venado se fue tras de mí, y yo simplemente sentí como mis ojos se salían de órbita, y como mis piernas echaron a correr por si solas, al estilo Flash.
—¡NO ME PERSIGAS A MI! ¡PERSIGUE A ADAM! — grité asustada, corriendo de un lado a otro, evitando que el animal me alcanzará aún que sea un poco.
—¡MALDITA, NO DIGAS ESO! —Adam comenzó a sollozar, y como si fuera por acto de lo que dije, el venado comenzó a perseguirlo a él.
Los dos estábamos corriendo de un lado a otro, alrededor de todo. Entonces, Adam y yo chocamos, pegandonos en la frente, cayendo al suelo de culo.
Ambos hicimos gestos de dolor, pero al parecer no nos importó en ese momento, ya que sólo nos centramos en el venado que se acercaba a nosotros ya cabreado.
—¡Nessa, quiero decirte que... Yo una vez use un sostén tuyo! —sollozo Adam confesando.
Lo miré horrorizada, y después volví a mirar a animal.
—¡Y yo confieso que... Yo fuí quién le puso ese laxante a tu café! —Adam se giro hacia mí, con una mueca de confusión —¡Te comiste mis pastelitos, era justo! —replique.
Adam tragó saliva, y solo nos abrazamos mientras veíamos como el venado se acercaba más y más.
—¡Hey, ¿Que ocurre aquí?!
Shace llegó, y sentimos como la salvación nos hizo abrir los ojos.
—¡Gojo, salvanos! —grite Adam, ya en lágrimas.
Shace hizo una mueca en cuanto vió el venado, y entonces miré tras él. Estaba Elliot con el ceño fruncido sin saber que hacer.
El venado arrastró su pata, y se puso en posición de ataque hacia el pelinegro.
¡Oh no, donde lo toqué lo hago barbacoa!
El venado se lanzó sobre Elliot. No sé cómo rayos llegué de mi lugar, hasta donde estaba el pelinegro, pero solo lo pude jalar hacia mí en un gesto de protección. El animal se estampó contra el árbol que estaba ahí, y se atonto.
Shace aprovecho eso, y tomó una vara gruesa del suelo, y amenazó con eso al venado, quién salió despavorido al vernos a todos reunidos.
Adam se llevó una mano al pecho, y se dejó caer al suelo dramáticamente. Elliot estaba a un lado mío, confundido por todo, en el suelo, junto a mí, donde todavía lo abrazaba.
Shace dejó caer la vara, y se giro hacia nosotros, dándonos una cara de: "¿Que mierda paso aquí?"
—¡SHACE! ¡GOJO! ME HAS SALVADO — gritó Adam desde su lugar, aún tirado en el suelo llorando.
—¡¿Pero que pasó?! — preguntó el se ojos azules preocupado.
—Ese maldito Bambi nos atacó de la nada, eso en cuanto ustedes se fueron — expliqué, levantandome del suelo, ayudando a Elliot.
—¿Los atacó de la nada? —preguntó Elliot.
—Si, exacto, solo estábamos hablando, y de la nada esa cosa llegó para corretearnos por doquiera — respondí agitada.
— Espero no les haya hecho nada más, por qué... ¡Adam! ¡Deja de comer! —reprocho Shace.
Adam tenía en la boca ya todos los pastelitos, lleno de chocolate.
—¡¿Qué?! ¡Se me bajo la presión! ¡Lo necesito! —alegó el castaño.
Shace fue directo hacia Adam para jalonear la comida, y ambos comenzaron a pelear.
Iba a acercarme, pero Elliot aún me tenía de la mano, y no quizó soltarme.
Lo miré confundida, y noté que sus mejillas estaban pálidas.
—Elliot, que ha...
—Quiero que pasemos más tiempo de ahora en adelante porfavor.
La petición del chico me hizo abrir mis labios lentamente, mientras procesaba todo.
Claro que quiero...
Era tanta mi emoción, que sólo lo tomé del rostro y plante un beso en su mejilla. Elliot se sonrojó, y sonrió.
—Ness, harás que me sonroje — susurró. Pero obviamente ya estaba hecho un tomate.
Reí, y solo pude sentirme aliviada.
—Oye, vamos a comer, que Adam se acabará lo que he preparado.
Elliot asintió, y sólo pude guiarlo hasta la mesa, donde ahora Shace lo tenía agarrado de la oreja, reprochandole que debía ser considerado y dejar comida para los demás.
Así se pasó la tarde. En el picnic. Comiendo, hablando sobre lo que sea, y burlandonos de como Adam había gritado como niña.
Al final, quedamos ahí sentados en el césped, viendo el cielo.
Si esto era la vida, yo quería vivirla a su lado.