THANTOPHOBIA; James Potter

Por prongs_girl

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❝Tipo de ansiedad que tiene que ver con el miedo a la muerte, el proceso de morir o perder a un ser querido.❞... Más

𝐈𝐍𝐓𝐑𝐎𝐃𝐔𝐂𝐂𝐈𝐎𝐍
𝐀𝐂𝐋𝐀𝐑𝐀𝐂𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒:
𝐂𝐀𝐒𝐓
𝐏𝐋𝐀𝐘𝐋𝐈𝐒𝐓:
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| 𝟲𝟬 |
AGRADECIMIENTOS Y EXPLICACIÓN.
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟭
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟮
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟯
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟰
𝗙𝗜𝗡𝗔𝗟 𝗔𝗟𝗧𝗘𝗥𝗡𝗔𝗧𝗜𝗩𝗢
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟱
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟲
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟳

| 𝟰𝟱 |

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Por prongs_girl

Las calles de Londres estaban desiertas, el clima era bastante cálido y la noche estaba ligeramente nublada.

Era el cinco de Noviembre, y se encontraban en una misión con la Órden.

Alexandra miró preocupada a James al notar que un hechizo había pasado muy cerca de su cuerpo, pero como era de esperar, él lo repelió con facilidad.

Suspiró y devolvió su vista al frente, pero una sensación de incertidumbre la invadió al ver que la mayoría de los mortífagos se habían corrido hacia un costado, algunos incluso se enfocaron en otros integrantes.

–No puede ser. –susurró impactada.

Un frío recorrió su espina dorsal, causando un estremecimiento bastante notorio. Su boca se secó, y sin saberlo había dejado de oír todo lo que ocurría a su alrededor.

El mismísimo Voldemort se encontraba frente a ellos.

Pestañeó repetidamente intentando salir del shock que tenía. Necesitaba reaccionar, y lo sabía.

Era aterrador.

Estaba parado enfrente del matrimonio, sonriendo de forma espeluznante y dejando a la vista su dentadura chueca y ligeramente oscura. Su piel era extremadamente blanca, esto lo único que lograba era dejar en mayor evidencia sus ojos rojos.

Sus ojos daban pánico. Eran rojos, brillantes y profundos, casi hipnotizantes.

–¡Lex!

Un apretón en su brazo derecho la hizo reaccionar. Miró a James, que se encontraba a su lado listo para luchar, estaba sudado, con polvo en la frente y la respiración agitada.

El azabache apretó nuevamente su brazo, exigiéndole que reaccione. Rápidamente Alex copió su acto y alzó su varita en alto, mirando a su contricante.

–Te ofrecí lugar en mis filas, eres bueno y con potencial, lo desperdiciaste.

Su voz era fría, hasta el punto de erizar la piel de los presentes. Hablaba de forma lenta y siseaba. Hasta daba un ligero dolor de cabeza oírlo.

James sonrió a medias, sin dejarse intimidar por el mago más trastornado del Mundo Mágico.

–Bueno, tenía la agenda apretada. Ya sabes, no podía gastar mi tiempo luchando en tu bando, cosas de adolescentes.

–James. –reprimió Alex con la voz temblorosa.

–Y tú, te mataré en la primer oportunidad. –miró a la chica. –¿Escapar de la Mansión? Te arrepentirás de eso, te haré sufrir como a nadie, y luego de eso te...

James lo interrumpió, lanzando un hechizo no verbal hacia el Señor Oscuro. Voldemort, sin ningún esfuerzo, se defendió y atacó al instante.

Alexandra ignoró el miedo que sentía y ayudó a James. No podía arriesgarse a perderlo o que salga herido, luego podría asustarse en paz.

En ese instante se notó a kilómetros de distancia lo bien que se complementaban James y Alexandra para los duelos. Se entendían a la perfección, parecían leer la mente del otro y saber en qué momento hacer x movimiento.

James tomó la mano de Alex al notar que se tambaleaba hacia atrás.

–Viernes en la noche y luchando contra Voldemort, ¿qué piensas de eso, Lex?

–No es momento para bromear, James.

Alex repelió un hechizo y suspiró de forma cansada al sentir que su cuerpo comenzaba a cansarse a causa de la tensión, el estrés y los movimientos.

¡Expelliarmus!

¿Acabas de utilizar ese hechizo con el mismísimo Voldemort?

–¡Fue lo primero que se me ocurrió! –se defendió Alex.

Voldemort parecía no cansarse, se lo veía de lo más cómodo y podría seguir allí por horas.

–Podríamos haber salido a cenar, aunque es complicado. ¿Esto podría contar como una cita? Sería lindo, algún día le diré a nuestros hijos “Sí, yo llevé a su madre a una cita en Londres y luchamos con el mago más temido del mundo mágico, por si olvidé mencionarlo.”

–¡James!

James mordió su labio inferior intentando no reír, aunque sin perder la concentración en la lucha actual.

Intentaba bromear para aligerar el ambiente, no quería preocuparse y ese era su mecanismo de defensa ante estos momentos.

Voldemort comenzaba a debilitarse, y eso no pasó desapercibido por el azabache, que reunió las fuerzas que le quedaban para ganar un poco de ventaja.

Varias luces comenzaron a aparecer a su alrededor, indicando que algunos aurores habían hecho presencia en la calle. Voldemort, al ver esto, se convirtió en humo y se marchó de allí, siendo seguido de cerca por sus fieles seguidores.

James suspiró cansado y miró a Alex, que estaba mucho más palida de lo normal. Se acercó a ella y la tomó de las mejillas para unir sus miradas.

–¿Estás bien?

–Sí, solo... fue demasiado, no esperaba eso.

James iba a responder, pero fue interrumpido por un empujón bastante agresivo.

Sirius se lanzó a abrazar a Alex, sin importarle demasiado el ser brusco o hacerla caer en el proceso, lo cual casi sucedió.

–¿Están bien?

–Hola, Canuto, sí, gracias por preocuparte por mí y darme un abrazo. –ironizó James.

Sirius rodó los ojos y se separó de su mejor amiga para ver al azabache, que mantenía una falsa mirada de enojo.

–Calla. ¿Están bien?

–Sí. –asintió James poniéndose serio.

–Yo no... no se suponía que él vendría. –dijo ella con el ceño fruncido.

–No, no debía pasar. –se metió Remus, llegando y abrazando rápidamente a sus dos amigos.

–¿Comenzará a...? Ya saben, ¿aparecer así? –murmuró Sirius confundido.

–Espero que no.

Un pequeño silencio se formó en el grupo, la mayoría de los integrantes de la Órden aún intentaban aceptar el hecho de que Voldemort se había presentado, sin miedo a ser visto o de luchar.

Esto era un paso significante en la Guerra. Un paso que claramente los perjudicaba.


Lo primero que Remus y Sirius hicieron al llegar fue ocupar la habitación de huéspedes y dormir. Habían decidido pasar la noche en casa de Alex y James.

Alexandra salió de la ducha, con su pijama de ciervo puesto, no hace falta aclarar que James le insistió en que lo use. Al mismo tiempo, él ingresó con dos tazas de té.

–¿Mejor?

Ella asintió y se sentó en la cama con las piernas cruzadas, James copió su acto y le tendió la taza humeante.

Alexandra estaba algo alterada luego del duelo, pero había logrado calmarse.

–Hacemos un buen equipo, eh.

Ella soltó una risa.

–Sí, hacemos un buen equipo. Aunque... –él frunció su ceño. –...¿bromear? ¿Enserio? ¿En un momento así? –agregó divertida.

–Fue un buen método, y a ti te encanta cuando bromeo.

–Y el James arrogante regresó.

–Nunca se fué, estaba escondido.

–¿Crees que... él se presente nuevamente?

James bebió un sorbo mientras pensaba qué responder.

–No lo sé, es probable. Pero de hacerlo lo venceremos, estoy seguro.

Ella sonrió y dejó la taza a un lado para luego dejarse caer en la cama y suspirar con cansancio. James, buscando molestarla, se tiró sobre ella.

–James. –se quejó.

–¿Estás estresada?

–Demasiado. –cerró sus ojos.

–¿Y si te quito el estrés? –preguntó comenzando a besar su cuello.

–James...

–¿Eso es un sí? –levantó su cabeza para mirarla con una media sonrisa divertida, ella elevó una ceja, logrando que la misma se amplíe.

–No, es un vamos a dormir porque están Remus y Sirius.

James sacó hacia fuera su labio inferior y apoyó su mentón sobre su pecho, ella reprimió una risa ante su berrinche.

–Sirius ya nos escuchó, además deben estar haciendo lo mismo.

–Oh por Merlin.

James retomó los besos en su cuello, inconscientemente Alex ladeó un poco su cabeza para darle acceso.

–Quita esa sonrisa. –advirtió al sentir cómo él sonreía sobre su piel. James río y deslizó sus manos por debajo de su remera.

Alex lo tomó de las mejillas para subir su rostro y besarlo. James abrió un poco más su boca para profundizar el beso y unir sus lenguas, que comenzaron una pequeña lucha.

–No olvides el hechizo, no quiero que se repita lo de la vez pasada.

James se quejó al tener que separarse de ella, se estiró hasta la mesa de noche y tomó rápidamente la varita.

Muffliato. –conjuró. –¿Ahora sí?

Alex puso sus ojos en blanco y lo tomó de la remera para atraerlo hacia ella. Rápidamente volvieron a unir sus labios, en un beso más desesperado y profundo.

Alexandra fue la primera en dar el paso, pasó sus manos por su abdomen y en un rápido movimiento quitó la prenda de ropa. James entrecerró sus ojos y, sin querer quedarse atrás, copió su acto, dejándola sus pechos al descubierto y con el pequeño short.

Alex pasó sus piernas a los costados de él para estar más cómoda, y él aprovechó eso para tomar el dobladillo de su short y quitarlo.

–Alguien está ansioso. –lo molestó.

–Shhh... Calla y bésame.

James unió sus labios nuevamente, con algo de brusquedad. Una de sus manos fue a su nuca para evitar que se separe, y la otra bajó a uno de sus pechos, donde comenzó a acariciar y masajear con algo de fuerza pero sin llegar a ser brusco.

Alex ahogó un gemido sobre los labios de James, él mordió su labio inferior para finalmente separarse y mirarla. Ella estaba con las mejillas sonrojadas, sus ojos verdes habían tornado un tono más oscuro.

–¿Cómo diablos puedes ser tan hermosa? Por Godric, mujer.

Alex soltó una risa y unió sus labios nuevamente, pero luego los abandonó para bajar y repartir besos por su cuello, mordió y lamió un poco, arrancándole un gemido ronco al azabache.

–Dejarás marcas.

–Lo sé.

Con una de sus manos, ella bajó rápidamente el short de James, dejándolo solo en ropa interior. El azabache mordió su labio inferior al sentir que rozaba su mano contra su intimidad de forma accidental.

–Ven aquí. –murmuró él tomando sus manos y llevándolas sobre su cabeza, para impedirle movimiento alguno.

–Tienes una obsesión con eso.

–No veo que te quejes.

Ella río e iba a replicar, pero apretó sus labios al sentir que él dirigía su mano a su feminidad. Comenzó a acariciar su clítoris con movimientos lentos y rítmicos.

–¿Ibas a decir algo?

–Cierra la... ¡Oh!

–Ajá, claro. –la molestó.

James bajó su cabeza y comenzó a repartir besos desde el lóbulo de su oreja hasta su cuello, mordiendo y dejando marcas en el proceso. Volvió a subir para finalmente morder suavemente el lóbulo, causando un escalofrío en la pelirroja.

Sin aviso previo, introdujo dos de sus dedos en ella, ganando un gemido agudo como respuesta. Con su pulgar continuó masajeando su clítoris, sacándole varios suspiros y gemidos.

Alexandra se safó de su agarre y tomó su muñeca al notar que si seguía así se vendría, James sonrió con arrogancia mientras dirigía los dedos a sus labios. Conectó sus miradas mientras saboreaba los fluidos de Alexandra, al instante las mejillas de ella enrojecieron. James sonrió nuevamente y conectó sus labios, esta vez de una forma más tierna.

La tomó de la cintura y volteó su cuerpo, dejándola sobre él.

–Quiero que estés sobre mí. –murmuró acariciando su labio inferior.

James se sentó de mejor manera, dejando su espalda apoyada sobre el respaldar de la cama. Alexandra notó cómo a una velocidad bastante acelerada él se encargaba de la ropa interior de ambos, lanzandolas a una esquina de la habitación.

La tomó de la cintura para acercarla más a él, colocó una mano en su nuca y acercó su rostro.

–¿Estás bien así? Sino...

–Sí.

James dejó un corto beso en sus labios y la ayudó a elevar su cuerpo. Alexandra posó sus manos en los hombros de él para sostenerse y, lentamente, se dejó caer sobre él. Ambos gimieron al sentir que se unían, James posó su frente sobre el pecho de ella, esperando que Alexandra se acostumbre y comience a moverse.

Alex comenzó a moverse, primero lento y de forma un poco desconfiada, pero el sentir los gemidos que James daba la incentivaron a acelerar la velocidad.

Iba intercalando, dando pequeños saltos, círculos o de adelante hacia atrás.

James echó su cabeza hacia atrás y cerró sus ojos, mordía suavemente su labio inferior y su pecho subía y bajaba de forma acelerada. Una capa de sudor ya se había formado en su frente y en la zona del abdomen, donde sus músculos se contraían a causa de la excitación.

–Mierda, Lex. –dijo entre gemidos, abrió sus ojos que se encontraban nublados de placer y relamió sus labios antes de tomarla de la cintura y voltearla para quedar sobre ella, todo esto sin salir de dentro suyo.

Alexandra enterró sus uñas en la espalda de él, y de seguro estaba dejando alguna que otra marca. Rodeó la cadera del chico con sus piernas para darle más facilidad, y jadeó al sentir que así James tenía mejor acceso.

James podía sentir que Alexandra se correría en cualquier momento, ya que sus paredes lo apretaban considerablemente. La miró a los ojos mientras bajaba su mano para retomar los toques en su clítoris.

Aceleró el ritmo, embistiéndola con un poco más de fuerza y rapidez.

–James...

Él sonrió con arrogancia al sentir cómo se venía, siguió sus pasos unos segundos después, acabando dentro suyo luego de tres embestidas.

Ambos tenían las respiraciones agitadas. James posó su frente en el pecho de ella, y Alex comenzó a acariciar su cabello revoltoso y ligeramente transpirado.

Salió de ella segundos después, tomó su varita y con un rápido movimiento limpió los cuerpos de ambos.

–No pienso ducharme otra vez. –dijo él haciéndola reír.

–Yo tampoco, mañana será.

James se acostó y tapó sus cuerpos con la sábana blanca.

Rió un poco al ver que las mejillas de Alex continuaban rosadas, se estiró y besó su frente para luego abrazarla por la cintura y cerrar sus ojos.


Alexandra se quejó por lo bajo al sentir que la luz del sol la encandilaba. Tapó su cabeza con las mantas y se relajó para continuar durmiendo, pero un golpe en su cabeza se lo impidió.

–Mhhh. –se quejó.

–Arriba, dormilona.

–No.

James suspiró y la golpeó nuevamente con la almohada.

–Tengo hambre.

–Cocina algo.

–Acabo de hacerlo.

Alex suspiró y refregó su rostro con cansancio para sacar su cabeza de entre las mantas. Colocó una de sus manos sobre sus ojos por la luz solar y miró a James que señalaba sobre la cama.

Sobre el colchón había una bandeja con dos tazas de café, dos exprimidos y varios panqueques, demasiados enrealidad.

Lo miró enternecida, a lo que él elevó sus hombros restando importancia.

–Soy el mejor, lo sé.

–Lo eres, sí, pero yo soy mejor.

James rodó los ojos y se sentó a su lado mientras le tendía una de sus camisas, ella se vistió con su ropa interior y la prenda del azabache en lo que James apoyaba la bandeja cerca de sus cuerpos.

–Gracias por esto.

–De nada, es un beso como pago.

–No te besaré ahora.

–¡Oye!

–No lavé mis dientes.

–Quiero mi beso.

–No.

–Ya estamos casados.

–¿Y eso qué tiene que ver?

–Lex. –hizo berrinche.

–No.

–Por favor... –hizo ojos de ciervo, sabiendo que ella no se resistiría y terminaría aceptando.

–Eso es manipulación.

–No, es un truco. Ahora ven aquí.

La tomó del mentón y unió sus labios antes de recibir queja de su parte. Fue algo corto y tierno.

–Caprichoso.

–Ese soy yo. –afirmó.

Alex soltó una risa y tomó la taza de café para darle un sorbo, al instante sintió cómo el líquido caliente la relajaba.

–¿Sabes? El otro día...

–¡Buen día!

Alex se sobresaltó, volcando un poco del líquido sobre las mantas, maldijo por lo bajo y miró mal a Sirius.

–Justo veníamos a quejarnos del hambre que teníamos, con permiso. –entró a la habitación y se sentó sobre la cama, detrás de él vino un Remus somnoliento.

–¿A tí también te despertaron?

–Sí, el muy imbécil tenía hambre.

–James hizo lo mismo.

–Hey, no, no, error. Yo fui e hice el desayuno para nosotros. –recalcó la última palabra al ver que Sirius metía en su boca un panqueque. –Sirius obliga a Remus a que le cocine, es diferente.

–No puedo ser hermoso y útil a la vez, debieron darme algún defecto para que los simples mortales como ustedes no se depriman.

Alex rodó los ojos pero rió al ver cómo Remus le hacía burla por detrás. El licántropo tomó uno de los vasos con exprimido, pero ella se lo cambió por la taza caliente al saber que el castaño prefería mil veces un café que el jugo natural.

Remus sonrió y besó su mejilla. Sirius y James gritaron escandalizados, como era de esperar.

–¿Intentas cambiarme, Lex?

–Eyad aléjate de mi prometido.

–Él vino hacia mí, lo siento. –sonrió orgullosa.

Remus negó con la cabeza divertido.

–¿Saben algo sobre lo de anoche? –interrogó James luego de unos segundos.

–Nada, supongo que Dumbledore hablará sobre eso en la próxima reunión. Ustedes... ¿qué se sintió?

–¡Canuto!

–Quiero saber. –se defendió ante la mirada de reproche de su novio.

–Es extraño. –dijo Alex luego de unos segundos. –Fue... aterrador.

–Pero hacemos un buen dúo, el mejor. –alardeó el azabache para aligerar el ambiente.

–Ah, no. Eso sí que no. –se quejó Sirius. –Ella y yo hacemos un buen equipo desde antes, no te metas.

–¡Claro que no!

–¡Sí! No seas celoso y admítelo.

Remus bufó con cansancio y tomó un panqueque de la bandeja mientras ignoraba al resto.

–Ella me prefiere a mí, claramente.

Alex levantó la mirada con gracia al ver que Sirius decía eso, James gritó y la miró esperando que diga algo.

–Eso es mentira ¿verdad?

–No prefiero a ninguno.

–Está bien, entiendo, no quieres lastimar el ego de James al admitir que me prefieres a mí.

–Me prefiere a mí.

–Nosotros tenemos un tatuaje juntos. –lo molestó.

–Eres...

–De hecho sí prefiero a alguien.

–A mí, obvio. –murmuró James.

–A Remus. –elevó sus hombros. –Es el único con derechos aquí.

Los gritos por parte de Sirius y James comenzaron a sonar, Remus sonrió y revolvió el cabello pelirrojo de su mejor amiga, pero su sonrisa amigable se convirtió en una de burla al ver su cuello.

–No digas nada.

–Canuto...

–¡Rem! –se quejó.

–Nuestra pequeña Eyad y Cornamenta tuvieron una noche bastante...

–Dejaste de ser mi favorito. –lo interrumpió.

–Por lo menos esta vez no olvidaron el hechizo silenciador.

–Ay, Merlin. –murmuró ella tapando su rostro.

–Sigo esperando un mini cornamenta o una mini eyad. –se quejó Sirius apoyando su mentón sobre su mano.

–Espera sentado. –dijo ella. –No pienso tener hijos hasta dentro de unos años.

James hizo una pequeña mueca y dirigió su vista a sus manos, donde comenzó a jugar con su anillo de casamiento. De ahí, dirigió su vista a su brazalete con dije de ciervo, aquel que se regalaron Los Merodeadores en la Navidad pasada.

El cambio de humor repentino de James no pasó desapercibido por Remus, que lo miró un poco preocupado.

–Bueno, tenemos tiempo. –se resignó Sirius. –Pero no olviden que yo exigí mi puesto como padrino.

–Eso sí que no. –se quejó Remus. –Ya dijimos que sería yo.

–¡No!

–Otra vez no. –murmuró Alex.























Y volví!!! Me tomé unos días para descansar y despejarme un poco de las redes sociales. Por suerte volví y con bastantes ganas de escribir.

Me gustaría que interactuamos un poco más, así que si quieren dejar alguna pregunta con respecto a la historia o de cualquier tema en general pueden dejarla acá :)

Gracias por la paciencia<3

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