En cuanto el café fue devuelto a su condición previa, arrastramos a los mortífagos de regreso a su reservado y los apoyamos mirándose el uno al otro. No pude evitar posar a uno con su dedo metido en la nariz del otro. Tomando libertades artísticas, a Ron y a Harry le hizo gracia al menos.
— ¿Pero cómo nos encontraron? —preguntó Hermione, mirando de un hombre inerte al otro—. ¿Cómo supieron dónde estábamos?
Todas las cabezas se volvieron hacia mi. La única del grupo que no había cumplido 17. El Rastro actuaba ante la presencia de magia al lado de cualquier menor de edad. Morgana apareció a mi lado ya lista para argumentar.
— No. Es imposible, me he asegurado de eso. Me he hecho cargo que ninguna magia se identifique contigo.
— Laila ¿qué sucede?— Hermione me pregunto al ver que yo hablaba con un espacio vacío siendo que ellos no la veían.
— Morgana dice que estoy limpia— explique.
— Bueno ella no es una fuente de información confiable o si?— insinuó Ron. Yo suspire al ver a Morgana que parecía querer enterrar sus uñas en los globos oculares del pelirrojo. Menos mal que habia perdido la habilidad física de tocar o Ron ya no tendría la vista.
— No mentiría si se trata de mi seguridad. Tom Riddle mató a su padre a los 16 ¿no? Y no tenía el rastro. M lo está evitando, tal vez con magia oscura....¡Pero evita el rastro!
Ron y Hermione se dieron vuelta para ver a Harry;
— Tu... no crees que lleves todavía el Rastro, ¿no, Harry?
— No puede ser — dijo Ron— . El Rastro acaba a los diecisiete, es la Ley Mágica, no se puede poner sobre un adulto.
— Por lo que tú sabes — dijo Hermione— . ¿Y si los mortífagos han encontrado una forma de ponerlo sobre un joven de diecisiete años?
— Pero Harry no ha estado cerca de un mortífago en las últimas veinticuatro horas.— argumente— . ¿Quién se supone que podría haber vuelto a poner un Rastro sobre él? Estos tipos no hubieran tenido la oportunidad.
— Si Laila y yo no podemos usar magia, y ustedes no pueden usar magia cerca de nosotros, sin revelar nuestra posición... — empezó Harry, todos entendimos lo que estaba proponiendo; irnos por caminos distintos.
— ¡No nos vamos a separar! — dijo Hermione firmemente.
— Necesitamos un lugar seguro para escondernos — dijo Ron— . Danos tiempo para pensarlo.
— Grimmauld Place — dijo Harry.
Tanto yo como Ron lo vimos sorprendidos, Hermione se exaltó;
— ¡No seas absurdo, Harry, Snape puede aparecer por allí!
— El padre de Ron dijo que habían puesto sortilegios contra él... e incluso aunque no hayan funcionado... — continuó antes de que Hermione empezara a argumentar— . ¿Qué más da? Les lo juro, no hay nada que desee tanto como encontrarme a Snape.
— ¿Que que más da?— lo vi un poco histérica mientras me quitaba su chaqueta y me ponía el abrigo azul que antes había sido de mi abuelo en sus viajes— . Esta Snape allí y dios sabe si otros mortifagos, nos capturan a ti y a mi y matan a Ron y a Hermione.
— Laila, ¿Qué otro sitio hay? Es la mejor elección que tenemos. Snape es un solo mortífago. Si todavía tienen el Rastro sobre mí o sobre ti, tendremos multitudes de ellos sobre nosotros allá donde vayamos.
Hermione y Ron se vieron el uno al otro. Yo suspire;
— Prefiero eso antes que la calle.
Hermione tampoco podía discutir eso, aunque se notaba que le hubiera gustado hacerlo. Mientras abría la puerta del café, Ron accionó el Desiluminador para dar luz de nuevo al café. Luego, a la cuenta de tres de Harry, deshicieron los hechizos sobre las tres víctimas, y antes de que la camarera o cualquiera de los mortífagos pudieran hacer nada mas que removerse somnolientos, ya habíamos desaparecido los cuatro.
En unos segundos el aire se volvió más fresco y húmedo, estábamos en el medio de una tristona y familiar plaza. Casas altas y ruinosas que yo ya conociste. El número doce era visible, puesto que Dumbledore, su Guardián Secreto, había revelado su existencia. Vi un poco alrededor, tratando de extender mi legeremancia lo mayor posible. No había signos de mortifagos. Nos encaminamos hacia el número 12, comprobando a cada metro que no nos seguía nadie. Subí los peldaños de piedra, y Harry golpeó la puerta principal una vez con su varita mágica. Se escucharon una serie de clics metálicos y el ruido de una cadena, luego la puerta se abrió con un chirrido y pronto atravesamos el umbral.
Las lámparas de gas, pasadas de moda, volvieron a la vida, lanzando una luz parpadeante a lo largo de todo el pasillo.
Estaba tal y como la ultima vez que la vi: antigua, tenebrosa, las filas de cabezas de elfos caseros en la pared lanzando sombras extrañas escaleras arriba. Unas largas cortinas oscuras ocultaban el retrato de mi abuela Walburga. Lo único que estaba fuera de lugar era el paraguero con forma de pierna de troll, que estaba estando tendido de lado como si Tonks acabara de chocar con él.
— Creo que alguien ha estado aquí — cuchicheó Hermione, señalándolo con el dedo.
— Eso podía haber ocurrido cuando la orden partió — murmuró Ron en respuesta.
— ¿Pero dónde están los sortilegios que pusieron contra Snape? — preguntó Harry.
— A lo mejor solamente se activan si aparece — sugirió Ron.
Todavía seguíamos parados sobre el felpudo, con la espalda contra la puerta, temiendo internarnos más en la casa.
— Hay solo una forma de averiguarlo— insistí.
— No podemos quedarnos aquí para siempre— asintió Harry, y dio un paso adelante.
— ¿Severus Snape?— susurró la voz de Ojoloco Moody en la oscuridad, haciendo que los cuatro nos echaremos hacia atrás, me agarré al brazo de Harry, sentí a Castiel hacerme cosquillas en el cuello.
— ¡No somos Snape!— gruñó Harry, antes de que una especie de aire frío se abalanzara sobre nosotros, la sentí en mi lengua, como enrollándose en si misma, quise gritar o quejarme pero ningún sonido logró salir, pero al siguiente segundo mi lengua se había desenrollado otra vez. Tosí y escupí saliva con un poco de asco.
Los otros parecían haber experimentado la misma desagradable sensación. Ron estaba haciendo ruidos de vómito; Hermione dijo tartamudeando;
— ¡Esto debe haber sido el Sortilegio de Lengua Atada que preparó Ojoloco para Snape!
Cautelosamente, Harry dio otro paso adelante. Algo se desplazó entre las sombras al fondo del vestíbulo, y antes de que ninguno pudiera decir una palabra, una figura se alzó de la alfombra, alta, de color polvo, y terrible; Hermione gritó y lo mismo hizo Walburga Black, sus cortinas que se abrieron; la figura gris planeó hacia nosotros, más y más rápido, el pelo, que le llegaba hasta la cintura, flotando tras ella, la cara hundida, sin carne, con las cuencas de los ojos vacías: horriblemente familiar, terriblemente alterada, levantó un brazo descarnado, señalando a Harry. Le enterré las uñas en el brazo de tanto que lo apretaba, no se me ocurría ningún conjuro para hacerlo desparecer, paralizada al verlo.
— ¡No! — gritó Harry— . ¡No! ¡No fuimos nosotros! No te matamos...
Tras la palabra matamos, la figura explotó en una gran nube de polvo, me encogí y Harry me abrazo mientras le dábamos la espalda, agazapándonos. Me di la vuelta para ver a los otros dos; Hermione estaba junto a la puerta, con los brazos sobre la cabeza, mientras Ron, temblando de pies a cabeza, le masajeaba torpemente la espalda diciendo;
— Todo va bien... se ha ido...
El polvo se arremolinó alrededor como si fuera niebla, a la luz azul de las lámparas de gas, mientras Walburga seguía gritando.
— ¡Sangresucia, mugre, manchas de deshonor, manchas de vergüenza sobre la casa de mis padres...
— ¡Si, si, ya cállate un rato!— me pare derecha, fui directamente hacia ella y con rabia cerré las cortinas de una vez, silenciándola
— Eso... Eso ha sido... — gimió Hermione, mientras Ron la ayudaba a ponerse en pie.
— Sí — dijo Harry— , Pero no era realmente él, ¿no? Sólo algo para asustar a Snape.
Me di la vuelta para ver a los tres. Eso sin duda estaba en mi top diez de cosas scalofriantes que habai visto en miv ida y eso que ya tenia bastante para solo una vida. Me pregunté si esto de verdad hubiera asustado a Snape.
Fuimos por fin hasta el final del pasillo, medio esperando a que un nuevo terror se revelara, pero nada se movió, salvo un ratón que pasó rozando el rodapié.
— Antes de que vayamos más lejos, creo que es mejor que comprobemos — cuchicheó Hermione, y levantó su varita, diciendo— . Homenum revelio.
Nada ocurrió.
— Bueno, acabas de sufrir un gran shock — dijo Ron generosamente— . ¿Qué se supone que debería haber hecho eso?
— ¡Ha hecho lo que le he dicho que hiciera! — dijo Hermione algo enojada— . Era un hechizo para revelar la presencia humana, y no hay nadie aquí excepto nosotros!
— Y el viejo Polvoriento, — dijo Ron, echando una mirada a la mancha en la alfombra de la que el espectro se había levantado.
— Y mi loca abuela.— apunte al retrato cerrado.
— Subamos— dijo Hermione, mirando asustada la misma mancha, y encabezó la marcha por las chirriantes escaleras hasta el salón del primer piso.
Murmurando una palabra y alzando un dedo ilumine las viejas lámparas de gas, atenta a y concentrada a escuchar cualquier pensamiento, cualquier emoción que no fuera de nosotros. Hermione tiritando ligeramente en la fría habitación, se sentó sobre el sofá, rodeándose fuertemente con los brazos. Fui hasta ella, sentándose a su lado e inmediatamente la abrase de lado, ambas todavía seguíamos con nuestros vestidos y lo único que quería era ponerme ropa para moverme mejor. Le frote un poco el brazo para darle un poquito de calor, todavía temblaba y no la culpaba. Ron cruzó hasta la ventana y abrió las pesadas cortinas de terciopelo unos centímetros.
— No veo a nadie ahí fuera — informó— . Y uno pensaría que si ustedes dos tuviera todavía un Rastro encima, nos habrían seguido hasta aquí. Sé que no pueden entrar en la casa, pero ...¿Qué pasa, Harry?
Harry había dado un grito de dolor, no deje a Hermione, sin embargo vi atenta a Harry y cautelosa, sentía cólera que no era suya, algo violento. Podría estar atacando a alguien, podría haber ido a la Madriguera. La incertidumbre de que mis seres queridos estuvieran bien me molestó de nuevo.
— ¿Qué has visto? — preguntó Ron, avanzando hacia Harry. — ¿Le viste en mi casa?
— No, sólo sentí su cólera... está realmente enfadado.
— Pero eso podía ser en la Madriguera — dijo Ron en un tono fuerte—. ¿Qué más?¿No viste nada? ¿Estaba maldiciendo a alguien?
— No, sólo sentí la cólera ... No podría decir...
Podía verlo en su cara, estaba confundido y preocupado, asustado y culpable, Hermione no ayudó cuando dijo con voz asustada:
— ¿Tu cicatriz, otra vez? ¿Pero qué está ocurriendo? ¡Pensaba que la conexión estaba cerrada!
— Lo estuvo, durante un tiempo,— farfulló Harry—. Creo que ha empezado a abrirse otra vez siempre que pierde el control, cómo solía...
— ¡Pues entonces tienes que cerrar tu mente! — dijo Hermione estridentemente—. Harry, Dumbledore no quería que usaras esa conexión, quería que la cerraras Por eso se supone que tenías que usar la Oclumencia! Si no, Voldemort podría introducir ideas falsas en tu mente, recuerda...
— Sí, recuerdo, gracias,— dijo Harry apretando los dientes.
— Pero...
— Hermione, basta— la detuve de seguir argumentando. No quería recordar justo que estaba particularmente aqui en Grimmauld Place como Voldemort le habia puesto ideas falsas a Harry sobre mi papá siendo torturado, solo una trampa para nosotros, y como papa habia muerto por culpa de Voldemort. Por culpa de Snape que se habia rehusado a seguir las clases de Oclumancia, o tal vez culpa mía por no haber hecho a Harry estudiar mas duro. Podía echarle a varios la culpa, pero al contrario de Harry, yo no le echaba la culpa a él.
Él nos dio la espalda, fingiendo examinar el viejo tapiz con el árbol genealógico de los Black de la pared. Di un grito ahogado al ver un Patronus de plata pasar a través de la ventana de salón y aterrizar sobre el suelo enfrente de nosotros, donde se solidificó en una comadreja que hablaba con la voz del padre de Ron.
— La familia está a salvo, no respondan, nos vigilan.
El Patronus se disolvió en la nada. Ron soltó un ruido entre un gemido y un quejido y se dejó caer en el sofá al otro lado de Hermione.
— Están bien, están todos bien — murmuró, y Ron medio se rió y la abrazó.
— Harry,— dijo por encima del hombro de Hermione— , Yo...
— No pasa nada — dijo Harry— . Es tu familia, luego estabas preocupado. Yo me habría sentido igual. Yo me siento igual.
— No quiero parecer egoista pero, ¿podríamos usar los sacos de dormir que he traído y acampar aquí esta noche?
— Honestamente yo ya no puedo esperar para quitarme este vestido— asentí, Ron mostró su acuerdo mas que feliz, sin embargo Harry se dio medio vuelta.
—Baño —farfulló, y dejó la habitación tan rápido como pudo sin correr. Me levanté del sillon, viendo por donde se había ido casi desesperado.
—¿Laila?— me pregunto Ron.
—Él está sufriendo...—murmuré —
Y no puedo hacer nada.
Ron me pasó un brazo por los hombros en signo de apoyo, frotándome un poco el brazo.
—Su mente tiene que cerrarse, eso sera mas dificil...—empezó de nuevo mi amiga.
—Hermione para algunos la Oclumancia es mas fácil, Harry no lo puede y tal vez jamás podrá hacerlo porque tiene su corazon en su mano y es emocional, no es algo que uno puede cambiar.— explique ya cansada. Fui por el bolso y saqué algunas prendas de mi ropa—. Voy a ir a cambiarme, ustedes por mientras pongan los sacos de dormir y las almohadas para esta deprimente pijamada.
[...]
Quitarme el vestido y ponerme ropa ahora adecuada para la situación en la que estábamos fue relajador. Después de haber ido al baño para limpiarme la cara y los dientes fui de nuevo al salón. Hermione y Ron ya estaban acostados, mi amigo pelirrojo ya roncando con la boca abierta sin embargo no había signo de Harry.
Se encontraba donde estaba el paraguero con el que Tonks siempre se tropezaba, viendo el pasillo, donde había aparecido esa horrible figura fantasmagórica de Dumbledore, como esperando que apareciera de nuevo. Fui hasta él.
— ¿Todavía duele?
— Ya no— él murmuró.
Alze una mano para tocarle la cicatriz pero el me detuvo. Note en su cara que sentía asco, le daba asco su cicatriz, se sentía sucio por esta conexión con Voldemort. Él no quería que tocara algo que lo relacionaba con Voldemort.
Hice que me soltara la muñeca y me incline hacia él, dándole un pequeño beso en la cicatriz en forma de Rayo. Me dio un escalofrío en toda la columna, pero no lo demostré.
— Pense en escaparnos.— él murmuró.
Agrande los ojos ante la confesión.
— ¿Que?
— Solo fue por un segundo porque por supuesto jamas huiría, pero despues de la muerte de Sirius...pensé por un segundo lo que sería irme...irme contigo a la otra punta del mundo donde nadie nos molestaría. Pero no quiero huir, no lo haré.
Sonrei.
— Lo se. Se que no escaparas nunca de esto— le acune una mejilla con mi mano—. Eres bueno, eres gentil, y esta cicatriz no te define, tu corazón lo hace. Y tu corazón...es lo que más me gusta. Bueno, eso y tu cara miope.
Él sonrió e inmediatamente me abrazo, enterrando su cara en mi cuello, cuando habló sus palabras salieron en un susurro;
— Yo también te quiero.
Laila dejando que Harry se apoye en ella 🥺