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By -peachysunflower-

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By -peachysunflower-

El pueblo de Judea estaba totalmente conmocionado por la noticia, el hombre que prometía salvarlos del pecado había sido asesinado de la manera más atroz que cualquier ser humano había podido imaginar.

Solo los creyentes habían ido a verlo morir, los demás se alimentaban de los rumores.

—¡Lo subieron a una cruz y ahí le clavaron daga debajo de la costilla!

—Le pusieron una corona de espinas dejando que cada una se encajara en su piel, provocando que sangrara.

—¡Uno de los romanos de una sola patada tiro la cruz con el cuerpo al piso!

Entre otros rumores los cuales parecían más verdad que nunca.

Clavius era la mano derecha de Pilato, el cual había mandado la orden de asesinarlo y sepultarlo con un extremado cuidado. Con Clavius había otros guardias a su cargo, los cuales fanfarroneaban de haber matado al presunto "salvador".

—Es horrible. — hablo Eleonor mirando a los guardias. — Parece que no tienen corazón.

—No lo tienen. —contesto Evangeline. — Pero tu calladita. —advirtió — Sabes cómo es tu padre cuando lo contradices.

Eleonor era la única hija de Poncio Pilato, destacaba por sus ojos verdes y su piel aperlada, todos en el pueblo sabían que era una persona totalmente diferente a su padre.

Ella era amable, bondadosa y compresiva, y aun que no fuera fiel creyente de todo lo que Jesús de Nazaret predicaba, le tenía estima por lo buena persona que llego a ser en su momento.

Lamentaba su muerte, no compartía en lo absoluto los ideales de su padre, pero no podía hacer nada al respecto, debía ser la hija obediente y buena del prefecto principal de Cesar.

Y entre menos escandalo hiciera afuera, mejor.

—Eleonor. —hablo Irene — El señor Pilato te quiere ver.

—Enseguida voy Irene, gracias. —asintió alisando su vestido y acomodando su reboso dejando ver solo una parte de su rostro.

Camino por los pasillos de la mansión del ya mencionado y una vez en la entrada, suspiro y con una sonrisa entro.

—¿Pidió verme padre? —pregunto sutilmente.

—Eleonor, hija mía. —sonrió —Ven acércate.

Sin levantar su mirada de sus manos, camino hacia su padre ignorando los dos hombres que estaban frente a él.

Una vez a su lado, levanto levemente su mirada topándose con la de su padre y después de un asentimiento se quitó el rebozo girando su mirada hacia los dos hombres.

—Clavius, ella es mi hija, Eleonor.

—Es un placer.— Clavius inclino su cabeza.

—Y él es uno de sus soldados, Lucius.

—Señorita Eleonor. — se inclinó asintiendo.

—Lucius. —sonrió a medias

—El joven Lucius es nuevo en el ejército de Clavius. ¿podías llevarlo al salón de descanso? después de hoy se lo merece.

—Claro padre. ¿Me puede seguir por favor? —pregunto mirándolo.

—Por supuesto. —sonrió.

Después de un asentimiento de cabeza ambos salieron de la sala y caminaron juntos, mientras Eleonor cruzó sus manos en su regazo, Lucius las tenía en la espalda.

—Puedes hablarme de tu, somos casi de la edad, podría apostarlo.

—Es uno de los soldados de la guardia de mi padre, le hablo con total respeto, tal y como debería, nuestra similitud de edad no tiene nada que ver aquí.

—Ni yo soy la gran cosa, ni tu tan poca, háblame de tu Eleonor.

—Esta es la sala de descanso. —extendió su mano hacia la sala la cual tenia un pozo de agua caliente, en el cual los soldados solían descansar.

—¿No te gustaría quedarte conmigo? —pregunto mientras se quitaba las sandalias y la túnica que tenía en el pecho.

Eleonor jadeo ofendida y se giro la ver como quitaba la ultima pieza de ropa que tenía en el cuerpo.

—Si necesita algo, lo puede pedir, alguna persona de la servidumbre lo traerá para usted.

—¿Y por qué no tu?

—No soy de la servidumbre. —contesto sin girarse.

—Pero estaría mas satisfecho si lo hicieras tu.

—Pues lo siento mucho por usted. —contesto antes de salir del lugar.

[...]

—El cuerpo desapareció. — hablaba Margarita mientras veían como los soldados pasan arriba de los caballos.

—¿Quién se lo pudo haber robado? —pregunto Eleonor.

—Según dicen, donde el estaba era vigilado todo el tiempo por soldados de Clavius.

—Padre esta furioso.

—Me imagino, Cesar se pondrá histérico al saber...

En ese momento aprecio como Lucius paso justo detrás de Clavius, cabalgando lentamente.

Fijo su mirada en ella y guio un ojo provocando que casi de inmediato bajara la mirada sonrojada.

—¿Eleonor?

—Si, si te escucho. —levanto la mirada y lo vio burlarse de ella.

Rodo los ojos divertida mientras veía como se alejaba con los demás soldados.

—Te note distraída.

—Me perdí un minuto, nada importante.

—Ya lo creo.

—Si me disculpas tengo que regresar a casa, no falta mucho para el toque de queda y sabes cómo es mi madre.

—¡Ve con cuidado!

Después de despedirse, Eleonor regreso a su hogar, donde un par de guardias la saludaron con un asentimiento de cabeza y la dejaron entrar.

Escucho voces en una de las habitaciones de la casa, en definitiva su padre se había vuelto loco por que atraparan al culpable y el estrés que todos los presentes llevaban casi se podía tocar.

—Señorita Eleonor. —escucho provocando que se girara lentamente.

—Lucius. —asintió.

—¿Qué hará esta noche?

—¿Cómo que, que hare? —rio. — Permanecer aquí, ¿De qué tengo cara?

—La podría invitar a cenar, si me lo permitiera.

—Ya cené, gracias.

—¿A ver las estrellas?

—Las puedo ver desde mi habitación.

—Entonces, usted me puede invitar a su habitación. —Eleonor rio sarcásticamente.

—Estás loco. Una mujer decente jamás invitaría a un hombre a su habitación.

—Bueno quizá puedo aparecer de la nada, y no le quitaría su decencia. — levanto ambas cejas.

—Que tenga buenas noches.

Se dio la vuelta y camino hacia su habitación, ¿Qué se creía ese hombre?. Estaba loco.

Después de despojarse del vestido y destrenzar su cabello se puso una bata ligera como pijama, y comenzó a peinarse frente al espejo.

Una vez que termino, se escucharon ruidos justo en su ventana, asustada camino hacia ella quitando las cortinas que cubrían topándose con Lucius subiendo por el balcón.

—Señorita. —sonrió arreglando su ropa.

—¡Como se te ocurre! —jadeo agrandando sus ojos. —Si se enteraran...

—Nadie se tiene que enterar princesita.

—Vete de mí habitación.

—¿Eso quieres? —murmuro acercándose lentamente a ella. —

—Si, eso es lo que quiero.

—No te veía muy segura en el atardecer mientras estaba cabalgando. —sonrió tomando un mechón de su cabello. — Y yo puedo enseñarte a hacerlo.

—Eres un....un vulgar. — se alejó de él. —

—¿Lo soy? —sonrió. — Me iré.

—Te estas tardando.

—Con una condición. —sonrió aún más.

—¿Ahora tu pones las reglas? —rio levantando las cejas.

—Yo siempre. — jalo de su brazo pegándola a su pecho. —Siempre pongo las reglas.

—¿Cuál es tu condición? —pregunto al mismo tiempo que sentía como sus mejillas se sonrojaban.

—Un beso.

—¿Un beso? —rio.

—Un pequeño beso. —señalo sus labios . — Y es todo.

Vacilo un poco y sin pensarlo mucho junto sus labios con los de él, casi de inmediato sus manos serpentearon sus costados al mismo tiempo que las de ella se hundían en cabello.

Aquel beso se había comenzado a tornar un poco intenso, provocando que ambos caminaran inconscientemente hasta la cama de ella.

Al sentir el colchón detrás de sus rodillas, Lucius la dejo caer y sin tomarse mas tiempo se coloco sobre de ella volviendo a juntar sus labios mientras subía sus manos por la bata de dormir.

—No. —murmuro. —Esto no está bien...

—Solo déjame hacerte sentir bien. —murmuro besando su cuello.

—No puedo hacerlo.

—¿Por qué no? —frunció el ceño viéndola.

—Yo soy... yo nunca. —negó. —Es pecado. —murmuro.

—El único cielo que existe es el que te voy a llevar. —contesto subiendo su mano por dentro de sus muslos. — Y el infierno... el infierno es al que vas a llegar al darte cuenta de lo necesitada que estarás por mí.

—Por favor. —rogo en sus labios al sentir sus dedos rozando su ropa interior.

—Solo te hare sentir bien. —levanto ambas cejas. — No haremos nada más... ¿De acuerdo?... ¿Quieres que te haga sentir bien?

—Si. —murmuro.

Con ambas manos bajo su ropa interior, besándola sobre la bata de dormir, una vez que se deshizo de ellos subió sus manos por su pecho ahuecando sus pechos antes de subir la pequeña bata de dormir dejándola expuesta para él.

Comenzó besando sus muslos internos, tomándose mas tiempo del debido dejando lentos y esponjosos besos hasta el camino a su intimidad.

Una vez frente a ella, tenso su lengua en la pequeña perla golpeando contra ella, provocando fuertes gemidos de ella.

—Shhh. —arrullo. — Nos pueden escuchar princesita.

—Perdón. —contesto sonriendo.

Comenzó a trazar una y otra vez su intimidad con la lengua abarcándola por completo, provocando fuertes jadeos de su parte.

—No eres una princesita muy obediente. —tarareo negando.

Se separo de ella provocando un jadeo doloroso. Se quito una de las pequeñas bandanas que normalmente tenía en sus muñecas.

La paso por su boca atándola a su nuca y dejando un pequeño beso en su nariz sonrió.

—Quizá con esto puedas quedarte callada princesita.

Regreso a lo que antes estaba haciendo, dejando que su intimidad se tornara mas húmeda y sus gemidos mas fuertes los cuales eran silenciados gracias a la badana en su boca.

Levanto su mirada conectándola con la de ella, mientras se volvía a inclinar y succionar su pequeña perla entre sus labios, dejo caer su cabeza apretando las sábanas con ambas manos. No tardo en comenzar a golpear rápidamente con la punta de su lengua su protuberancia, logrando que ambas manos de ella se enredaran en su cabello.

Arqueo su espalda al sentir sus lengua rodeando su entrada sintiendo su barbilla con un poco de vello facial rozar su intimidad. Comenzó a mover su lengua en zigzag mientras con su dedo introdujo solo lo necesario para aumentar su placer.

Eleonor no tardo en volverse un desastre, mientras lloriqueaba y gemía atraía la cara de Lucius más cerca de ella para poder sentirlo.

Sus ojos se pusieron en blanco al sentir uno de sus dedos frotarla mientras su lengua recogía con sumo cuidado sus jugos los cuales se escurrían por su entrepierna.

La vista de ella se volvió borrosa, al mismo tiempo que sus manos apretaban fuertemente y su espalda se arqueaba logrando que se corriera en un gemido tembloroso.

Aun con ambas piernas temblando trato de sentarse en la cama mirando como se limpiaba con el dorso de su mano la boca y sonreía.

El se acerco quitando la bandana lentamente y juntando sus labios una vez que termino.

—¿Eleonor cariño, sigues despierta?

Eleonor aventó a Lucius al piso cubriéndose con la sabana y tratando de hacerse la dormida mientras su padre entraba a la habitación.

—Te dije que estaba dormida, tu y tus ideas, lo que necesitas es dormir.

—Lo siento mujer, solo quería revisar que mi hija estuviera bien.

—¡Vámonos antes de que la despiertes! —murmuro.

Poco a poco escucho como los pasos se alejaron y se sentó en la cama riendo al ver a Lucius en el piso.

—Si te hubiera visto...

—Me mata el mismo. —asintió colocándose de rodillas a su lado. — ¿Qué tal estuvo?

—No dejas de ser un...descarado.

—Pero te gusto lo que hizo este descarado. —guiño un ojo.

—Vete, vete antes de que vuelvan.

Ambos se levantaron y Eleonor lo encamino al balco nuevamente, el antes de bajar por este, se giro y coloco ambas manos en su cintura.

—¿Aceptarías salir conmigo?

—Quizá.

—Ese quizá me suena a un no.

—Es un quizá.

—Quizá le pida permiso a tu padre.

—Quizá te lo niegue.

—Quizá no. —levanto ambas cejas y le robo un beso. — Adiós princesita.

Una vez que se fue, Eleonor se dejo caer en su cama, y después de reírse por lo sucedido y en minutos se quedó dormida.

[...]

Termino de desayunar, y después de quitar la servilleta de su regazo, Isabel entro a la cocina.

—Señorita Pilato, su padre quiere verla.

—Gracias Isabel, en un momento voy. —asintió dándose la vuelta y saliendo de esta.

Después de darle un ultimo trago a su vaso de agua, camino tranquilamente hacia la oficina de su padre.

Una vez ahí vio como reía con Lucius.

—¿Padre? —levanto la voz logrando que ambos hombres se dieran la vuelta.

—Eleonor querida. —extendió su mano indicándole que se acercara y mientras ella caminaba Lucius no le quitaba la vista de encima.

—Señorita Pilato.

—Lucius. —asintió.

—Hija, increíbles noticias. —sonrió aún más. — El noble y fiel servidor de Clavius, Lucius me pidió permiso para invitarte a una cita. —la miro. — Me pidió permiso. —agrando sus ojos. —Y si no es ninguna molestia... acepte, así que vayan, vayan antes del atardecer aquí.

—Como ordene señor. —Lucius asintió y extendió su brazo. — ¿Vamos?

Eleonor aun sin creer que su padre había aceptado esa cita, tomo de su brazo y comenzaron a caminar al pasillo. Una vez un poco alejados, Lucius la detuvo tomando su cara entre sus manos para juntar sus labios.

—Te dije que lo lograría princesita. —murmuro antes de volver a besar sus labios.

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