MCP | La Residencia ©️ (Parte...

By nani2612

2.6M 237K 76.8K

(+21) (Libro 4) Fue inevitable que Adrián y Alysha no se dejaran llevar por la intensa atracción y la fuerte... More

Descripción.
Contenido.
Dedicatoria.
Playlist|Spotify.
Epígrafe.
«Hospital General de Puerto Rico».
Prólogo.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Capítulo 49.
Capítulo 50.
Capítulo 51.
Capítulo 52.
Capítulo 53.
Capítulo 54.
Capítulo 55.
Capítulo 56.
Capítulo 57.
Capítulo 58.
Capítulo 59.
Capítulo 60.
Capítulo 61.
Capítulo 62.
Capítulo 63.
Capítulo 64.
Capítulo 65.
Capítulo 66.
Capítulo 67.
Capítulo 68.
Capítulo 69.
Capítulo 70.
Capítulo 71.
Capítulo 72
Capítulo 73.
Capítulo 74.
Capítulo 75.
Capítulo 76.
Capítulo 77.
Capítulo 78.
Capítulo 79.
Capítulo 80.
Capítulo 81.
Capítulo 82.
Capítulo 83.
Capítulo 84.
Capítulo 85.
Capítulo 86.
Capítulo 87.
Capítulo 88.
Capítulo 89.
Capítulo 90.
Capítulo 91.
Capítulo 92.
Capítulo 93.
Capítulo 94.
Capítulo 95.
Capítulo 96.
Capítulo 97.
Capítulo 98.
Capítulo 99.
Capítulo 100.
Capítulo 101.
Capítulo 103.
Capítulo 104: Final.
Epílogo.
Lista «Mi Cura Prohibida».
Agradecimientos.

Capítulo 102.

19.5K 2.2K 1.1K
By nani2612

Have You Ever Been In Love - The Ivy ♪

Capítulo 102.

Me quedé callada por unos segundos. De hecho, no podía percibir si estaba soñando o estaba pasando, pero quería creer que había escuchado bien.

"Cásate conmigo".

Estaba sumamente agotada y todavía no era completamente consciente de lo que ocurría a mi alrededor. Había liberado una gran cantidad de endorfinas. Me sentía relajada, pero realmente necesitaba cerrar los ojos por un segundo.

—¿Me escuchaste? —frunció el ceño al mirarme fijamente desde su posición.

Sin embargo, el agotamiento físico y mental me había vencido por completo.

***

Presioné los párpados cuando sentí que masajeaban mis nalgas con suavidad y lentitud.

«Mmm, qué bien se sentía». Pensé al mantener los párpados presionados. «Un momento, ¿dónde estaba? ¿Por qué tenía los ojos cerrados?».

Abrí los ojos de repente y me di cuenta de que continuaba en el mismo lugar. Cuando me removí un poco sobre la cama de cuero, caí en la cuenta de que me encontraba posicionada boca abajo y que ya no estaba atada.

—¿Cómo te sientes? —la voz del hombre que amaba me trajo de vuelta al presente. Estaba desnudo, masajeando mis nalgas y mis pantorrillas con demasiada agilidad.

Sonreí para mí misma al saber que estaba a mi lado. Mi corazón rebozaba más de lo normal. Sentía que me enamoraba todavía más luego de lo que habíamos hecho hacía un rato, después de traspasar mis límites junto a él. Definitivamente, no podía vivir sin él.

—Mejor de lo que creí —solté un leve gemido de gusto al sentir que sus manos pasearon sobre mi desnuda espalda hasta colocarlas sobre mis hombros, masajeando el área con lentitud y suavidad—. Me encanta esto. Definitivamente, tienes unas manos prodigiosas —suspiré y cerré los ojos por un momento, disfrutando de su acción.

—Créeme, a mí me encanta más —me dijo—. Desde que te quedaste dormida, no he hecho más que admirar como lo hacías. No olvides que eso me causa placer y me llena.

De repente, recordé que tenía una parafilia respecto a verme dormir: Hipnofilia.

«¿Habría hecho lo que estaba pensando?».

—Me masturbé cuando te vi así; desnuda, frágil y a mi entera disposición —me confesó, como si hubiese escuchado lo que estaba pensando.

Me giré sobre la cama y lo miré a los ojos. Estaba sentado a mi lado y se veía realmente deseable y muy sensual con su cabello castaño alborotado y con algunos mechones sobre su frente.

—Lo único que no me gusta de ese padecimiento tuyo es que no puedo disfrutarlo contigo —le sonreí muy coqueta, causando que se ruborizara.

Francamente, verlo tan calmado y tierno, causó que me arrodillara sobre la cama para abalanzarme sobre él.

—¿Qué crees que estás haciendo? —soltó un par de carcajadas cuando cayó sobre el colchón de cuero y yo sobre su cuerpo.

—Estoy adicta a ti —posé mi nariz contra la suya, acariciando su barba de algunos días sin rasurar—. ¿Qué has hecho conmigo?

—Eso debería decírtelo yo a ti, pequeña —sus ojos claros estaban puestos en los míos. Me observaba en silencio mientras acariciaba mi espalda—. ¿Recuerdas lo que te dije hace un rato? —frunció el ceño.

—¿Sobre qué o qué?

Adrián puso los ojos en blanco y me hizo caer sobre la cama, levantándose de esta para tirar de mis piernas.

—Espera, ¿a dónde me llevas? —me quejé cuando me cargó en brazos—. Creí que tendríamos más sexo.

—Debemos salir de aquí antes de que salga el sol —me avisó y nos metió a ambos en la bañera estilo jacuzzi—. Cuando amanezca, vendrán a cerrar este lugar para comenzar con los trámites del nuevo orfanato —se sentó junto a mí para disfrutar del agua calientita que salía del hidromasaje.

—Está bien —lo miré con ilusión. Estaba totalmente embelesada en sus ojos. Sin embargo, su seria mirada parecía buscar respuestas en los míos—. ¿Te sientes bien? —carraspeé.

—Sí —esquivó mi mirada y sujetó el gel para el cuerpo que se encontraba junto a los demás productos de baño que habían en la bañera—. Voy a bañarte —me dijo con decisión y cuando echó gel sobre las palmas de sus manos, comenzó a frotar mi cuerpo una y otra vez, causando que me relajara.

Como estaba sentada sobre sus piernas y dándole la espalda, aproveché para cerrar los ojos y apoyar mi cabeza sobre su hombro y parte de su cuello, mientras que sus manos frotaban mis pechos y mi abdomen.

—Andy —sujeté una de sus manos y la coloqué sobre mi pecho para que sintiera como mi corazón latía desenfrenado gracias a él—. ¿Lo sientes?

—Sí, ¿por qué estás tan agitada? —se preocupó.

—No, no es eso —carraspeé y sonreí para mí misma al mantener los ojos cerrados—. Es que ahora mismo estoy un poco más enamorada que ayer. Siempre lo he estado, pero hoy lo estoy más —me sinceré.

—¿En serio? —percibí que tragó saliva.

Me giré sobre su cuerpo y sujeté ambas manos, colocándolas sobre mi pecho.

—Late así por ti —lo miré a los ojos—. Mi corazón solo te pertenece a ti. Te amo, Adrián Wayne. No lo dudes.

De repente y como si nos hubiésemos estado conteniendo por el hecho de que hacía rato habíamos tenido mucho sexo ardiente, volvimos a descontrolarnos como dos animales en celo y nos comimos a besos en el interior de la bañera como si no hubiese un mañana.

—Te amo, Aly —sujetó su miembro bajo mi entrepierna para penetrarme de sopetón—. Te amo tanto, maldita sea —gruñó cuando me penetró con decisión y comencé a moverse sobre él de manera febril—. Esto que siento es tan grande, que me da miedo —me arrinconó contra la pared de hidromasaje y continuó embistiéndome con fuerza.

En el desenfrenado acto, volvimos a comernos a besos ardientes y nuestros gemidos de dolor y placer se mezclaron con nuestras respiraciones. Cuando volvimos a llegar al orgasmo, lo hicimos de manera escandalosa. No paré de gritar su nombre una y otra vez mientras él maldecía de gusto al empujar su miembro contra mi vagina un par de veces más, derramándose en mi interior sin despegar su boca de la mía.

—Andy —lo llamé por lo bajo cuando sus ojos estaban escondidos en mi cuello, mientras los espasmos de nuestros sexos se calmaban. No podía dejar de abrazarlo y mimarlo en el momento—. Ahora entiendo lo que dices sobre que no puedes vivir sin mí—le dije, causando que me mirara a los ojos desde su posición—. No puedo vivir sin ti, ya no.

Nuestros labios volvieron a unirse en un suave y tierno beso totalmente sincronizado. En ese momento, no hizo falta más palabras, pues, lo que sentíamos era recíproco y solo los dos lo entendíamos. Al fin podíamos sentirnos libres y felices, sin miedo de mostrarnos tal y como éramos, aceptándonos con nuestros defectos y virtudes.

***

Después de relajarnos y bañarnos, finalmente, Adrián y yo terminábamos de vestirnos para volver a la mansión. Mientras ajustaba mi vestido lo mejor que podía, él ajustaba la corbata sobre su camisa de vestir y no dejaba de mirarme con un brillo destellante en sus ojos. Me atrevía a decir que parecía emocionado e ilusionado, así que estaba suponiendo que se debía al hecho de que, después de tener sexo rudo, hicimos el amor y expresamos abiertamente lo que sentíamos.

—Se ve radiante, señor director —le dije cuando alisé mi vestido y arreglé mi cabello lo mejor que pude.

—Digo lo mismo de usted, doctora Doménech —me respondió al acercarse a mí con una sonrisa traviesa—. Tenga, colega —continuó bromeando cuando colocó la chaqueta de su traje sobre mis hombros—. Afuera hace un poco de frío y tienes el pelo mojado —me acaparó contra su cuerpo y posó un beso sobre mi frente.

Cerré los ojos por algunos segundos y solo me dediqué a sentirme la mujer más feliz del planeta. Me sentía complacida sexualmente, cuidada, amada y mimada por el hombre de mis sueños. Lo único que deseaba era llegar a la mansión y envolverme con él entre las sábanas y no levantarnos hasta la tarde.

—Hora de irnos —enarcó las cejas y sujetó mi mano, entrelazando sus dedos con los míos al abrir la puerta del cuarto de juegos sexuales.

Caminamos por un largo pasillo oscuro con luces tenues que nos dirigían hacia donde habíamos estado anteriormente, donde se encontraban las mesas con los clientes de poder. Había mujeres por todos lados que los atendían o que simplemente bailaban en diferentes tubos para complacer sus vistas. Sin embargo, cada vez que caminábamos para ir hasta la salida, nos robábamos las miradas de muchas personas.

Incluso, mujeres que estaban interesadas en Adrián hacían pucheros o me dedicaban miradas asesinas al comprobar que el ojiverde sujetaba mi mano con seguridad y posesión. Por un momento, me sentí empoderada y no dudé en salir del Laurren Galed Pub con la mirada alzada y la cabeza en alto, llevándome a mi cama al hombre que muchas deseaban tener.

—Mierda, por un momento olvidé que no vinimos en el mismo carro —Adrián se quejó por lo bajo cuando se dio cuenta de que no me iría en el mismo vehículo, pues, recordando cómo surgieron las cosas, había llegado en el Mercedes-Benz que él me había regalado—. Está por amanecer.

—¿Y? —me encogí de hombros—. Puedo manejar perfectamente hasta la mansión, Andy.

—Lo sé, malcriada —comprobó la hora en su reloj de muñeca—. Es solo que me pregunto si me dará tiempo para una cosa más.

—¿Qué cosa? —achiqué los ojos y me crucé de brazos—. ¿Qué sucede?

—Lo sabrás cuando lleguemos —concluyó al abrirme la puerta del Mercedes-Benz con elegancia—. Iré detrás de ti, pero tenemos que darnos un poco de prisa. Debemos aprovechar que a esta hora está vacía la carretera.

—Está bien —cuando entré en mi vehículo, esperé que él entrara en su Lexus y nos dirigimos hacia la mansión.

Sin embargo, cuando llegamos y estacionamos nuestros carros junto a los demás vehículos que rodeaban la fuente de agua frente a la entrada de la casa, él se dirigió hacia mí con cierta prisa.

—Ven, tenemos que avanzar si quiero que nos dé tiempo —sujetó mi mano y me guió hasta nuestra habitación.

—No entiendo nada —me reí.

—Se supone que iba a despertarte a esta hora con esto, pero ya ves, tu avidez y tenacidad por encontrarme hasta el fin del mundo me ha retrasado un poco —se ubicó detrás de mí y cubrió mis ojos, guiándome hacia el exterior de nuestra habitación, donde se encontraba el balcón con vistas hacia el mar.

—Andy, qué... —me quedé sin palabras cuando apartó sus manos de mis ojos.

Había un cómodo colchón blanco japonés sobre el suelo del balcón, rodeado de pétalos de rosas blancas y rojas. Sobre este había varias almohadas que se veían muy cómodas y unas sábanas de seda del mismo color. Velas aromáticas decoraban el balcón y un reproductor de música estaba listo para ser utilizado.

—Andy, yo... —me quedé sin palabras, porque continuaba sorprendiéndome. A pesar de que le había hecho un drama de celos y de que había dudado de su lealtad, él ya había tenido todo preparado para pasar la noche conmigo.

—No era como quería que lo vieras, pero igual llegamos a tiempo —me dijo al conectar su teléfono con el reproductor de música—. Se supone que iba a despertarte con esto, porque dormías adentro, en nuestra cama —enarcó las cejas—. Pero bueno, las cosas no salieron como esperé y...

—¿Y qué? —lo miré impresionada.

—Y dije algo que... —tragó saliva y luego carraspeó—. Dije algo que se supone que te diría aquí —estaba nervioso. Jamás lo había visto tan ruborizado—. Pero bueno, supongo que no era el momento y que habrá otra oportunidad —caminó hacia el borde del balcón y comenzó a observar cómo poco a poco amanecía mientras Have You Ever Been In Love de The Ivy sonaba en un volumen moderado.

Las vistas hacia el mar eran hermosas, pero ver a Adrián pensativo y reflexivo mientras su cabello castaño se movía con el viento mientras el hermoso tema musical se escuchaba, me hizo comprender que él era lo que quería el resto de mi vida. No lo haría esperar más.

«¿Olvidé mencionar que sí había recordado que me pidió casarme con él y que me había hecho la estúpida?». Me reí mentalmente.

Además, merecía un poco de su propia cucharada para que sintiera un poco de esa incertidumbre que yo había sentido antes de buscarlo en el Laurren Galed Pub.

Lentamente, caminé hacia él. En ese momento, el cielo era decorado por el naranja del hermoso amanecer que se hacía presente ante nuestros ojos. Quizá las cosas no habían salido como lo había planificado, pero para mí estaba siendo más que perfecto. Era diciembre, pero el viento fresco y tropical que acariciaba mi rostro y mi húmedo cabello me motivaba a decir lo que ya no iba a callar más.

—Sí, quiero casarme contigo.

Adrián se giró sobre sus pies con los ojos engrandecidos. Evidentemente, no esperaba esa respuesta. De hecho, no esperaba nada, porque le hice creer que lo había olvidado.

—Quiero ser tu esposa —un nudo se formó en mi garganta.

Él se abalanzó sobre mí y me abrazó con fuerza, sin poder creerlo. Después sujetó mis caderas y me cargó como si fuera una niña pequeña, dando vueltas en el balcón una y otra vez. Sin embargo, cuando volvió a ponerme en pie, rodeó mi cintura, sujetó mis manos y me hizo bailar lentamente al ritmo de la hermosa melodía. Sus ojos claros reflejaban que estaba sumamente ilusionado y emocionado.

—Señor director, creo que está llorando —le dije sobre sus labios cuando comenzamos a besarnos y a quitarnos nuestras ropas en el balcón, ambos cayendo sobre el cómodo colchón japonés.

No respondió a mi comentario. Se limitó a mirarme bajo sus brazos y cuando esparcí un par de lágrimas sobre su rostro, nuevamente, nos besamos con ternura y volvimos a hacer el amor hasta que el amanecer llegó.

Continue Reading

You'll Also Like

107K 8K 38
Dos razas de demonios poderosos que habitan en un mismo bosque pero están apartados uno del otro ya que las tierras están divididas para cada clan. S...
3.1M 200K 45
PRIMERA PARTE DE LA TRILOGÍA RETANDO. El fuego siempre quema, arde, enloquece... El amor, hace justo lo mismo.
3.6M 160K 132
Ella está completamente rota. Yo tengo la manía de querer repararlo todo. Ella es un perfecto desastre. Yo trato de estar planificada. Mi manía e...
581 176 21
"EL BREVE AMOR" Con qué tersa dulzura me levanta del lecho en que soñaba profundas plantaciones perfumadas, me pasea los dedos por la piel y me dibuj...