blåøyde omega ;; trillizos!po...

By alexanderkirigan

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Draco ha sido entregado a una manada salvaje como oferta de paz. Será mordido y reclamado por los trillizos P... More

Prólogo
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By alexanderkirigan

En su vida, Draco nunca supo definir la palabra amor. Ni siquiera sabía si podía sentirlo, o si lo que sentía por Harry y los hermanos era amor.

Pero era lo más parecido al amor que él había sentido en toda su vida.

Harry aceptó y respetó que Draco quisiera aprender a leer mejor, dejó ir a su omega con Rob aunque le guardara odio y rencor a ese alfa. Draco estaba encantado, cada día aprendía más y el alfa siempre resolvía cualquier duda que tuviese. Draco le pidió que le enseñara algunas palabras en noruego.

"¿Podrías enseñarme noruego?"

Rob lo miró, estaba envolviendo un vendaje en la mano de un alfa que se había lastimado. El médico frunció el ceño.

"Creí que aún no te interesaba." Murmuró. "Pero no estoy seguro, el noruego puede llevar algo de tiempo."

"¡Vamos, por favor! Quiero aprender más, quiero saber qué dicen mis alfas, quiero entenderles." Suplicó, insistente. "Aprendo rápido, lo has visto. Te pagaré si quieres."

"Tal vez en algún futuro." Zanjó con calma Robert. Miró al alfa herido, le dio un asentimiento como disculpa y continuó vendando.

Cada vez estaba más seguro de que Rob no era un brujo como Harry decía. Las cosas que decía tenían lógica y siempre acertaba. Llevó a Draco a uno de los bosques helados de por allí y le dio una breve clase sobre aquella hierba silvestre y el efecto calmante sobre las heridas. Draco aprendió, preguntó y se interesó mucho por la ciencia. Incluso la palabra le gustaba, aunque ni siquiera sabía qué significaba.

Faltaban unos días para el celo de sus alfas (Draco creía conveniente empezarlos a llamar así, porque, ¿por qué no?). Draco podía ver que Harry se volvía más posesivo y atento, Evans había desarrollado un cariño extremo y James siempre frotaba su nariz por el cuello de Draco. Eran pequeños gestos que significaban demasiado para Draco.

Él nunca había sido protegido por un alfa sobreprotector, nunca había recibido un cariño abundante y nunca lo habían olfateado de esa manera tan intensa y casi sexual. A veces, cuando Draco estaba sólo y descansando, Harry entraba en su habitación, se tumbaba a su lado y simplemente dormía un rato. Lo hacía pegado a Draco; protector, pegajoso y sus manos siempre estaban sobre Draco.

A Draco le encantaba, porque los tres alfas lo cuidaban, protegían y era entrañable la manera en la que parecían pedir el permiso de Draco para recostarse con él. Draco aún no había pisado la habitación de los hermanos, la de la planta de arriba, porque esperaría a su celo. En un principio no sintió la confianza ni la comodidad de dormir con ellos, pero ahora sabe que ellos confían plenamente en él, tanto que están dispuestos a que Draco los vea en su estado más vulnerable.

Desde que Draco había besado a Harry, había besos a todas horas.

Los labios de Harry siempre lo buscaban, sus manos la cintura de Draco y sus ojos el gris del omega. Draco quedó un poco decepcionado porque Harry nunca había enterrado su nariz en su cuello como Evans y James, pero todas esas muestras de afecto y besos lo recompensaban.

Draco se había bañado y frotado bien el cuerpo hasta brillar porque iría con Rob al bosque. Se había vestido con ropa cálida que descansaba frente a la chimenea para que se calentara y se ató sus pequeñas botas para no hundirse tanto en la nieve. A veces James debía de cargarlo en su espalda porque Draco se hundía hasta las rodillas, y no era gracioso para él aunque Harry se riera.

"¿Qué buscamos exactamente?" Inquirió Draco emocionado. No podía ocultar su emoción, a él le parecía una auténtica aventura extraordinaria aunque para Rob era un trabajo monótono y aburrido.

El alfa sacó su navaja, se la entregó a Draco con cuidado. Era bastante grande en las pequeñas manos de Draco, con la hoja de sierra.

"¿Recuerdas la planta medicinal para el dolor de cabeza?" Ambos caminaban por el bosque, se estaban adentrando más de lo normal. Draco asintió frenéticamente. "Bien, la necesitamos. Es difícil de encontrar, nos separaremos, ¿estarás bien?"

"Claro."

"Bien." Los ojos azules de Rob se fijaron en otra dirección. "Iré por el este, avanza tú por el norte. Grita a la mínima, ¿de acuerdo?"

"Sí."

"Usa el cuchillo si es necesario." Añadió, aunque era obvio quería asegurarse.

Draco rodó los ojos con una sonrisa. "Voy a estar perfectamente, sé arreglármelas."

"Sí, pero este bosque es demasiado grande." Arrugó la nariz. "Hay muchos lobos por aquí."

"Estaré bien, lo prometo." Juró Draco, sin perder tiempo avanzó. "Nos vemos en un rato."

Rob lo dejó ir, más tranquilo con la actitud valiente y decidida de Draco. Vio al omega marchar con la barbilla bien alta y con orgullo, creyéndose todo un explorador de la salvaje selva con solo un pequeño cuchillo de sierra. Rob no pudo evitar sonreír, sacudió la cabeza y siguió su búsqueda por el noreste.

El omega se desanimó un poco cuando continuó avanzando mucho más y no había rastro de la planta medicinal. Draco la había estudiado bien, lo que más le gustaba de esa planta eran sus hojas y por nada en el mundo se olvidaría de ellas. No había ni rastro de ella por el norte, Draco hizo una mueca de puro disgusto y decepción y pensó que tal vez Rob tuvo más suerte.

Avanzó un poco más solo para asegurarse, el bosque tenía una pequeña nube baja de neblina.

Oyó pasos crujir a la izquierda, luego a la derecha. Sacó el cuchillo, miró inquieto en todas las direcciones.

"¿Quién eres tú?"

Draco chilló y se giró hacia la voz. El hombre frente a él, alguien alto, parpadeó lentamente ante ese grito tan agudo.

El omega se recompuso, "¿Quién eres tú?" Le preguntó al desconocido.

"Eso te he preguntado." Señaló el alfa.

"Pero ahora te lo pregunto yo."

El alfa entrecerró los ojos.

"No deberías estar por aquí." Dijo, ignorando al ofendido Draco. "A no ser que seas un expulsado, pero dado tu aspecto y tu pésima posición de combate, deduzco que perteneces a una manada."

Fue el turno de Draco de lucir desconcertado, parpadeó un poco. "¿Pésima posición de combate?" Exclamó, ahora molesto.

"Mejor da la vuelta y vuelve por donde has venido." Resopló, dando media vuelta y haciendo caso omiso a Draco. "No es seguro estar por aquí."

"¿Y por qué tú estás aquí?"

El alfa detuvo sus pasos. Miró a Draco de reojo y frunció el ceño, levemente.

"Porque soy un exiliado." Se encogió de hombros. Draco abrió los ojos más de lo normal. "Vaya, así que hace dos minutos estabas dispuesto a clavarme ese cuchillo pero ahora de repente soy el lobo feroz." Rio con ironía.

"¿Eres un exiliado?"

El alfa arqueó una ceja. "Sí." Su respuesta tenía un deje de obviedad y burla.

"Jamás... había conocido a uno. Que sobreviviera, al menos." Admitió en un murmullo por lo bajo. "¿Cómo has...?"

Una sonrisa ladina curvó los labios del extraño.

"Soy libre ahora, no importa el resto." Restó importancia, eso sólo originó más preguntas en Draco. "A veces estar sólo es mejor que pertenecer a una manada."

"¿A qué manada pertenecías?"

"¡Draco!" La voz de Rob era lejana, muy lejana.

Ambos miraron en dirección a la voz; no había nadie aún, pero no tardaría mucho en aparecer el médico.

El alfa lo miró una última vez.

"Hazme caso, corres más peligro junto a ellos que por solitario." Espetó con seriedad. "Si eres lo suficientemente listo, omega, hazme caso. Huye, tan lejos conozcas y tan rápido te permitan tus piernas."

Draco negó. "Eso es ridículo, la manada de mis alfas—."

"¡Draco! ¿¡Dónde estás!?"

"Escúchame, omega." El alfa se acercó a él con rapidez y se cernió sobre Draco. El omega sintió sus piernas temblar cuando los ojos de ese alfa lo miraron muy seriamente, le provocaron escalofríos. "No digas que no te avisé. No vuelvas por aquí a no ser que sea para huir, nos meterás en un buen lío a ambos."

"¿Quién eres?" Titubeó Draco.

"Viktor." Contestó, alejándose de él. "Alguien que perteneció aquí hace algunos años."

Los gritos de Rob siguieron, sonando cada vez más cerca. Antes de que Draco pudiera asimilarlo, Viktor había huido y desparecido entre el bosque y la niebla, ni siquiera tenía olor. El pecho de Draco tenía un extraño peso desagradable, su estómago se revolvió y su boca sabía a un extraño amargo.

Estaba estático, confundido e inquieto.

"¡Draco!" Se sobresaltó, era Rob. "Te estaba buscando, ¿no me oías?"

Draco lo miró a los ojos, en silencio durante unos segundos. Su mano apretaba el cuchillo inconscientemente, mojó sus labios resecos con la punta de su lengua.

"Lo siento, no." Dijo, sonriendo tan apenado como pudo fingir. Fue una buena actuación, Rob ni siquiera sospechó. "Me distraje un poco, la niebla es muy espesa."

"Sí que lo es." Concordó. "Encontré la planta, ¿nos vamos?"

"Sí."

No miró hacia atrás cuando regresaban a la civilización nórdica, aunque una parte de él quiso obedecer sus palabra y correr sin ninguna razón.

Había leído la exiliación en uno de los libros de Rob, aunque no lo suficiente como para saber con certeza cuales son las razones para el exilio. Sabía que consistía en la expulsión absoluta y el repudio hacia el alfa, omega o beta condenado, debía vagar sin manada hasta el día de su muerte.

No podía imaginar otro destino más triste y horrible que ese, ahora que tenía a Harry, a James y a Evans sabía que era ser acompañado y querido, se le hacía imposible imaginar algo así. El exilio sonaba como una fría y amarga palabra, algo solitario y viejo. Draco no abrió la boca ni pregunto por Viktor, por el exilio o por esa advertencia.

Hace algunas semanas habría huido si se lo hubieran ofrecido, pero ahora no le parecía la mejor idea en absoluto.

Cuando volvieron a la aldea, los cazadores habían vuelto más temprano de lo habitual. Eso confundió pero emocionó a Draco, porque Evans estaba ahí. Draco pensaba que la caza sin armas era muy peligrosa, sabía que Evans cazaba con sus dientes y garras lobunas. En su manada, los alfas al menos tenían armas puntiagudas y trampas, pero en aquella tribu no tenían más que su forma de lobo y su instinto salvaje.

Además, Draco odiaba mucho tener que fregar la ropa llena de sangre reseca. Era más difícil de limpiar de lo que parecía, a veces debía de frotar tanto que sus pequeños dedos dolían. Aunque últimamente los hermanos lo trataban como un algodón delicado, no querían que Draco hiciera ningún esfuerzo.

"Han vuelto temprano." Draco escuchó murmurar a Rob.

Draco ni siquiera tuvo tiempo de contestarle a Rob e ir a buscar a Evans entre los alfas que recibían a sus omegas con los brazos abiertos. Evans ya caminaba hacia él con rapidez, como si ansiara estar a su lado. Draco le sonrió y abrió los brazos en cuanto vio al alfa lleno de suciedad, se había vuelto tolerable ante los malos olores y la suciedad. En menos de tres días iba a pasar el celo de sus tres alfas sucios y pestilentes, no podía quejarse mucho.

"Hola." Evans besó su mejilla en cuanto estuvo a su lado. Tomó la cintura de Draco, besó su frente, su nariz, su sien y su barbilla. Draco sonrió un poco mientras trataba de apartarlo. "Espera, te he echado de menos." Se quejó con una sonrisa.

Draco se estremeció y rio más cuando Evans dio un pequeño beso en su cuello. "¡Vale, vale!" Exclamó, "¡Ya me has visto, tranquilo!"

Cuando Evans levantó la cara del cuello de Draco, su semblante sonriente y cariñoso cambió a uno fruncido y tenso. Su cuerpo se tensó notablemente y pegó a Draco hacia él mientras miraba a Rob con ceño arrugado. El otro alfa, por otra parte, parecía tranquilo y relajado.

"Hola, Evans." Habló Rob con una sonrisa amable, más cortés que amable.

Evans no le contestó, abrazó más a Draco y su nariz se arrugó con desagrado. Draco olía un poco a jazmín, y eso no le gustaba a Evans. Su alfa le gritaba que lo marcara con su olor, lo protegiera y lo cuidara hasta que su rutina se desencadenara.

El omega notó el comportamiento territorial de Evans, trató de aligerar el ambiente. Había una atmósfera incómoda.

"Debería irme." Draco sonrió apenado. "Está a punto de entrar en celo, no lo tomes en cuenta."

Rob se vio curioso. "¿No suele ser así de territorial?"

"Para nada." Negó. Trató de alejarse del fuerte agarre de Evans en su cintura, pero cuando lo intentó el alfa gruñó en desacuerdo y sólo lo apretó más contra él. El omega le golpeó el pecho. "No lo hace." Masculló entre dientes.

El médico se despidió de ellos con una pequeña sonrisa, Draco estaba un poco avergonzado por el comportamiento de Evans. Él siempre había sido un alfa que se autocontrolaba, Draco sabía que era el más bruto de los tres hermanos pero siempre había sido el que mayor autocontrol tenía.

Suspiró con pesadez cuando la figura del alfa desapareció, fulminó con la mirada a Evans.

"¿Por qué hiciste eso?" Acusó.

Evans ni siquiera lo estaba mirando, seguía mirando con recelo el camino por donde se había ido el médico.

"Hey." Draco le pinchó el pecho con su dedo índice, tratando de llamar su atención. "Te estoy hablando, hazme caso."

El alfa lo miró al instante, como si su deseo fuera su comando.

"Hueles a él." Gruñó Evans.

Draco parpadeó. "Estuvimos recogiendo hierbas."

"Pero hueles a él."

"Puedo bañarme si quieres."

"No, tardarías demasiado."

Draco entrecerró los ojos. "O puedo cambiarme de ropa." Murmuró.

Evans gruñó de nuevo, "No."

El omega bufó exasperado.

"¿Qué quieres que haga entonces, Evans?"

"Oler a mí."

Draco guardó silencio, procesando eso.

Antes de que pudiera decir algo, Evans quitó sus grandes y cálidas manos, llenas de callos por el trabajo, de su cintura. Tomó con suavidad y delicadeza las pequeñas muñecas de Draco y se las llevó a la glándula en su cuello, la fuente de su olor. Las frotó allí, insistente pero con cuidado para no hacerle daño.

Abrazó el cuerpo de Draco, pequeño y manejable, y se hundió en su cuello, aspirando su olor. Draco olía a una fruta de verano que le encantaba a Evans. Draco le recordaba al verano, al amor y a la pasión. Frotó su nariz por su cuello, olisqueó detrás de las orejas de Draco y repartió más besos de allí para allá, como si fuera un lienzo abstracto.

Draco estaba abrumado, sentía que no podía respirar.

"Evans." Pidió. "Nos están mirando."

"Que nos miren." Incitó Evans, sin darle ni una gota de importancia. Seguía demasiado ocupado frotando su rostro por el cuello de Draco y mojando besos en su piel. "Eres mi omega, me da igual. Que miren, de todas formas te verán embarazado de mi cachorro en algún futuro."

Draco abrió la boca para decir algo respecto a eso, pero no supo qué decir. La cerró de nuevo, porque no negaría eso. De algún modo u otro él sabía que iba a ser llenado de niños y que todos sabrían quienes lo habían dejado en cinta, pero no esperaba que Evans estuviera tan emocionado ante la idea, aparentemente.

Antes de que pudiera hacer algo más, Evans se alejó de su cuello y lo miró con ojos verdes y brillantes. Sonreía como un alfa idiota pero feliz, orgulloso de su trabajo como si hubiera logrado una hazaña.

"¿A qué viene esa sonrisa?"

"Ahora hueles a mí." Expresó con orgullo, Draco no pudo evitar sonreír también.

(...)

"Siempre me he preguntado cómo sueles controlar la ira tan bien."

Evans y Draco caminaban juntos, porque Evans no estaba dispuesto a dejarlo solo.

El alfa se rio.

"¿De todas las cosas que podrías preguntar prefieres preguntarme eso?" Evans no podía evitar sonreír por eso.

"¿Y por qué no?" Espetó Draco con seriedad. "Hablo en serio, nunca llegas a casa enfadado o frustrado. Harry es insoportable a veces, pero tú siempre llegas con energía y preparado para lo que sea..." Frunció el ceño. "Ni siquiera yo puedo hacer eso, ¿cómo lo haces?"

"Tengo un lugar, es mi lugar favorito." Murmuró Evans con una pequeña sonrisa algo nostálgica. "A veces, cuando me siento mal o agotado mentalmente, voy allí, subo la montaña y grito hasta quedarme sin voz." Rio un poco. "Sé que parece ridículo, pero descargar toda esa frustración en un lugar donde nadie puede oírte o molestarte es genial."

"Eso suena maravilloso." Sonrió Draco con ilusión.

Evans sintió mariposas en el estómago al ver que esa sonrisa iba hacia él y hacia nadie más.

Le sonrió de vuelta. "Algún día te llevaré."

Ellos llegaron a casa. Evans tomó un baño y bajó vestido con un cálido suéter y varias capas de abrigo, buscó a Draco con su olfato y lo encontró ordenando la cocina mientras maldecía de manera divertida. El alfa sonrió al verlo recoger los utensilios sucios y usados mientras despotricaba maldiciones como todo un marinero.

"Maldito James, le dije que no usara esto para comer carne." Bufó exasperado. "Y ahora el aceite se seca y no se puede lavar bien. Fantástico, increíble, ¡realmente genial!" Rio con ironía exagerada, ni siquiera podía oler ni ver que Evans lo miraba desde el marco de la puerta con una pequeña sonrisa cariñosa.

Draco se desplazaba por la cocina de allí para allá, él suponía que Evans debía estar vistiéndose aún.

Jadeó horrorizado al ver lo desordenado que estaban los estantes, llevó sus manos a sus caderas como toda una madre y frunció mucho el ceño. Evans se tuvo que contener mucho para no reír.

"¡Maldita sea, le dije a Harry que no tocara mis cosas!" Maldijo entre dientes, agachándose a tomar el banquito doblado en la esquina. "Pero claro, él tenía que coger las dichosas especias."

Él colocó bien su banquito y se alzó sobre sus puntas para colocar bien los condimentos de la estantería. Evans pudo apreciar sus muslos gruesos, su alegre trasero y su pancita apenas abultada, no había ningún bebé ahí y aun así era entrañable. Draco se veía mucho más maduro para su edad, tenía veinte años pero su cutis era el de un omega adulto y joven.

Draco transmitía serenidad y amabilidad. Evans no sabía decir si era por sus arrugas cuando sonreía, por sus finos labios cuando se mantenían en una recta línea o por esos ojos, gélidos y grises, que lo miraban con una calidez que lo contradecía de todas las maneras posibles.

"¿Donde habrá puesto Evans la dichosa sartén?" Murmuraba el omega con concentración, removiendo cosas.

"Yo no he movido nada."

Draco se sobresaltó y casi se cayó del banquito, Evans se alarmó y corrió hasta él. De todas maneras Draco se habría estrellado contra el suelo si se hubiera caído, pero lo que contaba era la intención.

El omega lo miró con la mayor indignación de todas, golpeó el pecho de Evans demostrando cuán indignado estaba.

"¡Me asustaste, idiota!" Exclamó.

Evans suspiró aliviado. "Joder, estás bien." Respiró. "Creí que te ibas a matar, no vuelvas a hacer eso."

Draco parpadeó, se cruzó de brazos. "¿Y tú crees que yo quería hacerlo? ¡Eres tú quien me ha asustado!" Acusó de nuevo.

"¿Estás bien?" Evans tomó sus pequeñas manos y las inspeccionó. Miró sus muñecas, sus dedos, sus codos y trató de agacharse para ver sus tobillos, pero Draco lo paró.

"Estoy bien, no me he caído." Aclaró. "No me he hecho daño."

"¿Estás seguro?"

"Sí."

"A ver, ¿te duele el pie?"

"Me he resbalado, nada más. Pero no se ha roto ni nada, sólo me arde un poco." Lo tranquilizó, pero por la mirada horrorizada de Evans agregó: "Eso no es nada, eso no quiere decir nada. Es normal sentir ardor cuanto te haces daño en un lugar."

"¿Cómo va a ser normal eso?" Frunció el ceño. "Ven, mejor vamos a visitar al curandero."

Draco alzó las cejas y detuvo a Evans. "Espera." Murmuró, confundido. "Si me hiciera daño de verdad, ¿me llevarías a un curandero?"

El alfa frunció el ceño sin ver el problema de aquello. Evans dijo que sí, que en esos casos lo mejor era ir en busca de la bendición de algún dios, porque ellos darían su permiso para que la magia divina curase la zona herida lo más pronto posible.

Draco estuvo anonadado por eso, ahora comenzaba a entender por qué sus padres nunca habían permitido ninguna clase de religión en su manada.

Había visto a médicos curar, en su manada. Sabía que nada de eso era obra de ningún dios o de magia divina.

"Tenemos un médico en esta manada."

El mediano de los Potter se vio confundido. "Sólo tenemos un curandero, Draco."

"Rob es médico y cirujano, él sabe medicina de verdad."

Su futuro alfa abrió la boca para decir algo, pero la cerró y frunció los labios unos segundos.

"Rob no es médico de verdad..."

"Claro que lo es." Negó. "Evans, yo lo he visto antes. La medicina cura a las personas, las hierbas calman el dolor, Rob sabe curar a enfermos."

"Hay hierbas que matan a personas."

"Esas son las venenosas." Draco lo tomó de las manos. "Evans, Rob es un gran médico. Sabe muchos remedios y yo lo he visto curar a una persona que tenía una muñeca partida, ¡con solo vendas y hierbas!"

No se veía nada convencido. "Eso no quiere decir nada."

"Eso quiere decir mucho." Corrigió serio.

El alfa suspiró con pesadez y cansancio. Parecía incómodo, Draco supuso que era porque no quería herirlo con su opinión sobre Rob.

"¿Por eso prefieres pasar tiempo con él antes que con nosotros?"

Draco nunca hubiera esperado esa pregunta. Se quedó callado, demasiado sorprendido como para responder al instante. Él no había descuidado a los hermanos, él sólo había ido a la cabaña de Rob a aprender sobre medicina y lectura.

Sintió una pequeña presión en el pecho, algo parecido a la culpabilidad.

"¿De qué hablas?" Preguntó suavemente, algo preocupado por el decaído alfa.

Evans bajó un poco la mirada, "James tenía razón, ahora prefieres estar con Rob antes que con nosotros."

"Evans."

"Por eso Harry te ha dejado estar con él, tiene sentido."

"Evans, no es así..."

El alfa no parecía enfadado ni molesto como lo estaría cualquier alfa que Draco hubiera conocido, parecía triste. No ofendido y receloso, estaba triste y decepcionado.

"Sé que no somos los alfas más civilizados, Draco." Murmuró. "Tampoco te hemos podido cortejar, yo no sé cómo lo hacíais allí. No sabes lo mucho que siento que esto no haya sido como tú querías."

"Deja de decir eso." Ordenó, no iba a dejar que Evans se auto despreciara a él y a su esfuerzo por un malentendido.

Evans lo miro a los ojos, fija y seriamente.

"Le dijiste a Blaise que no llegábamos ni a la altura de los talones del alfa que querías." Draco sintió que se le secaba la garganta y su lengua se hacía un nudo, no podía articular palabra. "¿O qué, también me dirás que no es así?"

Evans tomó el silencio de Draco como una aceptación en silencio. Suspiró con pesadez, sus hombros se hundieron con tristeza y se pasó las manos por la cara con cansancio.

"Evans, dije aquellas cosas ese día porque estaba enfadado y apenas hablábamos." Se apresuró a aclarar. Draco quiso con desesperación que Evans lo mirara, pero los ojos del alfa miraban a cualquier lugar menos a él. "Eres un alfa fantástico. Eres el jefe de los cazadores, tu visión es impresionante, cualquier omega querría aparearse contigo y tener hijos."

"¿Y tú?"

Draco parpadeó. "¿Yo qué?"

Los ojos del alfa lo miraron. "¿Tú quieres aparearte conmigo y tener hijos?"

"Voy a aparearme con vosotros en vuestro celo."

"No, no hablo de que tengas que aparearte. ¿Tú quieres aparearte con nosotros y tener hijos?"

Draco no supo que contestar. Había veces que lo tenía muy claro, y otras no tanto. Cuando veía a James interactuar con los cachorros, a Evans trayendo la comida a casa y a Harry protegiéndolo en todo momento, Draco sabía que esa vida era perfecta y la quería. Pero había otras veces, cuando miraba el inmenso y llano bosque de nieve, que se preguntaba qué hubiera pasado si hubiera huido de allí en el primer momento.

Probablemente hubieran ido a por él y lo habrían encontrado en cuestión de horas, pero a Draco le picaba esa pequeña posibilidad de probar qué era la libertad absoluta. Tomar las riendas de sus acciones y no pertenecer a ningún lado se le hacía apetecible de vez en cuando, cuando se veía encerrado en aquella cabaña con fuego, leña y lana para tejer.

"Soy vuestro omega, yo tengo que—."

"¿Tú nos quieres, Draco?"

Tal vez si hubiera huido habría escapado con éxito. Sería un exiliado o un sin manada, pero sería libre y nadie estaría sobre él. Su primera opción habría sido unirse a los Hemmings, ellos eran una manada pacífica y buena, Draco lo había comprobado con sus propios ojos.

Pero dudaba que aquello hubiera merecido la pena. No habría conocido a Harry, a Evans, a James, a Blaise o a Rob. No habría conocido las locas leyendas nórdicas de allí, nunca habría probado lo que era un auténtico venado cocinado a fuego lento, tampoco habría podido tejer con aquella tranquilidad rodeado del olor a roble y flores.

"¿Vosotros me queréis a mí?"

Evans lo miró con el ceño fruncido.

"Creí que ya estaba claro."

No supo descifrar con claridad qué significaba eso, porque no sabía catalogar si los hermanos le querían de verdad.

La conversación quedó estancada ahí. Draco y Evans se sentaron frente al fuego crujiente mientras realizaban sus respectivas tareas; Evans leía un libro (era un alfa y había tenido esos derechos que Draco tanto habría deseado) mientras Draco tejía una manta casi hecha, la cuál reposaba sobre sus piernas.

Todo se sentía cómodo y hogareño, pero había un extraño y tenso silencio porque no todo estaba dicho.

(...)

Draco pensaba, cada vez con más frecuencia y más razones, que Harry y él eran como un viejo matrimonio. Todas las conversaciones eran de noche en la cama, sobre todo cuando Harry le metía los dedos a Draco o cuando se frotaban entre ellos casi de manera obscena. El alfa aún no le había puesto una mano encima hablando sobre penetrar o eyacular dentro del omega, Harry lo respetaba muchísimo y sólo había acción cuando Draco quería.

Aquella noche era una de esas noches en las que Draco quería, pero por otra parte deseaba hablar antes que cualquier otra cosa. Pensó que sus hormonas se estaban disparando por el intenso olor a los hermanos, gritaban la llegada de una rutina demasiado próxima.

Harry estaba recostado en la cama, casi desnudo salvo por la ropa interior. Sentía su piel arder porque su celo estaba a la vuelta de la esquina, Draco lo notaba, Harry se estaba comportando de una manera demasiado cariñosa para ser habitual.

"Hoy estuve hablando con Evans." Comenzó Draco, estaba recostado y acurrucado en el pecho de Harry. No tenía otra alternativa, el alfa lo había encajado ahí y no paraba de apretujarlo contra él o besarlo de vez en cuando.

Harry emitió un pequeño pero grave gruñido en afirmación, le importaba muy poco que Draco hubiera hecho eso, él estaba marcando a su pareja.

"También con James por la tarde, está claro que vais a entrar en celo."

Harry volvió a asentir, aunque Draco sabía que no le prestaba atención.

Suspiró con pesadez.

"¿Puedes, por favor, dejar de marcarme y escucharme?" Se quejó Draco.

Eso no pareció gustarle a Harry, porque levantó su cara del cuello de su omega y lo miró con el ceño fruncido.

"No." Refunfuñó. "Quiero que huelas a mí."

"Ya huelo a ti, mi cama huele a ti, mi habitación huele a ti, ¡todo huele a ti!" Exclamó con exasperación. Gimió disgustado. "Solo quiero que me escuches, ¿es mucho pedir?"

Harry frunció los labios y aceptó a regañadientes. Eso hizo mucho más feliz a Draco, porque Harry antepuso los deseos de Draco antes que sus instintos animales.

"Bien." Murmuró, aún no lo dejaba salir de sus brazos. "¿Qué tal te ha ido el día?"

"Pues he tenido un día bastante agradable, gracias." Sonrió, le encantaba cuando Harry lo escuchaba.

"Me alegra oír eso." Confesó con sinceridad, Draco lo sabía.

"Fui a recoger hierbas, pasé parte de la mañana con Evans, después James y yo cocinamos un poco y finalmente puedo estar aquí contigo." Tarareó el alegre omega. "Aún no he visto a Blaise, supongo que tiene que estar ocupado. ¿Sabes qué aprendí hoy? Que los dolores de cabeza se curan con hierbas, ¡pero otras veces solo hace falta un paño de agua fría!"

"No tenía ni idea."

"Hoy vino una omega en estado a la cabaña de Rob. ¿Sabías que es muy importante que el cachorro dé vueltas en el vientre de la madre? Increíble, yo no lo sabía. Rob le estuvo preguntando si sentía patadas, Harry, ¡patadas del bebé! ¿Te lo puedes creer?"

"Estoy impactado."

"También leí que a veces los alfas pueden sentir los síntomas de sus parejas, ¿no es algo entrañable?"

"Mucho."

"Harry, deja de tocarme el culo cuando te estoy contando mi maravilloso día." Draco frunció el ceño y le dio un manotazo la mano de Harry. Olisqueó a su alfa. "Un momento, ¿estás en celo?"

"Todavía no."

"Hueles como si lo estuvieras."

"Pero no lo estoy."

"¿Estás seguro?"

"A veces se adelanta un poco, pero no tanto."

"Nunca he visto un alfa en celo." Admitió Draco.

"Ni yo un omega en celo, y debo de confesar que me inquieta la idea que seas más exigente que yo."

"Soy la mitad que tú, ¿por qué ibas a tener miedo de eso?"

"Tu cuerpo es pequeño, pero un chillido tuyo puede provocar que todos nos vayamos al Valhala en un segundo."

Draco frunció el ceño muy ofendido y le golpeó el pecho. Harry sonrió y le besó los labios, pidiendo una sutil disculpa sin palabras. Draco suspiró por la nariz mientras cerraba los ojos, le gustaba que Harry lo besara de esa manera tan lenta y tranquila.

Las manos de Harry estaban ardiendo y recorrieron las curvas de Draco, parándose detenidamente en la curvatura de su cintura. Sus manos se apretaron ahí, Draco ahogó un jadeo al sentir las gruesas y ásperas manos meterse bajo su suéter de dormir. Harry siempre masajeaba sus pequeños pezones rosados cuando sus dedos no estaban en la entrada de Draco, le gustaba porque era muy sensible en aquella zona y Harry disfrutaba de los sonidos que escapaban de su boca.

Draco trepó por el fornido y pesado cuerpo de Harry, el alfa estaba en llamas y sus dedos pedían tocar a su omega por todas partes. Draco meneó bien las caderas para acomodarse, pero su entrada se apretó cuando sintió un notorio bulto grande entre sus firmes y redondas nalgas.

Apoyó sus pequeñas manos en los duros y fuertes pectorales de Harry.

Sentía sus mejillas arder por el calor en aquella habitación, aunque fuera de aquella cabaña cruzaban los menos seis grados.

"Dijiste que no estabas en celo." Jadeó Draco, cuando las caderas de Harry comenzaron a empujarse hacia arriba, el trasero del omega sentía aquel bulto endurecerse más en cuestión de segundos.

Harry tenía los ojos cerrados, la cabeza hacia atrás y dejó escapar un gruñido animal. "No lo estaba." Su voz tembló un poco, era más ronca y profunda.

Draco tragó con nerviosismo. "Dijiste que no se adelantaba tanto."

"Y no lo hacía. Aún no estoy en celo." Murmuró, "Pero, mierda, Draco."

Harry dejó de titubear con sus caderas cuando Draco empezó a frotar su trasero sobre la polla endurecida de su alfa. El moreno dejó escapar un gemido casi aliviado, Draco ahogó un gemido y mordió su labio inferior para evitar más ruidos. Las manos del alfa no tardaron en buscar su cintura y sus caderas de nuevo, sus dedos se apretaron en la tierna carne y los dedos de sus pies se arquearon.

"Sigue así." Rogó Harry con voz pastosa y tres tonos más graves, Draco sentía que su lubricante natural ya se estaba filtrando por sus pantalones y Harry podía notarlo. "Mierda, cariño. Sí, sí."

Ni siquiera sabía si lo estaba haciendo bien, Draco quería hacer sentir bien a Harry. Sus manos usaban el pecho de Harry como apoyo, en su mayoría de veces sólo frotaba la polla de Harry contra la hendidura de su trasero, pero de vez en cuando rebotaba un poco.

Harry balbuceaba cosas, el omega no sabía decir qué cosas estaba murmurando, pero su animal sólo se emocionaba más y hacía que su pecho bombeara fuertemente. Nunca había sentido el deseo voluntario de complacer a alguien, pero Harry provocara que tuviera ese desesperado deseo.

"Mierda, sí." Exclamó Draco con voz un poco raposa. Su entrada dolía porque quería ser atendida, quería que Harry entrara en él, eyaculara, dejara un buen nudo ahí y con suerte quedar embarazado. "Harry." Gimió.

"Draco, voy a—." Harry se interrumpió a sí mismo cuando un fuerte y ronco gemido resonó desde su garganta. "Ven aquí. Abre la boca."

Draco obedeció. Harry estrujó sus mejillas con una mano y lo atrajo con algo de rudeza hasta su cara. La lengua del alfa moreno entró en su boca en el momento en el que sus labios se encontraron, Draco dejó escapar un débil gemido. La otra mano de Harry, la que seguía en su cintura con mucha fuerza, guiaba las caderas de Draco hacia delante y hacia atrás en un balanceo obsceno.

El beso le quitaba la respiración a Draco, la saliva de Harry en su boca lo ahogaba y el deseo por el nudo de Harry en su culo lo abordaba. Harry dejó de comerle la cara cuando apenas quedaba aire suficiente en sus pulmones, el alfa se apoyó sobre su codo mientras seguía guiando a Draco con su otra mano.

"Eso es, eso es." Balbuceaba Harry, sonando tan salvaje y complacido que Draco sonreiría enormemente si no fuera porque se estremecía cada segundo. "Eres tan, tan bueno, cariño."

Harry lo bajó con cuidado de su erección, ambos jadeaban con pesadez y la excitación inundaba la habitación. Draco temió haber hecho algo malo o erróneo, pero Harry se encargó de demostrarle que no lo hizo besándolo con intensidad y cariño.

Draco nunca había visto o sentido el pene de un alfa. Harry nunca se había desnudado al completo para él porque no quería incomodar u obligar al omega a nada, era la primera vez que Draco veía a un alfa completamente desnudo de pies a cabeza. Harry se deshizo de su ropa interior, bóxers negros y ajustados, y se acomodó en la cama.

El omega se sintió abrumado ante el tamaño y el grosor, un poco preocupado.

Sus alfa pareció sentir su nerviosismo, por lo que se apresuró a calmarlo.

"No vas a hacer nada, cariño." Lo calmó, aunque Draco no estaba precisamente muy feliz por esa noticia. "Voy a acabar esto yo sólo, no vas a hacer nada."

Los ojos grises de Draco miraban con mucha curiosidad la base de la polla de Harry.

"¿Qué es eso?" Señaló.

Harry lo miró antes de bajar su mirada hacia su hombría completamente erecta, era sujetada por su fuerte y gran mano.

"Es el nudo." Contestó. "Con él te dejo embarazado de mis cachorros, cariño."

Draco abrió los ojos, fascinado. "Vaya." Murmuró, anonadado. "¿Siempre es así?"

"No, es... de tamaño normal cuando no está así." Trató de explicarlo de la mejor manera posible. "Cuando estoy excitado se pone así, pero cuando anudo se vuelve mucho más grande."

Draco lo miró a los ojos, pero no había ni miedo ni nerviosismo. "¿Tú crees que quepa... ahí?"

Harry no pudo evitar sonreír divertido y con un poco de adoración. "Claro que sí, cariño."

"¿Me hará daño?"

"Yo me encargaré de que no."

Draco asintió, como si confiara ciegamente en Harry. Ni siquiera cuestionó su respuesta, y eso sólo hizo saltar el corazón de Harry aún más.

"¿Y yo puedo ayudarte a que no te duela a ti?" Inquirió el omega. "¿O a ti no te duele?"

El alfa rio.

"Puedes quedarte a mi lado, te aseguro que estaré mil veces mejor si estás conmigo."

Draco vio cómo Harry se masturbaba, el omega miraba casi con admiración las facciones de Harry. Harry era muy fuerte, grande y muy corpulento. Sus ojos eran de un verde mucho más oscuro que sus hermanos, su cabello era oscuro pero menos rebelde que el de James y sus manos parecían más fuertes. Harry tenía un cuerpo atlético y en forma, cualquier omega se mojaría las bragas con solo verlo.

Y aun así Harry nunca había pasado ningún celo con algún otro omega, Draco iba a ser el primero y eso sólo hacía que su omega se pavoneara orgulloso.

Cuando el alfa eyaculó en su mano, la limpió en las sábanas llenas de olor a sexo, sudor y esperma. Palmeó su regazo y Draco se sentó allí, Harry lo desnudó, lo abrió con los dedos y le dio su propio placer hasta hacerlo eyacular. Besó, mordió y lamió cada parte posible de Draco en aquella posición, Draco disfrutó mucho aquello aunque una parte de él pensaba que el nudo de Harry se sentiría muchísimo mejor.

Draco se acostó sobre el pecho de Harry para ir a dormir, como casi todas las noches.

"Probablemente mañana empiece mi celo, y el de mis hermanos."

"Lo sé."

"No quiero que te asustes si te despiertas—, bueno, si te despierto con ganas de embarazarte."

Draco sonrió. "Está bien, tranquilo." Acarició su pecho con su pequeña mano. "Es tu instinto, y eso está bien."

Harry los había tapado a ambos con la sucia sábana, estaba llena de fluidos corporales de alfa y omega, pero no eran momentos de ser escrupulosos.

"Draco." Murmuró Harry, al cabo de unos minutos en silencio.

Draco tarareó con los ojos cerrados, estaba al borde del profundo sueño. Olía a Harry y se sentía muy bien y satisfecho.

"Me parece entrañable eso, lo de la pareja."

El omega sonrió aun con los ojos cerrados, giró la cabeza y besó castamente los labios de Harry. "Lo sabía."

Tuvo algo muy claro; le quería.

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