blåøyde omega ;; trillizos!po...

By alexanderkirigan

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Draco ha sido entregado a una manada salvaje como oferta de paz. Será mordido y reclamado por los trillizos P... More

Prólogo
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By alexanderkirigan

Cuando Draco se despertó en la cama, ni Evans ni James estaban. En realidad, ni siquiera había indicios de que hubieran dormido ahí, eso sólo creó un poco de inquietud en Draco. Harry tampoco estaba en la cama, y eso lo hizo sentirse mal. Se sentía vulnerable y Harry se lo había prometido ayer, le había prometido que estaría ahí con él.

Unos fuertes y apresurados pasos se escucharon crujir en la madera, avanzando.

Draco se sobresaltó cuando Harry apareció por el marco de la puerta. "¿Qué pasa, estás bien?"

El omega se sintió aliviado, más relajado.  Así que Harry sí que había cumplido su promesa, sí que se había quedado en la cabaña para asegurarse de que Draco y su marca estuvieran bien.

Draco negó con suavidad. "Estoy bien." Murmuró.

El omega pudo salir de la cama por él mismo, la cuál era demasiado grande y Draco sentía que se hundía en el grueso y mullido colchón. Vio los hombros de Harry tensarse, como si hubiera deseado avanzar hasta él y ayudarlo, pero al ver que Draco pudo solo, simplemente permaneció en su sitio.

Los ojos de Draco vagaron un poco por la habitación, el alfa sentía su inquietud. Era una sensación extraña, acompañada con el deseo de calmar a Draco.

"Evans y James vinieron a dormir pasada la madrugada. Evans ha salido a cazar." Informó Harry, comentándolo como una pequeña curiosidad sin importancia.

"Hmm." Draco asintió. "Bien."

No deseaba preguntar por qué James llegó tan tarde.

"Evans quiere hacerte un regalo." Comentó Harry, siguiendo al pequeño omega cuando Draco salió de la habitación.

Draco parpadeó.

"Oh." Musitó en un susurro. "Eso es un gesto muy bonito, ¿es parte del ritual de pareja?"

Harry no contestó en unos segundos, se frotó un poco los ojos con el dorso de su mano.

"No."

Draco asintió. Los ojos de Harry lo observaron en todo momento, analizando sus movimientos y expresiones. El omega se sentía observado, parecía como si Harry hubiera tratado de ver más allá de esa armadura de omega sereno y diplomático.

"¿Tengo algo de ropa que pueda ponerme?" Habló Draco, tranquilo. Quería terminar ese silencio.

Harry parpadeó un poco, finalmente asintió.

"Sí, eh... Camille la dejó en el baño, creo." Murmuró, con su inigualable ceño fruncido. "¿Por qué?"

"Tu manada querrá ver la marca de apareamiento." Draco se encogió de hombros. "Necesitan alguna prueba, ¿no?"

La mirada de Harry lo inquietaba demasiado. Los ojos verdes del alfa lo miraban de una manera que Draco no podía descifrar.

"Por supuesto que no necesitan una prueba." Masculló. "En esta manada es muy importante una marca, es signo de alegría y fertilidad. Ellos no necesitan verificar nada, simplemente se alegran cuando ven una marca."

Las cejas de Draco se alzaron un poco en signo de incredulidad.

"Oh, umh—, de todas formas será mejor que me vista y salgamos." Draco bajó un poco la mirada, pero su postura derecha no se ablandaba ni un centímetro. "Sólo dame un minuto."

"Por supuesto."

Mientras Draco se vestía, Harry estuvo esperando en la puerta principal de la cabaña. El omega no tardó en absoluto, estuvo listo con su abrigo, su bufanda, sus guantes y unas pequeñas botas para que no se hundiera demasiado en la nieve. Harry lo observó un poco, pensó que Draco sí que parecía una auténtica Madre Omega; tenía una postura firme, era muy sereno y no dejaba ver debilidades.

"¿Estás bien?" Inquirió Harry, bastante interesado en su comodidad.

"Sí." Draco se removió en su sitio. "El abrigo me está un poco grande."

El alfa asintió, dándole la razón en silencio.

"Eres realmente pequeño." Murmuró.

Cuando ellos pasearon por los caminos de esa tribu, las omegas los saludaban muy felices. Los alfas hablaban con Harry muy entusiasmados y los betas con mucho respeto, pero nadie le hablaba a Draco directamente. Algunas omegas viejas le dedicaban alguna que otra mirada cuando hablaban con Harry, pero no hacían ningún esfuerzo por incorporar a Draco en la conversación.

Draco odiaba eso.

En su manada los omegas no podían hablar entre alfas o frente a alfas, pero sí entre omegas. Los omegas de esta manada parecían tener muchos más derechos que cualquier omega que Draco hubiera conocido, y aun así discriminaban a Draco de una manera indirecta.

Draco no creía poder adaptarse nunca a esa manada, de repente sintió amargura imaginando que así sería toda su vida.

"¿Estás bien?"

Draco miró a Harry, ambos habían caminado en silencio durante unos minutos. El gran y fornido alfa lo miraba con las cejas un poco fruncidas, algo inquieto. Draco también pensaba que no se podría acostumbrar a eso, a que Harry sintiera todas sus emociones picar a través de su marca.

"Sí." Aseguró el omega, tranquilo y sereno. "Sí, estoy bien."

"No me mientas." Advirtió Harry, Draco bajó la mirada. "Siento lo que sientes, omega. Te dije que te ayudaría en todo lo que pudiera, y sé que te estás esforzando por ser una buena Madre Omega."

Su madre siempre le dijo que los omegas se ven mejor cuando sonríen. Los alfas prefieren omegas bonitos y sonrientes antes que omegas amargados y deprimentes. Draco no quería que Harry buscara a otro omega, porque eso significaría tener que compartir a alguien que debía protegerlo sólo a él.

Drsco sólo estaba soportando todo aquello para proteger a su verdadera manada, la manada de Harry no era su manada. Nunca lo sería. Nunca aceptarían a Draco como uno de los suyos ni aunque llevara la marca de los tres hermanos en su cuerpo, probablemente ni siquiera querrían los cachorros a los que Draco diera a luz.

Ellos querrían a omegas o betas de su manada, personas tan hermosas como Camille.

"¿Puedo preguntarte algo?" Murmuró Draco, desviando el tema abruptamente.

"Claro." Asintió Harry, algo molesto porque Draco esquivó el tema de las emociones como un hurón escurridizo.

"¿En esta manada también hay amantes?"

Harry se detuvo.

"¿Qué?" Entrecerró los ojos.

"Ya sabes—, amantes como..." Draco titubeó un poco. Relamió sus labios. "Personas con las que pasar tu celo, a las que cuidas y proteges..."

Harry lo estaba mirando con una mezcla de confusión e irritación.

"¿De qué demonios hablas?" Gruñó. "Eres mi omega, se supone que sólo debo cuidarte a ti. Yo paso mi celo contigo, y tú pasas tu celo conmigo."

Draco se sentía un poco estúpido, Harry le estaba hablando como si fuera la cosa más razonable del mundo y Draco fuera un idiota sin cerebro.

"Lo siento. Las cosas en mi manada no eran igual." Se disculpó Draco, el rostro de Harry se suavizó en cuestión de microsegundos. "Si hubieramos estado en mi manada, tú podrías tener a todos los omegas bonitos que quisieras. Sólo nos tendríamos que aparear cuando quisieras un heredero..."

"¿Pensaste que sólo me aparearía contigo cuando quisiera un hijo?" Harry arqueó una ceja.

Draco asintió levemente. "O cuando quisieras. Pero principalmente, sí, por un heredero."

Hubo un pequeño silencio entre alfa y omega.

"Tu manada es una mierda." Opinó Harry.

Draco no dijo nada, porque lo sabía.

Escuchó a Harry suspirar con cansancio, pudo sentir el calor que irratiaba el alfa pegarse a sus huesos ante la cercanía.

"Escucha, no puedo mentirte." Habló Harry. "Tendremos que tener un heredero, sí. Tendrás que llevar a mis cachorros y no creo que sea nada fácil, sobre todo porque probablemente des luz a camadas. Pero Draco, yo voy a estar ahí, y nadie más que yo. No habrá ningún amante ni nada, será sólo los cachorros, tú y mis hermanos."

Draco lo miró a los ojos, mantenía su postura firme. "Hablas muy seguro de eso."

"Porque lo estoy." Aseguró, tranquilo.

"Pareces bastante seguro cuando hablas de cachorros."

"A un líder lo preparan para todo esto desde pequeño." Harry se encogió de hombros. "Lo que realmente me sorprende es que aceptes tan bien que estarás embarazado."

Draco frunció un poco los labios.

"Cuando naces omega, te enseñan muy bien cuál es tu único trabajo en este mundo." Sonrió un poco, triste. "Y si puedo ayudar a mi manada teniendo un heredero para ti y a tu manada, no me negaré."

Los ojos de Harry se oscurecieron un poco.

"Esta es tu manada también." Murmuró.

Draco lo miró brevemente antes de seguir caminando, Harry lo siguió porque una pareja se acercaba a ellos. Draco no dijo nada respecto a ese comentario.

(...)

"Esta es la cocina." Blaise palmeó la madera de la isla de la cocina, todo era tan rústico como la cabaña. "Bastante grande, ¿verdad? Evans me ha dicho que si no llegas a las estanterías o los armarios, en esa esquina de ahí hay un banquito para ti." El alfa señaló a un lugar en concreto.

Draco acarició los detalles de madera de la mesa de manera distraída. "¿Es necesario que vaya a comprar?"

"No, Harry dice que todo lo que necesitas está en el frigorífico. Además, sólo los alfas van a comprar." El guardaespaldas tiró de la puerta de la nevera y la abrió. Había en su mayoría carne y verduras, la dieta más típica y normal entre alfas. "¿Necesitas algún libro de cocina o algo?"

"No." Draco negó con la cabeza también.

"El más exigente con la comida es Harry." Hizo una mueca. "James siempre quiere carne, no es exigente. A Evans no le importa. Comen cuatro veces al día, no lo olvides."

Draco tarareó en afirmación.

"Siéntete libre de comer cuando quieras, además." Blaise le sonrió. "Harry quería hacerte la visita por la cabaña, pero ha tenido que salir. Asuntos con la manada, ya sabes."

Draco frunció el ceño, él no sabía que Harry había tenido problemas de última hora.

"¿A qué te refieres?" Murmuró Draco.

El alfa lo miró incrédulo.

"Oh, no sabía que tú no..." Balbuceó, sin terminar la frase. "¿No sabías que Harry—?"

El insistente golpe en la puerta los sobresaltó a ambos, la madera crujía fuertemente cuando era aporreada.

"¡Estoy en casa!" Exclamó Evans, con su gruesa voz como la de sus hermanos.

Draco miró a Blaise, quien le dedicó una mirada que no supo interpretar.

Evans no tardó ni un segundo en aparecer en la cocina, con un ciervo muerto cargado sobre su hombro como si fuera un simple saco de harina. Su ropa estaba bastante sucia y algo ensangrentada, sus cabellos estaban alborotados y probablemente enredados.

Sonrió cuando vio a Draco metido en ese jersey color crema. Evans era cazador, su olfato era muy agudo y el aroma de Draco era simplemente un pedazo de cielo.

"Traje un regalo para ti." Con orgullo y entusiasmo, dejó el ciervo en la amplia mesa de madera que alguna vez a Draco le encantó. Draco se estremeció ante el pesado golpe del cuerpo muerto sobre la mesa, quiso vomitar. "Una cierva, toda para ti."

Draco supuso que eso era un regalo bastante bonito en esa manada, porque los ojos de Blaise brillaron con diversión.

"Vaya, así que una bonita hembra." Elogió Blaise, inspeccionando la cierva muerta. "Debiste de correr muchos kilómetros para encontrarla, no suelen haber por aquí cerca."

Evans sonrió.

"Tal vez." Bajó su mirada un poco, con una sonrisa tímida. Miraba atentamente a Draco, esperando su reacción.

Los dos alfas miraban al omega en busca de la verdadera opinión importante.

Draco se tragó las arcadas que quería dar, sonrió con labios juntos.

"Me encanta." Elogió con falso entusiasmo.

Evans respiró aliviado, y con una gran sonrisa. "Menos mal. Sabía que te gustaría, simplemente tenía miedo de asustarte. Eres de otra manada, no sabía si allí los alfas le regalan una cierva a sus omegas."

No, por supuesto que los alfas de allí no hacían eso. Los alfas cortejaban a sus omegas con gestos bonitos y más delicados, como con flores o canciones, no con ciervas muertas.

Draco siguió sonriendo cortés. "Muchas gracias, Evans. Es un gesto precioso."

Cuando Harry le dijo que Evans fue a cazar algo para él, no esperaba que el alfa trajera una cierva asesinada por sus dientes.

"Bueno, he de irme." Anunció Blaise. "James debe estar a punto de marcharse con los rastreadores."

Blaise se fue para dejarles a ambos un tiempo juntos. Draco entendía que debía acostumbrarse a Evans, porque ese alfa también lo marcaría tarde o temprano.

El omega miró a Evans. "¿James está de caza?"

El alfa asintió. "Es el alfa de los rastreadores." Tronó sus dedos, estiró sus hombros con un gemido pesado lleno de cansancio. "Probablemente va en busca de Harry. ¿Te han explicado cómo va todo ese tema de los rastreadores y los cazadores?"

"Más o menos. Creo." Hizo una pequeña mueca.

Draco se sintió confundido y nervioso al ver la sonrisa brillante de Evans, el alfa lo miraba como si Draco se tratase de una especie única.

Sin poder evitarlo, el omega soltó una risilla nerviosa.

"Sigo sin entender por qué me miras así." Murmuró Draco, con una pequeña sonrisa. Harry era muy frío y bastante serio, Evans parecía todo lo que no era Harry. "O por qué haces esto."

"¿Hacer qué?" Inquirió Evans, arqueando una ceja.

"Eso, lo de mirarme como..." Negó. "Me miras como si fuera, no sé, algo especial." Abrió ambos brazos a sus costados. "Y todo ese detalle del ciervo. Has sido muy amable conmigo, no eres como..."

"Mis hermanos." Finalizó Evans, con una sonrisa comprensible. Arrugó un poco la cara de manera graciosa. "Las personas creerían que no son mis hermanos si no fuera porque somos trillizos."

Draco se rio suavemente y asintió. "Sois muy diferentes."

"Harry es más serio y frío, pero créeme, lo vas a ver de una manera muy diferente cuando lo conozcas realmente. No sabe cómo tratar a las personas, se frustra bastante porque no sabe tratar a los omegas con buen tacto. Está haciendo un gran esfuerzo por ti, hablo en serio." Evans se apoyó con la espalda contra la pared. "James es más... Despistado, y un poco estúpido. Vas a tener que tener mucha paciencia con él, a veces puede sacarte de tus casillas rápidamente."

El omega se mordió el labio inferior con los dientes.

"Eso no responde a mi pregunta de por qué me tratas así de bien." Murmuró, Evans lo miraba atentamente.

"Todos los omegas deberían ser tratados así." Opinó Evans, ahora con sus cejas fruncidas.

El omega se balanceaba sobre sus pies, inquieto.

"No estoy acostumbrado a este trato tan amable por parte de un alfa." Admitió, vacilando un poco. "Gracias."

Hubo un pequeño y breve silencio entre Evans y Draco. El alfa lo miraba con ojos levemente entrecerrados, curioso y calculador. Draco prefirió mirar el cadáver del animal muerto, pensando seriamente en cómo demonios lo despellejaría, cortaría y cocinaría sin vomitar o dar arcadas.

"Cuando era un niño, mi madre siempre me decía que algún día tendría omega y debería tratarlo como se merece." Comenzó Evans, cruzado de brazos sobre su pecho. Draco lo miró. "Cuando fui creciendo, la idea de tener un omega se iba haciendo imposible cada vez más. Siempre discutíamos por eso, nunca había ningún omega que fuera perfecto para nosotros tres." Sonrió un poco. "La primera impresión que tuve de ti, es que te pondrías a llorar desconsolado, o que te daría un ataque de ansiedad. Harry creía que te desmayarías, lo juro."

Draco no quería recordar ese día, porque pasó mucho miedo. Recordaba que Thomas no había dudado en ofrecerlo como oferta de paz a esa manada. Draco lloró hasta que no le quedaron lágrimas, lloró en silencio hasta que el cansancio lo venciera. Pero jamás lloró delante de nadie. No permitía que las personas lo vieran débil y vulnerable, porque eso le enseñó Thomas, nada de debilidades. Sabía que si le mostraba que le dolía y lo asustaba, eso sólo lo haría todo peor.

"Pero no lo hiciste." Continuó Evans. "Ni siquiera te lloraron los ojos, muchos omegas habrían llorado en tu lugar. Pero tú sigues siendo igual de fuerte y no dejas que Camille te intimide." El trillizo mediano se rio. "Puedo decir que ella se siente bastante intimidada por tu olor de omega, Draco. Eso me gusta."

"Ningún alfa quiere a un deprimente omega que llore hasta la muerte." Habló Draco, serio. "Te agradezco que estés haciendo todo esto por mí. Harry y yo llegamos a un acuerdo ayer; él me ayudaría en todo lo que pudiese y yo—."

"Espera, ¿cómo que acuerdo?" Evans frunció el ceño.

"Para hacer todo esto de una manera justa." Lo tranquilizó Draco. Él había estado presente en reuniones importantes con otros alfas de otras manadas, sabía bien de diplomacia. "Lo que nos une es la paz entre mi manada y la vuestra. Estoy dispuesto a cumplir mi parte de nuestro acuerdo para que nada de esto sea extraño o más incómodo de lo necesario."

"Se supone que esto es un lazo, Draco, no un acuerdo." Justificó, exasperado.

"La base de nuestro lazo es un tratado de paz." Para Draco nada de esto significaba algo. "Es un acuerdo, Evans. Pero eso no es tan malo del todo, al menos la paz está en este territorio..."

El alfa parpadeó, Draco no entendía por qué parecía tan anonadado.

"¿Insinúas que no podríamos llegar a tener un verdadero lazo?" Arqueó una ceja. Estaba molesto, Draco lo olía.

"No." La respuesta salió natural, con una pizca de incredulidad. "Evans, sólo quiero hacer las cosas bien."

"¿Bien?" Repitió. "Estás insinuando que no serías capaz de mirar mi marca sin pensar que todo es por un acuerdo, Draco."

Fue el turno de Draco de arquear su ceja.

"¿Y eso es malo? Evans, fue un tratado de paz."

"¡No lo entiendes!" Bufó. "Escucha, quiero hacer las cosas bien. Pero no a tu manera, quiero hacer las cosas bien, de verdad."

Draco puso sus manos en su cadera, ofendido y desconcertado.

"¿Insinúas que mis ideas son malas?"

"No. Son horribles."

Draco abrió los ojos.

"¿Disculpa? Harry y yo hemos hecho un acuerdo muy justo. Pasaremos los celos juntos, tendréis cachorros y simplemente trataremos de hacer que esto sea lo más agradable posible." Frunció su ceño.

"Harry es idiota. Eso es lo que es." Resopló, enfadado.

Las cejas de Draco se dispararon hacia arriba.

"No es idiota, es justo y—."

"¿Ni siquiera quieres intentar probar si podemos conectar?"

Draco se quedó completamente callado, bastante sorprendido. Probar si podían conectar, nunca lo había pensado de esa manera.

Dudaba que alguna vez eso fuera posible. Ellos no eran ese alfa perfecto que Draco quería; Evans era el que más se aproximaba, pero definitivamente ahora estaba muy lejos de serlo después de esa cierva muerta. Ni siquiera había sido cortejado.

Ante su silencio, Evans suspiró con pesadez. Draco miró al alfa salir de la cocina y caminar a algún otro lugar de la cabaña.

"¿Adónde vas?" Exclamó Draco.

"A bañarme." Explicó Evans, se giró brevemente hacia el omega, aun caminando. "Estoy lleno de barro y sangre."

Draco sentía que había hecho algo mal, no entendía por qué se sentía mal.

"Puedo prepararte el baño." Sugirió Draco, titubeando un poco.

"No gracias, puedo hacerlo." Evans ya subía las escaleras al segundo piso.

"¿Tienes hambre? Puedo, umh, hacer la cena. Carne, ¿no? Te gusta la carne, ¿verdad?" Draco no quería parecer raro y seguirlo, porque Evans iba a baño. "¿Verdad?" Alzó un poco más la voz por si Evans no lo había oído.

Draco se estremeció cuando un portazo resonó en la casa, hizo temblar hasta sus huesos. Olía a alfa enfadado.

Draco hizo la cena, trató de ignorar al ciervo sobre la mesa durante toda la preparación. Aunque el agua ya no se oía salir, Evans no bajó. Tampoco bajó cuando Draco gritó unas tres veces que la comida estaba hecha. Era carne asada y patatas.

El pequeño omega comió solo, apoyado en el fregadero de la cocina, ignorando el olor a sangre y carne cruda. Apenas hacía ruido, comía su pequeña ensalada como si fuera la única cosa interesante en aquella gran casa. Draco tenía un estómago pequeño, la dieta entre omegas y alfas es muy diferente.

Cuando empezó a anochecer, Draco empezó a preocuparse porque no veía a Evans. Lo escuchaba caminar, lo olía, pero no bajaba del segundo piso. Draco cenó un poco de la ensalada de antes, solo de nuevo, porque ni James ni Harry habían vuelto. Encendió la chimenea de la mejor manera que pudo, ensuciándose sus pequeñas manos de carbón y sosteniendo el palo de hierro para avivar las llamas.

De vez en cuando soltaba algún pequeño chillido cuando alguna chispa inofensiva saltaba, Draco pinchaba la madera quemada con el hierro de vez en cuando, temeroso.

Se quedó dormido frente al fuego, no tenía ganas de dormir en una habitación oscura y fría. Prefería descansar en el incómodo suelo pero con el cálido fuego acompañándolo.

Se despertó con ojos adormilados una vez, y cuando miró el plato de Evans ya no estaba. Golpeó el suelo con su pequeña mano, frustrado porque se suponía que iba a descansar solo un poco y esperar a que Evans bajara. Gimió adolorido, porque ese suelo era realmente duro y frío y se había lastimado su mano.

Se volvió a quedar dormido, dando por hecho que su noche sería acompañada por el fuego crujiente.

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