Eviterno || Terminada

By MsMistery19

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Una destinesia, había llegado dónde estaba ella, a su mundo, el problema es que había olvidado cómo volver al... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capítulo 15
Capitulo 16
Capítulo 17
Capitulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capitulo 24
Capítulo 25
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Final
Epílogo
Nota
Nota
Nota.

Capítulo 26

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By MsMistery19

¿Por qué siento un amor ausente más presente que tú amándome sin reservas?

Pov Calle.

— Si gritas te entierro este puñal.— Un hombre detrás de mi, la punta de una navaja apretando mi costado.

«Maldita sea, lo que me faltaba» Pensé siendo amenazada por aquél ladrón.

¿Por qué mi suerte era así? ¿Pagaré algún karma en otra vida? Tragué grueso mientras sentía a aquél ladrón a mis espaldas. Pensé mi siguiente movimiento y tampoco podía hacer mucho, tenía una estúpido puñal en mis costillas, cualquier movimiento y terminaba en el hospital... Otra vez.

— Ok.— Respondí al ladrón aparentando tranquilidad.— Te doy lo que quieras, solo baja el cuchillo.— Pedí pasando saliva, el ladrón rió.

—¿Me creés estúpido, chica? No haré eso. Dame todo lo que tengas.— Respondió clavando más la punta de la navaja.

— Está bien, está bien.— Dije rápidamente sacando mi dinero y teléfono, era lo único que tenía conmigo.

— Aquí está,— Alcé el dinero y el teléfono.— Ahora suéltame.— Agregué, escuché una risa ronca dándome escalofríos.

—¿Y si también quiero que me la chupes?— Hice una mueca de asco.

— Ni loca. Vete a la mierda con lo que te doy.— Escupí entredientes, el puñal se clavó más en mi costilla.

— No te me pongas dura o terminas sin cuello, linda.— Susurró de forma asquerosa en mi oído.

Miré a todos lados y no pasaba nadie en las malditas calles. ¿Acaso se los había tragado la tierra? Negué con mi cabeza, no iba a tener un pene en mi boca jamás, prefiero estar en el hospital de nuevo.

—¡Camina!— Dijo con dientes apretados clavando el puñal en mi costilla.

— No hoy, maldito.— Escuché a mis espaldas.

De pronto sentí que el cuchillo era retirado de mi costilla, giré rápidamente y me encontré con alguien de espaldas, cabello castaño, chaqueta de cuero sin duda alguna se trataba de Roy.

Observé cómo el ladrón utilizaba el cuchillo ágilmente tratando de herir a Roy, pero él en un movimiento ágil tomó su brazo metiéndolo bajo su axila tirando el cuchillo, para dejar un golpe sordo en la nariz del ladrón, cayó al suelo quejándose tomando su nariz.

—¡Vámonos!— Mencionó tomando mi mano rápidamente jalandome con él.

Negué con mi cabeza saliendo de mi estado de shock viendo cómo Roy subía a su moto, me subí con él sujetando su cintura sintiendo cómo arrancaba el motor, las sirenas de la policía se escucharon lejanas.

Una vez llegamos a no sé dónde Roy paró la moto, buscó algo en su chaqueta y pude ver qué era mi teléfono y dinero, bajó de la moto para verme de frente, me acomodé en el asiento llenando de aire mis pulmones.

— Tiendo a creer que siempre me salvas de tipos que quieren abusar de mi.— Comenté soltando una risita para alejar mis nervios.

— Y yo tiendo a creer que tienes muy mala suerte con eso.— Respondió sonriendo, mientras me tendía el teléfono y el dinero.

— Gracias por salvarme... De nuevo.— Agradecí sonriendo pasando una mano por mi cabello revuelto, Roy negó con las manos.

— No agradezcas, es mi deber salvar a chicas lindas.— Halagó causando una risa nerviosa en mi.

—¿Qué hacías por acá?— Pregunté con una pequeña sonrisa.

— Me iba a encontrar con unos amigos, me mandaron una dirección cerca de aquí.— Se encogió de hombros.— En eso te vi y supe que algo no andaba bien al ver a ese ladrón con mal aspecto.— Añadió acercándose a mi.

— Agradezco que hayas pasado por ahí.— Mencioné en un suspiro sonriendo.

Me alegraba de que Roy me haya encontrado, no sé que asquerosidades estuviera pasando si no hubiera llegado a tiempo, era algo que agradecía internamente.

—¿Estás bien?— Preguntó Roy tomando mi mano, asentí lentamente viendo sus ojos cafés.

—¿Arruiné tus planes otra vez?— Indagué riendo, Roy rió también pero negó con la cabeza.

— Nah, aún es temprano para ir con mis amigos.— Contestó sonriendo dando pequeños toques en mi mano, su mano se sentía bien con la mía, eran grandes, me gustaban.

— Bien, ¿Cómo puedo agradecer el que me hayas salvado de nuevo?— Respondí alzando una ceja, Roy rió ligeramente.

— Vamos, Calle, no tienes que pagarme o algo así.— Contestó torciendo el gesto, negué con mi cabeza.

— Siempre me salvas en momentos malos, es mi turno de pagar con algo.— Dije dando un ligero golpe en su abdomen, Roy rió dando un paso hacia atrás para acercarse más a mí.

—¿Me darías una cita ahora?— Indagó con una sonrisa tímida, llevé un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.

—¿Qué propones?— Acepté sonriendo, Roy sonrió lentamente con un brillo en sus ojos cafés.

— Tengo el plan perfecto.— Contestó con una sonrisa.

(...)

— No pienses que subiré a esa cosa.— Mencioné viendo el inmenso martillo balanceándose por el aire con la gente subida a el, sus gritos de euforia los podía escuchar hasta acá.

— Oh vamos, el martillo es genial.— Escuché a Roy a mis espaldas, negué con mi cabeza.

Hace unos pocos minutos habíamos llegado a la feria, era increíble cómo había gente, pero supongo que era normal era un viernes por la tarde. Ahora hacíamos una pequeña cola para que nos entregarán nuestras pulseras, que eran nuestro pase de acceso a los juegos.

—¿Tú quieres que me dé un infarto volando en esa cosa?— Respondí a Roy dándome la vuelta para verlo, mientras alzaba una ceja, él se rió.

— Está bien, podemos subir a otros juegos de todos modos.— Se encogió de hombros alzando sus cejas pícaramente.

— Bien, pero tendrás que...— Detuve mis palabras observando a Roy, la palabra “gomitas” se atoraron en mi garganta y automáticamente recordé a María José.

«¿Qué estará haciendo?» Pensé.

No podía negar que ella la mayoría del tiempo se colaba en mis pensamientos, generalmente eso pasaba en las noches antes de dormir. Me había acostumbrado a ella y, el hecho de que un momento a otro me había alejado de ella cobraba facutra en mi cabeza.

—¿Tendré qué...?— Salí de mis pensamientos al escuchar la voz de Roy, negué con mi cabeza sonriendo.

— Tendrás que invitarme una hamburguesa.— Finalicé con una sonrisa.

«Las gomitas solo Poché me las puede dar» Pensé.

Evité rodar los ojos por lo patético que se escuchaba eso en mi cabeza, pero de alguna forma lo sentía cómo algo mío y de ella, algo nuestro. Ridículo si, pero lo sentía así.

— Andandooo.— Canturreó Roy sacudiendo las pulseras en mi cara, reí tomando una para ponerla en mi muñeca.

— Más te vale que no me lleves al martillo, Montecinos.— Mencioné enchinando mis ojos, él alzó sus manos inocente.

— Es promesa.— Respondió haciendo una cruz en su pecho, sonreí antes de tomar su mano e ir a los juegos.

Obviamente el primer juego mecánico al que subimos fue a la montaña rusa, esperamos en la fila un rato hasta que por fin subimos. No puedo negar que grité cómo una loca, rogando por mi vida al sentir la adrenalina que corría en mis venas en cada vuelta que daba aquél pequeño carro en forma de tren.

— Tu cabello se ve gracioso.— Decía Roy entre risas, bufé peinandolo con los dedos, mi cabello tenía nudos horribles.

— Tu cállate, grandulón.— Respondí poniéndome de puntillas para alborotar su cabello.

— Gracias, lo arreglaste.— Mencionó con diversión en su voz, rodé los ojos.

— Vamos, los juegos esperan.— Dije con emoción en mi voz, Roy se puso de cuclillas.

— Arriba, castaña.— Ofreció su espalda, solté una risita mientras me subía a su espalda de un salto, mis brazos rodeando su cuello y sus manos sujetando mis muslos.

—¡La diversión espera woooh!— Dijo Roy con diversión dando vueltas conmigo encima para dirigirnos al próximo juego, solté una carcajada.

El próximo juego al que subimos fue la torre tumbada. Se trataba de una gran torre con un disco alrededor, las personas se sentaban en aquel disco con asientos y una vez fuera seguro, el disco subía hasta el final de la torre para bajar de golpe otra vez.

— Por favor, Dios, yo soy buena no me dejes morir así.— Murmuraba mientras un chico que trabajaba ahí colocaba la seguridad de los asientos en mis hombros, me sujeté con fuerza.

— Admito que éste si no me gusta.— Habló Roy viéndome unos momentos.

—¡Me lo hubieras dicho!— Reclamé pero era tarde.

Las palabras se quedaron atoradas en mi garganta cuando sentí cómo el disco subía de golpe hacia arriba, di un grito ahogado cerrando los ojos con fuerza.

—¡Carajo, carajo!— Gritaba sintiendo cómo mi estómago subía y bajaba de los nervios al sentir cómo el disco bajaba de golpe otra vez a la superficie.

El juego terminó y cuando pude bajar agradecí por no haber vomitado en el aire, hubiera sido asqueroso y vergonzoso, Roy se posó a mi lado con una sonrisa sobando su pecho.

— A mi me iba a dar el infarto.— Comentó entre risas, reí con él negando con la cabeza.

—¿Quieres uno?— Señaló con su dedo índice a un hombre que iba con algodón de azúcar.

—¡Siii!— Exclamé tomando su mano para correr hacia el hombre.

— Dos por favor.— Pidió Roy amable, el hombre nos entregó dos algodón de azúcar, uno de color rosa y el otro de color morado.

— Hace mucho no comía uno de éstos.— Hablé llevando la primera porción de algodón a mi boca, disfruté el sabor dulce en mi boca mientras el algodón se deshacía en mi boca con mi saliva.

—¿Nos tomamos una foto?— Preguntó Roy con un bigote de algodón en su boca, reí asintiendo con mi cabeza.

Sacó su teléfono yendo a la aplicación de cámara, rápidamente alzó el teléfono y la cámara nos capturó a ambos, hicimos varias poses cómicas tomando varias fotos en el transcurso y riendo también.

— Serán mis favoritas desde hoy.— Comentó Roy provocando un ligero sonrojo en mis mejillas.

—¿A qué juego vamos ahora? ¿O ya quieres tu hamburguesa?— Añadió con una sonrisa genuina, llevé mi mano a mi barbilla pensando.

— Definitivamente la hamburguesa.— Mencioné con una sonrisa enmarcada en mi rostro, Roy asintió con su cabeza.

— Bien, iremos a comprar las hamburguesas y las comeremos en un lugar que conozco.— Contestó tomando mi mano para entrelazar sus dedos con los míos.

Miré nuestras manos entrelazadas y luego lo miré a él, sus ojos cafés brillaban en el sol y una sonrisa linda dibujaba una felicidad en su cara, de pronto me sentí igual que él, feliz.

— Vamos.— Respondí sonriendo jalando de su mano.

(...)

Llevé la hamburguesa a mi boca para dar el primer mordisco, cerré mis ojos gimiendo ante tal delicia que explotaba en mi boca con muchos sabores. Observé el lugar y pronto se vería la apuesta de sol, era increíble el lugar en el que estábamos.

—¿Cómo encontraste éste lugar?— Le pregunté a Roy quien masticaba su hamburguesa, tragó para hablar.

— Ser vago da ventajas.— Rió tomando una servilleta para limpiar la comisura de sus labios.— Un amigo trabajaba en esta feria, pero lo despidieron. Un día en la madrugada venimos aquí, aquí suelen dejar los juegos mecánicos que ya no funcionan o no son tan atractivos para la gente.— Tomó un sorbo de su bebida.— Pero los atardeceres son increíbles y en estos asientos es más genial.— Finalizó moviendo el caballo en el que estaba sentado y estaba en movimiento, reí.

— Es muy genial.— Hablé observando el lugar.

Un par de árboles decoraban el lugar, habían varios juegos mecánicos tirados por un lado y por otro, pero eso no quitaba que en el lugar que estaba el carrusel en dónde estábamos Roy y yo, diera a un extenso cielo naranja con nubes y el sol a punto de perderse en el horizonte.

— Nunca pensé comer una hamburguesa en un carrusel en pleno movimiento.— Reí viendo las luces que adornaban el carrusel.

—¿Cumplí con las expectativas?— Preguntó Roy tímidamente con una sonrisa, pero parecía una mueca tímida y a la vez graciosa.

— Las cumpliste.— Murmuré sonriendo para ver a mis piernas y terminar mi hamburguesa.

— Genial, porque falta el atardecer.— Respondió Roy alegre tomando la basura de las hamburguesas y meterlas a la bolsa que nos entregaron.

— Justo a tiempo.— Mencioné señalando hacia la apuesta de sol, Roy sonrió y de un botón paró el carrusel.

Se acercó a mi para subirse a mi caballo del carrusel quedando a mi lado, sonreí viéndolo para luego fijar la vista al frente. Una brisa fresca nos envolvió, con un silencio cómodo y relajante, sentí un dedo en mi mano, sin dejar de ver cómo el sol se encondía entrelace nuestros dedos.

— Es hermoso.— Susurré viendo embelasada el atardecer.

— Estoy de acuerdo.— Respondió Roy, lo miré y me observaba con intensidad, bajé la vista sonriendo tímidamente.

Entonces pasó, ambos nos acercamos lentamente y supe que iba a pasar lo siguiente cuando sentí su respiración y su nariz rozando la mía, entonces lo besé. Lo besé tímidamente hasta que nuestros labios obtuvieron un poco de confianza para juguetear un poco más.

— Definitivamente éste es el mejor día para mí.— Murmuró Roy sobre mis labios con los ojos aún cerrados y una sonrisa, reí tímida.

— Y para mí una linda cita.— Respondí sonriendo dejando otro beso en sus labios.

1 hora después.

Me lancé en mi cama viendo al techo, curve mis labios en una sonrisa, recordé el día que tuve con Roy y, por alguna razón me sentía bien, él me hacía sentir bien, eso me ponía de alguna forma feliz. Roy era un gran chico. Saqué mi teléfono de mi bolsillo al sentir que vibraba.

Mi teléfono tenía una notificación de Instagram, piqué la notificación llevándome a Instagram, se trataba de una etiqueta en una foto, sonreí. La foto era mía y de Roy, él con un bigote de algodón de azúcar en su boca, sus ojos viscos mientras yo hacía una mueca de rugido queriendo morder su mejilla.

“Un día de feria con la hermosa señorita D”

Decía el pie de la foto, me impresioné por los muchos likes que tenía ya en poco minutos, más lo comentarios. Me dirigí a los comentarios y todos eran de asombro al parecer, algunas chicas que conocía de la universidad dejaban su veneno discretamente en las falsas felicitaciones, rodé los ojos mientras escribía.

“Encantada de pasar lindos momentos con el señor R”

Publiqué el comentario sonriendo, cerré la aplicación de Instagram para ir a WhatsApp, Tony aún no respondía mis mensajes y eso me preocupaba mucho, llené de aire mis pulmones para ir al baño y darme un ducha, agradecía que mi madre no estuviera en casa aún.

Quité mi ropa quedando en ropa interior, encendí la llave de la ducha hasta dejar el agua tibia, el vapor empezó a invadir el cuarto de baño. Me metí a la ducha y cerré mis ojos al sentir el agua tibia recorrer mi cuerpo relajándome por completo. Pase el jabón por mi cuerpo después de haber lavado mi cabello. Una vez terminé salí envuelta en una toalla.

Me dirigí a mi a clóset para buscar ropa holgada, quería estar cómoda mientras esperaba la pesadilla de todos los días. Mi madre con papá y mi hermana, resoplé era un maldito fastidio que me quisieran convencer de tener una familia “normal”.

El ver Emilia solo revolvía mi estómago, y me hacía pensar en ella, en Poché. Eso me enojaba más. Buscaba todas las formas para no pensar en María José, pero el ver a Emilia la recordaba, recordaba su sonrisa, sus ojos, su boca, la recordaba y mi corazón la anhelaba. Todo ésto lo había escrito en mi diario, al leerme solo me daba cuenta que tan patético sonaba.

Las páginas de mi diario siempre terminaban en preguntas, cómo: ¿Será verdad de su divorcio? ¿Y si me lo quería decir pero no pudo? ¿Por qué ocultó lo de Emilia? ¿Qué había pasado? Tantas preguntas y solo ella tenía la respuesta. Algo molesta salí de mi closet para cambiarme.

— Linda vista.— Pegué un respingón al escuchar esa voz, esa voz que me enloquecía después de dos semanas.

La observé y en su rostro había una sonrisa sutil, pícara y risueña, solo ella podía sonreír de esa forma y hacer mis piernas flaquear.

— Poché...— Susurré tragando grueso viéndola recargada en la pared de mi habitación.





























Éste capítulo es dedicado a pamesaurus

Meta: 125 votos 160 comentarios.

¿Roylle será real? *Alza sus cejas pícaramente*

¿Dónde andará el Tony?

¿Qué habrá pasado con la Pochesiana?

*Se va bailando sensualmente Necio de Romeo Santos*

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