CAPÍTULO SEIS:
inesperados aliados
La persona enmascarada se les plantó en frente caminando a paso seguro por la recepción. Las luces de la guardia comenzaron a parpadear como si se tratase de una recreación de terror en la cual estaban siendo partícipes.
Si bien era normal que las personas hicieran bromas con el asesinato de Heather vistiéndose de Ryan Torres cómo en la noche de su asesinato, no podías evitar sentirte atemorizado al tenerlo de frente caminando hacia ti.
—Estas no son horas para estar jugando jodidas bromas. —La recepcionista se levantó de su lugar dejando la computadora de lado para ver de frente al enmascarado.
Maisie por puro instinto tomó la muñeca de Wally y lo empezó a arrastrar consigo hacia atrás. Su instinto de supervivencia le murmuraba que se alejase de allí a cómo diera lugar, o quizás era la misma fea sensación que venía teniendo desde el día anterior.
Luego, todo fue demasiado rápido, el asesino llegó hasta Stephanie y de un manotazo limpio con su arma, le desgarró el cuello haciendo que la sangre empezara a brotar con brusquedad y llenar el piso cómo algunos papeles de la oficina.
Maisie gritó tan fuerte cómo pudo, aterrada. Su corazón dio un vuelco comenzando a latir rápidamente y el aire comenzó a faltarle; sus piernas ni siquiera respondían.
Su amigo no corría con una mejor suerte, su cabeza estaba divagando y dando vueltas, casi en estado de shock sin poder creérselo; y eso fue lo que más asustaba porque no tenía reacción alguna ante el accidente.
El hombre de la máscara notó a los dos jóvenes presentes y comenzó a caminar en su dirección, Maisie no iba a permitir que sus últimos minutos de vida fueran así solo porque se asustó mucho cómo para reaccionar.
—Wal, tenemos que irnos. Tenemos que irnos, tenemos que irn... —Cómo un instinto repentino bajó la mirada en dirección de la mujer, quien a este punto yacía en el suelo, llena de sangre, con los ojos abiertos pero sin brillo o alma en ellos. Estaba muerta.
El asesino ni siquiera parecía realmente afectado por lo que había provocado, seguía caminando sin ningún remordimiento encima; por lo que la primera en actuar tuvo que ser Maisie.
Con el corazón en la garganta jaló con fuerzas la muñeca de Wally adentrándose en el hospital. Quizás no lo conocía tan bien cómo él, pero de esconderse quizás hasta podrían salvarse de una muerte anunciada. Tenían que ser rápidos, no podían detenerse a penar por mucho tiempo. Por los ruidos de detrás podían escuchar cómo es que les pisaban los talones, obligándolos a doblar en la primera de las puertas que encontraron.
La castaña bloqueó cómo pudo la puerta con una escoba que tenía al alcance de su mano. Se habían encerrado en el armario del conserje, ahora que eran la presa no les quedaba otra que ocultarse.
— ¿Pero qué...? Ste-Stephanie, ella... —Wally apenas si podía armar alguna oración coherente. Temblaba y sus preguntas sonaban más cómo gritos.
— ¡Cállate o nos mataran a ambos igual que a ella! —Maisie colocó una de sus manos sobre la boca del chico impidiéndole que hablara. Cayó un poco tarde en que su tono era casi el mismo y comenzó a susurrar. —No hagas ruido ¿Si?
Su respiración era agitada, mucho más agitada que la del muchacho. Esa vez corrió mucho más rápido de lo que había hecho nunca antes. Las imágenes del asesinato se repetían constantemente en su cabeza y le comenzó a abrumar la idea de cómo una persona podía estar a tu lado en el primer segundo pero luego perderse al siguiente.
—T-tenemos que ser rápidos, Wally. Irnos de aquí cuanto antes —Hizo el mayor de sus esfuerzos por mantener la calma y ser la sensata, pero su cuerpo reflejaba exactamente lo contrario. Sentía pavor genuinamente y le asustaba la sola idea de pensar que ese loco estaba afuera. —Esperaremos a que salga, correremos por el pasillo y saldremos por la puerta de atrás. Tenemos que alertar a la policía, hay muchas personas aquí dentro. Hay muchas...
No pudo continuar hablando porque comenzó a sentir un líquido correr por sus manos y al levantar la vista a verlo, notó que su mejor amigo tenía una herida afilada en la mejilla de la cual comenzaba a brotar más sangre. Los había salvado de una posible muerte, pero quizás no había sido lo suficientemente rápida cómo para evitar que él saliera lastimado.
—N-no, no, no. Lo arreglaremos ¿Está bien? Vamos a solucionar esto. Tenemos que irnos de aquí ahora. —Su voz comenzó a sonar más temerosa y temblorosa de lo usual, por un momento se le cruzó la idea de que pudo haberlo perdido y eso ya destruía parte de su mundo.
El chico seguía sin poder hablar al tener su mano sobre su boca, pero comenzó a sentir la herida sangrar y empezó a llorar. Quería salir a cómo diera lugar por su madre quien no tenía idea del peligro que estaría pasando afuera.
Maisie se estremeció al sentir sus lágrimas y verlo así, quitando su mano de encima. Su corazón dio un vuelco sintiendo cómo el nudo de su estómago se acrecentaba, era la primera vez que lo veía tan vulnerable.
"Al final del día sigue siendo una persona como todos"
Una parte de ella hubiera optado por quedarse allí abrazada a su lado, queriendo esperar dentro a que el peligro terminase ¿Pero quién les iba a asegurar que el asesino no vendría luego por sus cabezas igual que en la recepción?
Tenían que pensar rápido, escapar.
Entonces el lado lógico de Maisie se puso a cargo de la situación y cuando no escuchó pasos afuera, supo que era el momento de huir.
Eran situaciones como estas en las que agradecía tener un buen oído e instinto de supervivencia. Lo había desarrollado fácil al estar tanto tiempo a estar en silencio en casa, con el tiempo, sabía distinguir el ruido de los pasos de cada persona conocida para poder anticiparse a los hechos. Por ahora, lo utilizaría cómo una herramienta a favor.
Salieron del armario del conserje y Maisie se llenó de valor para guiarlo hasta la salida de emergencia cercana, no se arriesgarían a tomar la salida común por la que se lo habían cruzado. Tenían que pensar en alternativas.
Los gritos comenzaron a provenir de otras de las salas del hospital, eran igual que una alarma de dónde se encontraba ahora. Sería mucho más fácil evadirlo si tan solo se concentraban en perderse lo más que pudieran de los gritos.
— ¿M-Mamá?
Wally paró en seco obligándola a detenerse en una intersección.
Frente de ellos había un cuerpo sin vida de una mujer que no debía pasar de los treinta años de edad, con su traje de enfermera puesto y unos papeles ensangrentados. Cabello rizado, oscuro, grandes ojos cafés sin vida. Había sido apuñalada múltiples veces en el pecho, aún brotaba sangre de este, había sucedido recientemente.
Ambos chicos se quedaron atónitos en su lugar observando el cuerpo, la conocían bastante bien cómo para pasarla desapercibida. Era la madre de Wally.
El chico comenzó a llorar con más fuerzas e intentó acercarse, pero la otra persona que tenían a si lado era el enmascarado que estaba parado detrás de ella y parecía perseguir a otras dos personas del hospital.
Cuando la chica notó la calavera, pudo reaccionar volviendo a correr con rapidez hacia el plan original. Su visión se estaba tornando borrosa de las lágrimas, pero ahora no solamente tenía que ver por ella, sino por su mejor amigo ahora huérfano quien parecía estar fuera de sí. Cómo si su consciencia hubiera trascendido a otro plano de la conmoción.
—Rápido, rápido, rápido.
Comenzó a sentir cierto sabor metálico en su boca tras apretar la mandíbula por tanto tiempo y se obligó a seguir corriendo con rapidez hasta que ambos salieron del hospital.
Ya no importaba lo que iban a hacer o adonde irían, lo único que importaba en ese momento era escapar cómo les diese el tiempo en esta situación.
— ¡Oigan, la ambulancia!
Los chicos reconocieron esa voz enseguida, mirando en la misma dirección de dónde provenía. Allí notaron a Kate Schmidt de la escuela, acompañada de Simon y otro muchacho. Ellos parecían haber visto un fantasma de lo pálido que tenían sus rostros. También se habían cruzado al asesino.
La chica no se dio mucho más tiempo a pensar y tomó a su shockeado amigo de los hombros arrastrándolo con ella hasta la ambulancia con el grupo. — ¿También lo vieron, cierto?