Eviterno || Terminada

By MsMistery19

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Una destinesia, había llegado dónde estaba ella, a su mundo, el problema es que había olvidado cómo volver al... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capítulo 15
Capitulo 16
Capítulo 17
Capitulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Final
Epílogo
Nota
Nota
Nota.

Capitulo 24

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By MsMistery19

Lucha por quién demuestra que te quiere, no por quien solo lo dice.

Pov Poché.

3/?

—¿Un hijo?— Le pregunté a William aún sin poder creerlo.

Un silencio invadió la mesa debido a que uno de los camareros llegó con un café para Wiliam. El chico se fue y Wiliam en silencio empezó a mezclar el azúcar en su café, tomó un sorbo y me observó.

— Conocí a Emilia hace 2 años y medio,— Empezó a relatar viendo su café.— La conocí en una terapia grupal de ninfomanía, ya has de saber su problema— Alzó la vista viéndome, asentí con mi cabeza lentamente.

— La ví, me gustó, salimos, le gusté y cogimos,— Se encogió de hombros de lo más normal.— Tuvimos una “relación”— Hizo comillas con sus dedos.— Llegamos a vivir juntos, todo iba bien al parecer,— Hizo una pausa llenando de aire sus pulmones.

— Salió embarazada, fui el hombre más feliz del mundo, pero ella no quería tener a mi hijo.— Apretó los labios para bajar la vista de nuevo al café.

— Resulta que solo estaba conmigo por el sexo, también por dinero. Yo era dueño del Sex On Fire, pero Emilia me convenció y lo terminé vendiendo a su actual dueño.— Rodó los ojos echando su espalda en la silla.

— El dinero se acabó, la Emilia dulce y futura madre también, un día simplemente me abandonó dejando una carta.— Llevó la taza a sus labios para beber de su café.— La carta decía que te iba a buscar, que estaba casada y no sé cuánta mierda. Me puse a investigar y supe de tu existencia.— Alzó una de sus cejas pobladas viéndome.

— No seré mentiroso, de verdad te llegué a odiar, pero con el tiempo sabía que no tenías nada que ver con Emilia y fuiste un problema menos.— Torció el gesto desinteresado.— He buscado a Emilia pero simplemente parece que se la tragó la tierra.— Suspiró pasando una mano por su cara.

— No me quedó otro remedio que acudir a tu abogado, si te encontraba a ti la encontraba a ella, además de encontrar a mi hijo.— Se cruzó de brazos viendome.— Así que ahora, estoy aquí, con la esposa de la que fue mi mujer y es madre de mi hijo, para llegar a un acuerdo.— Finalizó curvando una sonrisa con sus labios.

Me quedé en silencio unos momentos intentando procesar toda la información que Wiliam me había dado. De verdad no podía creer cómo es que estuve enamorada de una mujer cómo Emilia. ¿Tenía un hijo y venía a buscarme porque según ella me amaba? Tal vez había perdido el juicio.

—¿Qué es lo que quieres, Wiliam?— Pregunté posando mis codos en la mesa, él sonrió.

— Fácil, a tu esposa y dinero.— Respondió de lo más tranquilo, evité rodar los ojos.

— A Emilia quedatela, me harías un favor.— Respondí pasando una mano por mi cabello.— El dinero te lo doy cuando acabe el juicio de mi divorcio y tenga los papeles en mano.— Añadí con semblante serio.

—¿Quién me asegura que me lo darás?— Preguntó el castaño con una ceja alzada.

— Soy una mujer de palabra, te aseguro que lo tendrás.— Mencioné con firmeza en mi voz.

— No lo sé, no puedo confiar en nadie.— Dudó tomando de su café.

— Muy bien, veo que perdí mi tiempo.— Mencioné parandome de la mesa.— Suerte con la búsqueda de Emilia y tu hijo.— Añadí con un asentimiento de cabeza dando la espalda para empezar a caminar a la salida.

La psicología inversa...

La psicología inversa es una técnica de intervención paradójica. Generalmente cuando se utiliza estamos de modo consciente intentando influir en las personas, de modo así la persona haga lo que nosotros deseamos, jugando un poco con su cerebro para así obtener lo que deseamos obtener, todo por su propio consentimiento.

Era psicóloga y sabía que había tocado los puntos débiles de Wiliam para que así, me diera su ayuda. Él entraría en la etapa de la duda, lo pensaría unos segundos para ver si seguir solo o con mi ayuda para encontrar a Emilia. Al final, terminaría cediendo y no me dejaría dar ni cinco pasos cuando escucharía su voz.

— Espera.— Mencionó a mis espaldas, sonreí internamente dándome la vuelta.

—¿Si?— Contesté con voz seria, observé cómo Wiliam maldecia por lo bajo.

—¿Me dirás dónde está Emilia si te ayudo?— Preguntó con los hombros caídos, solo en su lenguaje corporal pude leer cómo ya se había rendido por completo aceptando.

— Claro, te diré dónde está y te daré el dinero en cuanto acabe el juicio, no puedo tomar riesgos.— Hablé llevando la melena de mi cabello a un lado de mi hombro.

— De acuerdo, tu ganas.— Aceptó Wiliam haciendo que celebrará internamente.— Espero que el juicio sea lo más rápido posible.— Añadió apretando su mandíbula.

— Créeme que me urge más a mí que a ti.— Suspiré pesado.— Estaremos en contacto, Wiliam.— Sin más di media vuelta para salir del lugar.

Una vez salí del lugar sonreí, sabía que este era un paso para mi libertad, Emilia no podía esperar esa jugada. Intenté por las buenas conseguir mi divorcio, pero ella no cooperó. Ahora sabía que tenía mucho que perder y yo que ganar.

Salí de mis pensamientos al sentir vibrar mi teléfono, fruncí mi ceño dejando la puerta de mi coche abierta, contesté al ver que se trataba de mi hermana.

—¿Qué pasa, Vale?— Respondí al atender la llamada.

—¿Por qué tengo que comer sopas?— Preguntó de mala gana, reí subiendo al coche.

— Es lo que recomendó el doctor, pulga.— Respondí de forma obvia, escuché una queja inaudibles al otro lado de la línea.

— Dile a tu enfermera que aleje esas cosas de agua lejos de mi.— Mencionó, podía sentir la mueca de asco que hacía mi hermana en su rostro.

— Tienes que comer, además de beber tus medicamentos. Así que no te quejes, Vale.— Hablé encendiendo el coche.

—¡Ush, te odio!— Sin más mi hermana colgaba la llamada haciéndome reír.

(...)

Quedé a medio camino de las escaleras de mi consultorio al sentir mi teléfono vibrar de nuevo, resoplé mientras contestaba para terminar de subir las pocas escaleras.

—¿Bueno?— Respondí arreglando uno de los botones de mi camisa formal.

— Soy Liam, Poché.— Dijo Liam, esperaba buenas noticias.

— Liam, ¿Cómo va mi divorcio?— Pregunté deteniendo mis pasos quedando a pocos pasos de dónde estaba Valeria.

— El juicio será el próximo jueves, tienes todas las de ganar así que, es un pronóstico alentador.— Llené de aire mis pulmones sintiendo alivio.

— Wiliam está de nuestra parte, así que si, es muy alentador.— Respondí curvando mi comisura derecha.

— Bien, te llamaba para que supieras el día del juicio. Falta decirte que, por favor no te veas con tu pareja, mujeres hombres, lo que sea, Poché.— Explicó Liam con voz de advertencia.

— Tranquilo, sé que Emilia puede jugar con esa carta. Todo bajo control.— Respondí saludando a Valeria con la mano, ella sonrió.

— Bien, nos vemos el jueves.— Sin más Liam cortaba la llamada, llevé mi teléfono a mi bolsillo.

— Valeria, buenos días.— Saludé sonriente, ella me sonrió asintiendo con su cabeza.

—¿Qué tenemos para hoy?— Indagué tomando las carpetas de cada paciente.

— Paciente xp a las 12:00 pm.— Respondió moviendo su silla al archivero cercano, suspiré.

El paciente xp, nos referimos así a los pacientes que están a punto de ser internados, ya sea porque sufren de tics, ansiedades fuertes o pensamientos suicidas con mucha frecuencia.

«¿Cómo seguirá, mi Dani?» Pensé.

— Tenemos otro paciente a las 2:00 pm. Otro a las 3:00 pm y el último canceló, señorita Garzón.— Añadió Valeria, asentí tomando la carpeta de los pacientes.

— Muy bien. ¿Me podrías llevar un café?— Le pregunté a Valeria con una sonrisa amable, ella asintió parándose de su asiento. Me dirigí a la puerta para entrar a mi consultorio, pero Valeria me detuvo.

— Señorita Garzón, su esposa está ahí.— Señaló la puerta de mi consultorio, fruncí mi ceño.

¿Emilia? ¿Qué carajos hacía aquí?

—¿Qué? ¿A qué hora llegó?— Indagué cruzando mis brazos sobre mi pecho.

— Hace una hora, intenté que no pasará a su consultorio, pero no pude detenerla. Lo siento mucho.— Valeria bajó la cabeza apenada, llené de aire mis pulmones.

— No te preocupes, Valeria. Ve a hacer mi café, por favor.— Pedí rascando una de mis cejas, Emilia me causaba estrés.

— Enseguida.

Valeria salió de mi campo de visión, giré sobre mi propio eje para encaminarme hacia la puerta, respiré hondo tomando el pomo de la puerta. Abrí la puerta y me encontré con Emilia sentada en el sofá, al verme ella sonrió.

— Pensé que nunca llegarías.— Mencionó sonriendo, rodé los ojos yendo al escritorio para tirar las carpetas ahí.

— Esos pantalones siempre te quedaron muy bien.— Escuché a mis espaldas, torcí el gesto.

—¿Qué quieres, Villavicencio?— Ataqué dándome la vuelta para recargar mi trasero en la mesa.

— Soy una Calle, recuérdalo.— Respondió sonriendo desde el sofá, rodé los ojos.

— Lo siento, pero eso a mí me vale un rábano.— Dije sonriendo falsamente, Emilia rodó los ojos recargando su espalda en el reposabrazos del sillón.

— No te pongas a la defensiva, solo vine a ver mi adorada esposa.— Arrojó viéndome, resoplé.

—¿Ya acabaste? Estoy perdiendo tiempo.— Contesté cruzando mis brazos sobre mi pecho.

— Me doy cuenta que me sigues encantando.— Soltó dejándome confundida, ella se levantó del sofá.

La puerta fue abierta por una Valeria que venía con un café, en silencio dejó el café en mi escritorio y luego se fue. Emilia vió cómo salió Valeria torciendo el gesto, bufé por lo bajo. Siempre fue una celosa tóxica.

— Me he dado cuenta que estás loca.— Respondí obvia, Emilia rió acercándose a mi.

—¿Qué acaso ya no te gusto? Es decir, pasamos buenos momentos juntas.— Alcé una ceja viendo a Emilia.

¿Por qué las personas siempre buscaban arreglar las cosas con sexo?

Es decir, no me quejaría si viniera de una persona que me volviera loca en todos los sentidos... Cómo Dani. Pero viniendo de Emilia me parecía algo absurdo, hace mucho tiempo dejó de interesarme cómo mujer.

—¿Recuerdas cuando pasábamos buenos momentos juntas?— Susurró cerca de mis rostro, sin darme cuenta ya la tenía muy cerca.

— Si, cómo también recuerdo las veces que me hiciste sentir insuficiente y más.— Respondí alejándola de mi.

—¿Nunca lo olvidarás, cierto?— Preguntó Emilia apretando los labios, reí viendo al suelo.

— Lo había olvidado, hasta que apareciste tú.— Rodé los ojos mientras posaba mis manos en el escritorio.

— Es injusto que me atormentes con eso siempre.— Mencionó con gesto culpable, sin poder evitarlo solté una carcajada.

—¿Es en serio? No me jodas.— Hablé entre risas negando con la cabeza.

— Veo que hablar contigo es imposible ahora.— Dijo yendo al sofá para tomar su bolso.

— El jueves nos vemos en el juicio.— Hablé a sus espaldas, Emilia giró sobre su eje para verme con cara seria.

— No te daré el divorcio.— Espetó con la mandíbula tensa.

— No te estoy pidiendo permiso para que me lo des, solo te aviso cuando te toca ir a juicio.— Respondí encogiendome de hombros, Emilia dió zancadas hasta acercarse a mi.

—¿Por qué me lastimas de está forma? ¿No ves qué solo quiero ser feliz contigo?— Fruncí mi ceño al escucharla, ella posó sus manos en mi cuello.

— Te extraño, Poché.— Murmuró cerrando los ojos, carraspeé mi garganta alejándola, tomé su rostro en mis manos observandola.

— Y yo te aborrezco.— Susurré con los dientes apretados, Emilia se alejó de mí dejando mis manos en el aire.

—¡Ni loca te daré el divorcio!— Gritó saliendo de mi consultorio.

— Loca.— Murmuré levantándome del escritorio para tomar la carpeta de mis pacientes y revisarlos.

(...)

Había llegado al hospital hace unos momentos después de un día largo, quería ver a Dani antes de llegar a mi casa. Tenía que andar con cuidado, no quería que Mafe me viera o que sé yo, debía buscar a Tony.

«Debo pedirle su número» Me recordé caminando por los pasillos.

Caminé hasta llegar a la habitación de Dani, por suerte no estaba ni Mafe ni su papá, solo estaba Tony distraído en su celular. Dirigí mis pasos en dónde estaba para posarme frente a él, alzó su vista y me vió.

— Hola, Tony.— Saludé, él se quedó en silencio viéndome, fruncí el ceño.

— Más te vale que corras, porque estoy a punto de lanzarte una bicicleta.— Torcí el gesto sin entender.

—¿Contexto?— Pregunté rascando mi nuca.

— Dani me contó todo, ya despertó. Así que te sugiero que corras muy lejos  porque ya sé que le rompiste el corazón.

¡Dani había despertado! De todo lo que Tony me dijo era lo único que me importaba. Observé a Tony y la puerta de Dani, rápidamente corrí hacia la puerta de Dani para ir a verla.

—¡Garzón, ven acá!— Gritó Tony a mis espaldas, sin importarme mucho cerré la puerta de golpe poniendo seguro, suspiré aliviada.

—¡¿Y tú qué diablos haces aquí?!— Fijé mi vista al frente para ver a Dani con el ceño fruncido.

«No sé quién da más miedo, si Tony o Dani» Pensé viéndola con semblante serio.

















































*Hace baile sensual escuchando Expectations de Lauren Jauregui*

Despertó la patronaaaaaa... ¿Qué significa eso? Así es...¡DRAMA QUERIDOS! *ríe malvadamente*

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