Esposa del CEO 2

By EliseCastro

247K 15.3K 994

La vida de Erick y Anastasia da un giro radical con la muerte de Anthony Russo, sus planes para formar una vi... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Pequeña pausa por actualizacion
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Parte 2
Parte 3/3
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35 parte 1/2
Parte FINAL
Extra
¡Gracias!
¿Precuela con Máximo?

Capítulo 18

4.7K 304 25
By EliseCastro

Alguna vez un célebre filósofo dijo: ''Prohíbenos algo, y eso será lo que más desearemos''

Hunter conocía sus pecados, aquellas cosas por las que tarde o temprano tendría que pagar las sabía perfectamente. Y era que no sabía en qué punto exacto de su vida las cosas se volvieron de esa manera, cuando el instinto sexual se disfrazó de algo más intenso, bien fuera llamado amor o quizá lástima, tal vez interés.

Gradualmente su mirada fue descendiendo desde el techo hasta el tocador en la pared de junto, donde la culpable de sus desgracias yacía en la desnudez frente al espejo, el negrísimo cabello abundante y largo cayendo en revueltas ondas desparramadas por el seno y los hombros sin alcanzar a ocultarlos. Entretenida en adornarse y peinar su sedoso cabello -tan bien como se lo permitía su herido estado- no percibió el remover inquieto de Hunter sobre la cama destendida y las sábanas revueltas.

Tampoco conocía por qué tarareaba una melodía apagada, veía su mirada triste posándose sobre los objetos, como si quisiera depositar en ellos aquella tristeza de la que estaba tan impregnada.

— Lo siento, ¿Te desperté? —  Preguntó tan pronto como Hunter se sentó, al borde de la cama chirriante, en completo y fatal silencio.

Sencillamente negó con la cabeza, medio dormido, medio despierto. Entonces ella regresó a lo suyo sin decir más, pero ahora con la mirada de un expectador clavándose en su espina dorsal y los lunares de su espalda.

Tan peligrosa como bella, a veces creía que Edith Donaire no formaba parte de este mundo.

— Siempre tienes que llevarlo todo al extremo. — Dijo Hunter, viendo el vendaje alrededor de la esculpida cintura de Edith.

Ella no le tomó atención. — Son los pequeños sacrificios que se tienen que hacer. — Entonces se inclinó hacia el espejo tanto como pudo para cincelar sus labios. — Tú sabes que esto es lo correcto.

Por primera vez en su vida, desde el momento en que se conocieron, no estuvo de acuerdo.

— Hacerte daño de esta manera y sacrificar a los demás no es hacer lo correcto, Edith. Tú ni siquiera sabes qué es lo correcto. — Harto de ser ignorado Hunter tomó la muñeca con la que se estaba maquillando y la obligó a girarse hacia él. — Lo sabía, tu herida se abrió de nuevo.

La sangre que Edith tanto había querido ocultar se hizo imposible de esconder, su vientre y piernas estaban salpicadas del tinte rojizo y la palidez de su piel mostraba que no estaba sintiéndose bien.

— Debemos ir al hospital, necesitas estar en reposo, Edith... — La súplica salió desde lo más profundo de su garganta. — Ya detén todo esto, aún estás a tiempo antes de cometer una verdadera locur-

Hunter permaneció inmóvil, de cara volteada, vacilante, bajo aquel golpe tan inesperado que asestó sobre su mejilla. Edith aflojó el puño en su mano y se miró los nudillos de los dedos.

— No recuerdo haber pedido tu opinión.

Hunter se limpió en seco la sangre de la boca.

— No desprecies mi preocupación de esa manera.

Aquellas ideas infundadas fueron culpables de la terrible mina que acabó pisando.

Y era que, no había palabra alguna que fuera capaz de describir la alteración en la cara de Edith.

— ¿Estás preocupado por mí? ¡Eres un jodido hipócrita mentiroso! — Otro golpe más furioso que el anterior se descargó contra la cara de Hunter, quien fue incapaz de reaccionar. — ¡¿Te atreves a mentirme a la cara cuando sé perfectamente que solo duermes conmigo para tenerme vigilada?!

Seguidamente sonaron gritos, golpes secos semejantes a los de la ropa sacudida, objetos que empezaron a volar por todas partes de la habitación y terminaban estrellándose contra el suelo o las viejas paredes en una escena lamentable, él estaba en medio, observando de manera lastimera la forma en que Edith parecía perder más y más los estribos.

Ni siquiera se movió cuando el vaso de vidrio alcanzó a rozar su mejilla y terminó estrellándose en la pared tras él.

— Edith, ya basta. — Hunter se levanta de la cama y toma sus manos heridas entre dedos. — Vas a dañar tus manos.

Tal comentario provocó aún más su ira.

— ¡Eres un idiota! ¡Un maldito idiota! — Bajo la frente, los hermosos es intrigantes ojos de Edith brillaron de indignación entre mechones de cabello. — ¿...Por qué? ¿Por qué no dices que me amas?

Al instante quedaron los dos confundidos en un estrecho abrazo, formando, aunque fuera momentáneamente, un solo cuerpo. Estando fuera de sí Edith terminó rompiendo en el llanto inconsolable que tanto se esforzó por aguantar, la sangre brotando de su cuerpo y sus confusos sentimientos llegaron a Hunter, quien no la soltó hasta que se hubiese calmado.

Así era Edith, la mujer repulsiva que se escondía en su pecho siempre que quería llorar.

Y, para desgracia o fortuna propia, la mujer por la que tenía sentimientos que jamás podrían salir a la luz.

Por otro lado Apollo estaría esperando a Edith en su flamante auto afuera del viejo edificio sin saber qué tanto hacía ahí o por qué era usado como chofer personal cada tres veces por semana, Edith subía en estado de trance y no hablaba en todo el camino, hasta el siguiente día, cuando por mensaje le daría las gracias por el aventón.

Aquella vez subío con las manos vendadas, Apollo se preocupó de verlas y preguntó cómo se había lesionado.

Pero su única respuesta fue silencio.

*   *   *

Anastasia y Erick estaban tomados de la mano, como ya era costumbre los últimos días, recibiendo malas noticias.

— Como les decía, consideramos que lo más importante para un buen desarrollo mental de los niños es un núcleo familiar sano en el que puedan desarrollarse, lamentamos decírselo pero el que hayan personas cercanas a ustedes que no lo ven de la misma manera pone en duda sus... Capacidades.

Las noticias que se extendieron aún más rápido que un incendio alimentado con gasolina no seguirían de largo los agudos oídos de la inspectora social y la directora del orfanato, quienes no dudaron en hacerles un llamado a los que pensaban adoptar a uno de sus niños.

Por supuesto que la situación con Zathrian no se limitaría a única y exclusivamente malas miradas, también habrían consecuencias en las acciones de los demás.

Y lo peor era que ni siquieran tenían el derecho de refutar nada.

— Eso no tiene sentido, somos nosotros los que cuidaremos al niño, no seríamos capaces de dejarlo permanecer junto a alguien como Zathrian. — Erick intentó explicarse. — Todo ha sido una terrible equivocación, de verdad considero que no es necesario llegar a estos extremos.

Anastasia lo observó desde su asiento, pero la inspectora en conjunto con la directora no pensaban de la misma manera.

— ¿Acaso está poniendo en duda nuestra capacidad de tomar decisiones que velen por la seguridad de los niños? Déjeme decirle señor Erick que hice mi mejor esfuerzo pero usted precisamente no tiene muy buena fama tampoco. — Contestó la directora de manera cruel y tajante. — No podemos poner a ninguno de nuestros niños en ambientes familiares tan retorcidos, así que les agrederé que regresen cuando hayan resuelto sus conflictos.

Y con esas duras palabras fueron echados del orfanato.

— Maldita sea. — Masculló Erick, el claxon del vehículo sonó cuando golpeó el volante. — Todo esto es por culpa de Zathrian.

Anastasia realmente quisiera decir que no era así, pero lamentablemente era algo que no podía hacer.

— Todo estará bien, es solo cuestión de tiempo.

A pesar de decir aquellas palabras no estaba segura si estaba consolando a Erick o si más bien trataba de consolarse a sí misma.

*   *   *

Tan pronto como Zathrian dio una mínima señal de vida al responder a las estimulaciones médicas corrieron al hospital, como si ya estuviese despierto y andando. El doctor a cargo del caso fue a su encuentro con ellos, quienes podrían considerarse los representantes.

— Tenemos avances, parece que su cuerpo reaccionó bien a los estímulos, el electroencefalograma arrojó que no se trata de una muerte cerebral, tampoco padece ataques epilépticos, además de la intoxicación que como consecuencia produjo su insuficiencia renal me sorprendería que siguiera dormido dentro de una semana.

Al menos habían buenas noticias, de alguna manera.

Una semana era el tiempo perfecto, si despertaba antes de que se le pasara el enojo Erick mismo lo fusilaría con sus propias manos.

— Gracias, doctor. — Añadió Erick, estrechándole la mano. — Ese niño nos ha dado a todos un susto de muerte.

— A partir de ahora solo le queda reponerse, el muchacho estará bien.

«Pobrecito, seguro no sabe quién es» Pensó Anastasia a la vez que sonreía, el doctor no les daría falsas esperanzas si supiera sobre lo que Zathrian había hecho y la razón por la que estaba en esa situación.

En cuanto se despertara sería llevado a un juicio que no le tendría piedad, era lo mejor para él quedarse dormido un tiempo más.

Mientras Erick conversaba con el doctor echó un vistazo a los alrededores, podría jurar que segundos atrás vió una figura conocida cruzando los pasillo, entonces, cuando decide investigar de quién se trataba la ve: Edith hablando con la recepcionista del hospital.

''¿Por qué estaba dada de alta tan rápido?'' No pudo evitar preguntarse.

Tan pronto como Edith se fue corrió hacia la recepcionista, un poco agitada comenzó a hablar.

— Disculpe, señorita. Me gustaría tener información sobre Edith Donaire, en qué habitación se está quedando, cómo está su estado de salud, sé que ella está siendo atendida en este hospital. Mi nombre es Anastasia Russo, mi esposo Erick y yo la trasladamos aquí.

La recepcionista miró por encima de sus anteojos a la chica despeinada que no paraba de parlotear.

— ¿Eres familiar de la ingresada? — Preguntó.

— No, es solo que-

— Lo siento, si no son parientes me temo que no puedo decir nada. Además la señorita indicó negarle la entrada a cualquiera que lleve ese apellido.

— ¿A-así que eso hizo...? Está bien, lo comprendo. —Necesitó rendirse, sabía que Edith no bajaba la guardia ni siquiera por una milésima de segundo, aún en el lecho de su muerte.

Cuando Anastasia decidió retirarse otra secretaria salió de una habitación tras la recepción:

— ¿Ya terminaste de ordenar los expedientes de los ingresados recientemente? — Preguntó la mujer que antes charló con ella.

La pregunta hizo que sintiera curiosidad.

— Sí, fue demasiado cansado. moví los más antiguos al sótano y dejé solamente los nuevos ingresos. — Un par de llaves tintinearon entre sus delgados dedos, Anastasia, que estaba disimulando con los papeles de Zathrian en mano, miró las llaves descansar sobre la superficie del escritorio, junto al teclado del ordenador. — Como sea, es hora de mi descanso.

La idea que cruzó su cabeza era una completa locura.

No se había provocado el vómito nunca, pero había visto en internet cómo los demás lo hacían. Tan pronto como pudo metió dos de sus dedos tan al fondo de su garganta como pudiera, necesitó de varios intentos antes de que la arcada saliera, la sensación quemándole la garganta fue terrible como el sabor ácido que quedó después de eso, después de mirar lo que había vomitado palideció y sintió asco.

La recepcionista se levantó de repente. — ¡Santos cielos! ¿Estás bien? — Se apresuró hacia Anastasia, apartándole los cabellos del rostro. — Mira tu tez pálida, llamaré en seguida a gluien para que venga a limpiar y a un enfermero para que te atenda, por favor siéntate y espera ahí, no te preocupes.

«Lo siento, estoy segura de que habrías hecho lo mismo si hubieras estado en mis zapatos» Pensó meintras tomaba la llave y abría la puerta, dejándola en su lugar poco después para proceder a encerrarse en la habitación.

Le dejó un mal sabor de boca pagar de esa manera la amabilidad de alguien más, pero su desespero era demasiado.

— Es algo de hace menos de diez días, debería estar cerca. — Buscó las fechas, gracias a que había sido organizado de manera reciente no necesitaba batallar buscando en los archiveros. — Aquí está, la fecha del día en que Edith fue ingresada y... ¡Bingo!

Los nombres de los pacientes ordenados alfabéticamente, entre la A y la Z agrupadas de tres en tres la letra E se ubicaba en el cajón número dos, la adrenalina corrió por su cuerpo ante el temor de que alguien entrara a último minuto o que el guardia de seguridad vigilando las cámaras se percatara de lo que hacía.

— Edith Donaire... Aquí está. — Sacó el archivo tan pronto como pudo. — Nombre, edad, fecha de nacimiento, motivo de ingreso, medicamentos administrados, nada de esto me interesa.

Hubo un detalle, un pequeño detalle que no fue capaz de pasar por alto.

— ¿Tres meses y medio? — Cuestionó en cuanto miró. — Se supone que ella tiene cuatro meses.

¿Por qué habría una discrepancia como esa en un expediente clínico?

Solo por si acaso tomó una fotografía.

Además de aquel curioso detalle en el expediente de Edith solo estaban datos básicos, como si alguien más se hubiera llevado los documentos más importantes.

Dedujo aquello a causa de no encontrar la hoja con la fecha en que se supone fue dada de alta.«A menos que...»

— No haya sido dada de alta... — Murmuró.

Luego leyó un nombre al pie de la página: ''Carlos Aguilar'' Era el doctor que llevaba el control de Edith.

Cuando escuchó pasos cercanos se sobresaltó, rápidamente regresó el expediente de Edith a su sitio y se escondió tras la puerta, los oficiales de seguridad entraron a inspeccionar la habitación y ella logró salir en el preciso momento en que ellos le dieron la espalda luego de que entrar.

Tenía el pulso acelerado, era la primera vez que hacía algo tan riesgoso.

— Disculpe, ¿Dónde está el consultorio del doctor Carlos Aguilar? — Preguntó a la primera enfermera que se cruzó durante su escape.

''En el segundo pasillo del tercer piso a mano derecha''

Agradeció las indicaciones y, antes de que Erick le hablara al celular, subió en el ascensor hasta el tercer piso, donde se encontraría con el consultorio del doctor.

Al que vio salir de su oficina con otra persona.

— He cometido muchos crímenes hoy, uno más o uno menos no hará la diferencia.

Dijo eso antes de entrar al consultorio, estaba perfectamente organizado, típico de uno de los mejores doctores en aquella clínica de prestigio.

No tenía tiempo de admirar el panorama, necesitaba encontrar cualquier tipo de información que le fuera útil.

¿Laptop? Bloqueada.

¿Cajones? Vacíos.

No había nada, absolutamente nada que tuviera que ver con Edith o algún otro paciente.

Cuando Anastasia se dejó caer sobre la silla un pequeño papel amarillo cayó del escritorio al suelo, justo sobre su pie.

— Datos bancarios... — Murmuró en cuanto vio el contenido de dicho papel, no sabía por qué tenía un mal presentimiento.

Solo por si acaso también lo fotografió.

Al terminar dejó todo en su sitio, como si no hubiese ocurrido nada y se aventuró a la salida, pero, como su suerte no podía durar tanto, al momento de abrir la puerta una enfermera la enfrentó.

— ¿Qué estás haciendo aquí? — Preguntó de muy mala manera.

Anastasia retrocedió por inercia.

— L-lo siento, tengo una consulta con el doctor y él no estaba así que..

— No puedes esperar al doctor aquí, sal ahora.

— Sí, lo siento.

Caminó hacia la salida a paso veloz.

En cuanto la vio Erick la alcanzó a tomar del brazo y la llevó hacia la salida.

— ¿Qué se supone que estás haciendo? ¿Crees que no me han informado sobre mi esposa dando vueltas por aquí y allá?

— Ahora no es momento de hablar sobre eso, mira. — Le mostró la primera fotografía que tomó del expediente de Edith. — Dice que tiene tres meses y medio ¿Por qué dice eso? Se supone que tiene cuatro meses, esa mujer está tramando algo con su embarazo y esta es la prueba contundente.

Erick suspiró. — Anastasia, las evidencias que obtienes usando métodos cuestionables no son evidencias. Además eso no prueba nada.

— Voy a llegar al fondo de esto, Erick. Esa mujer trama algo y no me detendré hasta desenmascararla.

Miró a Anastasia marchándose directo hacia el auto con el andar pesado y enojado, Erick suspiró y miró la pantalla de su móvil otra vez.

''Sistema GPS. El objetivo está actualmente a: Menos de 1km de distancia. ¿Cargar localización de últimos movimientos?''

Presionó el botón aceptar.




Continue Reading

You'll Also Like

8.5K 601 14
Lucero es una mujer acostumbrada a tener a los hombres comiendo de su mano, aunque ella diera mucho menos de lo que le ofrecían; tenía un novio con u...
84.9K 4.4K 61
Sipnosis: Tn Mitchell.....delgada ..cabellera castaña..ojos color Miel ....Su vida era Realmente Buena.. Lo tenia todo Hasta que su padre Mark cayó e...
515K 5.3K 6
Disponible en Dreame. (completa) Sinopsis: John Harrison es un empresario exitoso, lo que se propone lo logra. Mal humorado todo el tiempo, amargado...
21.6K 2.1K 27
Rebecca chica popular y novia de un chico atlético con sus amigas irin y Heidi las hermosas de la universidad chicos ricos que le hacen la vida impo...