El final del camino

LostMelek द्वारा

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Ha pasado más de una década desde la Cuarta Guerra y Natalia sabe que el periodo de paz ha llegado a su fin. ... अधिक

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Pergamino secreto de la Alianza Shinobi
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LostMelek द्वारा

Pov. Natalia

El vagón ya se ha perdido a la distancia cuando siento llegar a cuatro personas.

— Te subestimé, sin embargo no cometeré nuevamente ese error.

A diferencia de la ocasión que nos encontramos en Amegakure Jigen tiene el kimono sucio y algunas heridas visibles a lo largo del cuerpo.

— Te concentraste demasiado en Naruto y Sasuke, incluso me atrevería a decir que los jonin que capturaron te sirvieron para conocer y estudiar su estilo de pelea.

— La información del enemigo vale su peso en oro, y eso tú lo entiendes mejor que nadie.

Veo que los hombres a su lado van separándose, como una manada de lobos a punto de matar a su presa.

— Vaya, cuatro contra uno, no es muy justo que digamos.

— Nada lo es.

— ¿Tan herido estás que no te atreves a venir tú sólo?

Le tiembla un poco el párpado, estoy jugando con fuego eso lo sé pero hacerlo perder los estribos es precisamente lo que busco.

— Ya no la necesito, pueden encargarse de ella.

Antes de que se acerquen saco dos pergaminos.

— Jutsu de invocación.

Retroceden cuando la tierra tiembla y del suelo emergen dos ataúdes con las marionetas que no he utilizado en años.

— Ningún muñeco de madera podrá detenernos.

— Code deténte.

Padre se activa y neutraliza al chico como si nada, a diferencia de la ocasión en que pelee con los caminos de Pain no busco salvar mi vida, busco retrasarlos. Madre sale de su ataúd y alza los brazos, su fuerte es el taijutsu.

— Él es....¿cómo usted?

El muchacho mira detenidamente a Padre, desde su pelo blanco hasta la luna bordada en el kimono.

— Es un inferior — se limita a decir Jigen— Acábenlos.

Los tres sujetos tratan de alcanzarme pero mis marionetas consiguen mantenerlos a raya, Madre incluso hizo retroceder varias cuadras al clon de Jiraiya.

Jigen se mantiene ahí, observándome y apretando sus puños. Esperando a que me dé media vuelta y empiece a correr, o mínimo que demuestre miedo ante su presencia.

— ¿Vas a atacarme o a admirarme?

— Te sobreestimas demasiado ¿no lo crees?

— Sólo sé que pueden haber dos razones por las que no me atacas— aprieta la mandíbula— La primera es que me consideras un rival fuerte aunque no tendría mucho sentido ya que debes conocer todo de mis habilidades y como dijiste hace un momento, la información vale su peso en oro.

Padre consigue alejar a los otros dos sujetos, dejando a Jigen y a mí pegados al río.

— Y la segunda, es que el atrapar a Naruto y a Sasuke te dejó tan mal herido que no podrías sostener por más tiempo una pelea— otra vez le tiembla un ojo— En vista de que viniste con apoyo y no me atacas, creo que encontré la respuesta.

— No estés tan segura.

Estira un brazo y una rama rápidamente se extiende hasta él. Desde que lo vi había algo raro en ese árbol, parece más una enredadera que ramas extendiéndose, como el de la guerra.

Poco a poco noto que Jigen se va recuperando, sus heridas se cierran y su nivel de chakra aumenta. Diablos, está usando al árbol como fuente de energía.

— Ya no luces tan altanera como hace unos minutos.

Se prepara para la batalla, voy a morir, con su nivel no podría salir ilesa estando saludable, menos ahora que apenas me estoy recuperando del coma. Preparo mi chakra, dispuesta a utilizar mi último recurso para brindarles la oportunidad de llegar a Amegakure.

— Tomogoroshi no Haikotsu— susurro aunque él alcanza a escucharme.

— No puede ser...— abre los ojos por primera vez sorprendido— Alguien inferior y con una sangre tan diluida como tú no debería de poder usar ese jutsu.

— Los alcanzamos, hace mucho que dejaron de ser excepcionales.

Lanzo un hueso gris pero logra apartarse, dejando en su lugar un pedazo de rama del árbol, al contacto con mi hueso se hace cenizas.

Disparo mis falanges tratando de darle, normalmente este jutsu no podría utilizarlo en batalla pues podría herir a mis compañeros y de esa no saldrían con vida.

A través del campo siento minúsculas barras tratar de atravesarme, me quito del sitio y estas crecen en tamaño. Si me hubieran dado estaría muerta.

— Alguien como tú — Jigen toca las barras de su fallido ataque— No debe de dejarse con vida.

Continua atacando a larga distancia, él es bueno en taijutsu pero si se acerca a mí es seguro que sacaré un hueso. A diferencia de otros oponentes siento cuando esas barras u objetos pequeños se acercan, nuestros estilos de combate se neutralizan de una u otra forma lo que a la larga crea una especie de bucle del que saldremos cuando a alguno de los dos se le acabe el chakra, y para mi mala suerte esa soy yo.

El jutsu que copie de Kaguya Ōtsutsuki es poderoso pero requiere muchísimo chakra, ni siquiera con mis reservas de energía soy capaz de sostenerlo tanto tiempo. Cuando mis huesos dejan de salir grises Jigen emplea taijutsu.

Es tan rápido que me cuesta seguirle, aún así tengo a mi favor que utilizo el mismo tipo de taijutsu. Mi padre se esmeró en mi entrenamiento, entre ello las técnicas de pelea de su Clan.

Antes de que pueda evitarlo, sonríe y alcanza a golpear mi diafragma. Su golpe es lo suficientemente fuerte para estrellarme contra la montaña, varias rocas caen, levantando una cortina de humo y piedra.

No puedo respirar y me arrastro por un túnel escondido en la montaña, a Jigen le encanta esto, que sus enemigos corran para atraparlos de nuevo y jugar...como un gato y un ratón.

Agarran mi espalda y me estrellan a otra pared para que me siente.

—Sigue el camino de la derecha, te llevara a un río que desemboca a Amegakure.

— Pero que...

Tenten me empuja para que no pierda el tiempo y vaya por donde ella me ha indicado, se transforma en mí e incluso logra manipular el movimiento de su chakra para que sea idéntico al mío.

—¿Porque? Me odias, incluso debo admitir que en la mayoría de las veces que nos encontramos soy grosera contigo.

Un escalofrío recorre mi columna al ver la precisión del jutsu de Tenten, ha copiado hasta el más mínimo detalle de mi apariencia.

— Mi amor es sincero y si tu eres su felicidad entonces puedo morir por ti.

Quedo muda de asombro, reconocerlo y dar tu vida por la felicidad de quien amas aunque no seas tú es muy puro, la admiro en ese aspecto.

— Cuando se acabe esto deberíamos de ir a comer juntas.

— Me gustan las bolas de masa hervida en sésamo.

— En Kumogakure hay un local con las mejores, deberíamos de ir y pasar algunos meses en el País del Rayo.

— En verano tal vez.

Sale de la cueva, pero alcanzo a ver la lágrima luchando por salir de sus ojos. Retiro la que yo sí solté y aprovecho la oportunidad que me dió Tenten, sabiendo que esa comida nunca llegaría a suceder.

💧

Lucho por salir de la inconsciencia, lo último que recuerdo es haberme desmayado en la entrada de la cueva que Tenten me dijo. Ni siquiera me escondí antes de caer de golpe.

— Ya está despertando.

— Iré por su medicina.

Al abrir los ojos sólo me recibe el techo de tierra, no sé en dónde estoy y llevo una mano a mi frente. Intento levantarme pero aquel hombre me toma de los hombros para acostarme de nuevo, mi torso está vendado completamente pero ni eso es suficiente para cohibirme.

— ¿Estoy en el infierno?

— Probablemente, te tuve que desvestir para vendar tus heridas, tenías varias contusiones y una hemorragia interna.

— Al Dios que está allá arriba... ¿Qué más quieres de mí?

Obito sonríe un poco, hasta ahora reparo en los ojos que tiene implantados.

— Espero que no se los hayas arrebatado a Kakashi.

— Yo tenía varios pares, después de la masacre Uchiha.

— Parece que hablas de zapatos, además creí que habías prometido no recibir transplantes.

— Tenía pensando seguir con mi promesa, pero se necesitaban shinobi para rescatar personas.

— ¿En dónde estamos?

— En uno de los pocos refugios que no acabaron destruidos.

— Aquí traigo todo.

Kakashi pasa a la habitación y sin mediar palabra empieza a quitar mi vendaje.

— ¿Cuánto estuve inconsciente?

— Tres días, ya se te está haciendo costumbre acabar en coma.

Muerdo mi lengua, me molesta que Obito bromee conmigo pero en vista de las circunstancias no es momento para sacar a la luz antiguos resentimientos.

Nunca me ha molestado mostrar mi cuerpo pero con Obito presente definitivamente hubiera preferido que no viera mi delantera, trato de no verlo a los ojos y concentrarme en la crema que Kakashi esparce por mi torso.

— Con esto ya deberías de tener, recupérate rápido, no sabes la falta que nos hace un ninja médico— Kakashi vuelve a vendarme.

— ¿Nos?

— Varias personas que no alcanzaron a llegar a la estación de tren están con nosotros, en total somos veinte personas.

— ¿Y cuál es el plan?

— Capturamos a un traidor, él debe de saber los puntos de vigilancia que tienen.

— ¿En dónde están mis cosas?

— Aquí.

Kakashi me pasa una pila de ropa y accesorios, hasta arriba está mí peineta.

— Podríamos utilizar los túneles que encontró Itachi, lo realmente difícil será llegar a la entrada.

— ¿En dónde está?

— Cerca de las cabezas Kage— Kakashi asiente y casi puedo escuchar a su mente trabajar en un plan—Pero también quiero llegar a otro lugar...

— ¿A dónde?

— Quiero intentar por última vez buscar la tumba de Uchiha Rumiko.

— Kikyo tenemos a nuestro cuidado varios civiles.

— Yo la acompañaré — me tenso al escuchar a Obito— Tú dirige al grupo a la frontera con el País del Agua.

— Isobu los ayudará a llegar a la capital, con sus perros ninja no será difícil encontrarlo, dile que van de mi parte.

— De acuerdo pero los estaré esperando en Kirigakure.

Kakashi sale del cuarto.

— ¿Por qué aceptaste de tan buena gana que te acompañara?

— Porque espero que me seas de más ayuda, me cae bien Kakashi pero nuestras técnicas no son fuertes juntas.

— Oh...— Obito se levanta— Descansa, espero poder salir del País del Fuego lo más rápido que podamos.

💧

Y lo más pronto que pudimos irnos fue cuatro días, en lo que curaba a los civiles y en que yo misma me recuperaba de la pelea. Por consejo de Kakashi y Obito he adquirido la apariencia de Tenten, aunque en cuanto los civiles desaparecieron volví a mi apariencia normal, no me han explicado el porqué y en este punto tengo miedo de preguntar.

Kakashi se aleja con Pakkun guiando al grupo a través de los túneles mientras que el traidor, Obito y yo nos vamos inspeccionando cada rincón de los túneles.

— Otra vez llegamos a una salida.

— Tal vez deberíamos descansar un momento.

Obito tira en el piso al traidor, el cual gime molesto por ser tratado como un costal de papas.

— ¿En dónde estará?

— No me preguntes a mí, ni siquiera sabía de su existencia en el Clan.

Un sonido al final de túnel nos pone en guardia, el jonin traidor empieza a hacer ruido buscando ayuda, recibiendo como respuesta una patada tanto de Obito como mía.

— Todavía estás herida, será mejor que te quedes atrás.

— Estoy bien, puedo pelear.

El ruido se hace cada vez más agudo hasta llegar enfrente de nosotros, desconcertados volteamos a los lados sin ver al enemigo, hasta que el sonido vuelve a sonar desde nuestros pies.

— ¿Una ardilla? ¿Cómo llegó una ardilla hasta estos túneles?

— ¡Miki!— mueve su cola en reconocimiento— ¡Eres una ardilla increíble!

— ¿La conoces?

— Es mía, se ha quedado con nosotros desde hace varios meses.

Inclina la cabeza hacia Obito, observándolo detenidamente. En mi cabeza hago click y me inclino con la ardilla.

— Miki... tú sabes en dónde está Rumiko ¿verdad?

— Kikyo, es una ardilla.

— Shhh, Miki oh poderosa Miki guíanos a dónde está ella.

— Por Kami...

Obito masajea su entrecejo, la ardilla lo calla de una cuando corre por el túnel y voltea para que la sigamos.

— Cuando esto acabe debes pedirle una disculpa a Miki.

Corro dejando que él se encargue del traidor y me siga, la ardilla da varias vueltas hasta llegar casi a otra salida, la que está pegada a la reserva natural. Se detiene en una pared y salta justo en medio de la estructura.

Pongo una mano y alcanzo a sentir el fuerte fūinjutsu que tiene encima. Me pongo manos a la obra y deshago sellos uno por uno hasta abrir un cuarto secreto.

Toso por el polvo que se levantó, Obito me ha alcanzado y se detiene con la boca abierta.

— Una tumba secreta dentro de un túnel secreto, se esforzaron demasiado para su lugar de descanso— comenta el Uchiha.

— Era esposa de Lord Segundo Hokage.

Pasamos con precaución, viendo la cantidad de pergaminos que hay, artesanía, joyería, e incluso varias fotografías antiguas. En ellas se muestran a ambos, sonriendo y cargando a los mellizos Uzumaki.

— Ahí está.

Obito señala la tumba exterior, parece una especie de altar.

— ¿Podrás hacer el Edo tensei?

— ¿Cómo sabes que eso iba a hacer?

— Insististe en que nosotros nos trajéramos al traidor.

El jonin abre los ojos con terror y comienza a negar con la cabeza.

— Ahora recuerdo porqué eras un fastidio cuando estabas con Akatsuki, solías adivinar lo que planeaba.

— Tienes una manera peculiar de actuar, lo fui aprendiendo con el tiempo.

Tira al jonin en medio del cuarto mientras que yo abro la tumba. Más polvo se desprende y me tengo que alejar por el olor putrefacto que sale del cadáver, cuando me recupero puedo acercarme lo suficiente para extraer un poco de material biológico para actuar.

Obito le quita las restricciones al jonin y este de inmediato comienza a suplicar.

— Por favor... no me hagan nada, les puedo ser de mucha ayuda estando vivo.

— ¿Ah sí? ¿Y en qué?

Pasa saliva ruidosamente.

— Conozco sus puestos de vigilancia y algunas cosas que han hecho a través de las Cinco Grandes Naciones.

— ¿De verdad?

— ¡Sí! Yo sé muchas cosas, les sirvo más vivo.

— Claro, por eso eres un externo— boquea ante mi observación — Pero ¿sabes qué? Aunque fueras interno te mataría con tal de saber lo que esta mujer tiene para contar.

— ¡Nadie la conoce! ¡Nunca escuché de ninguna Rumiko!

— Eso sólo me confirma que no eres de alto rango dentro de la organización, si lo fueras sabrías que su líder ha movido cielo mar y tierra para encontrarla.

— Por favor... piedad.

Obito lo toma de la nuca exponiendo su cuello.

— ¿Tuviste piedad por las personas que quedaron atrapadas entre las llamas? ¿O por las que murieron aplastadas? Ellos eran tus camaradas.

— N-No les hará nada, nos prometió que no les haría nada a los jonin, los necesita para sobrevivir.

— Estaba hablando de los civiles...

Desgarro su garganta y hago los sellos de manos correspondientes mientras veo la vida abandonar su cuerpo. Una luz resplandeciente ilumina la habitación, me quito de dónde estoy y me pongo a lado de Obito.

Lentamente el cuerpo del jonin toma otra forma, de espalda vemos ocurrir toda la metamorfosis. Se forma un fino kimono, su cabello se torna de negro profundo y se alarga hasta rozar el suelo. Cuando termina, la mujer se endereza y voltea para darnos la cara.

Tanto Obito como yo contenemos el aliento, esa mujer es bellísima, la criatura más hermosa que he visto en mi vida.

— ¿Suzuë?

Su melodiosa voz nos hipnotiza por un momento, frunce graciosamente su ceño y ve sus propias manos.

— Pensé que Tobirama había destruido este jutsu, se lo pedí cuando lo completó.

Suena triste, tal vez es su vibra, pero me pondría de tapete con tal de que ella se sienta mejor. Al voltear compruebo que Obito se siente igual que yo.

— En realidad el Segundo lo escondió, yo robé el jutsu...

Juego con los dedos, la mujer me mira fijamente con sus enigmáticos ojos negros.

— ¿Por qué estoy aquí?

— B-Bueno...N-Nosotros....

Tengo que sacudir la cabeza para ordenar mis ideas, a diferencia de Kakashi, Obito no conoce toda la situación y por lo tanto no puede apoyarme.

— Tenemos un problema, hay un hombre que ha aparecido de repente y ha estado buscando su cuerpo.

Me mira como si me hubiera crecido un cuerno, de repente se escucha un chillido y Miki salta hasta ella. Esboza la sonrisa más brillante del mundo y atrapa a la ardilla de una.

— ¡Oh Miki! ¡Estás viva!.

— ¿La conoce?

— Itama Senju y yo la rescatamos cuando sólo era una bebé.

Lo sabía, esa ardilla tiene más de cien años.

— Kikyo debemos darnos prisa— susurra Obito.

— ¿Te llamas Kikyo? — asiento hacia ella— ¿Quién fue el que tuvo hijos? ¿Anju o Haru?

— Anju es mi abuela.

— Le gané a Tobirama— vuelve a sonreír.

Obito utiliza su codo para apresurarme, aunque parece entretenida con Miki, noto que ella no pierde ningún detalle de nuestro comportamiento.

— Rumiko-sama, creemos que usted puede ayudarnos a salvar Konohagakure, usted es nuestra última esperanza.

— Entonces comienza a hablar Kikyo.

Suspiro y le cuento desde el principio, el robo de cadáveres, el ataque que sufrimos en Amegakure, el de los Hyūga, las características del enemigo... Al llegar a Jigen ella abre los ojos, mostrándose sorprendida.

— Suficiente, sé de lo que me hablan.

— ¿Y puede ayudarnos? ¿Por qué ese tipo quería tenerla?

— No es la primera vez que pisa estas tierras, lo conozco porque intentó dominarnos hace años cuando yo casi acababa de contraer matrimonio con Tobirama.

Su mirada se torna seria y el ambiente se carga de tensión.

— Buscaba a los bijū y poseía una fuerza impresionante, tanta que se necesitó de Hashirama, Madara y Tobirama para distraerlo.

— ¿Distraerlo de qué?

— Del fūinjutsu que Mito Uzumaki había preparado para quitarle la mitad de su energía.

Obito y yo nos quedamos boquiabiertos, ¿osea que ese sujeto era el doble de fuerte de lo que es ahora?.

— Mito hizo el sello y yo utilicé mi habilidad para hacerlo funcionar, cuando acabamos él huyó y no lo volvimos a ver jamás.

— Pues volvió y acaba de destruir Konoha.

Veo un destello de dolor en sus bonitos ojos negros.

— ¿En dónde está esa energía que le quitaron?— pregunta Obito.

— La sellé en un collar de piedra roja con dos esferas de metal a los lados, Hiruzen Sarutobi es su guardián.

Se me corta el aliento al escucharla, ella se da cuenta casi de inmediato y recobra un poco la alegría.

— Tu sabes en dónde está —afirma.

— Mejor aún, lo tengo y está a buen resguardo.

Si todo salió bien ese collar y su portador llegaron sanos y salvos a Amegakure.

— ¿Por qué no lo habías dicho? — pregunta Obito.

— Porque no lo sabía, nunca sentí nada que viniera de ese collar.

— Era un sello de Mito Uzumaki— dice ella como si eso lo explicara todo, y tal vez así sea.

— ¿Se puede utilizar para derrotarlo?

— Por supuesto, pero el usuario debe ser lo suficientemente fuerte para manejar tal cantidad de chakra, de lo contrario perdería la vida sin alcanzar a liberarla siquiera.

— ¿Y cómo deshago el sello?

— Deben buscar la máscara Uzumaki en la que Mito encerró las inscripciones del mismo, en mis pergaminos — señala con la cabeza los estantes de la habitación — Podrán encontrar parte de ellas y algunas técnicas más.

— Obito encárgate de llevarte todo de aquí.

Él se pone de inmediato a vaciar la habitación, no tiene ni que preguntarme cuándo también guarda las fotografías y la joyería.

— No tenemos cómo agradecerle.

— Salven Konoha — contesta veloz.

Voltea hacia el costado y el enojo cruza su mirada, vuelve a enfocarse en mí.

— Él viene, deben irse pronto.

— Pero todavía tengo que deshacer....

— Yo sé cómo liberarme del Edo tensei— levanta su mano para callarme— Ustedes necesitan irse, ya.

Me entrega a Miki a pesar de la resistencia de la ardilla, Obito ha terminado de vaciar el cuarto pero yo todavía quiero decirle algo a ella.

— Obito, gáname tiempo, sólo un poco.

— Pero Kikyo...

— Por favor.

Tal vez sea porque es la primera vez que le pido un favor pero me obedece de inmediato y sale a vigilar la salida del túnel, dejándonos solas.

— No me gustaría dejarla con él.

— No estoy viva, además les conseguiré tiempo para que puedan escapar.

— Pero me costó mucho encontrarla, no sabe cuántos días y noches pasé revisando cada tumba del cementerio.

— ¿En dónde estoy?

— En una reserva natural creada por el Segundo, no sé que hizo pero las plantas nunca mueren...

— Tobirama...— ella sonríe acariciando el anillo de su anular izquierdo— ¿Enserio no pensaste en que el Segundo podría haber construido un altar para su esposa?

— Claro que lo pensé, pero yo buscaba una tumba, no el equivalente natural del Taj Mahal.

Abre los ojos de la sorpresa, pasan unos segundos antes de que se recupere pero sólo esboza una sonrisa.

— El Taj Mahal también es una tumba.

— Sabe a lo que me refiero... De verdad pasé días buscándola con ayuda de Itachi Uchiha.

— No me pasará nada, ya nadie puede hacerme daño.... A lo mucho las plantas de este lugar se marchitarán.

— ¿A qué se refiere?

— Tú no sabías como es que Tobirama consiguió que las plantas nunca murieran, bueno tienes la respuesta frente a ti.

— ¿Usted? ¿Cómo?

— Es mi habilidad especial, Miki también es prueba de ello, y así como otorgo vida también la puedo quitar.

— Por eso fue perfecta para el sello...— la veo con nuevos ojos y el rostro de Boruto y Kawaki aparecen en mi mente — ¿Podría quitar la vida de ese hombre si la hubiera puesto en el cuerpo de alguien más?

— Sería difícil pero sí.

Salto emocionada en mi lugar haciéndola reír.

— La tengo que llevar conmigo, la necesitamos.

— No, lo lamento— da un paso hacia atrás — Si lo hago ustedes no saldrán con vida, ya se están arriesgando mucho al quedarse más tiempo.

— Pero ¿cómo solucionaríamos ese problema?

— Acércate.

Doy varios pasos hacia su dirección, ella golpea mi frente con dos dedos. Siento como un pequeño bulto pasa a través de mi cuerpo y se aloja detrás de mi corazón.

— Jutsu de transcripción...

— Mito me lo enseñó— voltea nuevamente para el costado— Antes de que se vayan dime... ¿Quién tiene mi collar? ¿Es un Uchiha o un Senju?

— Ni uno ni lo otro, es un mestizo, hijo de Misaki Senju e Itachi Uchiha.

— ¿Al fin pudimos llevarnos bien?

Me duele tener que negar con la cabeza, con un nudo en la garganta le contesto.

— El Clan Uchiha fue masacrado, actualmente sólo quedan cinco miembros con vida.

Desvía la mirada y toma profundas respiraciones tratando de calmarse.

— ¿Sabes qué pasó con la línea sanguínea de mi hermana Issey?

Recuerdo haber escuchado el nombre con Itachi, era su antepasada.

— A excepción de Obito, son sus descendientes los que siguen con vida.

— Ya veo...— la veo tan triste que antes de pensarlo le pregunto.

— ¿Por qué perdonó a los Uzumaki? Fuimos responsables de ensuciar su honor.

— No tenía tiempo para guardar rencor— ella sonríe sin ganas— Además mi mejor amiga y los niños que fueron como mis hijos eran Uzumaki.

— Si lo hubiera sabido antes...

— Todos lo sospechábamos — me corta— Era extraño que el Clan Uzumaki nos odiara tanto cuando hasta hace pocos años teníamos un acuerdo matrimonial entre Uzumaki Urara y Uchiha Madara.

— Y es difícil tener frente a ti las consecuencias de tus errores.

— Exacto.

La montaña tiembla y escucho a Obito batallar con lo que sea que esté haciendo para ganar tiempo.

— Sólo una última pregunta, ¿de qué año eres?

— ¿A qué...? Ah... Hablas del otro mundo— Rumiko hace una mueca— Finales del siglo XIX.

Evito abrir la boca pero por su sonrisa fallé en ocultar mi impresión del resto de mi cara.

— ¿Y tú?

— Siglo XXI.

No puedo evitar extrañarme de su falta de interés, mi curiosidad me lleva a preguntarle.

— ¿No quiere saber nada? Puedo contarle todo lo que la humanidad avanzó.

— La verdad... No me interesa, a veces prefiero ignorar mi paso por ese mundo.

— ¡Kikyo! ¡Tenemos que irnos!— Grita Obito desde la entrada.

— ¿Nada? ¿Enserio nada?

El Uchiha entra y toma mi codo para obligarme a irme con él pero pongo resistencia.

— ¿Aprendimos a volar?

— Sí.

— Eso es todo.

Hace una reverencia y nos despide con una sonrisa deslumbrante.

— Cuida de Miki y salva al País del Fuego, este sitio fue mi único hogar.

Obito no espera más y me arrastra por el túnel, la tierra otra vez tiembla y un rayo fractura el techo, creando una barrera entre nosotros y Jigen.

Más rayos impactan el túnel y es cuando me doy cuenta del plan de Rumiko, no sólo nos permite escapar, sino también ha ocultado los túneles que recorren todo el País del Fuego.

— Es increíble...

— Uchiha Rumiko — Obito repite su nombre— Gracias.

Ambos corremos sin mirar atrás.

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Narrador omnisciente

Jigen saboreaba su victoria al recordar como tiraba el cuerpo de la albina al río, sabía que los cuerpos llegarían a los otros países y con ello la advertencia de su poder.

— El vagón ha cruzado la frontera.

Su felicidad se opacó por un fracaso de tal magnitud, no sólo Kawaki se le volvía a escapar de las manos sino que también se habían llevado a su premio mayor, Hikari.

— ¿Cómo sucedió? El único que podía pasar por dimensiones era el tipo del Rinnegan.

Ahora el sujeto estaba sumido en un sueño eterno al igual que el Hokage y la mayoría de los shinobi de alta categoría.

— No lo sabemos, Delta sólo vió cuando la niña ya estaba con ellos.

Molesto por la falta de respuestas, Jigen golpeó varios edificios derrumbándolos al instante.

— Pues la quiero de vuelta, cueste lo que cueste.

Caminó furioso hasta la Torre Hokage, la única infraestructura que habían evitado destruir. Al entrar Amado terminaba de ajustar el nuevo cuerpo de Delta.

— Van dos en un mes, ¿cómo pudiste llegar a esto?

— Cállate.

La mujer destruyó la mesa cercana apretando fuertemente la mandíbula.

— En cuanto la vuelva a ver le partiré el cuello...

— Perdiste contra alguien que sólo utilizó taijutsu, me pregunto si de verdad tienes el suficiente nivel para ser un interno.

— Code aprecia tu vida y no la provoques.

Amado quitó al chico antes de que Delta se dejara ir sobre él.

— Ya basta, debemos de planear nuestro siguiente golpe.

— ¿Tan rápido? Deberíamos descansar y tomarnos tiempo para invadir los otros países.

Cada miembro de Kara tomó asiento alrededor de su líder.

— Podríamos empezar con Kirigakure, al estar rodeados por agua sus posibilidades de escapar son menores.

— Es un arma de doble filo porque están rodeados de su más poderosa arma.

Amado observaba a Boro y a Kashin Koji discutir acerca de la aldea militar del País del Agua.

— Tal vez sea mejor Iwagakure, son expertos en bombas pero si los emboscamos en su aldea no se atreverán a usarlas y le quitaríamos otro armamento a las naciones sobrevivientes— propuso Amado.

— Los externos ya han descansado una semana, es momento de continuar con el plan, mañana hay que partir al País de la Tierra.

— No te precipites Delta— Jigen se levantó con una cosa más importante en mente— Deja que los externos descansen, se lo merecen después del buen trabajo que hicieron en Konoha.

Gracias a ellos pudieron entretener a la mayoría de los ninja de élite, lo suficiente para atraparlos en el árbol.

— ¿A dónde va Jigen-sama?

— A recorrer la aldea.

El chico salió corriendo detrás de él, al poco todos los internos le siguieron curiosos por lo que sea que buscaba su líder.

Jigen detallaba cada cosa que sobrevivió de Konohagakure, buscando a aquella mujer que ningún externo pudo encontrar. Otra razón por la que decidió invadir por completo a la aldea militar del País del Fuego.

— ¿Plantas? — preguntó el muchacho cuando su líder se detuvo frente a un campo con flores hermosas.

— ¿Por qué siguen vivas? — Amado tocó una de ellas mientras alternaba la mirada— El fuego las alcanzó pero lucen más vivas que nunca.

Ignorando a los internos, Jigen sonrió ante aquel campo lleno de flores. Sólo sabía de una persona con tal habilidad, debía de estar ahí, enterrada en alguna parte.

Chasqueó la lengua y estiró el brazo hacia la rama más próxima del árbol, robando energía de los ninja capturados.

— Byakugan.

Inspeccionó el suelo, cada esquina la analizó con el ojo que todo lo ve hasta que reparó en la montaña. No veía nada, era un oscuro absoluto, algo imposible para el dōjutsu más poderoso del Clan.

— Tienen una misión.

Los internos se enderezaron al escucharlo.

— Destruyan está montaña.

Se miraron entre ellos hasta que Jigen los miró de reojo.

— ¿No escucharon?

Code fue el primero en golpear la roca, a los minutos se le unieron los demás. Lo raro es que la montaña no cedía, golpeaban con más fuerza y aún así no caía.

Aumentaron la fuerza a aquella cosa que parecía de acero hasta que por fin el más joven del grupo abrió un agujero hacía un túnel corto con una habitación al costado.

Jigen no esperó más y paso antes que nadie, quedándose petrificado ante la persona que tenía delante.

— Volviste.

Apretó la mandíbula al escucharla hablar, odió con cada centímetro de su ser a aquella mujer que le devolvía una sonrisa cargada de satisfacción. Por un momento sintió que leía su enojo, su enfado y por mucho que se resistiera a admitirlo, su miedo.

— Lamento no poder ver como te acaban de una vez y para siempre, pero esa mirada... Por Kami esa mirada es suficiente para saborear tu derrota.

Antes de poder detenerla lanzó un rayo que quemó su cuerpo hasta reducirlo a cenizas y deshizo el jutsu que la había traído de vuelta a la vida, si no fuera tan descabellado de verdad pensaría que esa mujer le leía la mente, pues la podría utilizar como revivida para ponerla en contra de su gente.

Con la habilidad única que tenía podría haber obtenido más, mucho más que el chakra que ella y la pelirroja le quitaron. Se dió cuenta en ese instante que el collar con su energía no estaba con ella.

— Ya tiene un portador— le contestó la mujer mientras el cuerpo se iba desvaneciendo— Uno lo suficientemente poderoso para manejarlo y acabar contigo.

— Maldita... Maldita seas.

— Es hora de que alguien te haga sentir miedo, y aunque no fue mi objetivo obtener venganza por lo ocurrido en el pasado me sabe a gloria.

Trató de agarrarla por el cuello pero su mano atravesó al espíritu que poco a poco se elevaba, no sin antes realizar una reverencia burlona.

— Estás muerto— le susurro al oído.

Desapareció ante sus ojos, casi tropieza con el cadáver de uno de los externos.  Como balde de agua fría supo que alguien la había traído de vuelta, alguien sabía su secreto.

— ¡Destruyan el País del Fuego!

Los internos saltaron en su lugar, Jigen nunca había perdido la compostura, en todos los años que habían estado con él nunca lo habían visto desesperado.

— ¡Que nadie salga de esta maldita tierra! ¡Ahora!

Obedecieron más por miedo, dejándolo solo en aquella cripta la cual destruyó hasta volverla cenizas.

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